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Mahvash Sábet (Irán, 1953), fue condenada en su país a diez años de cárcel por profesar la fe bahái, una religión perseguida en Irán y que cuenta con unos siete millones de practicantes en todo el mundo. Durante su estancia en prisión, escribió sus ‘Poemas enjaulados’ (Pre-Textos, 2020), una prueba del coraje y la desesperación, la miseria y las esperanzas de miles de iraníes que luchan por sobrevivir a las condiciones de extrema opresión. Sus poemas se presentarán en el Centre Cultural La Nau de la Universitat de València, el próximo 8 de junio, a las 19 horas.
Este acto se inscribe en la programación del Aula de Poesía de la Universitat de València y contará con las intervenciones de.Axel Toribio, secretario de la Comunidad Bahá'í de Valencia; Rafael Monzón Giménez, presidente del Centro UNESCO Valencia; Manuel Borrás, editor de Pre-Textos, las dos traductoras Ryma Sheermohammadi y Amaya Blanco; y la responsable del Aula de Poesía de la Universitat, Xelo Candel, que moderará el debate. Para asistir al acto se requiere inscripción a través de este enlace.
‘Poemas enjaulados’ es una obra que surge de la necesidad de la autora de expresarse tras una década de su vida encarcelada por sus creencias. En 2017, Mahvash Sábet obtuvo el premio Pen International, un galardón que otorga PEN Internacional Club Español, organización que defiende la libertad de expresión de escritores en riesgo y apoyan a quienes han sufrido exilio o encarcelamiento. Tras la traducción al inglés realizada por Bahiyyih Nakhjavani bajo el título Prison Poems, la editorial Pre-Textos acaba de publicar la traducción del farsi al español a cargo de Amaya Blanco y Ryma Sheermohammadi.
(Sacado de https://www.uv.es/uvweb/universidad/es/ficha-persona/poemas-enjaulados-poeta-irani-mahvash-sabet-se-presentan-nau-universitat-valencia-1285950309813/Novetat.html?id=1286199638280 )
*
Algunos poemas de Mahvash Sábet:
De Diario de la cárcel:
EL VIAJE DE LA SEMILLA
Antaño fue una semilla inútil,
la pequeña simiente que la providencia
plantó en las mediaciones del arroyo de tu amor.
Por un tiempo yací
en las profundidades de la tierra,
bebiendo de las aguas cristalinas
de Tu amabilidad,
intentando entender
la pureza de mi existir.
Y tras la estación de la espera,
la corteza de mi ser se quebró
y las llagas abiertas de mi cuerpo,
ungidas por tu bálsamo,
rompieron a doler.
Insoportable era sentirme separada del pasado,
sin futuro en mi adentro,
lloré, gemí, sufrí,
hasta que al fin supe qué hacer:
me liberé de la corteza
para encontrar
estos nuevos vestidos
de piel desnuda y vulnerable,
de una vez libre de mi ser antiguo.
Ya no supe de dónde había venido
ni a donde había de ir.
Y así, deambulando,
aprendí a hablar menos
y a escuchar mucho más,
a crecer y a volar,
luchando por llegar a la certeza.
Entonces Tu belleza brilló frente a mis ojos
en la umbría espesura
y te encontré
en las gotas brillantes de la lluvia
mecido igual que en una suave brisa
de primavera.
Y ansiando dar caza a la luz
me levanté y volé hasta alcanzar el sol,
en sus destellos me vi reflejada.
Y vi brotes pequeños y preciosos
y vi las ramas rojas de mi cuerpo
hundidas
bajo las hojas verdes.
Ya no soy lo que fui:
Ahora soy un río,
ya no soy una alberca.
Mi primavera no cabe en sí de gozo,
ávida de los frutos.
Pero imaginen
cuántas semillas
aún siguen ocultas,
listas para brotar
desde mi corazón.
LOS AMIGOS
No hay mano que cobije
a esta rosa de caídos pétalos
ni puertas que resuenen
al tocar los nudillos.
Nos hemos desplomado
en el arduo sendero del amor,
sin vino en el banquete
ni copero que sirva ningún cáliz.
