POESÍA MÍSTICA Y RELIGIOSA I (Hay un índice de autores en la primera página)

LUÍS PIMENTEL (Cont.)


"ORACION DERRADEIRA

Señor:
Non che pido que camiñes
sobre as augas.
- - - Véñome sentar á túa beira.
As miñas armas
- - - ahí están sobor da área.
Deixar que o mar
- - - as vele...
¡Estóu canso!
Pidoche
- - - que as douradas portas
das lonxanías, as peches.
De alí viñan os meus versos.
Ise paxaro brillante
fatigóu a miña frente.
Que sólo una sombra
seña sobre o mar.
¡Estóu canso!
Que os lirios
- - - do sono
caian riba das miñas pálpebras.
Non me fagas ningunha pregunta:
faríasme
- - - volver a empezar.
Coma cando o viático
por unha rúa pasa,
eu quero ise silencio agora,
ise solitario silencio
que se levaron do Sagrario
e que uns instantes
- - - queda pechado e valeiro.
O mar está quedo,
e na área
as miñas modestas armas
vanse sumindo.
Non quero soñar
coas miñas lonxanías misteriosas.
Alonxa ise paxaro brillante.
¡Qué frescura sinte a miña frente,
- - - apoiada no teu manto"
¡Señor, Señor,
- - - pecha a meu libro pra sempre!" ( Luís Pimentel. Op. Cit.)



"ORACIÓN AL TERMINAR MI IGLESIA

Señor, mis manos están sucias
de tierra, de luna y de sangre.
Hoy he terminado mi obra.
Aún el espacio no ha sido domado:
llora y ruge bajo las bóvedas.
Entre los arcos, no hay el puro silencio,
el silencio que bruñe los cálices.
Tampoco las torres sentaron su cabeza
ni las campanas se llenaron de misterio.
(Cuando todo esté remansado,
diremos la primera misa.)
Sólo sé, Señor, que la distancia del umbral al altar
es la justa: una mirada que llega,
sin desmayar, hasta Ti." ( Luís Pimentel. Op. Cit.)

Cont.

LUÍS PIMENTEL. Cont.

"ORACIÓN PARA QUE NO SE MUERA UN PÁJARO

Señor, ¿por qué un pájaro de cerca puede ser un monstruo?
Lo tengo en mis manos, y tiemblo de miedo.
Es como si fuese mi propio corazón.
Tiemblo, porque puedo matar
esta flor caliente y viva,
hacer que por su boca salgan
todas las mañanitas límpidas.
¿ Por qué un pájaro es cosa siempre nueva para nosotros?
Señor, ¿por qué en nuestras manos palpita el crimen?" ( Luís Pimentel. Op. Cit.)

"ORACIÓN AL POETA MUERTO

Señor, él ya no posee nada.
En las cuatro plazuelas suyas,
cuatro cirios arden,
cuatro ángeles fríos entre el polvo y sus papeles.
Dadle , Señor, tan sólo una hierba
a él, que sacó de debajo de cualquier piedra
maravillosos sueños.
Solamente un tambor enlutado
bate en la noche su silencio;
en las altas noches
que él sostuvo con sus débiles hombros.
Dadle la mísera llama de una bujía
a él, que lo ha dado todo:
la rosa que hizo día y noche con sus dedos.
Tú, Señor, sabes que un poeta no posee nada." ( Luís Pimentel. Op. Cit.)

"ORACIÓN DEL COMISIONISTA

Yo nada puedo ofrecerte, Señor:
Esta maleta llena de lívidos amaneceres de tren,
agua muerta en sábados silenciosos,
mis sueños ahogados en todo su verdor,
palomas fatigadas y auroras sin sangre
en los espejos, en tenebrosos remanso.
Hoy siento crecer en mis dedos una cruz vacía,
o miro encima de los lechos coronas de rosas sordas,
o pájaros muertos en patios dormidos.
Siempre, sobre la almohada, las mismas huellas.
¡Muerte de cuarto de hotel!
¿Quieres mis gafas frías, posadas en el mármol?...
¡Haz, Señor, para sus cristales, un íntimo paisaje!" (Luís Pimentel. Op. Cit.)

Con este poema damos por concluido a este autor. Pasaremos a otros todavía menos conocidos..

Luís Pimentel y Juana de Ibarbourou son de finales del siglo XIX. Hasta bien entrado el s. XX.  Me he venido hacía atrás - principio del s. XIX- y, ¡madre mía, vaya una caja de Pandora...! ( que se transformaría  en impresionante caleidoscopio si retrocediésemos unos pocos años) : PADRE JUAN AROLAS; JUAN EUGENIO DE HARTSENBUSCH;
VENTURA DE LA VEGA (*); PATRICIO DE LA ESCOSURA; MIGUEL DE CABANYES; JOSÉ DE ESPRONCEDA(***); JOSE BATRES; NICOMEDES PASTOR DIAZ(*); ANTONIO GARCÍA GUTIERREZ;  JOSÉ JACINTO MILANÉS; GERTRUDIS GOMEZ DE AVELLANEDA(*); SALVADOR BERMÚDEZ DE CASTRO;  ENRIQUE GIL Y CARRASCO; JUAN MARTÍNEZ VILLERGAS; GABRIEL GARCÍA TASSARA; JOSÉ ZORRILLA(***); PABLO PIPEFERRER; VENTURA RUÍZ AGUILERA(*); MARÍA JOSEFA MUJÍA... Multiplicad por 10 o por 20... y os daréis cuenta que la nómina citada no es jactanciosa:

- Marcados con (***), los autores que he leído ( ¿ y quién no ha leído a Zorrilla y Espronceda...?
- Marcados con (**), autores de los que he oído hablar más o menos profundamente ( pero que no he leído). Ninguno.
- Marcados con (*), autores de los que he oído hablar remotamente, pero muy remotamente.
- Sin marcar : no tenía de ellos "ni pijotera idea" - perdonar la expresión.
Mi ignorancia, por tanto, es sublime.

He escogido uno de los autores de los que nunca había oído hablar. Me ha parecido interesante. Y empezaré con él, aunque hoy no voy a tener mucho tiempo - celebramos el cumple de mi nieta Eva- . Adelanto, no obstante, que se trata de  GABRIEL GARCÍA TASSARA. Hay cosas muy interesantes. Luego seguiré buscando de los otros autores de este siglo.

GABRIEL GARCÍA TASSARA.-

Ya expondré algo sobre su biografía. Unas consideraciones, sin embargo, antes de comenzar a exponer sus poemas, 4 0 5. Estos están sacados de dos libros. El primero de ellos, sobre el que ya insinué algo, y que me está sirviendo de base - conjuntamente con otro ("Dios en la poesía actual") - no sé de quién es. Sé que es una antología de poesía hispano-americana de todos los tiempos hasta el siglo pasado. No es de temas religiosos; aunque estos son profusos. Y la cantidad de autores que aparecen en ella increíble. Sospecho que debe ser de principio de los años 40. Pero no lo puedo asegurar. En este libro aparece un sólo poema del autor que mencionamos, Gabriel García Tassara. El segundo libro de donde he obtenido los poemas  es  "POESIAS DE TASSARA" (Poemas recogido por el autor) MADRID. Imprenta y estenotipia de M. Rivadeneyra. Calle Duque de Osuna, 3. 1872.
Hago referencia a este último trabajo porque voy a intentar respetar la ORTOGRAFÍA DE AQUELLA ÉPOCA. Es posible que llame bastante la atención, pero creo que es lo que corresponde. El sentido de los poemas no cambia.
Gracias.

GABRIEL GARCÍA TASSARA.-

"DIOS

Mírale, Albano, y niégale. Es Dios, el Dios del mundo,
Es Dios, el Dios del hombre. Del cielo hasta el profundo
Por medio de los cielos deslízase veloz.
Mírale en ese carro de arrebatadas nubes:
Mírale entre esos grupos de espléndidos querubes:
Oye en el són del trueno su omnipotente voz.
¿Adónde va? ¿Qué dice? Como le ves ahora,
De la creación atónita en la suprema hora
Precipitando mundos bajo sus piés vendrá
Al aquilon postrero que aguarda en el abismo,
Tal vez le está diciendo en este instante mismo:
"Levántate", y mañana tierra no será.

