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Lluvia Abril
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cecilia gargantini
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POESÍA SOCIAL II (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)
Lluvia Abril- Administrador-Moderador
- Cantidad de envíos : 56900
Fecha de inscripción : 17/04/2011
Edad : 63
- Mensaje n°541
Re: POESÍA SOCIAL II (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)
Pues a Lluvia no le importa en absoluto. Sé que merecerá la pena esperar, así que tomate el tiempo que quieras y necesites.
Gracias, y besos.
Gracias, y besos.
_________________
“Como siempre; apenas uno pone los pies en la tierra
se acaba la diversión”.
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"Mafalda"
Pascual Lopez Sanchez- Administrador-Moderador
- Cantidad de envíos : 91091
Fecha de inscripción : 29/06/2009
Edad : 72
Localización : Murcia / Muchas veces en Mazarrón/ Algunas en Cieza ( amo la ciudad donde nací; amo su río - Río Segura_ y amo sus montes secos llenos de espartizales)
- Mensaje n°542
Re: POESÍA SOCIAL II (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)
Estamos hablando, hace ya un tiempo, de POESÍA SOCIAL. Por nuestras manos, desde hace un par de años - tendría que mirar la fecha exacta- han pasado Hierro; Blas de Otero; Celaya; Victoriano Crémer; Ángela Figuera Aymerich... Necesitaríamos varias páginas para nombrar los poetas hispanos con compromiso social. Y de los poetas hispanos - posiblemente sin haber terminado con ellos- saltamos a los hispanoamericanos. Creo que demostramos que POESÍA SOCIAL ha habido siempre: durante el romanticismo; durante el modernismo; durante el vanguardismo... Es decir, sostenemos, que la POESÍA SOCIAL, no es una corriente poética al uso, sino una trascendencia poética que voces interesadas quieren llevar al desuso. No saben donde se han metido filólogos, intelectuales, críticos... al decir que la POESÍA SOCIAL ya no se lleva, desoyendo la aplastante lógica de que el poeta es, sobre todo, un inconformista que traduce como nadie emociones internas y choques emocionales externos; un rebelde que proclama la quimera contra la adversidad impuesta ( injusticia, sufrimiento, explotación...) .Y que todo ello no constituiría una forma de hacer poesía sino una actitud vital de la que surge, inevitablemente, la palabra poética :
"Durante el largo destierro que padecí, mis compatriotas, mis amigos, y algunos desconocidos también, se acercaron a mi casa, a mi casa de exiliado, trayendo la fragancia de las cosas lejanas, reconfortando mi retiro. Compartí la lucha de mi pueblo por su libertad, viví atento a la formidable gesta protagonizada por miles de combatientes que, cautelosa y valerosamente, prepararon el porvenir de la patria, y mi canto se fue conformando así, entre exaltaciones vibrantes y melancolías, de esas luces y sombras que, alternativamente, estremecen el alma. No sé ya si pronto, o tarde, comprendí que debía recoger en mi poesía todos los estados de ánimo que brotaron de esas tristezas fugaces y de una IMPENITENTE E IMPERTINENTE REBELDÍA (*).
Entonces abrí todas mis ventanas para que entrasen los vientos del mundo, y así pude juntar los desvaídas hojas del decaimiento con la ardiente ramazón de un fuego combativo. Todos mis sentimientos, todos, se mezclaron como en la galera de un prestidigitador los papelitos de colores y desde donde salió volando una paloma de oro al calor de mis pasiones e imaginerías." (1)
Ocurre - y en Elvio tiene lugar - que muchos de los poetas que han mantenido un compromiso social , han mantenido de manera simultanea una militancia política, más o menos nítida, más o menos acertada en Partidos Comunistas. y ocurre que, el comunismo - no nos engañemos - ha fracasado. Hay voces autorizadas que afirman que no : que no ha podido fracasar porque simplemente ha sido imposible ponerlo en práctica. Ese fracaso conllevaría la , cuando menos, inutilidad de todo aquello que se le aproxima en lo ideológico, sea como expresión artística sea como manifestación económica sea como aspiración de derechos ( económicos - laborales - educativos - sanitarios - igualitarios...) En función de esas consideraciones la expresión poética reivindicativa de igualdad, libertad y solidaridad es anacrónica. Y los que defienden lo contrario están defendiendo los "POPULISMOS" como adjetivación peyorativa de las justas reivindicaciones de las gentes. No ha lugar para la POESÍA SOCIAL.
Elvio consigue con honestidad desmontar un puzzle hecho a medida de los poderes económicos... Que además se dedican a patrocinar el arte: arte sin mensaje - o como sumo mensaje histórico (véase Guernica, Vientos del Pueblo...) para poder ponderar su anacronismo y su fracaso.
Lluvia y yo hemos traído aquí a ELVIO ROMERO como ejemplo clarificador ( ejemplarizante, valga la redundancia) de una poesía honesta y de compromiso con su pueblo y con todos los pueblos del mundo. Para rabia de los que sostienen que los poetas sociales no saben escribir, nuestro poeta - como ya ocurriera con su admirado Miguel Hernández; con Pablo Neruda, con Rafael Alberti...) - es un gran poeta del amor ( "un corazón inmenso va rodando en los campos" ; " yo no puedo quererte / sino con estos ojos de color de colina cenicienta...") ; es un gran poeta existencial ("... pero con una fe inflexible en otros actos , / en otro modo del quehacer, y me repito / lo que no quiero repetir: LA DUDA / de que puedan servir estas palabras que me acompañan, / que son mi vida, parte de mi vida, fieramente arraigadas a mi vida."). Es, en definitiva, un inmenso poeta que nosotros invitamos a leer y estudiar con el convencimiento de que su poesía tantas veces electrizante, tantas veces intimista y melancólica es hoy de plena actualidad
(*) Las mayúsculas son mías.
(1) "ELVIO ROMERO : Poesía Completa". Ediciones de Aquí a la vuelta/ Ediciones del CCC. Buenos Aires 2011. En Introducción - Elvio Romero, su poesía sobrevive - de José Vicente Peiró Barco, Valencia, España, 2011).
(1)
"Durante el largo destierro que padecí, mis compatriotas, mis amigos, y algunos desconocidos también, se acercaron a mi casa, a mi casa de exiliado, trayendo la fragancia de las cosas lejanas, reconfortando mi retiro. Compartí la lucha de mi pueblo por su libertad, viví atento a la formidable gesta protagonizada por miles de combatientes que, cautelosa y valerosamente, prepararon el porvenir de la patria, y mi canto se fue conformando así, entre exaltaciones vibrantes y melancolías, de esas luces y sombras que, alternativamente, estremecen el alma. No sé ya si pronto, o tarde, comprendí que debía recoger en mi poesía todos los estados de ánimo que brotaron de esas tristezas fugaces y de una IMPENITENTE E IMPERTINENTE REBELDÍA (*).
Entonces abrí todas mis ventanas para que entrasen los vientos del mundo, y así pude juntar los desvaídas hojas del decaimiento con la ardiente ramazón de un fuego combativo. Todos mis sentimientos, todos, se mezclaron como en la galera de un prestidigitador los papelitos de colores y desde donde salió volando una paloma de oro al calor de mis pasiones e imaginerías." (1)
Ocurre - y en Elvio tiene lugar - que muchos de los poetas que han mantenido un compromiso social , han mantenido de manera simultanea una militancia política, más o menos nítida, más o menos acertada en Partidos Comunistas. y ocurre que, el comunismo - no nos engañemos - ha fracasado. Hay voces autorizadas que afirman que no : que no ha podido fracasar porque simplemente ha sido imposible ponerlo en práctica. Ese fracaso conllevaría la , cuando menos, inutilidad de todo aquello que se le aproxima en lo ideológico, sea como expresión artística sea como manifestación económica sea como aspiración de derechos ( económicos - laborales - educativos - sanitarios - igualitarios...) En función de esas consideraciones la expresión poética reivindicativa de igualdad, libertad y solidaridad es anacrónica. Y los que defienden lo contrario están defendiendo los "POPULISMOS" como adjetivación peyorativa de las justas reivindicaciones de las gentes. No ha lugar para la POESÍA SOCIAL.
Elvio consigue con honestidad desmontar un puzzle hecho a medida de los poderes económicos... Que además se dedican a patrocinar el arte: arte sin mensaje - o como sumo mensaje histórico (véase Guernica, Vientos del Pueblo...) para poder ponderar su anacronismo y su fracaso.
Lluvia y yo hemos traído aquí a ELVIO ROMERO como ejemplo clarificador ( ejemplarizante, valga la redundancia) de una poesía honesta y de compromiso con su pueblo y con todos los pueblos del mundo. Para rabia de los que sostienen que los poetas sociales no saben escribir, nuestro poeta - como ya ocurriera con su admirado Miguel Hernández; con Pablo Neruda, con Rafael Alberti...) - es un gran poeta del amor ( "un corazón inmenso va rodando en los campos" ; " yo no puedo quererte / sino con estos ojos de color de colina cenicienta...") ; es un gran poeta existencial ("... pero con una fe inflexible en otros actos , / en otro modo del quehacer, y me repito / lo que no quiero repetir: LA DUDA / de que puedan servir estas palabras que me acompañan, / que son mi vida, parte de mi vida, fieramente arraigadas a mi vida."). Es, en definitiva, un inmenso poeta que nosotros invitamos a leer y estudiar con el convencimiento de que su poesía tantas veces electrizante, tantas veces intimista y melancólica es hoy de plena actualidad
(*) Las mayúsculas son mías.
(1) "ELVIO ROMERO : Poesía Completa". Ediciones de Aquí a la vuelta/ Ediciones del CCC. Buenos Aires 2011. En Introducción - Elvio Romero, su poesía sobrevive - de José Vicente Peiró Barco, Valencia, España, 2011).
(1)
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"LOS DEMÁS TAMBIÉN EXISTIMOS"
NETANYAHU ASESINO
ISRAEL: ¡GENOCIDA! LA HISTORIA HABRÁ DE LLEVARLOS ANTE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL POR CONTINUADOS CRÍMMENES DE GUERRA
Lluvia Abril- Administrador-Moderador
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Fecha de inscripción : 17/04/2011
Edad : 63
- Mensaje n°543
Re: POESÍA SOCIAL II (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)
Gracias, mi querido Pascual. Es un gusto trabajar contigo.
Un beso.
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Pascual Lopez Sanchez- Administrador-Moderador
- Cantidad de envíos : 91091
Fecha de inscripción : 29/06/2009
Edad : 72
Localización : Murcia / Muchas veces en Mazarrón/ Algunas en Cieza ( amo la ciudad donde nací; amo su río - Río Segura_ y amo sus montes secos llenos de espartizales)
- Mensaje n°544
Re: POESÍA SOCIAL II (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)
Una vez concluída nuestra exposición sobre ELVIO ROMERO , vamos a pasar a otro autor. Dentro del TESTIMONIALISMO HISPANOAMERICANO o directamente CON UN COMPROMISO SOCIAL MILITANTE QUE SE TRADUCE EN SU POESÍA hay multitud de autores que queremos tratar : CÉSAR VALLEJO; ERNESTO CARDENAL; NICOLÁS GUILLÉN; MARIO BENEDETTI; PABLO NERUDA... Son autores, creemos que todos, que de una u otra forma ya han sido tratados - bien tratados- y su mayoría por Maria Lua y otros compañeros, en la sección Grandes Autores. Surge pues la pregunta : ¿merece la pena tratar a autores que ya han sido tratados, y más que correctamente , en otra sección...? Mientras resolvemos las dudas que ello nos genera ( y en cuya resolución nos podrían ayudar Walter; María Lua; Cecilia; Evangelina; Pedro...) hemos decidido, LLUVIA y yo traer a Poesía Social a un autor argentino poco conocido, pero imprescindible dentro de la corriente testimonial poética del siglo pasado. Ese autor es
CÉSAR ROSALES.
Comenzará Lluvia haciendo una exposición de su biografía. Luego iremos alternando entre los dos los diferentes temas a los que hemos podido acceder, ya que muchos de sus libros ( algunos editados , en su día, por LOSADA) hoy es imposible conseguirlos. Al menos para nosotros. Y pese a ello nos atrevemos con la idea de que podemos hacer una exposición laboriosa y honesta. Espero, pues, que este autor os guste.
Gracias.
CÉSAR ROSALES.
Comenzará Lluvia haciendo una exposición de su biografía. Luego iremos alternando entre los dos los diferentes temas a los que hemos podido acceder, ya que muchos de sus libros ( algunos editados , en su día, por LOSADA) hoy es imposible conseguirlos. Al menos para nosotros. Y pese a ello nos atrevemos con la idea de que podemos hacer una exposición laboriosa y honesta. Espero, pues, que este autor os guste.
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cecilia gargantini- Administrador-Moderador
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Localización : buenos aires
- Mensaje n°545
Re: POESÍA SOCIAL II (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)
Aplaudo la incorporación de César Rosales!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Según mi humilde opinión, esos autores que mencionás ya han sido tratados y muy bien por nuestros compañeros. Para qué repetirlos?
Es sólo una opinión.
Besosssssssssssssss miles para cada uno
Según mi humilde opinión, esos autores que mencionás ya han sido tratados y muy bien por nuestros compañeros. Para qué repetirlos?
Es sólo una opinión.
Besosssssssssssssss miles para cada uno
Pascual Lopez Sanchez- Administrador-Moderador
- Cantidad de envíos : 91091
Fecha de inscripción : 29/06/2009
Edad : 72
Localización : Murcia / Muchas veces en Mazarrón/ Algunas en Cieza ( amo la ciudad donde nací; amo su río - Río Segura_ y amo sus montes secos llenos de espartizales)
- Mensaje n°546
Re: POESÍA SOCIAL II (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)
Gracias a ti, Cecilia. Tu opinión es de mucho valor.
Besos.
Besos.
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Lluvia Abril- Administrador-Moderador
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Fecha de inscripción : 17/04/2011
Edad : 63
- Mensaje n°547
Re: POESÍA SOCIAL II (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)
Amigo Pascual, con las disculpas correspondientes por llegar un pelín tarde, comienzo.
Ceci, al igual que Pascual, te doy las gracias por acompañarnos.
Biografía del poeta César Rosales
Poeta y escritor argentino, nació en San Martín, provincia de San Luis, el 28 de marzo de 1908. Razones de orfandad lo obligan a alejarse tempranamente de su tierra natal.
Cursó sus estudios primarios, secundarios y de letras en su provincia natal, Bahía Blanca y Buenos Aires. Publicó sus primeros versos en un diario de Tandil (Prov. de Bs. As.) en el diario Nueva Era. Fundó el periódico El Imparcial, en Médanos, al cual dirigió hasta 1936. En Bahía Blanca integró el grupo fundador y redactor del periódico literario Voz Nuestra. En 1937 se radica en Buenos Aires, donde realizó s obra total. Desde 939 empieza a colaborar en el suplemento Literario de La Nación, y mantendrá hasta el fin de su vida su puesto de colaborador y redactor del gran diario metropolitano. Fue jefe de Prensa de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Tuvo a su cargo la cátedra de Historia de la Literatura en la Licenciatura de Historia del Arte que se dictó en la Internacional Art. Center.
Dictó cursos y seminarios en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires; en Institutos Universitarios argentinos; en sociedades de autores y en numerosas entidades culturales. Publicó escritos en la revista Columna y en la revista literaria "El 40", donde integró como fundador el Comité de Colaboradores junto con Alberto Ponce de León, Juan G. Ferreira Basso, León Benarós, Roberto Painé y Martín Alberto Boneo.
Este lírico es autor de los siguientes libros de poesías:
OBRAS PUBLICADAS (poesía)
“ Después del Olvido”, 1945, Premio Municipal de Poesía de la Ciudad de Buenos Aires y Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores. Fondo Editorial Sanluiseño, Dirección de Cultura de la Nación.
“ El Sur y la Esperanza”, 1946.
“ Oda a Rainer María Rilke”, 1946.
“ El Exiliado”, 1952, Cuaderno del Unicornio.
“ La Patria Elemental”, 1953, Buenos Aires.
“ Vengo a Dar Testimonio”, 1960, Obtuvo el primer premio Municipal de Poesía de la Ciudad de Buenos Aires.
“ El Cristal y la Esencia”, 1966. Editado por la Filial SADE, de La Rioja, con dibujos de Fallabrino.
“ Cantos de la edad de Oro”, 1966. ( Gran Premio Nacional de las Letras de la Ciudad de Necochea 1968, instituido por la Subsecretaria de Cultura de la Provincia de Buenos Aires.
"Libro de Piedra", 1966, Ed. por la Filial S.A.D.E. de La Rioja.
OBRAS PUBLICADAS EN PROSA
“ Poesía y Profecía”, ensayo, 1964, Ed. Universidad Nacional de Córdoba.
