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Poemas de Amor
cecilia gargantini- Administrador-Moderador
- Cantidad de envíos : 41301
Fecha de inscripción : 25/04/2009
Edad : 71
Localización : buenos aires
- Mensaje n°121
Re: Poemas de Amor
Muchas gracias, queridos Pedro y Maria Lua, por hacerme pasar tan buen rato con la poesía!!!!!!
Besitosssssssssss para ambos
Besitosssssssssss para ambos
Pedro Casas Serra- Grupo Metáfora
- Cantidad de envíos : 46670
Fecha de inscripción : 24/06/2009
Edad : 76
Localización : Barcelona
- Mensaje n°122
Re: Poemas de Amor
Yo nací para entrarte.
Soy la flecha en el lomo de la gacela agonizante.
Por conocerte estoy,
grano de angustia en corazón de ave.
Yo estaré sobre ti, y todas las mujeres
tendrán un hombre encima en todas partes.
...
Tú, sin hablar, me miras
y te aprietas a mí y haces tu llanto
sin lágrimas, sin ojos, sin espanto.
Y yo vuelvo a fumar, mientras las cosas
se ponen a escuchar lo que no hablamos.
...
Al duro amanecer estás desvaneciéndote
y entre mis brazos sólo queda tu sombra.
...
Versos de gran belleza pero también dureza estos de Jaime Sabines, Maria.
Cecilia: Celebro esos buenos ratos, yo me estoy haciendo una colección con todos estos poemas. Supongo que esto puede no acabar nunca, son tantos los poetas que han escrito sobre el amor.
Un abrazo.
Pedro
Blas de Otero
(Bilbao, 1916 - Madrid, 1979) Poeta español. Su obra, que parte de la angustia metafísica para desembocar en lo social y testimonial, es una de las más importantes de la lírica de posguerra, y un ejemplo del llamado "exilio interior" que caracterizó a buena parte de la resistencia contra el franquismo ejercida desde la propia España.
Educado con los jesuitas, estudió Derecho en Valladolid y Filosofía y Letras en Madrid. En 1951, a raíz de un viaje a París, ingresó en el Partido Comunista. Vivió largos períodos en Francia y en Cuba.
Sus primeros poemarios pusieron de manifiesto sus inquietudes religiosas. En Cántico espiritual (1942), la influencia de los místicos españoles se expresó a través de una fe inquebrantable, pero ya en Ángel fieramente humano (1950) predominó el conflicto metafísico, con exasperados diálogos con Dios en los que se alternan la súplica dolorida y un sombrío nihilismo.
A partir de Redoble de conciencia (1951) el grito de angustia individual se proyectó en lo universal, y reflejó el horror provocado por los conflictos bélicos acaecidos en España y Europa. Posteriormente apareció Ancia (1958), título formado con la primera y la última sílabas, respectivamente, de los dos volúmenes anteriores, donde se incluyeron bastantes poemas inéditos.
Ancia es quizá la mejor parte de su obra: poesía bronca y "desarraigada" (en calificación de su prologuista Dámaso Alonso), de imprecación religiosa y de intensa desolación existencial; expresión asimismo de una poderosa energía verbal, con predominio de formas clásicas (en especial el soneto), agresiva imaginería y juegos conceptistas, coexistencia de niveles léxicos dispares (culto, coloquial), hábil recurso a la armonía imitativa, empleo del collage. Esta lengua poética singularizará siempre su poesía, a pesar de los cambios.
Pero fue Pido la paz y la palabra (1955) el libro que señaló más claramente un cambio de rumbo en su lírica, que a partir de ese momento puso en segundo plano su escepticismo existencial para proclamar una nueva fe en la solidaridad humana y afirmar la necesidad de la esperanza salvadora. La tarea primordial fue "demostrar hermandad con la tragedia viva", lo que consiguió a través de un credo poético combativo y comprometido.
En castellano (1960) fue una prolongación de esta preocupación social, mientras que, frente a la "inmensa minoría" que J. R. Jiménez declaró como destinataria de sus versos, de Otero se dirigió a la totalidad de las gentes con libros como Con la inmensa mayoría (1961) y Hacia la inmensa mayoría (1962), compendio de su producción anterior. La voz áspera y agitada del autor, que recordaba frecuentemente el tono crispado de Miguel de Unamuno, continuó pronunciándose en Esto no es un libro (1963), Que trata de España (1964), Mientras (1970) y Poesía con nombres (1977). Abordó también la prosa autobiográfica en Historias fingidas y verdaderas (1970).
Mademoiselle Isabel
Mademoiselle Isabel, rubia y francesa,
con un mirlo debajo de la piel,
no sé si aquél o ésta, oh mademoiselle
Isabel, canta en él o si él en ésa.
Princesa de mi infancia: tú, princesa
promesa, con dos senos de clavel;
yo, le livre, le crayon, le…le…, oh Isabel,
Isabel!..., tu jardín tiembla en la mesa.
De noche, te alisabas los cabellos,
yo me dormía, meditando en ellos
y en tu cuerpo de rosa: mariposa
rosa y blanca, velada con un velo.
Volada para siempre de mi rosa
-mademoiselle Isabel- y de mi cielo.
Blas de Otero. De "Ancia"
.
Soy la flecha en el lomo de la gacela agonizante.
Por conocerte estoy,
grano de angustia en corazón de ave.
Yo estaré sobre ti, y todas las mujeres
tendrán un hombre encima en todas partes.
...
Tú, sin hablar, me miras
y te aprietas a mí y haces tu llanto
sin lágrimas, sin ojos, sin espanto.
Y yo vuelvo a fumar, mientras las cosas
se ponen a escuchar lo que no hablamos.
...
Al duro amanecer estás desvaneciéndote
y entre mis brazos sólo queda tu sombra.
...
Versos de gran belleza pero también dureza estos de Jaime Sabines, Maria.
Cecilia: Celebro esos buenos ratos, yo me estoy haciendo una colección con todos estos poemas. Supongo que esto puede no acabar nunca, son tantos los poetas que han escrito sobre el amor.
Un abrazo.
Pedro
Blas de Otero
(Bilbao, 1916 - Madrid, 1979) Poeta español. Su obra, que parte de la angustia metafísica para desembocar en lo social y testimonial, es una de las más importantes de la lírica de posguerra, y un ejemplo del llamado "exilio interior" que caracterizó a buena parte de la resistencia contra el franquismo ejercida desde la propia España.
Educado con los jesuitas, estudió Derecho en Valladolid y Filosofía y Letras en Madrid. En 1951, a raíz de un viaje a París, ingresó en el Partido Comunista. Vivió largos períodos en Francia y en Cuba.
Sus primeros poemarios pusieron de manifiesto sus inquietudes religiosas. En Cántico espiritual (1942), la influencia de los místicos españoles se expresó a través de una fe inquebrantable, pero ya en Ángel fieramente humano (1950) predominó el conflicto metafísico, con exasperados diálogos con Dios en los que se alternan la súplica dolorida y un sombrío nihilismo.
A partir de Redoble de conciencia (1951) el grito de angustia individual se proyectó en lo universal, y reflejó el horror provocado por los conflictos bélicos acaecidos en España y Europa. Posteriormente apareció Ancia (1958), título formado con la primera y la última sílabas, respectivamente, de los dos volúmenes anteriores, donde se incluyeron bastantes poemas inéditos.
Ancia es quizá la mejor parte de su obra: poesía bronca y "desarraigada" (en calificación de su prologuista Dámaso Alonso), de imprecación religiosa y de intensa desolación existencial; expresión asimismo de una poderosa energía verbal, con predominio de formas clásicas (en especial el soneto), agresiva imaginería y juegos conceptistas, coexistencia de niveles léxicos dispares (culto, coloquial), hábil recurso a la armonía imitativa, empleo del collage. Esta lengua poética singularizará siempre su poesía, a pesar de los cambios.
Pero fue Pido la paz y la palabra (1955) el libro que señaló más claramente un cambio de rumbo en su lírica, que a partir de ese momento puso en segundo plano su escepticismo existencial para proclamar una nueva fe en la solidaridad humana y afirmar la necesidad de la esperanza salvadora. La tarea primordial fue "demostrar hermandad con la tragedia viva", lo que consiguió a través de un credo poético combativo y comprometido.
En castellano (1960) fue una prolongación de esta preocupación social, mientras que, frente a la "inmensa minoría" que J. R. Jiménez declaró como destinataria de sus versos, de Otero se dirigió a la totalidad de las gentes con libros como Con la inmensa mayoría (1961) y Hacia la inmensa mayoría (1962), compendio de su producción anterior. La voz áspera y agitada del autor, que recordaba frecuentemente el tono crispado de Miguel de Unamuno, continuó pronunciándose en Esto no es un libro (1963), Que trata de España (1964), Mientras (1970) y Poesía con nombres (1977). Abordó también la prosa autobiográfica en Historias fingidas y verdaderas (1970).
Mademoiselle Isabel
Mademoiselle Isabel, rubia y francesa,
con un mirlo debajo de la piel,
no sé si aquél o ésta, oh mademoiselle
Isabel, canta en él o si él en ésa.
Princesa de mi infancia: tú, princesa
promesa, con dos senos de clavel;
yo, le livre, le crayon, le…le…, oh Isabel,
Isabel!..., tu jardín tiembla en la mesa.
De noche, te alisabas los cabellos,
yo me dormía, meditando en ellos
y en tu cuerpo de rosa: mariposa
rosa y blanca, velada con un velo.
Volada para siempre de mi rosa
-mademoiselle Isabel- y de mi cielo.
Blas de Otero. De "Ancia"
.
Maria Lua- Administrador-Moderador
- Cantidad de envíos : 76007
Fecha de inscripción : 12/04/2009
Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil
- Mensaje n°123
Re: Poemas de Amor
Bello soneto de Blas de Otero!
Gracias, Pedro
Me gusta tu idea de hacer una
colección con estos poemas
de amor...
Besos
Maria Lua
Gracias, Pedro
Me gusta tu idea de hacer una
colección con estos poemas
de amor...
Besos
Maria Lua
_________________
"Ser como un verso volando
o un ciego soñando
y en ese vuelo y en ese sueño
compartir contigo sol y luna,
siendo guardián en tu cielo
y tren de tus ilusiones."
(Hánjel)
o un ciego soñando
y en ese vuelo y en ese sueño
compartir contigo sol y luna,
siendo guardián en tu cielo
y tren de tus ilusiones."
(Hánjel)
Maria Lua- Administrador-Moderador
- Cantidad de envíos : 76007
Fecha de inscripción : 12/04/2009
Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil
- Mensaje n°124
Re: Poemas de Amor
GIBRÁN KHALIL GIBRÁN
Kahlil Gibran nació en 1883 en Bsarri, en el Líbano y falleció en Nueva York en 1931.
Fue un poeta, novelista, pintor, y filósofo, uno de los mayores representantes del arte del mundo árabe, aunque muchas de sus obras fueron escritas en inglés, pues vivió más de veinte años en Estados Unidos de América. Escribió poesía y novelas críticas costumbristas, como "Espíritus Rebeldes", de 1908. En 1911 publicó "Alas rotas", en lengua árabe.
Hay quienes dicen que a la edad de 15 años escribió "El profeta" en árabe y un lustro después lo tradujo al inglés, aunque otros datos biográficos lo fechan en 1923.
En 1926 publicó "Arena y onda". En 1928 escribió otra de sus obras memorables: "Jesús, el Hijo del Hombre".
Sus obras han sido traducidas a varios idiomas. Y algunas ediciones de poesías se editaron con las ilustraciones realizadas por el autor.
El amor de su vida fue Mary Haskell, con quien mantuvo abundante correspondencia
Del libro: EL PROFETA
El Amor
Dijo Almitra: Háblanos del Amor.
Y él levantó la cabeza, miró a la gente y una quietud descendió sobre todos. Entonces, dijo con gran voz:
Cuando el amor os llame, seguidlo.
Y cuando su camino sea duro y difícil.
Y cuando sus alas os envuelvan, entregaos. Aunque la espada entre ellas escondida os hiriera.
Y cuando os hable, creed en él. Aunque su voz destroce nuestros sueños, tal cómo el viento norte devasta los jardines.
Porque, así como el amor os corona, así os crucifica.
Así como os acrece, así os poda.
Así como asciende a lo más alto y acaricia vuestras más tiernas ramas, que se estremecen bajo el sol, así descenderá hasta vuestras raíces y las sacudirá en un abrazo con la tierra.
Como trigo en gavillas él os une a vosotros mismos.
Os desgarra para desnudaros.
Os cierne, para libraros de vuestras coberturas.
Os pulveriza hasta volveros blancos.
Os amasa, hasta que estéis flexibles y dóciles.
Y os asigna luego a su fuego sagrado, para que podáis convertiros en sagrado pan para la fiesta sagrada de Dios.
Todo esto hará el amor en vosotros para que podáis conocer los secretos de vuestro corazón y convertiros, por ese conocimiento, en un fragmento del corazón de la Vida.
Pero si, en vuestro miedo, buscáreis solamente la paz y el placer del amor, entonces, es mejor que cubráis vuestra desnudez y os alejéis de sus umbrales.
Hacia un mundo sin primaveras donde reiréis, pero no con toda vuestra risa, y lloraréis, pero no con todas vuestras lágrimas.
El amor no da nada más a sí mismo y no toma nada más que de sí mismo.
El amor no posee ni es poseído.
Porque el amor es suficiente para el amor.
Cuando améis no debéis decir: "Dios está en mi corazón", sino más bien: "Yo estoy en el corazón de.Dios."
Y pensad que no podéis dirigir el curso del amor porque él si os encuentra dignos, dirigirá vuestro curso.
El amor no tiene otro deseo que el de realizarse.
Pero, si amáis y debe la necesidad tener deseos, que vuestros deseos sean éstos:
Fundirse y ser como un arroyo que canta su melodía a la noche.
Saber del dolor de la demasiada ternura.
Ser herido por nuestro propio conocimiento del amor. Y sangrar voluntaria y alegremente.
Despertarse al amanecer con un alado corazón y dar gracias por otro día de amor.
Descansar al mediodía y meditar el éxtasis de amar. Volver al hogar con gratitud en el atardecer.
Y dormir con una plegaria por el amado en el corazón y una canción de alabanza en los labios.
Kahlil Gibran nació en 1883 en Bsarri, en el Líbano y falleció en Nueva York en 1931.
Fue un poeta, novelista, pintor, y filósofo, uno de los mayores representantes del arte del mundo árabe, aunque muchas de sus obras fueron escritas en inglés, pues vivió más de veinte años en Estados Unidos de América. Escribió poesía y novelas críticas costumbristas, como "Espíritus Rebeldes", de 1908. En 1911 publicó "Alas rotas", en lengua árabe.
Hay quienes dicen que a la edad de 15 años escribió "El profeta" en árabe y un lustro después lo tradujo al inglés, aunque otros datos biográficos lo fechan en 1923.
En 1926 publicó "Arena y onda". En 1928 escribió otra de sus obras memorables: "Jesús, el Hijo del Hombre".
Sus obras han sido traducidas a varios idiomas. Y algunas ediciones de poesías se editaron con las ilustraciones realizadas por el autor.
El amor de su vida fue Mary Haskell, con quien mantuvo abundante correspondencia
Del libro: EL PROFETA
El Amor
Dijo Almitra: Háblanos del Amor.
Y él levantó la cabeza, miró a la gente y una quietud descendió sobre todos. Entonces, dijo con gran voz:
Cuando el amor os llame, seguidlo.
Y cuando su camino sea duro y difícil.
Y cuando sus alas os envuelvan, entregaos. Aunque la espada entre ellas escondida os hiriera.
Y cuando os hable, creed en él. Aunque su voz destroce nuestros sueños, tal cómo el viento norte devasta los jardines.
Porque, así como el amor os corona, así os crucifica.
Así como os acrece, así os poda.
Así como asciende a lo más alto y acaricia vuestras más tiernas ramas, que se estremecen bajo el sol, así descenderá hasta vuestras raíces y las sacudirá en un abrazo con la tierra.
Como trigo en gavillas él os une a vosotros mismos.
Os desgarra para desnudaros.
Os cierne, para libraros de vuestras coberturas.
Os pulveriza hasta volveros blancos.
Os amasa, hasta que estéis flexibles y dóciles.
Y os asigna luego a su fuego sagrado, para que podáis convertiros en sagrado pan para la fiesta sagrada de Dios.
Todo esto hará el amor en vosotros para que podáis conocer los secretos de vuestro corazón y convertiros, por ese conocimiento, en un fragmento del corazón de la Vida.
Pero si, en vuestro miedo, buscáreis solamente la paz y el placer del amor, entonces, es mejor que cubráis vuestra desnudez y os alejéis de sus umbrales.
Hacia un mundo sin primaveras donde reiréis, pero no con toda vuestra risa, y lloraréis, pero no con todas vuestras lágrimas.
El amor no da nada más a sí mismo y no toma nada más que de sí mismo.
El amor no posee ni es poseído.
Porque el amor es suficiente para el amor.
Cuando améis no debéis decir: "Dios está en mi corazón", sino más bien: "Yo estoy en el corazón de.Dios."
Y pensad que no podéis dirigir el curso del amor porque él si os encuentra dignos, dirigirá vuestro curso.
El amor no tiene otro deseo que el de realizarse.
Pero, si amáis y debe la necesidad tener deseos, que vuestros deseos sean éstos:
Fundirse y ser como un arroyo que canta su melodía a la noche.
Saber del dolor de la demasiada ternura.
Ser herido por nuestro propio conocimiento del amor. Y sangrar voluntaria y alegremente.
Despertarse al amanecer con un alado corazón y dar gracias por otro día de amor.
Descansar al mediodía y meditar el éxtasis de amar. Volver al hogar con gratitud en el atardecer.
Y dormir con una plegaria por el amado en el corazón y una canción de alabanza en los labios.
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"Ser como un verso volando
o un ciego soñando
y en ese vuelo y en ese sueño
compartir contigo sol y luna,
siendo guardián en tu cielo
y tren de tus ilusiones."