Para borrar la pena
aquí no nos alcanza la luz del Invisible,
las noches son oscuras,
el aire está estancado
y la luna tan pálida...
Ni ningún mensajero viene a reconfortarnos a esta estancia,
ni las luces del orbe ni las de las estrellas
brillan sobre esta celda atribulada,
ni signos de justicia, ni esperanza siquiera.
Imposible llegar a la toga del juez.
Un mundo atareado con sus guerras,
y mientras, este ser cansado no llegará a su hogar.
Para un caminante del desierto
todos los mares son un espejismo.
Para el muerto de sed,
seco está el surtidor de la certeza.
Gritamos y gritamos, no se oye la voz:
amigos enjaulados
sin compañía alguna.
De la misma manera que si, a oídas del mundo,
no llegara el graznido de un pájaro sin alas.
De Los muros de la cárcel:
GORRIÓN
Hoy,
al pasar por el patio de la cárcel
me encontré a un gorrión.
Picoteaba un trozo de pan bien congelado,
una migaja fría, en la nieve.
«Tú y yo somos los dos prisioneros hambrientos», le dije.
Y así, en aquel instante, abandonó la miga y se alejó volando.
Ante eso pensé:
«¿Acaso eres tú menos que este pobre gorrión?
Dime, ¿por qué no sueltas el pan igual que el pájaro?
Deja esa miga y vuela
aunque te roa el hambre».
ANSÍO EL APAGÓN
Agotada y febril,
se me escapa la luz por la pared,
llega la hora al fin del apagón,
lo ansío,
ansío el apagón.
Atrapada en la angustia,
presa yo soy de esta pesadilla,
bajo mis pies, el polvo.
Por lecho el frío suelo
no cubre más que un palmo,
una al lado de otra.
una manta de almohada.
Las mujeres guardianas hacen turnos,
guardando la vigilia hasta la aurora,
se oyen
las cuentas de un rosario,
palabras susurradas,
labios aleteantes,
como los de los peces.
Y así se va pasando una hora,
entre charla amistosa,
secretos musitados o recuerdos amargos, recurrentes.
Roncan unas, otras que jadean,
murmuran otras, y se arrullan, tosen
-y en el espacio flotan gemidos, estornudos,
el llanto sofocado, el lamento incesante.
Cuando llega el olvido ya no existe la pena.
Es por eso que ansío el apagón,
ansío el apagón.
SOLEDAD
Dije yo: Dame una definición de soledad.
Dijiste: Cuando no tienes a nadie a tu lado.
Dije yo: ¿Qué pasa si aún estás más solo?
Dijiste: Entonces es que ya no hay nadie que te quiera.
Dije yo: ¿Cuál es la mayor de todas las soledades?
Dijiste: Cuando nadie te comprende.
ME VOLVÍ A LEVANTAR
Hundida en mis adentros,
una mañana calurosa y torda
sola en el patio de prisión, andando,
me preguntaba acerca
del camino cerrado,
meditaba en barreras, obstáculos, paredes,
todos incomprensibles,
en las guerras y ataques...
Me dije: esta celda, esta barrera
no son limitaciones para mí.
¿Qué hago encerrada aquí?
¿qué hacen mis alas rotas por las olas
de la crueldad?
Pero entonces lo vi,
justo en el alquitrán en medio del camino
surgiendo desde el seco corazón de la tierra,
en una piedra grande,
unas hojas brotaban,
tiernas y verdes.
Y otro día, otra vez:
¡ahí estaban de nuevo las plantas, una al lado de otra!,
¡verde claro!
Y al cabo, en todas las rendijas y rincones,
allí donde alcanzara nuestra vista
crecían los abrojos
hojas, tallos y brotes a montones
a lo largo y lo ancho.
Y me dije a mí misma:
¿acaso eres tú menos que una flor con espinas?
¿a dónde ha ido la vida que había en tus raíces?
¿no tienes nada dentro que pueda florecer?
Pero entonces,
sentí que se encendía en mis adentros
un fuego.
Me llené de esperanza y de poder.
Había estado débil, cansada, había caído
pero me erguí de nuevo.