“ Vicente Barberi. Vida y Poesía”, ensayo biográfico y crítico, Ediciones Culturales de la Subsecretaría de Cultura de la Nación.( Mención Especial Concurso Nacional de Letras).
“ La Rapsodia Porteña”, 1989, Ed. Fundación Banco Boston, ensayo sobre la poesía Argentina con temática porteña, desde sus orígenes hasta nuestros días.
“ Tres Arquetipos Argentinos” (Sarmiento, Hernández y Lugones), 1999. Fondo Editorial Sanluiseño, Dirección de Cultura de San Luis.
“ Los Orígenes Mágicos de la Poesía”, Teoría y Creación. Ensayos 1999. Fondo Editorial San Luis, DCS*
OBRAS INÉDITAS- PROSA (Prensa)
“ Temas y Figuras de la Poesía”, ensayos
OBRAS INÉDITAS - VERSO
“ Duro Tiempo, Duro Amor”
“ El País como un Halo”, Cantos Nacionales
Durante muchos años César Rosales fue publicando trabajos de crítica literaria en órganos periodísticos y en revistas especializadas. Este autor figura en varias antologías del país y del exterior. Poemas suyos han sido traducidos al alemán, al francés, al inglés y al portugués.
Los escritores de San Luis son deudores de su empuje para la creación de la Filial San Luis de la Sociedad Argentina de Escritores, en 1965. La muerte llegó sorpresivamente para César Rosales, poco después de un viaje a su provincia natal, el 18 de diciembre de 1873. "La Nación", en sus artículos, dio testimonio de la grandeza humana de su colaborador de tantos años, y de la pérdida que para las letras argentinas significó el silencio definitivo de quien se ganó el derecho de figurar entre los más lúcidos artistas - testigos de su tiempo.
Este autor puntano, poseedor de las buenas y nobles virtudes de la gente del interior, llegó a ser conocido y considerado en los círculos intelectuales de Buenos Aires, pero no ocurrió lo mismo en su provincia natal, hasta antes de su fallecimiento. En esto influyó sin duda su temprano alejamiento de San Luis, antes de que comenzaran a publicarse las primeras manifestaciones de su creatividad. Hoy, es un reconocido y querido representante de la cultura sanluiseña.
Ceci, al igual que Pascual, te doy las gracias por acompañarnos.
Biografía del poeta César Rosales
Poeta y escritor argentino, nació en San Martín, provincia de San Luis, el 28 de marzo de 1908. Razones de orfandad lo obligan a alejarse tempranamente de su tierra natal.
Cursó sus estudios primarios, secundarios y de letras en su provincia natal, Bahía Blanca y Buenos Aires. Publicó sus primeros versos en un diario de Tandil (Prov. de Bs. As.) en el diario Nueva Era. Fundó el periódico El Imparcial, en Médanos, al cual dirigió hasta 1936. En Bahía Blanca integró el grupo fundador y redactor del periódico literario Voz Nuestra. En 1937 se radica en Buenos Aires, donde realizó s obra total. Desde 939 empieza a colaborar en el suplemento Literario de La Nación, y mantendrá hasta el fin de su vida su puesto de colaborador y redactor del gran diario metropolitano. Fue jefe de Prensa de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Tuvo a su cargo la cátedra de Historia de la Literatura en la Licenciatura de Historia del Arte que se dictó en la Internacional Art. Center.
Dictó cursos y seminarios en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires; en Institutos Universitarios argentinos; en sociedades de autores y en numerosas entidades culturales. Publicó escritos en la revista Columna y en la revista literaria "El 40", donde integró como fundador el Comité de Colaboradores junto con Alberto Ponce de León, Juan G. Ferreira Basso, León Benarós, Roberto Painé y Martín Alberto Boneo.
Este lírico es autor de los siguientes libros de poesías:
OBRAS PUBLICADAS (poesía)
“ Después del Olvido”, 1945, Premio Municipal de Poesía de la Ciudad de Buenos Aires y Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores. Fondo Editorial Sanluiseño, Dirección de Cultura de la Nación.
“ El Sur y la Esperanza”, 1946.
“ Oda a Rainer María Rilke”, 1946.
“ El Exiliado”, 1952, Cuaderno del Unicornio.
“ La Patria Elemental”, 1953, Buenos Aires.
“ Vengo a Dar Testimonio”, 1960, Obtuvo el primer premio Municipal de Poesía de la Ciudad de Buenos Aires.
“ El Cristal y la Esencia”, 1966. Editado por la Filial SADE, de La Rioja, con dibujos de Fallabrino.
“ Cantos de la edad de Oro”, 1966. ( Gran Premio Nacional de las Letras de la Ciudad de Necochea 1968, instituido por la Subsecretaria de Cultura de la Provincia de Buenos Aires.
"Libro de Piedra", 1966, Ed. por la Filial S.A.D.E. de La Rioja.
OBRAS PUBLICADAS EN PROSA
“ Poesía y Profecía”, ensayo, 1964, Ed. Universidad Nacional de Córdoba.
“ Vicente Barberi. Vida y Poesía”, ensayo biográfico y crítico, Ediciones Culturales de la Subsecretaría de Cultura de la Nación.( Mención Especial Concurso Nacional de Letras).
“ La Rapsodia Porteña”, 1989, Ed. Fundación Banco Boston, ensayo sobre la poesía Argentina con temática porteña, desde sus orígenes hasta nuestros días.
“ Tres Arquetipos Argentinos” (Sarmiento, Hernández y Lugones), 1999. Fondo Editorial Sanluiseño, Dirección de Cultura de San Luis.
“ Los Orígenes Mágicos de la Poesía”, Teoría y Creación. Ensayos 1999. Fondo Editorial San Luis, DCS*
OBRAS INÉDITAS- PROSA (Prensa)
“ Temas y Figuras de la Poesía”, ensayos
OBRAS INÉDITAS - VERSO
“ Duro Tiempo, Duro Amor”
“ El País como un Halo”, Cantos Nacionales
Durante muchos años César Rosales fue publicando trabajos de crítica literaria en órganos periodísticos y en revistas especializadas. Este autor figura en varias antologías del país y del exterior. Poemas suyos han sido traducidos al alemán, al francés, al inglés y al portugués.
Los escritores de San Luis son deudores de su empuje para la creación de la Filial San Luis de la Sociedad Argentina de Escritores, en 1965. La muerte llegó sorpresivamente para César Rosales, poco después de un viaje a su provincia natal, el 18 de diciembre de 1873. "La Nación", en sus artículos, dio testimonio de la grandeza humana de su colaborador de tantos años, y de la pérdida que para las letras argentinas significó el silencio definitivo de quien se ganó el derecho de figurar entre los más lúcidos artistas - testigos de su tiempo.
Este autor puntano, poseedor de las buenas y nobles virtudes de la gente del interior, llegó a ser conocido y considerado en los círculos intelectuales de Buenos Aires, pero no ocurrió lo mismo en su provincia natal, hasta antes de su fallecimiento. En esto influyó sin duda su temprano alejamiento de San Luis, antes de que comenzaran a publicarse las primeras manifestaciones de su creatividad. Hoy, es un reconocido y querido representante de la cultura sanluiseña.
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“Como siempre; apenas uno pone los pies en la tierra
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Pascual Lopez Sanchez- Administrador-Moderador
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- Mensaje n°548
Re: POESÍA SOCIAL II (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)
Gracias, LLUVIA, no parece fácil acceder a la obra de ciertos autores. pero, sin jactancia, me preguntó ¿qué habrá imposible de conseguir cuando uno está haciendo aquello que le gusta...?
Quedamos que Lluvia expondría los versos de César Rosales, correspondientes al libro AL SUR Y LA ESPERANZA, el primero, cronológicamente , de sus poemarios. Y que yo lo haría con los versos de EL CRISTAL Y LA ESENCIA el último , aunque del mismo tiempo que CANTOS DE LA EDAD DE ORO. Ambos, creo que de 1966.
El Cristal y la Esencia es un libro sencillo; corto y muy, muy fácil de leer. Aunque como todo lo aparentemente fácil, uno no debe dejarse engañar. Consta de 25 sonetos iniciales y dos romances. Los 25 sonetos son de una belleza y sutileza sublimes: abordan temas como el amor; el amor filial, la amistad; la existencia humana... Y al leerlos más de una vez uno se da cuenta de la magnitud de su ignorancia.
Vamos a empezar por los dos últimos poemas, es decir los dos romances. Ellos , por sí mismos, garantizarían la inclusión de CÉSAR ROSALES en POESÍA SOCIAL. En el transcurso de nuestra exposición creo que podremos comprobar lo acertado del hecho.
" LA LIBERTAD
Aprendimos una palabra
azul y blanca como el mar,
como el cielo, como las nubes,
como la nieve virginal.
Aprendimos una palabra
como una alondra, musical;
como la miel y el agua, clara;
indispensable como el pan.
Aprendimos una palabra
pura y simple como la sal;
como el oro, resplandeciente;
como una madre, tutelar.
Aprendimos una palabra
alta, profunda, vertical,
como una estrella, como un cáliz,
como una espiga sin hollar.
Una palabra que refulge
con argentino tintinear
como un vino sonoro y áureo
en una copa de cristal.
Una palabra que arrancamos
de la tiniebla original
y a la luz del conocimiento
aprendimos a descifrar.
Cuando vinimos a la tierra
y empezamos a respirar,
ya respiramos con el aire
todo su aroma inmemorial.
Cuando venimos a la tierra
y comenzamos a mirar,
ya miramos su dulce rostro
en el rostro de los demás.
Cuando vinimos a la tierra
y comenzamos a escuchar,
ya escuchamos la melodía
que fluía de u hontanar.
Cuando vinos a la tierra
y comenzamos a tocar,
ya tocamos su piel fragante
en el regazo maternal.
En la púrpura de la tarde,
en la poma del manzanar,
en la espuma de nuestros sueños,
en el relente matinal.
Cuando vinimos la tierra
con el gusto en el paladar,
ya gustamos su miel, su vino
en la colmena y el lagar.
Y cuando fuimos por el mundo
y comenzamos a sangrar,
ya sangramos por una herida
que nadie pudo restañar.
Pero lo mismo la quisimos
cuando la vimos fulgurar
como la luna sobre el río,
como un lucero sobre el mar.
La teníamos en la mesa,
en el navío, en el telar,
en el idioma que forjamos,
en la columna del hogar.
La teníamos en el cuerpo
y en el alma, como un fanal,
en el color de la esperanza,
en el sabor de nuestro pan
...( Cont.)
Quedamos que Lluvia expondría los versos de César Rosales, correspondientes al libro AL SUR Y LA ESPERANZA, el primero, cronológicamente , de sus poemarios. Y que yo lo haría con los versos de EL CRISTAL Y LA ESENCIA el último , aunque del mismo tiempo que CANTOS DE LA EDAD DE ORO. Ambos, creo que de 1966.
El Cristal y la Esencia es un libro sencillo; corto y muy, muy fácil de leer. Aunque como todo lo aparentemente fácil, uno no debe dejarse engañar. Consta de 25 sonetos iniciales y dos romances. Los 25 sonetos son de una belleza y sutileza sublimes: abordan temas como el amor; el amor filial, la amistad; la existencia humana... Y al leerlos más de una vez uno se da cuenta de la magnitud de su ignorancia.
Vamos a empezar por los dos últimos poemas, es decir los dos romances. Ellos , por sí mismos, garantizarían la inclusión de CÉSAR ROSALES en POESÍA SOCIAL. En el transcurso de nuestra exposición creo que podremos comprobar lo acertado del hecho.
" LA LIBERTAD
Aprendimos una palabra
azul y blanca como el mar,
como el cielo, como las nubes,
como la nieve virginal.
Aprendimos una palabra
como una alondra, musical;
como la miel y el agua, clara;
indispensable como el pan.
Aprendimos una palabra
pura y simple como la sal;
como el oro, resplandeciente;
como una madre, tutelar.
Aprendimos una palabra
alta, profunda, vertical,
como una estrella, como un cáliz,
como una espiga sin hollar.
Una palabra que refulge
con argentino tintinear
como un vino sonoro y áureo
en una copa de cristal.
Una palabra que arrancamos
de la tiniebla original
y a la luz del conocimiento
aprendimos a descifrar.
Cuando vinimos a la tierra
y empezamos a respirar,
ya respiramos con el aire
todo su aroma inmemorial.
Cuando venimos a la tierra
y comenzamos a mirar,
ya miramos su dulce rostro
en el rostro de los demás.
Cuando vinimos a la tierra
y comenzamos a escuchar,
ya escuchamos la melodía
que fluía de u hontanar.
Cuando vinos a la tierra
y comenzamos a tocar,
ya tocamos su piel fragante
en el regazo maternal.
En la púrpura de la tarde,
en la poma del manzanar,
en la espuma de nuestros sueños,
en el relente matinal.
Cuando vinimos la tierra
con el gusto en el paladar,
ya gustamos su miel, su vino
en la colmena y el lagar.
Y cuando fuimos por el mundo
y comenzamos a sangrar,
ya sangramos por una herida
que nadie pudo restañar.
Pero lo mismo la quisimos
cuando la vimos fulgurar
como la luna sobre el río,
como un lucero sobre el mar.
La teníamos en la mesa,
en el navío, en el telar,
en el idioma que forjamos,
en la columna del hogar.
La teníamos en el cuerpo
y en el alma, como un fanal,
en el color de la esperanza,
en el sabor de nuestro pan
...( Cont.)
_________________
"LOS DEMÁS TAMBIÉN EXISTIMOS"
NETANYAHU ASESINO
ISRAEL: ¡GENOCIDA! LA HISTORIA HABRÁ DE LLEVARLOS ANTE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL POR CONTINUADOS CRÍMMENES DE GUERRA
Pascual Lopez Sanchez- Administrador-Moderador
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- Mensaje n°549
Re: POESÍA SOCIAL II (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)
CÉSAR ROSALES (Cont.)
EL CRISTAL Y LA ESENCIA.
LA LIBERTAD (viene del anterior...)
La teníamos como a un viento
que no se deja encadenar,
como un pájaro la teníamos
en la brisa primaveral.
Un día aciago la perdimos
en un oscuro muladar,
como a la llave de una puerta
que la herrumbre vino a sellar.
Ese día creció la sombra
desde la selva hasta el glaciar
como un águila gigantesca,
como una piedra sepulcral.
Todo devino entonces ruina,
miedo, congoja, oscuridad;
los caminos se encenagaron
y no pudimos avanzar.
La semilla se volvió escoria,
ciénaga el agua, polvo el pan,
el fuego, fúnebre ceniza,
la compañía , soledad.
Negras prisiones sepultaron
una injuriada humanidad,
las cadenas enrojecieron
y se volvieron a soldar.
Y otro día la recobramos...
(¿era reflejo, rayo falaz
de un espejismo esa palabra,
o deslumbrante realidad?).
Otro día la recobramos
y ya todo volvió a brillar:
el sol florido en la pradera,
el rizo de oro en el trigal.
La paloma en el campanario,
la mariposa en el rosal,
la herramienta en el artesano,
la sonrisa en el colegial.
Defendamos esta palabra
como si fuera nuestra más
sagrada esencia, la que es cifra,
raíz del ser, razón vital.
Que nunca sea letra vana,
bandera de humo ni disfraz,
sino sustancia de la vida
en su desnudo palpitar.
Perfume, luz, ráfaga, efluvio,
lluvia, rocío, manantial:
que su vivaz aliento sea
nuestro modo de respirar.
Esta es la llave que perdimos
y que hemos vuelto a recobrar,
la llave ardiente de la vida,
del amor y de la verdad.
Oíd hermanos de mi patria:
¡no la perdáis, no la perdáis! (1)
La puerta abrid de nuestra casa
de sol a sol, de mar a mar.
Que en nuestra casa nadie sufra
esclavitud, iniquidad;
que todos beban de su vino,
que todos coman de su pan.
Aprendimos una palabra
(no la podemos olvidar),
una palabra como el aire
que respiramos, inmortal.
Una palabra como un ala,
como un laurel intemporal,
inmarcesible, soberana.
Una palabra: ¡Libertad!". ( César Rosales)
Este bello poema de César Rosales, estructurado en cuartetos de versos eneasílabos y con rima asonante en los versos pares es, por tanto, un ROMANCE. Solamente se salta la regla en el verso que hemos marcado como (1) : César obvia la regla por la necesidad la iterar la idea de que perder o no la libertad está en nuestras manos y nunca lo deberíamos consentir.
Mañana continuaré con el poema , bellísimo, EL VIAJE. No sé si tendré tiempo de ponerlo completo. En caso de que no fuera así , lo terminaría el lunes ya que mañana tarde salgo para Mazarrón y no me llevaré el ordenador (creo).
EL CRISTAL Y LA ESENCIA.
LA LIBERTAD (viene del anterior...)
