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LEÓN FELIPE (1884-1968)
Pascual Lopez Sanchez- Administrador-Moderador
- Cantidad de envíos : 91114
Fecha de inscripción : 29/06/2009
Edad : 72
Localización : Murcia / Muchas veces en Mazarrón/ Algunas en Cieza ( amo la ciudad donde nací; amo su río - Río Segura_ y amo sus montes secos llenos de espartizales)
- Mensaje n°91
Re: LEÓN FELIPE (1884-1968)
"Ah, el tiempo, tan altivo y tan suyo...!"
Está perfectamente rentabilizado, al menos en cuanto entrega a los demás. Un beso
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ISRAEL: ¡GENOCIDA! LA HISTORIA HABRÁ DE LLEVARLOS ANTE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL POR CONTINUADOS CRÍMMENES DE GUERRA
Samara Acosta- Cantidad de envíos : 3488
Fecha de inscripción : 10/01/2011
Localización : Madrid
- Mensaje n°92
Re: LEÓN FELIPE (1884-1968)
Dame tu oscura hostia
No te apiades de mí, luz cenicienta.
Dame tu oscura hostia, tu último pan...
Un sueño sin retorno y sin recuerdo.
Déjame hundirme en ese pozo negro,
más abajo del limo y de la larva...
Donde la vida es un fantasma verde
que nadie vio jamás.
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Nadie fue ayer,
ni va hoy,
ni irá mañana
hacia Dios
por este mismo camino
que yo voy.
Para cada hombre guarda
un rayo nuevo de luz el sol...
y un camino virgen
Dios.
Versos y oraciones del caminante 1920/1929
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No te apiades de mí, luz cenicienta.
Dame tu oscura hostia, tu último pan...
Un sueño sin retorno y sin recuerdo.
Déjame hundirme en ese pozo negro,
más abajo del limo y de la larva...
Donde la vida es un fantasma verde
que nadie vio jamás.
Nadie fue ayer,
ni va hoy,
ni irá mañana
hacia Dios
por este mismo camino
que yo voy.
Para cada hombre guarda
un rayo nuevo de luz el sol...
y un camino virgen
Dios.
Versos y oraciones del caminante 1920/1929
Última edición por Samara Acosta el Dom 13 Mayo 2012, 17:56, editado 1 vez
Samara Acosta- Cantidad de envíos : 3488
Fecha de inscripción : 10/01/2011
Localización : Madrid
- Mensaje n°93
Re: LEÓN FELIPE (1884-1968)
Él mismo quiso dejar clara su postura respecto al Quijote:
La gente suele decir, los americanos,
los norte-americanos suelen decir:
León Felipe es un "Don Quijote".
No tanto, gentlemen, no tanto.
Sostengo al héroe nada más ...
y sí, puedo decir ...
y me gusta decir:
que yo soy Rocinante.
Los escritores de la generación del 98 encerraron al Cid bajo siete llaves, para desenterrar a un estrafalario manchego, "monomaníaco", según Menéndez y Pelayo, como prototipo del carácter español. León Felipe no se identificaba ni con el hidalgo justiciero unamuniano, ni con sus seguidores del 98:
Miradla
los mastines del 98, que en cuanto ganasteis la antesala, dejasteis de ladrar, pactasteis con el mayordomo, y ahora en el destierro no podéis vivir sin el collar pulido de las academias.
Tal vez entre sus versos más logrados se encuentre esta malaventura que le echa a Franco, el gran responsable de la guerra:
Tuya es la hacienda,
la casa,
el caballo
y la pistola.
Mía es la voz antigua de la tierra.
Tú te quedas con todo
y me dejas desnudo y errante por el mundo...
mas yo te dejo mudo... ¡Mudo!
¿Y cómo vas a recoger el trigo
y a alimentar el fuego
si yo me llevo la canción?
La gente suele decir, los americanos,
los norte-americanos suelen decir:
León Felipe es un "Don Quijote".
No tanto, gentlemen, no tanto.
Sostengo al héroe nada más ...
y sí, puedo decir ...
y me gusta decir:
que yo soy Rocinante.
Los escritores de la generación del 98 encerraron al Cid bajo siete llaves, para desenterrar a un estrafalario manchego, "monomaníaco", según Menéndez y Pelayo, como prototipo del carácter español. León Felipe no se identificaba ni con el hidalgo justiciero unamuniano, ni con sus seguidores del 98:
Miradla
los mastines del 98, que en cuanto ganasteis la antesala, dejasteis de ladrar, pactasteis con el mayordomo, y ahora en el destierro no podéis vivir sin el collar pulido de las academias.
Tal vez entre sus versos más logrados se encuentre esta malaventura que le echa a Franco, el gran responsable de la guerra:
Tuya es la hacienda,
la casa,
el caballo
y la pistola.
Mía es la voz antigua de la tierra.
Tú te quedas con todo
y me dejas desnudo y errante por el mundo...
mas yo te dejo mudo... ¡Mudo!
¿Y cómo vas a recoger el trigo
y a alimentar el fuego
si yo me llevo la canción?
Angel Salas- Baneado
- Cantidad de envíos : 20415
Fecha de inscripción : 29/09/2009
Edad : 70
Localización : Santiago - Chile
- Mensaje n°94
Re: LEÓN FELIPE (1884-1968)
Pascual…un magnifico recorrido que has hecho junto a Walter de este gran poema, buscando entre los recuerdos que guardo de mi padre encontré La insignia, (1936) una de sus primeras obras…un poeta que en sus obras habla, de justicia, de muchas circunstancias históricas, en fin seguiré leyendo lo que han dejado ustedes y otros amigos y poetas con grandes argumentos...