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compartir contigo sol y luna,
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cecilia gargantini- Administrador-Moderador
- Cantidad de envíos : 41301
Fecha de inscripción : 25/04/2009
Edad : 71
Localización : buenos aires
- Mensaje n°125
Re: Poemas de Amor
Qué Bueno lo que subieron Pedro y Maria Lua!!!!!!!!!!
Besitossssssssssss para ambos y gracias. Esto se ha convertido, por el buen criterio de ambos, en una antología del amor, con los mejores recursos de la literatura.
Besitossssssssssss para ambos y gracias. Esto se ha convertido, por el buen criterio de ambos, en una antología del amor, con los mejores recursos de la literatura.
Walter Faila- Fundador del Foro
- Cantidad de envíos : 20790
Fecha de inscripción : 12/04/2009
Edad : 62
Localización : Santiago Del Estero
- Mensaje n°126
Re: Poemas de Amor
Realmente fantástico este espacio, no lo tenía a Shakespeare escribiendo poesía, gran sorpresa para mi.- Gracias amigos, abrazos
_________________
Pedro Casas Serra- Grupo Metáfora
- Cantidad de envíos : 46670
Fecha de inscripción : 24/06/2009
Edad : 76
Localización : Barcelona
- Mensaje n°127
Re: Poemas de Amor
El amor no posee ni es poseído. Extraordinario Khalil Gibrán.
Gracias, Cecilia, Maria, Walter, por vuestra pariticipación.
Un abrazo.
Pedro
Juan Álvarez Gato (Madrid, ¿1440? - 1509), poeta castellano perteneciente a la llamada lírica cancioneril.
Sincero cristiano nuevo, tuvo que padecer toda su vida la marginación de judíos y cristianos por ello. Fue armado caballero por Juan II de Castilla en 1453. Sirvió al rey Enrique IV y después ejerció el cargo de mayordomo de la reina Isabel I. De él dijo Gómez Manrique que "fablaba perlas y plata". Su obra poética es un Cancionero de 104 composiciones. Las primeras tienen por tema el amor profano; las piezas devotas ocupan la última mitad del mismo, y con frecuencia incorporan coplas y estribillos populares. Sus obras se han conservado a través de un códice de la Real Academia de la Historia y a través de los poemas recogidos en el Cancionero general de Hernando del Castillo. Escribió además doce cartas en prosa de tono ascético y se le atribuye la Vida del arzobispo de Granada, Fray Hernando de Talavera.
Amor, no me dexes
que me moriré.
Que en ti so yo bivo,
sin ti so cativo;
si m´eres esquivo
perdido seré.
Si algún mal me viene,
por ti se detiene;
en ti me sostiene
tu gracia y mi fe.
Que el que en ti se ceva,
que truene, que llueva,
no espera ya nueva
que pena le dé.
Que aquel que tú tienes,
los males son bienes,
a él vas y vienes
muy cierto lo sé.
Amor, no me dexes
que me moriré.
.
Gracias, Cecilia, Maria, Walter, por vuestra pariticipación.
Un abrazo.
Pedro
Juan Álvarez Gato (Madrid, ¿1440? - 1509), poeta castellano perteneciente a la llamada lírica cancioneril.
Sincero cristiano nuevo, tuvo que padecer toda su vida la marginación de judíos y cristianos por ello. Fue armado caballero por Juan II de Castilla en 1453. Sirvió al rey Enrique IV y después ejerció el cargo de mayordomo de la reina Isabel I. De él dijo Gómez Manrique que "fablaba perlas y plata". Su obra poética es un Cancionero de 104 composiciones. Las primeras tienen por tema el amor profano; las piezas devotas ocupan la última mitad del mismo, y con frecuencia incorporan coplas y estribillos populares. Sus obras se han conservado a través de un códice de la Real Academia de la Historia y a través de los poemas recogidos en el Cancionero general de Hernando del Castillo. Escribió además doce cartas en prosa de tono ascético y se le atribuye la Vida del arzobispo de Granada, Fray Hernando de Talavera.
Amor, no me dexes
que me moriré.
Que en ti so yo bivo,
sin ti so cativo;
si m´eres esquivo
perdido seré.
Si algún mal me viene,
por ti se detiene;
en ti me sostiene
tu gracia y mi fe.
Que el que en ti se ceva,
que truene, que llueva,
no espera ya nueva
que pena le dé.
Que aquel que tú tienes,
los males son bienes,
a él vas y vienes
muy cierto lo sé.
Amor, no me dexes
que me moriré.
.
Pedro Casas Serra- Grupo Metáfora
- Cantidad de envíos : 46670
Fecha de inscripción : 24/06/2009
Edad : 76
Localización : Barcelona
- Mensaje n°128
Re: Poemas de Amor
.
Gerardo Diego
(Santander, 1896 - Madrid, 1987) Poeta español considerado una de las figuras más representativas de la Generación del 27, a la que agrupó por primera vez en una célebre antología y que encabezó el redescubrimiento de Góngora.
Profesor de literatura y de música, inició su andadura poética con El romancero de la novia (1920), que denotaba cierta influencia de Juan Ramón Jiménez y su aprecio por las formas tradicionales. Después de una breve estancia en París, donde hizo amistad con Vicente Huidobro y conoció la pintura cubista, reveló su permeabilidad a las corrientes vanguardistas, como el creacionismo, en versos de gran musicalidad.
Frutos inmediatos de esta experiencia fueron Imagen (1922) y Manual de espuma (1924), libro este último en el que fusiona al modo cubista dos o tres temas en el mismo poema, el cual a su vez actúa como agente creador de las imágenes. Desde entonces alternó ambas vertientes hasta el punto de hacer de esta alternancia una de las características de su creación lírica.
De aquí que no pueda analizarse su obra por etapas cronológicas sino a través del reconocimiento de esas dos vías paralelas representadas, según su propia enunciación, por la "poesía relativa", sostenida por la realidad perceptible, y la "poesía absoluta", sustentada en la misma palabra poética y muy secundariamente en la realidad evidente.
En este sentido, la primera se apoyó en las formas tradicionales, y la segunda, en las vanguardistas. Críticos como Manuel Cossío, Eugenio de Nora o Dámaso Alonso consideraron a su vez que la conjugación de ambas tendencias lo movió a revitalizar formas estróficas tradicionales con contenidos vanguardistas y a mostrar una gran diversidad de emociones como fundamento de un riguroso sistema poético. A ello contribuyó asimismo el dominio del lenguaje, una intuitiva aplicación de los recursos técnicos y expresivos, y un consciente desapego por el tono trascendentalista.
Los libros que marcan el inicio de este proceso creador son Fábula de Equis y Zeda y Poemas adrede (1932), en los que la décima, la sextina real y otras formas métricas comunes a la poesía barroca confieren una cierta estabilidad a los contenidos vanguardistas, al mismo tiempo que un léxico claro y preciso surgido de la realidad evidente y una sintaxis musical le sirvieron para soportar la pluralidad significativa de las imágenes. El precio de esta preceptiva fue la pérdida de intensidad emotiva, cosa que compensó con la fuerza esencial de su palabra poética.
De su vasta obra cabe destacar Versos humanos (1925), Ángeles de Compostela (1940), Alondra de verdad (1941), La luna en el desierto (1949), Biografía incompleta (1953), Poesía amorosa (1965), Vuelta del peregrino (1967), La fundación del querer (1970) y Versos divinos (1971). En 1947 ingresó en la Real Academia Española. Entre otros galardones, recibió el Premio Nacional de Literatura (1925), compartido con Rafael Alberti, y en 1980 el Cervantes, que compartió con Jorge Luis Borges.
INSOMNIO
Tú y tu desnudo sueño. No lo sabes.
Duermes. No. No lo sabes. Yo en desvelo,
y tú, inocente, duermes bajo el cielo.
Tú por tu sueño, y por el mar las naves.
En cárceles de espacio, aéreas llaves
te me encierran, recluyen, roban. Hielo,
cristal de aire en mil hojas. No. No hay vuelo
que alce hasta ti las alas de mis aves.
Saber que duermes tú, cierta, segura
—cauce fiel de abandono, línea pura—,
tan cerca de mis brazos maniatados.
Qué pavorosa esclavitud de isleño,
yo, insomne, loco, en los acantilados,
las naves por el mar, tú por tu sueño.
Gerardo Diego
.
Gerardo Diego
(Santander, 1896 - Madrid, 1987) Poeta español considerado una de las figuras más representativas de la Generación del 27, a la que agrupó por primera vez en una célebre antología y que encabezó el redescubrimiento de Góngora.
Profesor de literatura y de música, inició su andadura poética con El romancero de la novia (1920), que denotaba cierta influencia de Juan Ramón Jiménez y su aprecio por las formas tradicionales. Después de una breve estancia en París, donde hizo amistad con Vicente Huidobro y conoció la pintura cubista, reveló su permeabilidad a las corrientes vanguardistas, como el creacionismo, en versos de gran musicalidad.
Frutos inmediatos de esta experiencia fueron Imagen (1922) y Manual de espuma (1924), libro este último en el que fusiona al modo cubista dos o tres temas en el mismo poema, el cual a su vez actúa como agente creador de las imágenes. Desde entonces alternó ambas vertientes hasta el punto de hacer de esta alternancia una de las características de su creación lírica.
De aquí que no pueda analizarse su obra por etapas cronológicas sino a través del reconocimiento de esas dos vías paralelas representadas, según su propia enunciación, por la "poesía relativa", sostenida por la realidad perceptible, y la "poesía absoluta", sustentada en la misma palabra poética y muy secundariamente en la realidad evidente.
En este sentido, la primera se apoyó en las formas tradicionales, y la segunda, en las vanguardistas. Críticos como Manuel Cossío, Eugenio de Nora o Dámaso Alonso consideraron a su vez que la conjugación de ambas tendencias lo movió a revitalizar formas estróficas tradicionales con contenidos vanguardistas y a mostrar una gran diversidad de emociones como fundamento de un riguroso sistema poético. A ello contribuyó asimismo el dominio del lenguaje, una intuitiva aplicación de los recursos técnicos y expresivos, y un consciente desapego por el tono trascendentalista.
Los libros que marcan el inicio de este proceso creador son Fábula de Equis y Zeda y Poemas adrede (1932), en los que la décima, la sextina real y otras formas métricas comunes a la poesía barroca confieren una cierta estabilidad a los contenidos vanguardistas, al mismo tiempo que un léxico claro y preciso surgido de la realidad evidente y una sintaxis musical le sirvieron para soportar la pluralidad significativa de las imágenes. El precio de esta preceptiva fue la pérdida de intensidad emotiva, cosa que compensó con la fuerza esencial de su palabra poética.
De su vasta obra cabe destacar Versos humanos (1925), Ángeles de Compostela (1940), Alondra de verdad (1941), La luna en el desierto (1949), Biografía incompleta (1953), Poesía amorosa (1965), Vuelta del peregrino (1967), La fundación del querer (1970) y Versos divinos (1971). En 1947 ingresó en la Real Academia Española. Entre otros galardones, recibió el Premio Nacional de Literatura (1925), compartido con Rafael Alberti, y en 1980 el Cervantes, que compartió con Jorge Luis Borges.
INSOMNIO
Tú y tu desnudo sueño. No lo sabes.
Duermes. No. No lo sabes. Yo en desvelo,
y tú, inocente, duermes bajo el cielo.
Tú por tu sueño, y por el mar las naves.
En cárceles de espacio, aéreas llaves
te me encierran, recluyen, roban. Hielo,
cristal de aire en mil hojas. No. No hay vuelo
que alce hasta ti las alas de mis aves.
Saber que duermes tú, cierta, segura
—cauce fiel de abandono, línea pura—,
tan cerca de mis brazos maniatados.
Qué pavorosa esclavitud de isleño,
yo, insomne, loco, en los acantilados,
las naves por el mar, tú por tu sueño.
Gerardo Diego
.
Pedro Casas Serra- Grupo Metáfora
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Fecha de inscripción : 24/06/2009
Edad : 76
Localización : Barcelona
- Mensaje n°129
Re: Poemas de Amor
.
CUERPO DE MUJER
Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,
te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
y hace saltar al hijo del fondo de la tierra.
Fui sólo como un túnel. De mí huían los pájaros,
y en mí la noche entraba su invasión poderosa.
Para sobrevivirme te forjé como un arma,
como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda.
Pero cae la hora de la venganza y te amo.
Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme.
¡Ah los vasos del pecho! ¡Ah los ojos de ausencia!
¡Ah las rosas del pubis! ¡Ah tu voz lenta y triste!
Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia.
Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso!
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue y el dolor infinito.
Pablo Neruda
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CUERPO DE MUJER
Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,
te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
y hace saltar al hijo del fondo de la tierra.
Fui sólo como un túnel. De mí huían los pájaros,
y en mí la noche entraba su invasión poderosa.
Para sobrevivirme te forjé como un arma,
como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda.
Pero cae la hora de la venganza y te amo.
Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme.
¡Ah los vasos del pecho! ¡Ah los ojos de ausencia!
¡Ah las rosas del pubis! ¡Ah tu voz lenta y triste!
Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia.
Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso!
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue y el dolor infinito.
Pablo Neruda
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Maria Lua- Administrador-Moderador
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- Mensaje n°130
Re: Poemas de Amor
Gracias querido amigo Pedro!
Dejo también un soneto de
Pablo Neruda que me encanta...
Besos
Maria Lua
XLV
No estés lejos de mí un solo día, porque como,
porque, no sé decirlo, es largo el día,
y te estaré esperando como en las estaciones
cuando en alguna parte se durmieron los trenes.
No te vayas por una hora porque entonces
en esa hora se juntan las gotas del desvelo
y tal vez todo el humo que anda buscando casa
venga a matar aún mi corazón perdido.
Ay que no se quebrante tu silueta en la arena,
ay que no vuelen tus párpados en la ausencia:
no te vayas por un minuto, bienemada,
porque en ese minuto te habrás ido tan lejos
que yo cruzaré toda la tierra preguntando
si volverás o si me dejarás muriendo
(P. Neruda. Op.Cit."Mediodía". Soneto XLV)
Dejo también un soneto de
Pablo Neruda que me encanta...
Besos
Maria Lua
XLV
No estés lejos de mí un solo día, porque como,
porque, no sé decirlo, es largo el día,
y te estaré esperando como en las estaciones
cuando en alguna parte se durmieron los trenes.
No te vayas por una hora porque entonces
en esa hora se juntan las gotas del desvelo
y tal vez todo el humo que anda buscando casa
venga a matar aún mi corazón perdido.
Ay que no se quebrante tu silueta en la arena,
ay que no vuelen tus párpados en la ausencia:
no te vayas por un minuto, bienemada,
porque en ese minuto te habrás ido tan lejos
que yo cruzaré toda la tierra preguntando
si volverás o si me dejarás muriendo
(P. Neruda. Op.Cit."Mediodía". Soneto XLV)
_________________
"Ser como un verso volando
o un ciego soñando
y en ese vuelo y en ese sueño
compartir contigo sol y luna,
siendo guardián en tu cielo
y tren de tus ilusiones."
(Hánjel)
o un ciego soñando
y en ese vuelo y en ese sueño
compartir contigo sol y luna,
siendo guardián en tu cielo
y tren de tus ilusiones."
(Hánjel)
Pedro Casas Serra- Grupo Metáfora
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Fecha de inscripción : 24/06/2009
Edad : 76
Localización : Barcelona
- Mensaje n°131
Re: Poemas de Amor
no te vayas por un minuto, bienemada,
porque en ese minuto te habrás ido tan lejos
que yo cruzaré toda la tierra preguntando
si volverás o si me dejarás muriendo
Un Neruda bello y casi coloquial, Maria.
Un abrazo.
Pedro
Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua, y el acento
que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.
Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas; y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.
Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,
no me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi otoño enajenado.
Federico García Lorca
.
porque en ese minuto te habrás ido tan lejos
que yo cruzaré toda la tierra preguntando
si volverás o si me dejarás muriendo
Un Neruda bello y casi coloquial, Maria.
Un abrazo.
Pedro
Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua, y el acento
que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.
Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas; y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.
Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,
no me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi otoño enajenado.
Federico García Lorca
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Samara Acosta- Cantidad de envíos : 3489
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Localización : Madrid
- Mensaje n°132
Re: Poemas de Amor
Agradezco esta iniciativa, gracias , os dejo un poema de Gioconda Belli, para mi una escritora que puede ser muchas en una, erotica, rebelde, critica y valiente. espero os guste.
Gioconda Belli nació en Managua, Nicaragua en 1948. A los catorce años, dejó Nicaragua para finalizar el colegio en España. Después del colegio, estudió publicidad en Filadelfia y a los dieciocho regresó a Nicaragua y se casó. Trabajó como una ejecutiva de cuenta en publicidad hasta que se involucró activamente en la lucha por acabar la dictadura de Somoza. Para esta época también había comenzado a escribir poesía y su primer libro "Sobre la grama", publicado en 1974, le deparó el premio literario más prestigioso otorgado por la Universidad Nacional de Nicaragua, el Premio Mariano Fiallos Gil.
Debido a sus nexos con el movimiento de liberación nacional, Gioconda Belli tuvo que exiliarse en 1975. Vivió en Costa Rica por tres años con sus dos hijas. En Costa Rica también dió a luz a su hijo, Camilo, y finalizó su segundo libro de poesía "Línea de Fuego", por el cual recibió el Premio Casa de las Américas en 1978.
Regresó a su patria después del triunfo revolucionario en 1979, ocupando importantes posiciones tanto en el Gobierno como en las estructuras partidistas del Frente Sandinista de Liberación Nacional, hasta que 1986 decidió dedicar todo su tiempo a su trabajo como escritora. Pero en 1994, descontenta con el rumbo tomado por el FSLN como partido, se separó de él.
Su obra literaria incluye los poemarios: "Sobre la grama" (1974), "Línea de fuego" (1978), "Truenos y arcoiris" (1982), "De la costilla de Eva" (1986) y "Apogeo" (1997) y las novelas "La mujer habitada" (1988), "Sofía de los presagios" (1990) y "Waslala" (1996), así como dos antologías poéticas "Amor insurrecto" (1984) y "El ojo de la mujer" (1991).