La teníamos como a un viento
que no se deja encadenar,
como un pájaro la teníamos
en la brisa primaveral.
Un día aciago la perdimos
en un oscuro muladar,
como a la llave de una puerta
que la herrumbre vino a sellar.
Ese día creció la sombra
desde la selva hasta el glaciar
como un águila gigantesca,
como una piedra sepulcral.
Todo devino entonces ruina,
miedo, congoja, oscuridad;
los caminos se encenagaron
y no pudimos avanzar.
La semilla se volvió escoria,
ciénaga el agua, polvo el pan,
el fuego, fúnebre ceniza,
la compañía , soledad.
Negras prisiones sepultaron
una injuriada humanidad,
las cadenas enrojecieron
y se volvieron a soldar.
Y otro día la recobramos...
(¿era reflejo, rayo falaz
de un espejismo esa palabra,
o deslumbrante realidad?).
Otro día la recobramos
y ya todo volvió a brillar:
el sol florido en la pradera,
el rizo de oro en el trigal.
La paloma en el campanario,
la mariposa en el rosal,
la herramienta en el artesano,
la sonrisa en el colegial.
Defendamos esta palabra
como si fuera nuestra más
sagrada esencia, la que es cifra,
raíz del ser, razón vital.
Que nunca sea letra vana,
bandera de humo ni disfraz,
sino sustancia de la vida
en su desnudo palpitar.
Perfume, luz, ráfaga, efluvio,
lluvia, rocío, manantial:
que su vivaz aliento sea
nuestro modo de respirar.
Esta es la llave que perdimos
y que hemos vuelto a recobrar,
la llave ardiente de la vida,
del amor y de la verdad.
Oíd hermanos de mi patria:
¡no la perdáis, no la perdáis! (1)
La puerta abrid de nuestra casa
de sol a sol, de mar a mar.
Que en nuestra casa nadie sufra
esclavitud, iniquidad;
que todos beban de su vino,
que todos coman de su pan.
Aprendimos una palabra
(no la podemos olvidar),
una palabra como el aire
que respiramos, inmortal.
Una palabra como un ala,
como un laurel intemporal,
inmarcesible, soberana.
Una palabra: ¡Libertad!". ( César Rosales)
Este bello poema de César Rosales, estructurado en cuartetos de versos eneasílabos y con rima asonante en los versos pares es, por tanto, un ROMANCE. Solamente se salta la regla en el verso que hemos marcado como (1) : César obvia la regla por la necesidad la iterar la idea de que perder o no la libertad está en nuestras manos y nunca lo deberíamos consentir.
Mañana continuaré con el poema , bellísimo, EL VIAJE. No sé si tendré tiempo de ponerlo completo. En caso de que no fuera así , lo terminaría el lunes ya que mañana tarde salgo para Mazarrón y no me llevaré el ordenador (creo).
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- Mensaje n°550
Re: POESÍA SOCIAL II (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)
CÉSAR ROSALES (Cont.)
EL CRISTAL Y LA ESENCIA :
EL VIAJE
El tren corre por la llanura
-de un lado trigo, del otro lado sal-
y va rebanando la tierra
en dos mitades, como un pan.
Cuchillo negro de sudores
de sembrar y de cosechar,
parte la tierra en dos mitades:
una de trigo, otra de sal.
Proa de nube, filo de rayo,
ala de pájaro cenital,
el tren de seda, de fuego, de humo,
vertiginoso como el azar,
hiende la bruma, divide el aire,
surca la quieta inmensidad.
Bajo sus ruedas la tierra gira,
pero el deseo gira más.
Aquí quisiera detenerme
a contemplar, a contemplar
el infinito "piélago verde",
el infinito azul, allá.
Pero no puedo: el tren jadea,
silba, resopla, vuela ya,
y no hay tiempo para quedarse
porque el tren no espera jamás.
Aquí quisiera detenerme
para mirar, para mirar
pájaros, nubes, horizontes,
flores azules del matorral,
islas de umbrías vegetales,
ríos que brillan como el metal,
lagos dormidos como espejos,
garzas de espuma crepuscular.
Pero no puedo: el tren se crispa,
araña el aire de cristal,
lanza venablos de guerrero
y mil centellas de pedernal.
Su trepidante boca dice:
"quiero llegar, quiero llegar";
los viajeros son impacientes
y el convoy no vuelve a pasar.
El tren corre por la llanura
como una flecha horizontal
arrojada por el destino
hacia el poniente que arde allá...
El disco rojo del sol tiñe
un lejanísimo arenal;
el tren corre para alcanzarlo,
pero el sol se ha ocultado ya.
El disco rojo es escoltado
por otro blanco , frío glaciar
que recorta en el firmamento
un carámbano de cristal.
Todo parece quieto, inmóvil
en el abismo sideral;
el tren avanza raudamente,
pero la luna mucho más.
Solitario como un diamante
de misteriosa claridad
cuyos purísimos destellos
atraviesan la oscuridad,
una estrella traza en la noche
su parábola celestial;
el tren corre tras de su brillo,
pero la estrella ya no está.
¡Hemos perdido los tesoros
que queríamos alcanzar!
El tren embiste las tinieblas
como un humeante Leviatán
que no acierta con la salida
de su aventura fantasmal,
y sólo se oye su fragor
resonando en la soledad.
El sol, la luna, las estrellas
¿son espejismos, nada más?
La vieja tierra que nos sustenta,
¿es apariencia o realidad?
Los hombres mismos, ¿son ficciones,
sombras de un sueño inmemorial
que andan errantes por el mundo,
o ávidas formas de lo real?
Cont.
EL CRISTAL Y LA ESENCIA :
EL VIAJE
El tren corre por la llanura
-de un lado trigo, del otro lado sal-
y va rebanando la tierra
en dos mitades, como un pan.
Cuchillo negro de sudores
de sembrar y de cosechar,
parte la tierra en dos mitades:
una de trigo, otra de sal.
Proa de nube, filo de rayo,
ala de pájaro cenital,
el tren de seda, de fuego, de humo,
vertiginoso como el azar,
hiende la bruma, divide el aire,
surca la quieta inmensidad.
Bajo sus ruedas la tierra gira,
pero el deseo gira más.
Aquí quisiera detenerme
a contemplar, a contemplar
el infinito "piélago verde",
el infinito azul, allá.
Pero no puedo: el tren jadea,
silba, resopla, vuela ya,
y no hay tiempo para quedarse
porque el tren no espera jamás.
Aquí quisiera detenerme
para mirar, para mirar
pájaros, nubes, horizontes,
flores azules del matorral,
islas de umbrías vegetales,
ríos que brillan como el metal,
lagos dormidos como espejos,
garzas de espuma crepuscular.
Pero no puedo: el tren se crispa,
araña el aire de cristal,
lanza venablos de guerrero
y mil centellas de pedernal.
Su trepidante boca dice:
"quiero llegar, quiero llegar";
los viajeros son impacientes
y el convoy no vuelve a pasar.
El tren corre por la llanura
como una flecha horizontal
arrojada por el destino
hacia el poniente que arde allá...
El disco rojo del sol tiñe
un lejanísimo arenal;
el tren corre para alcanzarlo,
pero el sol se ha ocultado ya.
El disco rojo es escoltado
por otro blanco , frío glaciar
que recorta en el firmamento
un carámbano de cristal.
Todo parece quieto, inmóvil
en el abismo sideral;
el tren avanza raudamente,
pero la luna mucho más.
Solitario como un diamante
de misteriosa claridad
cuyos purísimos destellos
atraviesan la oscuridad,
una estrella traza en la noche
su parábola celestial;
el tren corre tras de su brillo,
pero la estrella ya no está.
¡Hemos perdido los tesoros
que queríamos alcanzar!
El tren embiste las tinieblas
como un humeante Leviatán
que no acierta con la salida
de su aventura fantasmal,
y sólo se oye su fragor
resonando en la soledad.
El sol, la luna, las estrellas
¿son espejismos, nada más?
La vieja tierra que nos sustenta,
¿es apariencia o realidad?
Los hombres mismos, ¿son ficciones,
sombras de un sueño inmemorial
que andan errantes por el mundo,
o ávidas formas de lo real?
Cont.
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- Mensaje n°551
Re: POESÍA SOCIAL II (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)
"La libertad" ¡Maravilloso!
Comienzo con el libro EL SUR Y LA ESPERANZA
CÉSAR ROSALES
PROLOGO
Era como un hombre que oye una lengua maravillosa y febrilmente se pone a escribir poesía en esa lengua..
Palabras de Rainer María Rilke, el ilustre poeta alemán. Eso fue en su vida
César Rosales: fundamentalmente un artista, es decir, un hombre desolado, un explorador de bellezas inéditas.
Día tras día puso en tensión su sangre, su cerebro y su alma tras una meta idealista que estuvo siempre más allá de su mano de artífice de la palabra. Su voluntad de consagrarse a la misión de encontrar por los caminos de la poesía el sentido de la vida y los misterios claves de la creación, es propia de quien siente que su existencia no termina en la materia finita y perecedera.
Permanentemente Rosales estuvo entregando al mundo sus bienes inmateriales para cumplir con el sagrado mandato de no pasar por la tierra como una sombra sin alma y sin destello, incapaz de ensanchar los caminos de la luz y la esperanza.
Para ser artista como Rosales es preciso prescindir de instancias materiales.
Esto explica porqué sus sentidos no prestaron nunca atención al utilitarismo. Su capacidad de asombro le vedó siempre las metas pragmáticas porque sus ojos estaban hechos para ver el resplandor del misterio y su oído apto para percibir el susurro de las alas. Por eso cuando le llegó la hora de morir sólo tenía en sus manos música de grillos, lumbre de luciérnagas, rocío de eternidad.
En su paso por la vida creó y meditó. Y a través de esas meditaciones llegó a alcanzar la esencia intemporal y trascendente de la poesía. .La creación poética, es entre los quehaceres humanos estoy repitiendo las palabras del propio Rosales- lo que más se acerca a la obra divina, no tanto porque sea de alguna manera imitación de aquélla, cuanto por el hecho de que se trata, también, de una forma de creación, de creación de un SER, de un ente espiritual, no de una cosa como podría ser la cama o la mesa del artesano; dicho de otro modo, de algo que ES para siempre, a partir del
momento mismo del acto creador, y no está por ello sujeto al devenir o sea al
movimiento y al cambio en la medida en que éstos signan la naturaleza y la existencia de las cosas sensibles..
Consciente de esas notas claves del quehacer poético, creó su mundo que no es imitación de la realidad. En ese mundo poético los ríos lugareños dejaron de ser ríos para ser torrentes de belleza; el Cerro Blanco es ahora estatua de sal cristalizada, y los algarrobales y talares nativos, música verde, catedrales de pájaros cantores.
Muchas veces hemos meditado sobre la esencia de la poesía rosaliana. Para
ello tenemos que recorrer racionalmente su periplo existencial.
Muy joven Rosales dejó la tierra de su nacimiento y por caminos de sueños y
desventuras, fue construyendo su obra poética y su entidad espiritual. En el sur, el sur de su canto y su esperanza, Rosales encontró como en un salar sin tiempo y sin medida, la íntima razón de su justificación existencial. Allí comenzó a ser poeta, es decir HOMBRE TOTAL, descubridor de inmateriales esencias, de secretos caminos que conducen a la estancia nunca totalmente aprehendida pero no por eso menos cierta de la belleza y el misterio. Y por extraña paradoja esa lejanía de la tierra natal obró el milagro de impregnar a su poesía de ese sabor de fruto silvestre que nos alimenta desde las profundidades del ser.
César Rosales fue un poeta que cantó meditando en los enigmas del hombre
y de la vida, y que dejó remontar por su sangre, la fuerza de la tierra con sus ríos andariegos sabedores de secretos metafísicos apenas entrevistos por el viejo Heráclito.
El Río Grande y el Río Jordán de su heredad paterna, le hablaban al poeta del SER y del no SER, del tránsito de la vida hacia la muerte; del devenir permanente que CONSTRUYE y DESTRUYE, del fluir de la vida, del SER y la NADA, de lo que YA ES y ya mismo DEJA DE SER.
.........
César Rosales formó parte de la llamada Generación del 40, cuyo tono lírico
puede caracterizarse a grandes rasgos por cierta propensión a la melancolía, a la tristeza, a la celebración de los símbolos más puros, símbolos que son vistos en su tránsito hacia la destrucción y desaparición. Eso significa que para esa Generación, gran parte de su mensaje se vuelve raíz existencial, angustia, milagro, búsqueda de eternidad y morir su propia muerte.
Dos graves acontecimientos signaron a la Generación del 40; La guerra civil española donde la muerte de Federico García Lorca representa un verdadero símbolo; y la Segunda Guerra Mundial donde la condición humana se vio reducida a los más ultrajantes sometimientos. Los campos de concentración son en este acontecer, otro símbolo que si bien casi nunca se nombra, está presente en la voz conmovida de los poetas, en el tono elegíaco de la Generación del 40. A estos graves acontecimientos contemporáneos habría que sumar la posibilidad cierta de la desaparición del hombre como especie, por obra de una hecatombe atómica.
En el caso particular de Rosales hay que sumar otras peripecias existenciales: La pérdida de sus padres siendo niño y adolescente, la pérdida de los bienes patrimoniales de su familia y fundamentalmente la pérdida nunca reparada ni reparable de su solar nativo, de la tierra de su nacimiento, a donde volvió ya solo para abrevar su sed de cielo, de silencio aquerenciado, sabiendo que nunca volvería a habitar su comarca azul, el solar de la edad de oro donde los nombres de Doña Salomé Agüero, de aquella Farsi, de Don Rufino Martínez, de Doña Rosa Godoy, habitan las dimensión inalcanzable de la eternidad.
.........
César Rosales emprendió su viaje al Sur y la Esperanza, acosado por el infortunio, con su brújula de sueños palpitándole en el alma. Recorrió las arenas del olvido, los ríos que como jacintos de luz van a morir al mar, las constelaciones deshabitadas, las neblinas demoradas que exhalan las distancias.
En el intento de seguir los pasos del poeta en ese inmenso espacio, salvajes
arenas nos golpean los ojos.
Empezamos a comprender la dimensión metafísica de los médanos que tanto se parece a la ausencia y al exilio. Y a nombres sepultados junto a las rastrilladas:
La travesía de los gauchos, el Chadí Leuvú de los pampas; El Morro, El Lince o Los
Cerros Largos que perseguían como un último consuelo, los pies desollados y los ojos heridos de las cautivas.
Los cardos son pájaros que vienen con la lluvia para morir en el llanto
crepuscular de las salinas.
Por eso creemos que la ausencia de Rosales no es la ausencia de un hombre sino el eco crucial de un canto que se apaga.
Y los médanos errantes y las lloviznas desconsoladas nos golpean los ojos
como un jote herido en el instante final de la derrota.
Aquí, lastimándonos la piel, la arena cruel del exilio. Allá lejos, EL SUR Y
LE ESPERANZA.
Dr. Jesús Liberato Tobares
A Piedad Frada Fernández
Comienzo con el libro EL SUR Y LA ESPERANZA
CÉSAR ROSALES
PROLOGO
Era como un hombre que oye una lengua maravillosa y febrilmente se pone a escribir poesía en esa lengua..
Palabras de Rainer María Rilke, el ilustre poeta alemán. Eso fue en su vida
César Rosales: fundamentalmente un artista, es decir, un hombre desolado, un explorador de bellezas inéditas.
Día tras día puso en tensión su sangre, su cerebro y su alma tras una meta idealista que estuvo siempre más allá de su mano de artífice de la palabra. Su voluntad de consagrarse a la misión de encontrar por los caminos de la poesía el sentido de la vida y los misterios claves de la creación, es propia de quien siente que su existencia no termina en la materia finita y perecedera.
Permanentemente Rosales estuvo entregando al mundo sus bienes inmateriales para cumplir con el sagrado mandato de no pasar por la tierra como una sombra sin alma y sin destello, incapaz de ensanchar los caminos de la luz y la esperanza.
Para ser artista como Rosales es preciso prescindir de instancias materiales.
Esto explica porqué sus sentidos no prestaron nunca atención al utilitarismo. Su capacidad de asombro le vedó siempre las metas pragmáticas porque sus ojos estaban hechos para ver el resplandor del misterio y su oído apto para percibir el susurro de las alas. Por eso cuando le llegó la hora de morir sólo tenía en sus manos música de grillos, lumbre de luciérnagas, rocío de eternidad.
En su paso por la vida creó y meditó. Y a través de esas meditaciones llegó a alcanzar la esencia intemporal y trascendente de la poesía. .La creación poética, es entre los quehaceres humanos estoy repitiendo las palabras del propio Rosales- lo que más se acerca a la obra divina, no tanto porque sea de alguna manera imitación de aquélla, cuanto por el hecho de que se trata, también, de una forma de creación, de creación de un SER, de un ente espiritual, no de una cosa como podría ser la cama o la mesa del artesano; dicho de otro modo, de algo que ES para siempre, a partir del
momento mismo del acto creador, y no está por ello sujeto al devenir o sea al
movimiento y al cambio en la medida en que éstos signan la naturaleza y la existencia de las cosas sensibles..
