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Luis Muñoz (nacido en Granada en 1966) es un poeta español en lengua castellana. Doctor por la Universidad de Granada y licenciado en Filología Hispánica y Filología Románica por la misma universidad. Es el autor, más recientemente, de Vecindad (2018). Sus otros libros incluyen Querido silencio y Limpiar pescado: Poesía reunida. En 2015 From Behind What Landscape: New and Selected Poems se publicó en una edición bilingüe español-inglés (introducción de Ilya Kaminsky, traducción de Curtis Bauer).
Dirigió el Aula de Literatura de la Universidad de Granada entre 1992 y 2000, y desde su fundación hasta su cierre (1992-2002) la revista de poesía Hélice. Entre 2001 y 2012 trabajó como asesor de literatura de la Residencia de Estudiantes.
Es el editor del libro El lugar de la poesía y ha traducido El cuaderno del viejo, de Giuseppe Ungaretti. En 2008 fue comisario de la exposición Gallo. Interior de una revista sobre la publicación dirigida en 1928 por Federico García Lorca.
Ha recibido numerosos galardones de prestigio como el Premio Ciudad de Córdoba, Generación del 27, Ojo Crítico y El Público. Su obra ha sido publicada por Hiperión, Pre-Textos, Tusquets y Visor.
Es profesor en la Universidad de Iowa, donde actualmente dirige el Programa de Escritura Creativa en Español.
Vive entre Iowa City y Madrid.
Obra poética
Septiembre (Hiperión, 1991) "Septiembre es, como reza la escueta nota de la contraportada, "una reflexión descreída y melancólica sobre la conciencia primera del tiempo ido, sobre el final del verano de la primera juventud". Pero es también, y sobre todo, un libro sobre la sed de amor. Algunos de los poemas que yo prefiero tratan de la soledad de quien ha amado y busca de nuevo el amor con insistencia pero sin convencimiento, como si ese verano de la juventud hubiese dejado al irse tan sólo escepticismos y unas manos vacías: "...ahora el amor te falta / como siempre que buscas / el fondo de un paisaje". Ese paisaje es el paisaje humano, el paisaje de los sentidos y el paisaje de los sentimientos; el paisaje del pasado". (José Luis Piquero)
Manzanas amarillas (Hiperión, 1995). “El título Manzanas amarillas me lo sugirió un poema de Ives Bonneffoy, de su libro Principio y fin de la nieve que había leído en la traducción que hizo Jesús Munárriz. Bonneffoy ofrece en su poema la imagen de un campo de manzanos después de la nevada. La belleza inquietante y fugitiva de las manzanas del árbol con una corona de nieve, lo que tiene la imagen de detención del tiempo que se va, la consistencia de la nieve, la madurez de la manzana, y de metáfora de la aspiración de la poesía a encontrar señales de lo que somos, de lo que estamos hechos, me pareció que podría servirme para plantear el libro como una búsqueda de otras manzanas amarillas en contacto con su corona de nieve, para hacer del libro un intento de colección de imágenes con capacidad para resumir alguna complejidad sin querer reducirlas previamente a un sentido” (Luis Muñoz). "Manzanas amarillas es un libro que, al no renunciar a los callejones sin salida de la confrontación vida/poesía, y al ahincarse en la labor paciente de quien ha optado por llevar la lucidez hasta sus últimas aporías mediante una indagación de raigambre simbolista en la imagen, significa la consolidación de este poeta, que ya ha encontrado su propio camino, afrontando el riesgo de desmontar las trampas de la modernidad y sin ninguna renuncia ociosa". (Francisco Díaz de Castro)
El apetito (PreTextos, 1998). "El apetito (…) parece, en principio, un paisaje apacible, una película tranquila, casi trazada a tiralíneas, hasta que de pronto descubres que es una amenaza latente, que por debajo casi late un crimen y que en realidad se trata de un desafío. Tienes que descubrir de golpe al asesino o al posible cadáver, descifrando los códigos en que las líneas se rompen, el lugar en que se trastruecan. En vez de un discreto o tranquilo lector (que también puede serlo) el libro te convierte en espía o lector furtivo, un detective en el plano del desasosiego" (Juan Carlos Rodríguez) "Este es el mejor libro que he leído sobre el deseo. No el amor sino el deseo. Es un diálogo del Yo con el propio cuerpo -ojo, que no me refiero a la seudomística new age que Valente nos encaloma cada vez que puede-. La conversación entre ellos es a veces cruel, casi siempre seca y mate, con la confianza y la belleza que da una amistad de muchos años. Eso: hablando como dos amigos, con una vieja y natural normalidad. De la apetencia, del instante..., y expléndida charla se realiza a través del poema" (Vicente Tortajada).
