Hola, que no me fuí, que estoy, y mientras me aclaro con el libro I, de ODA EN LA CENIZA (me lié), sigo con el II y el III.
Más allá de esta rosa
(Meditación de postrimerías)
A Pedro Gimferrer
I
Una rosa se yergue.
Tú meditas. Se hincha
la realidad, y se abre, se recoge, se cierra.
Cuando miras, entierras. Oh poema
fúnebre. Azucena: relincho
espantoso, queja oscura, milagro. Tú que la melodía
de una rosa escuchaste, sangrienta
en el amaneces cual llamada
de una realidad diminuta,
miras tras ella el hondo
trajinar de otra vida, la esbelta
rapidez con que algo se mueve en la noche
con prisa, como si quisiera llegar a una meta
insaciable. Hay detrás de esta rosa, que yergue
suavemente su tallo, una pululación hecha nausea,
un horrible jadeo,
una ansiedad frenética, un hediondo existir que se anuncia.
Una trompeta dispara
su luz, entusiasmo sonoro
en el estiércol. ¿Qué dices,
qué susurras, qué silbas
entre la oscuridad, más allá de esta rosa,
realidad que te escondes? ¿Qué melodía
articulas y entiendes y desdices y ahogas,
qué rumor de unos pasos
deshaces, qué sonido
contradices y niegas? La cadencia está dicha,
realizado el suspiro.
El rumor es silencio,
la esperanza, la ruina. Todo silba y espera,
silencioso, engreído,
más allá de esta rosa.
II
Más allá de esta rosa, más allá de esta mano
que escribe y de esta frente
que medita, hay un mundo.
Hay un mundo espantoso, luminoso y contrario
a la luz, a la vida.
Más allá de esta rosa e impulsando su sueño
paralelo, invertido
hay un mundo, y un hombre
que medita, como yo, a la ventana.
Y cual yo en esta noche, con estrellas al fondo
mientras muevo mi mano,
alguien mueve su mano, con estrellas al fondo
mientras muevo mi mano,
alguien mueve su mano, con estrellas al fondo
y escribe mis palabras
al revés, y las borra.
A un espejo antiguo
A Angélica Bécker
Yo te miro como uno de tantos fugitivos, te arrojo
una mirada furtiva, temerosa, asustada.
Qué has visto asomarse a tu ventana lóbrega
que hospedó entre su noche
plateada
una mueca de espanto en un atardecer soñoliento,
quieto allá en el jardín, donde el boj que aún está
residía.
Qué has visto luego, qué fantasma de carne
se asomó a tu pupila
inmóvil, qué celeridad de penumbras
pasaron por tus aguas. Qué rostro de mujer o de niña
se asomó en el estanque
de tu sueño,
qué rostro esperanzado, con amor y confianza
puso confianza, amor en lo que es algo
pasajero en la noche.
Quién después se asomó
--el ojo fatigado, la constancia
sólo de la ceniza entre el cabello
pálido ya--,
quién, qué dama con cansancio y tristeza
se miró sin poder recoger en tu orbe
diminuto
la imagen de la joven que otro tiempo
miraba.
Tus aguas impasibles reflejaron
con crueldad los años, los desvíos
de tanto amor.
Y cayó un cuerpo
más tarde, pesadamente entre las aguas oscuras, ondulantes
un momento tan sólo.
Se cerraron después ávidamente,
y el cristal sosegado, el cristal limpio,
resplandeció enteramente lúcido.
Sensación de la nada
Tiene después de todo, algo de dulce
caer tan bajo: en la pureza
metafísica, en la luz
sublime de la nada.
En el vacío cúbico, en el número
de fuego. Es la hoguera
que arde inanidad. En el centro
no sopla viento alguno. Es fuego
puro, nada pura. No habiendo fe no hay extensión. La reducción
del orbe a un punto, a una cifra que sufre.
Porque es horrendo un padecer simbólico
sin la materia errátil que lo encarna.
Es la inmovilidad del sufrimiento
en si…Como la noche
que nunca amaneciese.
Dónde
Dónde el latido, el virgen miedo,
la tempestuosa semilla
que se abrirá mañana
como espanto, cual trueno
dentro de ti,
que se abrirá a la noche
súbita, a la vaciedad de tus cuencas,
ojos vacíos del no ver, resplandor
del no mirar, horrísono sonido
del no oír
y no palpar,
sí, dónde.
Dónde en tu corazón entregado,
dónde en tu pecho, dónde
en tu risa, en tu hablar cotidiano, en tu dirigirte a ese amigo,
dónde al coger, agarrar, retener,
alcanzar,
dónde en medio de tu felicidad, en la mitad de un calcinante
amor,
en el jadear mismo del amor, del placer del amor,
dónde
se esconde.
Dónde, dónde estará, dónde está ya, dónde está ahí, dónde está
muerto ya, yace ya mucho ya,
dónde tú, vivo, muerto, hecho, dicho,
nicho
ya.
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