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    Mensaje por Lluvia Abril Jue 31 Mayo 2018, 00:08


    MÉXICO

    Enrique González Martínez





    ¿TE ACUERDAS DE LA TARDE ?

    ¿Te acuerdas de la tarde en que vieron mis ojos
    de la vida profunda el alma de cristal?
    Yo amaba solamente los crepúsculos rojos,
    las nubes y los campos, la ribera y el mar.

    Mis ojos eran hechos para formas sensibles;
    me embriagaba la línea, adoraba el color;
    apartaba mi espíritu de sueños imposibles,
    desdeñaba las sombras enemigas del sol.

    Del jardín me atraían el jazmín y la rosa
    (la sangre de la rosa, la nieve del jazmín)
    sin saber que a mi lado pasaba temblorosa,
    hablándome en secreto, el alma del jardín.

    Halagaban mi oído las voces de las aves,
    la balada del viento, el canto del pastor,
    y yo formaba coro con las notas suaves,
    y enmudecían ellas y enmudecía yo.

    Jamás seguir lograba el fugitivo rastro
    de lo que ya no existe, de lo que ya se fue.
    Al fenecer la nota, al apagarse el astro,
    ¡oh sombras, oh silencio, dormitabais también!

    ¿Te acuerdas de la tarde en que vieron mis ojos
    de la vida profunda el alma de cristal?
    Yo amaba solamente los crepúsculos rojos,
    las nubes y los campos, la ribera y el mar.




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    Mensaje por Lluvia Abril Jue 31 Mayo 2018, 00:09

    MÉXICO

    Enrique González Martínez



    BUSCA EN TODAS LAS COSAS

    Busca en todas las cosas un alma y un sentido
    oculto; no te ciñas a la apariencia vana;
    husmea, sigue el rastro de la verdad arcana,
    escudriñante el ojo y aguzado el oído.

    No seas como el necio, que al mirar la virgínea
    imperfección del mármol que la arcilla aprisiona,
    queda sordo a la entraña de la piedra, que entona
    en recóndito ritmo la canción de la línea.

    Ama todo lo grácil de la vida, la calma
    de la flor que se mece, el color, el paisaje.
    Ya sabrás poco a poco descifrar su lenguaje.
    ¡Oh divino coloquio de las cosas y el alma!

    Hay en todos los seres una blanda sonrisa,
    un dolor inefable o un misterio sombrío.
    ¿Sabes tú si son lágrimas las gotas de rocío?
    ¿Sabes tú qué secreto va contando la brisa?

    Atan hebras sutiles a las cosas distantes;
    al acento lejano corresponde otro acento.
    ¿Sabes tú donde lleva los suspiros el viento?
    ¿Sabes tú si son almas las estrellas errantes?

    No desdeñes al pájaro de argentina garganta
    que se queja en la tarde, que salmodia a la aurora.
    Es un alma que canta y es un alma que llora.
    ¡Y sabrá por qué llora, y sabrá por qué canta!

    Busca en todas las cosas el oculto sentido;
    lo hallarás cuando logres comprender su lenguaje;
    cuando sientas el alma colosal del paisaje
    y los ayes lanzados por el árbol herido.


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    Mensaje por Lluvia Abril Jue 31 Mayo 2018, 00:09

    MÉXICO

    Enrique González Martínez




    YO VOY ALEGREMENTE

    Yo voy alegremente por donde va la vida,
    entre vernales hálitos o ventiscas de otoño,
    mirando cómo cuaja en la yema el retoño
    o cómo voltejea una rosa caída.

    Yo voy con el pie ligero y labio sonriente
    a veces solo, a veces con el turbión humano,
    y llevo mis ensueños cogido de la mano
    y mi enjambre de rimas en torno de la frente.

    Tengo una flama oculta que siempre va conmigo,
    flama de amor que nunca se extingue ni consume;
    si hay una flor al paso, aspiro su perfume;
    si hay una fresca boca, corro a besarla y sigo.

    Yo soy como un viajero que cruza la floresta
    sin que jamás le importe ni rumbo ni distancia,
    a quien el bosque entona un himno de fragancia,
    una canción de risas y un madrigal de fiesta.

    Yo sé que viento y lluvias con ímpetu salvaje
    suelen barrer las frondas; mas tengo yo un asilo
    callado y misterioso en que esperar tranquilo
    a que el sosiego torne y a que el torrente baje.

    ¡Oh mi divina gruta de goces interiores
    en que la vida adquiere intensidad extraña,
    que sólo yo conozco, que eternamente baña
    un sol que prende luces y que revienta flores!

    Allí callada y sola va a meditar el alma
    como la linfa corre, como la alondra vuela;
    allí el ensueño pasa cual fugitiva estela
    que va regando espumas sobre la mar en calma.

    Tristezas. . . sí las tengo; mas cuando el alma llora,
    un inefable goce con mi dolor se aduna;
    romántico trovero de las noches de luna,
    soy lujurioso amante del sol y de la aurora.

    Yo voy alegremente. . . De eróticas empresas
    no la ocasión propicia esquivo, a fuer de sabio,
    y en más de alguna boca bebió el sediento labio
    la sangre de las moras y el jugo de las fresas.

    Yo vivo alegremente; y al dar mi despedida
    a mi postrer crepúsculo o a mi última alborada,
    estrecharé en mis manos la mano de la amada
    y cerraré mis ojos al beso de la vida.




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    Mensaje por Lluvia Abril Jue 31 Mayo 2018, 00:11

    MÉXICO

    Enrique González Martínez



    SOLEDAD DEL POETA

    El iris de las alas bajo el manto;
    en la pálida sien, lauro y encina,
    rubor de rosa y de púrpura de espina...
    Rompió a cantar, y nadie oyó su canto.

    Vagó por los infiernos del espanto
    y ascendió por la escala diamantina;
    llevó hasta el mar la planta peregrina,
    se echó a llorar, y el mar bebió su llanto.

    Volvió una noche ungido por la luna.
    De las almas de ayer, no vio ninguna
    al serafín, bajo el disfraz, del hombre.

    Cruzó frente al humano desconcierto,
    y se perdió en las dunas del desierto,
    y no dijo su patria ni su nombre.


    EL SEMBRADOR DE ESTRELLAS

    Y pasarás, y al verte se dirán: "¿Qué camino
    va siguiendo el sonámbulo?...." Desatento al murmullo
    irás, al aire suelta la túnica de lino,
    la túnica albeante de desdén y de orgullo.

    Irán acompañándote apenas unas pocas
    almas hechas de ensueño. . . .Mas al fin de la selva,
    al ver ante sus ojos el murallón de rocas,
    dirán amedrentadas: "Esperemos que vuelva."

    Y treparás tú solo los agrietados senderos;
    vendrá luego el fantástico desfile de paisajes,
    y llegarás tú solo a descorrer celajes
    allá donde las cumbres besan a los luceros.

    Bajarás lentamente una noche de luna
    enferma, de dolientes penumbras misteriosas,
    sosteniendo tus manos y regando una a una,
    con un gesto de dádiva, las lumínicas rosas.

    Y mirarán absortos el claror de tus huellas,
    y clamará la jerga de aquel montón humano:
    "Es un ladrón de estrellas..." Y tu pródiga mano
    seguirá por la vida desparramando estrellas


    FIN


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    Mensaje por Lluvia Abril Jue 31 Mayo 2018, 00:12

    Nuestro próximo autor será Alfonso Reyes.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 31 Mayo 2018, 04:43

    MÉXICO

    CONTINUACIÓN DEL TRABAJO DE J. LUIS GUTIÉRREZ ROCHA SOBRE CARLOS PELLICER

    "Igualmente podemos encontrar coplas de otras tiradas, como
    esta en nueve líneas, de rima consonante discontinua con un
    primer pareado ancilar y la vuelta del verso «Por la tristeza del
    mar».

    Elegía Marina
    […]
    Mi vecina está de luto
    y hasta esa nota discuto:
    pues la oigo suspirar.
    Yo creo que está de luto
    por la tristeza del mar.
    Por la tristeza del mar
    que se ha puesto tan callado
    con el último crepúsculo
    lunar. (31)

    De manera general, la Copla es una estrofa de arte menor,
    frecuentemente asonante, de cuatro versos, y que la mayoría
    de las veces consigna asuntos ligeros o voces del canto. Una
    de las funciones de la Copla en la poesía de Carlos Pellicer es
    servir como unidad sintáctica para organizar el discurso del
    poema. En el siguiente caso, la división estrófica ubica la
    digresión en las tres primeras cuartetas, mientras que las
    restantes se ocupan del encuentro gozoso.

    Dicha de haberte besado

    Dicha de haberte besado,
    dicha de estar junto a ti
    tan cerca que sólo así
    mi silencio has escuchado.

    Cuánto tiempo en un instante
    realiza su ansia ternura.
    Vida y muerte de dulzura
    de la noche semejante.

    La realidad es mentira
    de ser tanta realidad
    y no es verdad la verdad
    y es mentira la mentira.

    Beso tu frente, tus manos.
    Y a tus labios con temor
    llega en silencio mi amor,
    –paisaje en cielos lejanos.

    Dicha de haberte besado,
    dicha de estar junto a ti;
    el amor aún no es así
    el sueño que lo ha soñado. (32)

    A partir de la audición atenta de los poemas
    pellicerianos, se puede notar que algunos de
    ellos se estructuran por coplas que presentan
    constantemente la repetición de la primera
    estrofa como unidad final.

    De “Rimas de ofrenda”

    Qué linda eres, Esperanza,
    tienes tan bello sonreír!
    Tan linda eres, Esperanza...
    Si fuera así mi porvenir!

    Suave sonrisa de ironía,
    suave sonrisa luminosa
    como una rosa bajo el día
    o como el día de una rosa...

    Con qué excelente aristocracia
    luces la forma de tu encanto.
    Todo el jardín suelta su gracia.
    Canción de liras, flor de canto.

    Qué linda eres, Esperanza,
    tienes tan bello sonreír!
    Tan linda eres, Esperanza...
    Si fuera así mi porvenir! (33)

    Este recurso es aproximado a la copla de
    estribillo. Un mejor ejemplo de tal función
    se encuentra en el siguiente poema que utiliza
    su declaración a manera de reiteración melódica.

    13 de agosto, ruina de Tenochtitlán

    Me da tristeza,
    no por mexicano,
    sino sólo por hombre.
    […] (34)

    Además de los casos anteriores, y los modelos
    que ilustran las funciones de las coplas, existen
    otras cuartetas en las que se escuchan rimas
    de versos ancilares:

    Tabasco es un ancho río
    con ganas de trabajar.
    Desde la sierra hasta el mar
    todo tabasqueño mío
    trabaja y sabe cantar.
    […]
    El que a Tabasco se arrima
    y entre tanta agua se ve,
    no sabe –porque lo sé–
    dulce de naranja y lima
    lo que es aquí la mujer.
    […]35

    La copla pelliceriana la enconraremos siempre
    como corpus dentro de su obra, en composiciones
    cuyas particularidades son suficientes para poder
    entonarlas en la voz viva. Las coplas de nuestro
    poeta ostentan características rítmicas, fonéticas
    y estructurales que, aunque no siempre contribuyen
    al desarrollo del sentido en su poema, atienden a
    la musicalidad y la vocalidad, elementos, ambos,
    básicos en la lírica tradicional.

    El Refranero puede leerse en varios de los poemas
    de Pellicer, yasea de manera directa, aludida o
    creada. En tales ocasiones, una de las características
    gramaticales insistentes es la disposición binaria en
    ‘prótasis’ (enunciado propositivo o universalizante) y
    ‘apódosis’ (enunciado conclusivo); dicha organización
    refiere, casi siempre, coordinaciones divergentes.
    Dentro de la lírica Pelliceriana se observa esta disposición
    en cada una de las múltiples apariciones de la paremia,
    por ejemplo en “Estudio”, dedicado a Carlos Chávez, que
    incluye una remisión indirecta a la declaración «Mucho
    ruido y pocas nueces».

    Estudio
    […]
    ¡Estamos tan contentas de ser así!
    Dijeron las peras frías y cinceladas.
    Las manzanas oyeron estrofas persas
    cuando vieron llegar a las granadas.
    Los que usamos ropa interior de seda...
    dijo una soberbia guanábana.
    Pareció de repente que los muebles crujían...
    Pero ¡si es más el ruido que las nueces!
    Dijeron los silenciosos chicozapotes
    llenos de cosas de mujeres.
    […](36)

    Utilizo deliberadamente el adjetivo “indirecta”
    toda vez que la versión corriente del refrán en la
    lengua mexicana es "Mucho ruido y pocas nueces",
    mientras que Pellicer escribe «Pero ¡si es más el ruido
    que las nueces!». Como menciono en mi libro Alfarero
    en buena arcilla buen suspiro ha de guardar. Carlos
    Pellicer y la paremiología […] lo que destaca de estos
    refranes indirectos e independientes es el trabajo
    que el poeta realiza en ellos para adaptarlos a sus
    composiciones; en ese sentido, por indirectos
    debemos entender adecuación, no desconocimiento
    de las voces comunes. (Gutiérrez 153)
    Así, estamos frente a un proceso de ‘tradicionalización’
    de la literatura, puesto que, además de utilizar los
    moldes de la paremia, se vale de reelaboración y
    adaptación para darle vida a su composición.
    Por la que toca al grupo de alusiones directas, en
    el número <3> de “Memorias de la casa del viento”,
    se recurre a la constatación «Es meterse en camisa de
    once varas».

