José Manuel Caballero Bonald (1926-2021)

No voy a decir nada. Solamente disfruto de una poesía excelsa

"Era el tiempo imposible
en que junté mis años, la reliquia
final de mi memoria, y allí anduve
por el rastro gustoso de su cuerpo,
atestiguando mis mentiras."

Un buen trabajo el tuyo.

La verdad, es su poesía inmensa!. Crea adicción, eso me pasa, amigo mío.
Gracias, como siempre por estar ahí.

José Manuel Caballero Bonald



MAÑANA, ME DECÍAN
De Las horas muertas III


No podía ser niño en el pupitre
inhóspito, llamaba a alguien,
me miraba las manos, iba
parpadeantemente emborronando
las letras y los números, hendía
el sustantivo mapa carcelario.

Mañana, me decían. Pero
la deserción del tiempo, aquel estrado
limítrofe del mundo, aquella
disciplinaria división del odio
me trataban la infancia para nunca.

Cuerpo sin ojos, ¿dónde
estaré mañana, con qué nudos
de sábados en sombra amarrarán
mi sueño, entre qué cuatro
indómitas paredes
irá mi libertad entumeciéndose?

Los cautelosos plátanos. la inmóvil
vendedora de estampas, el guardián
de los jueves, la flora combativa
como emblema. ¿Siguen siendo mañana?

Oh, injusto ayer entre inocentes
veredictos, fervor
de lo temprano junto al miedo
tardío de vivir, chorro de sed
de las aceñas clandestinas, calle
del Láudano que abría
sus ululantes puertas de prostíbulos
contra el mundo primero.
¿Qué
me querías tú, luna
lluviosa, airada piedra
de la tarde, descoyuntado círculo
del tiempo? ¿Qué me querías,
dime, mísera prefectura
de los libros desérticos, tapial
de coros y de láminas,
vespertinas maderas
de vigilancia y de oración?

No podía ser niño en los escaños
hostiles, entre el terco
desdén de las empalizadas, junto
al silbo imperioso, bajo el látigo
del estupor y de las letanías.

Mañana, me gritaban. Pero
¿dónde estaré mañana, qué será
de mi tiempo, de qué van a servirme
tantos días sin mí? ¿Es necesario
el mundo, soy necesario yo,
me hago falta a mí mismo?

Crédula infancia sola entre respuestas
sin preguntas, déjame ser
equivocadamente el responsable
de mi quieta impaciencia de vivir.

"Mañana, me decían. Pero
la deserción del tiempo, aquel estrado
limítrofe del mundo, aquella
disciplinaria división del odio
me trataban la infancia para nunca."

Un ¡S.C! bien merecido. Y para tu trabajo, igualmente ¡S.C!

Y como toca esperar un poquito para seguir, aprovecho y releo, para Re disfrutar de cada lectura.
Gracias, Pascual, ¡es muy bueno!.

Pues se acabó el descanso y seguimos disfrutando de la POESÍA, de este autor, que no pasa desapercibido bajo ningún concepto.
Lo dicho, seguimos y gracias.

José Manuel Caballero Bonald



COPIA DE LA NATURALEZA
De Las Adivinaciones

Como la propia oscuridad,
no como el vago temple
de lo oscuro, como su turbación
de repentina fuga irreparable,
acaso como el sueño, así es la inmensa
palabra fulgente que dices
poco a poco, sin mancillar el velo
del corazón, ofrendando su olvido
sobre un papel, sobre una frágil copia
de la naturaleza, sin escuchar a nadie
detrás de tu pasión, si no es a ella
(a la indigente vida),
si no es a ti, que eres verdad
y cantas, te traduces
llorando, delirando, embriagadoramente
feliz, despiadadamente feliz,
esgrimiendo los nombres ya abolidos,
fundido en la materia circundante,
luchando, escapando de toda pesadumbre,
descubriendo una última entrada
a la alegría, un pecho aún ileso
de la acción de las sombras, unas manos
que abarcan cuanto es vida: todo
ese desenredado mundo
que encarnas, ciñes, juzgas, vas creando
con la sabiduría de tu alma azulada.

José Manuel Caballero Bonald



HOY NO
De descrédito del héroe

Comparto con la noche su premura
de tiempo, ese impaciente tránsito
circular de la sombra
que de otra sombra es víspera
o esa morosa voluntad de amarte
a partir de mañana, cuando
como a la luz te haya perdido
y sólo quede un último
plazo para esperarte
en la fugacidad del día siguiente.

José Manuel Caballero Bonald


HIJO DE LA LIBERTAD
De Pliegos de cordel

El harapo del vagabundo, trama
camal en cuyos hilos
se arropa el cuerpo errante, vive
su caminar como el chorro
de sueño, hecho de humildes letras
diarias, de quebrantos tejidos
en la noche, y es más puro
que la virtud, más abundante
que la opulencia, cristal donde
la indefensión del mundo se hace más
invencible, porque es cierto que nadie
puede ser tan heroico
como el que es hijo de la libertad.

