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Jesús Ferrero (Zamora, 30 de diciembre de 1952) es un escritor español.
Biografía
Pasó su juventud en Pamplona, Barcelona, Ginebra, Madrid y París. En la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales de la capital francesa se graduó en Historia Antigua referida al mundo griego, a la vez que ejercía de portero de noche en el Hotel Marigni. Allí escribió su primera novela, Bélver Yin (1981), con la que obtendría el Premio Ciudad de Barcelona de 1982, y cuyo notable éxito de crítica y público, así como su corte con la tradición literaria española, la señalan como uno de los referentes más importantes de la nueva literatura de la España democrática. El crítico Rafael Conte la calificó en su momento como "la primera novela más sorprendente, espléndida y fascinante de los últimos lustros de la literatura española".
En 1986, publicó su segunda novela, Opium, residiendo ya en Barcelona, ciudad donde también escribiría Lady Pepa, Débora Blenn, Alis el Salvaje, Los reinos combatientes, El secreto de los dioses, El efecto Doppler (Premio Plaza & Janés, 1990), y el relato Besos en tu suéter manchado de vino.
Ferrero se trasladó en 1994 a Madrid, donde impartirá cursos en la Escuela de Letras de Madrid durante más de una década, y donde ha escrito el resto de su producción literaria desde las novelas Amador o la narración de un hombre afortunado.
Ha escrito también una novela a modo de folletín que apareció en el diario madrileño El Independiente con el título de Un amor en Berlín, y de un libro sobre la cultura china: Pekín de la Ciudad Prohibida. Sus obras han sido traducidas al inglés, al alemán, al francés ( Bélver Yin, Las trece rosas, Las veinte fugas de Básil, Las siete ciudades del Cíbola, Besos en tu suéter manchado de vino), o al chino ( Bélver Yin), entre otras lenguas.
En el número doble que la Revista de Occidente dedicó a la Narrativa española actual, Ferrero publicó un fragmento de su novela corta La era de la niebla, encabezado por el siguiente texto:
Mi poética podría resumirse en seis aforismos:
La fusión de patetismo e inteligencia ha dado a menudo obras maestras; en cambio, el patetismo a solas es la peor escuela poética.
Es casi seguro que sólo sobrevive lo que no es nuestro, lo que nos excede, lo que, al leerlo, nos parece ajeno.
Al arte no han de exigírsele ni justificaciones previas ni moralejas: aditivos imperdonables (y que, no obstante, son muy valorados por los críticos) que matan la obra, instrumentalizándola.
La imaginación sólo debiera servir para suplir las deficiencias de la visión.
El arte empieza donde comienza la paradoja, que es la ambigüedad multiplicada. Frases ambiguas lo son muchas, pero no ocurre lo mismo con las frases paradójicas. Para que la paradoja aflore es necesario que a una ambigüedad le suceda otra como respuesta, y que al cruzarse con ella genere en su cópula nuevas paradojas que se encadenen a las anteriores.
Si un día un autor me dijera: "Aspiro a conquistar un lenguaje escrupulosamente antiliterario, y, al mismo tiempo, profundamente estético", yo le diría: "Creo que estoy contigo, aunque no sé si te entiendo."
Poco partidario de las narraciones exhaustivas, solo dos de sus novelas sobrepasan las trescientas páginas, y la mayoría de ellas no tienen más de doscientas.
Ferrero es un autor prolífico que ha cultivado diferentes géneros: novela, cuento, poesía, teatro (Las siete ciudades del Cíbola) y ensayo, además de colaborar en la televisión y en el cine. Ferrero es coautor junto a Pedro Almodóvar del guion de Matador, y antes había participado en el rodaje de Robin y Marion, de Richard Lester. Asimismo, firmó el guion literario del Pabellón de la Navegación en la Exposición Universal de Sevilla (1992).
Con su ensayo Las experiencias del deseo. Eros y misos (que ganó el Premio Anagrama 2009), Ferrero regresa a una escritura reflexiva que no había practicado desde su época universitaria en París, cuando se hallaba escribiendo en francés su tesina sobre Platón y asistía a los cursos de sus maestros, entre los que destacan Nicole Loraux, Michel Foucault, Gilles Deleuze, Roland Barthes, Jacques Lacan, Pierre Vidal-Naquet y Jean Pierre Vernant.
