¡Altar eterno!
¿Es cierto que necesitas un dios
Para sacrificar esta noche,
En holocausto tuyo?
Pues aquí estoy: a ofrendarte voy
Mi Amor y mi Sufrimiento.
Allá estará en pie la danzarina
Que fue esculpida en nuestra más antigua
Ansia.
El cantante modulará mis melopeas
En el oleaje marino.
En esa danza y en ese cantar
Fallecerá un dios omnipotente
Muy dentro de mí.
El dios de mi alma
Que mora tras mi pecho
Busca al dios de mi alma
Que tiene sú morada en el Viento.
Y el humano abismo
Que tantas otras veces ha invadido mi paz
Requiere a gritos, al dios
La Belleza que hemos ansiado,
Desde el comienzo,
Asimismo lo llama.
Y en el momento que lo escuchaba, también medía ese llamamiento.
Y en este momento rindo mis armas.
La belleza es un Camino que lleva
Al yo sacrificado por su propia mano,
Y ahora tañe sus cuerdas;
Listo me encuentro a transitar
Ese camino,
Que se aleja hasta una nueva
Aurora.
EL TERCER DIOS
¡Ha vencido el Amor!
Ya fuere, el Amor, blanca pureza,
O verdor esmeralda, a la vera de un claro lago:
Ya fuere la majestad o la estilizada elegancia,
En las altas torres;
O si se hallara en un paraíso frecuentado
Por la gente,
O en un desierto virgen de huella humana,
El amor es nuestra Divinidad,
Y nuestro Maestro
En todos los instantes.
El amor es como una voluptuosa degustación
Y transitorio deleite del cuerpo;
No es las migajas del deseo, caídas
Por la lucha entre el deseo y el yo.
No, y tampoco es el cuerpo en armas
Contra el Alma;
Pues el amor no entiende de rebeldía;
Pero sin embargo deja el sendero de los destinos antiguos,
Para caminar en dirección del bosque santo,
Y allí cantar y danzar
Las melopeas de sus Arcanos
En el oído del Infinito.
El Amor es como una Juventud
Que ha cortado sus cadenas,
En gallarda virilidad,
Que se ha liberado del cansancio
Y dolor de la tierra;
Una femineidad apasionada,
Abrasada por la santa llama,
Iluminada por la luz de un. Cielo
Que es más claro
Que el nuestro.
El Amor es como una risa lejana y distante
En las honduras de nuestra alma;
El Amor es como una irresistible compulsión
Que te conduce hasta el propio despertar.
El Amor es como una nueva Aurora sobre la Tierra:
Es un Día que no llegan a distinguir
Ni mis o os ni tus ojos;
Pero ha legado a los más santos
Templos de ese Día,
Por intermedio de su enorme alma.
¡Hermanos, hermanos míos!
La doncella llega desde el espíritu
De la Aurora, para encontrarse
Con su amado, que desde el Poniente llega.
Habrá boda en todo el valle
Y un día más grandioso
Que toda su historia.
EL SEGUNDO DIOS
Fue así desde la primera mañana,
He dejado en libertad a la tierra llana
Para que fuera a las montañas y valles
Y de esa manera será hasta la marea de la tarde postrera,
El postrer crepúsculo.
Nuestras raíces hicieron reverdecer
Las ramas que en el valle danzan;
Somos los capullos y los perfumes del cantar
Que desborda lo alto.
Lo perenne y lo perecedero
Son dos ríos paralelos que buscan
Continuamente la mar.
En medio de una búsqueda y otra búsqueda
No existe el vacío, sino en el oído.
La Temporalidad educa nuestros oídos
Para mayor seguridad,
Añadiendo aún más a sus ansias.
La voz no se calla en la garganta muerta
Que no duda;
Pero nosotros nos hemos alzado
Por encima de la duda.
El hombre es el hijo más pequeño
De nuestra alma.
El ser humano es una deidad
Que se eleva gravemente
A su propia divinidad.
Entre su sufrimiento y su felicidad
Reposamos, soñando
Nuestras ensoñaciones.
EL PRIMER DIOS
Permite que el cantante module,
Y que la bailarina dance,
Permíteme estar un momento en paz.
Mi espíritu quiere reposar esta noche;
Puede ser que el sueño sea más fuerte que yo.
En mis ensoñaciones construyo un mundo
Mucho más luminoso que éste:
Seres más hermosos que los
Nuestros llegan veladamente
A ocupar mis reflexiones.
EL TERCER DIOS
En este momento me elevo, y me libero
De las fronteras del tiempo y el espacio.
Danzaré en aquella huerta que no ha sido hollada
Por pie de hombre alg uno.
Con los míos, se moverán los pies de la danzarina.
Haré música en el centro de ese elevado mundo.
Quizá alguna humana voz se acoplará a mi voz.
Rebasaremos al horizonte distante,
Quizá nos despertaríamos en la aurora
De un mundo lejano.
Mas el Amor perdura, y nunca se olvidarán
Las marcas de sus dedos.
El santo fuego arde,
Y cada chispa que vuela
Es un sol apagado.
Más nos conviniera,
Más aconsejable sería
Para nuestro gobierno
Encontrar un minúsculo escondrijo
En donde poder dormir nuestra
Terráquea divinidad,
Postergando los inconvenientes del Reinado nuestro
Para el día siguiente,
En aras de ese Amor de la endeble humanidad
FIN
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