Gracias por estos momentos, y besos.
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CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)
Lluvia Abril- Administrador-Moderador
- Cantidad de envíos : 56900
Fecha de inscripción : 17/04/2011
Edad : 63
- Mensaje n°91
Re: CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)
Hoy me tocaba disfrutar, leyendo, simplemente.
Gracias por estos momentos, y besos.
Gracias por estos momentos, y besos.
_________________
“Como siempre; apenas uno pone los pies en la tierra
se acaba la diversión”.
se acaba la diversión”.
"Mafalda"
Pascual Lopez Sanchez- Administrador-Moderador
- Cantidad de envíos : 91082
Fecha de inscripción : 29/06/2009
Edad : 72
Localización : Murcia / Muchas veces en Mazarrón/ Algunas en Cieza ( amo la ciudad donde nací; amo su río - Río Segura_ y amo sus montes secos llenos de espartizales)
- Mensaje n°92
Re: CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)
No creo que hoy y mañana pueda hacer nada. A descansar toca.
_________________
"LOS DEMÁS TAMBIÉN EXISTIMOS"
NETANYAHU ASESINO
ISRAEL: ¡GENOCIDA! LA HISTORIA HABRÁ DE LLEVARLOS ANTE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL POR CONTINUADOS CRÍMMENES DE GUERRA
Lluvia Abril- Administrador-Moderador
- Cantidad de envíos : 56900
Fecha de inscripción : 17/04/2011
Edad : 63
- Mensaje n°93
Re: CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)
Pues haces muy bien. ¡Disfrutad!
Besos.
Besos.
_________________
“Como siempre; apenas uno pone los pies en la tierra
se acaba la diversión”.
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"Mafalda"
Pascual Lopez Sanchez- Administrador-Moderador
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Edad : 72
Localización : Murcia / Muchas veces en Mazarrón/ Algunas en Cieza ( amo la ciudad donde nací; amo su río - Río Segura_ y amo sus montes secos llenos de espartizales)
- Mensaje n°94
Re: CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)
LAS MONEDAS CONTRA LA LOSA
IV
AL MISMO TIEMPO QUE LA NOCHE
LETANÍA PARA DECIR CÓMO ME AMAS
Me amas como una boca, como un pie, como un río.
Como un ojo muy grande, en medio de una frente solitaria.
Me amas con el olfato, los sollozos,
las desazones, los inconvenientes,
con los gemidos del amanecer, en la alcoba los dos, al despertar;
con las manos atadas a la espalda
de los condenados frente al muro; con todo lo que ves,
el llano que se pierde en el confín, la loma dulce y el estar
- - - - - cansado,
echado sobre el campo, en el estío cálido,
la sutil lagartija entre las piedras rápidas;
con todo lo que aspiras,
el perfume del huerto y el aire y el hedor
que sale de una pútrida escalera;
con el dolor que ayer sufriste y mañana has de sufrir;
con aquella mañana; con el atardecer
inmensamente quieto y retenido con las dos manos para que
- - - - - no se vaya a despertar;
con el silencio hondo de aquel día, interrumpiendo el paso
- - - - - de la luz,
tan repentinamente vino entre los dos, o el que invade la
- - - - - atmósfera justo un momento
antes de la tormenta;
con la tormenta, el aguacero, el relámpago,
la mojadura bajo los árboles, el ventarrón de otoño,
las hojas, y las horas, y los días,
rápidos como pieles de conejo,
como pieles y pieles de conejo, que con afán corriesen
- - - - - incansables, con prisa,
hacia un sitio olvidado, un sitio inexistente, un día que no
- - - - - existe,
un día enorme que no existe nunca, vaciado y atroz
(vaciado y atroz como cuenca de ojo, saltado y estallado por
- - - - - una mano vil);
con todo y tu belleza y tu desánimo a veces cuando miras el
- - - - - techo de la alcoba sin ver, sin comprender,
sin mitrar, sin reir;
con la inquietud de la traición también, el miedo del amor y el
- - - - - regocijo de estar aquí,
y la tranquilidad de respirar y ser.
Así me quieres, y te miro querer como se mira un largo río
que transparente y hondo pasa,
un río inmóvil,
un río bueno, noble, dulce,
un río que supiese acariciar.
LA RUINA ( A Antonio Quirós) (Cont.)
IV
AL MISMO TIEMPO QUE LA NOCHE
LETANÍA PARA DECIR CÓMO ME AMAS
Me amas como una boca, como un pie, como un río.
Como un ojo muy grande, en medio de una frente solitaria.
Me amas con el olfato, los sollozos,
las desazones, los inconvenientes,
con los gemidos del amanecer, en la alcoba los dos, al despertar;
con las manos atadas a la espalda
de los condenados frente al muro; con todo lo que ves,
el llano que se pierde en el confín, la loma dulce y el estar
- - - - - cansado,
echado sobre el campo, en el estío cálido,
la sutil lagartija entre las piedras rápidas;
con todo lo que aspiras,
el perfume del huerto y el aire y el hedor
que sale de una pútrida escalera;
con el dolor que ayer sufriste y mañana has de sufrir;
con aquella mañana; con el atardecer
inmensamente quieto y retenido con las dos manos para que
- - - - - no se vaya a despertar;
con el silencio hondo de aquel día, interrumpiendo el paso
- - - - - de la luz,
tan repentinamente vino entre los dos, o el que invade la
- - - - - atmósfera justo un momento
antes de la tormenta;
con la tormenta, el aguacero, el relámpago,
la mojadura bajo los árboles, el ventarrón de otoño,
las hojas, y las horas, y los días,
rápidos como pieles de conejo,
como pieles y pieles de conejo, que con afán corriesen
- - - - - incansables, con prisa,
hacia un sitio olvidado, un sitio inexistente, un día que no
- - - - - existe,
un día enorme que no existe nunca, vaciado y atroz
(vaciado y atroz como cuenca de ojo, saltado y estallado por
- - - - - una mano vil);
con todo y tu belleza y tu desánimo a veces cuando miras el
- - - - - techo de la alcoba sin ver, sin comprender,
sin mitrar, sin reir;
con la inquietud de la traición también, el miedo del amor y el
- - - - - regocijo de estar aquí,
y la tranquilidad de respirar y ser.
Así me quieres, y te miro querer como se mira un largo río
que transparente y hondo pasa,
un río inmóvil,
un río bueno, noble, dulce,
un río que supiese acariciar.
LA RUINA ( A Antonio Quirós) (Cont.)
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NETANYAHU ASESINO
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Pascual Lopez Sanchez- Administrador-Moderador
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- Mensaje n°95
Re: CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)
LAS MONEDAS CONTRA LA LOSA
IV
AL MISMO TIEMPO QUE LA NOCHE
LA RUINA ( A Antonio Quirós)
Echaste luz sobre la trama, sobre las tintas de colores,
te inclinaste sobre el quehacer,
aplicaste el oído suavemente al milagro,
y fue así como en medio del color se oía el gañido, se
- - - - - escuchaba el estruendo de la vida, el chirrido o el caos
- - - - - del hondo apetecer.
La luz era un escándalo, se pintaba los labios la verdad, se
- - - - - disfrazaba de mendigo el honor,
la crueldad del sacerdote, el placer
se metía a arzobispo algunas tardes,
y se iba cojeando
ligeramente hacia el pasado nuestro afán de vivir.
Fue así como supimos que la vida tenía menos concentración
- - - - - que la esperanza,
menos salud que sueño, y, sin embargo,
acaso por entonces y por eso,
al recordar en la mañana, tras la noche de espanto, supimos
- - - - - renacer.
Supimos, pese a todo, renacer, hechos a la memoria de la sal
- - - - - y del viento,
deleznables al humo,
frágiles de humedad como una cueva,
una honda cueva sola, una oquedad sin río bajo un aire sin sol.
Supimos renacer, y bajo nuestros ojos,
hechos al exterminio de tantas cosas bellas, asomaba muy
- - - - - tímida
la nueva relación.
Poco a poco agrandaba sus dominios,
su limitado hallazgo.
El oro se enlazaba con el miedo,
la dulce luz con la ansiedad,
la luna con el río de colores,
la congoja, el milagro del amor.
Iba todo muy junto hacia el atardecer, sin casi dolor ya.
Parejas numerosas, abrazadas, queridas, ligeramente ateridas
- - - - - de sueño,
sin cojear apenas, con claridad aún,
enderezadas, leves,
hacia el consuelo de la sombra.
IV
AL MISMO TIEMPO QUE LA NOCHE
LA RUINA ( A Antonio Quirós)
Echaste luz sobre la trama, sobre las tintas de colores,
te inclinaste sobre el quehacer,
aplicaste el oído suavemente al milagro,
y fue así como en medio del color se oía el gañido, se
- - - - - escuchaba el estruendo de la vida, el chirrido o el caos
- - - - - del hondo apetecer.
La luz era un escándalo, se pintaba los labios la verdad, se
- - - - - disfrazaba de mendigo el honor,
la crueldad del sacerdote, el placer
se metía a arzobispo algunas tardes,
y se iba cojeando
ligeramente hacia el pasado nuestro afán de vivir.
Fue así como supimos que la vida tenía menos concentración
- - - - - que la esperanza,
menos salud que sueño, y, sin embargo,
acaso por entonces y por eso,
al recordar en la mañana, tras la noche de espanto, supimos
- - - - - renacer.
Supimos, pese a todo, renacer, hechos a la memoria de la sal
- - - - - y del viento,
deleznables al humo,
frágiles de humedad como una cueva,
una honda cueva sola, una oquedad sin río bajo un aire sin sol.
Supimos renacer, y bajo nuestros ojos,
hechos al exterminio de tantas cosas bellas, asomaba muy
- - - - - tímida
la nueva relación.
Poco a poco agrandaba sus dominios,
su limitado hallazgo.
El oro se enlazaba con el miedo,
la dulce luz con la ansiedad,
la luna con el río de colores,
la congoja, el milagro del amor.
Iba todo muy junto hacia el atardecer, sin casi dolor ya.
Parejas numerosas, abrazadas, queridas, ligeramente ateridas
- - - - - de sueño,
sin cojear apenas, con claridad aún,
enderezadas, leves,
hacia el consuelo de la sombra.
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- Mensaje n°96
Re: CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)
LAS MONEDAS CONTRA LA LOSA
IV
AL MISMO TIEMPO QUE LA NOCHE
Omitimos DESDE TODOS LOS PUNTOS Y RECODOS Y LARGAS AVENIDAS DE MI EXISTIR ( bellísimo)
EL GUIJARRO ( A Elvireta Escobio)
I
Mira con ojo puro
a las cosas estar, el enigma
de su presencia misteriosa, hondamente improbable, y junto a ti.
Porque un mero guijarro
es tan inverosímil como un ángel,
tan imposible como una deidad.
No puede ser que sea, y no pudiere ser, y, sin embargo,
el inverosímil guijarro
se obstina apareciendo contra toda razón,
te desafía como una blasfemia, y coléricamente
está siendo. Lo tocas.
Y puesto que su presencia continua ante tus ojos
resulta incomprensible y necia, y es como una impostura,
te has puesto a imaginar otros modos de estar, más accesibles
a tu desalentada inteligencia,
de ese guijarro milagroso que insiste frente a ti
como huracán que consistiese
en maravillosa quietud.
II
He ahí, pues, el redondo guijarro,
su don fluvial, su incesante
ser que se reconstruye
continuamente, como el río o el mar.
Podría hablarse
así
de criaturas que en instantánea ráfaga saltan al ser desde muy
- - - - - lejos,
con velocidad absoluta, cual las olas
salvan en un instante la infinita distancia de la nada
hasta el ser que ellas son.
Tempestuosamente y con espuma
marina,
en lluvia y viento y amarilla tormenta,
brinco salobre desde la nada pura
hasta hacerse guijarro
inmóvil, sólo un momento aún húmedo de niebla, a la
luz de un relámpago.
Y caer
después entre la noche de la aniquilación,
para volver a hallarse de nuevo entre nosotrosç
ágilmente, todo en un golpe único, por la velocidad
de llamarada más ígnea aún que el fuego,
más rápido y ardiente que su sublimidad.
Y eso de tal manera, y en parpadeo tan fino y tan vibrátil, que
- - - - - lo que contemplamos
es la tranquilidad de una tersura
continua, el pulcro acierto mineral de no ser
un modesto guijarro, monótono, inocente,
lavado en muchas aguas,
salvador de mis penas,
cuando aparece claro, quieto ante nuestros ojos,
ellos, sí, tan fugaces.
IV
AL MISMO TIEMPO QUE LA NOCHE
Omitimos DESDE TODOS LOS PUNTOS Y RECODOS Y LARGAS AVENIDAS DE MI EXISTIR ( bellísimo)
EL GUIJARRO ( A Elvireta Escobio)
I
Mira con ojo puro
a las cosas estar, el enigma
de su presencia misteriosa, hondamente improbable, y junto a ti.
Porque un mero guijarro
es tan inverosímil como un ángel,
tan imposible como una deidad.
No puede ser que sea, y no pudiere ser, y, sin embargo,
el inverosímil guijarro
se obstina apareciendo contra toda razón,
te desafía como una blasfemia, y coléricamente
está siendo. Lo tocas.
Y puesto que su presencia continua ante tus ojos
resulta incomprensible y necia, y es como una impostura,
te has puesto a imaginar otros modos de estar, más accesibles
a tu desalentada inteligencia,
de ese guijarro milagroso que insiste frente a ti
como huracán que consistiese
en maravillosa quietud.
II
He ahí, pues, el redondo guijarro,
su don fluvial, su incesante
ser que se reconstruye
continuamente, como el río o el mar.
Podría hablarse
así
de criaturas que en instantánea ráfaga saltan al ser desde muy
- - - - - lejos,
con velocidad absoluta, cual las olas
salvan en un instante la infinita distancia de la nada
hasta el ser que ellas son.
Tempestuosamente y con espuma
marina,
en lluvia y viento y amarilla tormenta,
brinco salobre desde la nada pura
hasta hacerse guijarro
inmóvil, sólo un momento aún húmedo de niebla, a la
luz de un relámpago.
