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Conservo como oro en paño la correspondencia con mamá y con María. Por entender que muchos de los párrafos que me escribe María son más eficientes para conocer su carácter y forma de pensar que cuanto yo pueda contar al respecto; paso a continuación a transcribir alguno de ellos.
--Carta que desde Lérida me escribe a Cuenca el 18-8-.1935:
“Me alegro que vayas a Misa. Es tu deber de cristiano superior a cualquier otro deber y el cumplimiento de la Ley de Dios además de ser propio de espíritus superiores dignifica a la persona ante sus ojos y ante los de los demás, granjeándose el aprecio y estima juntamente con el respeto de los semejantes.
“Trabaja mucho, se honrado hasta el escrúpulo y siempre, que la razón, que ennoblece, fortifica y nos hace superhombres, impere sobre todo lo que bestializa.
“La confesión y Comunión frecuentes, semanales por lo menos, y alguna plegaria diaria a la Sma. Virgen son fuentes de fuerza.”
--Carta que desde Madrid me escribe a Cuenca el 25-9-1935, en la que anuncia me visitará con la prima Pilarín Mazarico el siguiente sábado, y luego irá a Toledo para ver a la tía María, hermana de papá, y al tío Larrull, su esposo.
--Carta que desde Madrid (Vallehermoso, 77, 1º Dcha.) me escribe al Hospital Militar de Mahón el 30-11-1935:
“... ... ...
“Yo me acuerdo mucho de ti y siempre con la mayor ternura, pues se me antoja que debes encontrarte solo y triste en esas islas. Es un duro sacrificio que la Patria te pide. Llévalo a cabo con la mayor dignidad, alteza de miras y elevado espíritu. Y jamás te consideres solo: bajo el uniforme militar eres ante todo español y la tierra que pisas y el mar que divisas es España, esto es, la patria de tus mayores, la de tus hermanos y la tuya. Hazte fuerte y valiente por ella y fórjate para llegar hasta el heroísmo si necesario fuese, con el más estricto cumplimiento de la disciplina militar y absoluta subordinación de todos los días y de todas las horas. El héroe no se improvisa: se forma poco a poco con la práctica de los pequeños vencimientos, de los cuales resulta en primer término un carácter varonil que en unión del sano optimismo y de la agilidad de espíritu hacen al hombre perfecto.
“Escríbeme una carta muy larga contándome todas las cosas y las penas y alegrías que tengas o hayas tenido, en pago de las veces que te mecí en la cuna y te dormí en mis brazos. Hago la novena de la Inmaculada por ti. El día 8, que es la fiesta de la Purísima, me gustaría que fueses a Comulgar.”
--Carta que desde Madrid me escribe al Regimiento de Artillería 4, en Villa Carlos (Menorca) el 14-1-1936. Envía un programa de oposiciones para profesionales del Derecho, y aunque lacónica en su contenido, no se olvida de recordarme en la posdata y en estilo telegráfico:
“Se bueno, ve a Misa, reza todos los días, se buen soldado”
- -Carta que desde Madrid me escribe a Villa Carlos el 12-3-1936, con motivo de haberle enviado yo dos ejemplares del diario El Bien Público, que publica sendos escritos míos y un ejemplar de La Voz de Menorca que lanza diatribas contra uno de dichos artículos, que se titula ‘Carnaval’:
“Mi queridísimo hermano: Eres muy amable y me has dado mucha alegría con tus escritos en el periódico. Escribes bien, y para la buena causa y esto te da el mayor valor y avalora en dignidad tu acción.
“A mi me gustaría que hubiese menos “carne” en tus escritos y que en vez de ser condena del vicio fuesen un canto al espíritu y a la virtud.- De todos modos esto no puede imponerse, porque ha de venir de dentro para que reine la espontaneidad y sea fluido el lenguaje. Continúo recomendándote lecturas muy escogidas, que han de ser pocas, pero rumiadas. No puede escapar a ningún espíritu selecto la poética sencillez, profundidad filosófica del problema humano, grandeza moral y fuerza divina de los Santos Evangelios y de los Hechos de los Apóstoles y Cartas de San Pablo.- Las confesiones de San Agustín son magníficas y la Historia de las Ideas Estéticas en España, e Historia de los Heterodoxos españoles de Marcelino Menéndez y Pelayo y también las obras de Donoso Cortés son muy importantes. No leas literatura barata ni ideas mediocres, ni autores poco formados, pues además de perder el tiempo harán daño a tu estilo y a tu pensamiento. Hemos de procurar algo “nuestro” característico, de gran nivel y con toda la fuerza de un espíritu superior en el verdadero sentido de la palabra, pero para esto es necesario leer a los maestros del pensamiento, rumiar y aplicar. Es necesario elevarnos moralmente a nosotros mismos y practicar con toda seriedad nuestra religión que es como la palanca que nos tiene siempre en un plano superior.