Correspondencias (Visor, 2001) "El apetito tiene una continuidad ahondadora y de madurez más nítida en la obra siguiente del poeta: Correspondencias (2001). El Baudelaire al que puede sonar el título está tan asimilado que nada directo debe esperar hallarse. Si su obra completa hasta ese momento iba a titularse para sorpresa de algunos que veían prosaísmo y no prácticas japonesas Limpiar pescado, poesía reunida (2005) esa actitud de sacar del poema todo los superfluo pero nada de lo esencial es ya muy nítida en Correspondencias". (Luis Antonio de Villena) "Correspondencias es un poemario sólido en su futilidad. Prueba de ello son, ante todo, los títulos programáticos de los poemas: en su mayor parte conceptos, o nombres propios o títulos que podrían serlo de relatos o cuadros. Este entramado de referencias provoca una densidad intensa, poética, en definitiva. Y aunque este modo de composición –a base de poemas que, desde su título, se presentan efectivamente como correspondencias– parezca subrayar que lo importante es la relación deíctica con aquello que se denota, la realidad del poemario es bien distinta: estos títulos –contenidos, no lo olvidemos, en un poemario de aspiración declaradamente (neo)simbolista– parecen servir de confín: desde su naturalidad, subrayan la sustancia de lo contenido. Porque son estados más profundos de interioridad –siguiendo la cita inicial de Bergson, parafraseándola– que no se corresponden con un objeto exterior invariable, como en el caso de la simple percepción visual: son prosopopeyas (encarnadas)" (Javier Sánchez Arjona)
Limpiar pescado. Poesía reunida (Visor, 2005). "Limpiar pescado. Poesía reunida (2005), reviste con su aparición todo el cariz de los verdaderos acontecimientos literarios. El lugar relevante ocupado por libros como Manzanas amarillas (1995), El apetito (1998) o Correspondencias (2001), con lo que en éstos hay de búsqueda y de hallazgo, convierte a su autor en uno de los poetas de referencia de estos últimos años. Me atrevería a decir que en el poeta clave que ha venido señalizando muchos de los caminos y rumbos transitados por la poesía española más reciente". (José Andújar Almansa). "Durante las primeras décadas de este siglo la poesía de Luis Muñoz muestra el deseo de investigar meticulosamente el momento instantáneo del presente y, a la vez, examinar las cosas colocadas en este territorio de tránsito temporal. En los poemas reunidos en Limpiar pescado de 2005 hallamos las posibilidades de ensanchar la expresión al iluminar el momento más vital y fugaz de la existencia. Unas palabras del poeta subrayan la ética existencial de su poesía: "Vivir con intensidad el presente" es "un grado más elemental del carpe diem." (Judith Nantell)
(Sacado de https://es.wikipedia.org/wiki/Luis_Mu%C3%B1oz_(poeta) )
*
Algunos poemas de Luis Muñoz:
De Septiembre (1991):
SEPTIEMBRE
En el pálido azul que acogen las terrazas,
los labios desprovistos que saben regresar
y el vuelo de las últimas gaviotas.
Voces que el mar congrega,
que vienen con las olas y son la lejanía.
Playas tendidas como alas de nieve
al pie de los bañistas
y autobuses velados con tenues pasajeros
que persiguen la falta de costumbre.
También entonces
rubias muchachas sumergidas
en el agua templada de las historias breves
y la pasión del horizonte, el hilo de ciudades
que definen los barcos que se alejan.
No es más real, septiembre, que un recuerdo,
pero nombres que dimos por perdidos
recobran claridad, el aire que atraían
y el sueño en que resisten los veranos.
EL VERANO QUE HUYE
De vuelta, adormecidos en el coche,
el verano tenía
la calidad abstracta del sueño de los otros.
Si las velas contienen
los momentos finales del crepúsculo,
si un animal inmenso se deshace
en las gentes de fuego de las playas
y los rompientes cumplen
el amargo papel de signo adverso,
todo aquello que huía con nosotros,
en el orden juicioso y familiar
de los veranos, de repente
nos desplazó del mundo
y en los ojos de extraños
se fundó su memoria.
RAZONES DE PESO
La adivinamos breve también aquellos años.
Inexplicable y breve
como la luz del cuarto que baja hasta las sombras
rosadas y malignas de las tardes felices.
Como el baño en el mar donde seguimos
la dirección secreta de las olas
o el cuerpo de lagarto de la espuma.
En todo la encontramos y a todo parecida
no dibujó en el curso de los sueños
las formas desleales de una ausencia.
No simuló en nosotros ninguna eternidad
ni apareció tan bella como quisimos luego.
EL MAR NUNCA
El mar nunca propone la nostalgia
porque sólo regresa
en busca de un comienzo,
de unos ojos primeros,
de una torre sin marcas de combate,
de unos lentos tobillos indecisos
que lo sientan llegar con la extrañeza
del amor que precede al cuerpo del amor.
Pero tú eliges que las olas vengan
arrastrando fragmentos de un pasado
que simula el murmullo
azul de la memoria
y la alta noche lo corona de fuego
y lo secundan quietas ilusiones perdidas.
De Manzanas amarillas (1995):
VIDA LITERARIA
Te dicen que el pasado es una recurrencia.
Con la boca repleta de pequeños propósitos,
con huesos de ciruela.