    NO SÉ POR QUÉ PASÓ
    […]
    Formar parte de la ola,
    y salir desembuchado de un gran bulto de espuma
    y redoblar,
    es meterse en camisa de once varas
    cosida y descosida por el mar.
    […](37)

    También podemos encontrar sentencias reelaboradas,
    como en el caso de “Quiero verte en la sombra para
    que me ilumines”, pues se utiliza la construcción
    parémica <”¿Para qué” […] + verbo en gerundio
    o condicional> como la presente en «¿Para qué tanto
    brinco estando el suelo tan parejo?».

    QUIERO VERTE EN LA SOMBRA PARA QUE ME ILUMINES
    […]
    ¿Qué hacer con tanta sangre que derramo sobre mí mismo?
    ¿Para qué tanto sol si mis ojos no ven?
    Soy el árbol a solas; pero llegan los pájaros.
    Pierdo el tiempo en la noche
    y a toda pregunta hermosa, digo: no sé.
    […](38)

    Y en “Es claro”. La número <10> de Piedra de sacrificios.
    Poema iberoamericano, que incluye la estructura de la
    expresión «El que se va a La Villa perdió su silla».

    ES CLARO
    […]
    (Allí han estado Cleopatra Faraona
    y Teodora Emperatriz.)
    El que de Roma va pierde su Roma.
    Cigarro y hembra viva; madrigal de Hafiz.
    […](39)


    _________________
    "LOS DEMÁS TAMBIÉN EXISTIMOS" 


    NETANYAHU ASESINO


     ISRAEL: ¡GENOCIDA! LA HISTORIA HABRÁ DE LLEVARLOS ANTE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL POR CONTINUADOS CRÍMMENES DE GUERRA
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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 31 Mayo 2018, 05:46

    MÉXICO

    CONT. DEL TRABAJO DE LUÍS RODRÍGUEZ ROCHA SOBRE CARLOS PÉLLICER.

    Igualmente, Pellicer utiliza algunos esquemas gramaticales
    de los refranes para disponer en ellos la declarativa de sus
    ideas. En estos casos estamos ante oraciones que tienen la
    intención de ser textos parémicos, aunque no tengan un
    enunciado relativo en las voces del Refranero. Los versos
    pellicerianos cumplen paremiológicamente, ya sea por su
    distribución en dísticos, por las características sentenciosas
    de su discurso o por la función constatativa que desempeñan
    algunas locuciones. Léase este ejemplo.

    RECUERDOS DE IZA
    […]
    Aquí no suceden cosas
    de mayor trascendencia que las rosas.
    […](40)

    O la composición dedicada a González de Mendoza

    ESTUDIO
    […]
    Hay azules que se caen de morados.
    […](41)

    A grandes rasgos, el Refranero se constituye por textos
    lapidarios, sentenciosos y entimemáticos que funcionan
    de manera diversa según la forma en la que se conectan
    a otros o el nexo interlocutivo que establecen con distintas
    situaciones. El gran número y variedad semántica de las
    manifestaciones del Refrán en la lírica de Pellicer nos
    permite elaborar una clasificación de acuerdo con el
    desempeño de cada enunciado. En el siguiente poema
    encontramos la reelaboración de un refrán didáctico, pues,
    mediante «Quien quiera estar más cerca de sí mismo, viva
    en ciudad pequeña o mediana a lo más», se presenta el
    problema y la posible solución de una eventual circunstancia,
    igual que en voces como «Quien quiera azul celeste, que le
    cueste».

    LAUDANZA DE LA PROVINCIA

    Quien quiera estar más cerca de sí mismo,
    viva en ciudad pequeña
    o mediana a lo más. El cuerpo en equilibrio
    mide las consecuencias
    de un paso en el vacío
    y lo cortés, no quita lo valiente,
    cuando en la esquina de un lunes cualquiera
    le quitamos los ojos a otros ojos
    y hacemos en otoño primavera.
    […]42

    En otras ocasiones, el refrán aludido es parenético, es decir,
    una advertencia; como en el último dístico de la siguiente
    estrofa, en el que se anticipa una situación modelo y se
    conmina al interlocutor a no actuar de la misma forma, lo
    mismo que se puede escuchar en «No te fijes en las que se
    van, sino en las que están llegando».

    CON PALABRAS Y FUEGO
    […]
    Porque Cuauhtémoc ha salido de las rocas
    para acabar con todo lo que sea injustamente poderoso.
    Para compartir su corazón
    de roca diamantífera en el corazón de todos.
    Siento la fertilidad de su paso
    como la lluvia de junio en el maizal ya tembloroso.
    No podemos seguir viviendo con la esperanza de la esperanza.
    El bosque se nutre de las hojas caídas
    pero nosotros no debemos vivir de nuestros muertos.
    […](43)

    También podemos leer refranes exhortativos que invitan
    a observar una conducta específica con el propósito de
    obtener un beneficio, conminación similar a «Cuídate de
    los vivos, que los muertos nada más espantan».

    LAS CANCIONES DE PEÑÍSCOLA
    […]
    Cuídate del agua
    que al cinto de da,
    que de la profunda
    más fácil saldrás.
    […](44)

    Los refranes más frecuentes en la lírica pelliceriana son
    los declarativos y los constatativos, extraídos directa o
    indirectamente de la voz viva. Las declaraciones coligen
    observaciones generales mediante una afirmación particular,
    como en esta en la que se generaliza un comportamiento.

    ROMANCE DE FIERRO MALO
    […]
    De toda la sed del hombre,
    ninguna es tan seca y tan lúcida
    como la sed que da el oro,
    sol en paisajes de dunas.
    […](45)

    Al tiempo que las constataciones encierran en un pareado el
    juicio a una situación discursiva que los interlocutores han
    creado.

    ESQUEMAS PARA UNA ODA TROPICAL
    […]
    Aquí todo está fuera de comercio.
    Nada tiene que ver con uno. La poesía
    es más espacio que tiempo.
    Uno dice la palabra poesía
    y no sabe lo que dice.
    […](46)

    Considero que la presencia de la Paremia en la poesía
    de Carlos Pellicer es una de las manifestaciones tradicionales
    más ricas, pues en ella podemos observar remisiones directas
    o indirectas al género, distintos tipos de funcionamiento según
    el nexo que guarda el refrán en cuestión en el poema que lo
    contiene, además de dos características más que, en mi opinión
    son las que suscitan mayor interés: la reelaboración que de
    algunos refranes hace Pellicer en pos de la adecuación a sus
    necesidades discursivas y la generación de todo un poema a
    partir del significado entimemático que provee el texto parémico,
    por ejemplo el “Estudio” dedicado a Carlos Chávez. Sin duda estos
    aspectos motivan un análisis puntual de cada uno de ellos.

    Por su parte, el Trabalenguas como género de la limología, tiene
    una estructura de exposición y reiteración sintácticamente
    contraria; morfológicamente, uno de sus recursos lingüísticos
    es adjetivar, sustantivar o ‘verbizar’ alguna palabra. En Pellicer,
    únicamente se recoge el atributo de la adjetivación para el
    término ‘abracadabra’ dentro de la siguiente tirada.

    EL MAR A AZULES ÍMPETUS VOLTEA SU ENGRANAJE
    […]
    Rastros de un gran crepúsculo. Negro-azul el Atlántico,
    cuyo abracadabrántico
    decir en esta hora,
    es como el eco bárbaro de un insólito cántico
    hecho de iris de espumas y arquerías de olas.
    […](47)

    Así como el uso de sustantivo y verbo a partir de la
    misma raíz en “Crepúsculo venezolano”, número <14> de Piedra
    de sacrificios. Poema iberoamericano.

    CREPÚSCULO VENEZOLANO
    […]
    Como yo no tenía manos
    No lo pude sepultar.
    Dieron su dinero las estrellas
    para que los trasnochadores fuesen a trasnochar.
    A esa hora
    yo regresé a la ciudad.
    […](48)

    La complejidad en la pronunciación como una de
    las características lúdicas de la Limología aparece
    en el primer número de “A Juventino Rosas”, poema
    que, si bien no se estructura con ida y vuelta como
    es característico del trabalengüero, es evidente que la
    dificultad de sonorizar la letra ‘l’ forma parte de la
    intención creadora de Carlos Pellicer. Léase en voz alta
    la siguiente composición.

    A JUVENTINO ROSAS

    Lo que vengo a decir, lucientes mis señoras
    y bien menos gentiles señores, es la historia
    de un vals.
    Pueblo pequeño y allá por los ochentas.
    Pueblo cuya intemperie dichosa dejó abierta
    la puerta del ropero que en un ángulo guarda
    unos cuantos papeles con olor de distancia.
    Medio siglo circunda la flor de una pareja
    que hoy parece más joven que entonces: Primavera
    que en el agua de un vals lava el manto de vidrio
    con que la noche cubre su desnudez rocío.
    La brisa de los pueblos, paloma sin aleros,
    se posa en un suspiro y anida en un recuerdo.
    Este campo que ando, que canto y desando,
    ondea dulcemente atardecido. Al campo
    de esta historia, lo ciñe el arroyo pequeño
    fiel en su correría que lame todo el pueblo
    cual perro transparente al que le tiran todo.
    Pero el arroyo sólo
    se come los colores del cielo a todas horas.
    Salió de aquellos cerros la tarde y aquí está,
    pensando si se queda, pensando si se va.
    ¡Si pudiera quedarse! Ya detrás de los álamos
    el aire se destruye con los últimos pájaros.
    Llega un hombre que tiene su cuerpo de sonidos.
    Es tan pobre, que toda su riqueza es de olvido.
    Su olvido es una flor que entre un libro ha quedado.
    (Yo no quiero explicar lo que así está explicado.)
    Aquí, cerca al arroyo, una muchacha vive.
    Tan linda, que colinda con todo lo que linde
    si lo que linda es bello. Cuando sale a lavar
    al arroyo, el arroyo al sentirse tocar
    se relame en su espejo. Las arenas del fondo
    suben a relucir su milésima en coro.
    Cuando ella lava, el ritmo de sus brazos acerca
    los sonidos, y suena todo lo que no suena.
    Y un sonar ondulante hace ondular el campo;
    y son ondas, son olas sonoras, son los sones
    que al son de la esperanza hacen danzar los claros
    corazones.
    Mirad las invisibles abejas que al panal
    confluyen: son las notas, son las notas del vals
    que sobre el pentagrama el músico puntea.
    ¡Todas, todas se quedan!
    ¡Oíd nacer el vals! (49)


    _________________
    "LOS DEMÁS TAMBIÉN EXISTIMOS" 


    NETANYAHU ASESINO


     ISRAEL: ¡GENOCIDA! LA HISTORIA HABRÁ DE LLEVARLOS ANTE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL POR CONTINUADOS CRÍMMENES DE GUERRA
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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 31 Mayo 2018, 07:09

    MÉXICO

    FINAL DEL TRABAJO DE LUÍS RODRÍGUEZ ROCHA SOBRE CARLOS PELLICER.



    Reconocer que en la lírica pelliceriana existen versos
    cercanos a los trabalenguas es aceptar que en nuestro
    poeta hay una propuesta estética por el uso de la voz.
    Es decir, Carlos Pellicer propone que su obra se entone,
    no sólo que se revise en silencio. El canto de sus estrofas
    nos dará más elementos para el gozo, la interpretación y
    la comprensión de su poesía; estos propósitos no se
    pueden alcanzar con sólo pasar la mirada en sus libros.

    La adivinanza, como género íntegro, no aparece en
    la poesía de nuestro autor. Sin embargo, algunas
    características de la Lipología están presentes. Ejemplo
    de esto es el siguiente poema, cuyo cuestionamiento
    se plantea mediante la reiteración ancilar del sujeto,
    similar a la fórmula interrogativa <¿Qué es y qué es?>.

    TRISTEZA
    […]
    ¿Qué angustia es esta angustia tras cuyos pasos lentos
    salgo todos los días rompiendo la vereda?
    ¿Qué angustia es esta angustia en cuyos labios queda
    sonando todavía la angustia de los cuentos?
    […](50)

    También en el número <21> de Piedra de sacrificios. Poema
    iberoamericano.

    ELEGÍA

    […]
    ¡Qué sueños han sido esos sueños
    sangrientos y nobles!
    […](51)

    Una repetición similar se lee en “Aquella noche el mundo
    satisfizo a los hombres”, versos en los que mediante un
    cuarteto se plantea la interrogante a partir de la construcción
    , presente en aperturas como
    <¿Quién es y quién es?>.

    AQUELLA NOCHE EL MUNDO SATISFIZO A LOS HOMBRES
    […]
    Quién es aquel que viene como sobre un compacto
    rebaño al que jamás cortáronle el vellón?
    Quién es aquel que trae maravilloso el manto
    como jirón de sol?
    […](52)

    Igualmente dispuesta de manera rítmica en el siguiente
    estribillo.