“No menos que lo leído en los dos nºs. de “El Bien Público” y tal vez más me gustó la réplica del otro periódico, porq. tanto más digno de alabanza serás cuanto más vituperado seas por los malos, siempre que tú no los provoques.
“Y mira, hermanito, si es por ti lo de una vela para Dios y otra para el diablo, apaga esta última que es gastar cera en balde.
“Te quiere mucho tu hermana, María.”
--Carta que desde Madrid (San Bernardo, 1, Pral.-lº) me escribe a Villa Carlos (Menorca) el 27-.4-1936, respecto al escrito “Mi amigo Pérez” publicado en ‘El Bien Público’:
“... ... ...
“También a mi me gustó “Mi amigo Pérez” y tu estilo me parece muy bueno. Huyendo del amaneramiento y buscando la sencillez elegante en el decir, matizada con la luz de pensamientos profundos y con alguno que otro granito de sal, caldeadas las palabras en el espíritu de bondad y haciéndolas instrumentos del Bien, de la Verdad o la Belleza, necesariamente el escrito así logrado interesará a los espíritus selectos.
“Yo creo que Dios Nuestro Señor te ha dado dotes de escritor y que se irán manifestando a medida que vayas ampliando tu cultura. Solo deseo que, pues de Dios lo has recibido, a mayor gloria de Dios y bien de las almas lo emplees. No puedes usarlo en nada más excelente ni otra cosa alguna te satisfará tan íntimamente ni en el tiempo, ni en la eternidad.
“.... ... ...
“... Todo hombre que se sienta con dignidad y aprecio de si mismo lo primero que ha de procurar es realizar en si el “comerás el pan con el sudor de tu frente” mandato divino al género humano. La actividad, diligencia, fuerza de voluntad y vida disciplinada a un plan de trabajo constante y serio, son los tesoros del joven fuerte, superior, magnánimo y vencedor de la lucha cotidiana. Te quiero Señor de ti mismo. Hombre que tiene metido en su puño su querer y su sentir. Así lo deseo para tu bien.”
Hay una serie de cartas desde Barcelona (Almogávares, 14, 1º-2ª) que me escribe durante el periodo comprendido entre septiembre de 1936 a los primeros días de enero de 1939, unas en su propio nombre y otras firmadas por papá o mama, y que me dirige a los distintos puntos donde en mi condición de Teniente de Artillería estuve destinado: Estartit, Port de la Selva, ‘11ª Batería , Cañones 10,7, Base 8ª. C.C. 11’, unas al XII Cuerpo de Ejército, otras al XVIII Cuerpo de Ejército, según me encontrase en Albero Bajo, en Bellcaire de Urgell, Liñola o Vallfogona, o en la zona de Gandesa, y también en Sampedor. Son cartas que rebelan gran angustia por el peligro de muerte en que todos nos hallamos, los que estamos en el frente de batalla como los que en retaguardia aguantan el calvario diario de las incursiones aéreas que fustigan a la población civil con sus mortíferas bombas, y donde lo prosaico de la comida que falta en casa y los polvos medicinales para el asma y sobre todo huevos para la dieta que requiere la úlcera de papá, constituye la esencia y meollo de toda esta correspondencia del periodo de guerra. Cierto que su lectura lleva al ánimo la tragedia de un periodo calamitoso, pero su transcripción a estas páginas resulta ociosa por no aportar ninguna de las características que dominan y prevalecen en el ideario de María. Las circunstancias que vivimos en aquel tiempo impedían tajantemente hacer manifestación de cualquier sentimiento que guardase relación con los conceptos: ética, moral, patriotismo y, de modo especial, religión, que para los gobernantes de la zona roja, en cuyo sector estábamos, era tanto como hacer profesión de ‘fascista’ y,. por consiguiente, de enemigo del pueblo, merecedor de las torturas de las checas a las que sin remisión eran condenados tales ‘traidores’. Por su peculiaridad, voy a transcribir la de 4-9-1938 que me escribe a Flix:
“... ... ...
