José Manuel Caballero Bonald (1926-2021)

José Manuel Caballero Bonald



TEMA CERO

DE DESCRÉDITO DEL HÉROE III

Un espejo invertido ¿puede
dirimir el vislumbre de duda
que intercepta en la noche las imágenes
fragmentarias del tiempo?
Nadie
responde mientras surges
de pronto en la memoria
que no tengo de ti, te encaras
con tu propia suplencia y permaneces
detrás de la razón como la copia
de un fraudulento rastro de verdad.

José Manuel Caballero Bonald



DE DESCRÉDITO DEL HÉROE
ARGÓNIDA, 13 DE AGOSTO

………………(…porque ignoramos
………..nuestra mitad vacía.

CARLOS BARRAL)

Luciente espejismo que vi
en los idus de agosto por la linde
crepuscular de la marisma, cerca
del arenal de Argónida,
mientras las monocordes
dependencias del sueño disputaban
su parte de ficción al predominio
de la brumosa realidad,
¿Cómo podría yo olvidarme
no de lo incierto de esa historia
por nadie atestiguada,
sino de la razón que me ha asistido
desde entonces, habitante
de otro espejismo donde sólo
sigue siendo verdad lo que aún no conozco?

José Manuel Caballero Bonald



TECNICA DE LA IMAGINACIÓN
DE DESCRÉDITO DEL HÉROE III


Al oeste de Damasco serpentea la ruta prohibida que conduce al país de los honderos.
Si navegas en la tórrida noche estrellada podrás oír la acometida del mestral hostigando
los plácidos adarves costaneros de Mallorca . Hay un olor a papiro y a remo de Esmirna y a sudor de caballo en cada repliegue ornamental de la geografía. Y en derredor de esa gran madre lujosa y multípara, vendida como esclava al investido de poderes, cristalizan las piedras del jeroglífico cuya pavorosa inscripción de sangre precediera en nueve lunas la migración de los honderos. Abruptos y clandestinos son los atajos que llevan al refugio donde Artajerjes Longímano, disfrazado de alquimista de Cefalonia, escuchó sin complacencia demasiada las sanguinarias industrias de Ulises. Tu alma es esta piedra, la mer est ton miroir.
Baja a la sima azul y la ensenada y desnuda y ama dentro de lo húmedo a la vidriosa virgen llamada Esclaramunda. No te hará falta después la compañía del viejo bardo de Deiá ni el subterfugio de la naturaleza femenina de Homero, para hallar la acuática cueva donde fermentan con hedionda actividad las paraules vanas de la cultura. Cerca ronda ya el orden, ese caos en reposo. ¿Estás circundando por ventura, hijo mío, lo estás? No al mercader escuches que con púrpura y bronce fenicios tienta a tu madre, sino al harapiento
taumaturgo que mora como un dios olvidado en el satánico promontorio del Pantaleu. .
Sólo él podrá descubrirte, en la repentina altiplanicie del espanto, tu ya imposible identidad con la piedra que ha rodado al abismo.
En ella iba tu alma, mon semblable, mon frère.

José Manuel Caballero Bonald




VLAD TZEPESH ESCOLTA AL VIAJERO
……………………………………….(El empalador)

DE DESCRÉDITO DEL HÉROE IV


En Transilvania el frío
tiene dientes vidriosos, ojos
más bien que muerden
a través de la nieve al transeúnte.

Tensas las ramas en el neutro
tragaluz de la bruma, sólo un soplo
voluble las activa
con inclemencia de asta mientras
el rastro del trineo
finge en la sombra un borde
legendario de herida.
¿Alguien
oyó entre las estáticas
controversias del sueño el monocorde
jadear de la víctima y el silbo
desgarrador de la madera?

Mudas preguntas circunvalan
el incierto camino que conduce
a Moldoveanu y una torva
secreción de torturas
fluye desde lo absorto y atraviesa
el confín de la noche
como el mástil del tiempo la memoria.

José Manuel Caballero Bonald



FIGURA RETÓRICA

DE DESCRÉDITO DEL HÉROE IV

Escribir separada la palabra
unión, no es más que un modo
de hablar, dijo el tribuno.

Y se produjo entonces el prodigio:
un imprevisto amago de apreturas
disolvió de repente la asamblea.

