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Pelayo Fueyo nació en Gijón en 1967. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo. Ha participado en el plan Literástura. Es autor de los siguientes libros de poesía: Memoria de un espejo (Ateneo Obrero de Gijón, 1990), El mirador (Oliver, Oviedo, 1992), Parábola del desertor (Hiperión, Madrid, 1997) y La herencia del silencio (Pre-Textos, 2003); y del libro de aforismos poéticos El cuaderno blanco, publicado en el periódico La mirada (Sevilla). Ha sido incluido en varias antologías: Poetas de los 90 (Ed. de José Luis Piquero, Escrito en el agua, 1989), Poetas e impostores (Ed. de José Manuel Cuesta Abad, Versus, Mieres, 1990), Selección nacional (Ed. de José Luis García Martín, Llibros del Pexe, 1995), La generación del 99 (Ed. de José Luis García Martín, Ed. Nobel, 1999), Yo es otro (Ed. de Josep Maria Rodríguez, DVD, 2001), La lógica de Orfeo (Ed. de Luis Antonio de Villena, Visor, 2003). Fue director de la revista literaria Escrito en el agua (1989/1990). Es colaborador asiduo en diarios y revistas especializadas.
(Sacado de https://www.lavanguardia.com/libros/autores/pelayo-fueyo-49961 )
*
Algunos poemas de Pelayo Fueyo:
De Memoria de un espejo, 1990:
TE BUSCAS EN LOS CHARCOS...
Te buscas en los charcos
de una ciudad llovida en el recuerdo.
Te miras, y no crees
ni en el reflejo de tu cuerpo seco,
ni en la ausencia del rostro de aquel niño.
Aguardas a que llueva
sobre estas mismas aguas estancadas
para que tu mirada
se superponga al rostro que fue tuyo;
para que tus anhelos
emerjan con la forma de otro tiempo,
y, así, saber mañana
qué quedará de aquello que has perdido.
ESA GOTA QUE CAE SOBRE LA LUNA...
Esa gota que cae sobre la luna,
¿es dulce,
.................................................o es salada?
Sólo queda,
después del claroscuro, ese refugio
del niño en las cortinas,
que simula el fantasma del futuro
cuando arrecia la lluvia;
sólo queda
esa mujer de Lot resucitada
de espaldas al espejo, con un gusto
de resaca marina en las pupilas,
inmune a la penumbra.
...................................Tú dirás:
esa gota que cae sobre la luna,
¿es salada,
.................................................o es dulce?
Reconoces
que no hay tiempo posible en este espacio
como segunda piel del laberinto,
y propones un juego:
...............................-"Esparcimos
radiografías de nuevas metástasis
con las más tiernas fotos de la infancia.
Las tiramos al aire.
.............................Elegimos
¿La ventana, el espejo? ¿Ayer, ahora?
¿Hacia fuera, hacia mí?
Jano decide."
De El mirador, 1992:
MARINA
En el cuadro hay un hombre que, desde un malecón,
contempla el horizonte, por el que cruza un barco.
El hombre que yo hubiera deseado haber sido
mira desde ese barco hacia ese malecón,
sin ser representado, sin poder ver a nadie
más que a mí contemplando el cuadro que lo ignora
EL MIRADOR
Miro por la ventana, y mis ojos se fijan
donde el niño que he sido centraba su nostalgia,
y, mirando, la siento por ese mismo niño:
soy la misma moción, disfrazada de tiempo,
por el mismo paisaje, que envejece de mí,
pues contiene el secreto que causó la nostalgia,
y allí es donde se ensucian las manos del olvido.
NATURALEZA HERIDA
Aún n está muerta la naturaleza:
en este bodegón sobra algún hueco
para un fruto robado en l pasado.
Verde como el peligro de la infancia,
lo he devorado sin que madurase
como los frutos que aquí son reposo,
claroscuro del tiempo y la costumbre.
Por mi memoria, este bodegón,
vacío de aquel fruto más antiguo,
naturaleza es, pero está herida.
BAÚL ABIERTO
Acaso hayas abierto la caja de Pandora
y no el baúl que guarda los disfraces de n nñ,
aunque en esta ocasión eres el mal que entra
disfrazado de hombre, y es tu eterna esperanza
la que se esconde allí como un niño desnudo
que no quiere salir para qe sgas vivo.
LA ROSA NEGRA
Yo fi un niño encantado por una rosa roja
que se fue marchitando en las manos de un joven.
Algunas noches sueño que aspiro su perfume,
y, al despertarme, lloro sobre la rosa negra
que, para mi consuelo, brotó de sus cenizas.
POEMA DEL AHORCADO POR DESAMOR
(Inspirado en Gérard de Nerval)
De ese árbol que lleva un corazón grabado
con tu nombre y mi nombre, cuelga ahora mi cuerpo.
La cicatriz del tronco del amor prometido
no la siente la curva rama del desengaño.
Te lo dirá la muerte, vestida de doncella,
y en sus manos un ramo de recientes mandrágoras.