Y caer
después entre la noche de la aniquilación,
para volver a hallarse de nuevo entre nosotrosç
ágilmente, todo en un golpe único, por la velocidad
de llamarada más ígnea aún que el fuego,
más rápido y ardiente que su sublimidad.
Y eso de tal manera, y en parpadeo tan fino y tan vibrátil, que
- - - - - lo que contemplamos
es la tranquilidad de una tersura
continua, el pulcro acierto mineral de no ser
un modesto guijarro, monótono, inocente,
lavado en muchas aguas,
salvador de mis penas,
cuando aparece claro, quieto ante nuestros ojos,
ellos, sí, tan fugaces.
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- Mensaje n°97
Re: CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)
LAS MONEDAS CONTRA LA LOSA
IV
AL MISMO TIEMPO QUE LA NOCHE
Omitimos IRÁS ACASO POR AQUEL CAMINO
SALVACIÓN EN LA MÚSICA ( A María Teresa Prieto)
La música nos crea un maravilloso pasado, nos instala en otro
- - - - - país
donde florece con naturalidad la cineraria, o donde el
- - - - - carbunclo, escondido, reposa;
o nos inventa junto a un ramo de moradas hortensias,
- - - - - próximas l más punzante azul,
o bajo un castaño en una abrileña mañana.
Estamos mirando con intensidad esas flores y nos damos
- - - - - cuenta de que somos más lúcidos, más intensos de lo que
- - - - - solíamos,
nos sorprendemos extrañamente inmóviles mientras nos
- - - - - agitamos y damos la mano en una antigua amistyad
a la que jamás conocieramos;
o corremos con desesperación hacia la persona que amamos
- - - - - desde hace mucho, tras mucho acontecer y pensar, en
- - - - - insomnios acongojantes, sobre arena baldía.
Corremos hacia la persona que amamos de ese modo,
bien que nunca supimos su rostro, ni nuestro corazón se
- - - - - conmovió ante su ser.
Estamos en un jardín donde todas las rosas resultan
- - - - - significativas,
o en una selva, donde el desorden no es caos, sino revelación
- - - - - de una hondura que precisa la declaración de un tumulto,
abundancia de lianas que descienden perezosamente y con
- - - - - profusión calculada de árbol de la goma,
o de baobab o de la poderosísima ceiba.
Estamos aquí, o allá, o acullá, y somos esto o lo otro,
- - - - - miserables, reconcentrados,
condescendientes, altivos, fríos como el mármol, coléricos.
No tenemos identidad, pero somos
verdaderamente, a cada momento, en ajustada precisión,
en ráfagas de verdad absoluta, con entrecortada
eternidad balbucida, sonora, que no podemos suponer, en
- - - - - ningún momento, irreal.
Estamos en las ondas intermitentes de un viento de
- - - - - perennización
colosal,
que a cada instante nos aslta y modela en otra figuración y
- - - - - otro sino, a partir del cual podríamos iniciar nueva vida.
En un sofocante siroco, o un tifón en la China,
una brisa moderadora sobre un vergel, un soplo de otoño.
Caen las hojas amarillas del árbol, y el suelo se cubre de
- - - - - espesor vegetal;
cae el amor, el odio, cae el humo
del vivir, lentamente;
en giros pausados la hoja del álamo cae;
la del chopo, tan inocente, la ancha del plátano en la alameda;
la hoja de la amistad y el rencor, la hoja de la indiferencia.
Y mientras esto sucede y todo cae
sobre la tierra, y llueve y hace frío, y el cielo se serena
- - - - - después
y hay sonidos puros de amanecer, y anochece, bajo los
- - - - - árboles, en la inmovilidad del sotilloa,
o en la llanura, inmensamente poderosa y quieta,
el ábrego sopla o el alisio o el tiempo marero o terral,
y somos soplados allí, y verdecidos, y vueltos a florecer,
- - - - - congruentes al fin,
sin contradicción, como orbes
cerrados, como círculos, sin resquicios ni puertas, parecidos a
- - - - - cálculos.
Soplan físicamente esos vientos o brisas, pero lo hacen
- - - - - continuamente mucho más allá del insignificante
- - - - - acontecer,
del insignificante nacer, amar, sufrir,
del insignificante no poder más ni resistir al tormento del
- - - - - injusto torturador,
más allá, en fin, del insignificante envejecer, del insignificante
- - - - - morir,
ni vida y nacimiento, sino sentido y ser.
Las cosas se hallan en una resplandeciente relación filosófica,
- - - - - puramente semántica,
y allí somos inteligentes correspondencias, correlaciones,
tronos de resplandor inocente, pomos de suavidad y esencia,
olores metafísicos, bovedas de amistad.
El padecer es la luz cristalina; el engaño
es amor; el odio es la caricia de una mano
sedosa, exactamente como la celinda, o como la gratitud o el
- - - - - ensueño.
Y desde el otro lado, desde aquí, donde el viento no sopla,
desde la calma chicha,
desde aquí, donde nos restregamos inútilmente los ojos para
- - - - - ver y aguzamos el oído para oír, y el olfato para percibir
- - - - - los olores o la lengua para gustar,
desde aquí, donde el dolor nos duele y la rosa nos finge,
golpeamos las paredes de la iniquidad, arañamos físicamente
el muro de la lamentación,
para poder mirar por algún agujero el campo infinito,
donde soplan espirituales las brisas indolentes de mayo y los
- - - - - serenos vientos de agosto.
Es la música: oídla.
IV
AL MISMO TIEMPO QUE LA NOCHE
Omitimos IRÁS ACASO POR AQUEL CAMINO
SALVACIÓN EN LA MÚSICA ( A María Teresa Prieto)
La música nos crea un maravilloso pasado, nos instala en otro
- - - - - país
donde florece con naturalidad la cineraria, o donde el
- - - - - carbunclo, escondido, reposa;
o nos inventa junto a un ramo de moradas hortensias,
- - - - - próximas l más punzante azul,
o bajo un castaño en una abrileña mañana.
Estamos mirando con intensidad esas flores y nos damos
- - - - - cuenta de que somos más lúcidos, más intensos de lo que
- - - - - solíamos,
nos sorprendemos extrañamente inmóviles mientras nos
- - - - - agitamos y damos la mano en una antigua amistyad
a la que jamás conocieramos;
o corremos con desesperación hacia la persona que amamos
- - - - - desde hace mucho, tras mucho acontecer y pensar, en
- - - - - insomnios acongojantes, sobre arena baldía.
Corremos hacia la persona que amamos de ese modo,
bien que nunca supimos su rostro, ni nuestro corazón se
- - - - - conmovió ante su ser.
Estamos en un jardín donde todas las rosas resultan
- - - - - significativas,
o en una selva, donde el desorden no es caos, sino revelación
- - - - - de una hondura que precisa la declaración de un tumulto,
abundancia de lianas que descienden perezosamente y con
- - - - - profusión calculada de árbol de la goma,
o de baobab o de la poderosísima ceiba.
Estamos aquí, o allá, o acullá, y somos esto o lo otro,
- - - - - miserables, reconcentrados,
condescendientes, altivos, fríos como el mármol, coléricos.
No tenemos identidad, pero somos
verdaderamente, a cada momento, en ajustada precisión,
en ráfagas de verdad absoluta, con entrecortada
eternidad balbucida, sonora, que no podemos suponer, en
- - - - - ningún momento, irreal.
Estamos en las ondas intermitentes de un viento de
- - - - - perennización
colosal,
que a cada instante nos aslta y modela en otra figuración y
- - - - - otro sino, a partir del cual podríamos iniciar nueva vida.
En un sofocante siroco, o un tifón en la China,
una brisa moderadora sobre un vergel, un soplo de otoño.
Caen las hojas amarillas del árbol, y el suelo se cubre de
- - - - - espesor vegetal;
cae el amor, el odio, cae el humo
del vivir, lentamente;
en giros pausados la hoja del álamo cae;
la del chopo, tan inocente, la ancha del plátano en la alameda;
la hoja de la amistad y el rencor, la hoja de la indiferencia.
Y mientras esto sucede y todo cae
sobre la tierra, y llueve y hace frío, y el cielo se serena
- - - - - después
y hay sonidos puros de amanecer, y anochece, bajo los
- - - - - árboles, en la inmovilidad del sotilloa,
o en la llanura, inmensamente poderosa y quieta,
el ábrego sopla o el alisio o el tiempo marero o terral,
y somos soplados allí, y verdecidos, y vueltos a florecer,
- - - - - congruentes al fin,
sin contradicción, como orbes
cerrados, como círculos, sin resquicios ni puertas, parecidos a
- - - - - cálculos.
Soplan físicamente esos vientos o brisas, pero lo hacen
- - - - - continuamente mucho más allá del insignificante
- - - - - acontecer,
del insignificante nacer, amar, sufrir,
del insignificante no poder más ni resistir al tormento del
- - - - - injusto torturador,
más allá, en fin, del insignificante envejecer, del insignificante
- - - - - morir,
ni vida y nacimiento, sino sentido y ser.
Las cosas se hallan en una resplandeciente relación filosófica,
- - - - - puramente semántica,
y allí somos inteligentes correspondencias, correlaciones,
tronos de resplandor inocente, pomos de suavidad y esencia,
olores metafísicos, bovedas de amistad.
El padecer es la luz cristalina; el engaño
es amor; el odio es la caricia de una mano
sedosa, exactamente como la celinda, o como la gratitud o el
- - - - - ensueño.
Y desde el otro lado, desde aquí, donde el viento no sopla,
desde la calma chicha,
desde aquí, donde nos restregamos inútilmente los ojos para
- - - - - ver y aguzamos el oído para oír, y el olfato para percibir
- - - - - los olores o la lengua para gustar,
desde aquí, donde el dolor nos duele y la rosa nos finge,
golpeamos las paredes de la iniquidad, arañamos físicamente
el muro de la lamentación,
para poder mirar por algún agujero el campo infinito,
donde soplan espirituales las brisas indolentes de mayo y los
- - - - - serenos vientos de agosto.
Es la música: oídla.
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- Mensaje n°98
Re: CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)
¡Qué maravilla!
Y ahora, yo sigo con
ODA EN LA CENIZA
IV
Divagación en la ciudad
A Ricardo Defarges
Quisiera hablar tranquilamente. Ha llegado el momento
de la serenidad, en que es posible
hablar, decir algo recóndito y oscuro
como en la niebla o en la soledad o en la sombra. Un susurro
en la voz basta a veces,
a veces la penumbra de una palabra basta,
a veces escuchamos un sonido
crujir, un paso remoto que se aleja
vacilando en el bosque. Un buque parte a veces y en las aguas
algo creemos ver, insólito, es un brillo
que algo nos dice, un más allá, una dicha
veloz que repentinamente se extingue. No sé, una burbuja
que acaso significa, como si viniera a nosotros
respirada por alguien, detrás de la tiniebla.
Así hablaría en el cansancio. Pero esta tarde
he creído ver algo. Yo recuerdo
de niño, he pasado de niño muchas veces
horas y horas contemplando una piedra,
y siempre yo veía cosas nuevas en ella,
montañas diminutas, enormes valles desolados,
y al mirar esperaba.
Esperaba el milagro.
Ya lo sabéis. ¡Qué cosa!
Esperaba el milagro, estaba un poco tonto, un poco alegre,
un poco esperanzado,
lo mismo, sí, que ahora.
Pasan gentes veloces por la calle,
una calle cualquiera, no lo dudo, una calle
en donde nada ocurre. ¿Qué esperar, por qué miro?
Pasan gentes alegres,
a veces con sombreros de colores,
a veces con sombreros de otras cosas,
quizás penas, espinas.
Pero pasan alegres,
con enormes sombreros de alegría,
vestidos con vestidos, con trajes de payaso, con caras de
azucena,
con caras menestrales o ya menesterosas de suspiros,
porque a veces
es difícil andar con tanta gente,
tantas palomas sucias, tantos ríos
que van al mar. Difícil, lo comprendo.
Siempre lo he dicho así. No sé qué pasa,
no sé qué ocurre en mí ni por qué hablo
de todas estas cosas.
De pronto estoy más serio, caso triste,
casi necesitado de acariciar a un perro, a una persona,
a un burrito peludo, a un titerero.
Ya veis a que conduce el estar triste
en una tarde rosa,en una calle
cualquiera, un cualquier día.
Empieza uno a pensar
así, como si fuese
todo importante y fiel, y solidario
con la necesidad de no ahogarse
en un vaso de vino o de amargura.
De ser siempre en el mundo,
de decir su quimera a cualquier hombre,
de gritar a los astros que hay aquí, sí, en la tierra,
hombres que valen un imperio,
imperios que hacen agua,
agua que no se bebe porque está prohibido,
y que es bonito
salir a una terraza cualquier día
y gritar a los astros que el mundo está bien, y que he
bebido.
Y ahora, yo sigo con
ODA EN LA CENIZA
IV
Divagación en la ciudad
A Ricardo Defarges
Quisiera hablar tranquilamente. Ha llegado el momento
de la serenidad, en que es posible
hablar, decir algo recóndito y oscuro
como en la niebla o en la soledad o en la sombra. Un susurro
en la voz basta a veces,
a veces la penumbra de una palabra basta,
a veces escuchamos un sonido
crujir, un paso remoto que se aleja
vacilando en el bosque. Un buque parte a veces y en las aguas
algo creemos ver, insólito, es un brillo
que algo nos dice, un más allá, una dicha
veloz que repentinamente se extingue. No sé, una burbuja
que acaso significa, como si viniera a nosotros
respirada por alguien, detrás de la tiniebla.
Así hablaría en el cansancio. Pero esta tarde
he creído ver algo. Yo recuerdo
de niño, he pasado de niño muchas veces
horas y horas contemplando una piedra,
y siempre yo veía cosas nuevas en ella,
montañas diminutas, enormes valles desolados,
y al mirar esperaba.
Esperaba el milagro.
Ya lo sabéis. ¡Qué cosa!
Esperaba el milagro, estaba un poco tonto, un poco alegre,
un poco esperanzado,
lo mismo, sí, que ahora.
Pasan gentes veloces por la calle,
una calle cualquiera, no lo dudo, una calle
en donde nada ocurre. ¿Qué esperar, por qué miro?