No, miren, respondes levemente:
es una bomba de agua en el desierto,
un pedal niquelado, bello y ciego,
un mecanismo simple que te agota
antes de agotarse.
ADOLESCENCIA
(J. R. J.)
Una rueda de fuego era tu vida,
del placer a la culpa.
Como un nido de abejas el temblor de silencio,
la luz de la mañana, la azotea
flotante sobre paisajes aguados
y sobre poetas díscolos.
Todo se fue moviendo
a costa del futuro sin demasiada prisa.
Las huellas de esa rueda las leí en mi vida
mientras que se alejaba, como buscando un margen,
el amor por tus libros, del placer a la culpa.
EL ARMA CARGADA
La poesía hace sitio a la nube del tiempo,
relampaguea como si todo abarcase,
se convierte en un salto, en un grito,
en un anillo absorto, en esperanza.
Cuando parte el silencio la nuez de algún poema,
la poesía es un viento sin origen,
un sedal desatado,
la corriente rizada y fragosa,
la lata de cerveza donde se prueba el tiro.
Y no sé si costumbre o cambio de costumbre,
si revés o si cara, si moneda del día.
Su certeza es la misa que nimba cada cosa.
Yo no sé qué hace falta para ser necesario.
PRIMERA HORA
Con sus patas de araña
el día apenas toca lo que toca.
Al cielo de la plaza lo despeina
un viento tibio.
A menudo lo oí y no lo quise:
que la repetición te manda.
No:
con la fibra de ayer, con lo que quieras
el hoy es uno.
NATURALEZA DE LO CONOCIDO
Trituradas las conchas
también, como tu piel que se descama,
son parte de la arena.
La lengua del mar las humedece,
les aviva el color
y aguardan para andar en olas secas
hasta la duna grande.
Yo tengo por hacer un equilibrio.
BIOGRAFÍA
Atesoró recuerdos temeroso
de su pobreza íntima:
el billete de un viaje en autobús
con su mejor amigo a una playa recóndita,
la caja de cerillas de un hotel
donde se amaron con temor y con furia,
una foto de carnet con la marca grabada
de unos labios intensos
o una pulserita de cuero
que le anudó una chica en una fiesta oscura.
Los recuerdos se hicieron un vapor enseguida.
Tuvo luego otros
que le colmaron de imágenes
y le abrumaron con distancias
y quiso desprenderse de sus lazos
de afecto, de sus trampas cálidas,
de sus mensajes sin orilla.
Claro es que fue en vano. Y que al hacerle falta
les añadió veneno y miel y tuvo para ellos
ocasión y aventura, capítulos muy largos,
un destino inefable.
DIGRESIÓN
Este amor es posible sólo
porque otros le preceden.
Del modo en que lo mires.
Como tú eres porque fuiste otros
y porque en ti coinciden,
en un silencio cálido,
los gestos, la querencia,
los demonios de otros.
Los mismos que nombrar hacen posible,
como un dardo en una fruta roja,
la dulzura y el daño, la inocencia
y la malicia: dos mitades,
dos puntas de veneno,
dos caras
de ninguna moneda.
POSTALES EN UN SOBRE
Tomaron un pequeño apartamento
al calor de la historia que empezaba
en un pueblo radiante de la costa.
Las familias miraban de reojo
su dulce suficiencia,
su ambigua cercanía cuando tomaban sol,
los leves empujones en la orilla
de muchachos buscándose en el juego,
la risa incontrolable,
el júbilo de luces y de compras
los días de mercado
y un remolino oscuro de murmullos
se levantaba al paso como una nube torda.
En sólo quince días avivaron
contrarios sentimientos, un ascua adormecida
y una imagen inquieta de la felicidad.
Recordarían de aquello más que nada,
muchos años después, en su país del norte,
la coartada airosa de su idioma
para hablar de deseo sin entenderles nadie,
las noches enlazadas de sus cuerpos
con las marcas blanquísimas de los trajes de baño
y un sobre con postales de vocación turística
que guardaron por siempre como un talismán:
el farero viejo cortando caña,
la junta de los bueyes en la plaza del pueblo
y una chica en biquini diciendo okey.
IMAGINERÍA
Charlando en un café,
ajenos al murmullo de otras mesas,
al trajín de las tazas, a la entrada de tipos
que dejan los abrigos junto a ellos.
Con los ojos clavados uno en otro,
una chispa airosa en la sonrisa,
un resplandor muy dulce,
en las nubes de una combustión:
ningún amor se entiende desde fuera,
ninguno.
UVAS AMARGAS
Están entre las dulces
como balas de plata
esperando su turno.
En un frutero
que es un hemisferio
y que parece el otro.
Jugando a no ser vistas
o a ofrecerse por nada
como la luna hambrienta.
PEQUEÑO INTERIOR
Acoge los recuerdos como a huéspedes cálidos.
Deja que se conozcan, que se hurguen entre ellos,
que se lleven bien.
Enséñales la casa paso a paso:
donde guardas la fotos que los paró un momento,
dónde filtran las sombras su cuerpo definido,
donde pueden estar sin que los notes.