¡Ah, miserable el hombre que dice que no existe!
¡Desventurado el alma que á esta visión resiste,
Y no levanta al cielo los ojos y la voz.
¡Señor! ¡Señor! te escucho. ¡Señor! ¡Señor! te veo.
¡Oh tú, Dios del creyente! ¡Oh tú, Dios del ateo!
Aquí tienes mi alma... Tómala...Tú eres Dios". ( Gabriel García Tassara. "Poesías de Tassara".)

(Insisto en las diferencias de ortografía con la época actual.)

GABRIEL GARCÍA Y TASSARA ( 1817 - 1875.)

"HIMNO AL MESIAS

Baja otra vez al mundo,
¡baja otra vez, Mesías!
De nuevo son los días
de tu alta vocación:
y en tu dolor profundo
la humanidad entera
el nuevo oriente espera
de un sol de redención.

Corrieron veinte edades
desde el supremo día
que en esa cruz te vía
morir Jerusalén:
y nuevas tempestades
surgieron y bramaron,
de aquellas que asolaron
el primitivo Edén.

De aquellas que le ocultan
al hombre su camino
con ciego torbellino
de culpa y expiación;
de aquellas que sepultan
en hondos cautiverios
cadáveres de imperios
que fueron y no son.

Sereno está en la esfera
el sol del firmamento:
la tierra en su cimiento
inconmovible está;
la blanca primavera,
con su gentil abrazo,
fecunda el gran regazo
que flor y fruto da.

Mas, ¡ay!, que de las almas
el sol yace eclipsado;
mas, ¡ay!, que ha vacilado
el polo de la fe;
mas, ¡ay!, que y tus palmas
se vuelven al desierto;
no crecen, no, en el huerto
del que tu pueblo fué.

Tiniebla es ya la Europa:
ella agotó la ciencia,
maldijo su creencia,
se apacentó con hiel;
y rota ya la copa
en que su fe bebía,
se alzaba y te decía:
¡Señor!, yo soy Luzbel.

Mas, ¡ay!, que contra el cielo
no tiene el hombre rayo,
y en súbito desmayo
cayó de ayer a hoy;
y en son de desconsuelo
y en llanto de impotencia,
hoy clama en tu presencia:
Señor, tu pueblo soy.

No es , no, la Roma atea
que entre aras derrocadas
despide a carcajadas
los dioses que se van:
es la que, humilde rea,
baja a las catacumbas,
y palpa entre las tumbas
los tiempos que vendrán.

Todo, Señor, diciendo
está los grandes días
de luto y agonías,
de muerte y orfandad;
que, del pecado horrendo
envuelta en el sudario,
pasa por un Calvario
la ciega humanidad.

Baja, ¡oh, Señor!, no en vano
siglos y siglos vuelan;
los siglos nos revelan
con misteriosa luz
el infinito arcano
y la virtud que encierra,
trono de cielo y tierra,
tu sacrosanta cruz.

Toda la historia humana,
¡Señor!, está en tu nombre:
tú fuiste Dios del hombre,
Dios de la humanidad.
Tu sangre soberana
es su Calvario eterno;
tu triunfo del infierno
es su inmortalidad.

¿Quién dijo, Dios clemente
que tú no volverías,
y a horribles gemonías,
y a eterna perdición,
condena a esta doliente
raza del ser humano
que espera de tu mano
su nueva salvación?

Sí, tú vendrás. Vencidos
están con nuevo ejemplo
los que del santo templo
apartan a tu grey.
Vendrás, y confundidos
caerán con los ateos
los nuevos fariseos
de la caduca ley.

¿Quién sabe si ahora mismo
entre alaridos tantos
de tus profetas santos
la voz no suena ya?
Ven, saca del abismo
a un pueblo moribundo:
Luzbel ha vuelto al mundo,
y Dios, ¿no volverá?

¡Señor! En tus juicios
la comprensión se abisma;
más es siempre la misma
del Gólgota la voz.
Fatídicos auspicios
resonarán en vano;
no es el destino humano
la humanidad sin Dios.

Ya pasarán los siglos
de la tremenda prueba:
¡ya nacerás, luz nueva
de la futura edad!
Ya huiréis, ¡negros vestigios
de los antiguos días!
Ya volverás, ¡Mesías!,
en gloria y majestad." ( Gabriel García Tassara. De la Antología que no tiene nombre. Págs.- 317-318.)

GABRIEL GARCÍA Y TASSARA. (Resumen biográfico)

Poeta y diplomático español nacido el 19/07/1817 en Sevilla y fallecido en Madrid, el 14/02/1875. Llegó a ser Ministro Plenipotenciario en EEUU. Autor de corte romántico, muy influido por ESPRONCEDA, aunque , a veces , con un contenido satírico con el que se sitúa como precedente a CAMPOAMOR.
En sus poesías, reunidas por el propio autor -referencia ya facilitada antes - trata de todas los temas: hombre, naturaleza, divinidad. Su clasicismo formal y sus influencias románticas hacen de él un autor interesantes del siglo XIX.
Parece ser que mantuvo relaciones con otra gran poeta de la época, GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA, con la que, al parecer, tuvo una hija -fallecida a los pocos meses- nunca reconocida por el autor.

GABRIEL GARCÍA TASSARA.-

"MEDITACIÓN RELIGIOSA

Yo te adoro, gran Dios. El alma mía,
Como exhalada nube,
En alas de mi ardiente fantasía
Hasta el Empíreo sube.

Sube, y el trono del Querub mi asiento,
Y el cielo es mi morada,
Y contemplo á mis piés el firmamento,
Los mundos y la nada.

Sube, y el rayo de la eterna lumbre
Cual un perfume aspira,
Y reina en la creación y allá en la cumbre
Como un planeta gira.

¿Quién dijo: El mundo se engendró a sí mismo,
Su Dios es el acaso"?
¿Quién, que no halló bajo su pie el abismo
Al avanzar su paso?...

¡Ay! Es verdad: en mi razón la duda
Se apacentó algun dia;
Yo quise ver la realidad desnuda
Del mundo que vivia.

Y en mi estéril razon desencantados
El mundo y su belleza,
Aun confuso tropel de ciegos hados
Di la naturaleza..."

 ( Antes de continuar y por no tener que repetir más : en las estrofas anteriores hay claros ejemplos de lo que ya comenté sobre ortografía: en el texto original van sin tilde "algun"; "dia"; "vivia"; "razon". Estos ejemplos se multiplican a lo largo del extenso poema. He intentado seguir fielmente la obra original. Es más, es posible que la práctica de hoy me gaste una mala jugada y acentúe lo que entonces no estaba acentuado. Espero, por tanto, la disculpas del lector.)

"... ¿Dónde ya la ilusion si la esperanza
Desaparecido habia,
Al fenecer su feliz bonanza
De la creencia el dia ?

Ciego embrion de seres abortados
Por un fatal destino,
Por la muerte en la tumba despeñados
En medio á su camino;

Transformacion sin límites del lado
En que mi planta hundia,
Naciendo todo y pereciendo todo
Allí donde nacia;

Eso fué el mundo para mí: Un abismo,
Y en ese abismo nada:
Yo llevé la impiedad al fanatismo,
La voz del alma ahogada.

¡Perdóname, Señor! Hálito inmundo
Bebiendo de impureza,
Sobre la tumba universal del mundo
Doblé yo mi cabeza.

Y la noche pasó, y el claro dia
Con su luz, con su velo,
Y yo no levanté la frente mia
Para mirar al cielo.

Pero tu voz que en la extensión resuena,
En cántico sonoro,
El alto són que el universo llena
De tus cien arpas de oro;

El eco melancólico que vaga
Por la extension vacia,
Cuando la tarde en Occidente apaga
Con la tiniebla el dia;

Ese acento inmortal que en la mañana,
Cuando el Oriente dora,
Resbala sobre el tálamo de grana
De la naciente aurora;

Esa voz, voz del cielo, de otro mundo
Vago, inmortal sonido,
Volvió, volvió á sonar en lo profundo
Del corazon herido.