José Manuel Caballero Bonald


SUPREMUN VALE

DE DESCRÉDITO DEL HÉROE IV


Puede ser que su inmortalidad
sea póstuma, que esté
premuerto, anegado en su líquido
incorruptible de católico, es posible
también que escuche como un vago
desplazamiento funeral
de pífanos o acaso
la retroactiva convulsión de quienes
a su inmune falacia son adictos.

Puede ser que no sea
sino un rastro de él mismo
taponado de escombros, ya vacías
las iracundas cuencas de la historia.

Mas de repente, desde algún remoto
distrito del terror,
surgen los mandatarios de ningún
futuro. El inmortal
promulga entonces su último
decreto, asume
el moho de su alma: ya no existe.

José Manuel Caballero Bonald



PRESENTE HISTÓRICO
DE DESCRÉDITO DEL HÉROE IV

El asesino cuyo nombre invocan
con fe vociferante
quienes se dicen herederos
de la promesa, escoge
sus periódicas víctimas
según un turno de elección
anónima y no en la noche empuña
el más acreditado de los signos:
alza una cruz donde no hay
sino trizas de cruces y autoriza
con su impune barbarie
la infracción de la vida que más mata.

José Manuel Caballero Bonald



DEVOTOS EN ACTIVO
DE DESCRÉDITO DEL HÉROE IV

Como falaz es el ingenio, así
también la confianza en los ardides
de la poesía, y más
si el codicioso autodidacto
engulle con lerda fruición
el penúltimo edicto cultural
y lo vierte después en textos varios.

¿Conoces por ventura, hipócrita
lector, a aquel que habiendo
podido fácilmente
evitarlo, eligió
el efímero turno del más crédulo
y en tercos cartapacios guarda
el usufructo de la certidumbre?

No en vano escrita está y tachada
su palabra en los últimos
escalafones del azar, cumplidos
ya los plazos del gregario. Con él
una proterva gloria se hizo endémica.

José Manuel Caballero Bonald


CRÓNICA DE INDIAS

DE DESCRÉDITO DEL HÉROE IV


No el caminante sino el emisario llegó una noche a la interina casa del extranjero.
Aún no había concluido la estación de las lluvias y seguían desovando las iguanas
y cuarteándose los perfumados preceptos del caobo. El emisario exhalaba un renuente
vaho a tierra fronteriza y traía una mano mojada de ron de consagrar. De modo
que el extranjero lo sentó a su mesa y escuchó palabras semejantes a derrumbes,
palabras con boquetes por donde empezó a vaciarse el tiempo sobre los sumideros
de la historia. Algo inaudible quedó, sin embargo, flotando entre ese metódico estupor
que precede al barrunto sacerdotal de la pólvora. Y ya era otra vez de día cuando el emisario se dispuso a partir. De la negra túnica ritual le chorreaba una apremiante abreviatura de héroe sometido a la promulgación del otro memorial de agravios. El emisario recuperó por un momento un ademán de prócer hasta cierto punto irremediable y se despidió del extranjero como si le enseñara a despedirse. Empezó a oler entonces a cerrazón selvática con la misma perseverante misericordia con que huele la piel de un animal enfermo. Nadie dijo más que lo que un perentorio destino había previamente intercalado entre el oratorio y el aula: nadie quiso en absoluto descifrar clave alguna en ese espacio vacío que va de un método pedagógico a una táctica de guerrillas. El extranjero tampoco supo entonces deducir que ya no volvería nunca a su casa de Bogotá Camilo Torres.

José Manuel Caballero Bonald



SERVICIO PRESTADO
DE DESCRÉDITO DEL HÉROE IV


Aquel impúdico orante, genuflexo como por sumisión a la memoria del látigo del cómitre, no levantó los ojos cuando el Segundo Mandatario pasó junto a él y le laceró la mejilla con la gangrenada cadena del pebetero. Tembló levemente el así castigado, más no modificó en absoluto la posición del tronco ni la beata complicidad de las manos. Siguió orando de hinojos, ya en la vecindad de la levitación, hasta que un sordo crujido de la viciada madera, no procedente del reclinatorio sino de la encerada solería , lo instó a reingresar apresuradamente en la sal de espera del subsecretario.