Pelayo Fueyo nació en Gijón en 1967. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo. Ha participado en el plan Literástura. Es autor de los siguientes libros de poesía: Memoria de un espejo (Ateneo Obrero de Gijón, 1990), El mirador (Oliver, Oviedo, 1992), Parábola del desertor (Hiperión, Madrid, 1997) y La herencia del silencio (Pre-Textos, 2003); y del libro de aforismos poéticos El cuaderno blanco, publicado en el periódico La mirada (Sevilla). Ha sido incluido en varias antologías: Poetas de los 90 (Ed. de José Luis Piquero, Escrito en el agua, 1989), Poetas e impostores (Ed. de José Manuel Cuesta Abad, Versus, Mieres, 1990), Selección nacional (Ed. de José Luis García Martín, Llibros del Pexe, 1995), La generación del 99 (Ed. de José Luis García Martín, Ed. Nobel, 1999), Yo es otro (Ed. de Josep Maria Rodríguez, DVD, 2001), La lógica de Orfeo (Ed. de Luis Antonio de Villena, Visor, 2003). Fue director de la revista literaria Escrito en el agua (1989/1990). Es colaborador asiduo en diarios y revistas especializadas.
(Sacado de https://www.lavanguardia.com/libros/autores/pelayo-fueyo-49961 )
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Algunos poemas de Pelayo Fueyo:
De Memoria de un espejo, 1990:
TE BUSCAS EN LOS CHARCOS...
Te buscas en los charcos
de una ciudad llovida en el recuerdo.
Te miras, y no crees
ni en el reflejo de tu cuerpo seco,
ni en la ausencia del rostro de aquel niño.
Aguardas a que llueva
sobre estas mismas aguas estancadas
para que tu mirada
se superponga al rostro que fue tuyo;
para que tus anhelos
emerjan con la forma de otro tiempo,
y, así, saber mañana
qué quedará de aquello que has perdido.
ESA GOTA QUE CAE SOBRE LA LUNA...
Esa gota que cae sobre la luna,
¿es dulce,
.................................................o es salada?
Sólo queda,
después del claroscuro, ese refugio
del niño en las cortinas,
que simula el fantasma del futuro
cuando arrecia la lluvia;
sólo queda
esa mujer de Lot resucitada
de espaldas al espejo, con un gusto
de resaca marina en las pupilas,
inmune a la penumbra.
...................................Tú dirás:
esa gota que cae sobre la luna,
¿es salada,
.................................................o es dulce?
Reconoces
que no hay tiempo posible en este espacio
como segunda piel del laberinto,
y propones un juego:
...............................-"Esparcimos
radiografías de nuevas metástasis
con las más tiernas fotos de la infancia.
Las tiramos al aire.
.............................Elegimos
¿La ventana, el espejo? ¿Ayer, ahora?
¿Hacia fuera, hacia mí?
Jano decide."
De El mirador, 1992:
MARINA
En el cuadro hay un hombre que, desde un malecón,
contempla el horizonte, por el que cruza un barco.
El hombre que yo hubiera deseado haber sido
mira desde ese barco hacia ese malecón,
sin ser representado, sin poder ver a nadie
más que a mí contemplando el cuadro que lo ignora
EL MIRADOR
Miro por la ventana, y mis ojos se fijan
donde el niño que he sido centraba su nostalgia,
y, mirando, la siento por ese mismo niño:
soy la misma moción, disfrazada de tiempo,
por el mismo paisaje, que envejece de mí,
pues contiene el secreto que causó la nostalgia,
y allí es donde se ensucian las manos del olvido.
NATURALEZA HERIDA
Aún n está muerta la naturaleza:
en este bodegón sobra algún hueco
para un fruto robado en l pasado.
Verde como el peligro de la infancia,
lo he devorado sin que madurase
como los frutos que aquí son reposo,
claroscuro del tiempo y la costumbre.
Por mi memoria, este bodegón,
vacío de aquel fruto más antiguo,
naturaleza es, pero está herida.
BAÚL ABIERTO
Acaso hayas abierto la caja de Pandora
y no el baúl que guarda los disfraces de n nñ,
aunque en esta ocasión eres el mal que entra
disfrazado de hombre, y es tu eterna esperanza
la que se esconde allí como un niño desnudo
que no quiere salir para qe sgas vivo.
LA ROSA NEGRA
Yo fi un niño encantado por una rosa roja
que se fue marchitando en las manos de un joven.
Algunas noches sueño que aspiro su perfume,
y, al despertarme, lloro sobre la rosa negra
que, para mi consuelo, brotó de sus cenizas.
POEMA DEL AHORCADO POR DESAMOR
(Inspirado en Gérard de Nerval)
De ese árbol que lleva un corazón grabado
con tu nombre y mi nombre, cuelga ahora mi cuerpo.
La cicatriz del tronco del amor prometido
no la siente la curva rama del desengaño.
Te lo dirá la muerte, vestida de doncella,
y en sus manos un ramo de recientes mandrágoras.
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