LA ILUSTRACIÓN EN ESPAÑA (FTE.- WIKIPEDIA)
9.- La plena Ilustración (1750-1810)
A) Los focos de la plena Ilustración
Antonio Domínguez Ortiz destacó que la Ilustración en España "se abrió paso con dificultad y sólo llegó a constituir islotes poco extensos y nada radicales" pero que estos "islotes no surgieron al azar". "El caldo de cultivo de las ideas ilustradas se encontraba en ciudades y comarcas dotadas de una infraestructura material y espiritual: imprenta, bibliotecas, centros de enseñanza superior, sector terciario desarrollado, burguesía culta, comunicación con el exterior; condiciones difíciles de hallar en el interior, salvo en contadas ciudades: Madrid, Salamanca, Zaragoza... Más bien se hallaban en el litoral, en puertos comerciales".58
Gaspar Melchor de Jovellanos, retratado por Francisco de Goya.
En la costa cantábrica surgieron dos tempranos focos de la Ilustración. El primero fue el asturiano, gracias a la senda abierta por el benedictino Benito Feijoo que desarrolló la mayor parte de su actividad intelectual en el monasterio de San Vicente de Oviedo. En la segunda mitad del siglo sus dos figuras más sobresalientes fueron Pedro Rodríguez de Campomanes, quien ocupó cargos importantes durante el reinado de Carlos III por lo que "el gobernante eclipsó al intelectual" y Gaspar Melchor de Jovellanos, quien desarrolló su máxima actividad durante el reinado de Carlos IV. Este último, entró en contacto con los postulados ilustrados durante su estancia en Sevilla donde había obtenido la plaza de oidor en la Audiencia, al participar en la tertulia que reunía en el Alcázar el intendente Pablo de Olavide. En 1778 fue nombrado Alcalde de Casa y Corte en Madrid, y su estancia en la "villa y corte" fueron los de su máxima actividad intelectual. Fue nombrado Secretario de Gracia y Justicia en 1798, pero poco después fue detenido y pasó ocho años de prisión en el castillo de Bellver en Mallorca.59
El otro foco ilustrado de la costa cantábrica fue Guipúzcoa. Allí nació la primera Sociedad Económica de Amigos del País, que serviría de modelo a todas las demás, a iniciativa de los "Caballeritos de Azcoitia", nombre que se dio al grupo encabezado por Javier María de Munibe, conde de Peñaflorida, Joaquín Eguía, III marqués de Narros, y Manuel Ignacio de Altuna, este último admirador de Rousseau, de quien fue amigo. La Sociedad Vascongada de Amigos del País aprobada en 1765, tras la expulsión de los jesuitas de España de 1767, consiguió la cesión del colegio de Vergara, en el que fundaron el Real Seminario de Nobles. Algunos de sus miembros o personas de su entorno, como el fabulista Samaniego o el marqués de Narros fueron procesados por la Inquisición. El marqués, a pesar de ser familiar del Santo Oficio, fue condenado por difundir proposiciones "heréticas" sacadas de Voltaire, Rousseau y otros enciclopedistas, aunque gracias a la intervención del conde de Floridablanca el castigo se limitó a una abjuración de levi y unas penitencias secretas.59
Gregorio Mayans
En la costa mediterránea el foco ilustrado más importante fue Valencia, debido a que ya había sido uno de los centros principales de la actividad de los novatores y a que allí siguió trabajando Gregorio Mayans, tras su marcha de Madrid en 1740, y cuya intensa y larga actividad intelectual continuó hasta bien entrada la segunda mitad del siglo. Entre la amplia nómina de los ilustrados valencianos se pueden destacar el matemático y astrónomo Jorge Juan y el botánico Antonio José Cavanilles. El primero, tras la publicación junto con Antonio de Ulloa en 1748 de las Observaciones astronómicas y físicas hechas en los reinos del Perú, obra que tuvo muchos problemas con la Inquisición, se hizo cargo del observatorio astronómico de Cádiz, donde reunió una tertulia científica, y llevó a cabo misiones por encargo del gobierno en diversos países, como en Inglaterra donde fue el encargado de reclutar técnicos de construcción naval.60 Años después, Jorge Juan explicó con toda claridad su pensamiento en Estado actual de la Astronomía en Europa (1774), con una defensa clara y rotunda de la teoría astronómica de Newton.56