    PARÍS, CANCIÓN DE PRIMAVERA

    ¿Pues qué pues
    con la primavera,
    mi Señora,
    pues qué pues?
    ¿Esto era,
    o esto es?
    […]53

    En la tirada que sigue se plantea una pregunta que obtiene
    inmediata respuesta, aunque en estricto sea imposible
    aseverar que esta estrofa se ajusta perfectamente al
    desempeño de la Adivinanza.

    ROMANCE DE TILATONGO
    […]
    ¿En qué hora, de esos árboles
    –¿fue una noche, una mañana?–
    surgió, prodigiosamente,
    la vida humana?
    Los mixteca así lo dicen.
    El varón se quitó un águila
    […](54)

    Con los registros anteriores puede entreverse la existencia
    de las formas y los recursos retóricos de la literatura
    tradicional dentro de la obra poética de Carlos Pellicer.
    Es cierto que el Romance y  la Copla son estrofas comunes
    en los escritores de lengua hispana, sin duda, Pellicer es uno
    de ellos. No obstante, la incursión de nuestro poeta
    en los moldes de la Paremiología, la Limología y Lipología
    debe ser testimonio suficiente para sospechar que no sólo
    las estructuras y recursos valen en la elaboración de su poesía.
    Seguramente algunos otros títulos recogen pautas discursivas
    de la tradición, las cuales no constituyen formas sólidas, pero
    que han sido utilizadas por su discurso y por ende son parte
    de sus modos expresivos. Como anticipé, aquí solamente he
    mencionado en términos muy generales cuáles son algunos
    de los lugares en los que se observa la concurrencia de la
    literatura tradicional y la obra poética de Carlos Pellicer. Es
    indudable que una parte significativa de la poética y el estilo
    pelliceriano se basa  en los modelos y el discurso del
    Romancero, la Copla, el Refrán, el Trabalenguas y
    la Adivinanza. A mi  parecer, la función primordial
    que cumplen estas inserciones propias de la literatura
    tradicional es apoyar la resolución de una de las
    preocupaciones de Carlos Pellicer: la voz como
    manifestación suprema del lenguaje. Ya algunos críticos,
    entre ellos Rubén Gamboa, han afirmado que Pellicer se
    asume como el cantor de la naturaleza y la divinidad,
    en el sentido de ser el intérprete de sus misterios para
    transmitirlos al Hombre. Además de ésto, en pos de
    un lenguaje integral el poeta suma a su lírica elementos
    visuales mediante la ekphrasis de cuadros de sus pintores
    predilectos, así como fragmentos sonoros al referirse a las
    cualidades musicales de algunos compositores. Todo lo que
    hasta ahora he dicho, suma para proponer que la poesía
    de Carlos Pellicer no sólo sea destinada a la lectura
    silenciosa, pues en numerosas ocasiones sus versos
    se llenan de  fórmulas orales. Basta recordar, como caso paradigmático, que en  algún momento el poeta proyectó
    que su magna obra “Esquemas
    para una Oda Tropical” se convirtiera en una pieza vocal(55).
    En este último sentido es que la literatura de tradición oral
    cobra significado, pues ésta aporta modelos que le
    permiten a Pellicer verter su ideario y colocarlo en
    formas que posibiliten la ejecución sonora; el otro
    valor de esta tradicionalización se hace patente al
    observar que cada una de las ocasiones que se presenta
    este tipo de literatura se advierte un proceso de
    reelaboración y adaptación; es decir, que su aproximación
    a la voz es dinámica y, ya consignada en la letra, se
    proyecta hacia la ejecución.
    Como vimos, Pellicer recurre cumplidamente a la forma
    estrófica de los romances y las coplas, a la inserción de
    la voz del Refranero y el Trabalenguas en sus versos, así
    como a las disposiciones gramaticales de la Lipología.
    No obstante, también pudimos comprobar la inclusión
    de procedimientos lingüísticos y retóricos pertenecientes
    a losgéneros tradicionales en textos cuyas elaboraciones
    no se relacionan directamente con ellos. No sólo asisten
    los nombres y las formas, también se extienden por toda
    la lírica de Pellicer las unidades características de estas
    elaboraciones. En consecuencia, pienso que mis
    señalamientos no son gratuitos, de hecho son pertinentes
    al formular la conexión entre Carlos Pellicer y la literatura
    tradicional como una nueva perspectiva de examen para
    abordar al poeta.


    BIBLIOGRAFÍA
    - Díaz Roig, Mercedes. El Romancero y la lírica popular
    moderna. México: El Colegio de México, 1976. Impreso.

    - Díaz Viana, Luis. “Concepto de literatura popular y
    conceptos conexos” Anthropos 166-167 (1995): 19-21.
    Impreso.

    - Gamboa, Rubén Antonio. La poesía de Carlos Pellicer,
    búsqueda de la consubstancialidad. Diss. Tulane University,
    1967. Impreso.

    - Gordon Listokin, Samuel. La fortuna crítica de Carlos
    Pellicer: recepción internacional de su obra 1919-1977.
    México: Universidad Iberoamericana, Departamento
    de Letras, 2004. Impreso.

    - Gutiérrez Rocha, José Luis. Alfarero en buena arcilla buen
    suspiro ha de guardar. Carlos Pellicer y la paremiología.
    México: Universidad Autónoma Metropolitana Unidad
    Iztapalapa, 2013. Impreso.

    - Jiménez de Báez, Yvette. “Carlos Pellicer, contemporáneo”
    Rafael Olea Franco, ed. Reflexiones lingüísticas y literarias:
    Literatura, II. México: Centro de Estudios Lingüísticos y
    Literarios, El Colegio de México (1992): 269-99. Impreso.

    - Menéndez Pidal, Ramón. Romancero Hispánico (Hispano-
    Portugués, Americano y Sefardí) I. Madrid: Espasa-Calpe,
    1908. Impreso.

    - Pabón, Francisco. Gravitación de lo indígena en la poesía
    de Carlos Pellicer. Diss. Rutgers University, 1969. Impreso.

    - Pellicer Cámara, Carlos. Poesía Completa. 3 Tomos.
    Luis Mario Schneider y Carlos Pellicer. López, eds. México:
    Universidad Nacional Autónoma de México; Consejo
    Nacional para la Cultura y las Artes, Ediciones del
    equilibrista, 1996. Impreso. (Biblioteca Generales
    sobre la poesía de Carlos Pellicer... 151 Carlos Pellicer).

    ---. Espiga de junio. Yvette Jiménez de Báez, ant. México:
    Fondo de Cultura Económica, 2004. Impreso.

    - Schlak, Carolyn Brandt. The Poetry of Carlos Pellicer.
    Diss. U of Colorado, 1967. Impreso.

    - Ponce de Hurtado, María Teresa. El ruiseñor lleno de
    muerte: aproximación a Carlos Pellicer. México:
    Meridiano, 1970. Impreso.

    Teitelbaum, Esther. América en la poesía de Carlos
    Pellicer. Diss. Columbia University, 1975. Impreso.

    - Zaid, Gabriel. Tres poetas católicos. México:
    Océano, 1997. Impreso.

    - Zemke, John. “Prólogo”. Enrique Flores y Mariana
    Massera, coords. Relatos populares de la Inquisición
    Novohispana. Rito, magia y otras «supersticiones»,
    siglos XVII-XVIII. España: Gobierno de España, Ministerio
    de Ciencia e Innovación, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Universidad Nacional Autónoma de México,
    2010. Impreso.


    NOTAS
    1 I: 65-68. Utilizo la edición de la poesía completa de Pellicer en tres
    tomos, Poesía Completa. Indico el tomo en romano y las páginas en
    arábigos. La paginación corresponde al lugar donde se encuentra todo
    el poema referido, no sólo el fragmento o las estrofas utilizadas. Únicamente
    para las referencias bibliográficas del poeta, ocupo el pie de página;
    las remisiones de otros autores las coloco en el cuerpo del texto.
    2 Es enorme el listado bibliográfico completo sobre Carlos Pellicer. Si
    usted es un desocupado lector, acuda a La fortuna crítica de Carlos
    Pellicer, de Samuel Gordon, que compila todas las entradas conocidas
    hasta 2004. Conviene revisar los apartados dedicados a la iconografía,
    la discografía y las partituras en las que la poesía del autor tiene algo
    que ver.
    152 José Luis Gutiérrez Rocha
    3 La traducción es mía.
    4 Recordemos que ella misma antologó en 2004 Espiga de junio, título
    recopilatorio de la lírica pelliceriana bajo una lectura profunda del poeta.
    5 I: 98-100.
    6 I: 341-349.
    7 I: 423-430.
    8 III: 290-292.
    9 III: 368-369.
    10 II: 304-305.
    11 II: 306-308.
    12 II: 308-310.
    13 III: 96-97.
    14 Ambas en “Romance de Pativilca” (I: 98-100).
    15 Ambas en “Romance de Tilantongo” (I: 341-349).
    16 “En la tardecita” (II: 306-307).
    17 “Se narra la batalla de Junín” (II: 308-310).
    19 “Romance de Pativilca” (I: 98-100).
    19 “Romance de Tilantongo” (I: 341-349).
    20 “Romance de fierro malo” (I: 423-430).
    21 “Romance de Tilantongo” (I: 341-349).
    22 “Se narra la batalla de Junín” (II: 308-310).
    23 “Romance de Tilantongo” (I: 341-349).
    24 “Discurso por el Instituto” (II: 67-70).
    25 “Romance de Fierro Malo” (I: 423-430).
    26 “En la tardecita” (II: 306-307).
    27 III: 448-449.
    28 II: 231-284.
    29 II: 369-370.
    30 III: 148-149.
    31 II: 372.
    32 III: 214.
    Generales sobre la poesía de Carlos Pellicer... 153
    33 II: 94-96.
    34 II: 451-452.
    35 I: 165-166.
    36 II: 89-93.
    37 II: 163.
    38 I: 84-87.
    39 I: 56-57.
    40 I: 212-213.
    41 II: 394-397.
    42 II: 96-103.
    43 I: 349-358.
    44 I: 423-430.
    45 I: 245-262.
    46 I: 21.
    47 I: 95-96.
    48 I: 401-404.
    49 II: 346.
    50 I: 103-104.
    51 I: 33-34.
    52 I: 184-186.
    53 I: 341-349.
    54 Léase la entrevista que hace Pabón a Carlos Pellicer para el apéndice
    de su Tesis. Entre otras cosas, el poeta comenta: «Mire, llevo veinticinco
    años de conversar el deseo de escribir un poema sobre Tabasco que
    sería para grabarse y no para editarse en libro. Sería un poema coral,
    con solistas, etc.; o sea, los cuatro elementos situados en mi tierra natal,
    que es uno de los sitios donde el trópico tiene una presencia extraordinaria
    ¿no? Bueno, tengo treinta años, no veinticinco, de hablar de
    escribir ese poema. Entonces mis amigos que desde hace treinta años
    me oyen hablar de eso, de repente me dicen, “Bueno ¿y la Oda Tropical?”
    Y yo, por mi vanidad, no me atrevo a decir, “Pues no la he escrito
    porque no tengo talento” y siempre tengo que decir que si, hombre, la
    154 José Luis Gutiérrez Rocha
    vida urge, yo no tengo capital, tengo que trabajar, no he tenido tiempo,
    que si esto y lo otro. Pero, no, lo que no tengo es talento para escribir
    ese poema». (226-227).
    Contacto con el autor: meregalaparauntaco@gmail.com
    Título: “Generales sobre la poesía de Carlos Pellicer y la literatura
    tradicional”.
    Fecha de recepción: 28 de junio de 2011.
    Fecha de aceptación: 30 de septiembre de 2011.
    Palabras clave: Pellicer, tradicional, Romance, Copla, Refrán,
    Trabalenguas, Adivinanza.
    Title: “General on the poetry of Carlos Pellicer and traditional
    literature.”
    Date of submission: June 28th, 2011.
    Date of acceptance: September 30th, 2011.
    Key words: Pellicer, traditional, Hispanic ballad, Couplet, Saying,
    Tongue twister, Riddle.


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    Mensaje por Lluvia Abril Vie 01 Jun 2018, 00:30

    MÉXICO

    ALFONSO REYES
    (biografía)

    Alfonso Reyes
    (Alfonso Reyes Ochoa; Monterrey, 1889 - Ciudad de México, 1959) Ensayista, crítico, poeta y narrador mexicano relacionado con la mejor tradicion literaria occidental, desde la antigüedad grecolatina hasta las creaciones de Mallarmé y la estética simbolista. Ejerció un notable magisterio en la cultura de su tiempo, promovió la fundación de sólidas instituciones dedicadas a la difusión del conocimiento y marcó la obra de casi todos los escritores mexicanos posteriores a él, como Octavio Paz y Carlos Fuentes.