Pasan gentes alegres,
a veces con sombreros de colores,
a veces con sombreros de otras cosas,
quizás penas, espinas.
Pero pasan alegres,
con enormes sombreros de alegría,
vestidos con vestidos, con trajes de payaso, con caras de
azucena,
con caras menestrales o ya menesterosas de suspiros,
porque a veces
es difícil andar con tanta gente,
tantas palomas sucias, tantos ríos
que van al mar. Difícil, lo comprendo.
Siempre lo he dicho así. No sé qué pasa,
no sé qué ocurre en mí ni por qué hablo
de todas estas cosas.
De pronto estoy más serio, caso triste,
casi necesitado de acariciar a un perro, a una persona,
a un burrito peludo, a un titerero.
Ya veis a que conduce el estar triste
en una tarde rosa,en una calle
cualquiera, un cualquier día.
Empieza uno a pensar
así, como si fuese
todo importante y fiel, y solidario
con la necesidad de no ahogarse
en un vaso de vino o de amargura.
De ser siempre en el mundo,
de decir su quimera a cualquier hombre,
de gritar a los astros que hay aquí, sí, en la tierra,
hombres que valen un imperio,
imperios que hacen agua,
agua que no se bebe porque está prohibido,
y que es bonito
salir a una terraza cualquier día
y gritar a los astros que el mundo está bien, y que he
bebido.
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“Como siempre; apenas uno pone los pies en la tierra
se acaba la diversión”.
se acaba la diversión”.
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- Mensaje n°99
Re: CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)
ODA EN LA CENIZA
Biografía
Nació.
Salió.
Se capacitó.
Regresó.
Abrió la puerta y la cerró.
Miró.
Salió.
Reflexionó.
Volvió.
Encendió
la luz que luego apagó.
Cuidadosamente cogió
la manzana que no se comió,
y escogió
una silla donde se sentó.
No miró:
Recapacitó.
Marchó. Regresó.
Sopló
y desapareció.
Giros
Las estaciones giran,
giran las estaciones,
gira él, giro yo, gira el domingo,
el trueno, el desdichado
resplandor de la luna,
el poderoso, el ruin.
Gira el sollozo,
también la risa gira,
la alegría girando
en dolor se convierte.
Y el dolor gira y se hace
delgadez de cariño,
el sábado aparece,
aparece el amor.
Apareces despacio,
subes despacio, giras,
subes, giras, te haces
ministro, general,
abanderado, polvo
de la batalla, gira
el polvo con el viento
que gira y desvanece
el polvo en el confín.
Gira el confín sin polvo,
limpio de polvo y miedo,
inmaculado gira
limpio y crepuscular.
El crepúsculo gira
inmaculadamente.
Inmaculada noche
al fin sobrevendrá.
Biografía
Nació.
Salió.
Se capacitó.
Regresó.
Abrió la puerta y la cerró.
Miró.
Salió.
Reflexionó.
Volvió.
Encendió
la luz que luego apagó.
Cuidadosamente cogió
la manzana que no se comió,
y escogió
una silla donde se sentó.
No miró:
Recapacitó.
Marchó. Regresó.
Sopló
y desapareció.
Giros
Las estaciones giran,
giran las estaciones,
gira él, giro yo, gira el domingo,
el trueno, el desdichado
resplandor de la luna,
el poderoso, el ruin.
Gira el sollozo,
también la risa gira,
la alegría girando
en dolor se convierte.
Y el dolor gira y se hace
delgadez de cariño,
el sábado aparece,
aparece el amor.
Apareces despacio,
subes despacio, giras,
subes, giras, te haces
ministro, general,
abanderado, polvo
de la batalla, gira
el polvo con el viento
que gira y desvanece
el polvo en el confín.
Gira el confín sin polvo,
limpio de polvo y miedo,
inmaculado gira
limpio y crepuscular.
El crepúsculo gira
inmaculadamente.
Inmaculada noche
al fin sobrevendrá.
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- Mensaje n°100
Re: CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)
LAS MONEDAS CONTRA LA LOSA
IV
AL MISMO TIEMPO QUE LA NOCHE
CORAZÓN PARTIDARIO ( A mi hermano Luís)
Mi corazón, lo sabes,
no está con el que triunfa o que lo espera, con el juramentado
- - - - - mercader
que acecha el buen provecho, wse agazapa, salta sobre la
- - - - - utilidad, que es su querida,
busca ganancia en el abrazo,
obtiene renta de las mariposas y pone rédito a la luz,
cobra recibo por los amaneceres milagrosos,
por la cambiante gracia del color
de una invisible rosa apresurada,
dulce y apresurada
como si fuese un hombre o una llama
o una felicidad humana: sí.
Mi corazón no está con el hombre que sabe
de la verdad todo lo necesario
para olvidar el resto de ella,
satisfecho del viento, poderosos del humo, canciller de la
- - - - - niebla, rey escaso,
pero nunca de sí.
Mi corazón está con el que un día,
quitado el brillo breve, retirada la gracia que hasta allí lo alentó,
en bajamar hostil todo cuantos nos hace
dulce la realidad, leve la vida, adorable la luz,
sabe decir: "no importa"
Mi corazón está con el que entonces,
en el vaso que una mano de niebla le tiende entre la sombra,
bebe hasta el fin, con lucidez,
sin amargura,
toda la hez del mundo.
Y luego, seriamente,
allá en lo alto,
mira, con ojo nuevo, el cielo puro.
Omitimos FORMULACIÓN DEL POEMA
IV
AL MISMO TIEMPO QUE LA NOCHE
CORAZÓN PARTIDARIO ( A mi hermano Luís)
Mi corazón, lo sabes,
no está con el que triunfa o que lo espera, con el juramentado
- - - - - mercader
que acecha el buen provecho, wse agazapa, salta sobre la
- - - - - utilidad, que es su querida,
busca ganancia en el abrazo,
obtiene renta de las mariposas y pone rédito a la luz,
cobra recibo por los amaneceres milagrosos,
por la cambiante gracia del color
de una invisible rosa apresurada,
dulce y apresurada
como si fuese un hombre o una llama
o una felicidad humana: sí.
Mi corazón no está con el hombre que sabe
de la verdad todo lo necesario
para olvidar el resto de ella,
satisfecho del viento, poderosos del humo, canciller de la
- - - - - niebla, rey escaso,
pero nunca de sí.
Mi corazón está con el que un día,
quitado el brillo breve, retirada la gracia que hasta allí lo alentó,
en bajamar hostil todo cuantos nos hace
dulce la realidad, leve la vida, adorable la luz,
sabe decir: "no importa"
Mi corazón está con el que entonces,
en el vaso que una mano de niebla le tiende entre la sombra,
bebe hasta el fin, con lucidez,
sin amargura,
toda la hez del mundo.
Y luego, seriamente,
allá en lo alto,
mira, con ojo nuevo, el cielo puro.
Omitimos FORMULACIÓN DEL POEMA
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- Mensaje n°101
Re: CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)
LAS MONEDAS CONTRA LA LOSA
V
DE LA VIDA ENUMERADA
LA BARAHÚNDA
Apresurémonos, levántate, deja el vaso de whisky sobre la
- - - - - mesa y ponte en actitud de bailar,
porque ha llegado la hora de la fiesta y el difícil momento de
- - - - - la alegría:
apresúrate, vamos, se hace la danza en todo el salón, la silla se
- - - - - convierte en un sonido de flauta, la mesa
se pone tensa y sonora como un tambor, el viento sopla en una
- - - - - esquina su monocorde fanfarria,
el oboe se despereza, el trombón se acrece como si fuese un
- - - - - globo o una garrafa de ron dispuesta a estallar;
deja el licor en el vaso, y prolonga en tu cuerpo el ritmo de los
- - - - - acordeones,
descompasados, perezosos, rotos como una botella o un vaso;
ven, baila, bailemos, el garrafón de coñac se dispone a cantar,
el río suena, suenan y resuenan las vigas, el techo se agrieta,
- - - - - brama el muro de pronto,
cae sobre mi rostro un poco de arenilla,
apresurémonos que la bóveda oscila y el salón empieza a girar
rápidamente, qué es esto, y empieza a girar la mesa, un músico
- - - - - se arranca una ceja, un ojo,
le falta un brazo a Carmen, a Amparo la uña,
un pie a Rodrigo, cojea, vacila Pedro,
se encoge Lorenza, arde Juan, se arroja al río entre llamas
- - - - - Alfonso,
Antonio grita, el techo se derrumba sobre nosotros, el primer
- - - - - violín, lleno de cal, se declara a la viola
que gime debajo de la mesa, derribada por una columna,
danzan ante el espectáculo del desabovedado concierto
Pedro, Antonio, Rodrigo, Carmen, Amparo, Lola,
Lola la guapa, la incesante bailarina absoluta,
sigue danzando frenética, da una vuelta ahora, gira
- - - - - súbitamente alegre,
risueña, pasa eufórica por encima del cadáver de Antonio, del
- - - - - doliente Jenaro,
del aguerrido bombero que en la sala
toca desesperadamente el clarín y convoca
con denuedo a sus hombres
para que acudan sin demora a la pista
y ayuden a extraer bajo los escombros las víctimas
del menesteroso concierto,
del que tan sólo sobrevive, extinguiéndose,
el sonido insistente del solicitante clarín
que, sin éxito, aún a intervalos,
remotamente, como al otro lado del mundo,
miserablemente, resuena.
Omitimos: INVESTIGACIÓN DE MI ADIESTRAMIENTO EN LA EDAD ( Cuerpo viejo); SOLA y JUAN DE LA CRUZ EN LA NOCHE OSCURA.
V
DE LA VIDA ENUMERADA
LA BARAHÚNDA
Apresurémonos, levántate, deja el vaso de whisky sobre la
- - - - - mesa y ponte en actitud de bailar,
porque ha llegado la hora de la fiesta y el difícil momento de
- - - - - la alegría:
apresúrate, vamos, se hace la danza en todo el salón, la silla se
- - - - - convierte en un sonido de flauta, la mesa
se pone tensa y sonora como un tambor, el viento sopla en una
- - - - - esquina su monocorde fanfarria,
el oboe se despereza, el trombón se acrece como si fuese un
- - - - - globo o una garrafa de ron dispuesta a estallar;
deja el licor en el vaso, y prolonga en tu cuerpo el ritmo de los
- - - - - acordeones,
descompasados, perezosos, rotos como una botella o un vaso;
ven, baila, bailemos, el garrafón de coñac se dispone a cantar,
el río suena, suenan y resuenan las vigas, el techo se agrieta,
- - - - - brama el muro de pronto,
cae sobre mi rostro un poco de arenilla,
apresurémonos que la bóveda oscila y el salón empieza a girar
rápidamente, qué es esto, y empieza a girar la mesa, un músico
- - - - - se arranca una ceja, un ojo,
le falta un brazo a Carmen, a Amparo la uña,
un pie a Rodrigo, cojea, vacila Pedro,
se encoge Lorenza, arde Juan, se arroja al río entre llamas
- - - - - Alfonso,
Antonio grita, el techo se derrumba sobre nosotros, el primer
- - - - - violín, lleno de cal, se declara a la viola
que gime debajo de la mesa, derribada por una columna,
danzan ante el espectáculo del desabovedado concierto
Pedro, Antonio, Rodrigo, Carmen, Amparo, Lola,
Lola la guapa, la incesante bailarina absoluta,
sigue danzando frenética, da una vuelta ahora, gira
- - - - - súbitamente alegre,
risueña, pasa eufórica por encima del cadáver de Antonio, del
- - - - - doliente Jenaro,
del aguerrido bombero que en la sala
toca desesperadamente el clarín y convoca
con denuedo a sus hombres
para que acudan sin demora a la pista
y ayuden a extraer bajo los escombros las víctimas
del menesteroso concierto,
del que tan sólo sobrevive, extinguiéndose,
el sonido insistente del solicitante clarín
que, sin éxito, aún a intervalos,
remotamente, como al otro lado del mundo,
miserablemente, resuena.
Omitimos: INVESTIGACIÓN DE MI ADIESTRAMIENTO EN LA EDAD ( Cuerpo viejo); SOLA y JUAN DE LA CRUZ EN LA NOCHE OSCURA.
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- Mensaje n°102
Re: CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)
LAS MONEDAS CONTRA LA LOSA
V
DE LA VIDA ENUMERADA ( El tercer Sirio de Vicente Aleixandre)
I
Al Norte, al Sur, al este y al Oeste
ladras; pequeño ladrador de diminutas
invisibilidades, tercas delicias en el jardín amigo, alguna
- - - - - sombra
de un pájaro que pasa, alguna brizna
leve de hierba. Registras con meticuloso ladrido
la pormenorizada realidad de las cosas, dulces trivialidades
que tú conoces y amas: el movimiento
imperceptible de una hoja
suave de acacia; un temblor solo,
su sombra nada más, y ya estás tú ladrándole a la vida,
aplicado hondamente a tu oficio
serio, ronco, tenaz, desapacible
en la mañana luminosa, descuartizando el día,
troceando la luz indivisible, disponiendo
en brusca taracea el roto cántaro
de la dispersa claridad, que salpica y asalta,
como si fuese espuma en mar bravío,
acantilados, torres, casas, muros,
y mis oídos siempre, dulce perro
sin paz, que no me dejas
vivir, y te adelantas
a anunciarme estruendoso a cada instante
la redención altísima : en el cedro
un gorrión se ha posado y se movió en la rama
sabia -
mente.
(cont.)
V
DE LA VIDA ENUMERADA ( El tercer Sirio de Vicente Aleixandre)
I
Al Norte, al Sur, al este y al Oeste
ladras; pequeño ladrador de diminutas
invisibilidades, tercas delicias en el jardín amigo, alguna
- - - - - sombra
de un pájaro que pasa, alguna brizna
leve de hierba. Registras con meticuloso ladrido
la pormenorizada realidad de las cosas, dulces trivialidades
que tú conoces y amas: el movimiento
imperceptible de una hoja
suave de acacia; un temblor solo,
su sombra nada más, y ya estás tú ladrándole a la vida,
aplicado hondamente a tu oficio
serio, ronco, tenaz, desapacible
en la mañana luminosa, descuartizando el día,
troceando la luz indivisible, disponiendo
en brusca taracea el roto cántaro
de la dispersa claridad, que salpica y asalta,
como si fuese espuma en mar bravío,
acantilados, torres, casas, muros,
y mis oídos siempre, dulce perro
sin paz, que no me dejas
vivir, y te adelantas
a anunciarme estruendoso a cada instante
la redención altísima : en el cedro
un gorrión se ha posado y se movió en la rama
sabia -
mente.