Yo te adoré sin sondear tu arcano,
Y sobre el alma mia
Vertió, Señor, tu omnipotente mano
Tu cáliz de ambrosía.

En todas partes ya mi vista asombra
De tu poder la muestra;
Yo contemplo en la luz, buscando en la sombra
El sello de tu diestra.

Del universo en los profundos senos
Tu nombre allí, tu gloria.
Llenos estén de tu grandeza, llenos
Los siglos y la historia.

¡Triste razon! En su mezquino vuelo
Hasta la tumba alcanza;
De la tumba á los ámbitos del cielo
La senda es la esperanza.

Ni es dogma, no, la religion del hombre,
Ó ciencia ó pensamiento:
Si el alma tiene para Dios un nombre,
Dios es un sentimiento.

Esta gran sed del corazon ardiente,
Este afan, este anhelo
De un sér más grande á quien rendir la frente
De un bautismo en el cielo;

El instinto inmortal de un gran destino
Que ignora y que desea,
¿No son, Señor, de tu poder divino
La inapagable idea?

¡Oh sér del sér! Los astros y los mundos
Te cantan y obedecen,
La tempestad, los piélagos profundos
Á tu voz se estremecen.

Tu providencia que el misterio vela
Desde la inmensa altura
Sobre las alas del arcángel vuela
Y encarna en la natura.

Y da la luz el sol con tu mirada
Y al mar los aquilones,
Mueves tu voluntad y la honda nada
Se puebla de creaciones.


¿Adónde, adónde volveré los ojos
¡Oh Dios! que no te vea?
De los mundos que han sido en los despojos
La mano está que crea.

"Dios" en la tumba en que la noche mora
Grabó tu ardiente mano;
"Dios", al mecer la cuna de la aurora,
Exclama el Océano.

"Dios", graba el rey o al encender su lumbre
Del huracan al seno;
"Dios", clama el eco de la ardiente cumbre
Que despedaza el trueno.

De la extensión espléndida en la frente
Está su nombre escrito;
El alma en todas partes y la mente
Encuentran lo infinito.

¡Oh! ¿Qué es el hombre cuando rompe el lazo
Que la une á su alta suerte,
Y de la madre tierra en el regazo
siente latir la muerte?

Yo con la fe del corazon venero
Tu santa omnipotencia;
Yo exclamo: "Dios", y el universo entero
Se inclina en mi presencia.

Solo, gran Sér, como tu gloria es sola,
Doquiera te contemplo;
Tu altar el sol, los astros tu aureola,
La inmensidad tu templo.

Sí: que, aunque nunca la razon comprenda
Que á tí la fe conduce,
Que a los ojos cubiertos con su venda
Un sol eterno luce;

Lo sube el alma y en su luz enciende
La osada fantasía,
Y las tinieblas del misterio hiende
Tras el eterno dia.

Lo sabe, ¡oh Dios!, y a conquistar se lanza
Desde el mezquino suelo,
Exhalada en dulcísima esperanza,
Su altar, su patria, el cielo.

Allá en la inmensidad fulgente ondea
De eternidad la palma:
Bajo su copa que al Eden sombrea
Va a reposar el alma.

Y en el seno de mil eternidades
Blandamente adormida
La alimenta el maná de las deidades
Y hasta la muerte olvida." (GABRIEL GARCÍA TASSARA. "POESÍAS DE TASSARA". Madrid, 1872.)

Con esta extensa meditación doy por concluida la exposición de este desconocido autor. Volveré en unos días. Gracias.

Agradecerte es poco Pascual, por haber seguido este trabajo que comencé tiempo atrás.
Debwría llevar tu niombre, pues es quien lo está llevando a cabo.
Pero cuando esté bien del todo, espero que sea pronto, iré colaborando para que este espacio que tú estás llevando con todo el cariño y dedicación pueda alivianarse algo con mi ayuda.
Te vuelvo a decir gracias y perdón por habr flaqueado.
Un abrazo grande para tí y Jose, me apena no pòder abtrazarlos pronto.
Te admiro mucho Doc, eres especial.

Ana

No tienes nada que agradecer. Lo importante es tu mejoría. Y es lo que deseamos todos. Mientras tanto, pasito a pasito, voy haciendo lo que puedo.
Besos.

NO VOY A PREPARAR NADA HASTA MI REGRESO DE MADRID. ESPERO DISCULPAS

Está claro que esto no es fácil: he colgado dos poemas en la sección de libres ( "Abuelo" y "La palma de la mano"). Su seguimiento y el seguimiento de lo que hacen los compañeros lleva un tiempo importante... Un tiempo que, desgraciadamente, no puedo dedicar ni a esta sección - en la que ahora mismo estoy- ni a POESÍA SOCIAL - DONDE TODAVÍA QUEDA MUCHÍSIMO POR HACER-. Espero que se comprenda. No me voy. Estoy aquí: pero no puedo estar en todas partes. Quiero que la poesía me traiga paz: no que me genere ansiedad.

Gracias.

BOLNUEVO.

JOSÉ ZORRILLA (1817, Valladolid - 1893, Madrid.)

(Para recordar su biografía y su trabajo literario os remito a la Sección de Grandes escritores, al espacio abierto por HELENA, dedicado al autor,  con fecha 11/septiembre/2010. Es justo reconocer que Helena fue, durante el tiempo que permaneció en Aires de Libertad, una de las personas que con más interés y esfuerzo se dedicó a esta sección.)

Voy a poner solamente dos poemas de José Zorrilla. El primero de ellos, llamado LA CATEDRAL , por estar dedicado a la CATEDRAL DE TOLEDO,  que visitamos con nuestro amigo TANO GARCÍA PAGE. Es un bello y extenso poema que pasaré en dos o tres días.

La Catedral de Toledo está consagrada a la Virgen María  en su Asunción. Comienza a construirse en 1227 sobre los cimientos de l catedral VISIGODA del siglo VI, que fue utilizada como MEZQUITA.
Estilo GÓTICO, con una clara influencia francesa: 120 mts. de largo por 60 de ancho. Compuesta por 5 naves sostenidas por 88 columnas y 72 (?) bóvedas.
(A través de la red es posible hacer un recorrido histórico y virtual de la misma muy interesante. Sólo hay que poner CATEDRAL DE TOLEDO.)

"LA CATEDRAL

Ese montón de piedras hacinadas,
Morenas con el sol que se desploma,
Monstruo negro de escamas erizadas,
Que alienta luz y música y aroma;

A quien un pueblo invalido rodea
Con pies de religión, frente de miedo,
Que tan noble lugar mancha y afea,
En catedral de lo que fue Toledo.

Pálida y triste, pobre y abatida,
Llora el favor de los hundidos años;
Reina sin corte, anciana y desvalida,
Por sus hijos robada y los extraños.

Por vestir el espectro de su nada,
Hoy convoca sus hijos a las fiestas,
Celebrando su mal, desesperada,
Con campana, con órganos y orquestas.

Gigante que, muriendo en la llanura
A manos de contrario más valiente,
Con voz tremenda su venganza jura,
Y fuerza y vida en sus palabras miente.

Una tribu elegante y voluptuosa
De otro país de fuentes y de flores,
Los cimientos fundó donde reposa,
Por otro Dios de guerras y de amores.

Y un rey, o más piadoso o más prudente,
Cambiola en templo por sellar su gloria;
Y tal vez dijo al Dios omnipotente:
"Tuyo es el nombre, mía la memoria".

Quedose al fin en templo consagrado
Del sumo Dios bajo el excelso nombre,
Para ser a los tiempos revelado
Como página histórica de un hombre.

Mas apilando el tiempo los despojos
De los mismos valientes que la hicieron,
Vasto sepulcro levantó a sus ojos
Donde un palacio levantar creyeron.

Y hoy, al caer al templo la grandeza,
Muestra el coloso, al expirar su imperio,
Que ha cobijado su mortal corteza
Templo, historia, palacio y cementerio.

I

Con ceño sombrío mira
El Tajo, que a sus pies corre,
Y el despecho que la inspira,
Con las gargantas suspira
De sus campanas la torre.