Consciente de esas notas claves del quehacer poético, creó su mundo que no es imitación de la realidad. En ese mundo poético los ríos lugareños dejaron de ser ríos para ser torrentes de belleza; el Cerro Blanco es ahora estatua de sal cristalizada, y los algarrobales y talares nativos, música verde, catedrales de pájaros cantores.
Muchas veces hemos meditado sobre la esencia de la poesía rosaliana. Para
ello tenemos que recorrer racionalmente su periplo existencial.
Muy joven Rosales dejó la tierra de su nacimiento y por caminos de sueños y
desventuras, fue construyendo su obra poética y su entidad espiritual. En el sur, el sur de su canto y su esperanza, Rosales encontró como en un salar sin tiempo y sin medida, la íntima razón de su justificación existencial. Allí comenzó a ser poeta, es decir HOMBRE TOTAL, descubridor de inmateriales esencias, de secretos caminos que conducen a la estancia nunca totalmente aprehendida pero no por eso menos cierta de la belleza y el misterio. Y por extraña paradoja esa lejanía de la tierra natal obró el milagro de impregnar a su poesía de ese sabor de fruto silvestre que nos alimenta desde las profundidades del ser.
César Rosales fue un poeta que cantó meditando en los enigmas del hombre
y de la vida, y que dejó remontar por su sangre, la fuerza de la tierra con sus ríos andariegos sabedores de secretos metafísicos apenas entrevistos por el viejo Heráclito.
El Río Grande y el Río Jordán de su heredad paterna, le hablaban al poeta del SER y del no SER, del tránsito de la vida hacia la muerte; del devenir permanente que CONSTRUYE y DESTRUYE, del fluir de la vida, del SER y la NADA, de lo que YA ES y ya mismo DEJA DE SER.
.........
César Rosales formó parte de la llamada Generación del 40, cuyo tono lírico
puede caracterizarse a grandes rasgos por cierta propensión a la melancolía, a la tristeza, a la celebración de los símbolos más puros, símbolos que son vistos en su tránsito hacia la destrucción y desaparición. Eso significa que para esa Generación, gran parte de su mensaje se vuelve raíz existencial, angustia, milagro, búsqueda de eternidad y morir su propia muerte.
Dos graves acontecimientos signaron a la Generación del 40; La guerra civil española donde la muerte de Federico García Lorca representa un verdadero símbolo; y la Segunda Guerra Mundial donde la condición humana se vio reducida a los más ultrajantes sometimientos. Los campos de concentración son en este acontecer, otro símbolo que si bien casi nunca se nombra, está presente en la voz conmovida de los poetas, en el tono elegíaco de la Generación del 40. A estos graves acontecimientos contemporáneos habría que sumar la posibilidad cierta de la desaparición del hombre como especie, por obra de una hecatombe atómica.
En el caso particular de Rosales hay que sumar otras peripecias existenciales: La pérdida de sus padres siendo niño y adolescente, la pérdida de los bienes patrimoniales de su familia y fundamentalmente la pérdida nunca reparada ni reparable de su solar nativo, de la tierra de su nacimiento, a donde volvió ya solo para abrevar su sed de cielo, de silencio aquerenciado, sabiendo que nunca volvería a habitar su comarca azul, el solar de la edad de oro donde los nombres de Doña Salomé Agüero, de aquella Farsi, de Don Rufino Martínez, de Doña Rosa Godoy, habitan las dimensión inalcanzable de la eternidad.
.........
César Rosales emprendió su viaje al Sur y la Esperanza, acosado por el infortunio, con su brújula de sueños palpitándole en el alma. Recorrió las arenas del olvido, los ríos que como jacintos de luz van a morir al mar, las constelaciones deshabitadas, las neblinas demoradas que exhalan las distancias.
En el intento de seguir los pasos del poeta en ese inmenso espacio, salvajes
arenas nos golpean los ojos.
Empezamos a comprender la dimensión metafísica de los médanos que tanto se parece a la ausencia y al exilio. Y a nombres sepultados junto a las rastrilladas:
La travesía de los gauchos, el Chadí Leuvú de los pampas; El Morro, El Lince o Los
Cerros Largos que perseguían como un último consuelo, los pies desollados y los ojos heridos de las cautivas.
Los cardos son pájaros que vienen con la lluvia para morir en el llanto
crepuscular de las salinas.
Por eso creemos que la ausencia de Rosales no es la ausencia de un hombre sino el eco crucial de un canto que se apaga.
Y los médanos errantes y las lloviznas desconsoladas nos golpean los ojos
como un jote herido en el instante final de la derrota.
Aquí, lastimándonos la piel, la arena cruel del exilio. Allá lejos, EL SUR Y
LE ESPERANZA.
Dr. Jesús Liberato Tobares
A Piedad Frada Fernández
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“Como siempre; apenas uno pone los pies en la tierra
se acaba la diversión”.
se acaba la diversión”.
"Mafalda"
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Re: POESÍA SOCIAL II (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)
EL SUR Y LA ESPERANZA
CÉSAR ROSALES
I
LLAMADO TELURICO
Allí donde nada imprevisto ni extraño
parece acaecer en torno, donde
nada hay de ornamental, fastuosos o superfluo
y todo permanece más bien como sometido
a un designio inmutable, lo pobre, lo olvidado,
aquello que dramáticamente persiste
con las mismas señales, con un mismo color o sonido,
nos conmueve con eco tan singular a veces
que despliega un espacio grandioso en nuestro ser,
asumiendo una magnitud deslumbrante que nos sobrepuja.
Dentro de ese paisaje que resiste, que vive
como infinitamente absorto en la soledad,
el tiempo fluye como un río de lentas aguas
reflejando en su seno la belleza, el semblante
melancólico y grave de la antigüedad.
Y son los mimos signos que antaño tal vez
conmovieron la sangre de los antepasados,
los que de modo silencioso y con tanta dulzura
fue acogiendo mi corazón:
la espiga murmurante a la vera del camino,
el resplandor que mana de las alucinantes salinas,
la tétrica osamenta sobre la cual se posan los pájaros
y cuya blancura fosforece a través de las noches
con salvajes relámpagos, el seco y menudo
restallar de la arena en los vidrios, el viento,
el viento de larga cola que arrastra los cardos,
las hojas de fulgor desvanecido en las que arde aún
un resto del otoño, ese reflejo
de incendio repentino que tienen las praderas
a la luz del poniente o el rumor
de agua vagamente agitada que invade los sentidos
cuando el estío pasa por las umbrosas alamedas.
¿Nada os dice la tierra
con sus inextinguibles y sinfónicas voces,
secretas como ráfagas en la eternidad?
La voz de la calandria de levísimas cuerdas,
el destello lejano de una lámpara en medio
de la noche, la sombra de ese pino
que en el atardecer se torna melodiosa,
decidme, ¿no agitaron alguna vez de súbito
la substancia más íntima de vuestro corazón?
El fuego de los dioses natales se ha extinguido ya,
de los viejos señores sólo queda el recuerdo de un roído arcabuz,
el sol de inmemoriales estaciones que ha visto llamear
hasta la extenuación los rostros y los frutos,
oh, de igual modo efímeros y predestinados
a devenir no obstante aquello que, simultáneo o distinto ,
refluye como el agua de las profundidades
en el caos turbado de cada nuevo ser;
pero el susurro ardiente que de la tierra brota
es un llamado eterno que el corazón
-si no reposa en la impureza, sino se pliega medroso o ruin.
puede asir con grandeza verdadera
y con tal claridad que todo en torno sea
como el borde inseguro, quebradizo y opaco,
transformado por ese resplandor
que dan los candelabros en la noche del templo.
CÉSAR ROSALES
I
LLAMADO TELURICO
Allí donde nada imprevisto ni extraño
parece acaecer en torno, donde
nada hay de ornamental, fastuosos o superfluo
y todo permanece más bien como sometido
a un designio inmutable, lo pobre, lo olvidado,
aquello que dramáticamente persiste
con las mismas señales, con un mismo color o sonido,
nos conmueve con eco tan singular a veces
que despliega un espacio grandioso en nuestro ser,
asumiendo una magnitud deslumbrante que nos sobrepuja.
Dentro de ese paisaje que resiste, que vive
como infinitamente absorto en la soledad,
el tiempo fluye como un río de lentas aguas
reflejando en su seno la belleza, el semblante
melancólico y grave de la antigüedad.
Y son los mimos signos que antaño tal vez
conmovieron la sangre de los antepasados,
los que de modo silencioso y con tanta dulzura
fue acogiendo mi corazón:
la espiga murmurante a la vera del camino,
el resplandor que mana de las alucinantes salinas,
la tétrica osamenta sobre la cual se posan los pájaros
y cuya blancura fosforece a través de las noches
con salvajes relámpagos, el seco y menudo
restallar de la arena en los vidrios, el viento,
el viento de larga cola que arrastra los cardos,
las hojas de fulgor desvanecido en las que arde aún
un resto del otoño, ese reflejo
de incendio repentino que tienen las praderas
a la luz del poniente o el rumor
de agua vagamente agitada que invade los sentidos
cuando el estío pasa por las umbrosas alamedas.
¿Nada os dice la tierra
con sus inextinguibles y sinfónicas voces,
secretas como ráfagas en la eternidad?
La voz de la calandria de levísimas cuerdas,
el destello lejano de una lámpara en medio
de la noche, la sombra de ese pino
que en el atardecer se torna melodiosa,
decidme, ¿no agitaron alguna vez de súbito
la substancia más íntima de vuestro corazón?
El fuego de los dioses natales se ha extinguido ya,
de los viejos señores sólo queda el recuerdo de un roído arcabuz,
el sol de inmemoriales estaciones que ha visto llamear
hasta la extenuación los rostros y los frutos,
oh, de igual modo efímeros y predestinados
a devenir no obstante aquello que, simultáneo o distinto ,
refluye como el agua de las profundidades
en el caos turbado de cada nuevo ser;
pero el susurro ardiente que de la tierra brota
es un llamado eterno que el corazón
-si no reposa en la impureza, sino se pliega medroso o ruin.
puede asir con grandeza verdadera
y con tal claridad que todo en torno sea
como el borde inseguro, quebradizo y opaco,
transformado por ese resplandor
que dan los candelabros en la noche del templo.
_________________
“Como siempre; apenas uno pone los pies en la tierra
se acaba la diversión”.
se acaba la diversión”.
"Mafalda"
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Re: POESÍA SOCIAL II (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)
"EL SUR Y LA ESPERANZA" ( CÉSAR ROSALES)
II
OLVIDADO PAÍS
Quiero hablarte de un triste y olvidado paraje
donde mi juventud era como una lámpara
de verde resplandor sobre la arena; allá,
como un álamo joven, creció mi corazón
y sus hojas susurrantes en la soledad
oyeron largamente, con pasión,
la voz de las tormentas,
el viento que a través de sombrías colinas
pasaba resoplando un cuerno gigantesco
entre viejos ligustros
y matas de sayal polvoriento, y también
el ruido de los guijarros que por las noches
despedían fugaces fosforescencias
debajo de las ruedas
o cuando un torbellino los hacía rodar.
Tú que sólo conoces la alegría,
el color y la música del Septentrión, aquella
constelación radiante que diluye sus tonos
sobre tu piel, oh niña, lirio del norte, ven
a recorrer conmigo este áspero país
cuyo enigma, cuyo hálito se cierne
como una flor oscura,
rumorosa y pesada, sobre mi corazón.
Allí verás el viento que mueve mis imágenes;
el vagabundo cardo que espera un soplo apenas
para emigrar; la liebre que en la mesa
del cazador humea transformada
en un manjar; el búho de ojos petrificados
-ese fragmento de ceniza
desprendido quién sabe de qué monumento
funerario. que acecha la hora crepuscular;
mira allí su morada: el tronco enmohecido,
el matorral, las piedras de una heredad derruida
donde la flor del jaramago teje
un amarillo paraíso. Allí
verás manar, cual brazos momentáneos
que serpean y se hunden de repente,
arroyos pensativos que no llegan al mar
porque son consumidos por bocas infernales,
por ésas que con el páramo
habla al oído de los moradores
en los años de sed.
Una multitud anhelosa y extática
saldrá por los caminos, pero nada
le dirá al corazón si él no llega dispuesto
a sufrir, si turbado por visiones efímeras
no percibe el temblor desesperado
que se oculta en las cosas, tanto tiempo olvidadas allí.
Pero alguien, tal vez, alguien de rostro tan antiguo
como la vid, el más pobre y oscuro,
el que calla invisible cuando todos murmuran
mientras por dentro rumorea como caracol,
ése recogerá
la semilla de aquél que parecía su hermano,
por el modo amoroso de inclinarse a la tierra,
porque sólo él y ese halo que platea la mies
en los campos, lo vieron; y recuerdan!...
II
OLVIDADO PAÍS
Quiero hablarte de un triste y olvidado paraje
donde mi juventud era como una lámpara
de verde resplandor sobre la arena; allá,
como un álamo joven, creció mi corazón
y sus hojas susurrantes en la soledad
oyeron largamente, con pasión,
la voz de las tormentas,
el viento que a través de sombrías colinas
pasaba resoplando un cuerno gigantesco
entre viejos ligustros
y matas de sayal polvoriento, y también
el ruido de los guijarros que por las noches
despedían fugaces fosforescencias
debajo de las ruedas
o cuando un torbellino los hacía rodar.
Tú que sólo conoces la alegría,
el color y la música del Septentrión, aquella
constelación radiante que diluye sus tonos
sobre tu piel, oh niña, lirio del norte, ven
a recorrer conmigo este áspero país
cuyo enigma, cuyo hálito se cierne
como una flor oscura,
rumorosa y pesada, sobre mi corazón.
Allí verás el viento que mueve mis imágenes;
el vagabundo cardo que espera un soplo apenas
para emigrar; la liebre que en la mesa
del cazador humea transformada
en un manjar; el búho de ojos petrificados
-ese fragmento de ceniza
desprendido quién sabe de qué monumento
funerario. que acecha la hora crepuscular;
mira allí su morada: el tronco enmohecido,
el matorral, las piedras de una heredad derruida
donde la flor del jaramago teje
un amarillo paraíso. Allí
verás manar, cual brazos momentáneos
que serpean y se hunden de repente,
arroyos pensativos que no llegan al mar
porque son consumidos por bocas infernales,
por ésas que con el páramo
habla al oído de los moradores
en los años de sed.
Una multitud anhelosa y extática
saldrá por los caminos, pero nada
le dirá al corazón si él no llega dispuesto
a sufrir, si turbado por visiones efímeras
no percibe el temblor desesperado
que se oculta en las cosas, tanto tiempo olvidadas allí.
Pero alguien, tal vez, alguien de rostro tan antiguo
como la vid, el más pobre y oscuro,
el que calla invisible cuando todos murmuran
mientras por dentro rumorea como caracol,
ése recogerá
la semilla de aquél que parecía su hermano,
por el modo amoroso de inclinarse a la tierra,
porque sólo él y ese halo que platea la mies
en los campos, lo vieron; y recuerdan!...
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se acaba la diversión”.
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- Mensaje n°554
Re: POESÍA SOCIAL II (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)
"EL SUR Y LA ESPERANZA" ( CÉSAR ROSALES)
MATERIA DEL SUR
Los pájaros que vienen con la lluvia,
esas flores radiantes que entreabren sus corolas
como extasiados ojos a la orilla del agua,
el hálito postrero que una tarde
deja flotando al expirar, el viento
de alas sonoras entre pinares,
la noche que disuelve su carbón submarino
sobre los campos donde
silenciosas criaturas se abandonan
a esos pétalos libres que entretejen
la corona del sueño; todo vuelve
murmurando un lenguaje singular, ya olvidado,
desde un día extinguido, desde un día
sepultado en la nieve, con un aire
de fulgor repentino, diferente.
Digo el Sur, esa tierra de mirar taciturno
donde habita el misterio, donde mora
la esperanza de aquello que como una semilla
se transforma y deviene.
Quisiera transcurrir como el olvido
que labra dulces tumbas de ceniza en el alma;
pero no: solitario
respiro ávidamente entre las hojas
de un jardín moribundo y de su leve
y fugitivo aroma sobrevive
el eco imperceptible cuyo rumor ahora
es un surco de la sangre.
Lentamente ha vivido
en un lugar donde las cosas tienen
un color indeleble,
el sonido del tiempo sobre las piedras,
la figura de un árbol bajo la soledad.