“Ya nos han dicho los soldados que has formado el grupo de Juan Simón. Enterrar a los muertos es una obra de misericordia; un acto de respeto a un semejante y además de ser acto de sentimientos escogidos y de civismo es acto de primera necesidad higiénica.
“Procúrate todos los medios posibles de desinfección y preservación. No estaría de más que comieras la fruta hervida. Es muy fácil de arreglar: se lava bien (se acordaría de sus patatas de Trieste?) -si no se quiere mondar- se corta a trozos y con una poquita de agua se pone a hervir en un recipiente que pueda taparse lo más herméticamente posible. Tarda en cocerse unos 20 minutos aunq. sean melocotones verdes.- Si tenéis un poco de azúcar se pone antes de cocer completamente y si no se tiene se come sin azúcar (tan perogrullada como las de su hermano, el escribidor) y no está mal. Por la mañana pueden cocerse unos cuantos kilos para todo el día. ¿Estás vacunado? Que el médico te aplique toda clase de medidas profilácticas para evitarte cualquier enfermedad.
El hecho de enterrar a los muertos a que hace mención la anterior carta tuvo lugar en la denominada ‘Batalla del Ebro’. Mi Batería (empleo el posesivo por ser yo quién la mandaba) fue la primera en cruzar el río por un puente de pontones que construyó el Ingeniero de Caminos Belda. Se nos había dado la orden de emplazar las piezas en lo alto de la sierra de Pandols, dirigidas sus bocas amenazadoras contra el pueblo de Gandesa. Como desconocía la situación topográfica, (y, valga decir, no tenía ninguna prisa en enfrentarme al ‘enemigo’) opté por acampar en unos prados, en la margen derecha del Ebro aguas abajo, a la espera de un conocimiento más exhaustivo del terreno. El espectáculo en derredor era dantesco. Por todas partes había cadáveres de soldados ‘nacionales’. Algunos en cuclillas, agazapados, intentando guarecerse de la muerte amenazante e iracunda, otros, respaldados en un árbol, y entre las frías y rígidas manos la carta del ser querido, madre o novia, como nexo entrañable entre almas que se buscan para el último adiós. Ordené a los artilleros cavar fosas para enterrarlos, y sobre ellas clavar una cruz que formábamos con trozos de ramas. Para vencer la resistencia de algún recalcitrante, tuve que argumentar, encubriendo la emblemática representación de un sentir religioso, que la cruz en los enterramientos servía como hito de localización del muerto. Recogí las pertenencias de todos ellos, con ánimo de entregarlos al acabar la guerra a su respectiva familia. Pero mi caritativo intento de devolver los recuerdos póstumos e indicar el lugar donde descansan esos muertos, se frustró con la irreparable pérdida de tan preciosas reliquias.
Al referirme al Ingeniero Belda, me ha venido a la memoria un acontecimiento ocurrido con su hijo Gonzalo, que fue mi Teniente Ayudante. A últimos del mes de marzo de 1938, días antes de iniciarse el enfáticamente llamado ‘repliegue de Huesca’, en el comedor de la fonda de Albero Bajo donde nos hospedábamos todos los oficiales del sector, Gonzalo Belda, ante la presencia de todos los demás, me amenazó con dar parte a la superioridad de mis creencias religiosas, de las que debo confesar nunca me desdije, al punto que, estando al mando de la Batería de Estartit, fui denunciado a la jefatura superior de Defensa de Costas, de rezar el rosario todos los días, cosa por otra parte era completamente incierta, y gracias a Dios la cosa no pasó a mayores. Volviendo a Belda, la discusión entre ambos llegó a tal punto de violencia, que me obligó a amenazarle con el revolver, indicándole que si por esa causa venían a detenerme, el sería la primera víctima. Nada pasó, y aunque me previne de sus acciones, nunca le guardé rencor o malquerencia.
