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Javier Salvago (Paradas, Sevilla, 1950) “no es solo, en palabras del poeta y editor Abelardo Linares, el mejor representante de la poesía sevillana del último medio siglo, ya de por sí extremadamente rica, sino también uno de los poetas más destacados de su generación”. Carlos Mármol, en una reseña sobre su poesía completa Variaciones y Reincidencias (2019) resumía así su trayectoria: “Cuatro décadas de versos claros y sobrios. Muchos, perfectos. Salvago, del que se cuenta que Gil de Biedma llegó a decir en privado que sería uno de los pocos de las generaciones posteriores a la suya que sobreviviría al paso del tiempo, que selecciona lo esencial sin piedad, es un poeta especialmente dotado para esculpir con palabras desnudas las grandes experiencias de la vida corriente”. Según la poeta y crítica Victoria León: “Pocos poetas contemporáneos han tenido una visión tan clara de la creación de poesía como oficio total, como exigente camino de autoconocimiento que consiste, como proponía la famosa máxima de Píndaro, en llegar a ser el que se es. Y muy pocos también han parecido quitarle tanta importancia a su papel, lejos de cualquier complacencia en la figura del poeta como ser excepcional”. Mientras el poeta y crítico José Luis García Martín añade: “Pocos poetas tienen tan claros sus maestros y a la vez son tan personales como Javier Salvago, un poeta sevillano que en los años ochenta destacó por su sentido del humor paródico –La destrucción o el humor se titula el libro que le dio a conocer–, su lenguaje coloquial, su confesionalismo y su virtuosismo métrico”. Su obra poética alcanza su punto de mayor reconocimiento con la publicación de Volverlo a intentar (1989), poemario distinguido con el Premio Nacional de la Crítica de poesía castellana.
Fue colaborador habitual de Diario 16 de Anadalucía y durante cinco años llevó una columna semanal en Diario de Sevilla. Desde mediados de los 80, trabajó como guionista de radio y televisión, especialmente de los programas de Jesús Quintero, y es el autor de casi todas las "Reflexiones" que el personaje de El loco de la colina ha pronunciado desde entonces.
Sus poemas, traducidos a diversos idiomas, han sido incluidos en antologías como Poesía della Metamorfosi (Roma, Stilb s.r.l. editore, 1984), Poesia Espanhola de Agora (Relógio D’Água Editores, Lisboa, 1997), Poesía Española. La nueva Poesía (1975-1992) de Miguel García Posada (Barcelona, Edición Crítica, 1996), Treinta años de poesía española (Sevilla y Granada, Ediciones Renacimiento y La Veleta, 1996), edición de José Luis García Martín, Poesía española reciente (1980-2000), edición de Juan Cano Ballesta (Madrid, Cátedra, 2001), El hacha y la rosa (La Habana, Cuba, Editorial Arte y Literatura, y Sevilla, Editorial Renacimiento, 2001), Cien años de poesía, 72 poemas españoles del siglo XX (Bern, Berlin, Bruxelles, Frankfurt am Main, New York, Oxford, Wien: Peter Lang, S.A. Editorial científica europea, 2001), entre otras.
(Sacado de https://es.wikipedia.org/wiki/Javier_Salvago )
***
Algunos poemas de Javier Salvago:
De La destrucción o el humor, 1980:
NO ES NADA, PERO DUELE
La soledad no existe.
Dicen que es sólo un tema
que pone el tono triste
en algunos poemas.
Me he plantado mi abrigo
mejor, frente al espejo,
y he salido a la tarde
con un corazón nuevo.
¡Tanta gente...! Imposible
que alguien pueda dudarlo.
La soledad no existe
nada más que en los tangos.
En la mesa vecina
del café, una enfermera
le cuenta a sus amigos
detalles de una juerga.
Pasan dos quinceañeras
y en sus ojos hay algo
de gatitas en celo
con la fiebre del sábado.
La soledad... ¡Mentira!
La niegan las parejas
que en los bancos del parque
se muerden y se estrechan.
La soledad no existe.
Dicen que es sólo un tema
que pone el tono triste
en algunos poemas.
TRECE
Me ha picado esta noche
la mosca de los celos en la oreja
y quisiera saber si estás en casa
o con otro, corriéndote una juerga.
Aunque andes de puntillas,
se despierta la fieras
y uno que es liberal y no le importa
lo que hagan con la vida, si es la ajena,
se vuelve suspicaz, mezquino, espía,
ve visiones, se amarga y se atormenta.
-Es el amor que pasa.
Pues que llame a otra puerta.