Cuando adopten su sitio plenamente,
cuando aprendan la voz de su rutina
y el incierto dictado a que responde,
deja que duerman hasta tarde,
que paseen sin rumbo, que se estiren, se encojan,
se fundan con tus sueños.
Pero no aceptes si quieren que los sigas.
De El apetito (1998):
DE UN CUADERNO ANTIGUO
Sabes que no se diferencian.
El fruncido gemir de un vendaval,
los flecos de la lluvia interrogantes,
el ladrido del sol a mediodía,
la naranja olvidada en la mesa del patio,
lo mismo pueden ser
alimento de dicha o de tristeza.
Celebra tú, si puedes, cada imagen
igual si viene bien como si viene mal.
Detrás están tus ojos y detrás
el corte de tu daño, tu relato del día.
Serán lo que les des, como las leas.
ATRACCIÓN DE LOS IGUALES
Así es como te veo:
no ajeno a tentaciones,
no helado a los sentidos.
Ni puro ni entregado,
ni fiel ni virtuoso.
Ni deudor de un abismo
ni callado a las voces.
Carnal, inquieto, impuro,
permeable, alerta.
CAMISETAS
Se cambiaron la ropa entre los dos
en los primeros días.
La camiseta negra con los dioses aztecas
recuerdo de un museo,
por el jersey fino de pico
de listas amarillas veteadas de azules.
El polo añil gastado de hacía cinco años,
por el blanco de seda, como alado y de puntos,
de cuello blando y grande.
Era como un abrazo ceñido y vaporoso.
Acostumbrar tu piel al tacto de la suya,
imponerlo al salir como una caricia.
Si se encontraban solos en citas agridulces
con antiguos amantes,
la dulzura del otro soplaba en el tejido.
Si se encontraban lejos como una sombra débil
al borde de las sombras,
el otro aparecía como una fortaleza.
Era la afirmación que siempre les faltaba,
el toque permanente de alerta en sus afectos.
Y, eso sí, no escucharon que nadie les dijera:
los hilos de la tarde se cosen sin la tarde.
ÉSTA
Ésta es la noche
con su lomo de iguana.
Yo no pienso temerla
ni por lo que embosca
ni por lo que ilumina.
Tu miedo no termina sin mi miedo
cuando son una fuerza.
OCHO DE LA MAÑANA
Le miro cómo duerme enredado en la sábana.
La esponja del descanso le borra los sentidos.
Deja pasar dos planchas moteadas de luz
la ventana entreabierta,
picotea en el borde de un tiesto de geranios
un gorrión tremante
con ojos de cabeza de alfiler
y el picoteo se hace
del ritmo de una frase inquisitiva.
Pero no se despierta.
Se abraza a la almohada, se hunde como en nubes
y me atrapa al volverse alzando una rodilla.
No sé si formo parte de su sueño.
Querer es una escala y no sé si alcanza al sueño.
ESPIRAL
¿Con qué viene el amor
en su tromba dormida?
Con hilos de una red de lance
del pasado, con luces rutilantes
brillando en su argumento.
Con su gama de olores,
de miedos, de costumbres
que siguen y que esquivan las costumbres,
con su plano de vías, de cruces, de paradas,
con vocación de marca, con su marca.
ESTO NO ES UNA EXPERIENCIA
A José Luis Piquero
Conducía un tres puertas azul de doce años
que heredó de su padre y que ya renqueaba.
Con él cruzaba el puente después de medianoche
como una mecha ardiendo suspendida en el río.
Llegaba así a este lado de la ciudad encendida,
se acodaba en la esquina de un local atestado
y dejaba en sus ojos vagar su transparencia
como vagan dormidas las formas de un acuario.
El tirón de la carne era dulce y violento,
sólo a él respondía de manera feliz
y tornaba la vida animal y jugosa.
El resto era roer
las sobras de un banquete.
Se llamaba David, según me dijo,
sólo andaba detrás de lo que era posible
y ayudaba a su madre en un taller de ropa.
UNA BUENA RAZÓN
Ocurre que, de pronto,
se desmigajan las razones
como un trozo de pan
en el estanque de los patos.
Ninguna es sino un bocado fácil,
un cuerpo aguachinado sin destino
y sin movilidad,
sin reflejos, sin consistencia.
Ocurre que, de pronto, delante de los patos
no vales lo que vale tu desgana.
DIARIO
A Isolde Gornemann
El sosiego, de pronto, no es un plazo,
ni es un anuncio, ni una salva.
El sosiego, de pronto, es una guerra
que se libra en los márgenes del día.
En la lengua del alba, en la cal de la tarde.
Luis Muñoz (nacido en Granada en 1966) es un poeta español en lengua castellana. Doctor por la Universidad de Granada y licenciado en Filología Hispánica y Filología Románica por la misma universidad. Es el autor, más recientemente, de Vecindad (2018). Sus otros libros incluyen Querido silencio y Limpiar pescado: Poesía reunida. En 2015 From Behind What Landscape: New and Selected Poems se publicó en una edición bilingüe español-inglés (introducción de Ilya Kaminsky, traducción de Curtis Bauer).