(cont.)
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- Mensaje n°103
Re: CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)
El mundo está bien hecho
Los ríos van a la mar,
el mar a las playas de moda
de manera que el mundo está bien hecho.
Sobre esta cuestión no puede discutirse. Más si alguien
quisiera alzar su voz contra el aserto,
le taparíamos la boca con la prueba más:
el General.
No puede darse un general en jefe sin que exista
el orden en las filas. Y, por tanto,
las filas del orden del General en Jefe
y el Jefe mismo, en general, como ya he dicho, vienen a
demostrar
la armonía preestablecida y la buena mano que ha tenido quien
pudo
para hacer lo que ha hecho. Aunque, después de todo,
no hubiera sido necesario traer
hecho tan concluyente, toda vez que este mundo,
y, en general, toda playa de moda que va a dar en la mar
eran ya suficientes para que nos bañásemos
en el más general regocijo
del General en Jefe.
Los ríos van a la mar,
el mar a las playas de moda
de manera que el mundo está bien hecho.
Sobre esta cuestión no puede discutirse. Más si alguien
quisiera alzar su voz contra el aserto,
le taparíamos la boca con la prueba más:
el General.
No puede darse un general en jefe sin que exista
el orden en las filas. Y, por tanto,
las filas del orden del General en Jefe
y el Jefe mismo, en general, como ya he dicho, vienen a
demostrar
la armonía preestablecida y la buena mano que ha tenido quien
pudo
para hacer lo que ha hecho. Aunque, después de todo,
no hubiera sido necesario traer
hecho tan concluyente, toda vez que este mundo,
y, en general, toda playa de moda que va a dar en la mar
eran ya suficientes para que nos bañásemos
en el más general regocijo
del General en Jefe.
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“Como siempre; apenas uno pone los pies en la tierra
se acaba la diversión”.
se acaba la diversión”.
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- Mensaje n°104
Re: CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)
Oda en la ceniza
La prueba
Buscando andamos todos una prueba.
Una prueba que pruebe realmente
que no nos engañamos cuando niños:
que si los reyes godos o los Magos.
Y nadie pensó nunca en lo más fácil:
la existencia del gordo: es entusiasta,
ceremonioso y listo. Está sentado,
y como si tal cosa: nunca le hicieron caso como prueba.
Y, la verdad: no hay duda.
Uno tiene necesidad de muchas cosas:
creer en jeroglíficos, ver algo
detrás de aquella pluma de señora,
o bien, mejor aún, como os decía,
detrás del hombre gordo, aquel que manotea
mientras se da importancia por ser gordo.
Ser gordo es cosa buena, es cosa alegre,
es cosa de sustancia y compromiso,
es cosa de gordura sobre todo, y cosa que va a misa cuando es
fiesta.
Y sin embargo,
yo quisiera saber, que tontería,
qué hay detrás de aquel gordo.
Porque tras la gordura hay otra cosa,
estoy casi seguro.
No puede ser así, sin más ni más,
que un gordo sea un gordo.
Un gordo simplemente, un gordo simple,
un gordo intrascendente y para andar por casa.
Un gordo es importante, lo hemos dicho,
y por tanto, detrás de su gordura
ha de haber escondida alguna cosa
que sirva para algo.
Quizá para sentarse o tal vez solo
para andar más de prisa. Es imposible
que un respetable gordo
no tenga utilidad, como una silla
o una locomotora, o un jazmín.
Yo creo, señores,
que un gordo bien pudiera
demostrar a los ricos y a los sabios
que detrás de las cosas
más materiales, si queréis,
existe algo escondido. Y yo creo
que a san Anselmo(e incluso al Tomás santo)
se le escapó esta prueba.
Prueba infalible, a mi entender,
de que el mundo no acaba, así como así,
en un gordo.
La prueba
Buscando andamos todos una prueba.
Una prueba que pruebe realmente
que no nos engañamos cuando niños:
que si los reyes godos o los Magos.
Y nadie pensó nunca en lo más fácil:
la existencia del gordo: es entusiasta,
ceremonioso y listo. Está sentado,
y como si tal cosa: nunca le hicieron caso como prueba.
Y, la verdad: no hay duda.
Uno tiene necesidad de muchas cosas:
creer en jeroglíficos, ver algo
detrás de aquella pluma de señora,
o bien, mejor aún, como os decía,
detrás del hombre gordo, aquel que manotea
mientras se da importancia por ser gordo.
Ser gordo es cosa buena, es cosa alegre,
es cosa de sustancia y compromiso,
es cosa de gordura sobre todo, y cosa que va a misa cuando es
fiesta.
Y sin embargo,
yo quisiera saber, que tontería,
qué hay detrás de aquel gordo.
Porque tras la gordura hay otra cosa,
estoy casi seguro.
No puede ser así, sin más ni más,
que un gordo sea un gordo.
Un gordo simplemente, un gordo simple,
un gordo intrascendente y para andar por casa.
Un gordo es importante, lo hemos dicho,
y por tanto, detrás de su gordura
ha de haber escondida alguna cosa
que sirva para algo.
Quizá para sentarse o tal vez solo
para andar más de prisa. Es imposible
que un respetable gordo
no tenga utilidad, como una silla
o una locomotora, o un jazmín.
Yo creo, señores,
que un gordo bien pudiera
demostrar a los ricos y a los sabios
que detrás de las cosas
más materiales, si queréis,
existe algo escondido. Y yo creo
que a san Anselmo(e incluso al Tomás santo)
se le escapó esta prueba.
Prueba infalible, a mi entender,
de que el mundo no acaba, así como así,
en un gordo.
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- Mensaje n°105
Re: CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)
A lo largo del día de hoy es posible que vuelva a entrar un rato; pero a partir de las 6 de esta tarde me marcho al campo. Allí no dispondré de ordenador - aunque sí de móvil-. Mi comunicación con el Foro será pues muy limitada hasta el día 9. Voy a ver que es lo que puedo hacer hoy.
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- Mensaje n°106
Re: CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)
A lo largo del día de hoy es posible que vuelva a entrar un rato; pero a partir de las 6 de esta tarde me marcho al campo. Allí no dispondré de ordenador - aunque sí de móvil-. Mi comunicación con el Foro será pues muy limitada hasta el día 9. Voy a ver que es lo que puedo hacer hoy.
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- Mensaje n°107
Re: CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)
LAS MONEDAS EN LA LOSA
V
DE LA VIDA ENUMERADA ( Al tercer Sirio de Vicente Aleixandre)
II
Pero otras veces, sin saber yo cómo,
te me quedas mirando con tus ojos
cariñosos, atentos
a un regresar de algo que no llega, y de pronto
me aúllas, aúllas a mi vida, al enorme vivir que de mí
- - - - - esperas,
río que fluye y no da lo que pides, lo que sin duda
- - - - - necesitas
ver venir desde lejos
para mí, junto a ti.
Ladras desesperada -
mente a las cuatro esquinas, a las cuatro estaciones,
a la luz, a la sombra, a la distancia,
ladras contra los árboles
del río, contra la peña gris y el remolino
que hacen allí las aguas,
las dulces aguas grises de tu amo,
el turbio y peligroso gris del hombre.
Y vuelves a ladrar contra la realidad entera de esas aguas,
acaso desbordadas, siempre inciertas,
pantanosas tal vez, oscuras, tenebrosas.
Ladras interminable
y te parece que el riesgo se disipa
si cubres incansable con tus ladridos protectores
el firmamento entero, el total mundo
sin que ningún resquicio abra al silencio
peligroso una entrada
sutil
por donde pase,
con delicadeza,
el puro hilo,
el soplo imperceptible de lo que no se nombra.
Omitimos EL JOVEN NO ENVEJECE JAMÁS; FILA JUVENIL y MIENTRAS EN TU OFICINA RESPIRAS.
EL EQUILIBRISTA
En varias religiones el acto de escupir a menudo posee un
- - - - - carácter sagrado que confiere al sujeto favorecido por
- - - - - tan alto don
honor y todo un surtido de recompensas:
bastones de enebro para provocar, según el caso y la estación,
- - - - - la enfermedad o la lluvia,
la envidia o el innoble placer de ser fiel a la mujer amada,
cintas genéticas que impiden el aborto, o, al revés, lo suscitan,
- - - - - en medio del general entusiasmo;
sustancias y hierbas que dan al iracundo una larga calma marina
o la orean con brisas bonancibles por donde cruza solitario un
- - - - - velero,
un largo sueño, un río;
no me dejéis decir lo que yo haría con todo esto,
con todo este poder acumulado en mis dedos magnéticos,
lo que yo haría con mi sombra, hecha trizas a veces a causa de
- - - - - coloreada ansiedad,
lo que yo haría con un puñado de muerte, como arena hasta el
- - - - - fondo
de mí mismo,
con el bochorno de ser hombre y morir,
lo que yo haría con todas las guitarras azules
sonando al mismo tiempo en el atardecer ensordecedor y
- - - - - profundo,
lo que yo haría con todas las campanas que voltean al unísono
- - - - - sobre la ciudad sus infinitos gritos de sombra, su
- - - - - enloquecedora elocuencia,
que vuelcan simultáneas en el arenal su agua turbia,
su agua pegajosa y tenaz, su agua terca;
es así como yo me las compongo para no morir,
miradme, vedme, soy el equilibrista famoso de una tarde de
- - - - - circo,
contemplad sobre todo mi vestido de color carmesí, mi
- - - - - curiosa sonrisa
en lo alto, mis dientes,
no puedo caer a la pista porque el hilo que me sostiene es
- - - - sutil,
es tan delgado y frágil que no puedo caer,
no puedo caer, retenedlo, porque el sombrero dec esa señora es
- - - - - azul o encarnado, porque el sueño es azul
como un río,
un río que va a dar en la mar, y no puede caer en la mar
desde aquí.
Afortunadamente no hay olas, ni se encrespa el abismo.
No hay olas, no hay espumas, ni siquiera arenilla, hay tan sólo
- - - - - quietud,
una enorme quietud, todos callan de pronto
allá abajo,
un enorme silencio
me rodea, allá abajo,
porque soy
el equilibrista famoso
de una tarde de circo.
V
DE LA VIDA ENUMERADA ( Al tercer Sirio de Vicente Aleixandre)
II
Pero otras veces, sin saber yo cómo,
te me quedas mirando con tus ojos
cariñosos, atentos
a un regresar de algo que no llega, y de pronto
me aúllas, aúllas a mi vida, al enorme vivir que de mí
- - - - - esperas,
río que fluye y no da lo que pides, lo que sin duda
- - - - - necesitas
ver venir desde lejos
para mí, junto a ti.
Ladras desesperada -
mente a las cuatro esquinas, a las cuatro estaciones,
a la luz, a la sombra, a la distancia,
ladras contra los árboles
del río, contra la peña gris y el remolino
que hacen allí las aguas,
las dulces aguas grises de tu amo,
el turbio y peligroso gris del hombre.
Y vuelves a ladrar contra la realidad entera de esas aguas,
acaso desbordadas, siempre inciertas,
pantanosas tal vez, oscuras, tenebrosas.
Ladras interminable
y te parece que el riesgo se disipa
si cubres incansable con tus ladridos protectores
el firmamento entero, el total mundo
sin que ningún resquicio abra al silencio
peligroso una entrada
sutil
por donde pase,
con delicadeza,
el puro hilo,
el soplo imperceptible de lo que no se nombra.
Omitimos EL JOVEN NO ENVEJECE JAMÁS; FILA JUVENIL y MIENTRAS EN TU OFICINA RESPIRAS.
EL EQUILIBRISTA
En varias religiones el acto de escupir a menudo posee un
- - - - - carácter sagrado que confiere al sujeto favorecido por
- - - - - tan alto don
honor y todo un surtido de recompensas:
bastones de enebro para provocar, según el caso y la estación,
- - - - - la enfermedad o la lluvia,
la envidia o el innoble placer de ser fiel a la mujer amada,
cintas genéticas que impiden el aborto, o, al revés, lo suscitan,
- - - - - en medio del general entusiasmo;
sustancias y hierbas que dan al iracundo una larga calma marina
o la orean con brisas bonancibles por donde cruza solitario un
- - - - - velero,
un largo sueño, un río;
no me dejéis decir lo que yo haría con todo esto,
con todo este poder acumulado en mis dedos magnéticos,
lo que yo haría con mi sombra, hecha trizas a veces a causa de
- - - - - coloreada ansiedad,
lo que yo haría con un puñado de muerte, como arena hasta el
- - - - - fondo
de mí mismo,
con el bochorno de ser hombre y morir,
lo que yo haría con todas las guitarras azules
sonando al mismo tiempo en el atardecer ensordecedor y
- - - - - profundo,
lo que yo haría con todas las campanas que voltean al unísono
- - - - - sobre la ciudad sus infinitos gritos de sombra, su
- - - - - enloquecedora elocuencia,
que vuelcan simultáneas en el arenal su agua turbia,
su agua pegajosa y tenaz, su agua terca;
es así como yo me las compongo para no morir,
miradme, vedme, soy el equilibrista famoso de una tarde de
- - - - - circo,
contemplad sobre todo mi vestido de color carmesí, mi
- - - - - curiosa sonrisa
en lo alto, mis dientes,
no puedo caer a la pista porque el hilo que me sostiene es
- - - - sutil,
es tan delgado y frágil que no puedo caer,
no puedo caer, retenedlo, porque el sombrero dec esa señora es
- - - - - azul o encarnado, porque el sueño es azul
como un río,
un río que va a dar en la mar, y no puede caer en la mar
desde aquí.
Afortunadamente no hay olas, ni se encrespa el abismo.