Que tiene para consuelo
En su abatimiento y mengua,
La frente cerca del cielo,
Y para hablar con el suelo
Trece campanas por lengua.

Con tal gigante armonía
Todo su cuerpo estremece,
Y al oírla se creería
Que crece así su alegría
Cuanto su estrépito crece.

A este clamor tan violento,
Incapaz de tanto ruido,
Vibra fatigado el viento,
Dejando el confuso acento
Por la atmósfera perdido.

Que en su canto desigual
Hay música tan liviana,
Que en su murmullo infernal
Canta y llora y ríe insana
con sus lenguas de metal.

Que ellas pregonando van
Lo que sus clamores son,
Que a veces tristes están
Pidiendo por los que van
A eterna condenación.

Y en su clamor muestran bien
Otras el alegre fin,
pues revoltosas se ven
Cual si colgadas estén
Por heraldos de un festín.

Otras, en su inquieto afán,
Ruedan y vibran, según
Con los clamores que dan
Al mundo anunciando están
Placer o luto común.

Y en vez de agudo esquilón
De la tarde anuncia el fin
El doblar de la oración,
Que apaga su ronco son
Del horizonte al confín.

Y en su movimiento enorme
Rueda en el cóncavo hueco
De la bóveda el informe
Postrer quejido del eco
Con vibración uniforme.

A su paso estremecidas
Oscilan allá en las sombras
Las lámparas suspendidas,
Dibujando en las alfombras
Sombras y luz confundidas.

Cobra entonces movimiento
Todo el tiempo y se estremece,
Cual fantasma de un momento
Que alza el rostro macilento
Y al puntos, se desvanece.

Van luego dejando ver
Los vacilantes reflejos,
Las sombras al repeler,
Los objetos a los lejos
Sus formas desenvolver.

Se van mostrando despacio
Las verjas de oro amarillas,
Canceles de aquel palacio
Que dividen el espacio
De la nave y las capillas.

Se ven en turbios colores
Detrás de los altos hierros,
Entre marmóreas labores
Cumpliendo así sus destierros,
Dormidos los fundadores.

Se ven al rayar el día
En los pintados cristales,
Cómo luchan a porfía
La claridad que lucía,
Y los rayos matinales.

Entonces el sol brillante
Que a las ventanas asoma,
Su fogosa luz gigante
En la llama agonizante
De las lámparas se desploma.

Dejan torre y capitel,
Y entran por los rosetones,
Las sombras huyendo del,
Plegándose en los rincones
En fantástico tropel.

La luz del templo señora,
Por el templo derramada,
Saluda al Dios que ella adora
Por las losas prosternada
Ante el ara que colora.

Ciñe la bóveda, avara,
Y en los robustos pilares
Se quiebra picante y clara,
Y bulliciosa se ampara
Del oro de los altares.

Que joven y rica y bella,
 En la riqueza se posa,
 Y en los diamantes destella,
Y en la joya más vistosa
Para competir con ella.

Porque el astro rey la envía
A que sus galas ostente,
Y en la bóveda sombría
Vierta la lumbre del día
Revoltosa y transparente.

II

Se oyen después los pasos mesurados
Del sacerdote, y la crujiente seda
Del manto, que, los lienzos desplegados,
Por el sonoro pavimento rueda.

Cual si al cruzar se oyera el vago aliento
Con que a cumplir con su misión le incitan,
Soplando bajo el mudo pavimento,
Las osamentas que a sus pies dormitan.

Se coronan de antorchas los altares,
Se sienten rechinar las verjas de oro,
Se escuchan los católicos cantares
Vibrar sublimes desde el hondo coro.

Se ve el pueblo llegar, y reverente
Postrarse humilde, y bendecir la vida,
Y alzar del suelo la humillada frente,
De la luz de los ángeles ceñida.

Y se alza del altar la voz tremenda
Que las palabras del Señor repite,
Cantadas porque el pueblo las comprenda
Solemnes porque el pueblo las medite.

Y el órgano despliega rebramando
La voz robusta de las trompas de oro,
Como por la cascada caen rodando
Aguas y espumas en tropel sonoro.

Y en los aires a torrentes
Vierte la música santa
Por la céntuple garganta
De los tubos de metal
Y en sus cánticos remeda,
Con el prolongado acento.
El ronco bramar del viento
O el crujir del vendaval.

O finge en son temeroso
La aguda lengüetería
La discorde gritería,
Del infierno en rebelión.
O con lamento apagado
Canta al justo moribundo
Saliendo alegre del mundo
Sin ira en el corazón.

Canta el placer de la esposa
Que inquieta al esposo aguarda,
Canta el esposo que tarda
A sus puertas en llamar;
O entonando del profeta
La sacrosanta salmodia,
Sublimemente parodia
El fuego de su cantar.

Y llora con Jeremías,
Y entona en arpa de flores
Los voluptuosos amores
Del sabio rey Salomón,
Canta los cedros del Líbano,
La castidad de Susana,
Y Jezabel la profana,
Y el vigoroso Sansón.

O en tonos más desmayados
La postrera despedida
Que dio a la penosa vida
El hacedor de la luz;
O más lánguido remeda
Las lágrimas de María
Cuando en el terrible día
Lloraba al pie de la Cruz.

Mas, pasan las santas horas
Y cesa la voz que canta,
Y el pueblo, que se levanta,
Murmura a su vez también:
Se oye el rumor de sus pasos
Que por las naves se alejan,
Y las capillas que dejan,
Abandonadas se ven.

Apenas un sacerdote
Que sordas preces murmura
Cruza con planta insegura
Por delante de un altar,
Se oyen correr los cerrojos
Y las cortinas de seda,
Y hacinadas en manojos
Se oyen las llaves ahocar.

No queda en el Santo templo
Más que el ambiente de aroma,
La luz del sol que se asoma
Por el pintado cristal;
Las tumbas de las capillas
Y los pálidos reflejos
De lámparas que a lo lejos
Penden de un arco ojival.

Pasa el sol, viene la tarde,
Y el día desaparece,
Y la negra sombra crece,
Y su imperio vuelve a ser.
Se estrella por fuera el viento
En la calada ventana,
Y lo que ayer fue mañana,
Mañana se dice: ayer," ( JOSÉ ZORRILLA. LA CATEDRAL.)

JOSÉ ZORRILLA

"LA VIRGEN AL PIE DE LA CRUZ


- - - - - - - - - - "Stabat Alater dolorosa
- - - - - - - - - - Juxta crucena lacrimosa
- - - - - - - - - - Dum pundebat Filius."



Velaba entonces el cielo
Su lumbre en opacas nieblas,
Y, crespón, de tanto duelo,
Tendió la sombra en el suelo
Anchos pliegues de tinieblas.

Ni un pájaro por el viento,
Ni una fiera por la roca.
Ni entre el musgo amarillento
Asoma reptil hambriento
La desenterrada boca.

Ni el ronco mar a lo lejos
En sordo tumulto brama,
Vibrando en turbios espejos
Tornasolados reflejos
Que por la playa derrama.

Ni una brisa, ni un gemido
El aire pesado encierra,
Que, doliente y abatido,
Yace sin fuerza tendido,
Las alas contra la tierra.

Grupos de nubes impuras,
En la alta región, inmobles,
Ciñen en bandas obscuras
La lumbre de los alturas
Con sus cortinajes dobles.

Ráfaga de luz sangrienta,
El negro ambiente cruzando,
Amaga pronto tormenta,
Una natura alumbrando
Dormida o calenturienta.

La rosa que el aura riza
Se dobla en el tallo seca,
Y de la hierba pajiza
Sostiene la raíz hueca
Campo estéril de ceniza.

Y del desierto a la entrada,
En torpe paso el Jordán
Arrastra el agua pesada;
Una con otra amarrada,
Sin ruidos las ondas van.

Y en los anchos arenales,
Por donde las ondas crecen,
Los penachos desiguales
Saludándolos no mecen
Palmas y cañaverales.

Todo entre sombras callaba;
El mundo, en reposo inerme,
Curioso se contemplaba,
Cual de despertar acaba
Un hombre, y duda si duerme.

Vianse al lejos enhiestas,
Cerrando los horizontes,
En dobles hileras puestas,
Las enmarañadas crestas
De los escarpados montes.