Antonio José Cavanilles estuvo en París doce años (1777-1789) acompañando al Duque del Infantado nombrado embajador de la Monarquía de España ante Luis XVI, donde mantuvo contacto con los medios intelectuales más avanzados. A su regreso fue nombrado director del Jardín Botánico de Madrid, pero su obra magna fue mucho allá de la botánica, ya que en ella analizó fenómenos demográficos, antropológicos, sociales y económicos. Se trata de las Observaciones sobre la historia natural, geografía, población y frutos del Reino de Valencia.61
El segundo gran foco ilustrado de la costa mediterránea fue Barcelona. Allí además de la Academia de Buenas Letras, reconocida por Fernando VI en 1754, tuvo un papel destacado en la difusión de las nuevas ideas la Junta de Comercio de Barcelona que desplegó una actividad similar a la que en otros lugares llevaban a cabo las Sociedades de Amigos del País, y que prestó especial atención a la Escuela Naval, además de crear la primera escuela de taquigrafía de España. Por otro lado, la Universidad de Cervera, a pesar de haber sido fundada como castigo a los catalanes por su rebelión en la Guerra de Sucesión Española ya que supuso el cierre de las universidades catalanas existentes en 1714, fue también cuna de ilustrados, entre los que destacó el jurista Josep Finestres, gran amigo del valenciano Mayans. El final de siglo está dominado por la figura de Antonio de Capmany, autor de la que podría considerarse la primera historia económica de España, titulada Memorias históricas sobre la Marina, Comercio y Artes de Barcelona. Su actividad continuó en el siglo siguiente y participó en las Cortes de Cádiz.62
Pablo de Olavide hacia 1800
Francisco Alvarado, publicista antiilustrado conocido como el Filósofo rancio
En la fachada atlántica destacaron Sevilla y Galicia. En la primera el grupo ilustrado más destacado se formó en torno a la tertulia del Alcázar organizada por el intendente Pablo de Olavide, nacido en el Virreinato de Perú, y que, según Domínguez Ortiz, "fue durante algún tiempo el núcleo ilustrado más importante de España". A ella asistieron Cándido Trigueros, Antonio de Ulloa y un joven Jovellanos recién nombrado oidor de la Audiencia. Disuelta la tertulia, su herencia fue continuada por los ilustrados de las dos últimas décadas del siglo como Marchena, Lista, Reinoso, Mármol o Blanco White, cuya actividad se adentra en el siglo XIX. A pesar de que en Sevilla y en Andalucía en general hubo fuertes resistencias al movimiento ilustrado, como la del Padre Ceballos, autor de La falsa Filosofía, crimen de Estado; el Padre Alvarado que escribió con el seudónimo de El filósofo rancio; o fray Diego de Cádiz, famoso por sus sermones antiilustrados.63
En Galicia los centros ilustrados fueron Santiago de Compostela y los puertos marítimos, y sus propuestas fueron muy moderadas, como el Discurso crítico sobre las leyes y sus intérpretes (1756-1770) de Juan Francisco de Castro Fernández, Estorbos y remedios de la riqueza de Galicia (1775) de Francisco Somoza de Monsoriu o la Descripción económica del reino de Galicia (1804) de Lucas Labrada. No fue el caso de Vicente del Seixo que tuvo problemas con la Inquisición por su Origen de la tolerancia (1788) y con la autoridad civil por Ensayos para una instrucción de la juventud española (1797) que acabó prohibiendo su difusión.64
Fray Manuel Bayeu, Alegoría de las Bellas Artes exaltando a la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, h. 1785.