    Hijo de Bernardo Reyes, gobernador de Nuevo León y figura muy cercana a Porfirio Díaz, tuvo una infancia rica en lecturas y experiencias vitales. En la ciudad de México perteneció al brillante grupo intelectual de la Escuela Nacional Preparatoria. Junto con Pedro Henríquez Ureña, Antonio Caso y José Vasconcelos fundó el Ateneo de la Juventud, agrupación cultural que pretendía un México moderno y contemporáneo del mundo.
    Siendo aún muy joven concluyó la carrera de leyes y partió a Europa, hondamente afectado por el asesinato de su padre durante la etapa de la Revolución mexicana que marcó el fin del gobierno democrático encabezado por Francisco I. Madero. Como miembro del servicio exterior mexicano se afincó en París en 1914, y allí publicó su volumen Cuestiones estéticas. Estudiar los fundamentos de la creación poética y literaria fue una preocupación recurrente de su obra a lo largo de medio siglo.
    A consecuencia de la Primera Guerra Mundial se trasladó a España, donde compartió trabajos y experiencias con Juan Ramón Jiménez, José Ortega y Gassety Ramón Gómez de la Serna. En esa etapa perfeccionó su manejo de la lengua española, uno de los rasgos que caracterizaron su estilo: riqueza de vocablos y giros expresivos, construcciones gramaticales poco frecuentes, uso de arcaísmos y matices delicados del significado.
    Con Visión de Anáhuac (1915) conjuró cualquier acusación de extranjerizante. Esa obra se considera una de las visiones más lúcidas y poéticas del México prehispánico y es, hasta la fecha, lectura obligada en los cursos de cultura mexicana. Promotor de una "aristocracia del pensamiento", ofrecía un colorido sincretismo de la cultura occidental y la raíz indígena, dominado por la tríada platónica: la verdad, la bondad y la belleza.
    Para 1927 ya era embajador en Argentina, donde impulsó la obra del por entonces joven Jorge Luis Borges, quien puso a su consideración el manuscrito de El Aleph y le profesó agradecida admiración el resto de su vida. Tras una estancia en Brasil, donde escribió el volumen Romances del río de enero (1933), se afincó definitivamente en México en una casa-
    biblioteca, hoy museo dedicado a él, que lleva el nombre de Capilla Alfonsina.

    Durante los veinte años siguientes alcanzó el máximo impulso creativo, y su figura de educador se consolidó plenamente. Autor de una obra poética celebrada por sus contemporáneos y las generaciones posteriores, y de una obra de ficción escasa pero interesante, obtuvo no obstante sus mayores logros en el campo del ensayo, donde abordó los más variados temas: la teoría literaria, la historia de Grecia, la novela policíaca y las raíces históricas de México. Entre éstos cabe destacar Cuestiones gongorinas (1927), Tránsito de Amado Nervo (1937), La experiencia literaria (1942), El deslinde (1944) y Los trabajos y los días (1946).
    En un conjunto apabullante de libros (compilados a excepción de los voluminosos Diarios y una amplísima correspondencia en la serie Obras completas que publicó, en 28 tomos, el Fondo de Cultura Económica), su escritura mantiene un tono siempre atractivo, aleccionador y consistente, con momentos de brillo excepcional, como en el poema dramático Ifigenia cruel (1924), sabia asimilación de la tradición griega, o en el cuento La Cena (incluido en El plano oblicuo, 1920), precursor del realismo mágico y muy cercano al relato largo Aura, de Carlos Fuentes.
    Relevante es también la Oración del 9 de febrero (1963), texto dedicado a la muerte de su padre, que apareció póstumamente. Lo mismo escribió sobre el arte culinario (Memorias de cocina y bodega, 1953) que operetas ligeras y humorísticas o poemas satíricos. Entre sus obras de ficción son notables Árbol de pólvora(1953) y Los tres tesoros (1955), argumento cinematográfico inspirado en un relato de Robert Louis Stevenson.

    Miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y del Colegio Nacional, fue fundador del Instituto Francés de América Latina y de El Colegio de México, uno de los centros académicos de alto nivel más prestigiosos del país. Por su casa transitaron Miguel Ángel Asturias, Alejo Carpentier, los hermanos Henríquez Ureña, Salvador Novo, Xavier Villaurrutia y José Gorostiza, entre otros. Candidato al Premio Nobel en cuatro ocasiones, nunca llegó a recibirlo; pero su constante entrega a la cultura, sus aportaciones a la literatura mexicana y la calidad de su obra le valieron numerosos premios y reconocimientos públicos, entre los que pueden destacarse por su significado el Premio Nacional de Literatura, que le fue concedido en 1945, el Premio de Literatura Manuel Ávila Camacho (1953) y el del Instituto Mexicano del Libro, que recibió en 1954. Pocas fueron, en definitiva, las actividades culturales mexicanas que no se vieron influidas, dirigidas u orientadas por su gran maestría y su incansable labor.


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    Mensaje por Lluvia Abril Vie 01 Jun 2018, 02:33

    MÉXICO

    ALFONSO REYES





    Y para empezar con este autor , lo hacemos con "Ifigenia cruel” que es considerada la obra de mayor dimensión de las letras de México.

    IFIGENIA CRUEL

    Nota introductoria de CARLOS MONTEMAYOR

    Ifigenia Cruel es uno de los poemas clásicos de nuestras letras. Clásico en el sentido en que lo son Sindbad el Varado o Muerte sin Fin, y no sólo por su referencia griega. Junto con otros trece o catorce poemas, constituye lo que Alfonso Reyes (Monterrey, 1889-1959), dejó de perdurable en poesía, a la altura de su vasta obra de polígrafo, la obra de mayor dimensión de nuestras letras (es bueno recordar esto ahora, cuando en nuestro país la inteligencia y la cultura se confunden con muchas cosas). Reyes dedicó algunas páginas para justificar este espléndido poema dramático. No eran necesarias, pero constituyen una de las interpretaciones más nítidas que sobre el poema pueden hacerse. El tema es el sacerdocio de Ifigenia en Táuride. En Eurípides, Ifigenia se vengaba de lo padecido en Áulide; en Reyes, lo hace sin venganza y sin memoria. En Eurípides, su hermano la cree inmolada; en Reyes, viene en su busca, pues sabe que está ahí. En Eurípides, el monarca es bárbaro; en Reyes, es sabio y compasivo. En Eurípides, Ifigenia regresa como sacerdotisa de la diosa; en Reyes, regresaría para desposarse con otro y asegurar descendencia, ya no como virgen sagrada. Además de esta diferencia, hay una dualidad permanente en el poema de Reyes, que lo hace un poema fundamentalmente moderno. No acosa a Ifigenia el pasado, sino su conciencia; la acosa una oscura sensación de no ser sólo ella, sino también la otra, la que recuerda subterráneamente, sin compartirse. En hechos sangrientos vive, creyendo que nace; así recuerda que en sangrientos festines ha nacido: su linaje nuevo es como el antiguo. Ella olvida, pero después recuerda lo que Orestes ignora; el olvido tiene más recuerdos que nosotros. Ella debió morir, pero vive; debió ser sacrificada, y es sacrificadora; es el castigo para los que a esas playas llegan y, sin embargo, es la castigada. Se divide ella misma entre la imaginación, poblada de fantasmas, y la lealtad del cuerpo (división difícil de plantear en una Ifigenia antigua). Su cuerpo fue leal con ese pueblo bárbaro; su deseo, con su linaje. Ella, la sacerdotisa, fue conminada por su hermano a descender de ese desdoblamiento y ser mujer, ser madre, ser cuidadora de su telar familiar. Se le pidió que fuera lo opuesto, no la que mata, sino la dadora de vida. Ifigenia se negó a hacerlo. Más parece con esto una versión suavizada de una diosa mexicana, dadora de muerte, que la sacerdotisa griega que en Eurípides retorna amorosa a su país. Ahora bien, el punto central del poema es cómo llega Ifigenia a ser libre. Ya abriste pausa en los destinos, dice el Coro cuando lo ha logrado. Tal libertad no lo fue de lo sangriento; tampoco de su linaje; tampoco de la diosa, del país o de Orestes: su libertad consistió no en haber detenido los sangrientos hechos de los hijos de Tántalo, sino en aceptarlos, en continuarlos aún, resistiéndose a convertirse en madre de muchos hijos. En sí misma reunió los sacrificios antiguos con los suyos, elevados ya a rituales: su libertad fue haber elevado la muerte a un altar, a una sacralidad. Reyes creyó haber expresado otra cosa: la superación de hechos políticos dolorosos en su familia, pero se engañó. Lo que pudo lograr fue que esos hechos permanecieran en las manos sangrientas de Ifigenia sacralizados, voluntarios. En Eurípides, Ifigenia logró el deseo de Reyes; en este poema, lo rechazó. Y el acto de libertad no provino de una emancipación de su familia: no fue la salvación de su familia o estirpe, sino de ella misma respecto a la otra, la oscura que por fin llegó a mostrarse ante las palabras de Orestes: la que apartó, la que expulsó de sí misma para quedar libre, vencida por el peso propio de la sangre de los sacrificados, defendida y oculta en el templo, cual virgen cruel, sola, amando este bárbaro país donde los sacrificios humanos continúan.


    CARLOS MONTEMAYOR


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    Mensaje por Lluvia Abril Vie 01 Jun 2018, 03:12

    MÉXICO

    ALFONSO REYES


    IFIGENIA CRUEL

    PERSONAS:


    IFIGENIA, sacerdotisa y sacrificadora.
    ORESTES, náufrago.
    PÍLADES, su amigo.
    TOAS, rey de los tauros.
    PASTOR, mensajero de noticias.
    CORO de mujeres de Táuride. Gente marinera y pastores,
    adornados con cuernecillos.


    TARDE, COSTA DE TÁURIDE. CIELO, MAR. PLAYA, BOSQUE,
    TEMPLO, PLAZA: EMPIEZA LA CIUDAD

    I

    IFIGENIA

    que ha perdido la memoria de su vida anterior:

    Hay de mí, que nazco sin madre
    y ando recelosa de mí,
    acechando el ruido de mis plantas
    por si adivino adónde voy.

    Otros, como senda animada,
    caminan de la madre hasta el hijo,
    y yo no —suspensa del aire—,
    grito que nadie lanzó.

    Porque un día, al despegar los párpados,
    me eché a llorar, sintiendo que vivía;
    y comenzó este miedo largo,
    este alentar de un animal ajeno
    entre un bosque, un templo y el mar.

    Yo estaba por los pies de la Diosa,
    a quien era fuerza adorar
    con adoración que sube sola
    como una respiración.

    —Y pusiste en mi garganta un temblor,
    hinchiendo mis orejas con mis propios clamores;
    me llenabas toda poco a poco
    —jarro ebrio del propio vino—,
    si ya no me hacías llorar
    a los empellones de mi sangre.

    De tus anchos ojos de piedra
    comenzó a bajar el mandato,
    que articulaba en mí los goznes rotos,
    haciendo del muñeco una amenaza viva.

    Tu voluntad hormigueaba
    desde mi cabeza hasta el seno,
    y colmándome del todo el pecho,
    se derramaba por mis brazos.

    Nacía entre mi mano el cuchillo,
    y ya soy tu carnicera, oh Diosa.



    CORO

    Respetemos el terror
    de la que se salió de la muerte
    y brotó como un hongo en las rocas del templo.

    A osadas pretendía hablar
    como no hablan viento y mar,
    sacudiendo ansiosa los árboles
    que respondían a gritos de pájaros,
    o arrancando caricias rotas
    en el reventar de las olas.

    —Hija salvaje de palabras:
    ¿quién te hizo sabia en destazar la víctima?
    ¿Quién te enseñó el costado donde esconde
    su corazón el náufrago extranjero?

    Íbamos a envolverte compasivas,
    a ti, montón de cólera desnuda,
    cuando nos traspasaste con los ojos,
    hecha ya nuestra ama.


    IFIGENIA

    Otros se juntan en fáciles corros
    apurando mieles del trato:
    yo no, que si intento acercarme,
    huyo, de mí misma asustada,
    como si otro por mi voz hablara.

    Otros prenden labios a labios
    y promesas se ofrecen con los ojos,
    gozando en conciliarse voluntades:
    yo no, que amanezco cada día
    al tronco de mí misma atada.

    Otros, en figuras de baile
    alternan amigos y familias,
    contrastando los suyos con los pasos de otros:
    y yo no, que caigo cada noche
    en mi regazo propio.



    CORO

    ¿Te dio Artemisa su leche de piedra,
    mujer más fuerte que todos los guerreros?
    ¡Qué cosa es verte retorcer los brazos
    en el afán de ahogar a un hombre!

    Prefieres la víctima iracunda,
    vencida primero y luego abierta
    para que Artemisa respire
    la exhalación de sus entrañas.


    ¡Oh cosa sagrada y feroz!
    Una fuerza que desconoces
    está anudada en tu entrecejo.

    Y con todo, entre temor y antojo,
    te amamos como a fiera joven,
    y mil veces, señora, vamos a acariciarte,
    cuando he aquí que de pronto nace el rayo
    por la sobrehaz de tu piel.

    ¡Oh cabellera híspida que no puedo peinar!
    ¡Oh frente y nuca broncas de besar!
    ¡Brazos redondos, piernas ágiles,
    pies elásticos y perfectos!

    ¡Vaso precioso de mujer arisca:
    dinos, dinos al menos
    si no puedes ser dulce un solo instante;
    dime si al fin podré besarte
    las leves puntas de las manos!

