1488.
CÓLERA, DISGUSTO, RABIA
ImpotenciaLeemos napalm y nos imaginamos el napalm.
Como no podemos imaginarnos el napalm,
leemos sobre el napalm hasta que
podemos imaginarnos más cosas al leer napalm.
Entonces protestamos contra el napalm.
....Después de desayunar, silenciosos,
....vemos en fotos lo que el napalm puede hacer.
....Nos mostramos tramas burdas
....y nos decimos: mira, napalm.
Eso hacen con el napalm.
Pronto habrá libros ilustrados a buen precio,
con mejores fotografías
en las que se verá con más claridad
lo que puede hacer el napalm.
Nos mordemos las uñas y escribimos protestas.
....Pero, según leemos,
....hay cosas peores que el napalm.
....Rápidamente protestamos contra cosas peores.
....Nuestras justificadas protestas, que en todo momento se nos permite
....redactar plegar franquear, quedan registradas.
La impotencia, ensayada contra fachadas de caucho.
La impotencia en discos: canciones impotentes.
Sin Poder y con guitarra…
Pero, bien entramado y tranquilo,
el Poder se sale con la suya.
Hacer lo que seaNo podemos mirar sólo.
Aunque no podamos evitar nada,
tenemos que pronunciarnos.
(Haz algo. Haz algo.
Lo que sea. Haz algo).
Cólera, disgusto y rabia buscan sus objetivos.
La cólera se llama justa.
Pronto se habló de disgusto diario.
La rabia cayó en la impotencia: rabia impotente.
Hablo del poema de protesta
y contra el poema de protesta.
(Una vez vi reclutas jurando bandera
con los dedos cruzados para que no valiera).
Impotente protesto contra las protestas impotentes.
Se trata de marchas de Pascua, del Silencio y de la Paz.
Se trata de cien nombres buenos
bajo siete frases ciertas.
Se trata de guitarras y demás
instrumentos de protesta que fomentan el negocio del disco.
Hablo de la espada de madera y del colmillo que falta
al poema de protesta.
Lo mismo que el acero, la poesía tiene su coyuntura.
El rearme abre mercados para los poemas antibélicos.
Los costos de producción son bajos.
Tómese un octavo de cólera justa,
dos octavos de disgusto diario
y cinco octavos, para que predomine, de rabia impotente.
Porque sentimientos medios contra la guerra
se consiguen baratos
y ya desde Troya son invendibles.
(Haz algo. Haz algo.
Lo que sea. Haz algo).
Se desahoga uno: evaporada ya la justa cólera.
El pequeño disgusto diario hace silbar la válvula.
La cólera impotente se descarga, llena un globo
que sube y sube, se hace más y más pequeño, y desaparece.
¿Son los poemas ejercicios respiratorios?
Si cumplen esa función —y, prosaico como mi abuelo,
me pregunto qué función cumplen—
entonces la poesía es terapia.
¿Es un arma el poema?
Algunos, sobrearmados, apenas pueden andar.
Tienen que usar como vehículo
su malestar por las circunstancias:
llegan a su destino, llegan a su destino:
primero al suplemento literario y luego a la antología:
la metáfora del napalm y sus variaciones
en el poema de protesta de los años sesenta.
Se trata de poemas panfletarios.
La justa cólera enumera la miseria y el terror.
El disgusto diario encuentra una rima para el pan que falta.
La rabia impotente consigue que se hable de ella sin pausa.
(Haz algo. Haz algo…).
Sin embargo, hay leyes de la palanca.
Pero ellos reprochan a la piedra
que no quiera moverse.
Al día siguiente, el desvalido estilo de la protesta justificada
provoca el estilo eficaz del desmentido escurridizo.
Porque en cuanto al fondo suelen tener razón
pero yerran demasiado en los detalles
y los firmantes se distancian en voz baja
de los autores y sus protestas.
(No sólo ladrones compran guantes).
Lo que queda: malentendidos persistentes
que mutuamente se citan. Rectificaciones erróneas
que aprenden de los conejillos de Indias
y se multiplican desaforadamente.
Entonces la piedra se apiada y hace
como si la hubieran movido:
Mientras que la cólera, el disgusto y la rabia se interrumpen mutuamente,
los especialistas del Poder
aparecen en público sonrientes. Pronuncian conferencias bien documentadas
sobre el precio que la libertad exige:
sobre el napalm y sus efectos disuasivos;
sobre protestas justificadas y rabia comprensible.