Esto es amor
"Esto es amor, quien lo probó, lo sabe"
(Lope de Vega)
La mente se resiste a olvidar las cosas hermosas,
se aferra a ellas y olvida todo lo doloroso,
mágicamente anonadada por la belleza.
No recuerdo discursos contra mis débiles brazos,
guardando la exacta dimensión de tu cintura;
recuerdo la suave, exacta, lúcida transparencia de tus manos,
tus palabras en un papel que encuentro por allí,
la sensación de dulzura en las mañanas.
Lo prosaico se vuelve bello
cuando el amor lo toca con sus alas de Fénix,
ceniza de mi cigarro que es el humo
después de hacer el amor,
o el humo compartido,
quitado suavemente de la boca sin decir nada,
íntimamente conociendo que lo del uno es del otro
cuando dos se pertenecen.
No te entiendo y quisiera odiarte
y quisiera no sentir como ahora
el calor de las lágrimas en mis ojos
por tanto rato ganado al vacío,
al hastío de los días intrascendentes,
vueltos inmortales en el eco de tu risa
y te amo monstruo apocalíptico de la biblia de mis días
y te lloro con ganas de odiar
todo lo que alguna vez me hizo sentir
flor rara en un paraíso recobrado
donde toda felicidad era posible
y me dueles en el cuerpo sensible y seco de caricias,
abandonado ya meses al sonido de besos
y palabras susurradas o risas a la hora del baño.
Te añoro con furia de cacto en el desierto
y se que no vendrás
que nunca vendrás
y que si venís seré débil como no debería
y me resisto a crecerme en roca,
en Tarpeya,
en espartana mujer arrojando su amor lisiado para que no viva
y te escondo y te cuido en la oscuridad
y entre las letras negras de mis escritos
volcados como río de lava entre débiles rayas azules de cuaderno
que me recuerdan que la línea es recta
pero que el mundo es curvo
como la pendiente de mis caderas.
Te amo y te lo grito estés donde estés,
sordo como estás
a la única palabra que puede sacarte del infierno
que estás labrando como ciego destructor
de tu íntima y reprimida ternura que yo conozco
y de cuyo conocimiento
ya nunca podrás escapar.
Y sé que mi sed solo se sacia con tu agua
y que nadie podrá darme de beber
ni amor, ni sexo, ni rama florida
sin que yo le odie por querer parecérsete
y no quiero saber nada de otras voces
aunque me duela querer ternura
y conversación larga y entendida entre dos
porque sólo vos tenés el cifrado secreto
de la clave de mis palabras
y sólo vos pareces tener
el sol, la luna, el universo de mis alegrías
y por eso quisiera odíarte como no lo logro,
como sé que no lo haré
porque me hechizaste con tu mochila de hierbas
y nostalgias y chispa encendida
y largos silencios
y me tenés presa de tus manos mercuriales
y yo me desato en Venus con tormentas de hojarasca
y ramas largas y mojadas como el agua de las cañadas
y el ozono de la tierra que siente venir la lluvia
y sabe que ya no hay nubes,
ni evaporización,
ni ríos,
que el mundo se secó
y que no volverá jamás a llover,
ni habrá ya nieve o frío o paraíso
donde pájaro alguno pueda romper
el silencio del llanto.
Gioconda Belli nació en Managua, Nicaragua en 1948. A los catorce años, dejó Nicaragua para finalizar el colegio en España. Después del colegio, estudió publicidad en Filadelfia y a los dieciocho regresó a Nicaragua y se casó. Trabajó como una ejecutiva de cuenta en publicidad hasta que se involucró activamente en la lucha por acabar la dictadura de Somoza. Para esta época también había comenzado a escribir poesía y su primer libro "Sobre la grama", publicado en 1974, le deparó el premio literario más prestigioso otorgado por la Universidad Nacional de Nicaragua, el Premio Mariano Fiallos Gil.
Debido a sus nexos con el movimiento de liberación nacional, Gioconda Belli tuvo que exiliarse en 1975. Vivió en Costa Rica por tres años con sus dos hijas. En Costa Rica también dió a luz a su hijo, Camilo, y finalizó su segundo libro de poesía "Línea de Fuego", por el cual recibió el Premio Casa de las Américas en 1978.
Regresó a su patria después del triunfo revolucionario en 1979, ocupando importantes posiciones tanto en el Gobierno como en las estructuras partidistas del Frente Sandinista de Liberación Nacional, hasta que 1986 decidió dedicar todo su tiempo a su trabajo como escritora. Pero en 1994, descontenta con el rumbo tomado por el FSLN como partido, se separó de él.
Su obra literaria incluye los poemarios: "Sobre la grama" (1974), "Línea de fuego" (1978), "Truenos y arcoiris" (1982), "De la costilla de Eva" (1986) y "Apogeo" (1997) y las novelas "La mujer habitada" (1988), "Sofía de los presagios" (1990) y "Waslala" (1996), así como dos antologías poéticas "Amor insurrecto" (1984) y "El ojo de la mujer" (1991).
Esto es amor
"Esto es amor, quien lo probó, lo sabe"
(Lope de Vega)
La mente se resiste a olvidar las cosas hermosas,
se aferra a ellas y olvida todo lo doloroso,
mágicamente anonadada por la belleza.
No recuerdo discursos contra mis débiles brazos,
guardando la exacta dimensión de tu cintura;
recuerdo la suave, exacta, lúcida transparencia de tus manos,
tus palabras en un papel que encuentro por allí,
la sensación de dulzura en las mañanas.
Lo prosaico se vuelve bello
cuando el amor lo toca con sus alas de Fénix,
ceniza de mi cigarro que es el humo
después de hacer el amor,
o el humo compartido,
quitado suavemente de la boca sin decir nada,
íntimamente conociendo que lo del uno es del otro
cuando dos se pertenecen.
No te entiendo y quisiera odiarte
y quisiera no sentir como ahora
el calor de las lágrimas en mis ojos
por tanto rato ganado al vacío,
al hastío de los días intrascendentes,
vueltos inmortales en el eco de tu risa
y te amo monstruo apocalíptico de la biblia de mis días
y te lloro con ganas de odiar
todo lo que alguna vez me hizo sentir
flor rara en un paraíso recobrado
donde toda felicidad era posible
y me dueles en el cuerpo sensible y seco de caricias,
abandonado ya meses al sonido de besos
y palabras susurradas o risas a la hora del baño.
Te añoro con furia de cacto en el desierto
y se que no vendrás
que nunca vendrás
y que si venís seré débil como no debería
y me resisto a crecerme en roca,
en Tarpeya,
en espartana mujer arrojando su amor lisiado para que no viva
y te escondo y te cuido en la oscuridad
y entre las letras negras de mis escritos
volcados como río de lava entre débiles rayas azules de cuaderno
que me recuerdan que la línea es recta
pero que el mundo es curvo
como la pendiente de mis caderas.
Te amo y te lo grito estés donde estés,
sordo como estás
a la única palabra que puede sacarte del infierno
que estás labrando como ciego destructor
de tu íntima y reprimida ternura que yo conozco
y de cuyo conocimiento
ya nunca podrás escapar.
Y sé que mi sed solo se sacia con tu agua
y que nadie podrá darme de beber
ni amor, ni sexo, ni rama florida
sin que yo le odie por querer parecérsete
y no quiero saber nada de otras voces
aunque me duela querer ternura
y conversación larga y entendida entre dos
porque sólo vos tenés el cifrado secreto
de la clave de mis palabras
y sólo vos pareces tener
el sol, la luna, el universo de mis alegrías
y por eso quisiera odíarte como no lo logro,
como sé que no lo haré
porque me hechizaste con tu mochila de hierbas
y nostalgias y chispa encendida
y largos silencios
y me tenés presa de tus manos mercuriales
y yo me desato en Venus con tormentas de hojarasca
y ramas largas y mojadas como el agua de las cañadas
y el ozono de la tierra que siente venir la lluvia
y sabe que ya no hay nubes,
ni evaporización,
ni ríos,
que el mundo se secó
y que no volverá jamás a llover,
ni habrá ya nieve o frío o paraíso
donde pájaro alguno pueda romper
el silencio del llanto.
Samara Acosta- Cantidad de envíos : 3489
Fecha de inscripción : 10/01/2011
Localización : Madrid
- Mensaje n°133
Re: Poemas de Amor
Rafael de León
Poeta español nacido en Sevilla en 1908 en el seno de una familia de alta burguesía.
Desde niño estudió en colegios privados de órdenes religiosas y en 1926 ingresó a la Universidad de Granada
para iniciar sus estudios de Derecho, trabando amistad allí con Federico García Lorca cuyo estilo poético marcó
toda su carrera.
La obra poética de Rafael de León está dividida en dos grandes apartados: poesías propiamente dichas,
y letras para canciones. En casi toda su obra, inspirada en ambientes muy típicos de Andalucía, se refleja
el gracejo popular andaluz.
Entre sus obras más destacadas figuran: «Pena y alegría del amor», «Profecía» y «Romance de la serrana loca».
Falleció el poeta en la ciudad de Madrid, en 1982.
Yo me acerqué hasta tu vera
con miedo, ¿por qué negarlo?
En las sienes me latían
cincuenta y dos desengaños;
gris de paisaje en los ojos,
risas sin sol en los labios,
y el corazón jadeante
como un pájaro cansado.
Yo me acerqué hasta tu vera
con miedo, ¿por qué negarlo?
Te reventaba en la boca
un clavel de veinte años
y en la mejilla un suave
melocotón sonrosado.
Cuando dijiste: «Te quiero»
fue tu voz igual que un caño
de agua fresca en una tarde
calurosa de verano.
Se me echó encima el cariño
lo mismo que un toro bravo
y quedé sobre la arena
muerto de amor y sangrando
por cuatro besos lentísimos
que me brindaron tus labios.
De la sien a la cintura,
de la garganta al costado.
¡Qué boda sin requilorios
sobre la hierba del campo!
¡Qué marcha nupcial cantaba
el viento sobre los álamos!
¡Qué luna grande y redonda
iluminó nuestro abrazo,
y qué olor el de tu cuerpo
a trigo recién cortado!
El pueblo, a las dos semanas
hizo lengua en los colmados,
en las barandas del río,
en la azotea, en los patios,
en las mesas del casino
y en los surcos del arado:
«Un hombre que peina canas
y que le dobla los años».
Es cierto que peino canas
pero en cambio, cuando abrazo
soy lo mismo que un olivo,
igual que un ciprés sonámbulo,
Cristobalón de aguas puras
que atraviesa el río a nado
si ve en la orilla unos ojos
o una boca hecha de nardos,
para cortarle el suspiro
con el calor de mis labios.
Que me escupan en la frente,
que me pregonen en bandos,
que vayan diciendo y digan.
Tú conmigo; yo a tu lado
respirando de tu aliento,
yendo al compás de tus pasos,
refrescándome las sientes
en la palma de tu mano.
Centinela de tus sueños,
hombro para tu descanso,
Cirineo de tus penas
Y San Juan de tu calvario
para quererte y tenerte
en la noche de mis brazos.
¡¿Qué importa que haya cumplido
cincuenta y pico de años?!
¿En qué código de amores,
en qué partida de cargos,
hay leyes que determinen
la edad del enamorado?
En cariños no hay fronteras,
ni senderos, ni vallados,
que el cariño es como un monte
con un letrero en lo alto
que dice sólo: «Te quiero»
Y colorín colorado.
Poeta español nacido en Sevilla en 1908 en el seno de una familia de alta burguesía.
Desde niño estudió en colegios privados de órdenes religiosas y en 1926 ingresó a la Universidad de Granada
para iniciar sus estudios de Derecho, trabando amistad allí con Federico García Lorca cuyo estilo poético marcó
toda su carrera.
La obra poética de Rafael de León está dividida en dos grandes apartados: poesías propiamente dichas,
y letras para canciones. En casi toda su obra, inspirada en ambientes muy típicos de Andalucía, se refleja
el gracejo popular andaluz.
Entre sus obras más destacadas figuran: «Pena y alegría del amor», «Profecía» y «Romance de la serrana loca».
Falleció el poeta en la ciudad de Madrid, en 1982.
Yo me acerqué hasta tu vera
con miedo, ¿por qué negarlo?
En las sienes me latían
cincuenta y dos desengaños;
gris de paisaje en los ojos,
risas sin sol en los labios,
y el corazón jadeante
como un pájaro cansado.
Yo me acerqué hasta tu vera
con miedo, ¿por qué negarlo?
Te reventaba en la boca
un clavel de veinte años
y en la mejilla un suave
melocotón sonrosado.
Cuando dijiste: «Te quiero»
fue tu voz igual que un caño
de agua fresca en una tarde
calurosa de verano.
Se me echó encima el cariño
lo mismo que un toro bravo
y quedé sobre la arena
muerto de amor y sangrando
por cuatro besos lentísimos
que me brindaron tus labios.
De la sien a la cintura,
de la garganta al costado.
¡Qué boda sin requilorios
sobre la hierba del campo!
¡Qué marcha nupcial cantaba
el viento sobre los álamos!
¡Qué luna grande y redonda
iluminó nuestro abrazo,
y qué olor el de tu cuerpo
a trigo recién cortado!
El pueblo, a las dos semanas
hizo lengua en los colmados,
en las barandas del río,
en la azotea, en los patios,
en las mesas del casino
y en los surcos del arado:
«Un hombre que peina canas
y que le dobla los años».
Es cierto que peino canas
pero en cambio, cuando abrazo
soy lo mismo que un olivo,
igual que un ciprés sonámbulo,
Cristobalón de aguas puras
que atraviesa el río a nado
si ve en la orilla unos ojos
o una boca hecha de nardos,
para cortarle el suspiro
con el calor de mis labios.
Que me escupan en la frente,
que me pregonen en bandos,
que vayan diciendo y digan.
Tú conmigo; yo a tu lado
respirando de tu aliento,
yendo al compás de tus pasos,
refrescándome las sientes
en la palma de tu mano.
Centinela de tus sueños,
hombro para tu descanso,
Cirineo de tus penas
Y San Juan de tu calvario
para quererte y tenerte
en la noche de mis brazos.
¡¿Qué importa que haya cumplido
cincuenta y pico de años?!
¿En qué código de amores,
en qué partida de cargos,
hay leyes que determinen
la edad del enamorado?
En cariños no hay fronteras,
ni senderos, ni vallados,
que el cariño es como un monte
con un letrero en lo alto
que dice sólo: «Te quiero»
Y colorín colorado.
Samara Acosta- Cantidad de envíos : 3489
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- Mensaje n°134
Re: Poemas de Amor
Rafel de León
Romance de la viuda enamorada
Siempre pegada a tu muro
y al filo de tus almenas;
siempre rondando el castillo
de tu amor; siempre sedienta
de una sed mala y amarga
de desengaño y arena.
Por qué te querré tanto?
Por qué viniste a mi senda?
Quién hizo brillar tus ojos
en la noche de mi pena?
Qué lluvia de mal cariño
quiso convertirme en yedra,
que va creciendo y creciendo
pegada a tu primavera?
Ay, que montaña de amor
tengo sobre mi cabeza!
Ay, que río de suspiros
pasa y pasa por mi lengua!
Yo estaba en mis campos hondos,
allí en Castilla la Vieja
durmiéndome entre molinos
y coplas rubias de siega,
y era mi vida una noria
monótona y polvorienta.
Mis hijos venían del campo,
con sus camisas abiertas,
y en el pulso de sus hombros
reclinaba mi cabeza.
Así, un día y otro día,
allí en Castilla la Vieja...
Una tarde ( por los nardos
subía la primavera... ).
Una tarde, vi tu sombra
que venía por la senda
dentro de un traje de pana,
tres vueltas de faja negra
y una voz dura y redonda
lo mismo que una pulsera.
-Buenas tardes, ¿hay trabajo?
-Sí- te dije toda llena
de un escalofrío lento
que me sacudió las venas
y me quitó de encima
diez años de vida muerta,
bordando en mi enagua oscura
una rosa dulce y tierna.
-Está bien- fueron tus gracias,
y, doblando la chaqueta
te sentaste a mi lado
en el borde de la senda.
Vive este amor de silencio
y entre silencio se quema,
en una angustia de horas
y en un sigilo de puertas.
El pueblo ya lo murmura
en una copla que rueda
todo el día por el campo
y de noche en la taberna.
Dicen que si soy viuda
y sacan el muerto a cuestas;
dicen, que si por mis hijos
me debía dar vergüenza...
Dicen, tantas cosas, tantas,
que las paredes se llenan
de vidrios y maldiciones
y hasta a veces de blasfemias.
Mi hijo el mayor (veinte años,
dulce y moreno), con pena,
me habló esta mañana: -Madre,
ese traje no te sienta,
ni esas flores, ni ese pelo,
ni ese pañuelo de hierbas...
Yo no me atreví a mirarlo,
y me sentí muy pequeña,
como si fuese mi madre
la que hablándome estuviera.
-Por nosotros, tu no debes
vestirte de esa manera...
¡Ay, por vosotros! Os di
todo el trigo de mi era;
todavía de vosotros
mi cintura tiene huellas.
¡Sangre mía que anda y vive
y a mí me va haciendo vieja!
¿Pero es que yo ya no tengo
derecho a querer? ¿Qué ciega
ley me prohíbe que al sol
deje mis rosas abiertas?
¿Y que me mire al espejo,
y que me vista de fiesta,
y que en mi jardín antiguo
florezca la primavera?...
¡Quiero y quiero y quiero y quiero!
Están en flor mis macetas;
diez ruiseñores heridos
cantan amor en mis venas,
y me duele la garganta,
y está mi voz hecha piedra
de tanto decir: "Te quiero
como a ninguno quisiera!"
¡Ay, qué montaña de amor
tengo sobre la cabeza!
¡Ay, qué río de suspiros
pasa y pasa por mi lengua!