José Manuel Caballero Bonald



PUNTO MUERTO

DE DESCRÉDITO DEL HÉROE IV


Bebo en la noche con expresidiarios
y también con algún
anacoreta, bebo sin más
en sótanos a oscuras o en balcones
iluminados y también a veces
bebo absolutamente solo
mientras nadie me llama y busco
a quien me llama: viene
en sentido contrario al de la espera.

José Manuel Caballero Bonald


GLORIAS HEREDADAS
DE DESCRÉDITO DEL HÉROE IV

Héroes tan lerdos como estampas
de beatos, también
como reliquias oriundas
de tristes émulos de nada, erectos
no como falos en el podio
que entre ellos mismos ornamentan
de hereditarias inmundicias,

héroes palurdos, tétricos, beocios,
zafíos igual que ídolos
de aldea, orlados
con el laurel o la ovación
que a una común estolidez adeudan,

sólo la historia a la que pertenecen
pudo engullir tan deleznable historia.

José Manuel Caballero Bonald



INUTILIDAD DE LOS ANTÍDOTOS
DE DESCRÉDITO DEL HÉROE IV

El desenterrador de estatuas, correlativamente especializado en el embalsamiento de cadáveres y la desecación de aguas corruptas, fue avisado con universal sigilo para que acudiera desde el Lago Tiberiades a prestar sus servicios en la Gran Ceremonia de la Inhumación.
Después de un largo y azaroso camino, durante el cual se hizo aconsejable cambiar de ruta por siete veces consecutivas, el embalsamador llegó a su punto de destino con un retraso tan acérrimo que no logró disipar del todo las sospechas sobre su fidelidad. Aún era tiempo, sin embargo, de probar a concentrarse en la imperiosa operación. El embalsamador anduvo tanteando primero con ayuda de una vírgula el acolchado de las puertas heráldicas, las labradas maderas del artesonado, el tejido de las pasamanerías. Rastreó el husmo de la sangre entre el malsano esplendor de tapices, joyeros, lampadarios, estatuarias. Pidió después, no sin escrúpulos, que sacaran el cadáver del pudridero y a poco volvió a iniciar una exploración a todas luces excesiva por los abruptos espacios circunvecinos. Y así hasta que finalmente pareció desistir de la búsqueda de antídotos capaces de neutralizar la corrupción. El cadáver es endémico, manifestó con temeraria solvencia, ha acabado integrándose en una vitalicia gusanera de vísceras de santos y trofeos de caza.

José Manuel Caballero Bonald



MIENTRAS DURA LA REPRESENTACIÓN
DE DESCRÉDITO DEL HÉROE IV

Perdida ya su juventud, aquel que fuera
candidato a proscrito en tiempos
tenebrosos, mira hoy
con vergonzante insania
el furtivo desagüe de la historia.

Cómplice del destino
que la abulia macera, tal la innoble
vecindad de un pasado
tercamente oneroso, la esperanza
retrospectiva arrastra sus emblemas
hacia los vertederos
de un cansancio incurable.

Quien tanto luchar quiso contra
la sevicia del tiempo, inane permanece
en la opaca frontera de un fracaso
que a sí mismo se activa, mientras
otra razón más triste, ya con rango
de rémora, reclama
su ambigua dimisión a la memoria.

José Manuel Caballero Bonald




Muro de las compensaciones

LABERINTO DE FORTUNA II

Cercanos a la infamia, recobramos un compulsivo rudimento de inocencia. Por lo común ocurre después de haber tratado en vano de coartar esa anárquica disciplina con que suele activarse la imaginación, no se sabe si en busca de una falsa coartada o de una airosa prueba de complicidad. Pero más que un somero desliz urdido en la sevicia, habría que referirse a una gratuita forma de conmiseración. O quizá a esa especie de clausula exculpatoria con que se enmascaran de continuo las intermitencias delictivas de la virtud.

Me había perdido... y claro tenía interés en recuperar tu recorrido por lo excepcional:

"Cercanos a la infamia, recobramos un compulsivo rudimento de inocencia. Por lo común ocurre después de haber tratado en vano de coartar esa anárquica disciplina con que suele activarse la imaginación, no se sabe si en busca de una falsa coartada o de una airosa prueba de complicidad. Pero más que un somero desliz urdido en la sevicia, habría que referirse a una gratuita forma de conmiseración. O quizá a esa especie de clausula exculpatoria con que se enmascaran de continuo las intermitencias delictivas de la virtud."