Dirigió el Aula de Literatura de la Universidad de Granada entre 1992 y 2000, y desde su fundación hasta su cierre (1992-2002) la revista de poesía Hélice. Entre 2001 y 2012 trabajó como asesor de literatura de la Residencia de Estudiantes.
Es el editor del libro El lugar de la poesía y ha traducido El cuaderno del viejo, de Giuseppe Ungaretti. En 2008 fue comisario de la exposición Gallo. Interior de una revista sobre la publicación dirigida en 1928 por Federico García Lorca.
Ha recibido numerosos galardones de prestigio como el Premio Ciudad de Córdoba, Generación del 27, Ojo Crítico y El Público. Su obra ha sido publicada por Hiperión, Pre-Textos, Tusquets y Visor.
Es profesor en la Universidad de Iowa, donde actualmente dirige el Programa de Escritura Creativa en Español.
Vive entre Iowa City y Madrid.
Obra poética
Septiembre (Hiperión, 1991) "Septiembre es, como reza la escueta nota de la contraportada, "una reflexión descreída y melancólica sobre la conciencia primera del tiempo ido, sobre el final del verano de la primera juventud". Pero es también, y sobre todo, un libro sobre la sed de amor. Algunos de los poemas que yo prefiero tratan de la soledad de quien ha amado y busca de nuevo el amor con insistencia pero sin convencimiento, como si ese verano de la juventud hubiese dejado al irse tan sólo escepticismos y unas manos vacías: "...ahora el amor te falta / como siempre que buscas / el fondo de un paisaje". Ese paisaje es el paisaje humano, el paisaje de los sentidos y el paisaje de los sentimientos; el paisaje del pasado". (José Luis Piquero)
Manzanas amarillas (Hiperión, 1995). “El título Manzanas amarillas me lo sugirió un poema de Ives Bonneffoy, de su libro Principio y fin de la nieve que había leído en la traducción que hizo Jesús Munárriz. Bonneffoy ofrece en su poema la imagen de un campo de manzanos después de la nevada. La belleza inquietante y fugitiva de las manzanas del árbol con una corona de nieve, lo que tiene la imagen de detención del tiempo que se va, la consistencia de la nieve, la madurez de la manzana, y de metáfora de la aspiración de la poesía a encontrar señales de lo que somos, de lo que estamos hechos, me pareció que podría servirme para plantear el libro como una búsqueda de otras manzanas amarillas en contacto con su corona de nieve, para hacer del libro un intento de colección de imágenes con capacidad para resumir alguna complejidad sin querer reducirlas previamente a un sentido” (Luis Muñoz). "Manzanas amarillas es un libro que, al no renunciar a los callejones sin salida de la confrontación vida/poesía, y al ahincarse en la labor paciente de quien ha optado por llevar la lucidez hasta sus últimas aporías mediante una indagación de raigambre simbolista en la imagen, significa la consolidación de este poeta, que ya ha encontrado su propio camino, afrontando el riesgo de desmontar las trampas de la modernidad y sin ninguna renuncia ociosa". (Francisco Díaz de Castro)
El apetito (PreTextos, 1998). "El apetito (…) parece, en principio, un paisaje apacible, una película tranquila, casi trazada a tiralíneas, hasta que de pronto descubres que es una amenaza latente, que por debajo casi late un crimen y que en realidad se trata de un desafío. Tienes que descubrir de golpe al asesino o al posible cadáver, descifrando los códigos en que las líneas se rompen, el lugar en que se trastruecan. En vez de un discreto o tranquilo lector (que también puede serlo) el libro te convierte en espía o lector furtivo, un detective en el plano del desasosiego" (Juan Carlos Rodríguez) "Este es el mejor libro que he leído sobre el deseo. No el amor sino el deseo. Es un diálogo del Yo con el propio cuerpo -ojo, que no me refiero a la seudomística new age que Valente nos encaloma cada vez que puede-. La conversación entre ellos es a veces cruel, casi siempre seca y mate, con la confianza y la belleza que da una amistad de muchos años. Eso: hablando como dos amigos, con una vieja y natural normalidad. De la apetencia, del instante..., y expléndida charla se realiza a través del poema" (Vicente Tortajada).