¡Canten, hablen, cuenten, digan,
pueblo, niños, hombres, viejas...
que yo de tanto quererle
no sé si estoy viva o muerta!
Romance de la viuda enamorada
Siempre pegada a tu muro
y al filo de tus almenas;
siempre rondando el castillo
de tu amor; siempre sedienta
de una sed mala y amarga
de desengaño y arena.
Por qué te querré tanto?
Por qué viniste a mi senda?
Quién hizo brillar tus ojos
en la noche de mi pena?
Qué lluvia de mal cariño
quiso convertirme en yedra,
que va creciendo y creciendo
pegada a tu primavera?
Ay, que montaña de amor
tengo sobre mi cabeza!
Ay, que río de suspiros
pasa y pasa por mi lengua!
Yo estaba en mis campos hondos,
allí en Castilla la Vieja
durmiéndome entre molinos
y coplas rubias de siega,
y era mi vida una noria
monótona y polvorienta.
Mis hijos venían del campo,
con sus camisas abiertas,
y en el pulso de sus hombros
reclinaba mi cabeza.
Así, un día y otro día,
allí en Castilla la Vieja...
Una tarde ( por los nardos
subía la primavera... ).
Una tarde, vi tu sombra
que venía por la senda
dentro de un traje de pana,
tres vueltas de faja negra
y una voz dura y redonda
lo mismo que una pulsera.
-Buenas tardes, ¿hay trabajo?
-Sí- te dije toda llena
de un escalofrío lento
que me sacudió las venas
y me quitó de encima
diez años de vida muerta,
bordando en mi enagua oscura
una rosa dulce y tierna.
-Está bien- fueron tus gracias,
y, doblando la chaqueta
te sentaste a mi lado
en el borde de la senda.
Vive este amor de silencio
y entre silencio se quema,
en una angustia de horas
y en un sigilo de puertas.
El pueblo ya lo murmura
en una copla que rueda
todo el día por el campo
y de noche en la taberna.
Dicen que si soy viuda
y sacan el muerto a cuestas;
dicen, que si por mis hijos
me debía dar vergüenza...
Dicen, tantas cosas, tantas,
que las paredes se llenan
de vidrios y maldiciones
y hasta a veces de blasfemias.
Mi hijo el mayor (veinte años,
dulce y moreno), con pena,
me habló esta mañana: -Madre,
ese traje no te sienta,
ni esas flores, ni ese pelo,
ni ese pañuelo de hierbas...
Yo no me atreví a mirarlo,
y me sentí muy pequeña,
como si fuese mi madre
la que hablándome estuviera.
-Por nosotros, tu no debes
vestirte de esa manera...
¡Ay, por vosotros! Os di
todo el trigo de mi era;
todavía de vosotros
mi cintura tiene huellas.
¡Sangre mía que anda y vive
y a mí me va haciendo vieja!
¿Pero es que yo ya no tengo
derecho a querer? ¿Qué ciega
ley me prohíbe que al sol
deje mis rosas abiertas?
¿Y que me mire al espejo,
y que me vista de fiesta,
y que en mi jardín antiguo
florezca la primavera?...
¡Quiero y quiero y quiero y quiero!
Están en flor mis macetas;
diez ruiseñores heridos
cantan amor en mis venas,
y me duele la garganta,
y está mi voz hecha piedra
de tanto decir: "Te quiero
como a ninguno quisiera!"
¡Ay, qué montaña de amor
tengo sobre la cabeza!
¡Ay, qué río de suspiros
pasa y pasa por mi lengua!
¡Canten, hablen, cuenten, digan,
pueblo, niños, hombres, viejas...
que yo de tanto quererle
no sé si estoy viva o muerta!
Samara Acosta- Cantidad de envíos : 3489
Fecha de inscripción : 10/01/2011
Localización : Madrid
- Mensaje n°135
Re: Poemas de Amor
No recuerdo donde encontré este poema, solo sé que es de J. Martín Rivas
VOY A SEMBRARTE MI NOMBRE
Voy a sembrarte mi nombre para que te crezca presencia,
a trenzarte de luces para que amanezcas palabra.
Hoy le daré cierta inflexión a un beso mío
pues manipulé sus claves para volverte loca.
Voy a inmiscuirme como hurón en todos tus deseos
para alterar tu norte de apatías,
y a robarte tan sólo ese minuto en que tus sí …titubean.
Voy a nimbarte en un levante de exigencias
y a timbrar con mi sangre tus folios de pasión.
Voy a empujar la quietud de tu silencio
y a dorar el valle gris que te rodea,
a remover y hacer mi nido en tu roca de prejuicios
y a instalarme entre la cal de seda de tus sábanas..
Deshortiga de tu miedo la flor del deseo
y hazte temblor en mis labios de caricia,
que quiero ser tu estigma cuando me derrames tu beso.
VOY A SEMBRARTE MI NOMBRE
Voy a sembrarte mi nombre para que te crezca presencia,
a trenzarte de luces para que amanezcas palabra.
Hoy le daré cierta inflexión a un beso mío
pues manipulé sus claves para volverte loca.
Voy a inmiscuirme como hurón en todos tus deseos
para alterar tu norte de apatías,
y a robarte tan sólo ese minuto en que tus sí …titubean.
Voy a nimbarte en un levante de exigencias
y a timbrar con mi sangre tus folios de pasión.
Voy a empujar la quietud de tu silencio
y a dorar el valle gris que te rodea,
a remover y hacer mi nido en tu roca de prejuicios
y a instalarme entre la cal de seda de tus sábanas..
Deshortiga de tu miedo la flor del deseo
y hazte temblor en mis labios de caricia,
que quiero ser tu estigma cuando me derrames tu beso.
Samara Acosta- Cantidad de envíos : 3489
Fecha de inscripción : 10/01/2011
Localización : Madrid
- Mensaje n°136
Re: Poemas de Amor
Y por último este hermoso poema de José María Gabriel y Galán.
José María Gabriel y Galán nació el 28 de junio de 1870
en Frades de la Sierra, pequeño pueblo de la provincia
de Salamanca que en aquellos tiempos formaba parte de
Castilla la Vieja y en la actualidad, Salamanca es una
de las nueve provincias que componen la autonomía de
Castilla y León (España). Sus padres se dedicaban al
cultivo de la tierra y la ganadería en terrenos de su
propiedad, dos de las producciones típicas del campo
charro salmantino. Su economía era la propia de quienes
se dedicaban a la labranza y al cuidado de los animales
por aquellos años finales del siglo XIX.
Su infancia la pasa en su pueblo natal y allí en su
escuela aprende las primeras letras. A los 15 años se
traslada a la capital, Salamanca, donde prosigue sus
estudios. Para no cargar más la economía familiar,
se buscó un trabajo en un almacén de tejidos que alternaba
con sus estudios. De esta estancia en la capital salmantina,
datan sus primeros escritos en verso, que al darlos a conocer
a sus amistades, es elogiado y estimulado a que continúe
escribiendo poesías.
EL AMA[u][b]
Yo aprendí en el hogar en qué se funda
la dicha más perfecta,
y para hacerla mía
quise yo ser como mi padre era
y busqué una mujer como mi madre
entre las hijas de mi hidalga tierra.
Y fui como mi padre, y fue mi esposa
viviente imagen de la madre muerta.
¡Un milagro de Dios, que ver me hizo
otra mujer como la santa aquella!
Compartían mis únicos amores
la amante compañera,
la patria idolatrada,
la casa solariega,
con la heredada historia,
con la heredada hacienda.
¡Qué buena era la esposa
y qué feraz la tierra!
¡Qué alegre era mi casa
y qué sana mi hacienda,
y con qué solidez estaba unida
la tradición de la honradez a ellas!
Una sencilla labradora, humilde,
hija de oscura castellana aldea;
una mujer trabajadora, honrada,
cristiana, amable, cariñosa y seria,
trocó mi casa en adorable idilio
que no pudo soñar ningún poeta.
¡Oh, cómo se suaviza
el penoso trajín de las faenas
cuando hay amor en casa
y con él mucho pan se amasa en ella
para los pobres que a su sombra viven,
para los pobres que por ella bregan!
¡Y cuánto lo agradecen, sin decirlo,
y cuánto por la casa se interesan,
y cómo ellos la cuidan,
y cómo Dios la aumenta!
Todo lo pudo la mujer cristiana,
logrólo todo la mujer discreta.
La vida en la alquería
giraba en torno a ella
pacífica y amable,
monótona y serena...
¡Y cómo la alegría y el trabajo
donde está la virtud se compenetran!
Lavando en el regato cristalino
cantaban las mozuelas,
y cantaba en los valles el vaquero,
y cantaban los mozos en las tierras,
y el aguador camino de la fuente,
y el cabrerillo en la pelada cuesta...
¡Y yo también cantaba,
que ella y el campo hiciéronme poeta!
Cantaba el equilibrio
de aquel alma serena
como los anchos cielos,
como los campos de mi amada tierra;
y cantaba también aquellos campos,
los de las pardas, onduladas cuestas,
los de los mares de enceradas mieses,
los de las mudas perspectivas serias,
los de las castas soledades hondas,
los de las grises lontananzas muertas...
El alma se empapaba
en la solemne clásica grandeza
que llenaba los ámbitos abiertos
del cielo y de la tierra.
¡Qué placido el ambiente,
qué tranquilo el paisaje, qué serena
la atmósfera azulada se extendía
por sobre el haz de la llanura inmensa!
La brisa de la tarde
meneaba, amorosa, la alameda,
los zarzales floridos del cercado,
los guindos de la vega,
las mieses de la hoja,
la copa verde de la encina vieja...
¡Monorrítmica música del llano,
qué grato tu sonar, qué dulce era!
La gaita del pastor en la colina
lloraba las tonadas de la tierra,
cargadas de dulzuras,
cargadas de monótonas tristezas,
y dentro del sentido
caían las cadencias
como doradas gotas
de dulce miel que del panal fluyeran.
La vida era solemne;
puro y sereno el pensamiento era;
sosegado el sentir, como las brisas;
mudo y fuerte el amor, mansas las penas
austeros los placeres,
raigadas las creencias,
sabroso el pan, reparador el sueño,
fácil el bien y pura la conciencia.
¡Qué deseos el alma
tenía de ser buena,
y cómo se llenaba de ternura
cuando Dios le decía que lo era!
II
Pero bien se conoce
que ya no vive ella;
el corazón, la vida de la casa
que alegraba el trajín de las tareas,
la mano bienhechora
que con las sales de enseñanzas buenas
amasó tanto pan para los pobres
que regaban, sudando, nuestra hacienda.
¡La vida en la alquería
se tiñó para siempre de tristeza!
Ya no alegran los mozos la besana
con las dulces tonadas de la tierra,
que al paso perezoso de las yuntas
ajustaban sus lánguidas cadencias.
Mudos de casa salen,
mudos pasan el día en sus faenas,
tristes y mudos vuelven;
y sin decirse una palabra cenan;
que está el aire de casa
cargado de tristeza
y palabras y ruidos importunan
la rumia sosegada de las penas.
Y rezamos, reunidos, el Rosario,
sin decirnos por quién..., pero es por ella.
Que aunque ya no su voz a orar nos llama,
su recuerdo querido nos congrega,
y nos pone el Rosario entre los dedos
y las santas plegarias en la lengua.
¡Qué días y qué noches!
¡Con cuánta lentitud las horas ruedan
por encima del alma que está sola
llorando en las tinieblas!
Las sales de mis lágrimas amargan
el pan que me alimenta;
me cansa el movimiento,
me pesan las faenas,
la casa me entristece
y he perdido el cariño de la hacienda.
¡Qué me importan los bienes
si he perdido mi dulce compañera!
¡Qué compasión me tienen mis criados
que ayer me vieron con el alma llena
de alegrías sin fin que rebosaban
y suyas también eran!
Hasta el hosco pastor de mis ganados,
que ha medido la hondura de mi pena,
si llego a su majada
baja los ojos y ni hablar quisiera;
y dice al despedirme: «Ánimo, amo;
haiga mucho valor y haiga pacencia...»
Y le tiembla la voz cuando lo dice,
y se enjuga una lágrima sincera,
que en la manga de la áspera zamarra
temblando se le queda...
¡Me ahogan estas cosas,
me matan de dolor estas escenas!
¡Que me anime, pretende, y él no sabe
que de su choza en la techumbre negra
le he visto yo escondida
la dulce gaita aquella
que cargaba el sentido de dulzuras
y llenaba los aires de cadencias!...
¿Por qué ya no la toca?
¿Por qué los campos su tañer no alegra?
Y el atrevido vaquerillo sano
que amaba a una mozuela
de aquellas que trajinan en la casa,
¿por qué no ha vuelto a verla?
¿Por qué no canta en los tranquilos valles?
¿Por qué no silba con la misma fuerza?
¿Por qué no quiere restallar la honda?
¿Por qué esta muda la habladora lengua,
que al amo le contaba sus sentires
cuando el amo le daba su licencia?
«¡El ama era una santa!...»,
me dicen todos, cuando me hablan de ella.
«¡Santa, santa!», me ha dicho
el viejo señor cura de la aldea,
aquel que le pedía
las limosnas secretas
que de tantos hogares ahuyentaban
las hambres, y los fríos, y las penas.
¡Por eso los mendigos
que llegan a mi puerta
llorando se descubren
y un padrenuestro por el ama rezan!
El velo del dolor me ha oscurecido
la luz de la belleza.
Ya no saben hundirse mis pupilas
en la visión serena
de los espacios hondos,
puros y azules, de extensión inmensa.
Ya no sé traducir la poesía,
ni del alma en la médula me entra
la intensa melodía del silencio
que en la llanura quieta
parece que descansa,
parece que se acuesta.
Será puro el ambiente, como antes,
y la atmósfera azul será serena,
y la brisa amorosa
moverá con sus alas la alameda,
los zarzales floridos,
los guindos de la vega,
las mieses de la hoja,
la copa verde de la encina vieja...
Y mugirán los tristes becerrillos,
lamentando el destete, en la pradera,
y la de alegres recentales dulces,
tropa gentil, escalará la cuesta
balando plañideros
al pie de las dulcísimas ovejas;
y cantará en el monte la abubilla
y en los aires la alondra mañanera
seguirá derritiéndose en gorjeos,
musical filigrana de su lengua...
Y la vida solemne de los mundos
seguirá su carrera
monótona, inmutable,
magnífica, serena...
Mas ¿qué me importa todo,
si el vivir de los mundos no me alegra,
ni el ambiente me baña en bienestares,
ni las brisas a música me suenan,
ni el cantar de los pájaros del monte
estimulan mi lengua,
ni me mueve a ambición la perspectiva
de la abundante próxima cosecha,
ni el vigor de mis bueyes me envanece,
ni el paso del caballo me recrea,
ni me embriaga el olor de las majadas,
ni con vértigos dulces me deleitan
el perfume del heno que madura
y el perfume del trigo que se encera?
Resbala sobre mí sin agitarme
la dulce poesía en que se impregnan
la llanura sin fin, toda quietudes,
y el magnífico cielo, todo estrellas.
Y ya mover no pueden
mi alma de poeta,
ni las de mayo auroras nacarinas
con húmedos vapores en las vegas,
con cánticos de alondra y con efluvios
de rocïadas frescas,
ni éstos de otoño atardeceres dulces
de manso resbalar, pura tristeza
de la luz que se muere
y el paisaje borroso que se queja...,
ni las noches románticas de julio,
magníficas, espléndidas,
cargadas de silencios rumorosos
y de sanos perfumes de las eras;
noches para el amor, para la rumia
de las grandes ideas,
que a la cumbre al llegar de las alturas
se hermanan y se besan...
¡Cómo tendré yo el alma,
que resbala sobre ella
la dulce poesía de mis campos
como el agua resbala por la piedra!
Vuestra paz era imagen de mi vida,
¡oh, campos de mi tierra!
Pero la vida se me puso triste
y su imagen de ahora ya no es ésa:
en mi casa, es el frío de mi alcoba,
es el llanto vertido en sus tinieblas;
en el campo, es el árido camino
del barbecho sin fin que amarillea.
... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Pero yo ya sé hablar como mi madre,
y digo como ella
cuando la vida se le puso triste:
«¡Dios lo ha querido así! ¡Bendito sea!»
José María Gabriel y Galán nació el 28 de junio de 1870
en Frades de la Sierra, pequeño pueblo de la provincia
de Salamanca que en aquellos tiempos formaba parte de
Castilla la Vieja y en la actualidad, Salamanca es una
de las nueve provincias que componen la autonomía de
Castilla y León (España). Sus padres se dedicaban al
cultivo de la tierra y la ganadería en terrenos de su
propiedad, dos de las producciones típicas del campo
charro salmantino. Su economía era la propia de quienes
se dedicaban a la labranza y al cuidado de los animales
por aquellos años finales del siglo XIX.
Su infancia la pasa en su pueblo natal y allí en su
escuela aprende las primeras letras. A los 15 años se
traslada a la capital, Salamanca, donde prosigue sus
estudios. Para no cargar más la economía familiar,
se buscó un trabajo en un almacén de tejidos que alternaba
con sus estudios. De esta estancia en la capital salmantina,
datan sus primeros escritos en verso, que al darlos a conocer
a sus amistades, es elogiado y estimulado a que continúe
escribiendo poesías.
EL AMA[u][b]
Yo aprendí en el hogar en qué se funda
la dicha más perfecta,
y para hacerla mía
quise yo ser como mi padre era
y busqué una mujer como mi madre
entre las hijas de mi hidalga tierra.
Y fui como mi padre, y fue mi esposa
viviente imagen de la madre muerta.
¡Un milagro de Dios, que ver me hizo
otra mujer como la santa aquella!
Compartían mis únicos amores
la amante compañera,
la patria idolatrada,
la casa solariega,
con la heredada historia,
con la heredada hacienda.
¡Qué buena era la esposa
y qué feraz la tierra!
¡Qué alegre era mi casa
y qué sana mi hacienda,
y con qué solidez estaba unida
la tradición de la honradez a ellas!