No hay olas, no hay espumas, ni siquiera arenilla, hay tan sólo
- - - - - quietud,
una enorme quietud, todos callan de pronto
allá abajo,
un enorme silencio
me rodea, allá abajo,
porque soy
el equilibrista famoso
de una tarde de circo.
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ISRAEL: ¡GENOCIDA! LA HISTORIA HABRÁ DE LLEVARLOS ANTE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL POR CONTINUADOS CRÍMMENES DE GUERRA
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- Mensaje n°108
Re: CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)
Pues yo que tú, me dedicaría a disfrutar, simplemente. Hay más días que longanizas, jeje. Eso es lo que se suele decir.
Besos, y por aquí seguiré.
Besos, y por aquí seguiré.
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“Como siempre; apenas uno pone los pies en la tierra
se acaba la diversión”.
se acaba la diversión”.
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- Mensaje n°109
Re: CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)
Oda en la ceniza
A Juan Luis Panero
I
Era el atardecer de un día de julio.
Pájaros torpes en la baja luz
hundidos, salpicaban con su batir de alas
gruesas
de claridad aún el ámbito del día.
Miraste el mundo largamente y diste
cuenta de tu quehacer final. Nada quedó.
Nada quedó. Por todas partes, sombras.
Nada quedó. Todo. Todo borrado.
Borrado como aquel mar lejano que nunca ya se oye,
en medio de la estepa sombría. Borrado ya y sin luz
como tu corazón aquella tarde
cuando al atardecer nada quedó.
II
Nada quedó. El agua y sus orillas.
El río en sombra del ayer. El viento.
Tus cabellos de pronto eran más pálidos
y tus ojos miraban con pesar.
“Quiero quedarme aquí junto a estos juncos
verde, iluminados por el sol. Tan sólo
quiero quedar”. Por el jardín vecino
pájaros leves en volandas iban
hacia una tenue y dulce claridad.
III
Iban hacia el amor de un día de julio
exactamente igual a éste. Iban
volando ciegamente hacia el confín.
Los aires eran pálidos y el río
se escuchaba remoto. El ciego día
era hermoso hacia Julio y todo estaba
lleno de un amarillo resplandor.
IV
Volaban, sí. Nada quedó, cual si fuesen palabras. Palabras
que dije, que callé, que pronuncié.
Palabras de espesor diminuto,
cálidas como nidos de palomas.
Palabras de colores, que se fueron,
o de yertas penumbras ateridas.
V
Todo fueron palabras. Aquél árbol o aquella
nitidez entusiasta.
Aquel río, aquel junio, aquel enero.
Aquella muchedumbre enloquecida
por su cuidado lóbrego. Aquel leve
rubor de amanecida.
Aquel cuerpo que amé. Aquella oscura
pasión interminable.
VI
Todo fueron palabras. El amor y el hastío,
el rigor de vivir junto a la nada ardiendo.
Como una antorcha que ilumina el vacío
desolador, como una llama indómita
que en la noche se mueve,
como tú, como yo, como nosotros,
todo fueron palabras.
VII
Palabras y palabras y palabras.
Hermoso como un mundo de palabras
el mundo de palabras.
Palabras diminutas, bellas y diminutas
como palabras diminutas, bellas.
Palabras bellas como estrellas bellas
que fuesen ya palabras diminutas.
(Palabras tan queridas
aunque fuesen palabras)
VIII
Amaste las palabras.
Reconoces ahora que amaste las palabras,
su pequeño universo de sonido,
su locura más bella.
Palabras tiernas como monstruos dulces
que te hicieron vivir y a los que aún ahora
estás agradecido.
IX
Unas fueron hermosas y otras crueles,
pero no menos bellas.
Unas fueron atroces,
otras tan sólo tristes, ninguna indiferente.
Las amaste así a todas.
Las de cálido pecho, las de cinturas leves como anillos,
las dulces como aromas,
las de inclinada espiga frente al viento furioso,
las aterradas por el anochecer,
o aquellas otras ateridas de frío,
sin ropa que ponerse,
todas fueron, oh, sí, amadas tuyas.
X
Amadas tuyas hasta el fin. La vida.
La hermosa vida que has vivido vale.
El campo, el valle, lágrimas de lodo
que has podido llorar, la niebla oscura.
Todo vale si es, aunque palabras
fuese. Todo vale si gime.
Todo vale si duele
junto a tu carne un mundo de palabras.
A Juan Luis Panero
I
Era el atardecer de un día de julio.
Pájaros torpes en la baja luz
hundidos, salpicaban con su batir de alas
gruesas
de claridad aún el ámbito del día.
Miraste el mundo largamente y diste
cuenta de tu quehacer final. Nada quedó.
Nada quedó. Por todas partes, sombras.
Nada quedó. Todo. Todo borrado.
Borrado como aquel mar lejano que nunca ya se oye,
en medio de la estepa sombría. Borrado ya y sin luz
como tu corazón aquella tarde
cuando al atardecer nada quedó.
II
Nada quedó. El agua y sus orillas.
El río en sombra del ayer. El viento.
Tus cabellos de pronto eran más pálidos
y tus ojos miraban con pesar.
“Quiero quedarme aquí junto a estos juncos
verde, iluminados por el sol. Tan sólo
quiero quedar”. Por el jardín vecino
pájaros leves en volandas iban
hacia una tenue y dulce claridad.
III
Iban hacia el amor de un día de julio
exactamente igual a éste. Iban
volando ciegamente hacia el confín.
Los aires eran pálidos y el río
se escuchaba remoto. El ciego día
era hermoso hacia Julio y todo estaba
lleno de un amarillo resplandor.
IV
Volaban, sí. Nada quedó, cual si fuesen palabras. Palabras
que dije, que callé, que pronuncié.
Palabras de espesor diminuto,
cálidas como nidos de palomas.
Palabras de colores, que se fueron,
o de yertas penumbras ateridas.
V
Todo fueron palabras. Aquél árbol o aquella
nitidez entusiasta.
Aquel río, aquel junio, aquel enero.
Aquella muchedumbre enloquecida
por su cuidado lóbrego. Aquel leve
rubor de amanecida.
Aquel cuerpo que amé. Aquella oscura
pasión interminable.
VI
Todo fueron palabras. El amor y el hastío,
el rigor de vivir junto a la nada ardiendo.
Como una antorcha que ilumina el vacío
desolador, como una llama indómita
que en la noche se mueve,
como tú, como yo, como nosotros,
todo fueron palabras.
VII
Palabras y palabras y palabras.
Hermoso como un mundo de palabras
el mundo de palabras.
Palabras diminutas, bellas y diminutas
como palabras diminutas, bellas.
Palabras bellas como estrellas bellas
que fuesen ya palabras diminutas.
(Palabras tan queridas
aunque fuesen palabras)
VIII
Amaste las palabras.
Reconoces ahora que amaste las palabras,
su pequeño universo de sonido,
su locura más bella.
Palabras tiernas como monstruos dulces
que te hicieron vivir y a los que aún ahora
estás agradecido.
IX
Unas fueron hermosas y otras crueles,
pero no menos bellas.
Unas fueron atroces,
otras tan sólo tristes, ninguna indiferente.
Las amaste así a todas.
Las de cálido pecho, las de cinturas leves como anillos,
las dulces como aromas,
las de inclinada espiga frente al viento furioso,
las aterradas por el anochecer,
o aquellas otras ateridas de frío,
sin ropa que ponerse,
todas fueron, oh, sí, amadas tuyas.
X
Amadas tuyas hasta el fin. La vida.
La hermosa vida que has vivido vale.
El campo, el valle, lágrimas de lodo
que has podido llorar, la niebla oscura.
Todo vale si es, aunque palabras
fuese. Todo vale si gime.
Todo vale si duele
junto a tu carne un mundo de palabras.
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“Como siempre; apenas uno pone los pies en la tierra
se acaba la diversión”.
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- Mensaje n°110
Re: CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)
Acerca del ojo de la aguja
A Claudio Rodríguez
¿Será posible aquello?
¿Será posible un espacio ensanchándose
terriblemente a cada instante,
a cada golpe de humanidad que ingresa
victoriosa en la Luz, a cada racha
de gloriosa miseria acontecida
de amor y de tristeza y hecha luz,
y hecha de pronto luz,
luz que penetra
velozmente en la Luz,
en la luz única?
¿Será posible que de pronto
entre a empujones, a empellones súbitos
brutalmente, diríamos,
por las sencillas rendijas del misterio
el hondo mar humano, el oleaje
mísero
de la calamidad y la paciencia?
¿El ojo de una aguja espera siempre
el ahilamiento prodigioso
de la terrible ola embrutecida
del sufrimiento atroz,
y allí los peces íntegros
del verde mar humano
de la pena, y todo
el hueco hilo
más delgado que el sueño
y que la palidez con que bregamos,
soportarnos podrá
terriblemente?
La presión hechizada
del sufrimiento humano,
el poder de la pena,
la irresistible fuerza
que nos lleva hacia allí,
¿Forzará las paredes tenebrosas,
raspará en agonía
el duelo, el muro?
¡Quién lo podrá decir!
Sellado está el silencio y oigo el rumor del mar
que el silencio golpea
una vez y otra vez.
…Una vez y otra vez, por si el silencio
tuviese una rendija,
tan sólo un agujero.
A un poeta sereno
A Vicente Aleixandre
La inmovilidad de tu ser, que la fatiga de vivir no excluye
pero que significa reposo y alucinación
de un saber entregado;
la inmovilidad en que sabes vivir y respirar con naturalidad y
ser entre la sombra,
la velocidad de tu personal calma,
de tu ser pleno e íntegro.
Siempre me ha sorprendido tu tranquilidad cuando paralizado
te mueves,
cuando paralizado te arrojas
más allá de ti mismo, proyectado
hacia tus vertiginosas afueras, de una intemperie plácida,
allá donde tú te levantas repentinamente futuro
y donde inteligible te haces,
súbitamente.
¿Qué es lo que ven tus ojos en aquel alrededor insensato,
en aquel porvenir carnicero, obstinado, remoto,
de donde sólo tú regresar puedes;
qué es lo que ves, qué formas imposibles reconoces y apuntas
en la sombra? Tus manos rasguean signos,
palpan en los relieves
de las cosas,
y miras con tus ojos
la existencia blasfema
que ya nos sustituye,
te sustituye a ti.
Más tal vez sea otra cosa
lo que miras.
Quizás agazapado está en aquel profundo silencio,
en aquel trágico espacio de universal mudez
un orden de existencias perfectamente lúcidas,
una inteligente reunión de realidades que sistemáticamente
nos excluyen
del orbe, ay,
sin malicia.
Acaso tu mirada
haya podido regresar de aquel reino
con esa serenidad tan propicia
a los hombres, porque tú sepas
más. Acaso has arribado
a un conocer más hondo
...............................
...................
A Claudio Rodríguez
¿Será posible aquello?
¿Será posible un espacio ensanchándose
terriblemente a cada instante,
a cada golpe de humanidad que ingresa
victoriosa en la Luz, a cada racha
de gloriosa miseria acontecida
de amor y de tristeza y hecha luz,
y hecha de pronto luz,
luz que penetra
velozmente en la Luz,
en la luz única?
¿Será posible que de pronto
entre a empujones, a empellones súbitos
brutalmente, diríamos,
por las sencillas rendijas del misterio
el hondo mar humano, el oleaje
mísero
de la calamidad y la paciencia?
¿El ojo de una aguja espera siempre
el ahilamiento prodigioso
de la terrible ola embrutecida
del sufrimiento atroz,
y allí los peces íntegros
del verde mar humano
de la pena, y todo
el hueco hilo
más delgado que el sueño
y que la palidez con que bregamos,
soportarnos podrá
terriblemente?
La presión hechizada
del sufrimiento humano,
el poder de la pena,
la irresistible fuerza
que nos lleva hacia allí,
¿Forzará las paredes tenebrosas,
raspará en agonía
el duelo, el muro?
¡Quién lo podrá decir!
Sellado está el silencio y oigo el rumor del mar
que el silencio golpea
una vez y otra vez.
…Una vez y otra vez, por si el silencio
tuviese una rendija,
tan sólo un agujero.
A un poeta sereno
A Vicente Aleixandre
La inmovilidad de tu ser, que la fatiga de vivir no excluye
pero que significa reposo y alucinación
de un saber entregado;
la inmovilidad en que sabes vivir y respirar con naturalidad y
ser entre la sombra,
la velocidad de tu personal calma,
de tu ser pleno e íntegro.
Siempre me ha sorprendido tu tranquilidad cuando paralizado
te mueves,
cuando paralizado te arrojas
más allá de ti mismo, proyectado
hacia tus vertiginosas afueras, de una intemperie plácida,
allá donde tú te levantas repentinamente futuro
y donde inteligible te haces,
súbitamente.
¿Qué es lo que ven tus ojos en aquel alrededor insensato,
en aquel porvenir carnicero, obstinado, remoto,
de donde sólo tú regresar puedes;
qué es lo que ves, qué formas imposibles reconoces y apuntas
en la sombra? Tus manos rasguean signos,
palpan en los relieves
de las cosas,
y miras con tus ojos
la existencia blasfema
que ya nos sustituye,
te sustituye a ti.
Más tal vez sea otra cosa
lo que miras.
Quizás agazapado está en aquel profundo silencio,
en aquel trágico espacio de universal mudez
un orden de existencias perfectamente lúcidas,
una inteligente reunión de realidades que sistemáticamente
nos excluyen
del orbe, ay,
sin malicia.
Acaso tu mirada
haya podido regresar de aquel reino
con esa serenidad tan propicia
a los hombres, porque tú sepas
más. Acaso has arribado
a un conocer más hondo
...............................
...................
Última edición por Lluvia Abril el Jue 10 Dic 2015, 16:54, editado 1 vez
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“Como siempre; apenas uno pone los pies en la tierra
se acaba la diversión”.
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- Mensaje n°111
Re: CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)
Oda en la ceniza
En el centro del alma
A Francisco Nieva
El alma ha de morir, y es inmortal ahora.
C.B.
Allí, en el centro mismo
del ser, allí en el núcleo
impenetrable,
donde continuamente se alimenta
sagradamente un deber de existir,
porque sí, porque es sino,
y signo y simulacro
de otro vivir más hondo.