Entre los troncos desnudos
Alzando las blancas losas,
Los esqueletos agudos
Sacaron, de asombro mudos,
Las calaveras medrosas.

Ninguno osó preguntar
Lo que era triste saber,
Ninguno acertó a escuchar
Lo que salió a contemplar
Y alcanzó temblando a ver.

Allí Adán, el pecador,
Asomó el gesto confuso
Mirando en su derredor,
De rodillas, de pavor,
Sobre la piedra se puso.

- ¿Es esa mirada?... , dijo
Hiriendo la calva frente,
Y llorando se maldijo,
A su Dios mirando fijo
En un palo entre su gente.

Secos, vacilantes, flojos,
Malditos en él también,
Los otros yertos despojos
Volvieron hacia Salén
Los sin luz cóncavos ojos.

Allá en la vasta llanura
Está la impía ciudad,
Como meretriz impura
Que falsa es tanta hermosura
Merced a la obscuridad.

Y el Gólgota misterioso
Levantado detrás de ella
Entre ufano y vergonzoso,
Con un suplicio horroroso
Rota la frente, descuella.

Estaba en honda agonía
Al pie de la cruz llorosa
La Madre Virgen María,
Y de la Cruz afrentosa
El hijo muerto pendía.

Desgarrado el santo pecho,
Herido u alanceado,
Y en el madero derecho
Desconocido y deshecho
El cuerpo descoyuntado.

Tan rasgadas las heridas
De ambos pies y ambas manos,
Que cayeron divididas
Al no estar tan sostenidas
En brazos tan soberanos.

Y porque culpa tan fea
Ofrenda tan santa borre,
La hirviente sangre gotea,
Y en el peñasco en que corre,
Avaro el viento la orea.

Allí, por tierra postrada,
Moribunda y desolada
La castísima María,
con el suplicio abrazada
La ardiente sangre bebía.

Y parado el mundo entero
Asombrado la miraba,
Que sola en dolor tan fiero
A su Dios muerto lloraba
Al pie del santo madero.

- ¡Ella llora, y yo pequé!...
¡Madre amorosa, perdón,
Que yo le crucifiqué,
Yo su sangre derramé
Y manché la creación!

Yo le robé de tus brazos
Sin respeto a su deidad;
Le até con estrechos lazos
Para arrancarle, es verdad,
Las entrañas a pedazos.

Y tú, Madre, en tu dolor
Mesándote los cabellos
Al verdugo matador
Tendiste los brazos bellos,
Demandándole favor.

Por templar su sed rabiosa,
Tú, Madre de Dios bendita,
Pálida la faz de rosa,
te prosternaste llorosa
Ante la raza maldita,

- No humana, de tigres fue
Que si te vieron acaso
Los hombres en quien pequé,
Cual brazo que estorba el paso,
te apartaron con el pie.

¡Tú, hollada, Virgen, así!...
¡Tú, que pisas de rubí
Vistosa, viviente alfombra,
Y besa el ángel tu sombra
Si pasa cerca de ti.

¡Tú, de estrella coronada,
Del ardiente sol vestida,
Y de la luna calzada,
Tan triste y tan dolorida
Por raza tan condenada!

¡Tú llorando, Madre mía,
Cuando una lágrima tuya
El mundo rescataría
Cuando el tiempo le concluya
En el postrimero día!

¡Tus ojos llorosos tanto
Cuando al sol prestan su luz!
¡Oh madre, por tal quebranto
Que me salve a mí tu llanto
Al pie de la Santa Cruz!

Yo tengo un recuerdo
De edad más dichosa;
Tú, Madre amorosa,
Lo sabes tal vez.
Entonces alegre,
De afanes segura,
Soñaba ventura
Mi loca niñez.

Brindábamos entonces
La vida placeres,
No vi en las mujeres
El mal del amor.
Reía y cantaba
Un día, otro día,
Y siempre el que huía
Tornaba mejor.

Que aun no me acosaban
Mis débiles años
Con duelos y engaños
De vana amistad;
Aun no de mis horas
De paz y esperanza
Rompió la balanza
La estéril verdad.

El aire era un velo
De ricos colores
Brotaban las flores
A impulso del sol.
La noche tranquila
Que en paz me velaba
Del cenit colgaba
su turbio farol.

La vida era un sueño
Ligero y flotante;
Fingí delirante
Del mundo un jardín,
Creí que los días
Que pasan huyendo
Felices volviendo
Serían sin fin.

Entonces ¡oh Madre!
Recuerdo por un día
Tu santa agonía
Cantar escuché:
Cantábala un hombre
Con voz lastimera;
Tan niño como era,
Postréme y lloré.

El templo era obscuro
Vestidos pilares
Se veían, y altares
De negro crespón;
Y en la alta ventana
Meciéndose el viento,
Mentía un lamento
De lúgubre son.

La voz piadosa
Tu historia contaba;
El pueblo escuchaba
Con santo pavor.
Oía yo atento,
Y el hombre decía:
" Y ¡quién pesaría
tamaño dolor!"

El hijo pendiente
De cruz afrentosa,
La madre amorosa
Llorándole al pie...
El llanto anudóme
Oído y gargante;
Con lastima tanta,
Postréme y lloré.

La voz conmovida
Seguía clamando,
El viento zumbando
Seguía a la par,
El pueblo lloraba
Postrado en el suelo,
Cantaba tu duelo
La voz sin cesar.

Mi madre, a sus pechos
Mi pecho oprimiendo,
Posaba gimiendo
Sus labios en mí;
Y yo, Santa Virgen,
En son de querella
No sé si por ella
Lloraba por ti.

Tu imagen estaba
Doliente a mis ojos.
Mi madre de hinojos
Oraba a tus pies:
Por quién lloró entonces
Mi pecho afligido,
Yo nunca he podido
Saberlo después.

¡Mi madre tan joven,
Tan bella y penada!
¡Mi madre adorada
Llorando también!
Perdón ¡oh María!
Soy hijo y la adoro,
Su aliento y su lloro
Quemaban mi sien.

Convulso, agitado,
En ámbito estrecho
Latir en su pecho
Sentí el corazón;
El niño creía
Y oró al Crucifijo...
El niño era hijo
Y ahogó su oración.

Ha poco, en mis horas,
De cuita y de duelo,
Amparo en el cielo
Con ansia busqué;
Tu nombre me trajo
Mi fe solitaria,
Y en honda plegaria
Tu nombre invoqué.

Tu nombre me trajo
Mi fe solitaria,
Y en honda plegaria
Tu nombre invoqué.
Que yo también lloro
Mundanos pesares,
También tengo altares,
Religión y fe.

Que el gozo y la risa
Que ostento en la frente,
Del alma doliente
La mascara son
¡Ay, triste! Olvidado,
No hallé en mi abandono
Más luz que tu trono,
Más paz que tu amor.

Y ciego y perdido,
Sin lumbre y sin guía,
A ti te pedía
Llorando, favor.
A ti que llorabas
El día tremendo
Que viste muriendo
Al Dios de la luz.

¡Oh madre, que el día
De cuentas y espanto
Me salve tu llanto
Al pie de la cruz.
¡Madre mía! Si en tu cielo
Se oye el murmullo mundano,
Y mi cántico liviano
En so cóncavo sonó;
Si la estéril armonía
Llegó a ti del arpa loca,
Y los himnos que mi boca
Sacrílega murmuró.

Tiende los divinos ojos
¡Oh madre! desde la altura,
Que es polvo la criatura;
Cieno y nada encontrarás;
Que en la senda de la vida
Cada paso que adelanta,
Más débil la torpe planta
Se acerca a su nada más.

Acuérdate, Madre Virgen
Que allá en la niñez tranquila
Por ti al clara pupila
Con mis lágrimas nublé;
Que hubo un día en que, escuchando
La historia de tus pesares,
Delante de tus altares
Acongojado lloré.

Olvídate, que insensato,
Sin curar de tus dolores,
Canté profanos amores
Del arpa lúbrica al son;
Acuérdate que, nacido
De flaca y terrena gente
Tengo de tierra la mente,
Y de tierra el corazón.