Mahvash Sábet (Irán, 1953), fue condenada en su país a diez años de cárcel por profesar la fe bahái, una religión perseguida en Irán y que cuenta con unos siete millones de practicantes en todo el mundo. Durante su estancia en prisión, escribió sus ‘Poemas enjaulados’ (Pre-Textos, 2020), una prueba del coraje y la desesperación, la miseria y las esperanzas de miles de iraníes que luchan por sobrevivir a las condiciones de extrema opresión. Sus poemas se presentarán en el Centre Cultural La Nau de la Universitat de València, el próximo 8 de junio, a las 19 horas.
Este acto se inscribe en la programación del Aula de Poesía de la Universitat de València y contará con las intervenciones de.Axel Toribio, secretario de la Comunidad Bahá'í de Valencia; Rafael Monzón Giménez, presidente del Centro UNESCO Valencia; Manuel Borrás, editor de Pre-Textos, las dos traductoras Ryma Sheermohammadi y Amaya Blanco; y la responsable del Aula de Poesía de la Universitat, Xelo Candel, que moderará el debate. Para asistir al acto se requiere inscripción a través de este enlace.
‘Poemas enjaulados’ es una obra que surge de la necesidad de la autora de expresarse tras una década de su vida encarcelada por sus creencias. En 2017, Mahvash Sábet obtuvo el premio Pen International, un galardón que otorga PEN Internacional Club Español, organización que defiende la libertad de expresión de escritores en riesgo y apoyan a quienes han sufrido exilio o encarcelamiento. Tras la traducción al inglés realizada por Bahiyyih Nakhjavani bajo el título Prison Poems, la editorial Pre-Textos acaba de publicar la traducción del farsi al español a cargo de Amaya Blanco y Ryma Sheermohammadi.
(Sacado de https://www.uv.es/uvweb/universidad/es/ficha-persona/poemas-enjaulados-poeta-irani-mahvash-sabet-se-presentan-nau-universitat-valencia-1285950309813/Novetat.html?id=1286199638280 )
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Algunos poemas de Mahvash Sábet:
De Diario de la cárcel:
EL VIAJE DE LA SEMILLA
Antaño fue una semilla inútil,
la pequeña simiente que la providencia
plantó en las mediaciones del arroyo de tu amor.
Por un tiempo yací
en las profundidades de la tierra,
bebiendo de las aguas cristalinas
de Tu amabilidad,
intentando entender
la pureza de mi existir.
Y tras la estación de la espera,
la corteza de mi ser se quebró
y las llagas abiertas de mi cuerpo,
ungidas por tu bálsamo,
rompieron a doler.
Insoportable era sentirme separada del pasado,
sin futuro en mi adentro,
lloré, gemí, sufrí,
hasta que al fin supe qué hacer:
me liberé de la corteza
para encontrar
estos nuevos vestidos
de piel desnuda y vulnerable,
de una vez libre de mi ser antiguo.
Ya no supe de dónde había venido
ni a donde había de ir.
Y así, deambulando,
aprendí a hablar menos
y a escuchar mucho más,
a crecer y a volar,
luchando por llegar a la certeza.
Entonces Tu belleza brilló frente a mis ojos
en la umbría espesura
y te encontré
en las gotas brillantes de la lluvia
mecido igual que en una suave brisa
de primavera.
Y ansiando dar caza a la luz
me levanté y volé hasta alcanzar el sol,
en sus destellos me vi reflejada.
Y vi brotes pequeños y preciosos
y vi las ramas rojas de mi cuerpo
hundidas
bajo las hojas verdes.
Ya no soy lo que fui:
Ahora soy un río,
ya no soy una alberca.
Mi primavera no cabe en sí de gozo,
ávida de los frutos.
Pero imaginen
cuántas semillas
aún siguen ocultas,
listas para brotar
desde mi corazón.
LOS AMIGOS
No hay mano que cobije
a esta rosa de caídos pétalos
ni puertas que resuenen
al tocar los nudillos.
Nos hemos desplomado
en el arduo sendero del amor,
sin vino en el banquete
ni copero que sirva ningún cáliz.