Allí, donde reside,
no el dolor, mas la vida,
y no cualquiera, mas la tuya,
la alta vida sin bordes,
eterna, porque la eternidad
se agazapa en tan breve contorno,
y en ti muere y acecha,
y en ti vive y se esconde,
mientras existes tú.
Allí, donde no canta
nada, donde nada gorjea, pues que todo
es silencio y es cántico, y silbido
y retenido ruiseñor y urna
de la mañana que no pasa, inmóvil,
cristalina, encerrada.
Allí donde no sufres,
ni acongojado te delatas, donde
quieto te asumes,
y el dolor queda fuera
del témpano de vida
donde vives y eres,
inmortal de un instante,
trueno de ser, aurora de ti mismo,
principio de ti mismo, allí
respondes.
Allí,
donde arrecia el milagro,
la salvación más pura.
Salvación del amor
Seguid.
Agarrad un trozo de madera, salvadlo de llamas,
de devastaciones, de miedos.
Nuestro nombre se borra, nuestras obras desaparecen, se
confunden, se ahogan,
pero quede sin duda el silbido de la propagación,
la religión de la permanencia de algo
dudoso, intermedio, increíble:
eso que el niño hace cuando juega, eso
que tiene nombre de llama y no quema
ni resplandece en la noche. Salvad un sonido,
salvad tan sólo un número caliente,
un ademán tan sólo susurrado
entre dos luces,
un gesto pálido de un caballero solo,
luego enterrado entre jazmines. Poned
esta flor en el ojal de un triste,
recoged al caído en su sueño
de amor, al penumbroso,
apenas aquejado.
En el fondo del pozo hay una lágrima,
una lágrima grande como un niño
una queja, un recogido amor a alguien
muerto hace mucho. Salvadlo por amor
de la vida. Salvadlo por amor de la continuidad del amor.
Salvadlo por amor
del hombre.
Esto que viene tiene que ser hombre,
tiene que ser amor y propagar amor,
y tiene que ser costumbre de amor
sin esperanza ni premio de otro amor.
Sois vosotros los llamados, los elegidos
para que decidáis si ha de durar el gesto generoso
de vivir como vida en más que vida,
de aceptar con modestia ser tan sólo
un puente en el camino,
un puente tenebroso, esclarecido
por el amor tan sólo…
En el centro del alma
A Francisco Nieva
El alma ha de morir, y es inmortal ahora.
C.B.
Allí, en el centro mismo
del ser, allí en el núcleo
impenetrable,
donde continuamente se alimenta
sagradamente un deber de existir,
porque sí, porque es sino,
y signo y simulacro
de otro vivir más hondo.
Allí, donde reside,
no el dolor, mas la vida,
y no cualquiera, mas la tuya,
la alta vida sin bordes,
eterna, porque la eternidad
se agazapa en tan breve contorno,
y en ti muere y acecha,
y en ti vive y se esconde,
mientras existes tú.
Allí, donde no canta
nada, donde nada gorjea, pues que todo
es silencio y es cántico, y silbido
y retenido ruiseñor y urna
de la mañana que no pasa, inmóvil,
cristalina, encerrada.
Allí donde no sufres,
ni acongojado te delatas, donde
quieto te asumes,
y el dolor queda fuera
del témpano de vida
donde vives y eres,
inmortal de un instante,
trueno de ser, aurora de ti mismo,
principio de ti mismo, allí
respondes.
Allí,
donde arrecia el milagro,
la salvación más pura.
Salvación del amor
Seguid.
Agarrad un trozo de madera, salvadlo de llamas,
de devastaciones, de miedos.
Nuestro nombre se borra, nuestras obras desaparecen, se
confunden, se ahogan,
pero quede sin duda el silbido de la propagación,
la religión de la permanencia de algo
dudoso, intermedio, increíble:
eso que el niño hace cuando juega, eso
que tiene nombre de llama y no quema
ni resplandece en la noche. Salvad un sonido,
salvad tan sólo un número caliente,
un ademán tan sólo susurrado
entre dos luces,
un gesto pálido de un caballero solo,
luego enterrado entre jazmines. Poned
esta flor en el ojal de un triste,
recoged al caído en su sueño
de amor, al penumbroso,
apenas aquejado.
En el fondo del pozo hay una lágrima,
una lágrima grande como un niño
una queja, un recogido amor a alguien
muerto hace mucho. Salvadlo por amor
de la vida. Salvadlo por amor de la continuidad del amor.
Salvadlo por amor
del hombre.
Esto que viene tiene que ser hombre,
tiene que ser amor y propagar amor,
y tiene que ser costumbre de amor
sin esperanza ni premio de otro amor.
Sois vosotros los llamados, los elegidos
para que decidáis si ha de durar el gesto generoso
de vivir como vida en más que vida,
de aceptar con modestia ser tan sólo
un puente en el camino,
un puente tenebroso, esclarecido
por el amor tan sólo…
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- Mensaje n°112
Re: CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)
Oda en la ceniza
Tú que conoces
Al pintor José Hernández,
al que me siento tan afín
¿A quién acudiré?
Tú que conoces
el resplandor de sombra detenida,
el inmóvil quehacer, el trajinar infatigable de la absoluta
calma,
la velocidad de la espera del sueño
repentino,
el crujido en la tabla, la viga
de la verdad que cruje y nos señala
a los despiertos de la sombra,
a los alucinados de la espera,
a los ciertos,
a los insomnes,
a nosotros, en fin, a los dormidos;
tú que conoces el espanto
en medio de la brasa, a mitad de la risa, en medio del
suspiro;
tú que conoces tanto de la escalera oscura,
de la oscura verdad, de la llamada
de pronto, allá, en el entresueño,
de aquella voz que silba en plena oscuridad,
en plena noche, a plena bocanada,
a plena realidad de penumbra deshecha por el viento;
tú que conoces tanto del roído mendrugo
de un ensueño, de un canto
misterioso, más allá del sentido, de una música
que sonaba en la noche, en la delgada noche
tan fina como noche delicada,
que sonaba
casi sonando en la afinada oscuridad, más lenta que la vida,
mucho más lenta que la muerte;
tú que subes a tientas el recodo penúltimo
hacia la ruina de un sublime engaño,
enséñame a subir, a subir casi, a casi descender subiendo
con fatiga,
el escarpado
monte, el imposible monte
donde tú no has llegado.
Tú que conoces
Al pintor José Hernández,
al que me siento tan afín
¿A quién acudiré?
Tú que conoces
el resplandor de sombra detenida,
el inmóvil quehacer, el trajinar infatigable de la absoluta
calma,
la velocidad de la espera del sueño
repentino,
el crujido en la tabla, la viga
de la verdad que cruje y nos señala
a los despiertos de la sombra,
a los alucinados de la espera,
a los ciertos,
a los insomnes,
a nosotros, en fin, a los dormidos;
tú que conoces el espanto
en medio de la brasa, a mitad de la risa, en medio del
suspiro;
tú que conoces tanto de la escalera oscura,
de la oscura verdad, de la llamada
de pronto, allá, en el entresueño,
de aquella voz que silba en plena oscuridad,
en plena noche, a plena bocanada,
a plena realidad de penumbra deshecha por el viento;
tú que conoces tanto del roído mendrugo
de un ensueño, de un canto
misterioso, más allá del sentido, de una música
que sonaba en la noche, en la delgada noche
tan fina como noche delicada,
que sonaba
casi sonando en la afinada oscuridad, más lenta que la vida,
mucho más lenta que la muerte;
tú que subes a tientas el recodo penúltimo
hacia la ruina de un sublime engaño,
enséñame a subir, a subir casi, a casi descender subiendo
con fatiga,
el escarpado
monte, el imposible monte
donde tú no has llegado.
_________________
“Como siempre; apenas uno pone los pies en la tierra
se acaba la diversión”.
se acaba la diversión”.
"Mafalda"
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- Mensaje n°113
Re: CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)
Precio de la verdad
A Ángel González
En el desván antiguo de raída memoria,
detrás de la cuchara de palo con carcoma,
tras el vestuario viejo ha de encontrarse, o junto al muro
desconchado, en el polvo
de siglos. Ha de encontrarse acaso más allá del pálido gesto de
una mano
vieja de algún mendigo, o en la ruina del alma
cuando ha cesado todo.
Yo me pregunto si es preciso el camino
polvoriento de la duda tenaz, el desaliento súbito
en la llanura estéril, bajo el sol de justicia,
la ruina de toda esperanza, el raído harapo del miedo,
la desazón invencible a mitad del sendero que conduce al
torreón derruido.
Yo me pregunto si es preciso dejar el camino real
y tomar a la izquierda por el atajo y la trocha,
como si nada hubiera quedado atrás en la casa desierta.
Me pregunto si es preciso ir sin vacilación al horror
de la noche,
penetrar el abismo, la boca del lobo,
caminar hacia atrás, de espaldas hacia la negación,
o invertir la verdad, en el desolado camino.
O si más bien es preciso el sollozo de polvo en la confusión de
un verano
terrible, o en el trastornado amanecer del alcohol con
trompetas de sueño
saberse de pronto absolutamente desiertos, o mejor,
es quizá necesario haberse perdido en el sucio trato del amor,
haber contratado en la sombra un ensueño,
comprado por precio una reminiscencia de luz, un encanto
de amanecer tras la colina, hacia el río.
Admito la posibilidad de que sea absolutamente preciso
haber descendido, al menos alguna vez, hasta el fondo del
edificio oscuro,
haber bajado a tientas el peligro de la desvencijada escalera,
que amenaza ceder a cada paso nuestro,
y haber penetrado al fin con valentía en la indignidad, en el
sótano oscuro.
Haber visitado el lugar de la sombra,
el territorio de la ceniza, donde toda vileza reposa
junto a la telaraña paciente. Haberse avecindado en el polvo,
haberlo masticado con tenacidad en largas horas de sed
o de sueño. Haber respondido con valor o temeridad
al silencio
o la pregunta postrera, y haberse allí percatado y rehecho.
Es necesario haberse entendido con la malhechora verdad
que nos asalta en plena noche y nos desvela de pronto y nos
roba
hasta el último céntimo. Haber mendigado después largos días
por los barrios más bajos de uno mismo, sin esperanza de
recuperar lo perdido,
y al fin, desposeídos, haber continuado el camino sincero y
entrado en la noche absoluta con valor todavía.
A Ángel González
En el desván antiguo de raída memoria,
detrás de la cuchara de palo con carcoma,
tras el vestuario viejo ha de encontrarse, o junto al muro
desconchado, en el polvo
de siglos. Ha de encontrarse acaso más allá del pálido gesto de
una mano
vieja de algún mendigo, o en la ruina del alma
cuando ha cesado todo.
Yo me pregunto si es preciso el camino
polvoriento de la duda tenaz, el desaliento súbito
en la llanura estéril, bajo el sol de justicia,
la ruina de toda esperanza, el raído harapo del miedo,
la desazón invencible a mitad del sendero que conduce al
torreón derruido.
Yo me pregunto si es preciso dejar el camino real
y tomar a la izquierda por el atajo y la trocha,
como si nada hubiera quedado atrás en la casa desierta.
Me pregunto si es preciso ir sin vacilación al horror
de la noche,
penetrar el abismo, la boca del lobo,
caminar hacia atrás, de espaldas hacia la negación,
o invertir la verdad, en el desolado camino.
O si más bien es preciso el sollozo de polvo en la confusión de
un verano
terrible, o en el trastornado amanecer del alcohol con
trompetas de sueño
saberse de pronto absolutamente desiertos, o mejor,
es quizá necesario haberse perdido en el sucio trato del amor,
haber contratado en la sombra un ensueño,
comprado por precio una reminiscencia de luz, un encanto
de amanecer tras la colina, hacia el río.
Admito la posibilidad de que sea absolutamente preciso
haber descendido, al menos alguna vez, hasta el fondo del
edificio oscuro,
haber bajado a tientas el peligro de la desvencijada escalera,
que amenaza ceder a cada paso nuestro,
y haber penetrado al fin con valentía en la indignidad, en el
sótano oscuro.
Haber visitado el lugar de la sombra,
el territorio de la ceniza, donde toda vileza reposa
junto a la telaraña paciente. Haberse avecindado en el polvo,
haberlo masticado con tenacidad en largas horas de sed
o de sueño. Haber respondido con valor o temeridad
al silencio
o la pregunta postrera, y haberse allí percatado y rehecho.
Es necesario haberse entendido con la malhechora verdad
que nos asalta en plena noche y nos desvela de pronto y nos
roba
hasta el último céntimo. Haber mendigado después largos días
por los barrios más bajos de uno mismo, sin esperanza de
recuperar lo perdido,
y al fin, desposeídos, haber continuado el camino sincero y
entrado en la noche absoluta con valor todavía.
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- Mensaje n°114
Re: CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)
LAS MONEDAS CONTRA LA LOSA
VI
LA NUEVA MIRADA
POÉTICA
(la de Primavera de la muerte)
De un solo golpe hacer surgir las cosas
múltiples, simultáneas, como un río.
Decir "te odio", "no", "borrasca", "frío",
y entender, además, con eso, "rosas",
maravillosas rosas mariposas
del alma, fuego azul, extraño envío
de un pájaro que siendo atroz navío
fuese los aires y las olas rosas.
Que en sus palabras surja el mar o el viento
como huracán que, aquí, sopla en Bagdad.
Dentro de un siglo resonó el momento
este, en este reloj de esta ciudad,
veloz como quietud o arrobamiento.
Sé la mentira y séla de verdad.
Omito MONÓLOGO HACIA EL DESTINO
LA NUEVA MIRADA
Dame la mano, sufrimiento, dolor, mi viejo amigo.
Dame la mano una vez más y sé otra vez mi compañero,
como lo fuiste tantas veces en el oscuro atardecer.
Cruzaban las gaviotas sobre el cielo,
se ennegrecía el mar con la tormenta próxima.
Dame la mano una vez más, pues ahora sé
lo que entonces no supe. Sé recibirte sin rencor
ni reproche. Acepto tu visita oscura.