Todo está permitido.
Como el Poder sólo respeta el Poder,
se puede protestar impotentemente
hasta que ya no se puede más
porque el estrépito molesta.
Nosotros, sin embargo, despreciamos el Poder.
No somos poderosos, nos aseguramos mutuamente.
Sin Poder, nos complace la impotencia.
No queremos el Poder; pero él nos tiene…
Ahora la justa cólera se siente incomprendida.
El disgusto diario desemboca en marchas del Silencio,
previamente anunciadas y autorizadas.
La rabia impotente da vueltas en círculo.
Ello provoca la cólera, igualmente justa,
de indignados policías:
la rabia impotente se vuelve agresiva.
El puño se convierte en cabeza
y piensa en golpes bajos y ganchos al hígado con dureza de nudillos.
(Haz algo. Haz algo…).
Todo ello hace escuela y es acariciado
golpeado subvencionado por el Poder.
La piedra que había que desplazar
echa, inmóvil, moho.
¿Va a seguir así? —Sí, aunque en círculo.
¿Qué podemos hacer? —No cualquier cosa.
¿Y qué hacer con la rabia? —Conozco una receta:
Clavad clavos en la barrera del sonido.
Decapitad dientes de león y velas.
Imponed vuestra voluntad desde el sofá.
....Seguimos teniendo rabia.
....Todos estamos ya roncos.
....Seguimos estando inútilmente contra todo.
....¿Qué nos queda por hacer?
....¿Qué hacer con la rabia?
Haz algo. Haz algo.
Tenemos que hacer —haz algo—
....lo que sea.
....Vamos, protestamos rápidamente.
....Ése no quiere protestar.
....Vamos, firma, y rápido.
....Siempre estuviste en contra.
....Quien no firma, está a favor.
Bella es la rabia en el cercado
antes de que le den de comer.
Durante mucho tiempo la impotencia corrió bajo la lluvia,
ahora se está secando las medias.
Rabia y válvula, y por encima una canción;
Impotencia, tu ojo de aguja es la canción:
....Porque no puedo hacer nada,
....porque no puedo hacer nada,
....tengo rabia, tengo rabia.
....Haz algo, haz algo.
....Lo que sea. Haz algo.
....Tenemos que, lo que sea,
....no sirve de na, no sirve de na,
....tenemos que hacer —haz algo— lo que sea.
Marcha silenciosamente en protesta.
Ya lo he hecho. Ya lo he hecho.
Escribe un poema.
Ya lo he escrito. Ya lo he escrito.
Cocina una gelatina. Cabeza de jabalí:
que la impotencia se haga gelatina y la rabia tiemble con ella.
Conozco una receta: ¿quién la quiere hacer conmigo?
Cabeza de jabalíSe coge media cabeza de cerdo
oreja y carrillo incluidos,
y se hace picar el partido hocico, el arranque de la oreja,
el cráneo y la mandíbula,
poniéndolo todo con dos patas hendidas,
a las que hay que quitar antes el sello azul
de la inspección del matadero,
con cebolla mechada de clavo, una gran hoja de laurel,
una manita de niño de granos de mostaza
y una cucharada rasa de rabia media,
en agua hirviendo con sal,
cuidando de que,
en una cacerola grande, todos los ingredientes
queden cubiertos apenas por el agua,
y de que el lóbulo de la oreja, porque si no, se pegará,
no se aplaste contra el fondo del cacharro.
....Se deja cocer una hora y cuarto,
....siendo aconsejable que, después del primer hervor,
....se quiten con la espumadera
....las secreciones parduzcas y espesas
....del interior del hocico, así como del pabellón de la oreja
....y del cráneo partido,
....a fin de obtener una gelatina limpia
....aunque menos sabrosa,
....sobre todo porque la rabia, pronto cuajada en protesta
....como toda pasión impotente, o sea albuminosa,
....tiende a comunicarse en blancas partículas con la espuma
....si desde el principio no se revuelve continuamente.
Entretanto se pican cuatro cebollas
y dos manzanas
peladas y sin corazón,
lo más finamente posible,
se cortan dos pepinillos en salmuera
—nunca pepinillos con eneldo, mostaza o vinagre—
en taquitos diminutos,
se tritura con el pensamiento y el mortero
un hueco de clavícula de pimienta negra
y se deja que la rabia sobrante,
añadiéndole raíz de jengibre
y un poco de corteza de limón rallada,
se siga haciendo impotente a fuego lento.