En la España interior los únicos focos ilustrados de cierta relevancia fueron Zaragoza, Salamanca y, sobre todo, Madrid. En la capital aragonesa el movimiento ilustrado se articuló en torno a la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País que fue una de las más activas de España. En ella se fundó la primera cátedra de "Economía civil" —lo que después se conocería como "Economía política"— que estuvo a cargo de Lorenzo Normante, muy influido por el napolitano Antonio Genovesi. Su crítica a la propiedad amortizada, su defensa del lujo como estímulo al crecimiento económico y la afirmación de que el celibato eclesiástico era perjudicial para el Estado, le valió muchas críticas por parte de los miembros de la universidad de Zaragoza y desde los púlpitos, campaña que culminó con la llegada la capital aragonesa del capuchino fray Diego de Cádiz, que lo denunció a la Inquisición, aunque ésta decidió no intervenir, y además Normante encontró apoyo en la corte que nombró una comisión de teólogos y juristas que emitieron un dictamen favorable y pudo seguir enseñando. "Cuando marchó a Madrid su sucesor divulgó las teorías de Adam Smith, novedad absoluta en España".65
Juan Meléndez Valdés, retratado por Goya en 1797.
El núcleo ilustrado de Salamanca se reducía a la Universidad, cuyo claustro estaba muy dividido entre el sector tradicionalista y el defensor de la introducción de las nuevas ideas. Juan Justo García, introductor de la matemática moderna en España, tuvo que pelear para que se abandonara el aristotelismo y se introdujeran las nuevas teorías científicas. Asimismo en los estudios de derecho romano se introdujo el regalismo de raíz jansenista. Gracias a estos y otros cambios la universidad de Salamanca dejó de ser baluarte del tradicionalismo, y de sus aulas salieron en las últimas décadas del siglo: José Cadalso; el poeta Meléndez Valdés; el jurista Ramón de Salas; o Diego Muñoz Torrero, destacado diputado en las Cortes de Cádiz.66
José Cadalso.
Madrid, al ser la sede de la corte, "atrajo gobernantes, pensadores y artistas de todas las regiones, y aun de países extranjeros; de Asturias llegaron Campomanes y Jovellanos; de Valencia, Cavanilles, don Antonio Ponz [autor de Viaje por España (1772-1792)] y Francisco Pérez Bayer [discípulo de Mayans]; de Andalucía, entre otros, el gaditano Cadalso, autor de las 'Cartas Marruecas'... De la propia Meseta también llegaron a Madrid algunos ingenios, como León de Arroyal, verdadero autor de las Cartas político-económicas que antes se atribuían al conde de Campomanes, autor también de la sátira Pan y toros y de un interesante proyecto de Constitución que lo sitúa en el paso a la generación siguiente, preliberal... Con estos varios aportes, Madrid fue indudablemente el centro de la Ilustración gracias a un conjunto de factores que no se encontraban en ninguna otra ciudad: instituciones docentes de espíritu moderno, ambiente cosmopolita, prensa abundante, mecenazgo de aristócratas ilustrados, una Sociedad Económica cuya actividad sobrepujó mucho a las de provincias y una presencia gubernamental que era, según los casos, impulso, freno o tutela".67
B) Las Sociedades Económicas de Amigos del País
Artículo principal: Sociedades Económicas de Amigos del País
Emblema de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País con el lema «Irurac bat» («Las tres, una»).
