por Pascual Lopez Sanchez Mar 12 Mar 2019, 09:08
JULIO HERRERA Y REISSIG
POEMAS TEMPRANOS
(poemas que vienen tras los sonetos de LA SORTIJA ENCANTADA)
DIVAGACIONES ROMÁNTICAS
A la manera de Schumann
Cont.
VIII
La tarde que una Estambul
de oro pintó en tus quimeras,
se ha dormido en tus ojeras
con un éxtasis azul.
Tus dichas tristes en tanto
se muestran siempre inclinadas,
como esas enamoradas
que adoran el campo santo...
No hubiera mayor lisonja
que hacer de mi pecho adusto,
un monasterio a tu gusto
para que entraras de monja!
En la inmensidad remota
huye la tarde, y naufraga,
como una galera vaga,
bajo el incendio en derrota.
El viejo parque se embruja
y se idealiza el canal
y se agrava la Cartuja
de silencio medioeval.
Te singulariza un sello
varonil de gracia loca,
la paradoja de vello
lila, que sueña en tu boca.
Tu frente bajo la bruna
duplicidad de bandeaux
delira un claro de luna
entre dos sombras; : tú y yo!
Dime, qué brisa te peina,
y qué lucero te adora,
y qué cabeza de reina
humilla tu pie de Aurora?
La tarde que en tus pupilas
alhajó sus primaveras,
ha pintado en tus ojeras
un vago jardín de lilas.
Qué húmedas penas efluvia
tu mirada ultravioleta,
dice la luna incompleta
que tiene ojeras de lluvia.
Mi acento lleno de miedo
y tus miradas infijas,
se asocian como sortijas
hermanas de un mismo dedo.
Allá en la nocturna calma
tiembla un astro sensitivo,
como un punto suspensivo,
de tu alma hacia mi alma.
Y la violeta augural
que ajan tus labios de flor,
ríe a mi pena cordial
como una hermana menor.
Murió la tarde violeta,
tu hermana de soledad,
murió exhalando una quieta
fragancia de santidad...
Las lejanías se ahúman
hacia confines aciagos,
y todo: montes y lagos,
se congestiona de Schumann!
- Mira el azul constelado.
Qué grata iluminación!
Todo ese cielo estrellado
lo tengo en mi corazón.
Oh, tú la copa irreal
de algún elixir atómico,
la mayúscula inicial
de mi breviario astronómico.
Haz de la luz que te viste,
que en mi penumbra se integre;
con tu dicha un poco triste
yo haría mi pena legre.
Deja que tu alma retarde
desvanecida en mi hombro,
mientras nos unge la tarde
de vago verso y de asombro.
Condúceme a la imposible
Helicona donde bebe
el Infinito y las nueve
Musas del Incognoscible.
Sé tú la sacerdotisa
de mi eterna Religión,
y alza en la celeste misa
tu divino corazón.
Amor, nos llama , mi dueño,
dame de soñar tu ciencia,
dame de beber la esencia
melodiosa de tu ensueño.
Yo iré hasta el pozo en que arde,
samaritana tu vino,
como el lucero divino
de mañana y tarde a tarde .
Y sabré, ciego y de hinojos,
como ante el lúgubre Amós,
todo lo que hablan tus ojos
de la otra vida y de Dios!.
FIN DEL POEMA: DIVAGACIONES ROMÁNTICAS (A la manera de Schumann)
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