Es en mis ojos, sufrimiento, dolor,
donde laboras tu más fino quehacer,
donde ejercitas tu destreza, tu habilidad
de orfebre
sin par. Allí
depositas al fin tu redención, pones como sobre un altar,
con delicadeza extremada,
tu hechura exquisita, y alzas, en medio de la noche, el milagro
lentamente a los cielos, la joya finísima,
el espectáculo de oro,
trabajado sin prisa, acumulada realidad que acomodas después
a mi nueva mirada.
Y es así como ahora, tras tu trabajo en la honda cueva,
en la recóndita guarida donde yo padecí tu febril creación,
es así como ahora
puedo mirar,
tras el mundo habitual, un mundo ardiente.
Arden las llamas de color tras el gris habitual,
tras la oscuridad se encarniza la luz, se redondea el rosa,
- - - - - esplende el animado carmín,
y todavía más allá, tras la trascendida apariencia, se ve
de otro modo, trasparentándose hacia una eternidad,
un país nuevo.
Un país nuevo, inmóvil en la luz
tras la oscuridad de mi agitada noche.
VI
LA NUEVA MIRADA
POÉTICA
(la de Primavera de la muerte)
De un solo golpe hacer surgir las cosas
múltiples, simultáneas, como un río.
Decir "te odio", "no", "borrasca", "frío",
y entender, además, con eso, "rosas",
maravillosas rosas mariposas
del alma, fuego azul, extraño envío
de un pájaro que siendo atroz navío
fuese los aires y las olas rosas.
Que en sus palabras surja el mar o el viento
como huracán que, aquí, sopla en Bagdad.
Dentro de un siglo resonó el momento
este, en este reloj de esta ciudad,
veloz como quietud o arrobamiento.
Sé la mentira y séla de verdad.
Omito MONÓLOGO HACIA EL DESTINO
LA NUEVA MIRADA
Dame la mano, sufrimiento, dolor, mi viejo amigo.
Dame la mano una vez más y sé otra vez mi compañero,
como lo fuiste tantas veces en el oscuro atardecer.
Cruzaban las gaviotas sobre el cielo,
se ennegrecía el mar con la tormenta próxima.
Dame la mano una vez más, pues ahora sé
lo que entonces no supe. Sé recibirte sin rencor
ni reproche. Acepto tu visita oscura.
Es en mis ojos, sufrimiento, dolor,
donde laboras tu más fino quehacer,
donde ejercitas tu destreza, tu habilidad
de orfebre
sin par. Allí
depositas al fin tu redención, pones como sobre un altar,
con delicadeza extremada,
tu hechura exquisita, y alzas, en medio de la noche, el milagro
lentamente a los cielos, la joya finísima,
el espectáculo de oro,
trabajado sin prisa, acumulada realidad que acomodas después
a mi nueva mirada.
Y es así como ahora, tras tu trabajo en la honda cueva,
en la recóndita guarida donde yo padecí tu febril creación,
es así como ahora
puedo mirar,
tras el mundo habitual, un mundo ardiente.
Arden las llamas de color tras el gris habitual,
tras la oscuridad se encarniza la luz, se redondea el rosa,
- - - - - esplende el animado carmín,
y todavía más allá, tras la trascendida apariencia, se ve
de otro modo, trasparentándose hacia una eternidad,
un país nuevo.
Un país nuevo, inmóvil en la luz
tras la oscuridad de mi agitada noche.
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- Mensaje n°115
Re: CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)
LA MONEDA CONTRA LA LOSA
VI
LA NUEVA MIRADA ( A Elisa y Juan Luís Prieto)
Estoy aquí mirando el vuelo de las golondrinas, el lento
- - - - - deslizarse de las nubes
pausadas,
el paso errante de la multitud que camina
buscando con desazón en el aire una cosa,
algo en los escaparates luminosos de la ciudad, algo que
- - - - - pudiese sonar entre la luz, o permanecer
en el viento. Algo como un jazmín
o una forma redondeada, como si fuese
una perentoria necesidad, o bien, de otro modo,
un grito de socorro en el bosque,
un jadear perdido en la inmensidad,
y en la soledad , o en la ruina.
Y estoy aquí, y todavía miro, y contemplo, y vuelvo a mirar,
y toco con fatalidad los cartílagos, los huesos
inmóviles, básicos,
que parecen responder a una pregunta, las rodillas
más tenaces en su respuesta, el hondo clamor
de mi sien, donde siempre fulgura el mañana
y brilla siempre el sol del atardecer en que estoy.
Mirad las colinas a lo lejos, doradas,
las serpentinas caprichosas de la cambiante luz,
el grito de mi corazón prolongado hacia arriba, en la tarde,
subido en la gloriosa cresta, más alto,
como águila que renaciese devorando la luz,
el inmenso corazón del espacio.
Ah, dejadme mirar,
dejadme contemplar la súbita realidad de la encendida memoria,
el inflamado recuerdo rojizo, como astilla que se retuerce
- - - - - torturada en la llama,
las lóbregas lenguas de fuego devorando acaso una
- - - - - habitación de un hotel,
donde aún en un lecho, infinitamente tendidos, dos cuerpos
- - - - - minuciosamente se aman, con tenacidad contagiosa,
con escrupulosa obstinación, en el tiempo, sólo por una vez,
- - - - - todavía.
Dejadme contemplar el dolor que llegó, como siempre al fin
- - - - - llega,
con puntualidad y exactitud descortés en la hora mortal,
y luego la vertiginosa caída en la inmóvil meditación,
en la velocísima tregua del pensamiento
que puede recorrer todo un día, jadeante, hacia atrás,
- - - - - la inexorable planicie de la misma pregunta,
la desértica desazón arenosa
donde el sol no se pone jamás.
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - // Oh, dejadme
mirar lo que he sido
en el camino polvoriento hacia hoy,
las rocas escarpadas hacia mí, en el desierto,
los levantados gritos que me anunciaban
como estando aquí ahora,
los gemidos horribles de mi esperanza, las quejas de mi pleni-
- - - - - tud, madurando cual uvas
pisadas por muchos pies en la sombra.
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - // Oh, dejadme mirar
cómo danzan alegres esos pies sobre la cosecha
de vid, estrujando sin piedad todo el fruto, dejadme
ver
cómo chorrea, bajo las insistentes plantas gozosas,
el jugo entero de mi razón, mi terriza ansiedad,
mi pataleada esperanza,
y toda mi madurez derretida.
Oh, vedme, la cosecha está aquí,
tenebrosa como vino. Aunque oscuro,
os lo ofrezco.
FIN DEL POEMARIO LAS MONEDAS CONTRA LA LOSA.
VI
LA NUEVA MIRADA ( A Elisa y Juan Luís Prieto)
Estoy aquí mirando el vuelo de las golondrinas, el lento
- - - - - deslizarse de las nubes
pausadas,
el paso errante de la multitud que camina
buscando con desazón en el aire una cosa,
algo en los escaparates luminosos de la ciudad, algo que
- - - - - pudiese sonar entre la luz, o permanecer
en el viento. Algo como un jazmín
o una forma redondeada, como si fuese
una perentoria necesidad, o bien, de otro modo,
un grito de socorro en el bosque,
un jadear perdido en la inmensidad,
y en la soledad , o en la ruina.
Y estoy aquí, y todavía miro, y contemplo, y vuelvo a mirar,
y toco con fatalidad los cartílagos, los huesos
inmóviles, básicos,
que parecen responder a una pregunta, las rodillas
más tenaces en su respuesta, el hondo clamor
de mi sien, donde siempre fulgura el mañana
y brilla siempre el sol del atardecer en que estoy.
Mirad las colinas a lo lejos, doradas,
las serpentinas caprichosas de la cambiante luz,
el grito de mi corazón prolongado hacia arriba, en la tarde,
subido en la gloriosa cresta, más alto,
como águila que renaciese devorando la luz,
el inmenso corazón del espacio.
Ah, dejadme mirar,
dejadme contemplar la súbita realidad de la encendida memoria,
el inflamado recuerdo rojizo, como astilla que se retuerce
- - - - - torturada en la llama,
las lóbregas lenguas de fuego devorando acaso una
- - - - - habitación de un hotel,
donde aún en un lecho, infinitamente tendidos, dos cuerpos
- - - - - minuciosamente se aman, con tenacidad contagiosa,
con escrupulosa obstinación, en el tiempo, sólo por una vez,
- - - - - todavía.
Dejadme contemplar el dolor que llegó, como siempre al fin
- - - - - llega,
con puntualidad y exactitud descortés en la hora mortal,
y luego la vertiginosa caída en la inmóvil meditación,
en la velocísima tregua del pensamiento
que puede recorrer todo un día, jadeante, hacia atrás,
- - - - - la inexorable planicie de la misma pregunta,
la desértica desazón arenosa
donde el sol no se pone jamás.
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - // Oh, dejadme
mirar lo que he sido
en el camino polvoriento hacia hoy,
las rocas escarpadas hacia mí, en el desierto,
los levantados gritos que me anunciaban
como estando aquí ahora,
los gemidos horribles de mi esperanza, las quejas de mi pleni-
- - - - - tud, madurando cual uvas
pisadas por muchos pies en la sombra.
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - // Oh, dejadme mirar
cómo danzan alegres esos pies sobre la cosecha
de vid, estrujando sin piedad todo el fruto, dejadme
ver
cómo chorrea, bajo las insistentes plantas gozosas,
el jugo entero de mi razón, mi terriza ansiedad,
mi pataleada esperanza,
y toda mi madurez derretida.
Oh, vedme, la cosecha está aquí,
tenebrosa como vino. Aunque oscuro,
os lo ofrezco.
FIN DEL POEMARIO LAS MONEDAS CONTRA LA LOSA.
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- Mensaje n°116
Re: CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)
Bien, después de unos días de descanso, hemos decidido continuar : Lluvia lo hará con EL OJO DE LA AGUJA y CANTO DE LA SALVACIÓN. Yo lo haré con METÁFORA DEL DESAFUERO y, para terminar, con EL MARTILLO EN EL YUNQUE. Cronológicamente aquí terminaría la obra poética de CARLOS BOUSOÑO, 1996. Creemos, no obstante, que - si no ha aparecido ya y nosotros lo desconocemos- antes que después deberá aparecer algún nuevo poemario ( ¿póstumo?). Estaremos al tanto.
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- Mensaje n°117
Re: CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)
METÁFORA DEL DESAFUERO.
1988
I
EROS
PALABRAS DICHAS EN VOZ BAJA ( A Ruth, tan joven, desde otra edad)
I
No es vino exactamente lo que tú y yo apuramos
con tanta lentitud en esta hora
pulcra de la verdad. No es vino, es el amor.
No se trata, por tanto, de una celebración
esperada, una fiesta
ruidosa, alzada en oros.
No es montañosos cántico.
Es sólo silbo, flor, menos que eso:
susurro, levedad.
II
Y esto empezó hace mucho. Unimos nuestras manos
muy apretadamente para quedarnos solos,
juntos y solos por la senda infinita
interminablemente.
Y así avanzamos juntos por la senda
tenaz. La misma senda, el mismo instante de oro,
y sin embargo, tú marchabas sin duda
siempre muy lejos, atrás, perdida en la distancia
luminosa, diminuta y queriéndome
en otra estación más florida,
en otro tiempo y otro espacio puro.
Y desde el retirado calvero, desde la indignidad arenosa
del madurado atardecer, en que yo contemplaba
tu tempranero afán,
te veía despacio, una vez y otra vez,
sin levantar cabeza en tu jardín remoto,
atareada y obstinada-
mente
¡y tan injustamente!,
coger con alegría
las rosas para mí.
EL INSTANTE ( A Ruth)
cont.
1988
I
EROS
PALABRAS DICHAS EN VOZ BAJA ( A Ruth, tan joven, desde otra edad)
I
No es vino exactamente lo que tú y yo apuramos
con tanta lentitud en esta hora
pulcra de la verdad. No es vino, es el amor.
No se trata, por tanto, de una celebración
esperada, una fiesta
ruidosa, alzada en oros.
No es montañosos cántico.
Es sólo silbo, flor, menos que eso:
susurro, levedad.
II
Y esto empezó hace mucho. Unimos nuestras manos
muy apretadamente para quedarnos solos,
juntos y solos por la senda infinita
interminablemente.
Y así avanzamos juntos por la senda
tenaz. La misma senda, el mismo instante de oro,
y sin embargo, tú marchabas sin duda
siempre muy lejos, atrás, perdida en la distancia
luminosa, diminuta y queriéndome
en otra estación más florida,
en otro tiempo y otro espacio puro.
Y desde el retirado calvero, desde la indignidad arenosa
del madurado atardecer, en que yo contemplaba
tu tempranero afán,
te veía despacio, una vez y otra vez,
sin levantar cabeza en tu jardín remoto,
atareada y obstinada-
mente
¡y tan injustamente!,
coger con alegría
las rosas para mí.
EL INSTANTE ( A Ruth)
cont.
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- Mensaje n°118
Re: CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)
EL INSTANTE ( A ruth)
Roja la buganvilla sobre el blanco del muro;
esa hoja tan fresca o esa flor que se yergue en el tallo
airosa, y que nos da el placer de vivir;
todo eso ( y lo demás, tan dulce, que contemplas),
puesto que está aquí un punto
tan sólo,
sábelo, es verdadero.
Ámalo y acarícialo con ansia, puesto que existe.
Verdad es lo que pasa.
Desprecia lo que dura como a cuanto es un sueño.
¡Instante de un jazmín que perfuma la estancia!
Tulipanes radiantes erguidos bajo el cielo!
¡Tú y yo en amor unidos,
resbalando, entre espumas, sobre el mar y el momento!
SENSUALIDAD ( A Ruth )
Primero,
la alternativa a la dicción, sesteo
de un verano infinito, inmóvil viaje
de reconcentración y de recreo
absorto, en un solo punto,
que se convierte así
- - - - - - - - - - - - - - en un vasto paisaje
que no se acaba nunca y recorremos
en un instante, interminablemente,
con cuidado moroso y primoroso.
Después, el minucioso merodeo
que es como un conocer meticuloso,
sabio y cortés, palmo a palmo, seguro,
alrededor de un centro melodioso.
¿Allí una melodía? Es algo oscuro,
que zumba , o roe, o gruñe; aunque no tañe,
tn delicadamente nos atañe.