Para borrar la pena
aquí no nos alcanza la luz del Invisible,
las noches son oscuras,
el aire está estancado
y la luna tan pálida...
Ni ningún mensajero viene a reconfortarnos a esta estancia,
ni las luces del orbe ni las de las estrellas
brillan sobre esta celda atribulada,
ni signos de justicia, ni esperanza siquiera.
Imposible llegar a la toga del juez.
Un mundo atareado con sus guerras,
y mientras, este ser cansado no llegará a su hogar.
Para un caminante del desierto
todos los mares son un espejismo.
Para el muerto de sed,
seco está el surtidor de la certeza.
Gritamos y gritamos, no se oye la voz:
amigos enjaulados
sin compañía alguna.
De la misma manera que si, a oídas del mundo,
no llegara el graznido de un pájaro sin alas.
De Los muros de la cárcel:
GORRIÓN
Hoy,
al pasar por el patio de la cárcel
me encontré a un gorrión.
Picoteaba un trozo de pan bien congelado,
una migaja fría, en la nieve.
«Tú y yo somos los dos prisioneros hambrientos», le dije.
Y así, en aquel instante, abandonó la miga y se alejó volando.
Ante eso pensé:
«¿Acaso eres tú menos que este pobre gorrión?
Dime, ¿por qué no sueltas el pan igual que el pájaro?
Deja esa miga y vuela
aunque te roa el hambre».
ANSÍO EL APAGÓN
Agotada y febril,
se me escapa la luz por la pared,
llega la hora al fin del apagón,
lo ansío,
ansío el apagón.
Atrapada en la angustia,
presa yo soy de esta pesadilla,
bajo mis pies, el polvo.
Por lecho el frío suelo
no cubre más que un palmo,
una al lado de otra.
una manta de almohada.
Las mujeres guardianas hacen turnos,
guardando la vigilia hasta la aurora,
se oyen
las cuentas de un rosario,
palabras susurradas,
labios aleteantes,
como los de los peces.
Y así se va pasando una hora,
entre charla amistosa,
secretos musitados o recuerdos amargos, recurrentes.
Roncan unas, otras que jadean,
murmuran otras, y se arrullan, tosen
-y en el espacio flotan gemidos, estornudos,
el llanto sofocado, el lamento incesante.
Cuando llega el olvido ya no existe la pena.
Es por eso que ansío el apagón,
ansío el apagón.
SOLEDAD
Dije yo: Dame una definición de soledad.
Dijiste: Cuando no tienes a nadie a tu lado.
Dije yo: ¿Qué pasa si aún estás más solo?
Dijiste: Entonces es que ya no hay nadie que te quiera.
Dije yo: ¿Cuál es la mayor de todas las soledades?
Dijiste: Cuando nadie te comprende.
ME VOLVÍ A LEVANTAR
Hundida en mis adentros,
una mañana calurosa y torda
sola en el patio de prisión, andando,
me preguntaba acerca
del camino cerrado,
meditaba en barreras, obstáculos, paredes,
todos incomprensibles,
en las guerras y ataques...
Me dije: esta celda, esta barrera
no son limitaciones para mí.
¿Qué hago encerrada aquí?
¿qué hacen mis alas rotas por las olas
de la crueldad?
Pero entonces lo vi,
justo en el alquitrán en medio del camino
surgiendo desde el seco corazón de la tierra,
en una piedra grande,
unas hojas brotaban,
tiernas y verdes.
Y otro día, otra vez:
¡ahí estaban de nuevo las plantas, una al lado de otra!,
¡verde claro!
Y al cabo, en todas las rendijas y rincones,
allí donde alcanzara nuestra vista
crecían los abrojos
hojas, tallos y brotes a montones
a lo largo y lo ancho.
Y me dije a mí misma:
¿acaso eres tú menos que una flor con espinas?
¿a dónde ha ido la vida que había en tus raíces?
¿no tienes nada dentro que pueda florecer?
Pero entonces,
sentí que se encendía en mis adentros
un fuego.
Me llené de esperanza y de poder.
Había estado débil, cansada, había caído
pero me erguí de nuevo.
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