Me consta que la denuncia, en el caso de Estartit a que antes me he referido, fue retirada por un hermano de la actriz Mary Santpere, para que no llegase a conocimiento del comisariato político, en cuyo caso las consecuencias hubieran podido ser fatales. De ahí el gran afecto que siento por la familia Santpere, que no me canso de ponderar.
--Después de tan largo inciso, vuelvo a las cartas de María. Desde Bilbao, a la Prisión L los Escolapios de dicha Capital, el sábado 25 de marzo de 1939, me escribe:
“Queridísimo hermano: Te escribo desde la Capilla de esta prisión de “Los Escolapios”. Llegué el jueves por la noche, a las 12, después de 40 horas de viaje. Ayer viernes fui a verte inmediatamente a Deusto (era el campo de concentración donde estuve retenido hasta pasar a la prisión). El Teniente Coronel Morillo, para el cual llevaba una visita del R.P. Vilariño, me recibió muy bien e inmediatamente te mandó llamar. ¡Qué disgusto tan terrible cuando contestaron que no estabas desde el día de San José! Miró el fichero y vieron que estabas aquí. Vine enseguida y me dijeron que no podía verte. He ido al Sr. Delegado de Prisiones para suplicarle una visita y no está en Bilbao. El Teniente o Capitán Jurídico Sr. D. José María Solá-Morales, sobrino de Dou, el amigo de oficina de papá, me ha prometido verte cuando venga a ver a su primo el Dr. Mir Mas de Sexart que está también en los Escolapios porq. fue Teniente o Capitán del ejército rojo .
“El P.Vilariño y Solá-Morales vieron los certificados y avales que traigo y me dijeron que eran buenísimos y que no pases ninguna pena. Todo es cuestión de paciencia por el gran número de presos q. han de juzgar, pero yo me quedo en Bilbao para activar cuanto pueda tu libertad. Vivo en la calle del General Concha nº 9, entresuelo 2ª, Teléfono 17442. Es una pensión que me han buscado las Madres Reparadoras.
“Ahora mismo me enteraré de si puedo mandarte comida. Procura decirme cuanto necesitas. He traído la manta de viaje de papá y puedo dártela si tienes frió y si no tienes te compraré una colchoneta para dormir.
“Hermano mío. No pierdas la confianza en Dios aunque sufras mucho. Ofréceselo todo a Él. Dios y Patria, han de quedar siempre por encima de todo lo que nos hace sufrir. Esto es una prueba para conocer el temple de nuestra alma. El testimonio de la propia conciencia que sabe que mil veces has expuesto tu vida entre los rojos disparando lejos de los objetivos, reventando cañones y practicando el Socorro Blanco, ha de ser tu fuerza moral juntamente con la confianza en el Sagrado Corazón de Jesús y en la Virgen María. No perdamos tampoco la fe en la justicia de nuestra Patria, que aunque es lenta es segura.
“Te quiere más que nunca y te abraza con el mayor cariño tu hermana - María”
La mención a disparar lejos de los objetivos y reventar los cañones, se refiere a cuando estuve en el Frente del Ebro, que por tener el observatorio en las trincheras de la infantería en primera línea de fuego, además de miedo, que lo padecí en cantidades supersónicas, estaba harto del peligro e incomodidades que sufría, y como sabía que los cañones no toleraban un fuego rápido, encargué que las piezas disparasen a todo ritmo. El Jefe de Grupo, Marcellán, me telefoneó diciendo el peligro que corrían los cañones, y yo le contesté una frase que se hizo célebre en la Batería: ‘Marcellán, no me interrumpas, que me estoy cargando todo un regimiento’ El regimiento, los pobres, eran desvalidos corderos que pacían plácidamente en un descampado a unos seis kilómetros de distancia del emplazamiento de nuestras piezas, y, como es comprensible, los tres cañones que formaban la Batería reventaron uno a uno, lo que, con gran alegría de todos mis artilleros, motivó que fuéramos trasladados a Sampedor, cerca de Manresa, en donde en régimen de vacaciones acabamos la guerra.
--A contar de la anterior carta, estas se producen diariamente hasta el día 10 de abril de 1939, a partir de cuya fecha se espacian uno o dos días, no sé si porque no fueron escritas o porque se me han extraviado. En la larga y prolija carta escrita el 28-3-1939, aprovechando el ángulo izquierdo del papel, escribe:
“Mientras te escribo estoy oyendo la radio. Es magnífico. Dentro de dos días toda España está liberada. Bendito sea Dios por todo, y Viva España y a nuestro Caudillo Franco.”