(Sacado de https://es.wikipedia.org/wiki/Jes%C3%BAs_Ferrero )
*
Algunos poemas de Jesús Ferrero, de su libro Las noches rojas, Siruela, 2003.
LOS JARDINES ROJOS
A veces tengo sueños
de una transparencia diamantina.
Veo islas llenas de cipreses
en un mar que ni es
el del origen
ni es el del fin del tiempo.
Y en esas islas veo un sol lleno de sed:
es la hora de los jardines rojos.
Las islas se convierten en vergeles cárdenos
flotando en un mar más rojo que el atardecer.
Prefiero no saber
qué sentido tienen
esos jardines en mi mente,
esos jardines de fiebre y silencio
y brisas muy leves
y templetes blancos
y cipreses rojos.
Tengo la impresión de que están deshabitados,
de que nadie
ha mancillado todavía los jardines del poniente
que persisten al fondo de mi mente.
No parecen ubicarse en el lugar de la muerte
y por eso sé
que ni siquiera el sueño eterno
me permitirá llegar alguna vez a ellos.
PELIRROJA
para I. G.
Amo a una pelirroja
honda como una forma,
leve como un suspiro.
Amo a una piel hecha
de la misma sustancia que la aurora.
Tiene nombre de paz
pero es una gata
de las estepas.
Amo a una pantera
escarlata.
De noche los indios
danzan
bajo la luna llena
de Benarés.
Las aguas del río
parecen llamas
líquidas y hospitalarias.
Contra ellas se recortan
las llamas de sus cabellos,
sus ojos como azogues
de luz cristalizada.
Amo su voz en la noche,
amo sus ojos
en las tinieblas
y sus manos en las sombras.
Al alba los indios
danzan
bajo la luna pálida.
Las aguas del río parecen labios
líquidos y hospitalarios.
Jesús Ferrero (Zamora, 30 de diciembre de 1952) es un escritor español.
Biografía
Pasó su juventud en Pamplona, Barcelona, Ginebra, Madrid y París. En la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales de la capital francesa se graduó en Historia Antigua referida al mundo griego, a la vez que ejercía de portero de noche en el Hotel Marigni. Allí escribió su primera novela, Bélver Yin (1981), con la que obtendría el Premio Ciudad de Barcelona de 1982, y cuyo notable éxito de crítica y público, así como su corte con la tradición literaria española, la señalan como uno de los referentes más importantes de la nueva literatura de la España democrática. El crítico Rafael Conte la calificó en su momento como "la primera novela más sorprendente, espléndida y fascinante de los últimos lustros de la literatura española".
En 1986, publicó su segunda novela, Opium, residiendo ya en Barcelona, ciudad donde también escribiría Lady Pepa, Débora Blenn, Alis el Salvaje, Los reinos combatientes, El secreto de los dioses, El efecto Doppler (Premio Plaza & Janés, 1990), y el relato Besos en tu suéter manchado de vino.
Ferrero se trasladó en 1994 a Madrid, donde impartirá cursos en la Escuela de Letras de Madrid durante más de una década, y donde ha escrito el resto de su producción literaria desde las novelas Amador o la narración de un hombre afortunado.
Ha escrito también una novela a modo de folletín que apareció en el diario madrileño El Independiente con el título de Un amor en Berlín, y de un libro sobre la cultura china: Pekín de la Ciudad Prohibida. Sus obras han sido traducidas al inglés, al alemán, al francés ( Bélver Yin, Las trece rosas, Las veinte fugas de Básil, Las siete ciudades del Cíbola, Besos en tu suéter manchado de vino), o al chino ( Bélver Yin), entre otras lenguas.
En el número doble que la Revista de Occidente dedicó a la Narrativa española actual, Ferrero publicó un fragmento de su novela corta La era de la niebla, encabezado por el siguiente texto:
Mi poética podría resumirse en seis aforismos:
La fusión de patetismo e inteligencia ha dado a menudo obras maestras; en cambio, el patetismo a solas es la peor escuela poética.
