SIGLO XIX
Betancourt, José Ramón de
Camaguey (Cuba). 1823 - La Habana (Cuba). 1890
Biografía
José Ramón Betancourt (1823-1890). Escritor cubano del siglo XIX cuyo nombre es imprescindible cuando se trata de los inicios de la narrativa cubana en la década del treinta.
Nació el 17 de octubre de 1823 en Camagüey, donde transcurrieron sus años infantiles y la primera enseñanza en el colegio de los Padres Escola-pios. Estudió filosofía y latín. Se sabe que se trasladó a La Habana para estudiar Leyes en el famoso Seminario de San Carlos y que en 1847 alcanzó el título de Licenciado en Derecho Civil y Canónico y el de abogado, otorgado por la Audiencia de Puerto Príncipe. En esta última ciudad fue nombrado síndico procurador general del Ayuntamiento.
Como consecuencia de sus relaciones con el anexionismo en Camagüey, debió padecer el destierro en España en 1851. El regreso a su Isla, a La Habana, se produjo en 1856. Entre las labores que desempeñó, fungió como director del Liceo Artístico y Literario y también como síndico del Ayuntamiento de La Habana con el cargo de teniente alcalde (1866).
Regresó a Europa como resultado de la represión desatada a propósito del inicio de la Guerra de Independencia con el alzamiento de Céspedes. Viajó entonces por Italia, Francia y España, donde fue nombrado diputado a Cortes por Puerto Rico. Esta responsabilidad le permitió denunciar la trata de esclavos y exponer la lamentable situación política y social de Cuba y Puerto Rico. En 1879 volvería a ser designado diputado a Cortes por Camagüey.
Debido a su esfuerzo gestor, se creó el Banco Agrícola y el Instituto de Segunda Enseñanza de su ciudad natal. Fue electo Senador del Reino por la Sociedad Económica de Amigos del País de Cuba y Puerto Rico (1882).
Con apenas 17 años, José Ramón Betancourt había escrito Una feria de la Caridad en 183…, en la cual hace una descripción costumbrista de Puerto Príncipe, utilizando como pretexto la feria de la Caridad, una tradición en la que se celebraban fiestas populares cada ocho de septiembre, el día de la Virgen de la Caridad.
El interés fundamental de esta novela está no sólo en la descripción de los paisajes de la sierra de Najasa, sino sobre todo en la descripción y la crítica de las costumbres de Camagüey, atendiendo a dos de sus problemas más agudos: el bandolerismo y el juego. En esta obra de Betancourt puede advertirse la repercusión que tuvo para sus contemporáneos la Memoria sobre la vagancia, de José Antonio Saco, quien dedica varias páginas a hablar también de los juegos que corrompían la sociedad, como las vallas de gallos, la lotería o el juego de cartas.
Podríamos suponer que la fecha que aparece en el título de la obra –183…– no se completa para de esa forma no comprometer la identifica-ción de algunos personajes reales, para tener mayor libertad a la hora de crear, sin ataduras cronológicas, o quizás, también, para reflejar un esta-do social que independientemente de los tiempos, se mantenía invariable. Sin embargo, por elementos históricos que Betancourt deja claros, sabemos que la anécdota que nos cuenta en su novela tuvo lugar entre los años que van de 1835 a 1845, una época en la que Camagüey era levantada moral y materialmente por los esfuerzos de El Lugareño, que era primo de Betancourt y que aparece como personaje en la novela, junto a su amigo Joaquín de Agüero, libertador de sus esclavos y promotor de mejoras agrícolas en Puerto Príncipe.
Otro de los personajes históricos que desfila por la novela es el bandido Juan Hernández, popularmente conocido como El Rubio, cuyos episodios legendarios son el pretexto de la acción. Betancourt hace que en su novela el bandido se disfrace de joven elegante y se nombre César Morgan, para introducirlo en la sociedad camagüeyana a través del juego. Y en contraposición con este bandido, aparece en la novela el personaje de Fernando, un joven sensato que se opone a la corrupción del juego y que representa en la obra la función moralizadora que debía tener la burguesía cubana para conseguir el progreso de la Isla. El propio Betancourt diría al respecto: “Mi objetivo fue recordar una época verdaderamente crítica para el Camagüey, época en que llegó hasta el seno de su sociedad estacionaria el espíritu de progreso que animaba al mundo y durante la cual el de asociación inició grandes mejoras morales y materiales; época en que cada uno despertaba de su indefentismo para fijar los ojos en el país, y en el porvenir, en que todos se afanaban por ayudar con sus luces, con su entusiasmo y con sus recursos a si engrandecimiento y felicidad”.