Así estoy de ese modo confundido
en la lluvia, en el viento, en la luz caudalosa
de una estela de sal que resplandece
con un fulgor violeta sobre la lejanía,
en la miel del estío derramada
sobre el trigo y las viñas, en el valle
frutal de las mujeres o en el musgo
de una boca dormida con su río
de clavel enterrado, sin aliento,
bajo las galerías que la arena levanta
donde hay huesos que silban como cañas
cuando el viento sopla si instrumento de ciego
detrás de los portales,
botellas de las que alguien arranca todavía
burbujas de aire verde y una vieja campana
de metal desolado que por las noches llora
sus ángeles perdidos.
MATERIA DEL SUR
Los pájaros que vienen con la lluvia,
esas flores radiantes que entreabren sus corolas
como extasiados ojos a la orilla del agua,
el hálito postrero que una tarde
deja flotando al expirar, el viento
de alas sonoras entre pinares,
la noche que disuelve su carbón submarino
sobre los campos donde
silenciosas criaturas se abandonan
a esos pétalos libres que entretejen
la corona del sueño; todo vuelve
murmurando un lenguaje singular, ya olvidado,
desde un día extinguido, desde un día
sepultado en la nieve, con un aire
de fulgor repentino, diferente.
Digo el Sur, esa tierra de mirar taciturno
donde habita el misterio, donde mora
la esperanza de aquello que como una semilla
se transforma y deviene.
Quisiera transcurrir como el olvido
que labra dulces tumbas de ceniza en el alma;
pero no: solitario
respiro ávidamente entre las hojas
de un jardín moribundo y de su leve
y fugitivo aroma sobrevive
el eco imperceptible cuyo rumor ahora
es un surco de la sangre.
Lentamente ha vivido
en un lugar donde las cosas tienen
un color indeleble,
el sonido del tiempo sobre las piedras,
la figura de un árbol bajo la soledad.
Así estoy de ese modo confundido
en la lluvia, en el viento, en la luz caudalosa
de una estela de sal que resplandece
con un fulgor violeta sobre la lejanía,
en la miel del estío derramada
sobre el trigo y las viñas, en el valle
frutal de las mujeres o en el musgo
de una boca dormida con su río
de clavel enterrado, sin aliento,
bajo las galerías que la arena levanta
donde hay huesos que silban como cañas
cuando el viento sopla si instrumento de ciego
detrás de los portales,
botellas de las que alguien arranca todavía
burbujas de aire verde y una vieja campana
de metal desolado que por las noches llora
sus ángeles perdidos.
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- Mensaje n°555
Re: POESÍA SOCIAL II (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)
"EL SUR Y LA ESPERANZA" ( CÉSAR ROSALES)
REMOTO HORIZONTE
De exasperada lumbre,
a veces de violetas que en el atardecer
caen desvaneciendo los contornos, de aquella
débil tinta nocturna que comienza a extenderse
hacia el lado del mar; de graduales momentos
de intensidad se forma su fugitiva trama,
o dicho de otro modo se vislumbra,
silencioso y distante,
como una arquitectura tenazmente inasible,
proyectando a lo lejos con finísimas líneas,
con matices tan tenues que casi no soportan
la impresión de los ojos.
Sacrificar la juventud, acaso
toda la vida, con el corazón
anheloso y absorto sobre la lejanía,
y no ver sino el cielo como un agua implacable
golpeando sus orillas; no ver sino la espuma
que las tormentas del poniente dejan
temblando en las ventanas
y el humo, ese follaje quimérico y errante,
que exhalan las distancias.
Los que allá en la montaña de bordes resonantes
como un vaso, se sientan a beber
el rutilante vino de los valles
y aquellos que el fondo de una selva respiran
entre lentos vapores,
pueden asir las formas de un mundo limitado,
los collados, las frondas,
reposar a la sombra de una roca o de un olmo;
lo que sin excederlos, como un aro tenaz
los moldea, los orna de una plácida aureola.
En cambio, ¿qué moldura, qué pliegue conocido,
qué márgenes seguras para el temblor humano,
es posible apresar en un paisaje
donde los tonos, las delgadas formas,
se apagan, se diluyen?
En vano mis deseos con sus lanzas de fuego
se han reclinado allá donde dos aguas
alternas se confunden, porque siempre
-oh ilusorio perfil.
de ese confín remoto
he retornado atónito y suspenso,
como arenal o nube, vagamente invadido
por un fulgor incierto.
REMOTO HORIZONTE
De exasperada lumbre,
a veces de violetas que en el atardecer
caen desvaneciendo los contornos, de aquella
débil tinta nocturna que comienza a extenderse
hacia el lado del mar; de graduales momentos
de intensidad se forma su fugitiva trama,
o dicho de otro modo se vislumbra,
silencioso y distante,
como una arquitectura tenazmente inasible,
proyectando a lo lejos con finísimas líneas,
con matices tan tenues que casi no soportan
la impresión de los ojos.
Sacrificar la juventud, acaso
toda la vida, con el corazón
anheloso y absorto sobre la lejanía,
y no ver sino el cielo como un agua implacable
golpeando sus orillas; no ver sino la espuma
que las tormentas del poniente dejan
temblando en las ventanas
y el humo, ese follaje quimérico y errante,
que exhalan las distancias.
Los que allá en la montaña de bordes resonantes
como un vaso, se sientan a beber
el rutilante vino de los valles
y aquellos que el fondo de una selva respiran
entre lentos vapores,
pueden asir las formas de un mundo limitado,
los collados, las frondas,
reposar a la sombra de una roca o de un olmo;
lo que sin excederlos, como un aro tenaz
los moldea, los orna de una plácida aureola.
En cambio, ¿qué moldura, qué pliegue conocido,
qué márgenes seguras para el temblor humano,
es posible apresar en un paisaje
donde los tonos, las delgadas formas,
se apagan, se diluyen?
En vano mis deseos con sus lanzas de fuego
se han reclinado allá donde dos aguas
alternas se confunden, porque siempre
-oh ilusorio perfil.
de ese confín remoto
he retornado atónito y suspenso,
como arenal o nube, vagamente invadido
por un fulgor incierto.
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- Mensaje n°556
Re: POESÍA SOCIAL II (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)
CÉSAR ROSALES
EL CRISTAL Y LA ESENCIA
EL VIAJE (Cont.)
El tren corre por la llanura
tras la quimera o la verdad,
pasa infinitas estaciones
y siempre hay otra más allá.
Con un ojo sobre la frente
va empujando la oscuridad,
como un cíclope alucinado
o una manticora infernal.
Alguien, de pronto, se levanta
como si regresara del mar,
tiene brillantes las pupilas,
la voz velada y abisal.
¿Dónde estamos ahora?... - inquiere-.
Todo es confuso y no sé ya
a dónde voy, de dónde vengo,
cuándo este viaje acabará.
Duermen los hombres con sus armas
y las mujeres con su ajuar;
los camareros se han dormido,
de pie, dormido, va el guardián;
ya se han dormido los semáforos,
el inspector, el mayoral;
dormido sueña el maquinista
con la estación del Más Allá.
Yace dormido el carbonero,
y el que ordena el fuego central
dormido está junto a sus fauces
con un tridente de coral;
se ha dormido hasta el guardagujas
de esperar y desesperar
en un oscuro, andén desierto
lleno de frío y soledad.
Pasan minutos, años, siglos...
(Un minuto es la eternidad
para el que quiere lo imposible
de la ilusoria realidad).
Un hombre perdido en la niebla
anda buscando una señal
al resplandor de una bujía,
como una aguja en un pajar.
La lluvia muere sus telares.
Se apaga el último fanal.
Tirita el aire atroz del páramo
donde el guijarro es lecho y pan.
Crujen maderas, hierros, vidrios
bajo el dios de la tempestad.
Como un trueno en un precipicio
el tren retumba en la oquedad.
Maquina y coches se despueblan.
Los pasajeros ¿se han ido ya?
Hay unas sombras acumuladas
en los asientos, y el rechinar
de una puerta que el tiempo bate
infunde un vago clima irreal,
una puerta que nadie abrió
y que nadie viene a cerrar.
Maquina y coches se des pueblan
y donde antes humeó el manjar
medra una arena devoradora,
el jaramago y el zarzal.
Los viajeros - rostros amados,
manos amantes- , ¿dónde están?...
Sus cabellos parecen de humo
y sus vestidos de alquitrán.
El tren fragante color de nube,
color de azor o de alcotán ,
color de rayo fugitivo,
vertiginoso como el azar,
precipitado por el tiempo
cae en la noche intemporal.
El agua asoma por sus grietas
como una adelfa entre la cal.
El hombre perdido en la niebla,
desamparado, viene y va.
La bujía ya no arde. Llama:
a nadie logra despertar.
Sólo hay Uno que está despierto
(¡hasta el final, hasta el final!)
y lo escucha desde muy lejos,
pero no puede contestar. ( CÉSAR ROSALES.)
Un impresionante poema en octavas donde riman los versos pares en asonante constituyendo un bellísimo romance con metáforas que impresionan por su trascendencia y un final antológico.
Para recitar y recitar. Creía que hoy no iba a pasar. Pero ha podido más la tentación de la belleza que el cansancio. A partir de ahora y tras estos dos Poemas buscaré y expondré algunos de los sonetos de este libra , El Cristal y la Esencia, la semana próxima.
Respecto a lo que está exponiendo Lluvia una auténtica y profunda belleza. EL SUR Y LA ESPERANZA es un exquisito poemario con un poema inicial, LO TELÚRICO, que rezuma vitalidad y compromiso en cada uno de sus versos. Me gustaría que los compañeros argentinos pasaran por aquí. Bueno todos. Y pudieran valorar la calidad de este poeta, para mí hasta ahora desconocido.
EL CRISTAL Y LA ESENCIA
EL VIAJE (Cont.)
El tren corre por la llanura
tras la quimera o la verdad,
pasa infinitas estaciones
y siempre hay otra más allá.
Con un ojo sobre la frente
va empujando la oscuridad,
como un cíclope alucinado
o una manticora infernal.
Alguien, de pronto, se levanta
como si regresara del mar,
tiene brillantes las pupilas,
la voz velada y abisal.
¿Dónde estamos ahora?... - inquiere-.
Todo es confuso y no sé ya
a dónde voy, de dónde vengo,
cuándo este viaje acabará.
Duermen los hombres con sus armas
y las mujeres con su ajuar;
los camareros se han dormido,
de pie, dormido, va el guardián;
ya se han dormido los semáforos,
el inspector, el mayoral;
dormido sueña el maquinista
con la estación del Más Allá.
Yace dormido el carbonero,
y el que ordena el fuego central
dormido está junto a sus fauces
con un tridente de coral;
se ha dormido hasta el guardagujas
de esperar y desesperar
en un oscuro, andén desierto
lleno de frío y soledad.
Pasan minutos, años, siglos...
(Un minuto es la eternidad
para el que quiere lo imposible
de la ilusoria realidad).
Un hombre perdido en la niebla
anda buscando una señal
al resplandor de una bujía,
como una aguja en un pajar.
La lluvia muere sus telares.
Se apaga el último fanal.
Tirita el aire atroz del páramo
donde el guijarro es lecho y pan.
Crujen maderas, hierros, vidrios
bajo el dios de la tempestad.
Como un trueno en un precipicio
el tren retumba en la oquedad.
Maquina y coches se despueblan.
Los pasajeros ¿se han ido ya?
Hay unas sombras acumuladas
en los asientos, y el rechinar
de una puerta que el tiempo bate
infunde un vago clima irreal,
una puerta que nadie abrió
y que nadie viene a cerrar.
Maquina y coches se des pueblan
y donde antes humeó el manjar
medra una arena devoradora,
el jaramago y el zarzal.
Los viajeros - rostros amados,
manos amantes- , ¿dónde están?...
Sus cabellos parecen de humo
y sus vestidos de alquitrán.
El tren fragante color de nube,
color de azor o de alcotán ,
color de rayo fugitivo,
vertiginoso como el azar,
precipitado por el tiempo
cae en la noche intemporal.
El agua asoma por sus grietas
como una adelfa entre la cal.
El hombre perdido en la niebla,
desamparado, viene y va.
La bujía ya no arde. Llama:
a nadie logra despertar.
Sólo hay Uno que está despierto
(¡hasta el final, hasta el final!)
y lo escucha desde muy lejos,
pero no puede contestar. ( CÉSAR ROSALES.)
Un impresionante poema en octavas donde riman los versos pares en asonante constituyendo un bellísimo romance con metáforas que impresionan por su trascendencia y un final antológico.
Para recitar y recitar. Creía que hoy no iba a pasar. Pero ha podido más la tentación de la belleza que el cansancio. A partir de ahora y tras estos dos Poemas buscaré y expondré algunos de los sonetos de este libra , El Cristal y la Esencia, la semana próxima.
Respecto a lo que está exponiendo Lluvia una auténtica y profunda belleza. EL SUR Y LA ESPERANZA es un exquisito poemario con un poema inicial, LO TELÚRICO, que rezuma vitalidad y compromiso en cada uno de sus versos. Me gustaría que los compañeros argentinos pasaran por aquí. Bueno todos. Y pudieran valorar la calidad de este poeta, para mí hasta ahora desconocido.
Última edición por Pascual Lopez Sanchez el Dom 06 Nov 2016, 03:08, editado 2 veces
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"LOS DEMÁS TAMBIÉN EXISTIMOS"
NETANYAHU ASESINO
ISRAEL: ¡GENOCIDA! LA HISTORIA HABRÁ DE LLEVARLOS ANTE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL POR CONTINUADOS CRÍMMENES DE GUERRA
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- Mensaje n°557
Re: POESÍA SOCIAL II (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)
Deseando continúe "El viaje" ¡Precioso poema!, es cierto, amigo mío, pues mientras continuas, sigo con:
"EL SUR Y LA ESPERANZA" ( CÉSAR ROSALES)
LOS TRISTES COMBATIENTES
Como un sombrío ejército,
como una gris marea de olas destruidas,
movidos por el viento del oeste
se desatan los médanos.
Un imperioso azar
los agita sin duda y ellos llevan por eso
su furor desolado,
su errabunda zozobra hacia las puertas
de un reino áureo y sonoro.
¿De qué apagado continente,
de qué polvo
de abolidas edades, se desprende
su estéril multitud?
Alguna vez .recuerdo. llegué hasta donde el puma,
junto a viejas raíces, roe las osamentas;
donde vegetaciones de atormentada faz
conservan los vestigios de una lucha espantosa;
donde el agua es un arpa escondida que sólo
se escucha en el otoño, cuando la tempestad
golpea con sus cuerdas rotas sobre las piedras.
Una escoria senil,
un desecado lodo que al rodar de los siglos
arrojan los abiertos sepulcros del mar,
nace allá en la extensión solitaria,
estalla repentino,
brota implacablemente del fondo de las grietas,
debajo de las hojas del rastrero alpataco
o de un lecho agotado;
una sábana entonces de pliegues dolorosos
ondula con el viento,
desarrolla sus olas vacilantes y enjutas
y en lentas avalanchas invade la llanura.
¡Oh tristes combatientes,
bajo cuyas pisadas aún resuenan los huesos
de los infortunados que el olvido borró!
(En la alta y fría noche los he visto
alimentar la hoguera de los desamparados,
arder lúgubremente; los he visto otras veces
fosforecer de pronto con una árida llama,
levantarse del polvo; sacudidos
por un vago terror).
¡Oh tristes combatientes,
desde qué oscuros años y con qué armas tan sordas
custodiáis el desierto,
asoláis el espacio que algunos hombres labran
para permanecer,
para dejar un lampo de su fuego en la tierra!
El labrador de dulces y elementales manos,
el trigo que presiente vuestras secas espadas,
la vid con sus bermejas guirnaldas escalando
las gradas del estío,
el trébol reluciente después de la tormenta,
las murallas de esparto:
son formas jubilosas y no menos vehementes
expuestas al peligro de un atroz exterminio,
y ellas os ven, pletóricas del tiempo que habitan,
reptar desesperados, marchitos y sedientos,
avanzar como manos de una estirpe decrépita
y golpear sin reposo, con polvorientos nudos,
con pálidos anillos,
los umbrales de espuma,
los bronces resonantes de una inmensa morada.
"EL SUR Y LA ESPERANZA" ( CÉSAR ROSALES)
LOS TRISTES COMBATIENTES
Como un sombrío ejército,
como una gris marea de olas destruidas,
movidos por el viento del oeste
se desatan los médanos.
Un imperioso azar
los agita sin duda y ellos llevan por eso
su furor desolado,
su errabunda zozobra hacia las puertas
de un reino áureo y sonoro.
¿De qué apagado continente,
de qué polvo
de abolidas edades, se desprende
su estéril multitud?
Alguna vez .recuerdo. llegué hasta donde el puma,
junto a viejas raíces, roe las osamentas;
donde vegetaciones de atormentada faz
conservan los vestigios de una lucha espantosa;
donde el agua es un arpa escondida que sólo
se escucha en el otoño, cuando la tempestad
golpea con sus cuerdas rotas sobre las piedras.