Una sencilla labradora, humilde,
hija de oscura castellana aldea;
una mujer trabajadora, honrada,
cristiana, amable, cariñosa y seria,
trocó mi casa en adorable idilio
que no pudo soñar ningún poeta.
¡Oh, cómo se suaviza
el penoso trajín de las faenas
cuando hay amor en casa
y con él mucho pan se amasa en ella
para los pobres que a su sombra viven,
para los pobres que por ella bregan!
¡Y cuánto lo agradecen, sin decirlo,
y cuánto por la casa se interesan,
y cómo ellos la cuidan,
y cómo Dios la aumenta!
Todo lo pudo la mujer cristiana,
logrólo todo la mujer discreta.
La vida en la alquería
giraba en torno a ella
pacífica y amable,
monótona y serena...
¡Y cómo la alegría y el trabajo
donde está la virtud se compenetran!
Lavando en el regato cristalino
cantaban las mozuelas,
y cantaba en los valles el vaquero,
y cantaban los mozos en las tierras,
y el aguador camino de la fuente,
y el cabrerillo en la pelada cuesta...
¡Y yo también cantaba,
que ella y el campo hiciéronme poeta!
Cantaba el equilibrio
de aquel alma serena
como los anchos cielos,
como los campos de mi amada tierra;
y cantaba también aquellos campos,
los de las pardas, onduladas cuestas,
los de los mares de enceradas mieses,
los de las mudas perspectivas serias,
los de las castas soledades hondas,
los de las grises lontananzas muertas...
El alma se empapaba
en la solemne clásica grandeza
que llenaba los ámbitos abiertos
del cielo y de la tierra.
¡Qué placido el ambiente,
qué tranquilo el paisaje, qué serena
la atmósfera azulada se extendía
por sobre el haz de la llanura inmensa!
La brisa de la tarde
meneaba, amorosa, la alameda,
los zarzales floridos del cercado,
los guindos de la vega,
las mieses de la hoja,
la copa verde de la encina vieja...
¡Monorrítmica música del llano,
qué grato tu sonar, qué dulce era!
La gaita del pastor en la colina
lloraba las tonadas de la tierra,
cargadas de dulzuras,
cargadas de monótonas tristezas,
y dentro del sentido
caían las cadencias
como doradas gotas
de dulce miel que del panal fluyeran.
La vida era solemne;
puro y sereno el pensamiento era;
sosegado el sentir, como las brisas;
mudo y fuerte el amor, mansas las penas
austeros los placeres,
raigadas las creencias,
sabroso el pan, reparador el sueño,
fácil el bien y pura la conciencia.
¡Qué deseos el alma
tenía de ser buena,
y cómo se llenaba de ternura
cuando Dios le decía que lo era!
II
Pero bien se conoce
que ya no vive ella;
el corazón, la vida de la casa
que alegraba el trajín de las tareas,
la mano bienhechora
que con las sales de enseñanzas buenas
amasó tanto pan para los pobres
que regaban, sudando, nuestra hacienda.
¡La vida en la alquería
se tiñó para siempre de tristeza!
Ya no alegran los mozos la besana
con las dulces tonadas de la tierra,
que al paso perezoso de las yuntas
ajustaban sus lánguidas cadencias.
Mudos de casa salen,
mudos pasan el día en sus faenas,
tristes y mudos vuelven;
y sin decirse una palabra cenan;
que está el aire de casa
cargado de tristeza
y palabras y ruidos importunan
la rumia sosegada de las penas.
Y rezamos, reunidos, el Rosario,
sin decirnos por quién..., pero es por ella.
Que aunque ya no su voz a orar nos llama,
su recuerdo querido nos congrega,
y nos pone el Rosario entre los dedos
y las santas plegarias en la lengua.
¡Qué días y qué noches!
¡Con cuánta lentitud las horas ruedan
por encima del alma que está sola
llorando en las tinieblas!
Las sales de mis lágrimas amargan
el pan que me alimenta;
me cansa el movimiento,
me pesan las faenas,
la casa me entristece
y he perdido el cariño de la hacienda.
¡Qué me importan los bienes
si he perdido mi dulce compañera!
¡Qué compasión me tienen mis criados
que ayer me vieron con el alma llena
de alegrías sin fin que rebosaban
y suyas también eran!
Hasta el hosco pastor de mis ganados,
que ha medido la hondura de mi pena,
si llego a su majada
baja los ojos y ni hablar quisiera;
y dice al despedirme: «Ánimo, amo;
haiga mucho valor y haiga pacencia...»
Y le tiembla la voz cuando lo dice,
y se enjuga una lágrima sincera,
que en la manga de la áspera zamarra
temblando se le queda...
¡Me ahogan estas cosas,
me matan de dolor estas escenas!
¡Que me anime, pretende, y él no sabe
que de su choza en la techumbre negra
le he visto yo escondida
la dulce gaita aquella
que cargaba el sentido de dulzuras
y llenaba los aires de cadencias!...
¿Por qué ya no la toca?
¿Por qué los campos su tañer no alegra?
Y el atrevido vaquerillo sano
que amaba a una mozuela
de aquellas que trajinan en la casa,
¿por qué no ha vuelto a verla?
¿Por qué no canta en los tranquilos valles?
¿Por qué no silba con la misma fuerza?
¿Por qué no quiere restallar la honda?
¿Por qué esta muda la habladora lengua,
que al amo le contaba sus sentires
cuando el amo le daba su licencia?
«¡El ama era una santa!...»,
me dicen todos, cuando me hablan de ella.
«¡Santa, santa!», me ha dicho
el viejo señor cura de la aldea,
aquel que le pedía
las limosnas secretas
que de tantos hogares ahuyentaban
las hambres, y los fríos, y las penas.
¡Por eso los mendigos
que llegan a mi puerta
llorando se descubren
y un padrenuestro por el ama rezan!
El velo del dolor me ha oscurecido
la luz de la belleza.
Ya no saben hundirse mis pupilas
en la visión serena
de los espacios hondos,
puros y azules, de extensión inmensa.
Ya no sé traducir la poesía,
ni del alma en la médula me entra
la intensa melodía del silencio
que en la llanura quieta
parece que descansa,
parece que se acuesta.
Será puro el ambiente, como antes,
y la atmósfera azul será serena,
y la brisa amorosa
moverá con sus alas la alameda,
los zarzales floridos,
los guindos de la vega,
las mieses de la hoja,
la copa verde de la encina vieja...
Y mugirán los tristes becerrillos,
lamentando el destete, en la pradera,
y la de alegres recentales dulces,
tropa gentil, escalará la cuesta
balando plañideros
al pie de las dulcísimas ovejas;
y cantará en el monte la abubilla
y en los aires la alondra mañanera
seguirá derritiéndose en gorjeos,
musical filigrana de su lengua...
Y la vida solemne de los mundos
seguirá su carrera
monótona, inmutable,
magnífica, serena...
Mas ¿qué me importa todo,
si el vivir de los mundos no me alegra,
ni el ambiente me baña en bienestares,
ni las brisas a música me suenan,
ni el cantar de los pájaros del monte
estimulan mi lengua,
ni me mueve a ambición la perspectiva
de la abundante próxima cosecha,
ni el vigor de mis bueyes me envanece,
ni el paso del caballo me recrea,
ni me embriaga el olor de las majadas,
ni con vértigos dulces me deleitan
el perfume del heno que madura
y el perfume del trigo que se encera?
Resbala sobre mí sin agitarme
la dulce poesía en que se impregnan
la llanura sin fin, toda quietudes,
y el magnífico cielo, todo estrellas.
Y ya mover no pueden
mi alma de poeta,
ni las de mayo auroras nacarinas
con húmedos vapores en las vegas,
con cánticos de alondra y con efluvios
de rocïadas frescas,
ni éstos de otoño atardeceres dulces
de manso resbalar, pura tristeza
de la luz que se muere
y el paisaje borroso que se queja...,
ni las noches románticas de julio,
magníficas, espléndidas,
cargadas de silencios rumorosos
y de sanos perfumes de las eras;
noches para el amor, para la rumia
de las grandes ideas,
que a la cumbre al llegar de las alturas
se hermanan y se besan...
¡Cómo tendré yo el alma,
que resbala sobre ella
la dulce poesía de mis campos
como el agua resbala por la piedra!
Vuestra paz era imagen de mi vida,
¡oh, campos de mi tierra!
Pero la vida se me puso triste
y su imagen de ahora ya no es ésa:
en mi casa, es el frío de mi alcoba,
es el llanto vertido en sus tinieblas;
en el campo, es el árido camino
del barbecho sin fin que amarillea.
... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Pero yo ya sé hablar como mi madre,
y digo como ella
cuando la vida se le puso triste:
«¡Dios lo ha querido así! ¡Bendito sea!»
Pedro Casas Serra- Grupo Metáfora
- Cantidad de envíos : 46670
Fecha de inscripción : 24/06/2009
Edad : 76
Localización : Barcelona
- Mensaje n°137
Re: Poemas de Amor
"y te lloro con ganas de odiar
todo lo que alguna vez me hizo sentir
flor rara en un paraíso recobrado
donde toda felicidad era posible
y me dueles en el cuerpo sensible y seco de caricias,
abandonado ya meses al sonido de besos
y palabras susurradas o risas a la hora del baño."
"Cuando dijiste: «Te quiero»
fue tu voz igual que un caño
de agua fresca en una tarde
calurosa de verano."
"Hoy le daré cierta inflexión a un beso mío
pues manipulé sus claves para volverte loca."
"Y fui como mi padre, y fue mi esposa
viviente imagen de la madre muerta.
¡Un milagro de Dios, que ver me hizo
otra mujer como la santa aquella!"
Gracias, Samara, por tan bellas y variadas aportaciones. De Gioconda Belli creo que no había leído nada y me ha gustado mucho. He buscado J.Martín Rivas en google y he encontrado :http://jmartinrivas.blogspot.com/2007/08/bib-azahar-12-voy-sembrarte-mi-nombre.html
y si es José Martín Rivas, esta: http://www.hispanoramaliterario.org/profile/JoseMartinRivas739
Un abrazo.
Pedro
todo lo que alguna vez me hizo sentir
flor rara en un paraíso recobrado
donde toda felicidad era posible
y me dueles en el cuerpo sensible y seco de caricias,
abandonado ya meses al sonido de besos
y palabras susurradas o risas a la hora del baño."
"Cuando dijiste: «Te quiero»
fue tu voz igual que un caño
de agua fresca en una tarde
calurosa de verano."
"Hoy le daré cierta inflexión a un beso mío
pues manipulé sus claves para volverte loca."
"Y fui como mi padre, y fue mi esposa
viviente imagen de la madre muerta.
¡Un milagro de Dios, que ver me hizo
otra mujer como la santa aquella!"
Gracias, Samara, por tan bellas y variadas aportaciones. De Gioconda Belli creo que no había leído nada y me ha gustado mucho. He buscado J.Martín Rivas en google y he encontrado :http://jmartinrivas.blogspot.com/2007/08/bib-azahar-12-voy-sembrarte-mi-nombre.html
y si es José Martín Rivas, esta: http://www.hispanoramaliterario.org/profile/JoseMartinRivas739
Un abrazo.
Pedro
Pedro Casas Serra- Grupo Metáfora
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Fecha de inscripción : 24/06/2009
Edad : 76
Localización : Barcelona
- Mensaje n°138
Re: Poemas de Amor
.
Gustavo Adolfo Bécquer
Originario de Sevilla, España, Bécquer nació el 17 de febrero de 1836 siendo su padre un célebre pintor del costumbrismo sevillano quien dejó huérfano a Bécquer a los cinco años; comenzó sus primeros estudios en el colegio de San Antonio Abad, para luego pasar a tomar la carrera náutica en el colegio de San Telmo.
A los nueve años quedó huérfano también de madre y salió del anterior colegio para ser acogido por su madrina de bautismo. A la edad de diecisiete años dejó a su madrina y a la buena posición que ésta le proporcionaba para viajar a Madrid en busca de fortuna a través del campo de las letras que se le daba con facilidad.
Como es conocido, no era fácil subsistir de la literatura y paradójicamente, Bécquer que deseaba encontrar fortuna lo que abundó fueron escaseces, por lo que se vio obligado a servir de escribiente en la Dirección de Bienes Nacionales, donde su habilidad para el dibujo era admirada por sus compañeros, pero fue motivo de que fuera cesado al ser sorprendido por el Director haciendo dibujos de escenas de Shakespeare. De este modo volvió Gustavo a vivir de sus artículos literarios que eran entonces de poca demanda por lo que alternó esta actividad con la elaboración de pinturas al fresco.
Tiempo después encontró una plaza en la redacción de "El Contemporáneo" y fue entonces que escribió la mayoría de sus leyendas y las "Cartas desde mi celda".
En 1862 llegó a vivir con Bécquer su hermano Valeriano, célebre en Sevilla por su producción pictórica pero no por eso más afortunado que Gustavo, y juntos vivieron al día uno traduciendo novelas o escribiendo artículos y el otro dibujando y pintando por destajo; mucho les costó a los hermanos salir adelante de su infortunio y con el tiempo lograron juntos una modesta estabilidad que les permitía a uno retratar por obsequio y al otro escribir una oda por entusiasmo.
Como legado para la literatura del mundo, Gustavo Adolfo Bécquer dejó sus "Rimas" a través de las cuales deja ver lo melancólico y atormentado de su vida; en el género de las leyendas escribió la célebre "Maese Pérez el Organista", "Los ojos verdes", "Las hojas secas" y "La rosa de pasión" entre varias otras. Escribió esbozos y ensayos como "La mujer de piedra", "La noche de difuntos", "Un Drama" y "El aderezo de esmeraldas" entre una variedad similar a la de sus leyendas. Hizo descripciones de "La basílica de Santa Leocadia", el "Solar de la Casa del Cid" y el "Enterramiento de Garcilaso de la Vega", entre otras. Por último, dentro del costumbrismo o folklor español escribió "Los dos Compadres", "Las jugadoras", la "Semana Santa en Toledo", "El café de Fornos" y otras más.
En septiembre de 1870 dejó de existir Valeriano, duro golpe para Gustavo, que pronto enfermó sin ningún síntoma preciso, de pulmonía que se convirtió luego en hepatitis para tornarse en una pericarditis que pronto había terminar su vida el 22 de diciembre de ese mismo año.
XXXVIII
¡Los suspiros son aire y van al aire!
¡Las lágrimas son agua y van al mar!
Dime, mujer, cuando el amor se olvida
¿sabes tú adónde va?
Gustavo Adolfo Bécquer
.
Gustavo Adolfo Bécquer
Originario de Sevilla, España, Bécquer nació el 17 de febrero de 1836 siendo su padre un célebre pintor del costumbrismo sevillano quien dejó huérfano a Bécquer a los cinco años; comenzó sus primeros estudios en el colegio de San Antonio Abad, para luego pasar a tomar la carrera náutica en el colegio de San Telmo.
A los nueve años quedó huérfano también de madre y salió del anterior colegio para ser acogido por su madrina de bautismo. A la edad de diecisiete años dejó a su madrina y a la buena posición que ésta le proporcionaba para viajar a Madrid en busca de fortuna a través del campo de las letras que se le daba con facilidad.
Como es conocido, no era fácil subsistir de la literatura y paradójicamente, Bécquer que deseaba encontrar fortuna lo que abundó fueron escaseces, por lo que se vio obligado a servir de escribiente en la Dirección de Bienes Nacionales, donde su habilidad para el dibujo era admirada por sus compañeros, pero fue motivo de que fuera cesado al ser sorprendido por el Director haciendo dibujos de escenas de Shakespeare. De este modo volvió Gustavo a vivir de sus artículos literarios que eran entonces de poca demanda por lo que alternó esta actividad con la elaboración de pinturas al fresco.
Tiempo después encontró una plaza en la redacción de "El Contemporáneo" y fue entonces que escribió la mayoría de sus leyendas y las "Cartas desde mi celda".
En 1862 llegó a vivir con Bécquer su hermano Valeriano, célebre en Sevilla por su producción pictórica pero no por eso más afortunado que Gustavo, y juntos vivieron al día uno traduciendo novelas o escribiendo artículos y el otro dibujando y pintando por destajo; mucho les costó a los hermanos salir adelante de su infortunio y con el tiempo lograron juntos una modesta estabilidad que les permitía a uno retratar por obsequio y al otro escribir una oda por entusiasmo.
Como legado para la literatura del mundo, Gustavo Adolfo Bécquer dejó sus "Rimas" a través de las cuales deja ver lo melancólico y atormentado de su vida; en el género de las leyendas escribió la célebre "Maese Pérez el Organista", "Los ojos verdes", "Las hojas secas" y "La rosa de pasión" entre varias otras. Escribió esbozos y ensayos como "La mujer de piedra", "La noche de difuntos", "Un Drama" y "El aderezo de esmeraldas" entre una variedad similar a la de sus leyendas. Hizo descripciones de "La basílica de Santa Leocadia", el "Solar de la Casa del Cid" y el "Enterramiento de Garcilaso de la Vega", entre otras. Por último, dentro del costumbrismo o folklor español escribió "Los dos Compadres", "Las jugadoras", la "Semana Santa en Toledo", "El café de Fornos" y otras más.
En septiembre de 1870 dejó de existir Valeriano, duro golpe para Gustavo, que pronto enfermó sin ningún síntoma preciso, de pulmonía que se convirtió luego en hepatitis para tornarse en una pericarditis que pronto había terminar su vida el 22 de diciembre de ese mismo año.
XXXVIII
¡Los suspiros son aire y van al aire!
¡Las lágrimas son agua y van al mar!
Dime, mujer, cuando el amor se olvida
¿sabes tú adónde va?
Gustavo Adolfo Bécquer
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cecilia gargantini- Administrador-Moderador
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- Mensaje n°139
Re: Poemas de Amor
Bellísimos los aportes de Samara!!!!!!!!!
Y con respecto a Bécquer, apreciado Pedro, creo que acompañó la adolescencia de todos a los que nos gusta leer y escribir. A veces, cuando lo doy en la escuela, aún logra emocionarme.