....En cuanto —tras un pinchazo de prueba en el carrillo—
....esté blanda la carne de la cabeza,
....se hayan aflojado ya las muelas en las encías,
....aunque todavía se agarren,
....y los trozos de piel más generosos en gelatina
....de la oreja y de los bordes partidos
....de las añadidas patas comiencen a desprenderse,
....se cogen todos los ingredientes,
....lo mismo que la cebolla mechada de clavo
....y la hoja de laurel de la cacerola,
....se buscan en el fondo con la espumadera
....las astillas de hueso
....y los incisivos que fácilmente se desprenden,
....así como la arena crujiente y guijarrosa
....del pabellón de la oreja y, mientras el caldo
....sigue haciéndose a fuego lento,
....se deja enfriar todo en una fuente,
....a ser posible ante la abierta ventana de la cocina
....y entornando los ojos.
Entonces hay que desprender de los huesos
las partes blandas del hocico,
el carrillo con su ojo incrustado
y la carne de debajo.
....Se recomienda no renunciar a las blandas
....o firmes partes cartilaginosas,
....ni al gelatinoso revestimiento de la oreja,
....que puede rasparse fácilmente con el lomo del cuchillo
....de la oreja en sí,
....porque precisamente esas partes,
....lo mismo que las encías laminosas
....y el arranque córneo de la lengua
....que conduce al esófago y la tráquea,
....dan a nuestra gelatina
....el sabor especial y apasionado de la gelatina.
Tampoco hay que tener miedo de dejar que las manos,
que durante el trabajo se cubren enseguida
de una película de gelatina,
chorreen una y otra vez sobre el humeante caldo,
porque el proceso de gelatinización natural
se ve así reforzado;
ya que nuestra cabeza de jabalí
debe endurecerse por sí sola y por la comunicada rabia
o sea, sin Poder ni cola de pescado añadidos.
....Luego se corta en tacos la grasa y la carne
....desprendidas de los huesos,
....y también los cartílagos y partes blandas,
....y se echan al caldo con la cebollas y las manzanas picadas,
....los pepinillos en taquitos diminutos,
....la pimienta negra machacada
....y un buen puñado de alcaparras.
Con vinagre de estragón —al gusto—
incorporado a cucharadas
—se recomienda echar mucho vinagre,
porque se debilita en frío—,
se deja cocer todo otra vez,
añadiendo sólo entonces,
tras una breve vacilación,
la rabia que, entretanto,
se habrá espesado
a fuego lento,
sin la ya insípida raíz de jengibre,
y se llena entonces una fuente de loza
previamente enjuagada en agua fría.
....Se coloca todo en un lugar fresco,
....a ser posible aireado
....y se invita para la noche siguiente
....a huéspedes amables
....que sepan apreciar
....una cabeza de jabalí de fabricación casera.
Posdata ahorrativa: Quien no guste de que las cosas se echen a perder,
que haga cocer de nuevo
los grandes cartílagos y huesos,
así como las patas partidas,
y lo sazone todo con mejorana, zanahorias, apio y,
si queda algo de rabia en casa,
una punta de cuchillo de esa rabia,
porque de esa forma se consigue una sabrosa sopa
que, con nabos, cebada y otros pesares
o con guisantes pelados,
puede servir en las familias numerosas
de comida simple pero nutritiva.
EpílogoLa justa cólera ha encontrado ya su sastre.
El domingo plancha el enojo cotidiano,
y ay, con la sopa se recoció, impotente, la cólera.
....Exhaustos y domados nos sentamos apaciblemente en torno a la mesa.
....Las pequeñas ganancias alegran al padre; la preocupación exige recortes,
....porque en nuestra casa, punto por punto, todo se vota.
Así la epilepsia nos hace caer en la impotencia.
Todavía se tienen en cuenta las protestas
y —si se insiste—, se recogen en acta.
....Hay una propuesta de abstención:
....que nunca más pueda protestarse sin tener Poder.
Sin voz, porque no tenemos quorum,
suspendemos la sesión hasta mañana
GÜNTER GRASS
https://www.airesdelibertad.com/t47752-gunter-grass-1927-2015#1026396
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