Y vibra el viento. Un viento misterioso,
menesteroso, y ávido, y penoso
que arrecia contra el muro.
¡Y el asalto al fin, plaza, templo, salvaje
arrasamiento ateo,
sacrilegio, pillaje,
atroz saqueo!
¡Hermosa la sevicia, el bandidaje!
II
DISQUISICIÓN SOBRE LA PALABRA LÚCIDA.
Cont.
Roja la buganvilla sobre el blanco del muro;
esa hoja tan fresca o esa flor que se yergue en el tallo
airosa, y que nos da el placer de vivir;
todo eso ( y lo demás, tan dulce, que contemplas),
puesto que está aquí un punto
tan sólo,
sábelo, es verdadero.
Ámalo y acarícialo con ansia, puesto que existe.
Verdad es lo que pasa.
Desprecia lo que dura como a cuanto es un sueño.
¡Instante de un jazmín que perfuma la estancia!
Tulipanes radiantes erguidos bajo el cielo!
¡Tú y yo en amor unidos,
resbalando, entre espumas, sobre el mar y el momento!
SENSUALIDAD ( A Ruth )
Primero,
la alternativa a la dicción, sesteo
de un verano infinito, inmóvil viaje
de reconcentración y de recreo
absorto, en un solo punto,
que se convierte así
- - - - - - - - - - - - - - en un vasto paisaje
que no se acaba nunca y recorremos
en un instante, interminablemente,
con cuidado moroso y primoroso.
Después, el minucioso merodeo
que es como un conocer meticuloso,
sabio y cortés, palmo a palmo, seguro,
alrededor de un centro melodioso.
¿Allí una melodía? Es algo oscuro,
que zumba , o roe, o gruñe; aunque no tañe,
tn delicadamente nos atañe.
Y vibra el viento. Un viento misterioso,
menesteroso, y ávido, y penoso
que arrecia contra el muro.
¡Y el asalto al fin, plaza, templo, salvaje
arrasamiento ateo,
sacrilegio, pillaje,
atroz saqueo!
¡Hermosa la sevicia, el bandidaje!
II
DISQUISICIÓN SOBRE LA PALABRA LÚCIDA.
Cont.
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- Mensaje n°119
Re: CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)
II
DISQUISICIÓN SOBRE LA PALABRA LÚCIDA
NACIMIENTO DE LA PALABRA (El poema) (A Fernando Quiñones)
En el blanco papel la luna dormida
como un atardecer. Se pone el sol
de la palabra humana, y es un sueño
de dulzura, un latido
venial, un compás
ordenador, golpe jerárquico de sombra,
trueno de majestad.
- - - - - - ¿ De dónde llegas tú, la inesperada
repetición de mi vivir,
sílaba padecida, entretejida,
cosida en carne de dolor, y sin embargo
silbo de eternidad? De dónde llegas,
gorjeo de dulzura
suavísima, sufrimiento que cantas en mil voces oscuras
resplandeciendo. ¿Eso eres tú, poeta, eso, tú, hombre?
Para ello
fue necesario acaso
el camino de la amargura por el robledal, el roquedo después
- - - - / y la siesta, el pesado gemir
en la noche,
la catástrofe
casi inmóvil de la experiencia, la quieta aventura.
Pero de dónde llegas, desde dónde
reiteras el entero vivir, su contumacia,
su honda querencia.
Era todo un volver como piadoso, un retornar
pautado y más dulce,
un pasar hacia atrás
la página, y hallar otra vez,
de manera distinta,
el saludo, el encuentro, la desolación, el placer.
Y el realizar el bien, el mal, como en sueños, sin darse cuenta,
o en interpretación falseada
por el interés, la codicia, el amor.
No era el estupefacto dolor exactamente lo que volvía
con lentitud en la tarde, por el otro lado de la ladera,
sino más bien su reconocimiento,
su argucia,
su estrategia de sombra,
su desplegada minucia
gigantesca,
sus enormes mapas de atlántica pormenorización,
sus aguas abisales, sus pausadas ballenas,
sus descomunales porqués, sus anchurosos cómos.
Repetición de cada cosa que a su lugar tornaba
nuevamente,
igual que en algún escenario,
cada día,
poco antes de la representación,
vuelve a su sitio como por milagro
el tintero intacto que se quebrara ayer, y en la alcoba,
estaba alegre de nuevo la pareja
disuelta, el roto anillo.
Pero todo tornaba sin monotonía,
sin censura o reproche,
sin queja,
con el dedo en los labios reclamando silencio
pues de pronto cantaba algo en la sombra,
y empezaba a elevarse, a difundirse, con modesta inocencia,
suavemente un perfume:
la tolerancia de significado,
la absolución final.
LLEGADA A LA AMBIGÜEDAD ( El poema) (A Dionisio Cañas)
A esta casa de incertidumbre,
donde todo significa otra cosa, nada tiene su precio y hay
- - - - - / tasadores nómadas,
cada objeto es retráctil, y se encoge o se estira
interminablemente, e impera el vendaval,
a esta irradiación de desmesura, a este palacio angosto,
pues todo allí es cambiante ( y eras mínimamente),
viniste a vivir tú
para ser más.
Omitimos LA POMPA DE JABÓN y DORMIR.
EL BERGANTE (Lenguaje poético ) (A Alicia Redondo)
Cont.
DISQUISICIÓN SOBRE LA PALABRA LÚCIDA
NACIMIENTO DE LA PALABRA (El poema) (A Fernando Quiñones)
En el blanco papel la luna dormida
como un atardecer. Se pone el sol
de la palabra humana, y es un sueño
de dulzura, un latido
venial, un compás
ordenador, golpe jerárquico de sombra,
trueno de majestad.
- - - - - - ¿ De dónde llegas tú, la inesperada
repetición de mi vivir,
sílaba padecida, entretejida,
cosida en carne de dolor, y sin embargo
silbo de eternidad? De dónde llegas,
gorjeo de dulzura
suavísima, sufrimiento que cantas en mil voces oscuras
resplandeciendo. ¿Eso eres tú, poeta, eso, tú, hombre?
Para ello
fue necesario acaso
el camino de la amargura por el robledal, el roquedo después
- - - - / y la siesta, el pesado gemir
en la noche,
la catástrofe
casi inmóvil de la experiencia, la quieta aventura.
Pero de dónde llegas, desde dónde
reiteras el entero vivir, su contumacia,
su honda querencia.
Era todo un volver como piadoso, un retornar
pautado y más dulce,
un pasar hacia atrás
la página, y hallar otra vez,
de manera distinta,
el saludo, el encuentro, la desolación, el placer.
Y el realizar el bien, el mal, como en sueños, sin darse cuenta,
o en interpretación falseada
por el interés, la codicia, el amor.
No era el estupefacto dolor exactamente lo que volvía
con lentitud en la tarde, por el otro lado de la ladera,
sino más bien su reconocimiento,
su argucia,
su estrategia de sombra,
su desplegada minucia
gigantesca,
sus enormes mapas de atlántica pormenorización,
sus aguas abisales, sus pausadas ballenas,
sus descomunales porqués, sus anchurosos cómos.
Repetición de cada cosa que a su lugar tornaba
nuevamente,
igual que en algún escenario,
cada día,
poco antes de la representación,
vuelve a su sitio como por milagro
el tintero intacto que se quebrara ayer, y en la alcoba,
estaba alegre de nuevo la pareja
disuelta, el roto anillo.
Pero todo tornaba sin monotonía,
sin censura o reproche,
sin queja,
con el dedo en los labios reclamando silencio
pues de pronto cantaba algo en la sombra,
y empezaba a elevarse, a difundirse, con modesta inocencia,
suavemente un perfume:
la tolerancia de significado,
la absolución final.
LLEGADA A LA AMBIGÜEDAD ( El poema) (A Dionisio Cañas)
A esta casa de incertidumbre,
donde todo significa otra cosa, nada tiene su precio y hay
- - - - - / tasadores nómadas,
cada objeto es retráctil, y se encoge o se estira
interminablemente, e impera el vendaval,
a esta irradiación de desmesura, a este palacio angosto,
pues todo allí es cambiante ( y eras mínimamente),
viniste a vivir tú
para ser más.
Omitimos LA POMPA DE JABÓN y DORMIR.
EL BERGANTE (Lenguaje poético ) (A Alicia Redondo)
Cont.
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"LOS DEMÁS TAMBIÉN EXISTIMOS"
NETANYAHU ASESINO
ISRAEL: ¡GENOCIDA! LA HISTORIA HABRÁ DE LLEVARLOS ANTE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL POR CONTINUADOS CRÍMMENES DE GUERRA
Lluvia Abril- Administrador-Moderador
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Re: CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)
El ojo de la aguja
(1993)
• Este libro se publicó junto al titulado Canto de la salvación, formando un solo volumen, bajo el título genérico de El ojo de la aguja (Tusquets Editores, 1993). Como, en realidad, eran dos obras distintas, aunque complementarias, he creído oportuno separarlas aquí como las dos obras diferentes que, en realidad, son. (N. del A.)
A
Dámaso Alonso
in memoriam
I
Canción introductora
Definiendo la imaginación
Sabemos que vamos a morir pero no lo creemos.
C.B., prólogo a las poesías
de Bartolomé Llorens, 1947
Todo pasa y todo queda.
Una mano lo recoge,
inocente, en la alameda.
A pesar de este embeleso,
creer que voy a morir.
La imaginación es eso.
La extraña coyunda
Al doctor Alberto Portera
sabio y querido amigo
Primera parte
Obertura
La coyunda y su melodioso olvido
I
Detrás de la mampara, en un lugar recogido o recóndito,
en plena oscuridad, dos amantes encarnizados, vivir y morir,
simultáneos los dos, en abrazo
letal, invisible.
Pues sabéis que mi muerte invisible con mi vida nació,
creció luego conmigo, y empezó (misteriosa, indirecta, mirando
hacia otro lado)
su actividad. Ninguna alarma, no hace falta decirlo: una leve
arruguilla en la comisura del labio, en la frente; una
pérdida de color en un pelo,
extendida la extraña pareja (cerrando los ojos, eso sí) a lo largo
de la magna cuchilla,
monstruosa relación,
pero que simularía hallarse consagrada por una dulzura,
un nepente, que, desde dentro, estaría como redimiéndola,
como fingiéndole
un bienestar, un placer,
una fuerza hacia arriba, un ciego resplandor impulsándolo todo,
alzándolo todo en lo alto sin gravitación…
…Qué metódico y melodioso olvidarse de la extraña coyunda,
viviendo ésta aparte, como en otro lugar, en diversa estación,
la música, sí, el olvido,
pero un olvido que, a su tiempo, comenzara a ir llenándose,
muy despaciosamente, aunque sin cesar, de sospechas,
apenas perceptibles,
un vago malestar
que subía, poco a poco, desde la raíz hasta llegar a la copa,
a la hoja, a la flor;
pareciera, sin duda,
que una mano de sombra
hubiese cambiado y puesto del revés en el pentagrama,
puntualmente, sin prisa,
los melodiosos signos aquellos,
convertidos ahora, inesperadamente,
en una levantisca transcripción de antimúsica,
de no-olvido, de rechinada evidencia de la coyunda,
infierno crepitante del ser.
Y esos renovados signos adversos, que a la vejez, sobre todo,
designan,
empezaban justo en ese momento,
una marcha invertida y atroz desde la incendiada zona final
del humano vivir,
¡fuego en el que se quema la dicha!,
hasta llegar a la mismísima niñez,
desalojando todo sin piedad,
arramplando con todo, arrancando finalmente de cuajo
de entre las manos de los niños
los globos, tan queridos de colores,
la paleta y el cubo junto al mar;
¡cortando de repente, acogotando
aquel goce de aquel tanto vivir
por siempre más, entonces, y para siempre, entonces,
aquel vivir que fuese más y más
vivir creciendo, más sólo hacia ella misma, la gran infancia
ardiente,
inocente, dorada,
en sí,
ajena al mundo,
más allá de la aurora, más allá, más allá
(sin ataduras, sedas, afán menesteroso),
donde reinaba y era,
sagrada, coronada, libre, pura,
exenta de mentira y de verdad!
II
Mas digamos todo esto de otro modo por mejor entenderlo.
Fuese aquella
una marcha invertida y atroz contra el pasado…
¡El crimen contra el ser!
… Y hacia el ayer se iban
la negra desbandada de las golondrinas, poniendo un grito de
espanto más arriba del cielo,
más arriba del ansia del hombre;
la estampida, el raudo galope aterrado de las cebras en la
sabana;
y lo propio, los elefantes, dueños del mundo, y, sin embargo,
desapareciendo a toda carrera,
como nosotros mismos,
en el otro lado, tan incierto, tras la remota línea borrosa
(ay, delgada, indecible),
del ineluctable, sombrío, voraz horizonte.
Cierto sin duda
que tan veloz transcurso sucediese
sólo a cámara lenta,
retardándose el tránsito con gran sabiduría;
dulce,
alguien disimulábalo,
en detenido análisis del miedo,
para así destruirlo,
pulverizarlo
(desfigurarlo, hacerlo),
al ir pasando todo
con relampagueante rapidez,
pero muy poco a poco, en delicada parsimonia suavísima
que manda callar
a las sombras.
III
Y he aquí las ascuas, su raspar retenido, incandescente,
¡pero siempre, avanzando,
el humo sofocante de no sé qué llamas de no sé qué torturas,
y la verdad terrible
abriéndose camino a la siniestra
---el sudor de la piel!---,
¡¡revesada canícula amarga retrocediendo meticulosamente
hasta
aquella edad primera,
sin pausa alguna, con esfuerzo penoso,
como lenta escritura arábiga de sonidos que desandan
exhaustivamente la vida,
irremediablemente contrarios, hacia atrás oponiéndose,
desviviendo, sin dejar una sola parcela, el pasado!!
¡¡¡yermo sin vegetación y sin ley,
desierto sonoro, tórrido torbellino de arena,
cueva tenebrosa en el aire!!!
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“Como siempre; apenas uno pone los pies en la tierra
se acaba la diversión”.
se acaba la diversión”.
"Mafalda"
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