Departamento de Estudios Literarios. Universidad de Guadalajara
(MÉXICO)
Cuando el Papa Alejandro VI trazó su famosa línea divisoria, no sólo ató a Portugal a su designio, sino que
estableció una frontera difícilmente superable aún en nuestros días: Brasil es otra cosa respecto a
Latinoamérica.
Su mismo descubrimiento está lleno de dudas, la colonización portuguesa fue más lenta, el libre
tránsito de personas esclavizadas (durante mucho tiempo la sociedad brasileña soportó el peso moral de
un complejo de culpa), la abolición de la esclavitud fue lograda hasta 1890, su independencia sui generis,
su lenguaje, raíces, historia y geografía, hacen de Brasil un fenómeno singular en nuestro continente. La
literatura también siguió por un sendero distinto.
En el período barroco destacaremos un poeta: Gregorio de Matos (1626-1696), figura legendaria,
nacido en Bahía. Se doctoró en leyes por la Universidad de Coimbra, fue abogado en Lisboa y a los 58 años
regresó a Brasil huyendo de las persecuciones acarreadas por su vida irregular, de juglar, bohemio y satírico
incorregible. Escribió poemas religiosos y amatorios cercanos a Quevedo. Recientemente Ana Miranda lo
tomó como tema para una espléndida novela "Boca del Infierno".
El Romanticismo fue la corriente estética a través de la cual comenzó a expresarse el Brasil
independiente. Desde Goncalvez de Magalhäes hasta Castro Alves, hubo una cohorte de poetas en los
imperios de Don Pedro I y Don Pedro II en cuatro generaciones. Goncalvez Díaz es el más representativo,
en su sangre circulaban las sangres portuguesa, india y negra y sus conflictos concurrían en una figura
compleja y atormentada.
Tras el Parnasianismo vino la corriente del simbolismo que creció sobre las reliquias del
Romanticismo, y destaca el llamado "Dante negro": Cruz e Souza (1861-1898), hijo de esclavos
manumitidos, de fascinante escritura donde se hermanan la extravagancia y el misterio con singular
virtuosismo. Considerado por Roger Bastide como uno de los tres grandes poetas simbolistas, al lado de
Mallarmé y Stefan George.
Almas sin rumbo ya, y pechos sin destino,
Van en busca de ti por regiones inciertas...
Y en tu soñar astral, mago y luciferino
Hallan para el amor grandes puertas abiertas.
Durante los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX el Brasil se transformó con rapidez, tras algunos
episodios sangrientos se inició un período de paz que coincidió con el apogeo del café y la expansión
industrial que transformaron al país es un escenario de contrastes donde miseria y riqueza alternaban, así
como ciudades en rápido crecimiento al lado de amplias regiones inexploradas. En Sao Paulo, la principal
ciudad industrial, se inició de hecho la primera manifestación moderna de la literatura brasileña con la
llamada semana del Arte Moderno en 1922, al que concurrieron, entre otros, los poetas Oswald de
Andrade, Mário de Andrade y el músico Heitor Villalobos. Fue un escándalo, hubo aullidos, voces de
animales, clamorosas protestas del público y ataques desconsiderados de la prensa, había nacido el
modernismo (nada en común, excepto el nombre, con el movimiento de Rubén Darío).
Los modernistas pretendían crear una nueva cultura para el Brasil, romper los moldes precedentes,
poetizar la civilización, que el ritmo de la poesía fuera el de las fábricas. La nueva poesía debía reflejar toda
la problemática de una nación en desarrollo, utilizar las palabras típicas del habla del país, giros y
locuciones del pueblo, escribir bien el portugués de Brasil. Luego el movimiento se dividió en otros grupos,
algunos antagónicos, como el Verdeamarela, el Pau-Brasil, el Manifiesto antropofágico, la revista Festa.
Entre los precursores del movimiento señalaremos a Manuel Bandeira, llamado el San Juan Bautista
del movimiento. Entre los posmodernistas destacan Carlos Drumond de Andrade, Jorge de Lima, Cecilia
Meireles, Murilo Mendez, Vinicius de Moraes y Mario Quintana, entre otros. En los neomodernistas,
conocidos como "generación del 45", destacan; Joao Cabral de Melo Neto y Ledo Ivo, quienes introdujeron
en Brasil a Jorge Guillén, García Lorca, Garcilaso, Góngora, Ezra Pound, Dylan Thomas, Fernando Pessoa,
Joyce, Rilke, Saint-John Perse.
La dictadura militar en 1964, que concluyó 21 años después, con su acción represora dio como
resultado dos tendencias de la poesía: los comprometidos políticamente, entre los que destacan Ferreira
Gullar y Thiago de Mello; y los concretistas, Decio Pignatari y los hermanos Haroldo y Augusto de Campos,
que derivaron hacia la revolución sintáctica del lenguaje aboliendo la lírica y convirtiéndola en un remedo
de diseño gráfico publicitario. Otros nombres a considerar son los de Affonso Romano y Fernando Ferreira
de Loanda.
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