Una escoria senil,
un desecado lodo que al rodar de los siglos
arrojan los abiertos sepulcros del mar,
nace allá en la extensión solitaria,
estalla repentino,
brota implacablemente del fondo de las grietas,
debajo de las hojas del rastrero alpataco
o de un lecho agotado;
una sábana entonces de pliegues dolorosos
ondula con el viento,
desarrolla sus olas vacilantes y enjutas
y en lentas avalanchas invade la llanura.
¡Oh tristes combatientes,
bajo cuyas pisadas aún resuenan los huesos
de los infortunados que el olvido borró!
(En la alta y fría noche los he visto
alimentar la hoguera de los desamparados,
arder lúgubremente; los he visto otras veces
fosforecer de pronto con una árida llama,
levantarse del polvo; sacudidos
por un vago terror).
¡Oh tristes combatientes,
desde qué oscuros años y con qué armas tan sordas
custodiáis el desierto,
asoláis el espacio que algunos hombres labran
para permanecer,
para dejar un lampo de su fuego en la tierra!
El labrador de dulces y elementales manos,
el trigo que presiente vuestras secas espadas,
la vid con sus bermejas guirnaldas escalando
las gradas del estío,
el trébol reluciente después de la tormenta,
las murallas de esparto:
son formas jubilosas y no menos vehementes
expuestas al peligro de un atroz exterminio,
y ellas os ven, pletóricas del tiempo que habitan,
reptar desesperados, marchitos y sedientos,
avanzar como manos de una estirpe decrépita
y golpear sin reposo, con polvorientos nudos,
con pálidos anillos,
los umbrales de espuma,
los bronces resonantes de una inmensa morada.
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se acaba la diversión”.
se acaba la diversión”.
"Mafalda"
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Re: POESÍA SOCIAL II (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)
"EL SUR Y LA ESPERANZA" ( CÉSAR ROSALES)
SOLEDAD
Si una noche en el Sur, junto al océano,
os escucháis, lejano, resonar
ese clamor de inmensa multitud delirante
que levantan las olas y el latido del viento
frío del mar que pasa golpeando las sienes,
sepultando las flores en el polvo,
las huellas que en las sabanas dejan los caballos;
sabréis la soledad como una cosa
indestructible, como un gran anillo
de arena sin color que rodea y oprime
la voz del corazón que se asemeja a una isla
tumultuosa, de bordes anegrados,
sumidos en el agua más desierta; ay, apenas,
en un instante de la eternidad,
en una sola gota desprendida del tiempo,
sabréis .si como yo os habéis vivido
con la sangre encendida, sola en la oscuridad
como una lámpara. la inconmensurable
soledad, la substancia tenaz y compacta
que extiende alrededor y con árido tacto
os invade el espacio donde un rostro querido
puede resplandecer, arder con un efímero
destello; si corroe lentamente
con su ácido infinito vuestro inerme,
transido corazón.
MEMORIA DE UN MAR
Aquí donde ahora las manos tenaces
construyen fortalezas vegetales, oponen
interminables redes al designio invasor
que promueve el insomnio sediento de los médanos,
cuando el viento nocturno, al caer el otoño,
apaga con su lengua de perro moribundo
esa flor ardorosa que arrojan las ventanas
contra la oscuridad, he descubierto
que hay escamas deshechas, antiguos caracoles
que las niñas colocan al pie de los jazmines
o entre las sombras de las madreselvas;
piel orejas derruidas,
despojos esparcidos de un dilatado ser
de verde llama, de hálito extinguido
como la espuma que en su pecho antaño
ardía resonante, coronada
de pájaros marinos, de ramas que los ríos
del verano arrancaban de una selva suntuosa.
A veces, cuando nadie
quiere dar la mejilla como un clavel sin sueño
a la furia del viento desolado de Sur,
al frío de la noche cuyas paredes tiemblan
como grandes cipreses mojados por la lluvia,
abandono mis ojos de huésped solitario
a la intemperie y entre flores secas
de retamas, al súbito fulgor
de esas tenues luciérnagas que anidan en los huesos
de los caballos, obstinadamente
hundidos en el tiempo que ahora rememoro,
contemplan y remueven las arenas tristísimas
como si fuera un lecho donde apenas
quedan algunas huellas, vagos signos remotos:
urnas de sal, anillos de coral apagado,
grutas de donde suena una campana
sepultada, roídas estatuas de ceniza,
una herrumbre tan vieja como el olvido mismo,
como el llanto del agua que desfigura el rostro
de las piedras, oh, sólo la pálida memoria
de un imperio marino, su esplendor
de coronas destruidas.
SOLEDAD
Si una noche en el Sur, junto al océano,
os escucháis, lejano, resonar
ese clamor de inmensa multitud delirante
que levantan las olas y el latido del viento
frío del mar que pasa golpeando las sienes,
sepultando las flores en el polvo,
las huellas que en las sabanas dejan los caballos;
sabréis la soledad como una cosa
indestructible, como un gran anillo
de arena sin color que rodea y oprime
la voz del corazón que se asemeja a una isla
tumultuosa, de bordes anegrados,
sumidos en el agua más desierta; ay, apenas,
en un instante de la eternidad,
en una sola gota desprendida del tiempo,
sabréis .si como yo os habéis vivido
con la sangre encendida, sola en la oscuridad
como una lámpara. la inconmensurable
soledad, la substancia tenaz y compacta
que extiende alrededor y con árido tacto
os invade el espacio donde un rostro querido
puede resplandecer, arder con un efímero
destello; si corroe lentamente
con su ácido infinito vuestro inerme,
transido corazón.
MEMORIA DE UN MAR
Aquí donde ahora las manos tenaces
construyen fortalezas vegetales, oponen
interminables redes al designio invasor
que promueve el insomnio sediento de los médanos,
cuando el viento nocturno, al caer el otoño,
apaga con su lengua de perro moribundo
esa flor ardorosa que arrojan las ventanas
contra la oscuridad, he descubierto
que hay escamas deshechas, antiguos caracoles
que las niñas colocan al pie de los jazmines
o entre las sombras de las madreselvas;
piel orejas derruidas,
despojos esparcidos de un dilatado ser
de verde llama, de hálito extinguido
como la espuma que en su pecho antaño
ardía resonante, coronada
de pájaros marinos, de ramas que los ríos
del verano arrancaban de una selva suntuosa.
A veces, cuando nadie
quiere dar la mejilla como un clavel sin sueño
a la furia del viento desolado de Sur,
al frío de la noche cuyas paredes tiemblan
como grandes cipreses mojados por la lluvia,
abandono mis ojos de huésped solitario
a la intemperie y entre flores secas
de retamas, al súbito fulgor
de esas tenues luciérnagas que anidan en los huesos
de los caballos, obstinadamente
hundidos en el tiempo que ahora rememoro,
contemplan y remueven las arenas tristísimas
como si fuera un lecho donde apenas
quedan algunas huellas, vagos signos remotos:
urnas de sal, anillos de coral apagado,
grutas de donde suena una campana
sepultada, roídas estatuas de ceniza,
una herrumbre tan vieja como el olvido mismo,
como el llanto del agua que desfigura el rostro
de las piedras, oh, sólo la pálida memoria
de un imperio marino, su esplendor
de coronas destruidas.
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- Mensaje n°559
Re: POESÍA SOCIAL II (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)
"EL SUR Y LA ESPERANZA" ( CÉSAR ROSALES)
CANTAR DEL RIO NEGRO
El Río Negro corre por inmensas praderas
majestuoso; yo he visto en ciertas épocas
su mirada apacible fluir entre las flores
como la de una patriarca, su larga barba oscura
enredarse en las viñas, en el tronco
de los viejos manzanos.
El viento pasa a veces lleno de mariposas
sonando entre sus hebras, soñolienta espuma;
entonces, como un arco,
sus aguas se levantan, resplandecen
coronadas de leves y frágiles espejos
donde el cielo se mira melancólicamente.
¡El viento, el viento!... Manos errabundas del viento
que sobre el río pasan, frenéticas, blandiendo
sonoras alabardas; en las tardes
nadie lo ha visto como yo, sombrío,
derribar las colmenas o abrir súbitamente
parpadeantes ventanas en medio del follaje.
Una vida profunda se reclina en las márgenes
donde pace el ganado: allí los hombres labran
la fragante madera que por la noche humea
llevando hacia las bocas de terrestre alimento,
allí donde las cosas y la esperanza tienen
duradero esplendor.
Pero allá en las heladas y desnudas gargantas,
un grito portentoso desmorona las piedras,
disuelve la osamenta de un tristísimo páramo;
sierpes despavoridas saltan por los helechos,
buscan antiguas grietas
donde mora la herrumbre de apagadas vertientes.
Bajo derruidas nubes
el Río Negro olvida sus rientes amapolas,
sus velas, sus palomas, su frutal cargamento
cuando estalla en un coro de golpeadas campanas,
y es un árbol de llama turbulenta su copa
desbordada hasta el mar.
TORMENTAS DE LA PAMPA
¿Alguien oyó una vez
ese sonido seco y crepitante
con que arde la retama
cuando es avasallada por un soplo de fuego?
Un temblor semejante, un estampido
de brusca resonancia recorre la llanura
cuando una gran tormenta centellea a lo lejos
o una nube de potros quiebra las espadañas.
En el telar nocturno
y en la rueda sonora del alto mediodía
durante muchos años he sentido zumbar
tormentas repentinas sobre mi corazón.
Pero aquéllas, de truenos y desbordantes crines,
hermosas como olas a celajes del estío,
aún resuenan en mí, refulgen todavía
como tenues centellas o cendales de espuma.
CANTAR DEL RIO NEGRO
El Río Negro corre por inmensas praderas
majestuoso; yo he visto en ciertas épocas
su mirada apacible fluir entre las flores
como la de una patriarca, su larga barba oscura
enredarse en las viñas, en el tronco
de los viejos manzanos.
El viento pasa a veces lleno de mariposas
sonando entre sus hebras, soñolienta espuma;
entonces, como un arco,
sus aguas se levantan, resplandecen
coronadas de leves y frágiles espejos
donde el cielo se mira melancólicamente.
¡El viento, el viento!... Manos errabundas del viento
que sobre el río pasan, frenéticas, blandiendo
sonoras alabardas; en las tardes
nadie lo ha visto como yo, sombrío,
derribar las colmenas o abrir súbitamente
parpadeantes ventanas en medio del follaje.
Una vida profunda se reclina en las márgenes
donde pace el ganado: allí los hombres labran
la fragante madera que por la noche humea
llevando hacia las bocas de terrestre alimento,
allí donde las cosas y la esperanza tienen
duradero esplendor.
Pero allá en las heladas y desnudas gargantas,
un grito portentoso desmorona las piedras,
disuelve la osamenta de un tristísimo páramo;
sierpes despavoridas saltan por los helechos,
buscan antiguas grietas
donde mora la herrumbre de apagadas vertientes.
Bajo derruidas nubes
el Río Negro olvida sus rientes amapolas,
sus velas, sus palomas, su frutal cargamento
cuando estalla en un coro de golpeadas campanas,
y es un árbol de llama turbulenta su copa
desbordada hasta el mar.
TORMENTAS DE LA PAMPA
¿Alguien oyó una vez
ese sonido seco y crepitante
con que arde la retama
cuando es avasallada por un soplo de fuego?
Un temblor semejante, un estampido
de brusca resonancia recorre la llanura
cuando una gran tormenta centellea a lo lejos
o una nube de potros quiebra las espadañas.
En el telar nocturno
y en la rueda sonora del alto mediodía
durante muchos años he sentido zumbar
tormentas repentinas sobre mi corazón.
Pero aquéllas, de truenos y desbordantes crines,
hermosas como olas a celajes del estío,
aún resuenan en mí, refulgen todavía
como tenues centellas o cendales de espuma.
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“Como siempre; apenas uno pone los pies en la tierra
se acaba la diversión”.
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- Mensaje n°560
Re: POESÍA SOCIAL II (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)
CÉSAR ROSALES.-
EL CRISTAL Y LA ESENCIA :
I
EL CRISTAL Y LA ESENCIA :
Tallé un cristal con la materia oscura.
Sola y desnuda en su turbión de vida,
lava de caos fue, raíz dormida,
y el amor le dio ritmo y estatura.
Mira esta copa de dolor, pulida,
este diamante de faceta pura
donde yacía oculta la figura
que coloreó mi sangre conmovida.
¿hubieras dicho que esta luz ceñida
por una forma en vuelo de hermosura
brotar podía de la sombra hundida?
Redoma o cáliz, transparente hondura
guarda el aroma de la edad perdida,
un resplandor que todavía dura.
II
EPIFANÍA ( A mi hijo en su primera edad)
Amada, ven, contempla la hermosura.
No es el mar, ni los astros, ni las flores;
es un destello de inocencia, pura
luz que en la luz espeja sus fulgores.
Pétalo de oro, ramo de ternura,
copo de luna sobre los alcores,
rocío virginal, sonriente albura,
música azul de ocultos ruiseñores.
Horacio Eduardo, viva arquitectura
de nuestro amor: elíseos resplandores
nimban tu faz, tu genio, tu figura.
Reverbero en la noche más oscura
por ti la vida es sueño sin terrores,
la flor más flor, la piedra menos dura.
EL CRISTAL Y LA ESENCIA :
I
EL CRISTAL Y LA ESENCIA :
Tallé un cristal con la materia oscura.
Sola y desnuda en su turbión de vida,
lava de caos fue, raíz dormida,
y el amor le dio ritmo y estatura.
Mira esta copa de dolor, pulida,
este diamante de faceta pura
donde yacía oculta la figura
que coloreó mi sangre conmovida.
¿hubieras dicho que esta luz ceñida
por una forma en vuelo de hermosura
brotar podía de la sombra hundida?
Redoma o cáliz, transparente hondura
guarda el aroma de la edad perdida,
un resplandor que todavía dura.
II
EPIFANÍA ( A mi hijo en su primera edad)
Amada, ven, contempla la hermosura.
No es el mar, ni los astros, ni las flores;
es un destello de inocencia, pura
luz que en la luz espeja sus fulgores.
Pétalo de oro, ramo de ternura,
copo de luna sobre los alcores,
rocío virginal, sonriente albura,
música azul de ocultos ruiseñores.
Horacio Eduardo, viva arquitectura
de nuestro amor: elíseos resplandores
nimban tu faz, tu genio, tu figura.
Reverbero en la noche más oscura
por ti la vida es sueño sin terrores,
la flor más flor, la piedra menos dura.
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- Mensaje n°561
Re: POESÍA SOCIAL II (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)
CÉSAR ROSALES
EL CRISTAL Y LA ESENCIA
III
ASOMBRO
Esta costumbre de mirar la tierra
no es costumbre en mis ojos sino asombro:
nace una flor donde otra se destierra
y vuelve a florecer cuando la nombro.
Dulce contienda, deliciosa guerra
es ésta de llevar el mundo al hombro
como un Atlas sonámbulo que yerra
suspenso entre el misterio y el asombro.
Nada fenece aquí, nada concluye
- túmulo, hueso funeral, escombro-,
mientras el fénix vuela y la luz huye...
Porque el reflejo de esa luz que nombro
a su pura niñez me restituye,
y abre otra vez mis ojos al asombro.
IV
FÁBULA
Fue mi niñez un ruedo parpadeante
de luceros, montañas y torrentes;
arco - iris de espuma, deslumbrante
friso o tapiz de mágicos ponientes.
La balsámica miel, el aire errante
abrieron para mí resplandecientes
cavernas de oro y de cristal; fragante
era la luz en sotos y vertientes.
Allá estaban los cielos transparentes,
la flor azul del sueño, los referentes
y aquel rostro inefable, tan distante.
- No me explique más, no me la cuentes.
Todo se nos revela en un instante:
"Sí, tu niñez, ya fábula de fuentes".
EL CRISTAL Y LA ESENCIA
III
ASOMBRO
Esta costumbre de mirar la tierra
no es costumbre en mis ojos sino asombro:
nace una flor donde otra se destierra
y vuelve a florecer cuando la nombro.
Dulce contienda, deliciosa guerra
es ésta de llevar el mundo al hombro
como un Atlas sonámbulo que yerra
suspenso entre el misterio y el asombro.
Nada fenece aquí, nada concluye
- túmulo, hueso funeral, escombro-,
mientras el fénix vuela y la luz huye...
Porque el reflejo de esa luz que nombro
a su pura niñez me restituye,
y abre otra vez mis ojos al asombro.
IV
FÁBULA
Fue mi niñez un ruedo parpadeante
de luceros, montañas y torrentes;
arco - iris de espuma, deslumbrante
friso o tapiz de mágicos ponientes.