Javier Salvago (Paradas, Sevilla, 1950) “no es solo, en palabras del poeta y editor Abelardo Linares, el mejor representante de la poesía sevillana del último medio siglo, ya de por sí extremadamente rica, sino también uno de los poetas más destacados de su generación”. Carlos Mármol, en una reseña sobre su poesía completa Variaciones y Reincidencias (2019) resumía así su trayectoria: “Cuatro décadas de versos claros y sobrios. Muchos, perfectos. Salvago, del que se cuenta que Gil de Biedma llegó a decir en privado que sería uno de los pocos de las generaciones posteriores a la suya que sobreviviría al paso del tiempo, que selecciona lo esencial sin piedad, es un poeta especialmente dotado para esculpir con palabras desnudas las grandes experiencias de la vida corriente”. Según la poeta y crítica Victoria León: “Pocos poetas contemporáneos han tenido una visión tan clara de la creación de poesía como oficio total, como exigente camino de autoconocimiento que consiste, como proponía la famosa máxima de Píndaro, en llegar a ser el que se es. Y muy pocos también han parecido quitarle tanta importancia a su papel, lejos de cualquier complacencia en la figura del poeta como ser excepcional”. Mientras el poeta y crítico José Luis García Martín añade: “Pocos poetas tienen tan claros sus maestros y a la vez son tan personales como Javier Salvago, un poeta sevillano que en los años ochenta destacó por su sentido del humor paródico –La destrucción o el humor se titula el libro que le dio a conocer–, su lenguaje coloquial, su confesionalismo y su virtuosismo métrico”. Su obra poética alcanza su punto de mayor reconocimiento con la publicación de Volverlo a intentar (1989), poemario distinguido con el Premio Nacional de la Crítica de poesía castellana.
Fue colaborador habitual de Diario 16 de Anadalucía y durante cinco años llevó una columna semanal en Diario de Sevilla. Desde mediados de los 80, trabajó como guionista de radio y televisión, especialmente de los programas de Jesús Quintero, y es el autor de casi todas las "Reflexiones" que el personaje de El loco de la colina ha pronunciado desde entonces.
Sus poemas, traducidos a diversos idiomas, han sido incluidos en antologías como Poesía della Metamorfosi (Roma, Stilb s.r.l. editore, 1984), Poesia Espanhola de Agora (Relógio D’Água Editores, Lisboa, 1997), Poesía Española. La nueva Poesía (1975-1992) de Miguel García Posada (Barcelona, Edición Crítica, 1996), Treinta años de poesía española (Sevilla y Granada, Ediciones Renacimiento y La Veleta, 1996), edición de José Luis García Martín, Poesía española reciente (1980-2000), edición de Juan Cano Ballesta (Madrid, Cátedra, 2001), El hacha y la rosa (La Habana, Cuba, Editorial Arte y Literatura, y Sevilla, Editorial Renacimiento, 2001), Cien años de poesía, 72 poemas españoles del siglo XX (Bern, Berlin, Bruxelles, Frankfurt am Main, New York, Oxford, Wien: Peter Lang, S.A. Editorial científica europea, 2001), entre otras.
(Sacado de https://es.wikipedia.org/wiki/Javier_Salvago )
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Algunos poemas de Javier Salvago:
De La destrucción o el humor, 1980:
NO ES NADA, PERO DUELE
La soledad no existe.
Dicen que es sólo un tema
que pone el tono triste
en algunos poemas.
Me he plantado mi abrigo
mejor, frente al espejo,
y he salido a la tarde
con un corazón nuevo.
¡Tanta gente...! Imposible
que alguien pueda dudarlo.
La soledad no existe
nada más que en los tangos.
En la mesa vecina
del café, una enfermera
le cuenta a sus amigos
detalles de una juerga.
Pasan dos quinceañeras
y en sus ojos hay algo
de gatitas en celo
con la fiebre del sábado.
La soledad... ¡Mentira!
La niegan las parejas
que en los bancos del parque
se muerden y se estrechan.
La soledad no existe.
Dicen que es sólo un tema
que pone el tono triste
en algunos poemas.
TRECE
Me ha picado esta noche
la mosca de los celos en la oreja
y quisiera saber si estás en casa
o con otro, corriéndote una juerga.
Aunque andes de puntillas,
se despierta la fieras
y uno que es liberal y no le importa
lo que hagan con la vida, si es la ajena,
se vuelve suspicaz, mezquino, espía,
ve visiones, se amarga y se atormenta.
-Es el amor que pasa.
Pues que llame a otra puerta.
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