Acuérdate, Madre mía,
Que nací niño y desnudo,
Y que hoy a tus pies acudo
Mi nada al reconocer,
Que mi lengua irreverente
Cambia en himnos inmortales
Los cánticos criminales
Que alzó delirando ayer.

Pues mi postrer esperanza
En tu noble amparo fijo,
Ruego ¡oh Madre! por un hijo
Al dios que engendró la luz.
Y en aquel tremendo día
De justicia y de espanto,
Que me salve a mí tu llanto
Al pie de la Santa Cruz." ( JOSÉ ZORRILLA)

Hemos hecho la exposición de la temática religiosa en José Zorrilla, más conocido por su obra dramática en estos dos extensos poemas. Tiene , que sepamos , alguno más, pero insistimos en la idea de que lo que pretendemos es abordar más el tema que las característica o influencias líricas del autor.
De aquí nos vamos a Poesía social. Ya volveremos. Gracias por vuestra atención.

Bien, veo que ya estás en marcha, y José Zorrilla, de los grandes del romanticismo, del género de la lírica y también la dramática.
Gracias, Pascual y a continuar.
Besos.

Gracias, Lluvia. Un beso.

Bien, durante esta semana que comenzó ayer, voy a intentar , en la medida de lo posible dedicarme a este capítulo que me está resultando apasionante por los autores y obras que estoy encontrando. Muchos de esos autores - como el caso del que hablaré a continuación-  desconocidos para mí. Y ello - fijaros mi ignorancia- pese a que el poema nº84 del libro de don Marcelino Menéndez Pelayo  " Los cien mejores poemas en español" pertenezca al autor en cuestión. Este no es otro que PABLO PIFERRER. Y el poema al que nos referimos "Canción de la primavera".
Luego he visto este poema - que no aparecerá publicado aquí, pese a su belleza-  publicado en, al menos, otra antología más. A mí, insisto, me habían pasado desapercibidos el poema y el autor.

PABLO PIFERRER.-  Barcelona 1818 - 1848, poeta y periodista español , de origen humilde que estudió Letras y Derecho con gran esfuerzo económico. Colaborador de varios periódicos de la época, entre otros Diario de Barcelona. Perteneció al grupo de escritores  catalanes formado, entre otros, por Manuel Milá y Fontanels y Joaquín Rubio y Ors. El primero de ellos, en 1851 -tras la muerte de Piferrer- publicaría el libro COMPOSICIONES POÉTICAS  DE DON PABLO PIFERRER; DON JUAN BAUTISTA CARBÓ Y DON JOSÉ SEMIS Y MANSÁ.
En ese libro, al parecer, queda recogida toda la obra poética de nuestro autor. Se le ha atribuido, al mismo, alma germánica por su popularismo, melancolía amorosa, sencillez expresiva y cierta vaguedad ambiental. En sus baladas se aprecia la influencia de SCHILLER y el romanticismo alemán. Aunque también, del localismo y la trova catalana.
(Datos obtenidos, fundamentalmente de Wikipedia y de los libros "Los cien mejores poemas en español"; "Composiciones poéticas de Don Pablo Piferrer; etc..." y de una Antología de poetas en Lengua española que estamos usando sin poder precisar autor, editorial, año de la misma... debido a su mal estado de conservación.)

Me voy a permitir una licencia. Abandono, por un instante, el hilo conductor que seguía este trabajo para exponer simultáneamente - aquí y en poesía social-  un poema. Espero que se entienda la decisión. Estamos en lo que conocemos como SEMANA SANTA. En el ámbito religioso en el que nos movemos, es decir el CRISTIANISMO, por Semana Santa se entiende el conjunto de actos que se realizan, de manera  anual, en conmemoración de la PASIÓN, MUERTE Y RESURRECCIÓN DE CRISTO. A veces, como en el caso a exponer, la expresión mística y social concurren en una misma petición, en una misma exclamación: en una misma ORACIÓN. En este caso el PADRENUESTRO, de Mario Benedetti. Mario ya tiene su propio espacio.  Y volveremos a hablar de él con toda seguridad. Aquí por su compromiso con la TEOLOGIA DE LA LIBERACIÓN. Pero hoy solamente quería traerlo aquí de manera simultanea con Poesía social.

Padre nuestro que estás en los cielos

con las golondrinas y los misiles

quiero que vuelvas antes de que olvides

cómo se llega al sur de Rio Grande.

Padre nuestro que estás en el exilio,

casi nunca te acuerdas de los míos,

de todos modos dondequiera que estés

santificado sea tu nombre

no quienes santifican en tu nombre

cerrando un ojo para no ver las uñas

sucias de la miseria

en agosto de mil novecientos sesenta

ya no sirve pedirte

venga a nos el tu reino

porque tu reino también está aquí abajo

metido en los rencores y en el miedo

en las vacilaciones y en la mugre

en la desilusión y en la modorra

en esta ansia de verte pese a todo

cuando hablaste del rico

la aguja y el camello

y te votamos todos

por unanimidad para la Gloria

también alzó su mano el indio silencioso

que te respetaba pero se resistía

a pensar hágase tu voluntad

sin embargo una vez cada tanto

tu voluntad se mezcla con la mía

la domina

la enciende

la duplica

más arduo es conocer cual es mi  voluntad

cuándo creo de veras lo que digo creer

así en tu omnipresencia como en mi soledad

así en la tierra como en el cielo

siempre

estaré más seguro de la tierra que piso

que del cielo intratable que me ignora

pero quién sabe

no voy a decidir

que tu poder se haga o se deshaga

tu voluntad igual se está haciendo en el viento

en el Ande de nieve

en el pájaro que fecunda a la pájara

en los cancilleres que murmullan yes sir

en cada mano que se convierte en puño

claro no estoy seguro si me gusta el estilo

que tu voluntad elige para hacerse

lo digo con irreverencia y gratitud

dos emblemas que pronto serán la misma cosa

lo digo sobre todo pensando en el pan nuestro

de cada día y de cada pedacito de día

ayer nos lo quistaste

dánosle hoy

o al menos el derecho de darnos nuestro pan

no sólo el que era símbolo de Algo

sino el de miga y cáscara

el pan nuestro

ya que nos quedan pocas esperanzas y deudas

perdónanos si puedes nuestras deudas

pero no nos perdones la esperanza

no nos perdones nunca nuestros créditos

a más tardar mañana

saldremos a cobrar a los fallutas

tangibles y sonrientes forajidos

a los que tienen garras para el arpa

y un panamericano temblor con que se enjugan

la última esculpida que cuelga de sus rostro

poco importan que nuestros acreedores perdonen

así como nosotros

una vez

por error

perdonamos a nuestros deudores

todavía

nos deben como un siglo

de insomnios y garrote

como tres mil kilómetros de injurias

como veinte medallas a Somoza

como una sola Guatemala muerta

no nos dejes caer en la tentación

de olvidar o vender este pasado

o arrendar una sola hectárea de su olvido

ahora que es la hora de saber quiénes somos

y han de cruzar el río

el dolor y su amor contrarrembolso,

arráncanos del alma el último mendigo

y líbranos de todo mal de conciencia

amen." ( PADRE NUESTRO. Mario Benedetti.)

Me encantó todo lo de Zorrilla, es un autor que siempre me gustó.
No conocía a Piferrer. Gracias por traerlo aquí!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Y me parece muy adecuado el poema de Benedetti.
Gracias por todo, querido Pascual, y FELICES PASCUAS para Josefina y para vos
Besitossssssssssssss para ambos

Gracias, Cecilia. Un beso.

Después del interregno del PADRENUESTRO de MARIO BENEDETTI, vamos a seguir con autores del siglo XIX.
Hemos encontrado una bellísima ODA AL MIÉRCOLES SANTO. Su autor es FRANCISCO CEA O FRANCISCO ZEA y no tendría nada que ver con FRANCISCO CEA BERMÚDEZ, EL POLÍTICO.
Hablamos en nuestro caso de un poeta español nacido en Madrid alrededor de 1825 y fallecido en la misma ciudad el año 1857. Hijo de un  Maestro de esgrima que le tenía asignada su misma profesión. Su vocación a la poesía, no obstante, le hizo entregarse a la lectura de las obras de FRAY LUÍS DE LEÓN; HERRERA Y GARCILASO, autores que dejaron en el su impronta, sobre todo Fray Luís. Pasó muchas penalidades y murió joven, siendo su obra editada con posterioridad a su muerte. Nosotros, a través de la BIBLIOTECA VIRTUAL MIGUEL DE CERVANTES, lo hemos encontrado en una Edición digital de la Universidad de Alicante. Hemos respetado la ortografía de dicha edición.



