POESÍA SOCIAL. PUERTO RICO
HJALMAR FLAX
SONETOS
SONETOS (2ª edición revisada) y FIFTY-ODD POEMS
Presentación de Mercedes López-Baralt
Librería Libros AC, Santurce
jueves 2 de junio de 2017
Muy buenas noches a todos. Es obvio que muchos de los aquí reunidos conocemos al poeta que celebramos hoy, por lo que seré breve al presentarlo, para poner el acento en sus dos libros que acaban de ver la luz. Pero sí debo empezar recordando algo que lo caracteriza: su trabajo sin pausa, que tras los nueve libros incluidos en su Obra breve del 2009 (evidentemente el título no es exacto), ha producido Mientras tanto, Sonetos y Penultimátum. Hoy nos ofrece una versión renovada de sus Sonetos, y un libro inédito, en inglés: Fifty-Odd Poems. Lo que me hace recordar una anécdota que quiero compartir con ustedes. Hace años, cambiando canales en la tele, me topé con una entrevista que le estaban haciendo a un gran amigo, el distinguido psiquiatra puertorriqueño Efrén Ramírez. Y cogí el programa justo en el momento en que el entrevistador le hacía la gran pregunta de la noche: "¿Qué es la salud mental?" Sin pestañear, Efrén contestó: "La salud mental es tener proyectos". Respuesta inmejorable, porque un proyecto constituye una declaración jurada de fe en el futuro. Lo que refuta el famoso refrán "De poetas y locos todos tenemos un poco", que propone la equivalencia entre poesía y locura. Porque la sabia sentencia de Efrén Ramírez proteje a los poetas prolíficos. ¡Te salvaste, Hjalmar! Yo, de paso, alegremente cojo pon contigo, porque tan tan como tan tan en cuanto a no parar de escribir.
Ya con carnet de cuerdos los dos, practiquemos un ratito la solemnidad. Y es que estamos hablando de un poeta que ya ha accedido al canon en nuestro país. El laureado poeta mexicano Hugo Gutiérrez Vega celebra en este poeta “complicadamente sencillo”, su “paciente antirretórica” y la melancolía de su humorismo. Nuestro cronista mayor, el novelista Edgardo Rodríguez Juliá, afirma que “Hjalmar Flax inaugura senderos por bosques ya explorados; ¿qué más se le puede pedir a la buena literatura?”. También dice que si el neorromanticismo de Neruda concibió la poesía como mural, el intimismo de Hjalmar la concibe "como miniatura que nos revela la infinita extrañeza del mundo”. Para el ensayista Julio Marzán, en sus versos escuchamos “la voz del Macho Camacho ya cansado de tocar su guaracha y luego de varias sesiones de sicoterapia”. Por su parte, el poeta José Luis Vega señala: “En el centro de la escritura irónica de Hjalmar Flax se instala la sospecha, la imposibilidad de creer, sin más, en las fábulas del mundo... Así, sin ilusiones y sin consolaciones mayores, el poeta urde su respuesta ética ante la opacidad de un mundo que no tiene otra esperanza que la que pueda nacer de la propia imperfección... Ante tal desligamiento, Hjalmar hace del lenguaje su patria fundamental. Allí se instala y ampara. En sus versos hallamos el más agudo conceptismo de la poesía puertorriqueña”. Y la crítica literaria Carmen Dolores Hernández afirma que este poeta lúcido y lúdico ha llegado a una cima que solo alcanzan los pocos que se han entregado de lleno a tan exigente oficio.
Por mi parte, puedo decir que llevo conversando, por más de cinco décadas y desde antes de la publicación de su primer libro, con los versos de Hjalmar Flax. Desde que nos deslumbró a mi hermana Luce y a mí, en aquellas tertulias de nuestros años universitarios en la calle Alhambra de Hato Rey, tanto desde el teclado (había compuesto una melodía misteriosa, encantatoria) como desde la palabra, con un conmovedor poema de ecos darianos, que comenzaba: "He aquí lo fatal". Para nuestra desgracia, la melodía y el poema ya sueñan en el pozo del olvido. Pero sirvieron como heraldos de lo que comenzaría poco después. Desde entonces mi admiración por su obra me ha convertido en madrina sucesiva de sus libros: he presentado Abrazos partidos y Contraocaso, y prologado Obra breve. Me honra mucho, pues, presentar ahora sus dos libros más recientes; ¡Dios me libre de decir: "sus últimos libros"! Porque se trata de ponerle el cherry a un cóctel de solera.