Besitossssssssssssssssss
Y con respecto a Bécquer, apreciado Pedro, creo que acompañó la adolescencia de todos a los que nos gusta leer y escribir. A veces, cuando lo doy en la escuela, aún logra emocionarme.
Besitossssssssssssssssss
Pedro Casas Serra- Grupo Metáfora
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- Mensaje n°140
Re: Poemas de Amor
Bécquer aún nos emociona a todos, Cecilia. Un abrazo.
Pedro
GUTIERRE DE CETINA (1520 – 1557)
De familia noble y acomodada, vivió largo tiempo en Italia, donde fue soldado a las órdenes de Carlos I. En ese país entró en contacto con la lírica petrarquista que tanto habría de influir en él. Leyó a Tansillo, Ludovico Ariosto y Pietro Bembo, pero su lírica se inspira fundamentalmente en la del toscano Francesco Petrarca, en la del valenciano Ausiàs March y en la del toledano Garcilaso de la Vega. Pasó largo tiempo en la corte del príncipe de Ascoli, al quien dedicó numerosas poemas, también frecuentó a Luis de Leyva y al insigne humanista y poeta Diego Hurtado de Mendoza. Adoptó el sobrenombre pastoril de Vandalio y compuso un cancionero petrarquista a una hermosa Laura que cabe identificar con Laura Gonzaga. A tal dama está dedicado el famoso madrigal que ha pasado a todas las antologías de la poesía en castellano: "Ojos claros, serenos, / si por dulce mirar sois alabados, / ¿por qué si me miráis, miráis airados...?". En este cancionero abundan los sonetos cuya fórmula consiste esencialmente en la traducción de un pensamiento amoroso de Ausiàs March o de Petrarca en los cuartetos y un desarrollo posterior personal en los tercetos.
En 1554 volvió Cetina a España y en 1556 marchó a México, donde había residido anteriormente durante 1546 y 1548 en casa de su tío Gonzalo López, quien fungía allí como contador general. Una vez en México al radicar en Puebla de los Ángeles; se enamoró de una tal Leonor de Osma, y en 1557, bajo su ventana fue asesinado por un rival celoso cuyo nombre era Hernando de Nava.
Madrigal
Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué si me miráis, miráis airados?
Si cuando más piadosos,
más bellos parecéis a quien os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay, tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
¡Ya que así me miráis, miradme al menos!
Gutierre de Cetina
.
Pedro
GUTIERRE DE CETINA (1520 – 1557)
De familia noble y acomodada, vivió largo tiempo en Italia, donde fue soldado a las órdenes de Carlos I. En ese país entró en contacto con la lírica petrarquista que tanto habría de influir en él. Leyó a Tansillo, Ludovico Ariosto y Pietro Bembo, pero su lírica se inspira fundamentalmente en la del toscano Francesco Petrarca, en la del valenciano Ausiàs March y en la del toledano Garcilaso de la Vega. Pasó largo tiempo en la corte del príncipe de Ascoli, al quien dedicó numerosas poemas, también frecuentó a Luis de Leyva y al insigne humanista y poeta Diego Hurtado de Mendoza. Adoptó el sobrenombre pastoril de Vandalio y compuso un cancionero petrarquista a una hermosa Laura que cabe identificar con Laura Gonzaga. A tal dama está dedicado el famoso madrigal que ha pasado a todas las antologías de la poesía en castellano: "Ojos claros, serenos, / si por dulce mirar sois alabados, / ¿por qué si me miráis, miráis airados...?". En este cancionero abundan los sonetos cuya fórmula consiste esencialmente en la traducción de un pensamiento amoroso de Ausiàs March o de Petrarca en los cuartetos y un desarrollo posterior personal en los tercetos.
En 1554 volvió Cetina a España y en 1556 marchó a México, donde había residido anteriormente durante 1546 y 1548 en casa de su tío Gonzalo López, quien fungía allí como contador general. Una vez en México al radicar en Puebla de los Ángeles; se enamoró de una tal Leonor de Osma, y en 1557, bajo su ventana fue asesinado por un rival celoso cuyo nombre era Hernando de Nava.
Madrigal
Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué si me miráis, miráis airados?
Si cuando más piadosos,
más bellos parecéis a quien os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay, tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
¡Ya que así me miráis, miradme al menos!
Gutierre de Cetina
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Pedro Casas Serra- Grupo Metáfora
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- Mensaje n°141
Re: Poemas de Amor
.
JUAN AROLAS (1805 – 1849)
Nació en Barcelona y estudió en Valencia. Muy temprano se ordenó sacerdote y profesó en la Orden de los Escolapios. Muy aficionado de los clásicos griegos y romanos, de los Padres de la Iglesia y de todo lo de su tiempo. Es sorprendente lo que hizo en tan poco tiempo, pues murió relativamente joven, a los cuarenta y cuatro años.
Fundó varios periódicos y revistas. Su poesía se distingue por la facilidad asombrosa en la versificación, la exhuberancia y la fecundidad en la temática y la imaginación. Quizás entre todos sus coetáneos se distinga por lo típicamente romántico que, en breve, se dirige a los temas de la Edad Media, en sus poesías caballerescas, a lo exótico, como lo reflejan sus poesías orientales, además de lo auténticamente amoroso y sensual y el colorido del lenguaje.
Arolas murió en un estado de lamentable demencia.
Sé más feliz que yo
Sobre pupila azul, con sueño leve,
tu párpado cayendo amortecido
se parece a la pura y blanca nieve
que sobre las violetas reposó.
Yo el sueño del placer nunca he dormido:
Se más feliz que yo.
Se asemeja tu voz en la plegaria
al canto del zorzal de indiano suelo
que sobre la pagoda solitaria
los himnos de la tarde suspiró.
Yo sólo esta oración dirijo al cielo:
Sé más feliz que yo.
Es tu aliento la esencia más fragante
de los lirios del Arno caudaloso
que brotan sobre un junco vacilante
cuando el céfiro blando los meció.
Yo no gozo su aroma delicioso:
Sé más feliz que yo.
El amor, que es espíritu de juego,
que de callada noche se aconseja
y se nutre con lágrimas y ruego,
en tus purpúreos labios se escondió.
Él te guarde el placer y a mí la queja;
Sé más feliz que yo.
Bella es tu juventud en sus albores,
como un campo de rosas del Oriente;
al ángel del recuerdo pedí flores
para adornar tu sien, y me las dio.
Yo decía al ponerlas en tu frente:
Sé más feliz que yo.
Tu mirada vivaz es de paloma;
como la adormidera del desierto,
causas dulce embriaguez, hurí de aroma
que el cielo de topacio abandonó.
Mi suerte es dura, mi destino incierto:
Sé más feliz que yo.
Juan Arolas
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JUAN AROLAS (1805 – 1849)
Nació en Barcelona y estudió en Valencia. Muy temprano se ordenó sacerdote y profesó en la Orden de los Escolapios. Muy aficionado de los clásicos griegos y romanos, de los Padres de la Iglesia y de todo lo de su tiempo. Es sorprendente lo que hizo en tan poco tiempo, pues murió relativamente joven, a los cuarenta y cuatro años.
Fundó varios periódicos y revistas. Su poesía se distingue por la facilidad asombrosa en la versificación, la exhuberancia y la fecundidad en la temática y la imaginación. Quizás entre todos sus coetáneos se distinga por lo típicamente romántico que, en breve, se dirige a los temas de la Edad Media, en sus poesías caballerescas, a lo exótico, como lo reflejan sus poesías orientales, además de lo auténticamente amoroso y sensual y el colorido del lenguaje.
Arolas murió en un estado de lamentable demencia.
Sé más feliz que yo
Sobre pupila azul, con sueño leve,
tu párpado cayendo amortecido
se parece a la pura y blanca nieve
que sobre las violetas reposó.
Yo el sueño del placer nunca he dormido:
Se más feliz que yo.
Se asemeja tu voz en la plegaria
al canto del zorzal de indiano suelo
que sobre la pagoda solitaria
los himnos de la tarde suspiró.
Yo sólo esta oración dirijo al cielo:
Sé más feliz que yo.
Es tu aliento la esencia más fragante
de los lirios del Arno caudaloso
que brotan sobre un junco vacilante
cuando el céfiro blando los meció.
Yo no gozo su aroma delicioso:
Sé más feliz que yo.
El amor, que es espíritu de juego,
que de callada noche se aconseja
y se nutre con lágrimas y ruego,
en tus purpúreos labios se escondió.
Él te guarde el placer y a mí la queja;
Sé más feliz que yo.
Bella es tu juventud en sus albores,
como un campo de rosas del Oriente;
al ángel del recuerdo pedí flores
para adornar tu sien, y me las dio.
Yo decía al ponerlas en tu frente:
Sé más feliz que yo.
Tu mirada vivaz es de paloma;
como la adormidera del desierto,
causas dulce embriaguez, hurí de aroma
que el cielo de topacio abandonó.
Mi suerte es dura, mi destino incierto:
Sé más feliz que yo.
Juan Arolas
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cecilia gargantini- Administrador-Moderador
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- Mensaje n°142
Re: Poemas de Amor
Me encantó, amigo Pedro, este amor generoso, desprendido y altruista de Juan Arolas.
Graciasssssssssssss y besitosssssssssssss
Graciasssssssssssss y besitosssssssssssss
Maria Lua- Administrador-Moderador
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- Mensaje n°143
Re: Poemas de Amor
Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua, y el acento
que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.
Gracias, amigo Pedro, por
los bellos poemas...
Precioso soneto de
García Lorca...
Gracias querida Samara
por los hermosos aportes"
Gracias, amiga Cecilia,
por tu participación...
Besos para los tres
Maria Lua
de tus ojos de estatua, y el acento
que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.
Gracias, amigo Pedro, por
los bellos poemas...
Precioso soneto de
García Lorca...
Gracias querida Samara
por los hermosos aportes"
Gracias, amiga Cecilia,
por tu participación...
Besos para los tres
Maria Lua
_________________
"Ser como un verso volando
o un ciego soñando
y en ese vuelo y en ese sueño
compartir contigo sol y luna,
siendo guardián en tu cielo
y tren de tus ilusiones."
(Hánjel)
o un ciego soñando
y en ese vuelo y en ese sueño
compartir contigo sol y luna,
siendo guardián en tu cielo
y tren de tus ilusiones."
(Hánjel)
Maria Lua- Administrador-Moderador
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- Mensaje n°144
Re: Poemas de Amor
De ALFONSINA STORNI
Capricho 2
Escrútame los ojos sorpréndeme la boca,
sujeta entre tus manos esta cabeza loca;
dame a beber veneno, el malvado veneno
que moja los labios a pesar de ser bueno.
Pero no me preguntes, no me preguntes nada
de por qué lloré tanto en la noche pasada;
las mujeres lloramos sin saber, porque sí.
Es esto de los llantos pasaje baladí.
Bien se ve que tenemos adentro un mar oculto,
un mar un poco torpe, ligeramente oculto,
que se asoma a los ojos con bastante frecuencia
y hasta lo manejamos con una dúctil ciencia.
No preguntes amado, lo debes sospechar:
en la noche pasada no estaba quieto el mar.
Nada más. Tempestades que las trae y las lleva
un viento que nos marca cada vez costa nueva.
Sí, vanas mariposas sobre jardín de Enero,
nuestro interior es todo sin equilibrio y huero.
Luz de cristalería, fruto de carnaval
decorado en escamas de serpientes del mal.
Así somos, ¿no es cierto? Ya lo dijo el poeta:
deseamos y gustamos la miel en cada copa
y en el cerebro habemos un poquito de estopa.
Bien. No, no me preguntes. Torpeza de mujer,
capricho, amado mío, capricho debe ser.
Oh, déjame que ría. ¿No ves que tarde hermosa?
Espínate las manos y córtame una rosa.
El ruego
Señor, Señor, hace ya tiempo, un día
soñé un amor como jamás pudiera
soñarlo nadie, algún amor que fuera
la vida toda, toda la poesía.
Y pasaba el invierno y no venía,
y pasaba también la primavera,
y el verano de nuevo persistía,
y el otoño me hallaba con mi espera.
Señor, Señor; mi espalda está desnuda,
¡haz estallar allí, con mano ruda
el látigo que sangra a los perversos!
Que está la tarde ya sobre mi vida,
y esta pasión ardiente y desmedida
la he perdido, ¡Señor, haciendo versos!
Miedo
Aquí, sobre tu pecho, tengo miedo de todo;
estréchame en tus brazos como una golondrina
y dime la palabra, la palabra divina
que encuentre en mis oídos dulcísimo acomodo.
Háblame de amor, arrúllame, dame el mejor apodo,
besa mis pobres manos, acaricia la fina
mata de mis cabellos, y olvidaré, mezquina,
que soy, ¡oh cielo eterno!, sólo un poco de lodo.
¡Es tan mala la vida! ¡Andan sueltas las fieras...!
Oh, no he tenido nunca las bellas primaveras
que tienen las mujeres cuando todo lo ignoran.
En tus brazos, amado, quiero soñar en ellos,
mientras tus manos blancas suavizan mis cabellos,
mientras mis labios besan, mientras mis ojos lloran.
Capricho 2
Escrútame los ojos sorpréndeme la boca,
sujeta entre tus manos esta cabeza loca;
dame a beber veneno, el malvado veneno
que moja los labios a pesar de ser bueno.
Pero no me preguntes, no me preguntes nada
de por qué lloré tanto en la noche pasada;
las mujeres lloramos sin saber, porque sí.
Es esto de los llantos pasaje baladí.
Bien se ve que tenemos adentro un mar oculto,
un mar un poco torpe, ligeramente oculto,
que se asoma a los ojos con bastante frecuencia
y hasta lo manejamos con una dúctil ciencia.
No preguntes amado, lo debes sospechar:
en la noche pasada no estaba quieto el mar.
Nada más. Tempestades que las trae y las lleva
un viento que nos marca cada vez costa nueva.
Sí, vanas mariposas sobre jardín de Enero,
nuestro interior es todo sin equilibrio y huero.
Luz de cristalería, fruto de carnaval
decorado en escamas de serpientes del mal.
Así somos, ¿no es cierto? Ya lo dijo el poeta:
deseamos y gustamos la miel en cada copa
y en el cerebro habemos un poquito de estopa.
Bien. No, no me preguntes. Torpeza de mujer,
capricho, amado mío, capricho debe ser.
Oh, déjame que ría. ¿No ves que tarde hermosa?
Espínate las manos y córtame una rosa.
El ruego
Señor, Señor, hace ya tiempo, un día
soñé un amor como jamás pudiera
soñarlo nadie, algún amor que fuera
la vida toda, toda la poesía.
Y pasaba el invierno y no venía,
y pasaba también la primavera,
y el verano de nuevo persistía,
y el otoño me hallaba con mi espera.
Señor, Señor; mi espalda está desnuda,
¡haz estallar allí, con mano ruda
el látigo que sangra a los perversos!
Que está la tarde ya sobre mi vida,
y esta pasión ardiente y desmedida
la he perdido, ¡Señor, haciendo versos!
Miedo
Aquí, sobre tu pecho, tengo miedo de todo;
estréchame en tus brazos como una golondrina
y dime la palabra, la palabra divina
que encuentre en mis oídos dulcísimo acomodo.
Háblame de amor, arrúllame, dame el mejor apodo,
besa mis pobres manos, acaricia la fina
mata de mis cabellos, y olvidaré, mezquina,
que soy, ¡oh cielo eterno!, sólo un poco de lodo.
¡Es tan mala la vida! ¡Andan sueltas las fieras...!
Oh, no he tenido nunca las bellas primaveras
que tienen las mujeres cuando todo lo ignoran.
En tus brazos, amado, quiero soñar en ellos,
mientras tus manos blancas suavizan mis cabellos,
mientras mis labios besan, mientras mis ojos lloran.
_________________
"Ser como un verso volando
o un ciego soñando
y en ese vuelo y en ese sueño
compartir contigo sol y luna,
siendo guardián en tu cielo
y tren de tus ilusiones."
(Hánjel)
o un ciego soñando
y en ese vuelo y en ese sueño
compartir contigo sol y luna,
siendo guardián en tu cielo
y tren de tus ilusiones."
(Hánjel)
Pedro Casas Serra- Grupo Metáfora
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- Mensaje n°145
Re: Poemas de Amor
"Bien se ve que tenemos adentro un mar oculto,
un mar un poco torpe, ligeramente estulto,
que se asoma a los ojos con bastante frecuencia
y hasta lo manejamos con una dúctil ciencia."
"Señor, Señor, hace ya tiempo, un día
soñé un amor como jamás pudiera
soñarlo nadie, algún amor que fuera
la vida toda, toda la poesía."
"Háblame de amor, arrúllame, dame el mejor apodo,
besa mis pobres manos, acaricia la fina
mata de mis cabellos, y olvidaré, mezquina,
que soy, ¡oh cielo eterno!, sólo un poco de lodo."
Gracias por participar, Cecilia, y por traernos los versos de Alfonsina, Maria.
Un abrazo.
un mar un poco torpe, ligeramente estulto,
que se asoma a los ojos con bastante frecuencia
y hasta lo manejamos con una dúctil ciencia."
"Señor, Señor, hace ya tiempo, un día
soñé un amor como jamás pudiera
soñarlo nadie, algún amor que fuera
la vida toda, toda la poesía."
"Háblame de amor, arrúllame, dame el mejor apodo,
besa mis pobres manos, acaricia la fina
mata de mis cabellos, y olvidaré, mezquina,
que soy, ¡oh cielo eterno!, sólo un poco de lodo."
Gracias por participar, Cecilia, y por traernos los versos de Alfonsina, Maria.
Un abrazo.
Maria Lua- Administrador-Moderador
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Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil
- Mensaje n°146
Re: Poemas de Amor
José Angel Buesa
José Ángel Buesa, nacido un 2 de septiembre de 1910. En Cruces, ciudad de la antigua provincia de Las Villas, ahora Cienfuegos, Cuba.