    (cont.)


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    Mensaje por Lluvia Abril Vie 01 Jun 2018, 03:16

    MÉXICO

    ALFONSO REYES

    IFIGENIA CRUEL

    (cont.)


    IFIGENIA

    Y, sin embargo, siento que circula
    una fluida vida por mis venas:
    algo blando que, a solas, necesita
    lástimas y piedades.

    Quiero, a veces, salir a donde haya
    tentación y caricia.
    Pero yo sólo suelto de mí espanto y cólera.
    Y cuando, henchida de dulces pecados,
    me prometo una aurora de sonrisas,
    algo se seca dentro de mí misma;
    redes me tiendo en que yo misma caigo;
    siendo yo, soy la otra…
    Y me estremezco al peso de la Diosa,
    cimbrándome de impulso ajeno;
    y apretando brazos y piernas,
    siento sed de domar algún cuerpo enemigo.

    ¡Oh amor mejor que vuestro amor, mujeres!
    Os corre un vigor frío por la espalda:
    ya son las manos dos tenazas,
    y toda yo, como pulpo que se agarra.

    Y en la gozosa angustia
    de apretar a la bestia que me aprieta,
    entramos en el mundo
    hasta pisar con todo el cuerpo el suelo.

    Libro un brazo, y descargo
    la maza sorda de la mano.
    Hinco una rodilla, y chasquean
    debajo los quebrados huesos.

    ¡Ya es mío! ¡Ya es tuyo, Artemisa!
    Y subo, con un grito, hasta la eterna oreja.
    Pero al furor sucede un éxtasis severo.
    Mis brazos quieren tajos rectos de hacha,
    y los ojos se me inundan de luz.
    Alguien se asoma al mundo por mi alma;
    alguien husmea el triunfo por mis poros;
    alguien me alarga el brazo hasta el cuchillo;
    alguien me exprime, me exprime el corazón.


    CORO

    Respetemos el dolor
    de la que se salió de la muerte
    y brotó como un hongo en las rocas del templo.

    Sacerdotisa pura en traza de mujer,
    nunca divagaré por sus dos senos
    de virgen atleta,
    ni gozaré tejiendo sus cabellos.

    Nunca disfrutarán su piel mis manos,
    ni ha de tocarla sino el aire,
    o el agua donde suele romper con el contento
    del cabello sediento.

    —Y te envidio señora,
    el agrio gusto de ignorar tu historia.


    IFIGENIA

    Es que reclamo mi embriaguez,
    mi patrimonio de alegría y dolor mortales.
    ¡Me son extrañas tantas fiestas humanas
    que recorréis vosotras con el mirar del alma!

    Cuando, en las tardes, dejáis andar la rueca,
    y cantáis solas, a fuerza de costumbre,
    unas tonadas en que yo sorprendo
    como el sabor de algún recuerdo hueco;
    canciones hechas en el hilo lento,
    canciones confidentes y cómplices
    que, siempre con iguales palabras,
    esconden cada vez hurtos distintos
    y mordiscos secretos en la pulpa de la vida;
    que, mientras manan sin esfuerzo de la boca,
    dan libertad para otros pensamientos—,

    entonces yo adivino que andáis errando lejos
    de la labor que ocupa vuestras manos,
    dueñas de lo que sólo es vuestro
    y que en vano atisban los maridos
    en la joya robada de los ojos.

    Ninguna costumbre os sujeta
    y, en lícita infidelidad,
    abrís con la llave que lleváis al cinto
    una cerradura sin chirridos.

    Y os envidio, mujeres de Táuride,
    alargando mis manos a la canción perdida.
    (¿Veis? Magníficamente nace del mar la sombra
    cuando, en las colinas violetas,
    asoman, de regreso, los pastores de toros…)

    CORO
    Canta, con aire monótono:

    Cantemos, dando al tiempo
    alma y copo, rueca y voz.

    Horas inútiles tejen
    tierra y cielo, tarde y mar.

    Arañita de la casa,
    no me dan oficio mejor.

    Consejos me da la rueca,
    sintiéndome a solas reír.


    Hay quien de noche duerme,
    y hay quien de día trabaja.

    Hay quien aún se acuerda,
    y secretea y calla.

    Hay quien perdió sus recuerdos
    y se ha consolado ya.

    Calla un instante. Dice luego:

    ¿Callas, señora? ¡Solamente callas!
    Y, como a aquel que canta contra el aire,
    nuestra canción parece caernos en la cara,
    queriéndose volver de nuevo al pecho.

    ¡Oh mujer de rodillas duras!
    No acertamos a compadecerte.
    Fuerza será llorar a cuenta tuya,
    a ver si, de piedad, echas del seno
    ese reacio aborto de memoria
    que te tiene hinchada y monstruosa.

    No hay de nosotras quien no ceda a la canción
    poniendo en ella lo que cada una sabe a solas,
    si no eres tú, pregunta sin respuesta,
    a quien vivimos parteando el alma con afán.

    No hay de nosotras quien a las lágrimas no acuda,
    con esa gula íntima de probar un secreto,
    donde comienza el juntarse de las almas
    en un temblor de miedo y amistad.

    ¡Pero tú, que ni nos engañas siquiera!
    Tú que nos das la nada que te llena,
    ¿no harás, al menos, por forjar un sueño,
    una memoria hechiza que nos pague
    la sed de consolarte que tenemos?

    No; rechina entre tus dientes la voz:
    ni recordar ni soñar sabes,
    ni mereces los senos en el pecho,
    ni el vientre, donde sólo crías la noche.


    IFIGENIA

    Os amo así: sentimentales para mí,
    haciendo, a coro, para mi uso, un alma
    donde vaya labrada la historia que me falta,
    con estambre de todos los colores
    que cada una ponga de su trama.

    Tal vez me apunta un resabio de memoria
    hecha de vuestras ansias naturales,
    y en el imán de vuestras voluntades,
    parece que la estatua que soy arriesga un pálpito.

    Pero soy como me hiciste, Diosa,
    entre las líneas iguales de tus flancos:
    como plomada de albañil segura,
    y como tú: como una llama fría.

    Sobre el eje de tu nariz recta,
    nadie vio doblarse tus cejas,
    ni plegarse los rinconcillos
    inexorables de tu boca,
    por donde huye un grito inacabable,
    penetrado ya de silencio.

    ¿Quién acariciaría tu cuello,
    demasiado robusto para asido en las manos;
    superior a ese hueco mezquino de la palma
    que es la medida del humano apetito?

    ¿Y para quién habías de desatar la equis
    de tus brazos cintos y untados
    como atroces ligas al tronco,
    por entre los cuales puntean
    los cuernecillos numerosos
    de tu busto de hembra de cría?


    ¿Quién vio temblar nunca en tu vientre
    el lucero azul de tu ombligo?
    ¿Quién vislumbró la boca hermética
    de tus dos piernas verticales?

    En torno a ti danzan los astros.
    ¡Ay del mundo si flaquearas, Diosa!

    Y al cabo, lo que en ti más venero:
    los pies, donde recibes la ofrenda
    y donde tuve yo cuna y regazo;
    los haces de dedos en compás
    donde puede ampararse un hombre adulto;
    las raíces por donde sorbes
    las cubas rojas del sacrificio, a cada luna.

    (Cont..)




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    Mensaje por Lluvia Abril Vie 01 Jun 2018, 03:27

    MÉXICO

    ALFONSO REYES

    IFIGENIA CRUEL
    (cont.)


    II

    CORO

    Pero callemos, que un pastor color de tierra,
    vago engendro de lanas y hojarasca,
    se acerca aquí, como bulto que echa a andar,
    filtrando una mirada de ansia y susto
    por entre el heno de la barba y las cejas.

    Con el cayado sólo bate el aire,
    y parece irradiar palabras con la honda;
    que al hombre cogido entre sorpresas
    no hay útil cuyo oficio no se esconda;

    y —todo él lanzado ariete—
    devuelve al alma oscura la luz de los sentidos,
    y es ya todo intenciones, todo oídos,
    todo aspavientos, todo interrogación;

    En vano la pesuña elemental
    se articula en los cinco dedos ágiles,
    ni el unánime ruido animal
    se distribuye en cortadas palabras.

    Ya olvida el habla, ya descuida el andar;
    de su vetusta cojera no se acuerda,
    y de lejos nos tiende la mano temblorosa,
    como si en esa mano sus noticias trajera.


    Entra el

    PASTOR

    Náufragos, náufragos hay, señora,
    si lo es el que pisa tierra ingrata a sus plantas,
    aun cuando no lo ruede el mar hasta la orilla,
    ni el barco entre la playa con el costado abierto.


    IFIGENIA

    ¿De dónde son?


    PASTOR

    Helenos.

    Uno llamaba Pílades al otro.
    Son dos amigos como dos manos bien trabadas;
    donde pregunta el uno, el otro le contesta;
    donde uno dicta, el otro le obedece.

    Son como un alma repartida en dos cuerpos;
    cuando habla el uno, calla el otro,
    y se completan como dos porciones
    de una misma necesidad.


    IFIGENIA

    ¿Y los habéis cazado?

    PASTOR

    Nuestros y tuyos son.—Y de la Diosa.


    IFIGENIA

    Pero ¿qué harán los pastores en el mar,
    a deshoras corriendo tras las olas
    y enloquecidos por vellones de espuma?

    Pero ¿qué andáis juntando los rebaños del agua?
    ¿De dónde trocasteis los oficios,
    confundiendo remos y cayados,
    redes y ondas, maldiciones y canciones?

    Oh padres apacibles de la tierra
    domesticada y quieta,
    médicos de zampona y melodía
    y abuelos de la oveja preferida:

    ¿Qué hacíais entre el sobresalto sin fondo
    que se burla con velas y con leños,
    cuerdas y puños y gritos de furor?


    PASTOR

    Íbamos a bañar las reses en la cueva
    que sirve de refugio al pescador de púrpura,
    porque el toro, señora, vuelve al mar como el río,
    para cobrar allí sangre, valor y brío.

    Muge el novillo; late el can. Es hora
    en que la última tarde se dora,
    y el mar se deja traspasar el pecho
    por un haz de espadas de plata.

    Hiere la luz, pero no alumbra;
    y sorda sensación de una presencia humana
    nos cohíbe de pronto, al saludar las cuevas.

    Sobrecogido retrocedo entonces,
    de puntillas y torciendo la señal del silencio,
    de miedo que algún dios desconocido
    habite el mar; que bate las Simplégadas,
    hijo de la marina. Leucotea,
    Palemo —o algún otro poeta de las aguas.

    Y es verdad; que, al rumor que alzamos,
    salta en figura de doncel armado
    y, echando espumarajos por la boca,
    a tajos y a mordiscos cae sobre las reses,
    gritando: “¡Oh Furias, oh Dragón,
    oh mala hembra que muerta me persigues,
    oh vergüenza de Micenas de oro,
    oh baño ensangrentando en sangre del esposo!”

    El otro, Pílades, en vano lo sujeta,
    como a demente que mira sólo el fuego
    profundo de su alma, y finge formas
    y torna objetos, y cambia el sueño de los ojos
    por el sueño de su corazón.

    Y, sea que el instinto nos avise
    que bajo su locura humana alienta un dios,
    o que las armas vibren respetos en su mano,
    huimos, como huían los ganados,
    para sólo volver y dar sobre el intruso
    cuando el otro lo tiene ya sujeto.

    Y es fuerza que les valga algún conjuro
    o que vengan ungidos de aceites prestigiosos,
    para que no perezcan en los nudos
    de brazos de pastores y gente campesina
    que se junta al tumulto.

    Gracias que estamos ilesos unos y otros
    y que tu sacrificio, Madre, será perfecto.


    (cont.)


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    Mensaje por Lluvia Abril Vie 01 Jun 2018, 03:35

    ALFONSO REYES
    IFIGENIA CRUEL
    (cont.)




    III

    Entran hombres con los dos cautivos atados.

    ORESTES

    Atado, apedreado, delira así:

    Cabra de sol y Amaltea de plata
    que, en la última ráfaga, suspiras
    aire de rosas, palabras de liras,
     sueño de sombras que los astros desata;

    al viejo Dios leche difusa y grata,
    y, del reflejo mismo en que te miras,  
    hacendosa hilandera, porque estiras
    en hebra y copos el vellón que labras;

    tarde, en fin, quieta como impropicia y dura:
    prueba pues, ya que a tanto conspiran mis estrellas,
    a exaltar otra vez mi razón en locura,

    para que yo, que vivo amamantado en ellas,  
    no sufra el tacto de otra piedra impura
    sin estallar mil veces en centellas.


    IFIGENIA

    (Dice, a solas, palabras que apenas se tienen unidas,
    como el que sale, bandeando, del torpor de un sueño;
     mas hay una oscura voluntad que atisba  
    —perro fiel— junto a la embriaguez de su dueño.)

    —Helenos:
    ¿De dónde traéis carga de destinos,
    para dar en playas donde mueren los hombres?
    ¿Qué irritados espíritus tenéis sedientos
    de sal y aceite que apaciguan hambres del cielo?