--Carta que desde Lérida me escribe a Cuenca el 18-8-.1935:
“Me alegro que vayas a Misa. Es tu deber de cristiano superior a cualquier otro deber y el cumplimiento de la Ley de Dios además de ser propio de espíritus superiores dignifica a la persona ante sus ojos y ante los de los demás, granjeándose el aprecio y estima juntamente con el respeto de los semejantes.
“Trabaja mucho, se honrado hasta el escrúpulo y siempre, que la razón, que ennoblece, fortifica y nos hace superhombres, impere sobre todo lo que bestializa.
“La confesión y Comunión frecuentes, semanales por lo menos, y alguna plegaria diaria a la Sma. Virgen son fuentes de fuerza.”
--Carta que desde Madrid me escribe a Cuenca el 25-9-1935, en la que anuncia me visitará con la prima Pilarín Mazarico el siguiente sábado, y luego irá a Toledo para ver a la tía María, hermana de papá, y al tío Larrull, su esposo.
--Carta que desde Madrid (Vallehermoso, 77, 1º Dcha.) me escribe al Hospital Militar de Mahón el 30-11-1935:
“... ... ...
“Yo me acuerdo mucho de ti y siempre con la mayor ternura, pues se me antoja que debes encontrarte solo y triste en esas islas. Es un duro sacrificio que la Patria te pide. Llévalo a cabo con la mayor dignidad, alteza de miras y elevado espíritu. Y jamás te consideres solo: bajo el uniforme militar eres ante todo español y la tierra que pisas y el mar que divisas es España, esto es, la patria de tus mayores, la de tus hermanos y la tuya. Hazte fuerte y valiente por ella y fórjate para llegar hasta el heroísmo si necesario fuese, con el más estricto cumplimiento de la disciplina militar y absoluta subordinación de todos los días y de todas las horas. El héroe no se improvisa: se forma poco a poco con la práctica de los pequeños vencimientos, de los cuales resulta en primer término un carácter varonil que en unión del sano optimismo y de la agilidad de espíritu hacen al hombre perfecto.
“Escríbeme una carta muy larga contándome todas las cosas y las penas y alegrías que tengas o hayas tenido, en pago de las veces que te mecí en la cuna y te dormí en mis brazos. Hago la novena de la Inmaculada por ti. El día 8, que es la fiesta de la Purísima, me gustaría que fueses a Comulgar.”
--Carta que desde Madrid me escribe al Regimiento de Artillería 4, en Villa Carlos (Menorca) el 14-1-1936. Envía un programa de oposiciones para profesionales del Derecho, y aunque lacónica en su contenido, no se olvida de recordarme en la posdata y en estilo telegráfico:
“Se bueno, ve a Misa, reza todos los días, se buen soldado”
- -Carta que desde Madrid me escribe a Villa Carlos el 12-3-1936, con motivo de haberle enviado yo dos ejemplares del diario El Bien Público, que publica sendos escritos míos y un ejemplar de La Voz de Menorca que lanza diatribas contra uno de dichos artículos, que se titula ‘Carnaval’:
“Mi queridísimo hermano: Eres muy amable y me has dado mucha alegría con tus escritos en el periódico. Escribes bien, y para la buena causa y esto te da el mayor valor y avalora en dignidad tu acción.
“A mi me gustaría que hubiese menos “carne” en tus escritos y que en vez de ser condena del vicio fuesen un canto al espíritu y a la virtud.- De todos modos esto no puede imponerse, porque ha de venir de dentro para que reine la espontaneidad y sea fluido el lenguaje. Continúo recomendándote lecturas muy escogidas, que han de ser pocas, pero rumiadas. No puede escapar a ningún espíritu selecto la poética sencillez, profundidad filosófica del problema humano, grandeza moral y fuerza divina de los Santos Evangelios y de los Hechos de los Apóstoles y Cartas de San Pablo.- Las confesiones de San Agustín son magníficas y la Historia de las Ideas Estéticas en España, e Historia de los Heterodoxos españoles de Marcelino Menéndez y Pelayo y también las obras de Donoso Cortés son muy importantes. No leas literatura barata ni ideas mediocres, ni autores poco formados, pues además de perder el tiempo harán daño a tu estilo y a tu pensamiento. Hemos de procurar algo “nuestro” característico, de gran nivel y con toda la fuerza de un espíritu superior en el verdadero sentido de la palabra, pero para esto es necesario leer a los maestros del pensamiento, rumiar y aplicar. Es necesario elevarnos moralmente a nosotros mismos y practicar con toda seriedad nuestra religión que es como la palanca que nos tiene siempre en un plano superior.