Correspondencias (Visor, 2001) "El apetito tiene una continuidad ahondadora y de madurez más nítida en la obra siguiente del poeta: Correspondencias (2001). El Baudelaire al que puede sonar el título está tan asimilado que nada directo debe esperar hallarse. Si su obra completa hasta ese momento iba a titularse para sorpresa de algunos que veían prosaísmo y no prácticas japonesas Limpiar pescado, poesía reunida (2005) esa actitud de sacar del poema todo los superfluo pero nada de lo esencial es ya muy nítida en Correspondencias". (Luis Antonio de Villena) "Correspondencias es un poemario sólido en su futilidad. Prueba de ello son, ante todo, los títulos programáticos de los poemas: en su mayor parte conceptos, o nombres propios o títulos que podrían serlo de relatos o cuadros. Este entramado de referencias provoca una densidad intensa, poética, en definitiva. Y aunque este modo de composición –a base de poemas que, desde su título, se presentan efectivamente como correspondencias– parezca subrayar que lo importante es la relación deíctica con aquello que se denota, la realidad del poemario es bien distinta: estos títulos –contenidos, no lo olvidemos, en un poemario de aspiración declaradamente (neo)simbolista– parecen servir de confín: desde su naturalidad, subrayan la sustancia de lo contenido. Porque son estados más profundos de interioridad –siguiendo la cita inicial de Bergson, parafraseándola– que no se corresponden con un objeto exterior invariable, como en el caso de la simple percepción visual: son prosopopeyas (encarnadas)" (Javier Sánchez Arjona)
Limpiar pescado. Poesía reunida (Visor, 2005). "Limpiar pescado. Poesía reunida (2005), reviste con su aparición todo el cariz de los verdaderos acontecimientos literarios. El lugar relevante ocupado por libros como Manzanas amarillas (1995), El apetito (1998) o Correspondencias (2001), con lo que en éstos hay de búsqueda y de hallazgo, convierte a su autor en uno de los poetas de referencia de estos últimos años. Me atrevería a decir que en el poeta clave que ha venido señalizando muchos de los caminos y rumbos transitados por la poesía española más reciente". (José Andújar Almansa). "Durante las primeras décadas de este siglo la poesía de Luis Muñoz muestra el deseo de investigar meticulosamente el momento instantáneo del presente y, a la vez, examinar las cosas colocadas en este territorio de tránsito temporal. En los poemas reunidos en Limpiar pescado de 2005 hallamos las posibilidades de ensanchar la expresión al iluminar el momento más vital y fugaz de la existencia. Unas palabras del poeta subrayan la ética existencial de su poesía: "Vivir con intensidad el presente" es "un grado más elemental del carpe diem." (Judith Nantell)
(Sacado de https://es.wikipedia.org/wiki/Luis_Mu%C3%B1oz_(poeta) )
*
Algunos poemas de Luis Muñoz:
De Septiembre (1991):
SEPTIEMBRE
En el pálido azul que acogen las terrazas,
los labios desprovistos que saben regresar
y el vuelo de las últimas gaviotas.
Voces que el mar congrega,
que vienen con las olas y son la lejanía.
Playas tendidas como alas de nieve
al pie de los bañistas
y autobuses velados con tenues pasajeros
que persiguen la falta de costumbre.
También entonces
rubias muchachas sumergidas
en el agua templada de las historias breves
y la pasión del horizonte, el hilo de ciudades
que definen los barcos que se alejan.
No es más real, septiembre, que un recuerdo,
pero nombres que dimos por perdidos
recobran claridad, el aire que atraían
y el sueño en que resisten los veranos.
EL VERANO QUE HUYE
De vuelta, adormecidos en el coche,
el verano tenía
la calidad abstracta del sueño de los otros.
Si las velas contienen
los momentos finales del crepúsculo,
si un animal inmenso se deshace
en las gentes de fuego de las playas
y los rompientes cumplen
el amargo papel de signo adverso,
todo aquello que huía con nosotros,
en el orden juicioso y familiar
de los veranos, de repente
nos desplazó del mundo
y en los ojos de extraños
se fundó su memoria.
RAZONES DE PESO
La adivinamos breve también aquellos años.
Inexplicable y breve
como la luz del cuarto que baja hasta las sombras
rosadas y malignas de las tardes felices.
Como el baño en el mar donde seguimos
la dirección secreta de las olas
o el cuerpo de lagarto de la espuma.
En todo la encontramos y a todo parecida
no dibujó en el curso de los sueños
las formas desleales de una ausencia.
No simuló en nosotros ninguna eternidad
ni apareció tan bella como quisimos luego.
EL MAR NUNCA
El mar nunca propone la nostalgia
porque sólo regresa
en busca de un comienzo,
de unos ojos primeros,
de una torre sin marcas de combate,
de unos lentos tobillos indecisos
que lo sientan llegar con la extrañeza
del amor que precede al cuerpo del amor.
Pero tú eliges que las olas vengan
arrastrando fragmentos de un pasado
que simula el murmullo
azul de la memoria
y la alta noche lo corona de fuego
y lo secundan quietas ilusiones perdidas.
De Manzanas amarillas (1995):
VIDA LITERARIA
Te dicen que el pasado es una recurrencia.
Con la boca repleta de pequeños propósitos,
con huesos de ciruela.
No, miren, respondes levemente:
es una bomba de agua en el desierto,
un pedal niquelado, bello y ciego,
un mecanismo simple que te agota
antes de agotarse.
ADOLESCENCIA
(J. R. J.)
Una rueda de fuego era tu vida,
del placer a la culpa.
Como un nido de abejas el temblor de silencio,
la luz de la mañana, la azotea
flotante sobre paisajes aguados
y sobre poetas díscolos.
Todo se fue moviendo
a costa del futuro sin demasiada prisa.