    Helenos: la fortuna está en no buscarla,
    y habéis tentado todos los pasos del mar.
    No os basta la ciudad medida a las plantas humanas
    y, rompiendo los límites del cielo,
    ¿os sorprende ahora caer en la estrella sin perdón?

    Helenos: forzadores de la virgen del alma:
    los pueblos estaban sentados, antes de que echarais a
        andar. Allí comenzó la Historia y el rememorar de los males,
    donde se olvidó el conjugar
    un solo horizonte con un solo valle.

    La sabiduría ya estaba descubierta;
    os brazos ya estaban cruzados sobre el pecho;
    los ojos se escrutaban a sí mismos
    para desanudar en su revés el mundo;
    y el índice de piedra
    sujetaba en racimos el espacio profundo.

    Se apaciguaba, helenos, el gotear del agua eterna;  
    y en el reló dormido del estero
     lanzasteis la bellota profana.

    Y cedisteis al inmenso engaño
    partido en diminutas y graciosas mentiras;
    y con el bien y el mal terribles
    hicisteis moderadas apariencias
    para cebar la codiciosa bestia,
    oh falsificadores de lágrimas y risas.

    Os acuso, helenos, os acuso
    de prolongar con persuasión ilícita
    este afrentoso duelo, esta interrogación...

    Así deis con la frente en las esferas últimas,
    y os sienta el último fantasma
    rodar entre peñascos en declive,
    surtiendo por el pecho maldición de volcanes,
    ¡oh instrumentos de la cósmica injuria,
    oh borrachos de todos los sentidos!



    ORESTES

    grita:

    ¡Raza vencida de la tierra:
    reconoce a tu domador!
    ¡Tú que temblabas, gusanera aplastada,
    bajo los Siete Días orientales
    de la Creación!

    Tú que apenas usabas como alma
    un escozor de pánico,
     y que desfallecías, heredera
    de todos los pavores animales;
    devuelta con arrobamiento al fango
     lodacero que criabas raíces
     para enredar los talones bailátiles  
    de los hijos de Prometeo:

    ¿Qué me acusas, ojos de arcilla?
    Frentes hacia abajo, ¡qué sabéis
    de levantar con piedras y palabras
    un sueño que reviente los ojos de los dioses,

    otra simiente de naturaleza,
    hija pura y radiosa del humano deseo,
    oro de eternidad, diamante pleno
    labrado en los martillos
    impecables del corazón!


    IFIGENIA

    En vano, por primera vez, aguardo
    que me sacuda en cólera la Diosa.  
    —Librad al griego; recoged mi manto:  
    sobran horas al tiempo.


    Apercíbese Ifigenia con vasos lustrales. Pílades, atado, da un paso hacia Orestes, como a socorrerlo.

    (cont.)


     



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    Mensaje por Lluvia Abril Vie 01 Jun 2018, 03:37

    ALFONSO REYES

    IFIGENIA CRUEL
    (cont.)



    ORESTES

    Detente, Pílades, que siento
    el indeciso vaho de los dioses;
    y, entre los ojos de la carnicera,
    me sorprende el halago de una mirada rubia.

    No en vano las aguas se abren y se juntan;
    no en vano los vientos y el elástico mar,
    no en vano gimen y aúllan
    en torno a la nave del griego que sabe esperar.

    No fue ciega la ira que me devolvió a Micenas
    , incubando en el monte mis furores de niño;
    nodriza ruda me criaba para el cuchillo,
    y soy dardo de mano derechera.

    ¿Nada te dice, amigo, el portento que te sale al paso?
    ¿Dónde está la tierra de las Amazonas guerreras?
    ¿Cuándo viste, Pílades, combatiendo brazo a brazo
    a la sacerdotisa con las víctimas extranjeras?

    Bien que la barbarie, educada en el desorden del mundo,
    pisotee los prodigios como las yerbas,
    confundiendo árboles y fieras y hombres y sexos,
    sin distinguir lo propio de lo desorbitado y súbito.

    Pero tú, filósofo en cuyos brazos descanso,
    ¿me enseñaste acaso a concebir mujeres
    como la Quimera, con garras y crestas y fauces,
    o sacerdotisas mezcladas de leonas?

    Sólo cuando el dios anda rondando los montes
    miras volar los árboles y oyes hablar a los pájaros.
    Así me devuelves, mujer, la confianza en Apolo,
    sólo con tu furia y con tu locura sólo.

    No está lejos, no, la fuerza que me trajo rodando:
    y ya no vacilo, que estoy en tierra de Tauros.
    De Artemisa es, Pílades, el templo que venimos
    buscando,
    y esta mujer—


    IFIGENIA

    —¡Oh calla, por tus enemigos dioses!
    Mira que estás por quebrar la puerta sorda
    donde yo golpeo sin respiración.
    Mira que me doblo con influjos desconocidos,
    juntas en imploración estas manos mías tan ásperas.

    Tengo miedo, calla, la Diosa nos oye.
    Ella me implica toda: yo crecí de sus plantas.
    Si tú sabes más, tejedor de palabras
    —pues así adivinas tierras y hombres
    ensartando lo que ignoras con lo que conoces—,

    calla, por tus amuletos; calla, por tus cabellos,
    en los que reclavo con ansia mis dedos;
    calla, por tu mano derecha;
    calla, por tus cejas azules;
    y por ese lunar que hay en tu cuello,
    gemelo —mira—,
    gemelo del lunar que hay en mi hombro.

    Calla, porque me aniquila el peso del nombre que
    espero;
    oh vencedor extraño, calla, porque, al fin, no quiero
    saber —oh cobarde seno— quién soy yo.


    ORESTES

    ¿Callaré, Pílades, cuando vine a decirlo?


    PÍLADES

    No.


    CORO

    Dos animales de la misma cría
    no se juntan mejor. Uno conduce,
    y la otra le sigue —antes tan fiera.
    Manda el varón, y al fin es hembra ella.

    Pero ¿esas miradas que se hunden
    la una en la otra, como en propio elemento?
    Y la gota negra de aquel cuello
    resbala aquí, camino de este seno.

    Un mismo arte de naturaleza
    concertó los dos sones de gargantas...
    ¡Mil cosas misteriosas nos relatan los viejos,
    y yo, sin serlo, he visto tantas!

    (cont.)


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    Mensaje por Lluvia Abril Vie 01 Jun 2018, 03:56

    ALFONSO REYES

    IFIGENIA CRUEL
    (cont.)


    IV

    Toas y el séquito.
    Suspensión entre los que llegan y los que estaban presentes.


    TOAS

    Soy el rey Toas, de leves pies como las aves.
    Como quien manda, olvido mis cuidados
    por oír el rumor que corre el pueblo.

    Hecha de mar y roca, alta señora,
    sacerdotisa que llevas la clava
    desde que el cielo apedreó a la tierra
    con el poder de la nocturna Diosa
    —Díctina de la selva, hija de Leto:

    Prepárense los vasos y los cestos,
    y arda el fuego de la salsa mola;
    echad el llanto, hombres oscuros:
    la Diosa no perdona.

    Ejércitos de abejas amarillas
    aplaquen —cediendo miel— las tumbas.
    Iras de Inmortales reclaman
    la miel salobre y roja de otra ofrenda.


    IFIGENIA

    Oye la voz de tu sacerdotisa,
    rey de nombre de ave:
    éstos me vencieron sin manos
    y me ataron con la amenaza.

    No los quiere la Diosa; traen a cuestas
    el nombre que he pedido.


    TOAS

    El nombre que tenías lo has perdido en el mar.


    IFIGENIA

    Éstos, del fondón de los mares
    llegan, vomitados de olas.


    TOAS

    Náufragos son, ley igual los condena.


    IFIGENIA

    Ley que un hombre trazó y otro quebranta.


    TOAS

    Escrita está en las plantas de Artemisa.


    IFIGENIA

    —Que es superior a ella y con los pies la pisa.


    TOAS

    ¿Qué pretendes?


    IFIGENIA

    Que hablen.


    TOAS

    Hablad, hombres oscuros.


    V

    ORESTES

    ¿Diré, Pílades, el nombre que azuce
    las bandadas de nombres temerosas?
    Evitaré más bien el torbellino
    que alzan los vientos súbitos,
    y habré de conducirla paso a paso,
    como a ciega extraviada que tantea el camino,
    hasta dejarla donde la perdí.

    —Oye, sacerdotisa: devuélveme las manos,
    porque no sé contar sin libertad mi historia.

    Ademán de Ifigenia. Desatan a Orestes, que continúa:

    Dos veces Urano engendraba en el seno de Gea,
    ensayando monstruos que la vergüenza rechaza.
    Voluntad oscura, sus intentos multiplicando,
    mezclaba impetuosos crímenes con virtudes severas.
    En los Cíclopes era espanto la mal trazada frente
    y los brazos de Briareo eran fuerza desperdiciada.
    Y el Padre deshacía sus horripilantes juguetes,
    bien como alfarero que ensaya el jarro dos veces.

    Perra ululante, Gea sus cachorros le disputaba.
    —¡Hijos del Padre loco! ¿Quién me vengará? —les
    decía—
    Y el último, Cronos, contraído bajo sus tetas,
    tiembla de furor y designios.
    Era creada ya la raza del blanco acero.
    Cronos esconde la hoz, y Urano un deseo aventura;
    pero, segadas a punto las informes flores del sexo,
    la sangre del Padre loco fecunda todavía el suelo.

    Erinies y Gigantes y Ninfas brotan y Diosas,
    y sobre el mar, la deseada rosa:
    Afrodita la llaman, hija de las espumas;
    Citerea, vecina de la isla;
    Kiprigenia, porque llega a Chipre batida de olas;
    Filomedea, en fin, hija de los anhelos.
    Así la vital angustia, derramada en sangría,
    Gea, perra ululante, sigue fomentando tus crías.

    Ya está mezclado el crimen en la masa del mundo.
    Dioses recelosos de sus proles indeseadas
    acechan a las diosas que se acuestan con hombres.
    Los padres de tribus a los mancebos devoran,
    y el justo Edipo, testigo insobornable,
    se descuaja los ojos contra el error del cielo.

    Hubo un rey en Lidia cuya casa honraba el Olimpo,
    ¡y osó hacer festín de las carnes de su hijo!

    Como torres gigantes, los Inmortales, mudos,
    contemplan la ofrenda de Tántalo mezclada de horrores.
    ¿Qué hacías, Diosa hambrienta, olvidadiza Deméter,
    devorando, sin saberlo, el hombro arrancado de Pélope?
    Zeus Tempestuoso hinca los ojos en Tántalo,
    que entra desbarrancado en los Infiernos,
    donde con boca reseca jadea tras el agua que huye;
    donde, por hurtárselas, los árboles sus pomas degluten.
    Júntanse las partes, y Pélope vuelve a vivir;
    se alza cetro en mano, y el hombro de marfil.

    (cont.)


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    Mensaje por Lluvia Abril Vie 01 Jun 2018, 03:58

    MÉXICO

    ALFONSO REYES

    IFIGENIA CRUEL
    (cont.)



    Pero la maldición vuela, contaminando
    a todos los brotes de su gente.
    Niobe deshijada, piedra que llora ríos,
    ve traspasados sus hijos con flechas de oro,
    y Tiestes y Atreo, en festines horrendos,
    vomitan, desfallecidos, la sangre criminal del abuelo.

    Y nacieron, uno de otro,
    Tántalo, Pélope y Atreo,
    y Agamemnón, castigador de Troya
    y hermano vengador del zaino hermano.
    Igual deslealtad les esperaba
    con Clitemnestra, hembra matadora del macho,
    y con Helena, por quien tiene hartazgo
    de cadáveres la ciudad de los pájaros.
    Mientras las naves huecas deshacían la ruta de Ilion,
    tramaba Clitemnestra con Egisto;
    y Agamemnón cayó a mansalva,
    vencido entre los brazos de su casa.

    Entre los que crecían en palacio,
    el mayor de los hijos
    era menor que la venganza: Electra,
    hermana blanca; pero, providente,
    me hizo nutrir de tierra y de raíces,
    abrigado de cuevas y de pieles,
    montaraz y distante,
    intacto cazador de Apolo.

    Y, en la incertidumbre de sus noches,
    el sueño de la madre dio presagios:
    me veía dragón, me padecía
    estrujando y sorbiendo en sus pezones
    fango de leche y sangre.

    Y al fin, entre relámpagos de crimen,
    bajo el furor de Apolo cómplice
    y la tronante cólera del cielo,
    y bajo las legiones espantadas
    y saltonas de Furias,
    el cazador cazó a la madre adúltera.

    ¡Oh vino soberano
    que un día me embriagaste para siempre!
    ¡Nunca probara yo de tu delirio,
    y no me persiguiera
    la indignada caterva de mi madre!


    IFIGENIA

    Los nombres que pronuncias irrumpen por mi frente
    y se abren paso entre tumultos de sombra;
    y, por primera vez, mi dorso cede
    con un espanto conocido.

    Me devuelvo a un dolor que presentía;
    me reconozco en tu historia de sangre,
    y gime, sin que yo lo entienda todavía,
    un grito en mis orejas que dice: “¡Áulide! ¡Áulide!”