Comienza en el mundo de la poesía a los 7 años de edad, edad a la que empieza a escribir sus primeros versos. Al llegar a la adolescencia, marcha a Cienfuegos a continuar sus estudios en el Colegio de los Hermanos Maristas. La gente, los cañaverales, y todo el medio ambiente de Cienfuegos, ejerce un embrujo en el alma del poeta y este empieza a plasmar en sus versos la magia destellante del paisaje que lo rodea. Aun joven, deja a Cienfuegos para irse a trabajar a La Habana, donde la rutina de su empleo le da tiempo para tomar parte activa en los grupos literarios existentes en aquel entonces.
Por ese entonces empieza a publicar sus libros, Sus principales obras son: La fuga de las horas (1932), Misas paganas (1933), Babel (1936), Canto final (1936), Oasis, Hyacinthus, Prometeo, La Vejez de Don Juan, Odas por la Victoria y Muerte Diaria (todas de 1943), Cantos de Proteo (1944), Lamentaciones de Proteo, Canciones de Adán (ambas de 1947), Poemas en la Arena, Alegría de Proteo (ambas de 1948), Nuevo Oasis y Poeta Enamorado (1949).
Buesa se ve obligado a abandonar Cuba para empezar una peregrinación por varios países, España, Islas Canarias El Salvador, y Santo Domingo Republica Dominicana donde muere en 1982.
Poema del renunciamiento
Pasaras por mi vida sin saber que pasaste.
Pasaras en silencio por mi amor, y al pasar,
fingire una sonrisa, como un dulce contraste
del dolor de quererte ... y jamas lo sabrás.
Soñare con el nacar virginal de tu frente;
soñare con tus ojos de esmeraldas de mar;
soñare con tus labios desesperadamente;
soñare con tus besos ... y jamás lo sabrás.
Quizas pases con otro que te diga al oido
esas frases que nadie como yo te dirá;
y, ahogando para siempre mi amor inadvertido,
te amare más que nunca ... y jamás lo sabrás.
Yo te amare en silencio, como algo inaccesible,
como un sueño que nunca lograré realizar;
y el lejano perfume de mi amor imposible
rozará tus cabellos ... y jamás lo sabrás.
Y si un día una lágrima denuncia mi tormento,
-- el tormento infinito que te debo ocultar --
te diré sonriente: "No es nada ... ha sido el viento".
Me enjugaré la lágrima ... ¡y jamás lo sabrás!
Poema del fracaso
Mi corazón, un día, tuvo un ansia suprema,
que aún hoy lo embriaga cual lo embriagara ayer;
Quería aprisionar un alma en un poema,
y que viviera siempre... Pero no pudo ser.
Mi corazón, un día, silenció su latido,
y en plena lozanía se sintió envejecer;
Quiso amar un recuerdo más fuerte que el olvido
y morir recordando... Pero no pudo ser.
Mi corazón, un día, soñó un sueño sonoro,
en un fugaz anhelo de gloria y de poder;
Subió la escalinata de un palacio de oro
y quiso abrir las puertas... Pero no pudo ser.
Mi corazón, un día, se convirtió en hoguera,
por vivir plenamente la fiebre del placer;
Ansiaba el goce nuevo de una emoción cualquiera,
un goce para el solo... Pero no pudo ser.
Y hoy llegas tu a mi vida, con tu sonrisa clara,
con tu sonrisa clara, que es un amanecer;
y ante el sueño más dulce que nunca antes soñara,
quiero vivir mi sueño... Pero no puede ser.
Y he de decirte adiós para siempre, querida,
sabiendo que te alejas para nunca volver,
Quisiera retenerte para toda la vida...
Pero no puede ser! Pero no puede ser!
Poema de la despedida
Te digo adiós si acaso te quiero todavía
Quizas no he de olvidarte... Pero te digo adiós
No se si me quisiste... No se si te quería
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.
Este cariño triste y apasionado y loco
Me lo sembré en el alma para quererte a tí.
No se si te amé mucho... No se si te amé poco,
Pero si sé que nunca volvere a amar así.
Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo
Y el corazón me dice que no te olvidaré.
Pero al quedarme solo... Sabiendo que te pierdo,
Tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.
Te digo adiós y acaso con esta despedida
Mi más hermoso sueño muere dentro de mí.
Pero te digo adiós para toda la vida,
Aunque toda la vida siga pensando en tí.
José Ángel Buesa, nacido un 2 de septiembre de 1910. En Cruces, ciudad de la antigua provincia de Las Villas, ahora Cienfuegos, Cuba.
Comienza en el mundo de la poesía a los 7 años de edad, edad a la que empieza a escribir sus primeros versos. Al llegar a la adolescencia, marcha a Cienfuegos a continuar sus estudios en el Colegio de los Hermanos Maristas. La gente, los cañaverales, y todo el medio ambiente de Cienfuegos, ejerce un embrujo en el alma del poeta y este empieza a plasmar en sus versos la magia destellante del paisaje que lo rodea. Aun joven, deja a Cienfuegos para irse a trabajar a La Habana, donde la rutina de su empleo le da tiempo para tomar parte activa en los grupos literarios existentes en aquel entonces.
Por ese entonces empieza a publicar sus libros, Sus principales obras son: La fuga de las horas (1932), Misas paganas (1933), Babel (1936), Canto final (1936), Oasis, Hyacinthus, Prometeo, La Vejez de Don Juan, Odas por la Victoria y Muerte Diaria (todas de 1943), Cantos de Proteo (1944), Lamentaciones de Proteo, Canciones de Adán (ambas de 1947), Poemas en la Arena, Alegría de Proteo (ambas de 1948), Nuevo Oasis y Poeta Enamorado (1949).
Buesa se ve obligado a abandonar Cuba para empezar una peregrinación por varios países, España, Islas Canarias El Salvador, y Santo Domingo Republica Dominicana donde muere en 1982.
Poema del renunciamiento
Pasaras por mi vida sin saber que pasaste.
Pasaras en silencio por mi amor, y al pasar,
fingire una sonrisa, como un dulce contraste
del dolor de quererte ... y jamas lo sabrás.
Soñare con el nacar virginal de tu frente;
soñare con tus ojos de esmeraldas de mar;
soñare con tus labios desesperadamente;
soñare con tus besos ... y jamás lo sabrás.
Quizas pases con otro que te diga al oido
esas frases que nadie como yo te dirá;
y, ahogando para siempre mi amor inadvertido,
te amare más que nunca ... y jamás lo sabrás.
Yo te amare en silencio, como algo inaccesible,
como un sueño que nunca lograré realizar;
y el lejano perfume de mi amor imposible
rozará tus cabellos ... y jamás lo sabrás.
Y si un día una lágrima denuncia mi tormento,
-- el tormento infinito que te debo ocultar --
te diré sonriente: "No es nada ... ha sido el viento".
Me enjugaré la lágrima ... ¡y jamás lo sabrás!
Poema del fracaso
Mi corazón, un día, tuvo un ansia suprema,
que aún hoy lo embriaga cual lo embriagara ayer;
Quería aprisionar un alma en un poema,
y que viviera siempre... Pero no pudo ser.
Mi corazón, un día, silenció su latido,
y en plena lozanía se sintió envejecer;
Quiso amar un recuerdo más fuerte que el olvido
y morir recordando... Pero no pudo ser.
Mi corazón, un día, soñó un sueño sonoro,
en un fugaz anhelo de gloria y de poder;
Subió la escalinata de un palacio de oro
y quiso abrir las puertas... Pero no pudo ser.
Mi corazón, un día, se convirtió en hoguera,
por vivir plenamente la fiebre del placer;
Ansiaba el goce nuevo de una emoción cualquiera,
un goce para el solo... Pero no pudo ser.
Y hoy llegas tu a mi vida, con tu sonrisa clara,
con tu sonrisa clara, que es un amanecer;
y ante el sueño más dulce que nunca antes soñara,
quiero vivir mi sueño... Pero no puede ser.
Y he de decirte adiós para siempre, querida,
sabiendo que te alejas para nunca volver,
Quisiera retenerte para toda la vida...
Pero no puede ser! Pero no puede ser!
Poema de la despedida
Te digo adiós si acaso te quiero todavía
Quizas no he de olvidarte... Pero te digo adiós
No se si me quisiste... No se si te quería
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.
Este cariño triste y apasionado y loco
Me lo sembré en el alma para quererte a tí.
No se si te amé mucho... No se si te amé poco,
Pero si sé que nunca volvere a amar así.
Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo
Y el corazón me dice que no te olvidaré.
Pero al quedarme solo... Sabiendo que te pierdo,
Tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.
Te digo adiós y acaso con esta despedida
Mi más hermoso sueño muere dentro de mí.
Pero te digo adiós para toda la vida,
Aunque toda la vida siga pensando en tí.
_________________
"Ser como un verso volando
o un ciego soñando
y en ese vuelo y en ese sueño
compartir contigo sol y luna,
siendo guardián en tu cielo
y tren de tus ilusiones."
(Hánjel)
o un ciego soñando
y en ese vuelo y en ese sueño
compartir contigo sol y luna,
siendo guardián en tu cielo
y tren de tus ilusiones."
(Hánjel)
Pedro Casas Serra- Grupo Metáfora
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Edad : 76
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- Mensaje n°147
Re: Poemas de Amor
"Soñare con el nacar virginal de tu frente;
soñare con tus ojos de esmeraldas de mar;
soñare con tus labios desesperadamente;
soñare con tus besos ... y jamás lo sabrás."
***
"Mi corazón, un día, soñó un sueño sonoro,
en un fugaz anhelo de gloria y de poder;
Subió la escalinata de un palacio de oro
y quiso abrir las puertas... Pero no pudo ser."
***
"Este cariño triste y apasionado y loco
Me lo sembré en el alma para quererte a tí.
No se si te amé mucho... No se si te amé poco,
Pero si sé que nunca volvere a amar así."
Bellos, románticos y muy musicales, los poemas que nos dejas de José Ángel Bueso, Maria, gracias.
Un abrazo.
Pedro
Francisco Rodríguez Marín(Osuna, 1855 - Madrid, 1943)
Literato y erudito español. Se doctoró en Derecho y se licenció en Filosofía y Letras; sucedió a Menéndez Pelayo en la dirección de la Biblioteca Nacional. Desde su juventud cultivó el periodismo bajo el seudónimo de "El bachiller Francisco de Osuna". Compuso madrigales y sonetos. Infatigable folklorista, recogió cuentos, cantares y refranes populares, con los que llenó numerosos volúmenes. Divulgó la obra de Espinosa, de Barahona de Soto, de Baltasar de Alcázar y de otros clásicos menores, de los que descubrió y publicó muchas composiciones hasta entonces inéditas y desconocida.
Pero su obra más estimada es sin duda la que resultó de su devota y minuciosa dedicación a Cervantes; sus ediciones del Quijote, profusamente anotadas, son valiosísimas; publicó asimismo más de un centenar de documentos relativos a este autor, descubiertos por él. El estilo de Rodríguez Marín es ameno y castizo, a menudo arcaizante; se trata de un escritor insobornablemente andaluz.
Entre sus obras cabe mencionar Madrigales (1901), Rinconete (1905), La ilustre fregona (1917), El casamiento engañoso (1918), Cantos populares españoles (5 vols. 1882-83), 12.000 refranes (1926), 12.600 refranes más (1930), El Loaysa de "El celoso extremeño" (1909 y 1917), etc. Fue académico de la Lengua, cuya institución presidía a su muerte.
Anhelos
Agua quisiera ser, luz y alma mía,
que con su transparencia te brindara;
porque tu dulce boca me gustara,
no apagara tu sed, la encendería.
Viento quisiera ser; en noche umbría
callado hasta tu lecho penetrara,
y aspirar por tus labios me dejara,
y mi vida en la tuya infundiría.
Fuego quisiera ser para abrasarte
en un volcán de amor. ¡Oh, estatua inerte,
sorda a las quejas de quien supo amarte!
Y después para siempre poseerte,
tierra quisiera ser y disputarte
celoso a la codicia de la muerte.
Francisco Rodríguez Marín
.
soñare con tus ojos de esmeraldas de mar;
soñare con tus labios desesperadamente;
soñare con tus besos ... y jamás lo sabrás."
***
"Mi corazón, un día, soñó un sueño sonoro,
en un fugaz anhelo de gloria y de poder;
Subió la escalinata de un palacio de oro
y quiso abrir las puertas... Pero no pudo ser."
***
"Este cariño triste y apasionado y loco
Me lo sembré en el alma para quererte a tí.
No se si te amé mucho... No se si te amé poco,
Pero si sé que nunca volvere a amar así."
Bellos, románticos y muy musicales, los poemas que nos dejas de José Ángel Bueso, Maria, gracias.
Un abrazo.
Pedro
Francisco Rodríguez Marín(Osuna, 1855 - Madrid, 1943)
Literato y erudito español. Se doctoró en Derecho y se licenció en Filosofía y Letras; sucedió a Menéndez Pelayo en la dirección de la Biblioteca Nacional. Desde su juventud cultivó el periodismo bajo el seudónimo de "El bachiller Francisco de Osuna". Compuso madrigales y sonetos. Infatigable folklorista, recogió cuentos, cantares y refranes populares, con los que llenó numerosos volúmenes. Divulgó la obra de Espinosa, de Barahona de Soto, de Baltasar de Alcázar y de otros clásicos menores, de los que descubrió y publicó muchas composiciones hasta entonces inéditas y desconocida.
Pero su obra más estimada es sin duda la que resultó de su devota y minuciosa dedicación a Cervantes; sus ediciones del Quijote, profusamente anotadas, son valiosísimas; publicó asimismo más de un centenar de documentos relativos a este autor, descubiertos por él. El estilo de Rodríguez Marín es ameno y castizo, a menudo arcaizante; se trata de un escritor insobornablemente andaluz.
Entre sus obras cabe mencionar Madrigales (1901), Rinconete (1905), La ilustre fregona (1917), El casamiento engañoso (1918), Cantos populares españoles (5 vols. 1882-83), 12.000 refranes (1926), 12.600 refranes más (1930), El Loaysa de "El celoso extremeño" (1909 y 1917), etc. Fue académico de la Lengua, cuya institución presidía a su muerte.
Anhelos
Agua quisiera ser, luz y alma mía,
que con su transparencia te brindara;
porque tu dulce boca me gustara,
no apagara tu sed, la encendería.
Viento quisiera ser; en noche umbría
callado hasta tu lecho penetrara,
y aspirar por tus labios me dejara,
y mi vida en la tuya infundiría.
Fuego quisiera ser para abrasarte
en un volcán de amor. ¡Oh, estatua inerte,
sorda a las quejas de quien supo amarte!
Y después para siempre poseerte,
tierra quisiera ser y disputarte
celoso a la codicia de la muerte.
Francisco Rodríguez Marín
.
Maria Lua- Administrador-Moderador
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- Mensaje n°148
Re: Poemas de Amor
Agua quisiera ser, luz y alma mía,
que con su transparencia te brindara;
porque tu dulce boca me gustara,
no apagara tu sed, la encendería.
Bello ese soneto de amor
de Francisco Rodríguez Marín,
con los cuatro elementos...
Gracias, amigo Pedro,
por compartirlo
Besos
Maria Lua
que con su transparencia te brindara;
porque tu dulce boca me gustara,
no apagara tu sed, la encendería.
Bello ese soneto de amor
de Francisco Rodríguez Marín,
con los cuatro elementos...
Gracias, amigo Pedro,
por compartirlo
Besos
Maria Lua
_________________
"Ser como un verso volando
o un ciego soñando
y en ese vuelo y en ese sueño
compartir contigo sol y luna,
siendo guardián en tu cielo
y tren de tus ilusiones."
(Hánjel)
o un ciego soñando
y en ese vuelo y en ese sueño
compartir contigo sol y luna,
siendo guardián en tu cielo
y tren de tus ilusiones."
(Hánjel)
Maria Lua- Administrador-Moderador
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- Mensaje n°149
Re: Poemas de Amor
JAVIER DEL GRANADO
(1913-1996)
Poeta, hijo de Félix A. del Granado, nació en Cochabamba, Bolivia, el 27 de febrero de 1913 y falleció en esa misma ciudad en 1996. Realizó sus estudios básicos en Cochabamba: Casi toda su juventud la pasó en su propiedad agraria de Colpa, Arani. Presidió la Sociedad de Escritores y Artistas de su ciudad natal de 1947 a 1954. Fue Mantenedor de los Juegos Florales en 1946; a partir de los Juegos Florales de La Paz, 1943, Javier del Granado fue laureado en varios certámenes de esa índole, habiendo recibido la Flor Natural, el Laurel de Oro y la Banda del Gay Saber, hasta 1950, siendo galardonado con el título de Maestro del Gay Saber. Asimismo recibió otras distinciones internacionales, como el "Cesar Vallejo", de Lima; el "Rubén Darío", de Buenos Aires; al igual que la Medalla al Poeta Continental y una Corona de Laureles de Oro, que le otorgó en 1965 y 1966 la Organización Mundial de Poetas Laureados, con sede en Manila (Filipinas); en tal virtud, el Gobierno del General Barrientos le impuso la Corona de Laurel de Oro, en 1965. Fue Miembro de Número de la Academia Boliviana de la Lengua.
Sus principales obras son: Rosas Pálidas (1939), poemas; Canciones de la Tierra (1945), poemas; Cochabamba (1959), poemas; Evocación del Valle, (1964), poemas; La Parábola del Águila (1967), poemas; Antología Poética de la Flor Natural (1970), antología de los poetas laureados; Romance del Valle Nuestro (1972), poemas; Del Crepúsculo y el Alba (1973), poemas; Vuelo de Azores (1978), poemas; y Cantares (1989), poemas.
ROMANCE DE LA NIÑA AUSENTE
Fue en esta tierra valluna,
cantar de sol y payhuaro,
que desgrané mis romances
al pie del Ande nevado,
cuando surgió en mi camino,
sobre los surcos preñados,
aquella Niña de ensueños,
¡aurora y flor de mi pago!,
que deslumbró mis pupilas
y puso miel en mis labios,
embelleciendo mi vida
como un paisaje serrano.