Las huellas de esa rueda las leí en mi vida
mientras que se alejaba, como buscando un margen,
el amor por tus libros, del placer a la culpa.
EL ARMA CARGADA
La poesía hace sitio a la nube del tiempo,
relampaguea como si todo abarcase,
se convierte en un salto, en un grito,
en un anillo absorto, en esperanza.
Cuando parte el silencio la nuez de algún poema,
la poesía es un viento sin origen,
un sedal desatado,
la corriente rizada y fragosa,
la lata de cerveza donde se prueba el tiro.
Y no sé si costumbre o cambio de costumbre,
si revés o si cara, si moneda del día.
Su certeza es la misa que nimba cada cosa.
Yo no sé qué hace falta para ser necesario.
PRIMERA HORA
Con sus patas de araña
el día apenas toca lo que toca.
Al cielo de la plaza lo despeina
un viento tibio.
A menudo lo oí y no lo quise:
que la repetición te manda.
No:
con la fibra de ayer, con lo que quieras
el hoy es uno.
NATURALEZA DE LO CONOCIDO
Trituradas las conchas
también, como tu piel que se descama,
son parte de la arena.
La lengua del mar las humedece,
les aviva el color
y aguardan para andar en olas secas
hasta la duna grande.
Yo tengo por hacer un equilibrio.
BIOGRAFÍA
Atesoró recuerdos temeroso
de su pobreza íntima:
el billete de un viaje en autobús
con su mejor amigo a una playa recóndita,
la caja de cerillas de un hotel
donde se amaron con temor y con furia,
una foto de carnet con la marca grabada
de unos labios intensos
o una pulserita de cuero
que le anudó una chica en una fiesta oscura.
Los recuerdos se hicieron un vapor enseguida.
Tuvo luego otros
que le colmaron de imágenes
y le abrumaron con distancias
y quiso desprenderse de sus lazos
de afecto, de sus trampas cálidas,
de sus mensajes sin orilla.
Claro es que fue en vano. Y que al hacerle falta
les añadió veneno y miel y tuvo para ellos
ocasión y aventura, capítulos muy largos,
un destino inefable.
DIGRESIÓN
Este amor es posible sólo
porque otros le preceden.
Del modo en que lo mires.
Como tú eres porque fuiste otros
y porque en ti coinciden,
en un silencio cálido,
los gestos, la querencia,
los demonios de otros.
Los mismos que nombrar hacen posible,
como un dardo en una fruta roja,
la dulzura y el daño, la inocencia
y la malicia: dos mitades,
dos puntas de veneno,
dos caras
de ninguna moneda.
POSTALES EN UN SOBRE
Tomaron un pequeño apartamento
al calor de la historia que empezaba
en un pueblo radiante de la costa.
Las familias miraban de reojo
su dulce suficiencia,
su ambigua cercanía cuando tomaban sol,
los leves empujones en la orilla
de muchachos buscándose en el juego,
la risa incontrolable,
el júbilo de luces y de compras
los días de mercado
y un remolino oscuro de murmullos
se levantaba al paso como una nube torda.
En sólo quince días avivaron
contrarios sentimientos, un ascua adormecida
y una imagen inquieta de la felicidad.
Recordarían de aquello más que nada,
muchos años después, en su país del norte,
la coartada airosa de su idioma
para hablar de deseo sin entenderles nadie,
las noches enlazadas de sus cuerpos
con las marcas blanquísimas de los trajes de baño
y un sobre con postales de vocación turística
que guardaron por siempre como un talismán:
el farero viejo cortando caña,
la junta de los bueyes en la plaza del pueblo
y una chica en biquini diciendo okey.
IMAGINERÍA
Charlando en un café,
ajenos al murmullo de otras mesas,
al trajín de las tazas, a la entrada de tipos
que dejan los abrigos junto a ellos.
Con los ojos clavados uno en otro,
una chispa airosa en la sonrisa,
un resplandor muy dulce,
en las nubes de una combustión:
ningún amor se entiende desde fuera,
ninguno.
UVAS AMARGAS
Están entre las dulces
como balas de plata
esperando su turno.
En un frutero
que es un hemisferio
y que parece el otro.
Jugando a no ser vistas
o a ofrecerse por nada
como la luna hambrienta.
PEQUEÑO INTERIOR
Acoge los recuerdos como a huéspedes cálidos.
Deja que se conozcan, que se hurguen entre ellos,
que se lleven bien.
Enséñales la casa paso a paso:
donde guardas la fotos que los paró un momento,
dónde filtran las sombras su cuerpo definido,
donde pueden estar sin que los notes.
Cuando adopten su sitio plenamente,
cuando aprendan la voz de su rutina
y el incierto dictado a que responde,
deja que duerman hasta tarde,
que paseen sin rumbo, que se estiren, se encojan,
se fundan con tus sueños.
Pero no aceptes si quieren que los sigas.
De El apetito (1998):
DE UN CUADERNO ANTIGUO
Sabes que no se diferencian.