Betancourt escribió su novela con el seudónimo El Estudiante. Su posición ante el acto de la creación, quedó clara al tener que defenderse ante los ataques que recibiera por ciertas imprecisiones históricas: “Si mi obra, como concepción puramente literaria, puede estar plagada de defectos, como composición histórica no es posible que tenga uno solo, por la sencilla razón de que yo no he escrito una historia, ni siquiera una novela histórica, sino un cuento en el que he podido suponer hechos, crear personajes, darles nombres, pintar situaciones y bosquejar cuadros en la forma en que se iban presentando a mi imaginación y caían bajo los puntos de mi pluma”.
Quizás, esa misma actitud de Betancourt, de considerarse todavía un aprendiz del género narrativo, fue la que lo impulsara a circular la primera edición de su libro, de forma anónima, entre varios escritores y críticos para que estos fueran anotando sus impresiones y sugerencias al margen de las páginas. Y es curioso que Cirilo Villaverde, quien ya era una autoridad de la narrativa cubana, fuese quien le recomendara que no hiciera caso a las demás opiniones y que publicara una segunda edición de la novela arreglada por su propio criterio.
Muchos años después, con motivo de su muerte, José Martí dedicó algunas páginas de su periódico Patria a la noble figura de José Ramón Betancourt, como también Julián del Casal lo haría en el periódico La Discusión, con los siguientes términos: “Como escritor, ha dejado una serie de obras, unas en prosa y otras en verso, que pueden ser colocadas en todas las manos y que se conservarán en todos los hogares cubanos. Ellas pintan, mejor de lo que pudiera hacerlo la pluma más experta, la pureza y la elevación del alma de su autor. Todas están consagradas a la dignificación, bajo diversas formas, de las más altas virtudes que adornan a la humanidad”.
José Ramón Betancourt colaboró en La Gaceta y El Fanal (Camagüey) y en la Revista de Cuba y la Revista Geográfica Comercial (Madrid). Utilizó los seudónimos El Estudiante y Las dos banderas. Murió en La Habana el 23 de junio de 1890.
Bibliografía activa
Una feria de la Caridad en 183…; cuento camagüeyano, Puerto Príncipe, Cuba, 1841 / 5ta. Edición ilustrada y notablemente aumentada, prólogo de Cirilo Villaverde, Imprenta de L. Tasso Serra, Barcelona, 1885.
Cartera de viaje, Puerto Príncipe, 1856.
Las dos banderas. Apuntes históricos sobre la insurrección en Cuba. Cartas al Exmo. Sr. Ministro de Ultramar. Soluciones para Cuba, Est. Tip. del Círculo Liberal, Sevilla, 1870.
Discurso y rectificaciones del Excmo. Sr. José R. de Betancourt, senador por las Sociedades Económicas de Cuba y Puerto Rico, en los días 21 y 22 de julio de 1884 con motivo de la discusión de las autorizaciones relativas a las reformas económicas de Ultramar, Madrid, 1884.
Prosa de mis versos, Delclós y Bosch impresores y Tipografía de Giró, Bar-celona, 1886-1887, 2 t.
Discursos y manifiestos políticos, prólogo de Calixto Bernal, Est. Tip. de F. Pinto, Madrid, 1887.
Bibliografía pasiva
Barrio, Adis: “La narrativa de la etapa a partir de 1844. Los novelistas. Betancourt, Piña”, en Instituto de Literatura y Lingüística José Antonio Portuondo Valdor. Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambien-te, Historia de la literatura cubana. Tomo I. La colonia: desde los orígenes hasta 1898, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2002, pp. 304-311.
Carbonell, José Manuel: “José Ramón Betancourt (1823-1890)”, La orato-ria en Cuba, Imp. Montalvo y Cárdenas, La Habana, t.1, pp. 277-278.
Casal, Julián del: “José Ramón Betancourt”, Prosas, Consejo Nacional de Cultura, La Habana, 1963, t. 2, pp. 1967-1969.
Franch, Javier: “Crítica literaria. Una feria de la Caridad en 183…”, en Liceo de la Habana, La Habana, septiembre 2 y 9, 1859, pp. 75-76 y 82-84 .
Lorenzo Luaces, Joaquín: “Una feria de la Caridad en 183…”, en Liceo de la Habana, La Habana, octubre 7 y 14, 1859, pp. 115-116 y 124-128
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