La primera Sociedad Económica de Amigos del País fue una iniciativa de los nobles ilustrados guipuzcoanos conocidos como los "Caballeritos de Azcoitia" —encabezados por Javier María de Munibe, conde de Peñaflorida— que en 1748 formaron una tertulia llamada "Junta Académica", cuyas actividades "incluía las matemáticas, la física, la historia, la literatura, la geografía, sesiones de teatro y conciertos de música". Tomaron como modelo las sociedades económicas que estaban proliferando en toda Europa debido al interés creciente por los temas económicos y en especial por el progreso de la agricultura, y que tenían un carácter más utilitario que las academias literarias y científicas. En 1763 las Juntas Generales de Guipúzcoa aprobaron el proyecto de creación de una Sociedad Económica de la Provincia de Guipúzcoa, cuyos miembros serían reclutados entre las personas más conocidas del país por su sabiduría en la agricultura, las ciencias y artes útiles a la economía y en el comercio, dando entrada así en el seno de la sociedad a gente plebeya y enriquecida por el comercio que tenían los mismos derechos que los socios procedentes de la nobleza o el clero. La iniciativa de los "caballeritos de Azcoitia" fue secundada por políticos e ilustrados del Señorío de Vizcaya y de la "provincia" de Álava, quienes se reunieron con los guipuzcoanos en Azcoitia en diciembre de 1764 para aprobar los estatutos de una nueva sociedad llamada Sociedad Bascongada de Amigos del País, que recibiría la aprobación del Consejo de Castilla en 1772. Unos de sus objetivos era estrechar más la unión de las tres provincias vascongadas —contaba con tres secciones, una por cada territorio— y más tarde promovió la formación de las dos sociedades de amigos del país del Reino de Navarra establecidas en Pamplona y Tudela.68
El palacio de Insausti de Azkoitia fue la sede principal de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País.
Los fines de la Sociedad Económica Bascongada de Amigos del País eran aplicar los nuevos conocimientos científicos a las actividades económicas, por ejemplo en las ferrerías, y enseñar aquellas materias que no se explicaban en las universidades, como la física experimental o la mineralogía —que sería el germen de la Real Escuela de Metalurgia—. También establecieron cátedras de historia y de francés. Cuando fueron expulsados los jesuitas en 1767, los "caballeritos de Azcoitia" consiguieron la cesión del colegio de Vergara, en el que fundaron el Real Seminario de Nobles. La Sociedad logró formar una importante biblioteca y consiguió el permiso para suscribirse a la Enciclopedia, aunque con la condición de que sólo pudiera ser consultada por los socios de la entidad que tuvieran licencia de la Inquisición para leer libros prohibidos —condición que al parecer no se cumplió—.59 Las secciones "provinciales" de la Bascongada se dividieron en cuatro comisiones: "Agricultura y Economía rústica", "Ciencias y artes útiles", "Industria y Comerico" e "Historia, Política y Buenas Letras". Por otro lado, no redujo su ámbito de actuación a las tres "provincias" vascas y al reino de Navarra, sino que se extendió a Cádiz, Sevilla y Madrid, y también a México, Buenos Aires, Lima o La Habana en América.69
Pedro Rodríguez de Campomanes (1777)
Por iniciativa del fiscal del Consejo de Castilla, Pedro Rodríguez de Campomanes, el ejemplo de la Bascongada se extendió a toda la Monarquía. El proyecto lo expuso en el Discurso sobre el fomento de la industria popular (1774) y en el Discurso sobre la educación popular y su fomento (1775), "dos obras impresas sin el nombre del autor por su carácter oficial a instancias del Consejo de Castilla y con el permiso del rey" Carlos III. Según el historiador Pedro Ruiz Torres, el proyecto de Campomanes presentaba cinco notables diferencias respecto de la institución vasca. La primera, era que la iniciativa partía del gobierno, con lo que la existencia de un grupo de ilustrados no era una condición previa para su fundación. En segundo lugar, sus estatutos debían ajustarse al modelo de la Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, fundada en 1775, y que habían sido supervisados por el propio Campomanes, con lo que su función fundamental sería apoyar las reformas emprendidas por los ministros del rey. En tercer lugar, aumentaba considerablemente la tutela pública sobre las mismas. En cuarto lugar, el acceso a las sociedades quedaba restringido a la nobleza más ilustrada, caballeros, eclesiásticos y gentes ricas, y miembros de la administración y autoridades locales, con lo que su base social era mucho más reducida que la de la Bascongada. En quinto lugar, su ámbito de actividades se restringía a la teoría y la práctica de la economía política en todas las provincias de España, por lo que se prescindía de la "Historia, Política y Buenas Letras" y pasaban a un segundo plano las matemáticas, la física y la medicina. Así pues, las más de sesenta Sociedades de Amigos del País que se constituyeron por toda España entre 1775 y el final del reinado de Carlos III, en 1788, "no siguieron el mismo camino que la Bascongada".70