“No menos que lo leído en los dos nºs. de “El Bien Público” y tal vez más me gustó la réplica del otro periódico, porq. tanto más digno de alabanza serás cuanto más vituperado seas por los malos, siempre que tú no los provoques.
“Y mira, hermanito, si es por ti lo de una vela para Dios y otra para el diablo, apaga esta última que es gastar cera en balde.
“Te quiere mucho tu hermana, María.”
--Carta que desde Madrid (San Bernardo, 1, Pral.-lº) me escribe a Villa Carlos (Menorca) el 27-.4-1936, respecto al escrito “Mi amigo Pérez” publicado en ‘El Bien Público’:
“... ... ...
“También a mi me gustó “Mi amigo Pérez” y tu estilo me parece muy bueno. Huyendo del amaneramiento y buscando la sencillez elegante en el decir, matizada con la luz de pensamientos profundos y con alguno que otro granito de sal, caldeadas las palabras en el espíritu de bondad y haciéndolas instrumentos del Bien, de la Verdad o la Belleza, necesariamente el escrito así logrado interesará a los espíritus selectos.
“Yo creo que Dios Nuestro Señor te ha dado dotes de escritor y que se irán manifestando a medida que vayas ampliando tu cultura. Solo deseo que, pues de Dios lo has recibido, a mayor gloria de Dios y bien de las almas lo emplees. No puedes usarlo en nada más excelente ni otra cosa alguna te satisfará tan íntimamente ni en el tiempo, ni en la eternidad.
“.... ... ...
“... Todo hombre que se sienta con dignidad y aprecio de si mismo lo primero que ha de procurar es realizar en si el “comerás el pan con el sudor de tu frente” mandato divino al género humano. La actividad, diligencia, fuerza de voluntad y vida disciplinada a un plan de trabajo constante y serio, son los tesoros del joven fuerte, superior, magnánimo y vencedor de la lucha cotidiana. Te quiero Señor de ti mismo. Hombre que tiene metido en su puño su querer y su sentir. Así lo deseo para tu bien.”
Hay una serie de cartas desde Barcelona (Almogávares, 14, 1º-2ª) que me escribe durante el periodo comprendido entre septiembre de 1936 a los primeros días de enero de 1939, unas en su propio nombre y otras firmadas por papá o mama, y que me dirige a los distintos puntos donde en mi condición de Teniente de Artillería estuve destinado: Estartit, Port de la Selva, ‘11ª Batería , Cañones 10,7, Base 8ª. C.C. 11’, unas al XII Cuerpo de Ejército, otras al XVIII Cuerpo de Ejército, según me encontrase en Albero Bajo, en Bellcaire de Urgell, Liñola o Vallfogona, o en la zona de Gandesa, y también en Sampedor. Son cartas que rebelan gran angustia por el peligro de muerte en que todos nos hallamos, los que estamos en el frente de batalla como los que en retaguardia aguantan el calvario diario de las incursiones aéreas que fustigan a la población civil con sus mortíferas bombas, y donde lo prosaico de la comida que falta en casa y los polvos medicinales para el asma y sobre todo huevos para la dieta que requiere la úlcera de papá, constituye la esencia y meollo de toda esta correspondencia del periodo de guerra. Cierto que su lectura lleva al ánimo la tragedia de un periodo calamitoso, pero su transcripción a estas páginas resulta ociosa por no aportar ninguna de las características que dominan y prevalecen en el ideario de María. Las circunstancias que vivimos en aquel tiempo impedían tajantemente hacer manifestación de cualquier sentimiento que guardase relación con los conceptos: ética, moral, patriotismo y, de modo especial, religión, que para los gobernantes de la zona roja, en cuyo sector estábamos, era tanto como hacer profesión de ‘fascista’ y,. por consiguiente, de enemigo del pueblo, merecedor de las torturas de las checas a las que sin remisión eran condenados tales ‘traidores’. Por su peculiaridad, voy a transcribir la de 4-9-1938 que me escribe a Flix:
“... ... ...