    CORO

    Asisto a los misterios —y callo.


    IFIGENIA

    Siento, como en la ácida mañana,
    madrugar al pavor de estar despierta:
    cenizosa conciencia
    que torna a la mentira de los días
    con una lumbre todavía de sueño,
    hecha de luz funesta que transparenta el mundo.



    ORESTES

    Te asiré del ombligo del recuerdo;
    te ataré al centro de que parte tu alma.
    Apenas llego a ser tu prisionero,
    cuando eres ya mi esclava.

    En Áulide, los vientos no prosperan
    o los adversos dioses redoblan el resuello;
    y para que los leños flotantes de las naves
    sigan el curso, piden sacrificios.
    La sangre de una virgen Artemisa reclama.


    IFIGENIA

    ¡Oh Diosa, voy a ti, pues tú me llamas!

    (cont.)


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    Mensaje por cecilia gargantini Vie 01 Jun 2018, 19:55

    Me gusta Alfonso Reyes!!!!!!!!!!!!!!!!!!
    En mis años de estudios, lo analizamos bastante. Gracias por recordármelo.
    Besossssssssssssss, amigos
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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Sáb 02 Jun 2018, 00:23

    Bien, Lluvia... trabajamos, descubrimos y nos asalta el alma la belleza:

    "Asisto a los misterios... y callo".




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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Sáb 02 Jun 2018, 00:25

    Gracias Cecilia... tú sabes lo importante que es tu paso. O debes saberlo, porque cada vez que te sentimos a nuestro lado se expande el horizonte de nuestra entrega.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Sáb 02 Jun 2018, 00:39

    A veces, no sé si a Lluvia le pasará, creemos estar desolados... ¿Qué tendrá que ver Carlos Pellicer con la Poesía Social...?

    Desde luego nadie puede dudar de la ejemplaridad y belleza de sus versos ( en un porcentaje muy elevado, dentro de la mística más profunda).

    La Antología que hemos puesto suya, proviene de la UNAM, un valor intrínseco. Y el último estudio, de LUÍS RODRÍGUEZ ROCHA, aunque profúndamente técnico y filológico, otro valor sosteniendo el valor de un poeta y la calidad de su obra, pese a mis propias dudas. Sí, las personas  dudamos muchas veces de lo que hacemos...

    Pero como le decía a Lluvia : el trabajo, antes o después, siempre encuentra recompensa. A partir de los días sucesivos... y cuando ya creía haber obtenido pocos frutos... veréis como es la CREACIÓN  DEL HOMBRE PARA LOS INDIOS MIXTECA... ( ¿Social?¿Histórico? ¿Mitológico? ¿Incluso místico, obedeciendo a la supremacía del ser humano sobre el mismo dios sol...?)

    Lo veréis, insisto

    ROMANCE DE TILANTONGO

    (A EFRAÍN HUERTAS)...

    A partir de mañana y en sucesivos días.

    Gracias.


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    Mensaje por Lluvia Abril Sáb 02 Jun 2018, 00:51

    Pero como le decía a Lluvia : el trabajo, antes o después, siempre encuentra recompensa. A partir de los días sucesivos... y cuando ya creía haber obtenido pocos frutos... veréis como es la CREACIÓN DEL HOMBRE PARA LOS INDIOS MIXTECA... ( ¿Social?¿Histórico? ¿Mitológico? ¿Incluso místico, obedeciendo a la supremacía del ser humano sobre el mismo dios sol...?)

    Mi querido amigo; todo esfuerzo, y pienso que sobre todo cuándo éste se realiza con ganas, con amor, en este caso hacia la poesía, siempre siempre tiene su recompensa y la gran satisfacción de haber conseguido aquello por lo que luchas, eso es ya una gran recompensa.
    Y eh aquí el ejemplo; Sabía que lo conseguías, así que...¡Gracias mil y, adelante! Bueno, pero no corras demasiado que no llego.
    Venga, besos


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    Mensaje por Lluvia Abril Sáb 02 Jun 2018, 00:54

    Ya nuestro querido Pascual te dio las gracias, querida Ceci, pero también quiero dejarte unos besos.


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    Mensaje por Lluvia Abril Sáb 02 Jun 2018, 01:12

    MÉXICO

    ALFONSO REYES

    IFIGENIA CRUEL

    (cont.)




    ORESTES…

    Aguarda.

    La casta de adivinos es ávida de males.
    Hija de Agamemnón: fuerza es traerte
    engañada hasta el sitio de la ofrenda,
    donde adelanta en pago de lágrimas la madre
    el crimen que ha de cometer más tarde.


    IFIGENIA

    Al fin es madre, Orestes;
    y espera, en las edades de la hija,
    que la fruta de nietos se le rinda.
    Al fin es madre, Orestes, y prolonga
    hasta la pubertad el gusto de mi cuna.

    Al fin, en cada hora presentía
    la cosecha de una caricia nueva;
    porque es todo inquietudes y sorpresas
    el logro minucioso de la hija.

    Odiseo me trajo prometida
    al lecho de un valiente —Aquiles.— (Oye:
    al crear este nombre con esfuerzo,
    tengo piedad yo misma de mis labios.)
    —Pero ¿qué hago, Diosa? ¿Salgo de tu misterio?
    Amigas, huyo: ¡esto es el recuerdo!
    Huyo, porque me siento
    cogida por cien crímenes al suelo.
    Huyo de mi recuerdo y de mi historia,
    como yegua que intenta salirse de su sombra.

    Sujétanla.


    ORESTES

    Sujetadla y que beba la razón
    hasta lo más reacio de sus huesos.
    Hínchate de recuerdos,
    óyelo todo: En Áulide fuiste sacrificada;
    pero Artemisa te robó a su templo
    a la hora en que Calcas descargaba el cuchillo,
    y cayó en tu lugar, forjada de tu miedo,
    cierva temblona que mugió con muerte.


    IFIGENIA

    Orestes, soy tu hermana sin remedio,
    y en el torrente de la carne siento
    latir la maldición de Tántalo.

    Pero contéstame, pues me castigas
    de envidiar la miseria de las hijas de Táuride
    y desear la vida compartida
    —humano pan de donde todos coman—,

    ¿no me estaba yo bien, guijarro de esta roca,
    arista desgajada de la Diosa?
    ¿No me fuera más dulce la sombra en que yacía
    y el destazar continuo de las víctimas?
    ¿A qué trajiste el rayo de mi casa
    a la ribera en que estaba yo perdida?

    ¡Ay hermano de lágrimas, crecido
    entre la palidez y el sobresalto!
    ¡Déjame, al menos, que te mire y palpe,
    oh desvaída sombra de mi padre!


    CORO

    Entran los ojos en los ojos. Andan
    tentándose las manos con las manos.
    Y en la arena, la huella de la hermana
    acomoda a la huella del hermano.


    ORESTES

    Y déjame que alivie tanto llanto
    —¡ay hermana que fuiste mi nodriza!—
    viendo rodar mi lloro por tu cara
    y latir en tu cuello mi fatiga.


    CORO

    ¡Señora! ¿Y te acaricia? ¡Y tú te doblas
    debajo de su barba! Y nos pareces
    más pequeñita, al paso que reviven
    y te van apretando las memorias.


    IFIGENIA

    ¡Suelta, suelta, que mi dolor no importa!
    No me abandones, Diosa,
    y permite que huya de mí propia
    como yegua que intenta salirse de su sombra.

    ORESTES

    ¿Recuerdas?


    IFIGENIA

    Sí.—Llegamos en el carro:
    mi madre —porque es mi madre, Orestes—,
    tú, tierno niño que sólo ríe y llora,
    yo, y los presentes de mi boda.

    Me bajaron en brazos las muchachas de Calcis,
    como a la prometida del nieto de Nereo;
    y a ti, con delicadas manos,
    para no sacudir tu frágil sueño;
    que eran asustadizos los caballos,
    y no obedecían a la voz.

    Saltamos como terneras sueltas en prado.
    Ignorando las rudezas del campamento,
    yo, corazón nupcial, fiesta hacía de todo.

    Y he visto a los dos Áyaces, amigos de armas;
    y a Protesilao y Palamedes
    que jugaban con unas figurillas;
    y a Diomedes, hecho a lanzar el disco;
    y al portentoso Merión, raza de Ares;
    y al hijo de Laertes, engañoso;
    y al hermoso Nireo, el más hermoso.

    A pie, de lejos, disputaba Aquiles
    —oh sienes mías hechas al dolor—
    victorias de carrera a la cuadriga
    de Eumelo, que acosaba a los caballos
    blancos del yugo,
    y a los rojos manchados que iban a larga rienda.


    CORO

    ¡Oh Paris, Paris, que con la flauta frigia
    apacentabas novillos en el Ida!
    ¡Oh juez de diosas y ladrón de hogares,
    cómo va a perecer por ti la flor del año!


    ORESTES

    Di, ¿conociste a Aquiles?


    IFIGENIA

    No, sino con el relato de mi madre
    que, con estrago de dolor y miedo,
    se echó a sus pies, pudores olvidando.

    Alumno de Quirón, hijo de diosa,
    era ajeno al engaño, y fue a salvarme.
    Lloraba sin rubor: ¡era tan joven!
    No negaba el pavor: ¡era tan bravo!
    No quiso conocerme: ¡era tan casto!

    (cont.)


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    Mensaje por Lluvia Abril Sáb 02 Jun 2018, 01:14

    MÉXICO

    ALFONSO REYES

    IFIGENIA CRUEL

    (cont.)



    ORESTES

    Prosigue.



     IFIGENIA

    ¡Infierno, Infierno!  
    Tu boca misma habló por Clitemnestra.
    Me hizo llegar, trayéndote en el manto,
    y a mí, que lo quería más que todos,
    me redujo a escuchar lo que le dijo al padre.


    CORO

    Un gran dolor ahoga la vergüenza.


    IFIGENIA:

    Dijo: —“Me arrebataste a mi primer marido;
    y, arrancándomelo de los pechos,
    estrellaste a mi primer hijo contra el suelo.
    Mi padre hizo la paz en los hermanos,
    y fui casta y sobria en tu palacio.
    Tres hijas y un hijo te he dado.
    Te sales de tus tierras por ajenos agravios,
    y, además de tu aposento vacío,
    ¿quieres que llore ahora la muerte de Ifigenia?
    ¿Y qué frente ofrecerás mañana
    al beso de tus hijos sin hermana?
    Que ceda Menelao a su hija Hermione:
    suya es la ofensa, no son ciegos los dioses.
    ¡Oh mano que mandas de lejos!
    ¿Arrastrarás tu propia hija por los cabellos
    hasta el ara de la Divina Cazadora,
    y yo la seguiré, sin soltar sus vestidos,
    hecha consternación de tus ejércitos?”


    ORESTES

    ¿Y yo, entretanto?


    IFIGENIA

    No sabías hablar, ¡oh el más amado!
     Con lágrimas y brazos implorantes
    tú me ayudaste, en fin, cuanto podías.  
    Estreché con el tuyo el cuerpo de mi padre,
    como con elocuente rama de suplicantes:

    —“Yo la primera te he llamado padre;
    tú la primera me llamaste hija;  
    gozosas nupcias prometiste un día,
    y yo soñaba en acogerte, anciano,
    entre próspera bulla de la prole.  
    Insano afán de navegar a tierras bárbaras
    te hace dejar la tierra
    donde cortan jacintos y rosas los que dio a luz mi madre.
    Mas yo no debo amar demasiado la vida.
    —¡Dispón, oh Calcas, de mi ración de sangre”

    Y desvié los ojos
    del bulto convulsivo de mi madre.
    Calcas alzó la mano: ¿se oyó el golpe?


    ORESTES

    He aquí que te encuentro muerta y viva,
    sacrificada y sacrificadora.


    IFIGENIA

    Con sospecha:

    ¿A qué viniste, di?


    ORESTES

    En busca tuya.


    IFIGENIA

    Recobrando su arrogancia perdida:

    ¿Para que siga hirviendo en mis entrañas  
    la culpa de Micenas, y mi leche
    críe dragones y amamante incestos;
    y salgan maldiciones de mi techo
     resecando los campos de labranza,
    y a mi paso la peste se difunda,  
    mueran los toros y se esconda la luna?

    ¿En busca mía, para que conciba
    nuevos horrores mi carne enemiga?
     ¿Para que aborten las madres a mi paso,
     y para que, al olor de la nieta de Tántalo,  
    los frutos y las aguas huyan de mi contagio?


    ORESTES

    Por el sello que llevas en la frente,
    hija de Agamemnón, ante los tauros
     oye la orden que traigo de Apolo:
    Me seguirás hasta Micenas de oro,
    y volverás a la casera rueca,
    y cumplirás con dar los brotes nuevos
     a la familia en que naciste hembra.

    Fuerza será que, complaciente esposa,
    te alimente en su casa algún príncipe aqueo.
    No se corta la sangre sin mandato divino.

    (cont.)


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    Mensaje por Lluvia Abril Sáb 02 Jun 2018, 01:17

    MÉXICO

    ALFONSO REYES

    IFIGENIA CRUEL

    (cont.)



    IFIGENIA

    Huiré de mí propia,
    como yegua acosada que salta de su sombra.