Es casi seguro que sólo sobrevive lo que no es nuestro, lo que nos excede, lo que, al leerlo, nos parece ajeno.
Al arte no han de exigírsele ni justificaciones previas ni moralejas: aditivos imperdonables (y que, no obstante, son muy valorados por los críticos) que matan la obra, instrumentalizándola.
La imaginación sólo debiera servir para suplir las deficiencias de la visión.
El arte empieza donde comienza la paradoja, que es la ambigüedad multiplicada. Frases ambiguas lo son muchas, pero no ocurre lo mismo con las frases paradójicas. Para que la paradoja aflore es necesario que a una ambigüedad le suceda otra como respuesta, y que al cruzarse con ella genere en su cópula nuevas paradojas que se encadenen a las anteriores.
Si un día un autor me dijera: "Aspiro a conquistar un lenguaje escrupulosamente antiliterario, y, al mismo tiempo, profundamente estético", yo le diría: "Creo que estoy contigo, aunque no sé si te entiendo."
Poco partidario de las narraciones exhaustivas, solo dos de sus novelas sobrepasan las trescientas páginas, y la mayoría de ellas no tienen más de doscientas.
Ferrero es un autor prolífico que ha cultivado diferentes géneros: novela, cuento, poesía, teatro (Las siete ciudades del Cíbola) y ensayo, además de colaborar en la televisión y en el cine. Ferrero es coautor junto a Pedro Almodóvar del guion de Matador, y antes había participado en el rodaje de Robin y Marion, de Richard Lester. Asimismo, firmó el guion literario del Pabellón de la Navegación en la Exposición Universal de Sevilla (1992).
Con su ensayo Las experiencias del deseo. Eros y misos (que ganó el Premio Anagrama 2009), Ferrero regresa a una escritura reflexiva que no había practicado desde su época universitaria en París, cuando se hallaba escribiendo en francés su tesina sobre Platón y asistía a los cursos de sus maestros, entre los que destacan Nicole Loraux, Michel Foucault, Gilles Deleuze, Roland Barthes, Jacques Lacan, Pierre Vidal-Naquet y Jean Pierre Vernant.
(Sacado de https://es.wikipedia.org/wiki/Jes%C3%BAs_Ferrero )
*
Algunos poemas de Jesús Ferrero, de su libro Las noches rojas, Siruela, 2003.
LOS JARDINES ROJOS
A veces tengo sueños
de una transparencia diamantina.
Veo islas llenas de cipreses
en un mar que ni es
el del origen
ni es el del fin del tiempo.
Y en esas islas veo un sol lleno de sed:
es la hora de los jardines rojos.
Las islas se convierten en vergeles cárdenos
flotando en un mar más rojo que el atardecer.
Prefiero no saber
qué sentido tienen
esos jardines en mi mente,
esos jardines de fiebre y silencio
y brisas muy leves
y templetes blancos
y cipreses rojos.
Tengo la impresión de que están deshabitados,
de que nadie
ha mancillado todavía los jardines del poniente
que persisten al fondo de mi mente.
No parecen ubicarse en el lugar de la muerte
y por eso sé
que ni siquiera el sueño eterno
me permitirá llegar alguna vez a ellos.
PELIRROJA
para I. G.
Amo a una pelirroja
honda como una forma,
leve como un suspiro.
Amo a una piel hecha
de la misma sustancia que la aurora.
Tiene nombre de paz
pero es una gata
de las estepas.
Amo a una pantera
escarlata.
De noche los indios
danzan
bajo la luna llena
de Benarés.
Las aguas del río
parecen llamas
líquidas y hospitalarias.
Contra ellas se recortan
las llamas de sus cabellos,
sus ojos como azogues
de luz cristalizada.
Amo su voz en la noche,
amo sus ojos
en las tinieblas
y sus manos en las sombras.
Al alba los indios
danzan
bajo la luna pálida.
Las aguas del río parecen labios
líquidos y hospitalarios.
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