Por ella me hice poeta,
y amé en sus ojos sombreados,
la lumbre de las auroras
y el vuelo azul de los astros,
que cantan al Ser Supremo,
bajo el fanal del espacio.
Fue nuestro amor un idilio
de tierra ardiente y riacho,
que floreció en el arrullo
de los hulinchos montanos,
cuando mis manos sedientas
de eternidad, destrenzaron
el oro de los trigales,
sobre sus hombros de nardo.
Sentí en su cuerpo de mieses
calor de predio sembrado,
piar de nido en su boca,
amor de madre, en sus brazos,
y acariciando en las lunas
el fruto recién logrado,
canté a mi valle nativo
con voz de gleba y charango.
Canté la agreste belleza
de los paisajes serranos,
la espuma de los torrentes,
la sierra parda y el llano;
la nieve de las montañas
y el latigazo del rayo
que incendia los horizontes
en fulgurar de topacios.
Canté las fiestas aldeanas
y las faenas del agro,
donde los rudos labriegos
encallecieron sus manos,
agavillando en las eras
la mies cuajada de granos,
que salpicó en las quebradas
el trino de los chihuacos.
Canté a las mozas de Colpa
y a los varones de Ciaco,
que medran en los breñales
como las plantas de cacto,
sorbiendo el cielo en sus ojos
y la poesía en sus labios.
Canté la vida del ayllu,
¡himnos de sol y trabajo!
que arracimó las estrellas
en el clarín de los gallos.
Y hundí mis pies en los surcos
como las raíces de un tacko,
para absorber en su médula
el alma del pueblo indiano,
que floreció en el ramaje
de las cantutas del Lago.
En fin, canté los crepúsculos,
el cielo azul, el regato,
la lumbre de la encañada
y el canto en flor de los pájaros;
porque en mis venas bullía
la sangre de mi terrazgo,
y el madrigal de ternura
que me brindaron los labios
de aquella Niña de ensueños,
¡aurora y flor de mi pago!
Pero no quiso el destino
que continuase cantando,
y vi quebrarse su imagen
en el cristal del remanso.
La vida se me hizo triste,
sentí el vacío en mis brazos,
dolor de ausencia en mis ojos,
sabor de hiel en mis labios.
Y anonadado y doliente
quedó mi ser meditando
en las miserias del hombre,
¡polvo de luz y de átomo!
que hizo inmortal el espíritu,
en el dolor del arcano.
La larva del pensamiento
rasgó el capullo en mi cráneo
y abrió sus alas de angustia
sobre el idílico tálamo,
donde ya nunca la amada
me estrecharía en sus brazos,
acariciando mi frente
donde los sueños nidaron.
¡Ay!, qué recuerdos evoca
la vieja casa del rancho,
donde mi vida fue un sueño
desvanecido en sus manos,
y el canto de las alondras
segó su nombre en mis labios.
Y desde entonces, sin rumbo,
sin fe, ni amor, por los campos,
huyendo voy de mí mismo
como una sombra sin llanto.
http://www.los-poetas.com/f/gran1.htm#ROMANCE DE LA NIÑA AUSENTE
(1913-1996)
Poeta, hijo de Félix A. del Granado, nació en Cochabamba, Bolivia, el 27 de febrero de 1913 y falleció en esa misma ciudad en 1996. Realizó sus estudios básicos en Cochabamba: Casi toda su juventud la pasó en su propiedad agraria de Colpa, Arani. Presidió la Sociedad de Escritores y Artistas de su ciudad natal de 1947 a 1954. Fue Mantenedor de los Juegos Florales en 1946; a partir de los Juegos Florales de La Paz, 1943, Javier del Granado fue laureado en varios certámenes de esa índole, habiendo recibido la Flor Natural, el Laurel de Oro y la Banda del Gay Saber, hasta 1950, siendo galardonado con el título de Maestro del Gay Saber. Asimismo recibió otras distinciones internacionales, como el "Cesar Vallejo", de Lima; el "Rubén Darío", de Buenos Aires; al igual que la Medalla al Poeta Continental y una Corona de Laureles de Oro, que le otorgó en 1965 y 1966 la Organización Mundial de Poetas Laureados, con sede en Manila (Filipinas); en tal virtud, el Gobierno del General Barrientos le impuso la Corona de Laurel de Oro, en 1965. Fue Miembro de Número de la Academia Boliviana de la Lengua.
Sus principales obras son: Rosas Pálidas (1939), poemas; Canciones de la Tierra (1945), poemas; Cochabamba (1959), poemas; Evocación del Valle, (1964), poemas; La Parábola del Águila (1967), poemas; Antología Poética de la Flor Natural (1970), antología de los poetas laureados; Romance del Valle Nuestro (1972), poemas; Del Crepúsculo y el Alba (1973), poemas; Vuelo de Azores (1978), poemas; y Cantares (1989), poemas.
ROMANCE DE LA NIÑA AUSENTE
Fue en esta tierra valluna,
cantar de sol y payhuaro,
que desgrané mis romances
al pie del Ande nevado,
cuando surgió en mi camino,
sobre los surcos preñados,
aquella Niña de ensueños,
¡aurora y flor de mi pago!,
que deslumbró mis pupilas
y puso miel en mis labios,
embelleciendo mi vida
como un paisaje serrano.
Por ella me hice poeta,
y amé en sus ojos sombreados,
la lumbre de las auroras
y el vuelo azul de los astros,
que cantan al Ser Supremo,
bajo el fanal del espacio.
Fue nuestro amor un idilio
de tierra ardiente y riacho,
que floreció en el arrullo
de los hulinchos montanos,
cuando mis manos sedientas
de eternidad, destrenzaron
el oro de los trigales,
sobre sus hombros de nardo.
Sentí en su cuerpo de mieses
calor de predio sembrado,
piar de nido en su boca,
amor de madre, en sus brazos,
y acariciando en las lunas
el fruto recién logrado,
canté a mi valle nativo
con voz de gleba y charango.
Canté la agreste belleza
de los paisajes serranos,
la espuma de los torrentes,
la sierra parda y el llano;
la nieve de las montañas
y el latigazo del rayo
que incendia los horizontes
en fulgurar de topacios.
Canté las fiestas aldeanas
y las faenas del agro,
donde los rudos labriegos
encallecieron sus manos,
agavillando en las eras
la mies cuajada de granos,
que salpicó en las quebradas
el trino de los chihuacos.
Canté a las mozas de Colpa
y a los varones de Ciaco,
que medran en los breñales
como las plantas de cacto,
sorbiendo el cielo en sus ojos
y la poesía en sus labios.
Canté la vida del ayllu,
¡himnos de sol y trabajo!
que arracimó las estrellas
en el clarín de los gallos.
Y hundí mis pies en los surcos
como las raíces de un tacko,
para absorber en su médula
el alma del pueblo indiano,
que floreció en el ramaje
de las cantutas del Lago.
En fin, canté los crepúsculos,
el cielo azul, el regato,
la lumbre de la encañada
y el canto en flor de los pájaros;
porque en mis venas bullía
la sangre de mi terrazgo,
y el madrigal de ternura
que me brindaron los labios
de aquella Niña de ensueños,
¡aurora y flor de mi pago!
Pero no quiso el destino
que continuase cantando,
y vi quebrarse su imagen
en el cristal del remanso.
La vida se me hizo triste,
sentí el vacío en mis brazos,
dolor de ausencia en mis ojos,
sabor de hiel en mis labios.
Y anonadado y doliente
quedó mi ser meditando
en las miserias del hombre,
¡polvo de luz y de átomo!
que hizo inmortal el espíritu,
en el dolor del arcano.
La larva del pensamiento
rasgó el capullo en mi cráneo
y abrió sus alas de angustia
sobre el idílico tálamo,
donde ya nunca la amada
me estrecharía en sus brazos,
acariciando mi frente
donde los sueños nidaron.
¡Ay!, qué recuerdos evoca
la vieja casa del rancho,
donde mi vida fue un sueño
desvanecido en sus manos,
y el canto de las alondras
segó su nombre en mis labios.
Y desde entonces, sin rumbo,
sin fe, ni amor, por los campos,
huyendo voy de mí mismo
como una sombra sin llanto.
http://www.los-poetas.com/f/gran1.htm#ROMANCE DE LA NIÑA AUSENTE
_________________
"Ser como un verso volando
o un ciego soñando
y en ese vuelo y en ese sueño
compartir contigo sol y luna,
siendo guardián en tu cielo
y tren de tus ilusiones."
(Hánjel)
o un ciego soñando
y en ese vuelo y en ese sueño
compartir contigo sol y luna,
siendo guardián en tu cielo
y tren de tus ilusiones."
(Hánjel)
Samara Acosta- Cantidad de envíos : 3489
Fecha de inscripción : 10/01/2011
Localización : Madrid
- Mensaje n°150
Re: Poemas de Amor
Gracias a todos por compartir como no sé escribir poemas, colaboro con lo que puedo.
Carilda Oliver Labra
Poeta cubana nacida en Matanzas en 1924.
Estudió Derecho en la Universidad de La Habana ejerciendo la profesión en su ciudad natal, donde además
dictó cursos de dibujo, pintura y escultura.
Es una de las más sobresalientes poetisas de hispanoamérica, ganadora de importantes premios literarios:
Premio Nacional de Poesía en 1950, Primer Premio y Flor natural en el Certamen Nacional, ganadora del Certamen
Hispanoamericano organizado por el Ateneo Americano de Washington para conmemorar el tricentenario del
nacimiento de Sor Juana Inés de la Cruz, Premio Nacional de Literatura en 1997 y Premio Internacional José de
Vasconcelos en el año 2002.
Entre sus obras se destacan: «Al sur de mi garganta» en 1949, «Memoria de la fiebre» en 1958, «Versos de amor»
en 1963, «La ceiba me dijo tú» en 1979, «Desaparece el polvo» en 1983, «Calzada de Tirry 81» en 1987, «Se me ha
perdido un hombre» en 1993 y «Libreta de la recién casada» en 1998
Discurso de Eva
Hoy te saludo brutalmente:
con un golpe de tos
o una patada.
¿Dónde te metes,
a dónde huyes con tu caja loca
de corazones,
con el reguero de pólvora que tienes?
¿Dónde vives:
en la fosa en que caen todos los sueños
o en esa telaraña donde cuelgan
los huérfanos de padre?
Te extraño,
¿sabes?
como a mí misma
o a los milagros que no pasan.
Te extraño,
¿sabes?
Quisiera persuadirte no sé de qué alegría,
de qué cosa imprudente.
¿Cuándo vas a venir?
Tengo una prisa por jugar a nada,
por decirte: «mi vida»
y que los truenos nos humillen
y las naranjas palidezcan en tu mano.
Tengo unas ganas locas de mirarte al fondo
y hallar velos
y humo,
que, al fin, parece en llama.
De verdad que te quiero,
pero inocentemente,
como la bruja clara donde pienso.
De verdad que no te quiero,
pero inocentemente,
como el ángel embaucado que soy.
Te quiero,
no te quiero.
Sortearemos estas palabras
y una que triunfe será la mentirosa.
Amor...
( ¿Qué digo? estoy equivocada,
aquí quise decir que ya te odio. )
¿Por qué no vienes?
¿Cómo es posible
que me dejes pasar sin compromiso con el fuego?
¿Cómo es posible que seas austral
y paranoico
y renuncies a mí?
Estarás leyendo los periódicos
o cruzando
por la muerte
y la vida.
Estarás con tus problemas de acústica y de ingle,
inerte,
desgraciado,
entreteniéndote en una aspiración del luto.
Y yo que te deshielo,
que te insulto,
que te traigo un jacinto desplomado;
yo que te apruebo la melancolía;
yo que te convoco
a las sales del cielo,
yo que te zurzo:
¿qué?
¿Cuándo vas a matarme a salivazos,
héroe?
¿Cuándo vas a molerme otra vez bajo la lluvia?
¿Cuándo?
¿Cuándo vas a llamarme pajarito
y puta?
¿Cuándo vas a maldecirme?
¿Cuándo?
Mira que pasa el tiempo,
el tiempo,
el tiempo,
y ya no se me aparecen ni los duendes,
y ya no entiendo los paraguas,
y cada vez soy más sincera,
augusta...
Si te demoras,
si se te hace un nudo y no me encuentras,
vas a quedarte ciego;
si no vuelves ahora: infame, imbécil, torpe, idiota,
voy a llamarme nunca.
Ayer soñé que mientras nos besábamos
había sonado un tiro
y que ninguno de los dos soltamos la esperanza.
Este es un amor
de nadie;
lo encontramos perdido,
náufrago,
en la calle.
Entre tú y yo lo recogimos para ampararlo.
Por eso, cuando nos mordemos,
de noche,
tengo como un miedo de madre a quien dejaste sola.
Pero no importa,
bésame,
otra vez y otra vez
para encontrarme.
Ajústate a mi cintura,
vuelve;
sé mi animal,
muéveme.
Destilaré la vida que me sobra,
los niños condenados.
Dormiremos como homicidas que se salvan
atados por una flor incomparable.
Ya la mañana siguiente cuando cante el gallo
seremos la naturaleza
y me pareceré a tus hijos en la cama.
Vuelve, vuelve.
Atraviésame a rayos.
Hazme otra vez una llave turca.
Pondremos el tocadiscos para siempre.
Ven con tu nuca de infiel,
con tu pedrada.
Júrame que no estoy muerta.
Te prometo, amor mío, la manzana.
Carilda Oliver Labra
Poeta cubana nacida en Matanzas en 1924.
Estudió Derecho en la Universidad de La Habana ejerciendo la profesión en su ciudad natal, donde además
dictó cursos de dibujo, pintura y escultura.
Es una de las más sobresalientes poetisas de hispanoamérica, ganadora de importantes premios literarios:
Premio Nacional de Poesía en 1950, Primer Premio y Flor natural en el Certamen Nacional, ganadora del Certamen
Hispanoamericano organizado por el Ateneo Americano de Washington para conmemorar el tricentenario del
nacimiento de Sor Juana Inés de la Cruz, Premio Nacional de Literatura en 1997 y Premio Internacional José de
Vasconcelos en el año 2002.
Entre sus obras se destacan: «Al sur de mi garganta» en 1949, «Memoria de la fiebre» en 1958, «Versos de amor»
en 1963, «La ceiba me dijo tú» en 1979, «Desaparece el polvo» en 1983, «Calzada de Tirry 81» en 1987, «Se me ha
perdido un hombre» en 1993 y «Libreta de la recién casada» en 1998
Discurso de Eva
Hoy te saludo brutalmente:
con un golpe de tos
o una patada.
¿Dónde te metes,
a dónde huyes con tu caja loca
de corazones,
con el reguero de pólvora que tienes?
¿Dónde vives:
en la fosa en que caen todos los sueños
o en esa telaraña donde cuelgan
los huérfanos de padre?
Te extraño,
¿sabes?
como a mí misma
o a los milagros que no pasan.
Te extraño,
¿sabes?
Quisiera persuadirte no sé de qué alegría,
de qué cosa imprudente.
¿Cuándo vas a venir?
Tengo una prisa por jugar a nada,
por decirte: «mi vida»
y que los truenos nos humillen
y las naranjas palidezcan en tu mano.
Tengo unas ganas locas de mirarte al fondo
y hallar velos
y humo,
que, al fin, parece en llama.
De verdad que te quiero,
pero inocentemente,
como la bruja clara donde pienso.
De verdad que no te quiero,
pero inocentemente,
como el ángel embaucado que soy.
Te quiero,
no te quiero.
Sortearemos estas palabras
y una que triunfe será la mentirosa.
Amor...
( ¿Qué digo? estoy equivocada,
aquí quise decir que ya te odio. )
¿Por qué no vienes?
¿Cómo es posible
que me dejes pasar sin compromiso con el fuego?
¿Cómo es posible que seas austral
y paranoico
y renuncies a mí?
Estarás leyendo los periódicos
o cruzando
por la muerte
y la vida.
Estarás con tus problemas de acústica y de ingle,
inerte,
desgraciado,
entreteniéndote en una aspiración del luto.
Y yo que te deshielo,
que te insulto,
que te traigo un jacinto desplomado;
yo que te apruebo la melancolía;
yo que te convoco
a las sales del cielo,
yo que te zurzo:
¿qué?
¿Cuándo vas a matarme a salivazos,
héroe?
¿Cuándo vas a molerme otra vez bajo la lluvia?
¿Cuándo?
¿Cuándo vas a llamarme pajarito
y puta?
¿Cuándo vas a maldecirme?
¿Cuándo?
Mira que pasa el tiempo,
el tiempo,
el tiempo,
y ya no se me aparecen ni los duendes,
y ya no entiendo los paraguas,
y cada vez soy más sincera,
augusta...
Si te demoras,
si se te hace un nudo y no me encuentras,
vas a quedarte ciego;
si no vuelves ahora: infame, imbécil, torpe, idiota,
voy a llamarme nunca.
Ayer soñé que mientras nos besábamos
había sonado un tiro
y que ninguno de los dos soltamos la esperanza.
Este es un amor
de nadie;
lo encontramos perdido,
náufrago,
en la calle.
Entre tú y yo lo recogimos para ampararlo.
Por eso, cuando nos mordemos,
de noche,
tengo como un miedo de madre a quien dejaste sola.
Pero no importa,
bésame,
otra vez y otra vez
para encontrarme.
Ajústate a mi cintura,
vuelve;
sé mi animal,
muéveme.
Destilaré la vida que me sobra,
los niños condenados.
Dormiremos como homicidas que se salvan
atados por una flor incomparable.
Ya la mañana siguiente cuando cante el gallo
seremos la naturaleza
y me pareceré a tus hijos en la cama.
Vuelve, vuelve.
Atraviésame a rayos.
Hazme otra vez una llave turca.
Pondremos el tocadiscos para siempre.
Ven con tu nuca de infiel,
con tu pedrada.
Júrame que no estoy muerta.
Te prometo, amor mío, la manzana.
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