    ORESTES

    Me seguirás, y ceñirás la vida
    a que las altas normas te condenan.
    Cualquier dolor pasado
    es, a los mismos dioses, duro espanto.
    ¿Quieres romper con la Necesidad,
    vuelta contra el latido que llevas en el vientre?
    ¿Y qué harás, insensata,
    para quebrar las sílabas del nombre que padeces?


    IFIGENIA

    ¡Virtud escasa, voluntad escasa!
    ¡Pajarillo cazado entre palabras!
    Si la imaginación, henchida de fantasmas,
    no sabrá ya volver del barco en que tú partas,
    la lealtad del cuerpo me retendrá plantada
    a los pies de Artemisa, donde renazco esclava.

    Robarás una voz, rescatarás un eco;
    un arrepentimiento, no un deseo.
    Llévate entre las manos, cogidas con tu ingenio,
    estas dos conchas huecas de palabras: ¡No quiero!

    Refugiase en el templo, desapareciendo de la escena.


    TOAS

    He aprendido a llorar ajenos males
    y a gozar con mesura el bien que alcanzo.
    No puede el noble decir lo que le plazca.
    ¡Qué vanas apariencias nos gobiernan!
    Cierto es que servimos a la plebe.
    Licencia tienen otros para clamar a voces,
    no el monarca prudente,
    que sólo con el ceño engendra nubes.


    CORO

    Nadie que no sea sensato
    mande en las plazas de los hombres.
    Oh rey de leves pies de ave:
    hay sed de tu clemencia.


    TOAS

    Como dirigiéndose a Ifigenia:

    Todo lo sé: la onda cordial desata,
    voluntad que anulaste la porfía
    del bien y el mal; dureza generosa,
    basa de templos, muralla de ciudades.

    Boca de dictar leyes,
    mano de hacer y deshacer cadenas,
    frente para corona verdadera,
    ¿qué nombre te daremos?

    Todo lo sé: la onda cordial desata,
    cólmate de perdón hasta que sientas
    lo turbio de una lágrima en los ojos:
    Mata el rencor, e incéndiate de gozo.


    CORO

    Alta señora cruel y pura:
    compénsate a ti misma, incomparable;
    acaríciate sola, inmaculada;
    llora por ti, estéril;
    ruborízate y ámate, fructífera;
    asústate de ti, músculo y daga;
    escoge el nombre que te guste
    y llámate a ti misma como quieras:
    ya abriste pausa en los destinos, donde
    brinca la fuente de tu libertad.


    TOAS

    Destuerzan la senda los náufragos.
    Dadles, tauros, remos y velas.
    Oh mar: tuyo era el mensaje:
    guárdalos tú de tus procelas.

    Seguidos del pueblo, aléjanse hacia el mar Pílades y Orestes,
    brazo en el hombro, dobladas las barbas sobre el pecho.


    CORO

    ¡Oh mar que bebiste la tarde
    hasta descubrir sus estrellas:
    no lo sabías, y ya sabes
    que los hombres se libran de ellas!

    Ha anochecido. Las primeras luces se atreven.


    Fin de la obra


    Tomado del Tomo X de las Obras
    Completas de Alfonso Reyes del
    Fondo de Cultura Económica.





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    Mensaje por Lluvia Abril Sáb 02 Jun 2018, 02:12

    MÉXICO

    Poesía de Alfonso Reyes




    EL LLANTO

    Al declinar la tarde, se acercan los amigos;
    pero la vocecita no deja de llorar.
    Cerramos las ventanas, las puertas, los postigos,
    pero sigue cayendo la gota de pesar.

    No sabemos de donde viene la vocecita;
    registramos la granja, el establo, el pajar.
    El campo en la tibieza del blando sol dormita,
    pero la vocecita no deja de llorar.

    -¡La noria que chirría!- dicen los más agudos-
    Pero ¡si aquí no hay norias! ¡Que cosa tan singular!
    Se contemplan atónitos, se van quedando mudos
    porque la vocecita no deja de llorar.

    Ya es franca desazón lo que antes era risa
    y se adueña de todos un vago malestar,
    y todos se despiden y se escapan de prisa,
    porque la vocecita no deja de llorar.

    Cuando llega la noche, ya el cielo es un sollozo
    y hasta finge un sollozo la leña del hogar.
    A solas, sin hablarnos, lloramos un embozo,
    pero la vocecita no deja de llorar.


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    Mensaje por Lluvia Abril Sáb 02 Jun 2018, 02:13

    MÉXICO

    Poesía de Alfonso Reyes


    SOL DE MONTERREY

    No cabe duda: de niño,
    a mí me seguía el sol.

    Andaba detrás de mí
    como perrito faldero;
    despeinado y dulce,
    claro y amarillo:
    ese sol con sueño
    que sigue a los niños.

    Saltaba de patio en patio,
    se revolcaba en mi alcoba.
    Aun creo que algunas veces
    lo espantaban con la escoba.
    Y a la mañana siguiente,
    ya estaba otra vez conmigo,
    despeinado y dulce,
    claro y amarillo:
    ese sol con sueño
    que sigue a los niños.

    (El fuego de mayo
    me armó caballero:
    yo era el niño andante,
    y el sol, mi escudero.)

    Todo el cielo era de añil;
    Toda la casa, de oro.
    ¡Cuánto sol se me metía
    por los ojos!
    Mar adentro de la frente,
    a donde quiera que voy,
    aunque haya nubes cerradas,
    ¡oh cuánto me pesa el sol!
    ¡Oh cuánto me duele, adentro,
    esa cisterna de sol
    que viaja conmigo!

    Yo no conocí en mi infancia
    sombra, sino resolana.-
    Cada ventana era sol,
    cada cuarto era ventanas.

    Los corredores tendían
    arcos de luz por la casa.
    En los árboles ardían
    las ascuas de las naranjas,
    y la huerta en lumbre viva
    se doraba.
    Los pavos reales eran
    parientes del sol. La garza
    empezaba a llamear
    a cada paso que daba.

    Y a mí el sol me desvestía,
    para pegarse conmigo,
    despeinado y dulce,
    claro y amarillo:
    ese sol con sueño
    que sigue a los niños.

    Cuando salí de mi casa
    con mi bastón y mi hato,
    le dije a mi corazón:
    -¡Ya llevas sol para rato!-
    Es tesoro – y no se acaba:
    no se acaba – y lo gasto.
    Traigo tanto sol adentro
    Que ya tanto sol me cansa.-
    Yo no conocí en mi infancia
    Sombra, sino resolana.



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    Mensaje por Lluvia Abril Sáb 02 Jun 2018, 02:16

    MÉXICO

    Poesía de Alfonso Reyes


    (Un poema que me ha parecido de un gran contenido social)



    EL DESCASTADO

    I

    En vano ensayaríamos una voz que les recuerde algo a los Hombres,
    alma mía que no tuviste a quien heredar;
    En vano buscamos, necios, en ondas del mismo Leteo,
    Reflejos que nos pinten las estrellas que nunca vimos.

    Como el perro callejero, en quien unas a otras se borran
    Las marcas de los atavismos, O como el canalla civilizado
    -heredera de todos, alma mía, mestiza irredenta, no
    tuviste a quien heredar.

    Y el hombre sólo quiere oír lo que sus abuelos contaban;
    Y los narradores de historias
    buscan el Arte Poética en los labios de la nodriza.

    Pudo seducirnos la brevedad simple, la claridad elegante,
    La palabra única que salta de la idea como bota el
    Luchador sobre el pie descalzo...

    Mientras el misterio lo consentía, mientras el misterio
    Lo consentía.

    II

    Alma mía, suave cómplice:
    No se hizo para nosotros la sintaxis de todo el mundo,
    Ni hemos nacido, no, bajo la arquitectura de los Luises

    ¿Quién, a la hora del duende, no vio escaparse la esfera,
    rodando, de la mano del sabio?

    Con zancadas de muerte en zanco échase a correr el
    Compás, acuchillando los libros que el cuidado olvidó en
    La mesa.

    Así se nos han de escapar las máquinas de precisión,
    Las balanzas de Filología,
    Mientras las pantuflas bibliográficas nos pegan a la
    Tierra los pies.

    (Y un ruido indefinible se oía, y el buen hombre se daba
    a los diablos.
    Y cuando acabó de soñar, pudo percatarse de que aquella
    noche los ángeles -¡los ángeles!- habían cocinado para él.)

    III

    San Isidro, patrón de Madrid, protector de la holgazanería;
    San Isidro Labrador: quítame el agua y ponme el sol.

    San Isidro, por la mancero que nunca tu mano tocara;
    San Isidro: quítame el sol, a cuya luz se espulgó la
    Canalla; quítame el sol y ponme el agua.

    Si por los cabellos arrastras la vida,
    como arrastra el hampón la querida.
    Ella trabajará para ti
    San Isidro, patrón de Madrid: deja que los ángeles
    Vengan a labrar,
    Y hágase en todo nuestra voluntad.

    IV

    Bíblica fatida de ganarse el pan,
    desconsiderado miedo a la pobreza.
    Con la cruz de los brazos abiertos
    ¡quién girara al viento como veleta!
    Fatiga de ganarse el pan:
    como la cintura de Saturno,
    ciñe al mundo la Necesidad.
    La Necesidad, maestra de herreros,
    Madre de las rejas carcelarias
    y de los barrotes de las puertas;
    Tan bestial como la coz del asno
    en la cara fresca de La molinera,
    Y tan majestuosa como el cielo.

    Odio a la pobreza: para no tener que medir
    por peso tantos kilogramos de hijos y criados;
    Para no educar a los niños en escasez de juguetes y flores;
    Para no criar monstruos despeinados,
    que alcen mañana los puños contra la nobleza de la vida.

    Pero ¿vale más que eso ser un Príncipe sin corona, si
    Un Príncipe Internacional,
    Que va chapurrando todas las lenguas
    y viviendo por todos los pueblos,
    entre la opulencia de sus recuerdos?

    ¿Valen más las plantas llagadas por la poca costumbre de andar
    que las sordas manos sin tacto, callosas de tanto afanar?

    Bíblica fatiga de ganarse el pan,
    desconsiderando miedo a la pobreza.

    Alma, no heredamos oficio ninguno - ama loca sin economía.
    Si lo compro de pan, se me acaba;
    Si lo compro de aceite, se me acaba.
    Compraremos una escoba de paja.
    Haremos
    Con la paja
    Una escalera.
    La escalera ha de llegar hasta el cielo.
    Y, a tanto trepar, hemos de alcanzar,
    Siempre adelantando una pierna a la otra.



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    Mensaje por Lluvia Abril Sáb 02 Jun 2018, 04:23

    MÉXICO

    Poesía de Alfonso Reyes


    {Huellas}

    EL MAL CONFITERO

    Es Toledo ciudad eclesiástica.
    Para sola una noche del año,
    Sus vides domésticas
    Dan un vino claro.

    Un vinillo que el gusto arrebola
    Del epónimo mazapán,
    Y que predispone muy plácidamente
    Para recibir hasta el alma del aroma Canonical
    De las uvas negras en aguardiente.

    Y es que la Iglesia
    Consiente la gula:
    Para cada antojo hay una licencia;
    Para cada confite, una bula.

    Y cándida azúcar chorrea
    Por el transparente de la Catedral;
    Y en sus brazos arrulla la Virgen
    Al pequeño dios comestible,
    Rosado y salmón;
    Y ¡oh, que famosas tajadas de Alcázar
    Si, como es granito, fuera turrón!

    Y es que la Iglesia consciente la gula;
    Y monja sé yo que toda es azúcar.
    Y que tiene vicioso al cielo
    De la miel hilada al pelo,
    Y sabe hacer unos letuarios de nueces,
    Y otros de zanahorias raheces,
    Y el diacitrón, codonate y roseta,
    Y la cominada de Alejandría,
    Y otras cosas tantas que no acabaría.

    ¿Pero aquel confitero que había,
    que en azúcar y almendra y canela
    los santos misterios hacía?
    La Pentecostés y la Trinidad,
    Y el Corpus y la Ascensión,
    Y un Jesús casi de verdad
    Con una almendrita en el corazón.

    Pero tiene sus reglas el arte,
    Y a cada figura, su parte.
    Y también había un Luzbel
    Con una cara ácida y larga,
    Y le ponía en el corazón
    Una insólita almendra amarga.

    ¡Terror de las madres: muerte solapada
    en las golosinas!
    ¡Sazón a mansalva,
    con el cardenillo de las cocinas!

    Bien se yo que tiene sus reglas el arte,
    Y a cada figura le toca su parte.
    Mas ¿garapiñar almendras amargas,
    Así sean las del corazón?
    Caridades escusadas,
    A fe mía, son.

    ¿Disfrazar un Luzbel con maña,
    que se lo confunda con un Salvador?
    Caridades excusadas,
    A fe mía, son.

    ¡Oh, buen hacedor!
    Hay arte mejor:
    No me vendas rencor en almíbar,
    Si he de hallar acíbar
    En el corazón.



    _________________
    “Como siempre; apenas uno pone los pies en la tierra
    se acaba la diversión”.


    "Mafalda"

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