“Ya nos han dicho los soldados que has formado el grupo de Juan Simón. Enterrar a los muertos es una obra de misericordia; un acto de respeto a un semejante y además de ser acto de sentimientos escogidos y de civismo es acto de primera necesidad higiénica.
“Procúrate todos los medios posibles de desinfección y preservación. No estaría de más que comieras la fruta hervida. Es muy fácil de arreglar: se lava bien (se acordaría de sus patatas de Trieste?) -si no se quiere mondar- se corta a trozos y con una poquita de agua se pone a hervir en un recipiente que pueda taparse lo más herméticamente posible. Tarda en cocerse unos 20 minutos aunq. sean melocotones verdes.- Si tenéis un poco de azúcar se pone antes de cocer completamente y si no se tiene se come sin azúcar (tan perogrullada como las de su hermano, el escribidor) y no está mal. Por la mañana pueden cocerse unos cuantos kilos para todo el día. ¿Estás vacunado? Que el médico te aplique toda clase de medidas profilácticas para evitarte cualquier enfermedad.
El hecho de enterrar a los muertos a que hace mención la anterior carta tuvo lugar en la denominada ‘Batalla del Ebro’. Mi Batería (empleo el posesivo por ser yo quién la mandaba) fue la primera en cruzar el río por un puente de pontones que construyó el Ingeniero de Caminos Belda. Se nos había dado la orden de emplazar las piezas en lo alto de la sierra de Pandols, dirigidas sus bocas amenazadoras contra el pueblo de Gandesa. Como desconocía la situación topográfica, (y, valga decir, no tenía ninguna prisa en enfrentarme al ‘enemigo’) opté por acampar en unos prados, en la margen derecha del Ebro aguas abajo, a la espera de un conocimiento más exhaustivo del terreno. El espectáculo en derredor era dantesco. Por todas partes había cadáveres de soldados ‘nacionales’. Algunos en cuclillas, agazapados, intentando guarecerse de la muerte amenazante e iracunda, otros, respaldados en un árbol, y entre las frías y rígidas manos la carta del ser querido, madre o novia, como nexo entrañable entre almas que se buscan para el último adiós. Ordené a los artilleros cavar fosas para enterrarlos, y sobre ellas clavar una cruz que formábamos con trozos de ramas. Para vencer la resistencia de algún recalcitrante, tuve que argumentar, encubriendo la emblemática representación de un sentir religioso, que la cruz en los enterramientos servía como hito de localización del muerto. Recogí las pertenencias de todos ellos, con ánimo de entregarlos al acabar la guerra a su respectiva familia. Pero mi caritativo intento de devolver los recuerdos póstumos e indicar el lugar donde descansan esos muertos, se frustró con la irreparable pérdida de tan preciosas reliquias.
Al referirme al Ingeniero Belda, me ha venido a la memoria un acontecimiento ocurrido con su hijo Gonzalo, que fue mi Teniente Ayudante. A últimos del mes de marzo de 1938, días antes de iniciarse el enfáticamente llamado ‘repliegue de Huesca’, en el comedor de la fonda de Albero Bajo donde nos hospedábamos todos los oficiales del sector, Gonzalo Belda, ante la presencia de todos los demás, me amenazó con dar parte a la superioridad de mis creencias religiosas, de las que debo confesar nunca me desdije, al punto que, estando al mando de la Batería de Estartit, fui denunciado a la jefatura superior de Defensa de Costas, de rezar el rosario todos los días, cosa por otra parte era completamente incierta, y gracias a Dios la cosa no pasó a mayores. Volviendo a Belda, la discusión entre ambos llegó a tal punto de violencia, que me obligó a amenazarle con el revolver, indicándole que si por esa causa venían a detenerme, el sería la primera víctima. Nada pasó, y aunque me previne de sus acciones, nunca le guardé rencor o malquerencia.
Me consta que la denuncia, en el caso de Estartit a que antes me he referido, fue retirada por un hermano de la actriz Mary Santpere, para que no llegase a conocimiento del comisariato político, en cuyo caso las consecuencias hubieran podido ser fatales. De ahí el gran afecto que siento por la familia Santpere, que no me canso de ponderar.