La balsámica miel, el aire errante
abrieron para mí resplandecientes
cavernas de oro y de cristal; fragante
era la luz en sotos y vertientes.
Allá estaban los cielos transparentes,
la flor azul del sueño, los referentes
y aquel rostro inefable, tan distante.
- No me explique más, no me la cuentes.
Todo se nos revela en un instante:
"Sí, tu niñez, ya fábula de fuentes".
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- Mensaje n°562
Re: POESÍA SOCIAL II (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)
CÉSAR ROSALES
EL CRISTAL Y LA ESENCIA
V.- PUERTA INTERIOR
Hay una puerta de ébano cerrada
más allá de esa luz que te enceguece,
pero que tiene a veces la azulada
irisación del mar cuando anochece.
No pienses en la sombra de la nada
ni en un temido infierno que no existe
fuera de aquí: su imagen desolada
es obra de ti mismo, tú la hiciste.
Si en el umbral detienes la pisada
y no entreabres la puerta clausurada,
ni el oro encontrarás ni la tiniebla.
Pero si empujas con un dedo apenas
verás el mar de Ulises en tus venas
y el rostro de Perséfona en la niebla.
VI
PUERTA ELISEA
Solía ver allá , cuando llovía,
una gran puerta de ópalo, distante,
que entre rizados cúmulos tendía
sobre el vacío su arco dominante.
verde, rojo, amarillo, azul...- brillante
pedrería de Ofir, oh fantasía-;
miraba los colores y al instante
un irisado surtidor se abría.
Abanico de luz, arpa y hoguera,
lo mismo resonaba o se encendía
sobre mi corazón y en la pradera.
Y susurraba atónito: ¡si fuera
alondra o nube, cómo volaría
hacia esa puerta y su halo de quimera!
EL CRISTAL Y LA ESENCIA
V.- PUERTA INTERIOR
Hay una puerta de ébano cerrada
más allá de esa luz que te enceguece,
pero que tiene a veces la azulada
irisación del mar cuando anochece.
No pienses en la sombra de la nada
ni en un temido infierno que no existe
fuera de aquí: su imagen desolada
es obra de ti mismo, tú la hiciste.
Si en el umbral detienes la pisada
y no entreabres la puerta clausurada,
ni el oro encontrarás ni la tiniebla.
Pero si empujas con un dedo apenas
verás el mar de Ulises en tus venas
y el rostro de Perséfona en la niebla.
VI
PUERTA ELISEA
Solía ver allá , cuando llovía,
una gran puerta de ópalo, distante,
que entre rizados cúmulos tendía
sobre el vacío su arco dominante.
verde, rojo, amarillo, azul...- brillante
pedrería de Ofir, oh fantasía-;
miraba los colores y al instante
un irisado surtidor se abría.
Abanico de luz, arpa y hoguera,
lo mismo resonaba o se encendía
sobre mi corazón y en la pradera.
Y susurraba atónito: ¡si fuera
alondra o nube, cómo volaría
hacia esa puerta y su halo de quimera!
Última edición por Pascual Lopez Sanchez el Lun 07 Nov 2016, 07:22, editado 1 vez
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- Mensaje n°563
Re: POESÍA SOCIAL II (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)
EL CRISTAL Y LA ESENCIA
VII
ANTIGUA MAGIA
Era una luna inmensa que nacía
sobre la sierra azul, como azorada,
una luna que yo desconocía
pero que estaba en mí transfigurada.
Fijos allá los ojos de mi amada
me hacían armoniosa compañía.
"¡Qué luna blanca!", dijo deslumbrada
mirando el disco alado que ascendía.
Pensé en la imagen tutelar de Diana
vigilando la tierra, soberana,
mientras el joven Endimión dormía.
Como sumido en una luz arcana
yacvía el pueblo. Oh lámpara lejana
el durmiente del Latmos sonreía.
VIII
SONATA LUNAR
Sé de una luna que nimbó mi frente
como un ramo de azahar o un paño frío,
una luna de abril, opalescente,
que contemplé una noche junto al río.
Sobre el pasto bordado de rocío
agitaban un tl fosforescente
las luciérnagas; raudo escalofrío,
un pez de plata hendía la corriente.
El otoño soplaba un caramillo
entre los juncos, verde y amarillo,
cuyo son ondulaba largamente.
Plateado pez, silvestre caramillo,
qué profundo era todo, qué sencillo:
luna de abril, espuma de mi frente.
VII
ANTIGUA MAGIA
Era una luna inmensa que nacía
sobre la sierra azul, como azorada,
una luna que yo desconocía
pero que estaba en mí transfigurada.
Fijos allá los ojos de mi amada
me hacían armoniosa compañía.
"¡Qué luna blanca!", dijo deslumbrada
mirando el disco alado que ascendía.
Pensé en la imagen tutelar de Diana
vigilando la tierra, soberana,
mientras el joven Endimión dormía.
Como sumido en una luz arcana
yacvía el pueblo. Oh lámpara lejana
el durmiente del Latmos sonreía.
VIII
SONATA LUNAR
Sé de una luna que nimbó mi frente
como un ramo de azahar o un paño frío,
una luna de abril, opalescente,
que contemplé una noche junto al río.
Sobre el pasto bordado de rocío
agitaban un tl fosforescente
las luciérnagas; raudo escalofrío,
un pez de plata hendía la corriente.
El otoño soplaba un caramillo
entre los juncos, verde y amarillo,
cuyo son ondulaba largamente.
Plateado pez, silvestre caramillo,
qué profundo era todo, qué sencillo:
luna de abril, espuma de mi frente.
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- Mensaje n°564
Re: POESÍA SOCIAL II (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)
He seguido buscando de todas las formas que me dicta mi raciocinio; cambiando el orden de las palabras en los títulos; en diferentes Bibliotecas Virtuales, hispanas e hispanoamericanas ( miguel de Cervantes; Nacional de Argentina...) y no he encontrado el resto de los libros. Continuaré con los sonetos de EL CRISTAL Y LA ESENCIA porque son de una gran bellez ( aunque a diferencia de los poemas que puse al principio - La libertad y El viaje - es más difícil relacionar su contenido con los principios de la poesía social o de la poesía testimonial. Pero su belleza invita a no dejarlos marginados. Desgraciadamente CÉSAR ROSALES es un autor tan poco conocido como para que la BIBLIOTECA VIRTUAL MIGUEL DE CERVANTES no dé ninguna referencia del autor.En todo caso eso habla en contra de dicha Biblioteca Virtual. El Grupo Poético de los 40, en Argentina, fue; existió. Los miembros de ese grupo tomaron, en múltiples ocasiones, como referencia la Poesía de ENRIQUE LUGONES ( del que ya hemos hablado aquí); y César Rosales tiene o tuvo suficiente entidad poética como para mantener una relación epistolar con VICENTE ALEIXANDRE ( hablaremos de ello en su momento). Pero la incapacidad para encontrar esos libros no lo es tanto como para haber encontrado algunos poemas sueltos aparecidos en secciones antológicas. Intentaré llevar cuidado, y entre soneto y soneto del libro que expongo , intercalaré algún poema ( llevando también especial cuidado en que el mismo no haya sido expuesto por Lluvia). Este es el caso de este bello poema:
EL BELLÍSIMO DIOS...( Creemos que pertenece a DESPUÉS DEL OLVIDO, de 1945)
Yo vengo aquí para rememorarle,
para cantar ante vosotros - que no lo conocisteis -
sus gloriosos días. Oh, ellos brotaban
del puro amanecer como la música
de un templo; por los tubos de un órgano infinito
subían desde el fondo tenebroso del tiempo
y forjaban sus arcos en lo sumo
de las naves en donde se sentía flotar
una estela sonora.
Como una campana solitaria él reinaba;
bello Dios! Un demiurgo sensitivo,
semejante a esas brisas que soplan en la boca
fragante de los sotos, animaba
sus manos y mecía vagamente
su corazón, como la tenue llama
de un vegetal.
Allí se le veía dominar a las fieras
con su laúd; allí se le veía
erigir la montaña de inmarcesible aureola
con algún pedernal de estrías apagadas
bajo sus pies; allí
esparcía sus gérmenes divinos,
y la luz se plegaba como un monte sagrado
en torno de su ser.
Ahí sin duda los hombres le creían
extinguido, pero é cuyo fuego es eterno
permanece en las cosas que para él habitaron
su soledad; en ellas y en su temblor antiguo
nos sobrevive, y si algo quede aún
del Edén, si algo queda que no está limitado
ni envilecido, a él le pertenece."
EL BELLÍSIMO DIOS...( Creemos que pertenece a DESPUÉS DEL OLVIDO, de 1945)
Yo vengo aquí para rememorarle,
para cantar ante vosotros - que no lo conocisteis -
sus gloriosos días. Oh, ellos brotaban
del puro amanecer como la música
de un templo; por los tubos de un órgano infinito
subían desde el fondo tenebroso del tiempo
y forjaban sus arcos en lo sumo
de las naves en donde se sentía flotar
una estela sonora.
Como una campana solitaria él reinaba;
bello Dios! Un demiurgo sensitivo,
semejante a esas brisas que soplan en la boca
fragante de los sotos, animaba
sus manos y mecía vagamente
su corazón, como la tenue llama
de un vegetal.
Allí se le veía dominar a las fieras
con su laúd; allí se le veía
erigir la montaña de inmarcesible aureola
con algún pedernal de estrías apagadas
bajo sus pies; allí
esparcía sus gérmenes divinos,
y la luz se plegaba como un monte sagrado
en torno de su ser.
Ahí sin duda los hombres le creían
extinguido, pero é cuyo fuego es eterno
permanece en las cosas que para él habitaron
su soledad; en ellas y en su temblor antiguo
nos sobrevive, y si algo quede aún
del Edén, si algo queda que no está limitado
ni envilecido, a él le pertenece."
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- Mensaje n°565
Re: POESÍA SOCIAL II (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)
Sigamos con los sonetos de
EL CRISTAL Y LA ESENCIA
IX
ÉGLOGA
En la copa de un molle, cuando niño,
oí cantar al cardenal nativo
un himno de oro que a mi frente ciño
como un laurel sonoro y sensitivo.
Lo vi volar con reluciente aliño,
terso el plumaje y el airón altivo,
sobre el letargo del rumiante piño,
de una rama o una ráfaga, festivo.
De él aprendí la pura hechicería
de trocar en destello y melodía
el terrenal asombro de estar vivo.
Y el ímpetu, la ciencia, la alegría
de vivir libre en agria montería
antes que en dulces tálamos cautivo.
X
EL ARO
Rodaba el aro de la infancia mía
por una antigua y áspera vereda,
pero que nueva y suave parecía:
piel de rocío, resonante seda.
Salté un barranco donde sólo había
negras espinas y una vid aceda,
pero yo no sé qué sabor tenía
ese barranco junto a la alameda.
Un día el aro de cristal, un día
la sortija que el aire azul pulía
escapó de mis manos. La vereda
cambió de rostro: vieja, dura, fría
me pareció, y en el barranco había
un aro roto junto a la alameda.
EL CRISTAL Y LA ESENCIA
IX
ÉGLOGA
En la copa de un molle, cuando niño,
oí cantar al cardenal nativo
un himno de oro que a mi frente ciño
como un laurel sonoro y sensitivo.
Lo vi volar con reluciente aliño,
terso el plumaje y el airón altivo,
sobre el letargo del rumiante piño,
de una rama o una ráfaga, festivo.
De él aprendí la pura hechicería
de trocar en destello y melodía
el terrenal asombro de estar vivo.
Y el ímpetu, la ciencia, la alegría
de vivir libre en agria montería
antes que en dulces tálamos cautivo.
X
EL ARO
Rodaba el aro de la infancia mía
por una antigua y áspera vereda,
pero que nueva y suave parecía:
piel de rocío, resonante seda.
Salté un barranco donde sólo había
negras espinas y una vid aceda,
pero yo no sé qué sabor tenía
ese barranco junto a la alameda.
Un día el aro de cristal, un día
la sortija que el aire azul pulía
escapó de mis manos. La vereda
cambió de rostro: vieja, dura, fría
me pareció, y en el barranco había
un aro roto junto a la alameda.
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"LOS DEMÁS TAMBIÉN EXISTIMOS"
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Lluvia Abril- Administrador-Moderador
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Re: POESÍA SOCIAL II (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)
¡Perdón! Ya llegué, y por supuesto para seguir.
EL SUR Y LA ESPERANZA
CÉSAR ROSALES
RESPLANDOR DEL PAISAJE
Una flor,
las panojas que el cierzo desmenuza y esparce
con sonámbulas manos, una piedra
senil en la que antaño parece haber ardido
la semilla de un astro,
el rebaño errabundo de las dunas, un árbol:
todo aparece aquí remotamente hundido
en un lento naufragio, todo como
arrasado, disuelto.
Estas criaturas tan sufridas, estos
azotados fragmentos, son las constelaciones
fluctuantes de la tierra, el movimiento
de un paisaje inmutable, su difuso
y tenue resplandor.
Por eso quien ha visto
arder y consumirse en los crepúsculos
quiméricas estatuas,
quien ha mirado el firmamento asido
a su red infinita,
conmemora las formas, el color esencial,
el soplo de las cosas largamente olvidadas,
cuyo oculto latido se percibe tan sólo
en su propio dintorno, en el espacio
que su sangre sustenta.
UNA FLOR EN LAS DUNAS
El que había sentido rodar allá en el fondo
taciturno del alma, semejante al murmullo
de un río entre las hojas,
la nostalgia de aquellas balsámicas flores
de su valle natal, he aquí que de improviso,
lejos ya del reborde del último aledaño,
te ve resplandecer como un haz de rocío
entre áridas escamas, entre vasos
de animales que el tiempo ha desecado,
animando con tenue albor el yermo,
ese torso yacente que eterniza la imagen
de un oleaje dormido.
La seda de la túnica estival arde aún;
su rumor que desciende por los altos escalones
envuelve y arrebola tu pura desnudez;
oh apasionada, oh bella
y solitaria imagen del corazón
que torna a contemplarte con una desolada
ternura, el pedestal
donde reposa y vive tu esplendor
vacila con el peso de un ser maravilloso
y el temblor de un errante vilano lo conmueve.
El efluvio radioso pasará, oh efímera
estrella de las dunas,
y el pez que se acumula en sepultadas grutas
a la orilla del mar, como una nube
de cauda tenebrosa, cernirá sobre ti
su hálito frío o pude ser también
una rama de cobre que de súbito exhale
vahos de cardenillo; tan al borde de todo
lo azaroso respiras e irradias tus destellos
que la fin no eres sino
una trémula espuma de la arena, no más!
TAL VEZ RUINA ESTELAR
Es un lugar muy árido,
tal vez un remotísimo fragmento
estelar, un paraje
en el que sólo habitan ciertas matas
de corteza roída por los años
y ciertas alimañas de singular especie
que dejan sordas huellas en el polvo
cuya vejez arrastran.
Allí, he vivido antaño, no sé cómo, perdido;
no sé si por azar o convocado
por seculares voces que tejen un designio
secreto, de tal modo que uno puede
habitar en el reino de las cosas
más lejanas y oscuras, entre piedras hendidas
por las centellas que de pronto estallan
como granadas rojas del verano.
Seres que exhalan el efluvio denso
de la tierra, de andar grávido y lento,
de voluntad altiva como un pedestal
de la montaña, fiel e imperturbable
como ese enigma por el cual devienen
austeros y veraces, apacientas ovejas
como nubes caídas entre los pedernales
y recogen frutos de áspero zumo, frutos
de la piel seca, plegados por la sed,
que asedian las hormigas.
Qué desnuda comarca, sin color, sin aroma
de ninguna estación, tan olvidada
para vivir amando duramente
la soledad, el páramo desesperado, amando
con la voz arrasada por el furor del tiempo,
con el semblante lleno de nostalgia
entre la oscuridad, como una flor; qué ruina
de trono celestial sobrevive aún, qué estrella
de fulgor extinguido la que mira
el cielo alto del Sur, por el que sólo
pasa el viento agitando un ramaje desierto.
EL SUR Y LA ESPERANZA
CÉSAR ROSALES
RESPLANDOR DEL PAISAJE
Una flor,
las panojas que el cierzo desmenuza y esparce
con sonámbulas manos, una piedra
senil en la que antaño parece haber ardido
la semilla de un astro,
el rebaño errabundo de las dunas, un árbol:
todo aparece aquí remotamente hundido
en un lento naufragio, todo como
arrasado, disuelto.
Estas criaturas tan sufridas, estos
azotados fragmentos, son las constelaciones
fluctuantes de la tierra, el movimiento
de un paisaje inmutable, su difuso
y tenue resplandor.