José Manuel Caballero Bonald



CARNE HERRABUNDA

De las horas muertas

La salvé del peligro (¿Dónde
estarás ahora?), lejos de la mirada
de los dioses terribles.
Carne mía
errabunda, mira mi corazón
vulnerado en la ofrenda, turbio
fanal de fe donde se agolpa
el corrosivo azar de la esperanza.
Desátame sus nudos, precipita
su diaria agresión contra el olvido,
quiero entregarme en paz.

A su cuerpo llegué. Recuerdo aquel laúd
que navegaba hacia poniente, cerca
del torreón y su vibrante
predominio de luz.
¿A dónde fui
aquel día, ciénaga abajo del amor,
por la noche ominosa, con Lucano
contagiándome el vértigo, cayéndome
contra el brío cantil
de Formentor, bebiendo
el iracundo vino
color de sangre de Binisalem?
Entra en ese peligro, carne
mía, aférrate a sus bordes
visionarios, déjame merecer
la osadía del tiempo entre el vestigio
de aquellas luminarias
posesivas. Sólo puedo morir
con la sed que me arrastra hasta sus brazos.

José Manuel Caballero Bonald



EL VASO
De Memorias de poco tiempo


El funerario hueco, pozo indomable
donde acudo a vivir, donde me ciego
entre volutas lóbregas, luciérnagas,
delirantes testigos interiores,
donde aprendo a perder.
Sin más conciencia
que el vaso persuasivo, la despiadada mano
absorbe allí su germen, se hace noble
un momento al dudar, luego se agrieta
con la fermentación de lo vacío.

Ya no hay remedio. Nada es igual
a nada. Sólo un hombre vacila
al borde de su propia abdicación.
Nada tampoco es semejante
al fragmentado vaso donde gime
el zumo abominable del olvido.

Todo reposa, gira entre el tumulto
persecutorio de la tierra. Todo
acabó. No, no acabó todo: algo
emerge desde el fondo del cristal
pujando por vivir, lamiendo a ciegas
el azogue del tiempo.
¿Quién podría rasgar
el velo divisorio, conocer el camino?
Veo un rostro surgir de lo imposible.
Debajo de su costra delicitiva,
debajo del cristal hecho burbujas,
mengua el nivel del liquido implacable.

Consumido quedó mi propio fuego,
pasto final del vaso
donde acudo a vivir, donde consisto
en la inclemente sed de estar a solas.
Allí la imprecación más acuciante
me proporciona bálsamo y suplicio
como un itinerario de oscura reincidencia.

SIGO POR AQUÍ, DISFRUTANDO DE CABALLERO BONALD. Y DEL TRATAMIENTO QUE ESTÁS HACIENDO SUYO.

BESOS.

La verdad y como ahora se dice...¡Una autentica gozada! Eso es lo que me permite la poesía de Caballero Bonald.
Joyas literarias.
Gracias, amigo y besos.

José Manuel Caballero Bonald



HUYO A VECES DE MÍ
De Manual de infractores

Huyo a veces de mí sin darme cuenta,
huyo de mí a deshora
y a escondidas,
y a veces huyo sin saber adónde.

Casi siempre me acerco hasta algún súbito
reclamo del pasado y sin embargo
me pierdo en los penosos
suburbios de la negligencia,
allí donde conviven victimarios y victimas
y nadie reconoce al fugitivo.

Quédate donde estás, (me oigo decir),
pero yo ya me he ido
del lugar en que estaba, aquel que a mi pesar
ocuparon mis propias deserciones.

Llego a un pulcro paraje de apocados,
de inocentes obtusos y seguros
culpables, llego también ufanamente
al territorio de los transgresores.

Allí vuelvo a escapar del que se escapa.
Mejor esa infidencia que ejercer de obediente.

José Manuel Caballero Bonald



MENOSPRECIO DE CORTE
De Manual de infractores

Favorable frontera de la casa
vacía, llena
de viejas auras, alientos retenidos
en las habitaciones, bienolientes
flores de arcaicos cultos en las arcas.

El asfalto discrepa de los vértices
descoloridos del otoño:
aves de paso, llaves
que ya no abren ningún sueño,
rudas redes urbanas que transfieren
su tupida grisura al desamor.

Late en la tarde el lento
corazón de la sombra y una última
comparecencia de alas invisibles
vibra en las lontananzas costaneras
y hay rastros de batracios y vahos rumorosos
llegando del estribo de la playa,
mientras el negro imán del mar
atrae a quienes huyen
de tráficos, de estragos, de almonedas.

Oh placidez, lienzo perseverante
que encubre las desavenencias
difusas de la vida, cuando ya finalmente
la soledad resarce al solitario.

José Manuel Caballero Bonald


MAL VIAJE
De Manual de infractores

El neón bicolor de los bares de alterne
de las carreteras
me aflige
como una zarza ardiendo, como el filo
de una vieja navaja carcomida
de cardenillo y liviandad.

Viscoso parpadea el irascible rótulo
contra el reborde del paisaje
y un sucio resplandor verdirrojizo
reduce el campo a un derredor deforme.

Lo ingrato de la noche se amalgama
con lo ruin de la memoria, esos desmontes
de pasto requemado y pétreas cicatrices
que en lo oscuro se hacinan
como puestos de feria recién desmantelados.