Exitoso atentado contra la solemnidad, la poesía de Hjalmar Flax ha oscilado, desde sus comienzos, entre polarizaciones y contrastes. Oscilaciones, tanto de tema como de tono, que son tan solo una manifestación de su amplio registro. Pues en ella conviven el poeta huérfano que añora el amor materno; el poeta amoroso; el poeta solitario, misántropo; el poeta voyeur, que asedia con su mirada a cuanta buena hembra cruza su camino; el poeta crítico de la historia, tanto colonial como global; el poeta autorreferencial, que piensa en verso su oficio; el poeta que le canta con ironía - tantas veces melancólica, otras, jocosa – al proceso de envejecer; y el místico de la belleza. Sonetista, versolibrista, autor de haikús, lírico, conversacional, exquisito y procaz, Hjalmar Flax es un poeta múltiple. Multiplicidad que se proyecta en su sorprendente, autoparódico y multifacetado sujeto lírico: huérfano, solitario, melancólico, culto, reflexivo, rebelde, poeta, voyeur, depredador, blasfemo, sensual, misántropo, cínico, gruñón, descarado, zafio y a la vez delicadísimo. El poeta, escatimando alardes, resume en un soneto de Abrazos partidos el milagro de su poesía: “Pizca de inspiración, tonel de oficio”. Por cierto, que todo lo antedicho lo podemos constatar en los libros que presentamos hoy.
Vamos a ellos. La versión revisada y ampliada de Sonetos constituye una lección sobre esta forma poética que ingresó en el canon de la mano de Dante, Petrarca y los poetas del Siglo de Oro, y contiene un apéndice muy útil que explica su origen y sus variantes. Se trata de una forma métrica que entrena al poeta tanto en la contención poética, ya que la economía de palabras abona a la intensidad, como en el dominio del ritmo, gracias a la regularidad de su estructura métrica y acentual. Ramón Sijé, el famoso amigo de Miguel Hernández, lo nombró en los años treinta de dos maneras, una despectiva y otra admirativa: "la cárcel del soneto" (porque constriñe) y "el sagrario del soneto" (porque alberga el pan bendito de la poesía). De ahí que el versolibrismo resulte su contrario, y en el caso de un Neruda, sirva para expresar el estallido de la pasión torrencial. En el de Hjalmar, para conversar con el lector y consigo mismo, como lo diría Antonio Machado en una frase que sirve de epígrafe a uno de los Fifty-Odd Poems: "Converso con el hombre que siempre va conmigo". El libro de sonetos cubre una amplia gama de los temas de Hjalmar: la orfandad, el desamor, la ausencia, el recuerdo, la soledad, la vejez, la muerte, el cachondeo erótico que nunca falta, la ciudad de San Juan, las desgracias patrias, el ateísmo blasfemo y como ñapa, un homenaje al Café Rubén, donde almuerza en compañía de sus amigos; versión posmoderna de lo que para Lorca fue su "Rinconcillo" de tertulias en el Café Alameda de Granada, hoy abierto bajo un nombre que no se merece: "Chikito".
Por su parte, Fifty-Odd Poems nos revela la mitad sajona del poeta, ya anunciada en algunos poemas previos. Se trata de un homenaje a su padre, el Dr. Herman Jacob Flax, distinguido médico de Virginia que casó con la doctora puertorriqueña Josefina Guarch, fundó familia y ejerció su profesión en Puerto Rico durante décadas. También nos revela que el poeta puede ser el mismo en dos voces, y que en inglés fluye con certeza, elegancia y su acostumbrada picardía. Para muestra un botón; un poema muy hermoso, titulado "Wind", sobre el misterio que detona la poesía:
If I could see the wind
that moves the leaves and branches
of this sheltering tree,
I'd be a lesser god and would not marvel
at the invisible presence.
But I'm just a poet, a child of the weather,
surrounded by wind,
cradled in mystery,
always expectant."
Aunque el poeta reincide en sus temas, entre ellos el homenaje a a sus progenitores, la tradición poética que lo cobija en este libro ya es otra; de manera que el lector asistirá a un diálogo con Robert Browning, Waldo Emerson, Wallace Stevens, Emily Dickinson y Ogden Nash... entremezclados con Palés, Machado, Jorge Manrique, Heráclito y Rilke.
Aunque distintos, los libros que nos ocupan comparten la soledad que el poeta lleva tatuada en la piel. En Fifty-Odd Poems dirá: "I talk to me and sometimes find a poem", o describirá la poesía como "the secret life left to its lonely self"; en Sonetos empleará como epígrafe a uno de sus poemas los versos de Lope: "A mis soledades voy,/de mis soledades vengo,/porque para andar conmigo/me bastan mis pensamientos". Y también reafirmará su esencia solitaria en el poema "La noria":
Merodea un poema, lo presiento.