En cuanto a la aportación que hicieron las Sociedades de Amigos del País al progreso de las ideas ilustradas, Pedro Ruiz Torres, afirma que "tuvieron muchas limitaciones y no fueron lejos a la hora de hacer lo que Jovellanos ensalzaba [en su Elogio de Carlos III de 1788 dijo que en la nueva institución , desnudos de las aficiones del interés personal, y tocados del deseo del bien común, todos se reúnen, se reconocen ciudadanos, se confiesan miembros de la asociación general antes que de su clase, y se preparan a trabajar por la utilidad de sus hermanos], Manuel Aguirre concebía como el sustituto de una carencia [la falta de leyes constitucionales que llevaran a los vasallos a un estado de hombres con libertad con capacidad de manifestar a los tribunales y a sus conciudadanos, por escrito, los males y violencias que sufrían y agenciar su felicidad, y sin un supremo Consejo de Estado que represente la voz del pueblo todo y su voluntad general] y Fernando de Cevallos criticaba con evidente exageración [denunció que en las sociedades se hablaba con peligrosos aires republicanos y que algunas hubieran conseguido la licencia de leer libros prohibidos con el consiguiente peligro de introducir ideas subversivas]. Sin embargo, no cabe duda de que se convirtieron en uno de los productos más representativos del idealismo de una minoría de ilustrados. Su concepción de la sociedad todavía unía la felicidad pública a la desigualdad jurídica y a la monarquía absoluta, por mucho que reivindicara el talento, las ciencias y la utilísima ciencia de la economía, pero no por ello dejó de provocar la reacción adversa de los sectores sociales más tradicionales".71
C) La ciencia
"La monarquía de Carlos III se preocupó por las ciencias e intensificó el impulso que se había dado en España durante el reinado de Fernando VI. En diversas instituciones académicas españolas trabajaron destacadas personalidades científicas... [y] en distintos organismos oficiales se introdujeron cátedras de química, y la mineralogía y la metalurgia se convirtieron en objeto de especial protección para el gobierno. Las necesidades del ejército y de la marina continuaron estimulando la introducción en España de los nuevos conocimientos de medicina, matemáticas, física experimental, geografía, cartografía y astronomía, imprescindibles para un mejor conocimiento y protección del imperio".72
Real Instituto y Observatorio de la Armada en San Fernando (Cádiz), promovido por Jorge Juan.
Jorge Juan promovió el Real Instituto y Observatorio de la Armada, inaugurado a finales de siglo, y siguió desarrollando sus estudios astronómicos, matemáticos y físicos, que culminaron con la publicación en 1771 de Examen Marítimo, que a juicio de muchos historiadores es la "única obra española de mecánica racional que es original". Tuvo una segunda edición con adiciones de Gabriel Ciscar, que le merecieron fama universal, y fue traducida al francés, al inglés y al italiano.73 Ciscar continuó la labor científica y docente de Jorge Juan y de Antonio Ulloa en la Escuela de Guardiamarinas para la que redactó una serie de manuales de amplia difusión como el Tratado de Aritmética (1795), el Tratado de Comografía (1796) o el Tratado de Trigonometría Esférica (1796). Todos estos méritos le valieron ser nombrado representante español en la comisión que iba a establecer en París el nuevo sistema de pesos y medidas de alcance universal que sería conocido como sistema métrico decimal. Su trabajo Memoria Elemental sobre los Nuevos Pesos y Medidas Decimales de 1800 fue alabado por la Academia de Ciencias de París.74
En el campo de las matemáticas también destacó, aunque con aportaciones menos originales que las de Jorge Juan o las de Ciscar, el jesuita Tomàs Cerdà, que publicó Lecciones de Matemáticas (1760) y Lección de Artillería (1764) y fue profesor del Real Colegio de Artillería de Segovia.75
Antonio José de Cavanilles.