FRANCISCO CEA ( o ZEA)

ODA AL MIÉRCOLES DE CENIZA

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - "¡ Oh: despertad mortales;
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - mirad con atención a vuestro daño!" (F. Luís de León.)

Venid al templo, hermanos;

nieblas que esparce el sol de la mañana

son los goces mundanos.

¡Ay del que en pos se afana,

fija la mente en su ilusión liviana!



Pedidle á Dios un dia

que alumbre en paz vuestro mortal camino;

por mas segura via,

y con mejor destino,

guie á las almas su esplendor divino.



Llevad la frente alzada,

siervos de Dios, con su laurel glorioso

tras esa vil morada,

en éxtasis dichoso,

hallará vuestro afan dulce reposo.



Breve senda es la vida

que da á un pensil de regaladas flores:

¡ay, si el alma perdida

solo ve en sus colores

de una ilusión los falsos resplandores!



Venid, venid, hermanos;

polvo sois: vuestro bien, vuestra amargura

son como el polvo vanos;

es polvo la hermosura,

polvo la gloria y su inmortal ventura.



Un céfiro os levanta,

una brisa os esparce por el viento;

venid, ya el sol espanta

con su fulgor violento

la bruma que corona el firmamento. 



Blanda la excelsa lumbre

del cielo dora la extensión tranquila;

ya enrojece la cumbre,

ya en el peñon vacila,

ya la niebla en occidente apila.



La bruma silenciosa

flota un momento, en el azul colgada,

y acatando medrosa

la luz del sol, sagrada,

lánzase por el viento atropellada.



Ahí va en su carrera,

ya por un aura de palcer mecida

que la agita ligera,

ya del cierzo impelida,

la tormentosa niebla de la vida."

ADELARDO LÓPEZ DE AYALA


Guadalcanal (Sevilla) 1/05/1828; Madrid 30/12/1879.

Aunque comenzó la carrera de Derecho, no la acabó para consagrar su vida al teatro. Escribió unas 14 obras entre dramas históricos, comedias y zarzuelas.
También adquirió preponderancia política llegando a Presidente del Congreso en 1878.
Su valor intelectual, pese a ser Académico de la Lengua, no llega a la altura de Espronceda o Zorrilla. Dramaturgo convencional, bajo la influencia de Calderón de la Barca, su intención moralizante no llega a romper con el sistema de valores burgués que impera en el momento.

Lo traigo aquí por este bellísimo soneto:

"PLEGARIA

¡Dame, Señor , la firme voluntad

compañera y sostén de la virtud:

la que sabe en el golfo hallar quietud

y en medio de las sombras claridad:


la que trueca en tesón la veleidad,

y el ocio en perenal solicitud,

y las ásperas fiebres en salud

y los torpes engaños en verdad.


Y así conseguirá mi corazón

que los favores que a tu amor debí

te ofrezcan algún fruto en galardón...


y aun tú, Señor, conseguirás así

que no llegue a romper mi confusión

la imagen tuya que pusiste en mí."

Me gustaría hablar ahora de dos autores del siglo, XIX, íntimos amigos uno del otro, ambos paisanos míos. Muy conservadores, muy tradicionales... Debo, sin embargo, encontrar algo de ellos ( de uno ya encontré, en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, pero es el que menos me interesa. Y del otro sé donde puedo encontrar tres de sus obras: en La Biblioteca Regional de la Región de Murcia. Debo, pues, acercarme y pedir prestadas sus obras por unos días. En cuanto pueda lo hago.)

He recibido , por varios lugares, la pregunta: "¿ Qué haces ahí...?"

La respuesta ha sido siempre la misma: " Dejar mis dogmas a un lado. Apartar mi pensamiento endogámico para abrirme a otra forma de hacer y decir... Y ello sin hacer fe de una fe que no tengo.  No hay más. Este trabajo lo inició una persona a instancias mías. Por uno razón u otra hubo de dejarlo. Y me vi en la obligación de continuar. Estudiar siempre me gustó. Y eso es lo que hago. Estudiar y traer y dejar aquí mis horas de silencio y reflexión."

Volveré en cuanto tenga lo prometido.

Gracias.

Tras la licencia del "Padre Nuestro" de nuestro querido Mario Benedetti volvemos al siglo XIX español. Un autor casi coetáneo (1828 - 1889) de Zorrilla, aunque desde luego mucho menos conocido. Un íntimo amigo suyo - bueno, desde luego, aunque yo creo que con menos fuerza lírica (aunque todo sea discutible) - tuvo el honor de ver seleccionado un poema suyo en la antología "LOS CIEN MEJORES POEMAS DE LA LENGUA ESPAÑOLA" de MENENDEZ PIDAL. Él no : figurará toda la vida como un autor de segunda fila, pese a tener un papel destacado en las tertulias literarias, primero de la capital provincial donde nace y posteriormente en Madrid. Y ello no le pesa. Al menos esto se infiere de

"Yo no buscaba la grandeza

que en la tierra impera vana:

ya no anhelan mis oídos

los clamores de la fama.

Sólo quiero en paz oscura

sentir que mi vida pasa

como arroyo solitario

bajo la verde enramada..." ( M. pág.- 145) 

M es el título de uno de sus poemarios más famosos. Tres, al menos. Los otros dos con un carácter más religioso e intimista. Este quizás un poco más lúdico.
En todo caso,  y según una de las tesis doctorales elaboradas sobre el autor : "En ... encontramos un poeta muy particular: por su candor de espíritu, por la modestia y sencillez de sus necesidades cotidianas, por sus aspiraciones humanas..." ( S.L.G.  "Tesis doctoral sobre la Biografía y la poesía de... ", 1984).

Usaré esa Tesis; y usaré dos libros suyos. Uno de ellos ( "H. y Q.") fotografiado puesto que no me permitieron sacarlo de donde lo encontré. Aunque cuando conocieron para lo que lo quería , y tras los permisos necesarios, si me permitieron hacer fotografías del mismo. El otro de ellos no lo he conseguido. Pero no me rindo. Su título: "L. V. d. C.", está dividido en cuatro capítulos que informan bien claramente por qué lo hemos traído aquí:

- PARÁFRASIS.

- ORACIONES.

- DE LA VIRGEN.

-ARMONÍA.

En cuanto alguien descubra el pastel añadiremos toda la información que falta. En caso de transcurrir un tiempo prudente sin que ello ocurra lo haré yo.


"A LA VIRGEN

O tú, madre de Dios, tú eres tesoro

de amor celeste y de pureza santa:

te viste el sol; la luna orna tu planta;

estrellas te coronan: ¡yo te adoro!


A ti dirige el infeliz su lloro;

á ti la tierra su oración levanta;

espíritu inmortal tu gloria canta

en blanda voz y cántico sonoro.


Separa de tu rostro que destella

la inmaculada luz, el blanco velo:

astro de amor, abrásame con ella.


Ya el corazón rebosa de consuelo...

¡Bendígate el Señor, paloma bella!

¡Bendígate el Señor, reina del cielo!"

Cont.

"Introducción


Si peregrinos en el triste suelo

cruzando vamos por difícil senda

sin ver la dulce paz, hija del cielo,

de la dicha del hombre única prenda;

¿no habrá un rayo de luz y de consuelo

que á los abismos del dolor descienda?

¿Ningún alivio el corazón recibe

en este valle en que penando vive?


Sí: Dios lo manda! -Como el sol fulgente

su disco alzando á coronar la altura

arrebata vencido á occidente

las negras sombras de la noche oscura,

así en el alma del mortal doliente

que amarga copa resignando apura

nítido rayo desde el cielo lanza

la viva luz del sol de la esperanza.