Y, de paso, darte la gracias por tu tesón y entrega.

Besos.

José Manuel Caballero Bonald



Penúltima cumbre
LABERINTO DE FORTUNA II

La mortandad no es negociable, salvo en caso de extremo desequilibrio gestionario. A más muertos remotos, más vivos adyacentes. En ningún caso deben computarse indigencias y estragos subalternos: el hambre, la ignorancia, la lenta enfermedad, el terror de estar solo, las torturas endémicas y algunas otras muertes interinas. La fundación de la barbarie devora así sus propios dividendos. En la sala de juntas del piso 32 hay un mapa del mundo donde un pulcro edecán ha ido marcando líneas isobélicas, orbitas combustibles, zonas utilitarias de exterminio. Acólitos conectan con acólitos que se vigilan mutuamente y no atenderán nunca la llamada de ese maldito muerto que desea saber qué horrible cosa está pasando. Un rutinario síntoma de alarma cunde discretamente por gerencias, polígonos, factorías, cuarteles. Pero es sólo un instante. El Justicia Mayor acaba de dictar su veredicto: Hay que acallar definitivamente al muerto.

José Manuel Caballero Bonald




Culturas diagonales
LABERINTO DE FORTUNA II


Muchachos de parecida inclinación a la vehemencia y muy distintos sexos, se reunían ya tarde en torno al artilugio. Ofrendas no traían ni banderas tampoco ni ninguna palmaria prevención contra ciertos dispendios de la credulidad. Enemigos de nadie, combatían con quienes más se empecinaban en ser sus consanguíneos. Todos se parecían a un hermoso animal recostado en lo oscuro y a veces musitaban como si se lamieran las heridas. Poseían una gran copia de utensilios quiméricos y cajitas de música y flores de latón. Jactanciosos y adustos, incautos y epicenos, amaban por igual los espacios cerrados y la mutua jurisdicción de la tierra de nadie. Y una vez más estaban allí todos considerablemente juntos y uniformes, no en general desnudos, no macilentos a la fuerza: sólo oyendo, acechando el paso impredecible de la horda. Algunos, quizá los más escépticos conservaban a veces la suficiente lucidez como para neutralizar la seducción del artilugio. Tal vez contravenían su propio plebiscito : un instrumento de tortura no necesariamente debe ser asociado a un becerro de oro.

"El Justicia Mayor acaba de dictar su veredicto: Hay que acallar definitivamente al muerto." (Caballero Bonald.)


Un síntoma de la poesía S.C es que es extrapolable. El Justica mayor hoy tiene nombre y frase lapidaria :

"La Guerra Civil fue el enfrentamiento entre quienes querían la democracia sin ley y quienes querían ley sin democracia..."  PABLO CASADO. La Memoria de 540.000 muertos está  escupiendo al líder de la Oposición su falta de rigor histórico. Y su cinismo.

José Manuel Caballero Bonald



NEUTRO MATINAL
LABERINTO DE FORTUNA II

Cíclica herida de entreabiertos párpados, agujero en que anidan las jadeantes larvas de las horas, qué trabajo me cuesta abrir un libro, cerrar una ventana, prepararme a elegir el momento propicio, aprender finalmente que también la renuncia se rige cada día por un irrevocable código de honor. Seguir estando vivo consiste en no saberlo.

José Manuel Caballero Bonald


AGENDA
LABERINTO DE FORTUNA II

Me empecino de pronto en parecerme a ti, con quién sólo comparto una precaria cavidad de la noche. Quien no te conozca y el asedio del sexo no sea ya más que un subterfugio para poder reconocerte de antemano. Palpita la ansiedad por dentro de tu boca lo mismo que la fiebre y todavía queda una última dosis de alcohol de quemar en algún sitio. Tu cuerpo se entreabre igual que el de una ahogada mientras cruzan por el letargo las densas fumarolas del deseo. ¡Una emoción distinta a cambio de mi vida!

"...aprender finalmente que también la renuncia se rige cada día por un irrevocable código de honor. Seguir estando vivo consiste en no saberlo."

¿Quién puede decir esto si no es un maestro?