En el campo de la botánica el sistema de Linneo fue aceptado por la mayoría de los científicos —y por los jardines botánicos creados entonces: Barcelona, Sevilla, Valencia, Zaragoza, etc—, gracias a la venida a España en 1751 de Pehr Löfling para estudiar la flora española y al apoyo del director del Jardín Botánico de Madrid, el valenciano Antonio José Cavanilles, autor de numerosos trabajos sobre botánica y creador y director de la revista Anales de Historia Natural. Además Cavanilles, cuyo método científico fue alabado en toda Europa, mantuvo contacto con el naturalista francés Georges Louis Leclerc, conde de Buffon, cuyos trabajos difundió en España el Real Gabinete de Historia Natural, que impulsó la traducción de su Historia Natural, General y Particular por José Clavijo y Fajardo, editor de El Pensador, "quien con el fin de evitar dificultades con el Santo Oficio, incluyó la retractación a que se había visto obligado el mismo Buffon".76
Busto de Francisco Javier Balmis en la Facultad de Medicina de la UMH en San Juan de Alicante.
A diferencia de las dificultades que encontró la física newtoniana, los planteamientos de Lavoisier fueron rápidamente aceptados, y así surgieron varios laboratorios de química fundados por la Secretaría de Indias (1786), de Hacienda (1787) y por la Secretaría de Estado (1788), además de los de Azpeitia, Barcelona, Cádiz, Segovia o Valencia creados por las Sociedades Económicas de Amigos de País u otras entidades. Algo parecido ocurrió con la geología del alemán Abraham Gottlob Werner.77
Durante este período se realizaron varias expediciones científicas que tuvieron gran resonancia en toda Europa, especialmente dos. La primera estuvo dirigida por Félix de Azara, hermano del diplomático y humanista aragonés José Nicolás de Azara, y se dirigió al Río de la Plata y al Paraguay, y cuyas conclusiones publicó en una obra que en 1801 fue traducida al francés, y que clarificaba los estudios de Buffon. Se trataba de los Apuntamientos para la Historia Natural de los Quadrúpedos del Paraguay y Río de la Plata que fue seguida de los Apuntamientos para la Historia Natural de los Páxaros del Paraguay y Río de la Plata (1802-1805).78
La segunda expedición tuvo una repercusión de alcance mundial porque el objetivo de la misma fue propagar la vacuna contra la viruela, descubierta por el británico Edward Jenner, a América y Asia. Estuvo encabezada por el cirujano militar Francisco Javier Balmis, que ya era muy conocido por haber descubierto durante su estancia en las Antillas unas raíces indias como remedio para las enfermedades venéreas y cuyo hallazgo había publicado en 1794. La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna tuvo lugar entre 1803 y 1806 y "alcanzó merecida fama, hasta el extremo de ser cantado [el viaje] por el poeta Manuel José Quintana y ser celebrado por los científicos extranjeros como uno de los hitos básicos en los inicios de la moderna medicina preventiva".7
Hoy a las 18:52 por Maria Lua
» Yalal ad-Din Muhammad Rumi (1207-1273)
Hoy a las 18:51 por Maria Lua
» EDUARDO GALEANO (1940-2015)
Hoy a las 18:45 por Maria Lua
» DOSTOYEVSKI
Hoy a las 18:42 por Maria Lua
» JULIO VERNE (1828-1905)
Hoy a las 18:37 por Maria Lua
» FERNANDO PESSOA II (13/ 06/1888- 30/11/1935) )
Hoy a las 18:04 por Maria Lua
» Poetas murcianos
Hoy a las 16:33 por Pascual Lopez Sanchez
» NO A LA GUERRA 3
Hoy a las 15:38 por Pascual Lopez Sanchez
» Antonio Martínez Sarrión (1939-2021)
Hoy a las 15:38 por Pedro Casas Serra
» Claudio Rodríguez (1934-1999)
Hoy a las 15:31 por Pedro Casas Serra