Ella al mortal que con valor camina

hace ver á sus claros resplandores

en llano inmenso de punzante espina

angosta senda de lozanas flores:

ventura, paz, consolación divina

vierte pródiga en él si en los dolores

besando con amor la diestra santa

al alto cielo su oración levanta.


Yo que también por mi desdicha atado

al lazo duro de mortal cadena,

en vez de rico floreciente prado

cruzo la soledad de abrojos llena;

por conseguir alivio á mi cuidado,

para colmar mi rigorosa pena,

al cielo miro en inmortal deseo

y en él la luz de mi esperanza veo.


Cuando al cruzar las puertas de la vida

hallé un tierra fértil y lozana,

encontré la ventura apetecida,

quise cogerla y se deshizo vana.

Al feliz desengaño el alma herida

despertó á la verdad, luz soberana:

sentí calmarse su dolor deshecho

y la esperanza renació en mi pecho.


Tendí los ojos y do quier miraron

del Hacedor las maravillas santas;

y ya erizadas cumbres encontraron,

negros abismos, ásperas gargantas;

ya fértiles llanuras columbraron

de mieses, aguas, árboles y plantas,

á lo lejos el mar en ronco estruendo,

y el rojo sol en el cenit luciendo.


Y en dulce voz y música sonora

unieron arpa y corazón su canto,

bendiciendo la mano bienhechora

que hace brotar ó enjuga nuestro llanto:

ya tierna voz del que ferviente adora,

ya de temor sublime o gozo santo.

Los HIMNOS en que el arpa prorrumpía

eran pedazos ay! del alma mía.


Himnos de gloria al que celeste impera

tras el espacio azul que cubre el mundo;

himnos de asombro al que en veloz carrera

hace tronar la nube en son profundo;

himnos de amor al que en la tierra entera

derrama con el sol calor profundo;

y al que ensalza la humilde florecilla,

y al que en la lumbre de la aurora brilla.


Lleno de gozo y de inocencia pura

corrí a los brazos del mortal mi hermano,

me respondió á mi cándida ternura

con ceño adusto ó con rencor insano.

Ni amor sencillo, ni amistad segura

quiso pagar su corazón tirano;

y comprendí aunque tarde que la tierra

no es el lugar donde el amor se encierra.


Entonces sin querer el labio mío

en hondas QUEJAS prorrumpió doliente:

quejas amargas que el dolor impío

me arrancaba del alma aun inocente;

mas presto descendió blando rocío

a refrescar mi corazón ardiente;

y la queja mortal de mi amargura

tornóse al fin lamento de ternura.


Así entre el santo amor que inspira el cielo

y las vanas pasiones de la tierra,

ya mirando la estrella del consuelo,

ya del dolor en la enconada guerra,

siguiendo siempre el rutilante vuelo

de la verdad, que nuestro bien encierra,

sin pretender inmarcesible palma

en el arpa del vate cantó el alma.


Si por dicha mi canto dolorido

que ternura, y amor, y fé, pregona,

mereciera el laurel esclarecido,

del noble vate espléndida corona;

á dicha tanta de entusiasmo henchido,

-como el alma en sus sueños ambiciona

cifrara yo mi orgullo y mi alegría

en rendirlo a tus pies, ó pátria mía!".

Bien, el poema anterior, está sacado del libro fotografiado. Por tanto las regla ortográficas son las que corresponderían al año de su edición. Hay que tener presente, además, que el autor fue Académico de número de la Real Academia de la Lengua. He querido respetar al máximo el texto original.
Una curiosidad, por deseo expreso del autor, el título del libro que este poema introduce queda entre líneas. Por tanto si se lee detenidamente este bellísimo poema podrá sacarse ese título y tras él el nombre del Autor. Eso me permitiría , a su vez, a mí hablar con mayor libertad ya que durante un tiempo me entretendré con este autor.

"EN UNA TEMPESTAD


Señor! sobre las nubes denegridas

que entoldan el azul del firmamento

te ven triunfantes mis pasmados ojos:

mi espíritu en el trueno tu voz siente

que vuelven retumbando estremecidas

las escarpadas cimas de Occidente.

Tu carro refulgente

rueda veloz por la celeste cumbre,

con su fragor el universo aterra,

y al vivo lampo de su sacra lumbre

torna inmenso volcan cielos y tierra.


Cuando rebrama el fragoroso trueno

y ante el mortal como SEÑOR  te ofreces,

yo, de júbilo lleno,

te adoro estremecido

en la gigante nube en la que apareces

de magestad eterna revestido.

Voy a tu tempo santo

donde en blanda armonía

te eleva el pueblo ferveroso canto;

y a su voz adunando la voz mía

torno lleno de amor á confesarte,

y a renovar el fuego inextinguible

con que te adoro y siempre he de adorarte.


¡Cuán grande tú, SEÑOR,  y cuán inmenso!

Ayer brillabas en la luz dorada

con qué bañó el oriente,

al despuntar, la aurora sonrosada;

hoy brillas en el lampo refulgente

que arde en las nubes y el espacio inunda:

ayer las dulces aves

te alababan en cánticos suaves;

hoy te ensalza sin fin la voz profunda

del hondo trueno que á tus pies revienta,

y que lleva rugiendo

en sus alas de fuego la tormenta.


¡Oh magestad inmensa! yo te adoro

embriagada en tu amor el alma mía

tras tu esplendor se lanza

entre sublime y mística alegría

y henchida de temor y de esperanza;

que las ardientes lágrimas que lloro,

lágrimas son del gozo que rebosa

viendo brillar en las preñadas nubes

de tu gloria la lumbre esplendorosa.


Aquí en tu templo, ó Dios, aquí te ruega

tu pueblo enternecido,

iluminado por la luz que viertes

al cruzar el espacio denegrido:

escúchale SEÑOR: al par que truenan

las densas nubes que tu carro ocultan,

hijas de la esperanza

por las sagradas bóvedas resuenan

sus voces, en tu gloria y alabanza;

y en fervoroso canto

donde su amor encierra,

invocándote , ó Dios, tres veces santo,

prorrumpe con acento de victoria:

*¡Llenos están los cielos y la tierra,

llenos están, SEÑOR,  de vuestra gloria!*


Ese es tu pueblo, ó Dios, ese que aspira

tu santo amor en tu grandeza santa,

y que con fé sublime, prosternado

tus alabanzas canta:

mírale ante tu altar, donde destella

la que en el almo cielo

coronada del sol, la luna huella;

donde brilla el consuelo

de afligidos, SEÑOR; donde aparece

la estrella matutina

que las penas del alma desvanece

y el suspirado puerto le avecina.


De tan fiel mediadora

siempre á sus tiernas lágrimas propicia,

que desarma al amor de su mirada

el brazo aterrador de tu justicia,

reclama intercesión consoladora

al rugir la tormenta desatada:

escúchale: despierta

del oriente lejano al ráudo viento;

ante tu voz la tempestad se humille;

y esclareciendo el alto firmamento,

el íris triunfador fúlgido brille.


Y así cual tu clemencia

le alejará la tempestad, y el cielo

se ostentará  con nuevos resplandores,

infúndele tambien  dulce consuelo

en su vida de afan y de dolores:

mándale un rayo de tu amor divino;

para que el brillo de su lumbre pía

halle, ó Dios, el camino

que á paz y á gloria venturoso guía.


*Escúchale: despierta

del oriente lejano el ráudo viento;

ante tu voz la tempestad se humille;

y esclareciendo el alto firmamento

el íris triunfador fúlgido brille.* "  ( Septiembre de 1948)

Auque ya hicimos las advertencia es fácil comprobar una serie de faltas de ortografía  a día  de hoy. Pero el autor  era ACADÉMICO DE LA LENGUA. Por tanto en su época no debían ser faltas:

- Ráudo ayer por raudo hoy;
- íris ayer por iris hoy;
- tambien ayer por también hoy
- Magestad ayer por majestad hoy, etc. 

O nadie ha pasado por aquí. O nadie se ha atrevido a aventurar el nombre del autor. esperaré unos días más. Luego lo diré si antes no lo ha hecho nadie.

Gracias.