Gracias, amiga mía.

Gracias a ti, y a él, la verdad es que su manera de decir, llega.
Sigamos pues.

José Manuel Caballero Bonald


ME HAGO CARGO
LABERINTO DE FORTUNA II

El necio se asesora de otros necios contiguos. Qué derroche de ínfulas intercambia con ellos. Siempre aprende algo más de lo que ignora, si bien recibe menos de lo poco que da. Brilla en recintos semejantes a sótanos y declama con saña insatisfecha en tertulias, parroquias, consistorios. Es lenguaraz y sandio, pero abstemio: puede aspirar sin excesiva adulación al rango de amanuense. Lo avalan los oficios que más ha practicado: la patria y la familia.

José Manuel Caballero Bonald


CONQUISTAS
LABERINTO DE FORTUNA II

Nadie podrá vivir aquí más tiempo del que tarde en llegar Sancho el Obispo o Bonifacio el Coronel. Banderas como garras, báculos como garfios trepando hasta las cimas de Alcaduz y cayendo después hacia los huertos con la despavorida información de la sangre. ¿Los que heredaron cruces y venablos son los mismos que heredan todavía armas de fuego y pilas bautismales? Nadie podrá vivir ya nunca en ese territorio. Los que allí se quedaron siguen muertos.

José Manuel Caballero Bonald



BOUCHES-DU-RHÔNE
LABERINTO DE FORTUNA II

Sorda tenacidad del taciturno que en la impaciente madrugada se asoma al mar. ¿Se asoma al mar (y luego también al mar) o pide más de beber a quién no puede darle otra cosa que antídotos contra la sed malsana del pantano? Espejismo gemelo del de Argónida, en vano abasteciendo de emoción el paisaje, de rigor lo ilusorio. Allí se enemistaba con su propio recelo, confundía a sabiendas un juramento inútil: quienquiera que me arrastre lejos del mar, maldito sea. ¿Lo dijo o fue la voz como una ráfaga balbuciente del ábrego, fingiendo en las concavidades nocivas de la ciénaga otra distinta sed? Luego lamió la gran vasija de los sucedáneos, miró a lo lejos, fuese y no hubo nada.

José Manuel Caballero Bonald


DESVÍO UMBILICAL
LABERINTO DE FORTUNA II

Si pudiera apoyarme, aunque no fuese más que un momento, en alguna pared que se ha quedado de repente inválida, que apenas sirve ya sino para volver a recluir al que está solo, ¿sentiría a través de la mano, traspasándose desde un lugar en que viví cuando era niño, el tenue tacto reptante de otra mano que sigue conduciendo al indefenso hasta el vidente azar de andar a ciegas?

José Manuel Caballero Bonald



EL AÍRE SE SERENA
LABERINTO DE FORTUNA II

Desde ese rudimento de verdad que avala la premeditación del sueño, se escucha en lo oscuro el mecanismo de un reloj imaginario. El tiempo que pasa no es ya el tiempo que debe atribuirse a esos coágulos que flotan en el remiso fondo de las horas. Un famélico espacio de quietud desaloja a ese otro espacio furibundo del insomnio. Las leyes del recuerdo van desguazándose igual que se desguazan las costuras de un cuerpo que ha pasado demasiadas noches sin cohabitar con nadie. Al borde de la sombra extiende su satén la mansedumbre y un atisbo de luz propone al expectante el predilecto sueño de mañana.

José Manuel Caballero Bonald



LIGAMEN
LABERINTO DE FORTUNA II

Itinerario que odio tanto como a mí mismo me odio cuando provengo de la noche (o no provengo de ninguna parte) y me despierto de repente sin saber dónde estoy. Los bultos, los ruidos que en absoluto reconozco, ¿de qué artimañas me hacen cómplice? Nada es aún demasiado inicuo: sólo se escucha y lejos un excitante rastro de trompeta, ni siquiera muy mórbido, un barrunto de ropas arrugadas, ungidas de nocturna codicia genital, un borrón del recuerdo incorporándose al penoso papel del contendiente. Y antes de ver el día van llegando los vértigos, los vómitos de esa infamante sensación de reo que incorpora la luz a mi impotencia.

Paso. De todas maneras, tú ya lo sabes.

Gracias por tu trabajo.