Temor de no poder reconocer
los fingimientos del camino.
¡Oh tedio, desconsuelo de las máscaras!

… PERO TE DIGO LO QUE TÚ ME DICES A MÍ CON LA ENEIDA DE VIRGILIO... "VAS COMO UNA MOTO". AUNQUE VAYA ATRASADO, TE SIGO.

Todo se pega, bueno, solo un poco, la verdad es que no llego a tu velocidad, por más que lo intente, jeje.
Besos y lo de siempre, gracias mil.

José Manuel Caballero Bonald


VUELTA A EMPEZAR
De Diario de Argónidas

En los azules huecos de la noche,
cuando arrecía el poniente y las montantes
de la marea llegan hasta los últimos navazos,
se oye como una música de rosadas auras
viniendo de las dunas hasta aquí.

Pájaro jubiloso, oigo otra vez la voz
de un niño atónito que acude
por esos intersticios
amedrentados de la evocación y vuelve
a transitar a solas por los mismos ensueños.

Lo oigo alentar al otro lado
de la pared, es decir,
al otro lado del mundo.
¿Qué puedo yo decirle que no sea en vano
después de tanto tiempo?

El pasado que viene
nunca será ya el mismo que el que acaba de irse.

José Manuel Caballero Bonald


MAL DE MUCHOS
De Diario de Argónidas

Como el miedo tenaz a estar enfermo,
padeces de esa veleidosa
complicidad con la apatía
que desfigura a veces los deseos.

¿Cómo escapar
de esa obtusa variante de la autocompasión
que se parece ya a la senectud?

oh, negligencia,
tiempo muerto,
cuando vaga la vida por un paisaje inocuo
y los padecimientos presuntos de la noche
contagian de aprensión al contagiado.

José Manuel Caballero Bonald



INSTINTO SELECTIVO
De Diario de Argónidas

Acongojante falsedad de los recuerdos
que intempestivamente me visitan,
¿qué querrán, cómo habrán sobrevivido
durante tantos años,
hasta cuándo
desdeñarán mi turno de perplejo?

Son más bien como intrusos
que tratan de engañarme con historias
apócrifas, que fingen prevenirme
de las muchas disputas
que siempre han mantenido con mi felicidad.

También se profetiza lo que ya se ha vivido.

José Manuel Caballero Bonald



TEMOR A LA IMPOTENCIA
De descrédito del héroe

Esa común palabra que se olvida
con prenatal perseverancia
y en la neutra penumbra
de la imaginación insiste
en disiparse, se estaciona
en las más evasivas marañas
del silencio,
ésa es también
la tregua con que suelo
aplazar tu recuerdo cada día
y callo
en las inmediaciones
de encontrarme contigo como calla
la puerta que se acaba de cerrar.

Como el miedo tenaz a estar enfermo,
padeces de esa veleidosa
complicidad con la apatía
que desfigura a veces los deseos.

¿Cómo escapar
de esa obtusa variante de la autocompasión
que se parece ya a la senectud?

oh, negligencia,
tiempo muerto,
cuando vaga la vida por un paisaje inocuo
y los padecimientos presuntos de la noche
contagian de aprensión al contagiado.


UN POEMA PARA REFLEXIONAR... Y PARA LUCHAR: SOBRE TODO CON LA ILUSIÓN POR DELANTE. y LA ESPERANZA PUESTA EN... PORQUE AUNUE SEAMOS PERECEDEROS, DESPUÉS DE OLER LA MAGNOLIA NOS SEDUCE SU ETERNIDAD.

José Manuel Caballero Bonald




RIGOR MORTIS
De Descrédito del héroe

Por muy solos que estén, por muy diezmados
que parezcan estar, regresan
cada noche de su demarcación
más fúnebre, enarbolan
el imperioso emblema de una herencia
de fámulos y en la fealdad
abominable de su fe militan.

A su estatura escasa, copia
de otra estatura general
igualmente deforme, aplican
la inútil panacea de una mascara
con que intentan suplir
su congénito horror al rostro de la historia.

A veces se autoerigen
estatuas y a veces ellos mismos
con razonable unción
se llaman mutuamente mentecatos.

José Manuel Caballero Bonald




SOBRE LA PERIODICA NECESIDAD
DE LA INCERTIDUMBRE
De descrédito del héroe

Anterior a tu cuerpo es esta historia
que hemos vivido juntos
en la noche inconstante.
Tercas
simulaciones desocupan
el espacio en que a tientas nos buscamos,
dejan en las proximidades
de la luz un barrunto
de sombras de preguntas nunca hechas.

En vano recorremos
la distancia que queda entre las últimas
sospechas de estar solos,
ya convictos acaso
de esa interina realidad
que avala siempre el trámite del sueño.

"En vano recorremos
la distancia que queda entre las últimas
sospechas de estar solos,
ya convictos acaso
de esa interina realidad
que avala siempre el trámite del sueño."

Magistral, Caballero Bonald. Y tú, claro, por difundirlo.

No, no deja indiferente su poesía, además crea adicción y eso es maravilloso.
Gracias, amigo y besos.