Me inquieta el corazón, tienta el oído:
arpegio trunco, acorde indefinido...
insinuaciones del rumor del viento...
Necesito quietud, apartamiento,
deambular desnudo hacia el olvido,
sordo, ciego, inatento a lo vivido,
expuesto el hueso del entendimiento.
Pero es la misma pena que disfraza
su mismidad con vívidos matices
para engañarme. Pero al fin fracasa
porque sin el disfraz y en tonos grises,
trovando su agobiante barcarola,
surge mi soledad bogando sola.
Pese a camuflarse tantas veces bajo su procacidad y su humor negro, Hjalmar comparte el rasgo diagnóstico del romanticismo: la soledad, debida al choque entre el yo poético y el mundo. "Ser romántico - lo dice Guillermo Díaz Plaja - es sentirse aparte de la vida normal y suspirar por ella, sin desearla en el fondo". Es el caso de tantos poetas que proponen la ecuación soledad/poesía, como el mismo Lope, siendo un prerromántico. Pedro Salinas afirma que el milagro de la soledad está en que se trueca, por la fuerza de su presencia, en una compañía. Plasmada en la palabra. De ahí que Luis Cernuda convierta al custodio del faro en el epítome de la soledad, y que en su poema "Soliloquio del farero", se pregunte: "¿Cómo llenarte, soledad,/sino contigo misma?" Ya desde 1816 el inglés Shelley había asediado esta paradoja, desde que confiesa que en Alastor, the Spirit of Solitude, late la inspiración de su poesía. Allan Poe, por su parte, en su poema "Alone", de 1829, se ufana de una soledad que lo aparta del mundo y lo vuelve poeta. Antonio Machado no duda en celebrarla: "¡Oh soledad, mi sola compañía,/oh musa del portento, que el vocablo/diste a mi voz que nunca te pedía!,/responde a mi pregunta: ¿Con quién hablo?". Y en Muerte sin fin el mexicano José Gorostiza tiene unos versos elocuentes al respecto: "¡Oh INTELIGENCIA, soledad en llamas,/que todo lo concibe sin crearlo!". El puertorriqueño Luis Palés Matos no se quedó atrás, cuando en "El llamado" explicó la ecuación soledad/poesía con un lirismo insuperable: "¡Oh soledad, que a fuerza de andar sola/se siente de sí misma compañera!".
Es evidente que Hjalmar Flax se inserta en esta tradición de solera. Y, como fiel postromántica que soy, esto es lo que más me interesa de su poesía. Porque produce poemas melancólicos memorables. Quisiera terminar leyendo tres, en los que la soledad asume distintos nombres: ausencia, desamor, sufrimiento. En primer lugar, "Octubre", dedicado a la ausencia:
A mi lado la silla está vacía,
vacío el corazón de ausencia lleno:
su ausencia palpitante, mi veneno,
veneno de mi noche y de mi día.
Cuánta felicidad, cuánta alegría
en la esperanza caben. Cuán sereno
pasaba por la vida. Cuán ajeno
este vacío entonces parecía.
Fiel amiga de duros entendidos
mi soledad bromista, al conocerla,
todo su espacio le cedió. Al perderla
los vívidos recuerdos revividos
no me dejan vivir. Y vivo a ultranza,
sin amor, sin humor, sin esperanza.
En segundo lugar, "Plaisir d'amour", sobre el desamor:
Si aún llega su belleza y su dulzura
desde el pasado hasta mi pensamiento,
si aún evoco su olor, su movimiento,
y de su voz la clara tesitura...
Si a pesar de la vida, de la cura
que el tiempo presupone aún la siento,
y el corazón transita, tiento a tiento,
ciego de ausencia, sordo de amargura...
¿Valdrá la euforia del amor la inmensa
pena de amor cuando el amor termina
y ese otro amor, el desamor, comienza?
Responderé mañana, que hoy preciso
volver a recordar el paraíso
perdido en el desierto de su ruina.
Y en tercer lugar, un poema sobre la impotencia de la poesía para paliar el sufrimiento que causa la soledad. Se titula precisamente "Arte inútil":
Todo está dicho en este libro, todo,
pero de nade vale, si aún no cesa
de amarla y desearla, si interesa
encontrarle a sus vidas acomodo.
Vivo está su retrato en un recodo
de su mente y, no obstante la tristeza
de años que no la abraza ni la besa,
su corazón la aguarda de igual modo.
No empece el prolongado sufrimiento,
las cenas solitarias, la ancha cama,
su corazón, alegre, la reclama
inexplicablemente, fatalmente,
con el abrumador presentimiento
de que lo hará pedazos nuevamente.
¡Enhorabuena, Hjalmar!
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