--Después de tan largo inciso, vuelvo a las cartas de María. Desde Bilbao, a la Prisión L los Escolapios de dicha Capital, el sábado 25 de marzo de 1939, me escribe:
“Queridísimo hermano: Te escribo desde la Capilla de esta prisión de “Los Escolapios”. Llegué el jueves por la noche, a las 12, después de 40 horas de viaje. Ayer viernes fui a verte inmediatamente a Deusto (era el campo de concentración donde estuve retenido hasta pasar a la prisión). El Teniente Coronel Morillo, para el cual llevaba una visita del R.P. Vilariño, me recibió muy bien e inmediatamente te mandó llamar. ¡Qué disgusto tan terrible cuando contestaron que no estabas desde el día de San José! Miró el fichero y vieron que estabas aquí. Vine enseguida y me dijeron que no podía verte. He ido al Sr. Delegado de Prisiones para suplicarle una visita y no está en Bilbao. El Teniente o Capitán Jurídico Sr. D. José María Solá-Morales, sobrino de Dou, el amigo de oficina de papá, me ha prometido verte cuando venga a ver a su primo el Dr. Mir Mas de Sexart que está también en los Escolapios porq. fue Teniente o Capitán del ejército rojo .
“El P.Vilariño y Solá-Morales vieron los certificados y avales que traigo y me dijeron que eran buenísimos y que no pases ninguna pena. Todo es cuestión de paciencia por el gran número de presos q. han de juzgar, pero yo me quedo en Bilbao para activar cuanto pueda tu libertad. Vivo en la calle del General Concha nº 9, entresuelo 2ª, Teléfono 17442. Es una pensión que me han buscado las Madres Reparadoras.
“Ahora mismo me enteraré de si puedo mandarte comida. Procura decirme cuanto necesitas. He traído la manta de viaje de papá y puedo dártela si tienes frió y si no tienes te compraré una colchoneta para dormir.
“Hermano mío. No pierdas la confianza en Dios aunque sufras mucho. Ofréceselo todo a Él. Dios y Patria, han de quedar siempre por encima de todo lo que nos hace sufrir. Esto es una prueba para conocer el temple de nuestra alma. El testimonio de la propia conciencia que sabe que mil veces has expuesto tu vida entre los rojos disparando lejos de los objetivos, reventando cañones y practicando el Socorro Blanco, ha de ser tu fuerza moral juntamente con la confianza en el Sagrado Corazón de Jesús y en la Virgen María. No perdamos tampoco la fe en la justicia de nuestra Patria, que aunque es lenta es segura.
“Te quiere más que nunca y te abraza con el mayor cariño tu hermana - María”
La mención a disparar lejos de los objetivos y reventar los cañones, se refiere a cuando estuve en el Frente del Ebro, que por tener el observatorio en las trincheras de la infantería en primera línea de fuego, además de miedo, que lo padecí en cantidades supersónicas, estaba harto del peligro e incomodidades que sufría, y como sabía que los cañones no toleraban un fuego rápido, encargué que las piezas disparasen a todo ritmo. El Jefe de Grupo, Marcellán, me telefoneó diciendo el peligro que corrían los cañones, y yo le contesté una frase que se hizo célebre en la Batería: ‘Marcellán, no me interrumpas, que me estoy cargando todo un regimiento’ El regimiento, los pobres, eran desvalidos corderos que pacían plácidamente en un descampado a unos seis kilómetros de distancia del emplazamiento de nuestras piezas, y, como es comprensible, los tres cañones que formaban la Batería reventaron uno a uno, lo que, con gran alegría de todos mis artilleros, motivó que fuéramos trasladados a Sampedor, cerca de Manresa, en donde en régimen de vacaciones acabamos la guerra.
--A contar de la anterior carta, estas se producen diariamente hasta el día 10 de abril de 1939, a partir de cuya fecha se espacian uno o dos días, no sé si porque no fueron escritas o porque se me han extraviado. En la larga y prolija carta escrita el 28-3-1939, aprovechando el ángulo izquierdo del papel, escribe:
“Mientras te escribo estoy oyendo la radio. Es magnífico. Dentro de dos días toda España está liberada. Bendito sea Dios por todo, y Viva España y a nuestro Caudillo Franco.”
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