El fruncido gemir de un vendaval,
los flecos de la lluvia interrogantes,
el ladrido del sol a mediodía,
la naranja olvidada en la mesa del patio,
lo mismo pueden ser
alimento de dicha o de tristeza.
Celebra tú, si puedes, cada imagen
igual si viene bien como si viene mal.
Detrás están tus ojos y detrás
el corte de tu daño, tu relato del día.
Serán lo que les des, como las leas.
ATRACCIÓN DE LOS IGUALES
Así es como te veo:
no ajeno a tentaciones,
no helado a los sentidos.
Ni puro ni entregado,
ni fiel ni virtuoso.
Ni deudor de un abismo
ni callado a las voces.
Carnal, inquieto, impuro,
permeable, alerta.
CAMISETAS
Se cambiaron la ropa entre los dos
en los primeros días.
La camiseta negra con los dioses aztecas
recuerdo de un museo,
por el jersey fino de pico
de listas amarillas veteadas de azules.
El polo añil gastado de hacía cinco años,
por el blanco de seda, como alado y de puntos,
de cuello blando y grande.
Era como un abrazo ceñido y vaporoso.
Acostumbrar tu piel al tacto de la suya,
imponerlo al salir como una caricia.
Si se encontraban solos en citas agridulces
con antiguos amantes,
la dulzura del otro soplaba en el tejido.
Si se encontraban lejos como una sombra débil
al borde de las sombras,
el otro aparecía como una fortaleza.
Era la afirmación que siempre les faltaba,
el toque permanente de alerta en sus afectos.
Y, eso sí, no escucharon que nadie les dijera:
los hilos de la tarde se cosen sin la tarde.
ÉSTA
Ésta es la noche
con su lomo de iguana.
Yo no pienso temerla
ni por lo que embosca
ni por lo que ilumina.
Tu miedo no termina sin mi miedo
cuando son una fuerza.
OCHO DE LA MAÑANA
Le miro cómo duerme enredado en la sábana.
La esponja del descanso le borra los sentidos.
Deja pasar dos planchas moteadas de luz
la ventana entreabierta,
picotea en el borde de un tiesto de geranios
un gorrión tremante
con ojos de cabeza de alfiler
y el picoteo se hace
del ritmo de una frase inquisitiva.
Pero no se despierta.
Se abraza a la almohada, se hunde como en nubes
y me atrapa al volverse alzando una rodilla.
No sé si formo parte de su sueño.
Querer es una escala y no sé si alcanza al sueño.
ESPIRAL
¿Con qué viene el amor
en su tromba dormida?
Con hilos de una red de lance
del pasado, con luces rutilantes
brillando en su argumento.
Con su gama de olores,
de miedos, de costumbres
que siguen y que esquivan las costumbres,
con su plano de vías, de cruces, de paradas,
con vocación de marca, con su marca.
ESTO NO ES UNA EXPERIENCIA
A José Luis Piquero
Conducía un tres puertas azul de doce años
que heredó de su padre y que ya renqueaba.
Con él cruzaba el puente después de medianoche
como una mecha ardiendo suspendida en el río.
Llegaba así a este lado de la ciudad encendida,
se acodaba en la esquina de un local atestado
y dejaba en sus ojos vagar su transparencia
como vagan dormidas las formas de un acuario.
El tirón de la carne era dulce y violento,
sólo a él respondía de manera feliz
y tornaba la vida animal y jugosa.
El resto era roer
las sobras de un banquete.
Se llamaba David, según me dijo,
sólo andaba detrás de lo que era posible
y ayudaba a su madre en un taller de ropa.
UNA BUENA RAZÓN
Ocurre que, de pronto,
se desmigajan las razones
como un trozo de pan
en el estanque de los patos.
Ninguna es sino un bocado fácil,
un cuerpo aguachinado sin destino
y sin movilidad,
sin reflejos, sin consistencia.
Ocurre que, de pronto, delante de los patos
no vales lo que vale tu desgana.
DIARIO
A Isolde Gornemann
El sosiego, de pronto, no es un plazo,
ni es un anuncio, ni una salva.
El sosiego, de pronto, es una guerra
que se libra en los márgenes del día.
En la lengua del alba, en la cal de la tarde.
Hoy a las 09:47 por Maria Lua
» CECILIA MEIRELES ( POETA BRASILEÑA)
Hoy a las 09:41 por Maria Lua
» MARIO QUINTANA ( Brasil: 30/07/1906 -05/05/1994)
Hoy a las 09:40 por Maria Lua
» CARLOS DRUMMOND DE ANDRADE (Brasil, 31/10/ 1902 – 17/08/ 1987)
Hoy a las 09:38 por Maria Lua
» Stéphan Mallarmé (1842-1897)
Hoy a las 09:36 por Maria Lua
» Luís Vaz de Camões (c.1524-1580)
Hoy a las 09:33 por Maria Lua
» VICTOR HUGO (1802-1885)
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» Rabindranath Tagore (1861-1941)
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» Khalil Gibran (1883-1931)
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» Yalal ad-Din Muhammad Rumi (1207-1273)
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