Por eso quien ha visto
arder y consumirse en los crepúsculos
quiméricas estatuas,
quien ha mirado el firmamento asido
a su red infinita,
conmemora las formas, el color esencial,
el soplo de las cosas largamente olvidadas,
cuyo oculto latido se percibe tan sólo
en su propio dintorno, en el espacio
que su sangre sustenta.
UNA FLOR EN LAS DUNAS
El que había sentido rodar allá en el fondo
taciturno del alma, semejante al murmullo
de un río entre las hojas,
la nostalgia de aquellas balsámicas flores
de su valle natal, he aquí que de improviso,
lejos ya del reborde del último aledaño,
te ve resplandecer como un haz de rocío
entre áridas escamas, entre vasos
de animales que el tiempo ha desecado,
animando con tenue albor el yermo,
ese torso yacente que eterniza la imagen
de un oleaje dormido.
La seda de la túnica estival arde aún;
su rumor que desciende por los altos escalones
envuelve y arrebola tu pura desnudez;
oh apasionada, oh bella
y solitaria imagen del corazón
que torna a contemplarte con una desolada
ternura, el pedestal
donde reposa y vive tu esplendor
vacila con el peso de un ser maravilloso
y el temblor de un errante vilano lo conmueve.
El efluvio radioso pasará, oh efímera
estrella de las dunas,
y el pez que se acumula en sepultadas grutas
a la orilla del mar, como una nube
de cauda tenebrosa, cernirá sobre ti
su hálito frío o pude ser también
una rama de cobre que de súbito exhale
vahos de cardenillo; tan al borde de todo
lo azaroso respiras e irradias tus destellos
que la fin no eres sino
una trémula espuma de la arena, no más!
TAL VEZ RUINA ESTELAR
Es un lugar muy árido,
tal vez un remotísimo fragmento
estelar, un paraje
en el que sólo habitan ciertas matas
de corteza roída por los años
y ciertas alimañas de singular especie
que dejan sordas huellas en el polvo
cuya vejez arrastran.
Allí, he vivido antaño, no sé cómo, perdido;
no sé si por azar o convocado
por seculares voces que tejen un designio
secreto, de tal modo que uno puede
habitar en el reino de las cosas
más lejanas y oscuras, entre piedras hendidas
por las centellas que de pronto estallan
como granadas rojas del verano.
Seres que exhalan el efluvio denso
de la tierra, de andar grávido y lento,
de voluntad altiva como un pedestal
de la montaña, fiel e imperturbable
como ese enigma por el cual devienen
austeros y veraces, apacientas ovejas
como nubes caídas entre los pedernales
y recogen frutos de áspero zumo, frutos
de la piel seca, plegados por la sed,
que asedian las hormigas.
Qué desnuda comarca, sin color, sin aroma
de ninguna estación, tan olvidada
para vivir amando duramente
la soledad, el páramo desesperado, amando
con la voz arrasada por el furor del tiempo,
con el semblante lleno de nostalgia
entre la oscuridad, como una flor; qué ruina
de trono celestial sobrevive aún, qué estrella
de fulgor extinguido la que mira
el cielo alto del Sur, por el que sólo
pasa el viento agitando un ramaje desierto.
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“Como siempre; apenas uno pone los pies en la tierra
se acaba la diversión”.
se acaba la diversión”.
"Mafalda"
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- Mensaje n°567
Re: POESÍA SOCIAL II (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)
EL CRISTAL Y LA ESENCIA
XI
LA SOLEDAD
Cuando el sol tras los montes se perdía
un temblor irisaba la alameda
y un hálito sutil, una voz queda,
como de ángel o silfo, me decía:
" Quédate, no te vayas, qué sería
do nosotros sin ti, vana humareda.
Un susurro y allá la polvareda
de los astros; después , la noche fría."
Vagaba fascinado, no quería
abandonar la misteriosa umbría
de las hojas y el céfiro de seda.
Y otra voz escuché que respondía:
"¡No me dejes partir, pues que sería
de mí sin tus susurros, alameda!"
XII
LAUREL
Ese laurel, ese laurel quería,
no el de insigne verdor, para mi frente,
un laurel luminoso como el día
y como el día leve y transparente.
En un recodo de la selva mía
(lecho de orquídeas, naranjal, serpiente)
corté una rama de laurel. Decía:
"Esmeralda solar para tu frente".
Esmeralda solar o pedrería,
aunque durara el pétalo de un día
esa guirnalda quiero solamente.
Laurel, laurel eterno -repetía-:
¡qué amargo tu verdor, tu luz que fría,
y el ramo de mi sien qué diferente!
XI
LA SOLEDAD
Cuando el sol tras los montes se perdía
un temblor irisaba la alameda
y un hálito sutil, una voz queda,
como de ángel o silfo, me decía:
" Quédate, no te vayas, qué sería
do nosotros sin ti, vana humareda.
Un susurro y allá la polvareda
de los astros; después , la noche fría."
Vagaba fascinado, no quería
abandonar la misteriosa umbría
de las hojas y el céfiro de seda.
Y otra voz escuché que respondía:
"¡No me dejes partir, pues que sería
de mí sin tus susurros, alameda!"
XII
LAUREL
Ese laurel, ese laurel quería,
no el de insigne verdor, para mi frente,
un laurel luminoso como el día
y como el día leve y transparente.
En un recodo de la selva mía
(lecho de orquídeas, naranjal, serpiente)
corté una rama de laurel. Decía:
"Esmeralda solar para tu frente".
Esmeralda solar o pedrería,
aunque durara el pétalo de un día
esa guirnalda quiero solamente.
Laurel, laurel eterno -repetía-:
¡qué amargo tu verdor, tu luz que fría,
y el ramo de mi sien qué diferente!
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- Mensaje n°568
Re: POESÍA SOCIAL II (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)
Nuevamente me salto - luego continuaré con ellos- los sonetos de EL CRISTAL Y LA ESENCIA para traer el poema LAGARTO, perteneciente a LA PATRIA ELEMENTAL , que encontré de manera casual en una Antología.
LAGARTO
Es la piedra, la escama,
la costra de la piedra,
la piedra ya cansada de ser piedra
que se puso a llorar.
Mira el lagarto,
su vieja cobertura recubierta
de verdín y de herrumbre.
Mira sus tristes ojos desolados
como turbios cristales
en los que a veces tiembla
una espada solar o un irisado
arbolillo de lágrimas.
Son los huecos roídos,
los agujeros tétricos por donde
parpadea la piedra.
Mira ahora sus lúgubres escamas
que el estío enrojece,
su coraza marchita,
sus anillos resecos y gastados
de rodar en el árido esplendor de la piedra
Y sus patas manojos de furias oprimidas,
minerales racimos,
formas petrificadas de un sombrío tormento
o vestigios tal vez de un aciago
cataclismos, vestigios
arrojados antaño del removido fondo
de un círculo de fuego; míralas,
rugosas y seniles, esculpidas
sobre un friso de rocas.
En la piedra cansada de ser piedra
que se puso a llorar, porque la piedra
quiere vivir.
Escucha.
Cont.
LAGARTO
Es la piedra, la escama,
la costra de la piedra,
la piedra ya cansada de ser piedra
que se puso a llorar.
Mira el lagarto,
su vieja cobertura recubierta
de verdín y de herrumbre.
Mira sus tristes ojos desolados
como turbios cristales
en los que a veces tiembla
una espada solar o un irisado
arbolillo de lágrimas.
Son los huecos roídos,
los agujeros tétricos por donde
parpadea la piedra.
Mira ahora sus lúgubres escamas
que el estío enrojece,
su coraza marchita,
sus anillos resecos y gastados
de rodar en el árido esplendor de la piedra
Y sus patas manojos de furias oprimidas,
minerales racimos,
formas petrificadas de un sombrío tormento
o vestigios tal vez de un aciago
cataclismos, vestigios
arrojados antaño del removido fondo
de un círculo de fuego; míralas,
rugosas y seniles, esculpidas
sobre un friso de rocas.
En la piedra cansada de ser piedra
que se puso a llorar, porque la piedra
quiere vivir.
Escucha.
Cont.
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- Mensaje n°569
Re: POESÍA SOCIAL II (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)
Viene del anterior :
LA PATRIA ELEMENTAL
LAGARTO ( cont.)
...
En el mundo rupestre donde mora el lagarto
la piedra estaba sola,
atónita y desierta,
como un talud en medio del páramo o acaso
como un ara sin lumbre todavía,
anterior a esos dólmenes que los antepasados
veneraron.
En vano
durante siglos inerte, replegada
en su tiniebla pura
como una larva eterna desprendida
de la noche geológica
esperando el sonido, la forma, el movimiento,
un latido esencial.
En vano - ay - ha esperado
a aquellos que erigieron las grandes catedrales
sobre cuyas columnas la eternidad reposa
y a los que con un mágico instrumento
animaron los torsos de bellas esculturas
y a quienes, más humildes,
construyeron moradas alegres para el hombre.
Por eso, porque todo
quiere vivir, la piedra que vacía
como un astro caído, como lápida rota,
comenzó a levantarse vagamente,
y después de violentos y oscuros avatares
quedó un día tallada para siempre
en un pétreo animal.
Oh, no lo adornes
con estentóreas alas
ni le ofrendas los secos
manjares de tu olvido
como una momia envuelta en mortajas lunares..
Es la entraña, la escama , la espuma de la piedra,
su temblor, su deseo,
el sueño ensimismado de la piedra que llora,
su flor de áspera nata segregada
del antiguo sopor.
Por él anda la piedra, sonámbula, puliendo
sus nocturnas aristas
a través de las grietas, y el musgo de los troncos,
y por sus tristes ejes orlados de inocencia
mira un remoto abismo de terror y misterio,
lo extinguido, lo yerto,
aquello que no pudo resonar en la piedra." ( CÉSAR ROSALES. LA PATRIA ELEMENTAL, 1953).
LA PATRIA ELEMENTAL
LAGARTO ( cont.)
...
En el mundo rupestre donde mora el lagarto
la piedra estaba sola,
atónita y desierta,
como un talud en medio del páramo o acaso
como un ara sin lumbre todavía,
anterior a esos dólmenes que los antepasados
veneraron.
En vano
durante siglos inerte, replegada
en su tiniebla pura
como una larva eterna desprendida
de la noche geológica
esperando el sonido, la forma, el movimiento,
un latido esencial.
En vano - ay - ha esperado
a aquellos que erigieron las grandes catedrales
sobre cuyas columnas la eternidad reposa
y a los que con un mágico instrumento
animaron los torsos de bellas esculturas
y a quienes, más humildes,
construyeron moradas alegres para el hombre.
Por eso, porque todo
quiere vivir, la piedra que vacía
como un astro caído, como lápida rota,
comenzó a levantarse vagamente,
y después de violentos y oscuros avatares
quedó un día tallada para siempre
en un pétreo animal.
Oh, no lo adornes
con estentóreas alas
ni le ofrendas los secos
manjares de tu olvido
como una momia envuelta en mortajas lunares..
Es la entraña, la escama , la espuma de la piedra,
su temblor, su deseo,
el sueño ensimismado de la piedra que llora,
su flor de áspera nata segregada
del antiguo sopor.
Por él anda la piedra, sonámbula, puliendo
sus nocturnas aristas
a través de las grietas, y el musgo de los troncos,
y por sus tristes ejes orlados de inocencia
mira un remoto abismo de terror y misterio,
lo extinguido, lo yerto,
aquello que no pudo resonar en la piedra." ( CÉSAR ROSALES. LA PATRIA ELEMENTAL, 1953).
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- Mensaje n°570
Re: POESÍA SOCIAL II (En la primera página de Poesía Social I hay un índice de autores)
EL SUR Y LA ESPERANZA
CÉSAR ROSALES
NOCHE DEL LABRADOR
Cuando al anochecer los girasoles
inclinan sus absortas pupilas hacia el agua
rojiza del poniente y en los surcos la nieve
que mueven las gaviotas vesperales construye
levísimas coronas, como una nave henchida
de reposo la casas del labrador llamea
con su luz antigua, más alta que la que arde
entre mohosos ídolos, más durable, más vasta
que el resplandor que nimba los rostros hacinados
en torno de la hoguera donde las vestiduras
de los aparecidos ondean en lejanos
vapores y leyenda.
En la noche estival el fruto de la espiga
esplende como el cáliz de una flor opulenta,
lleno aún de rocío, mezclado con el cálido
aroma que la sangre de la viña difunde
alrededor y entonces .tú lo sabes,
oscuro sembrador, espejo fidelísimo
de la tierra. es un hondo sagrario esa morada,
un ara, un tabernáculo: allí palpita el ala
de una llama serena, allí el amor despliega
los caudalosos labios y sonriendo
silabea sus diáfanas palabras
que desbordan en ramos azules sobre el lino,
mientras afuera el cielo como un árbol
resplandece colmado de esos frutos eternos
que el hálito del tiempo no corroe
porque son, más que frutos, la grávida simiente
donde el futuro brilla.
ESPERANZA
Si como una marea de rizados cabellos
el viento de la tarde peina sobre los campos,
más suntuosos que el manto de un rey, las agitadas,
murmurantes espigas, sobreviene de pronto
una remota calma crepuscular y entonces
la dorada extensión vegetal se recoge
expectante y altiva, y cuando ha recobrado
su nivel y equilibrio
acontece y esplende la inefable, lo inmenso.
Oh, con qué ritmo
imponderable su vivaz aliento
se difunde y en vastas ondas crece
como un gran resplandor por el espacio
que se abre como un árbol eterno cuya copa,
rebosante de frutos vesperales, derrama
un luminoso bálsamo en el hondo
cáliz del corazón, en el antiguo
hontanar de la sangre.
Es en ese momento de brillante misterio,
de esplendor sin mancilla,
cuando el tranquilo albergue del labrador despliega
el oro de su lámpara
y como un trono casi resplandece en la sombra;
entretanto nostálgicas mujeres,
quietas y dulcemente reclinadas
junto al fuego, con sus respiraciones
llenan el aire de los aposentos,
y mientras sienten circular por dentro
algo pausado y grave como un fruto del tiempo,
con fervor serenísimo y anhelante sonrisa
vigilan el futuro secreto que levantan
hacia la plenitud, en esa hora profunda,
siempre, ah, rodeadas de undoso vaho
de la tierra, entre vivas y húmedas madreselvas.
CÉSAR ROSALES
NOCHE DEL LABRADOR
Cuando al anochecer los girasoles
inclinan sus absortas pupilas hacia el agua
rojiza del poniente y en los surcos la nieve
que mueven las gaviotas vesperales construye
levísimas coronas, como una nave henchida
de reposo la casas del labrador llamea
con su luz antigua, más alta que la que arde
entre mohosos ídolos, más durable, más vasta
que el resplandor que nimba los rostros hacinados
en torno de la hoguera donde las vestiduras
de los aparecidos ondean en lejanos
vapores y leyenda.
En la noche estival el fruto de la espiga
esplende como el cáliz de una flor opulenta,
lleno aún de rocío, mezclado con el cálido
aroma que la sangre de la viña difunde
alrededor y entonces .tú lo sabes,
oscuro sembrador, espejo fidelísimo
de la tierra. es un hondo sagrario esa morada,
un ara, un tabernáculo: allí palpita el ala
de una llama serena, allí el amor despliega
los caudalosos labios y sonriendo
silabea sus diáfanas palabras
que desbordan en ramos azules sobre el lino,
mientras afuera el cielo como un árbol
resplandece colmado de esos frutos eternos
que el hálito del tiempo no corroe
porque son, más que frutos, la grávida simiente
donde el futuro brilla.
ESPERANZA
Si como una marea de rizados cabellos
el viento de la tarde peina sobre los campos,
más suntuosos que el manto de un rey, las agitadas,
murmurantes espigas, sobreviene de pronto
una remota calma crepuscular y entonces
la dorada extensión vegetal se recoge
expectante y altiva, y cuando ha recobrado
su nivel y equilibrio
acontece y esplende la inefable, lo inmenso.
Oh, con qué ritmo
imponderable su vivaz aliento
se difunde y en vastas ondas crece
como un gran resplandor por el espacio
que se abre como un árbol eterno cuya copa,
rebosante de frutos vesperales, derrama
un luminoso bálsamo en el hondo
cáliz del corazón, en el antiguo
hontanar de la sangre.
Es en ese momento de brillante misterio,
de esplendor sin mancilla,
cuando el tranquilo albergue del labrador despliega
el oro de su lámpara
y como un trono casi resplandece en la sombra;
entretanto nostálgicas mujeres,
quietas y dulcemente reclinadas
junto al fuego, con sus respiraciones
llenan el aire de los aposentos,
y mientras sienten circular por dentro
algo pausado y grave como un fruto del tiempo,
con fervor serenísimo y anhelante sonrisa
vigilan el futuro secreto que levantan
hacia la plenitud, en esa hora profunda,
siempre, ah, rodeadas de undoso vaho
de la tierra, entre vivas y húmedas madreselvas.
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