Un Abrazo
Angel
Un Abrazo
Angel
Walter Faila- Fundador del Foro
- Cantidad de envíos : 20790
Fecha de inscripción : 12/04/2009
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Localización : Santiago Del Estero
- Mensaje n°95
Re: LEÓN FELIPE (1884-1968)
Fantástico!, gracias Pascual, gracias samara, y todos los que se llegan por aqui. Como Gala el poema "Que Lástima" es mi predilecto.-
Saludos
Saludos
_________________
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Samara Acosta- Cantidad de envíos : 3488
Fecha de inscripción : 10/01/2011
Localización : Madrid
- Mensaje n°96
Re: LEÓN FELIPE (1884-1968)
Gracias Ángel por pasarte, Walter gracias, un abrazo para los dos
*********************
(León Felipe) Tábara 1884 -México 1968
Un caballo blanco
Madre... no me riñas,
que ya nunca vuelvo a ser malo...
No me riñas, madre...
que ya no vuelvo a llenarme de barro.
Madre... no me riñas,
que ya no vuelvo a manchar mi vestido blanco.
Madre...
cógeme en tus brazos...
acaríciame,
ponme en tu regazo...
Anda... Madre mía,
que ya nunca vuelvo a ser malo.
Así...
Y arrúllame y cántame... y bésame...
duérmeme... apriétame en tu pecho
con la dulce caricia de tus manos...
anda... madre mía
que ya no vuelvo a llenarme de barro.
Madre...
¿verdad que si ya no soy malo
me vas a comprar
un caballo blanco
y muy grande,
como el de Santiago,
y con alas de pluma,
un caballo que corra y que vuele
y me lleve muy lejos... muy alto... muy alto...
donde nunca pueda
mancharme de barro
mi vestido nuevo,
mi vestido blanco?...
¡Oh, sí madre mía...
cómprame un caballo
grande
como el de Santiago
y con alas de pluma...
un caballo blanco
que corra y que vuele
y me lleve muy lejos... muy alto... muy alto...
que yo no quiero otra vez en la tierra
volver a mancharme de barro!
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*********************
(León Felipe) Tábara 1884 -México 1968
Un caballo blanco
Madre... no me riñas,
que ya nunca vuelvo a ser malo...
No me riñas, madre...
que ya no vuelvo a llenarme de barro.
Madre... no me riñas,
que ya no vuelvo a manchar mi vestido blanco.
Madre...
cógeme en tus brazos...
acaríciame,
ponme en tu regazo...
Anda... Madre mía,
que ya nunca vuelvo a ser malo.
Así...
Y arrúllame y cántame... y bésame...
duérmeme... apriétame en tu pecho
con la dulce caricia de tus manos...
anda... madre mía
que ya no vuelvo a llenarme de barro.
Madre...
¿verdad que si ya no soy malo
me vas a comprar
un caballo blanco
y muy grande,
como el de Santiago,
y con alas de pluma,
un caballo que corra y que vuele
y me lleve muy lejos... muy alto... muy alto...
donde nunca pueda
mancharme de barro
mi vestido nuevo,
mi vestido blanco?...
¡Oh, sí madre mía...
cómprame un caballo
grande
como el de Santiago
y con alas de pluma...
un caballo blanco
que corra y que vuele
y me lleve muy lejos... muy alto... muy alto...
que yo no quiero otra vez en la tierra
volver a mancharme de barro!
Samara Acosta- Cantidad de envíos : 3488
Fecha de inscripción : 10/01/2011
Localización : Madrid
- Mensaje n°97
Re: LEÓN FELIPE (1884-1968)
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¡YA NO HAY FERIA EN MEDINA BUHONEROS!
Está muerta. ¡Miradla!
Los que habéis vivido
siempre arañando su piel,
removiendo sus llagas,
vistiendo sus harapos,
llevando a los mercados negros terciopelos
y lentejuelas, escapularios y cascabeles...
Y luego no habéis sabido
conservar este viejo negocio
que os daba pan y gloria,
quisierais que viviese eternamente.
Pero está muerta.
Miradla todos:
los que habéis vendido su cadáver.
¡Miradla!...
Miradla los eruditos y los sabios:
los traficantes de la cota del Cid
y del sayal de Santa Teresa.
Miradla, los chamarileros de la ciencia,
que vendíais por oro macizo
botones huecos de latón...
Miradla los anticuarios,
los especialistas del toro y del barroco,
los catadores de cuadros y vinagre...
Los castradores de colmenas
que dabais cera a los cirios
y miel a los púlpitos...
Los que levantabais en las plazas puestos de avellanas
y nueces vanas,
y vivíais del rito hueco y anacrónico...
Los vendedores de bellotas
para las gruesas cuentas de los rosarios...
Y los fabricantes de metales
para las medallas y los esquilones.
Miradla los poetas del rastro,
de la cripta y de la carcoma
y los viajantes de rapé y de greguerís,
Miradla los pintores de esputos y gangrenas,
de prostíbulos y patíbulos,
de sótanos y sacristías,
de cristos disfrazados y de máscaras,
que preguntabais aturdidos:
Y si España se salva...
Y si España no muere.
Y si España se quita la careta,
se limpia la cara y abre la ventana,
¿Qué pintamos nosotros?
Miradla los que estáis negociando todavía
con el polvo con la carroña y con la sombra.
Miradla los dialécticos,
los sanguinarios, los moderados,
los falsificadores de velones
y los mercaderes de tinieblas
que en cuanto escuchasteis esta oferta:
"Toda sangre de España por una gota de luz"
gritasteis enfurecidos:
"No, no; eso es un mal negocio"
Miradla los que vivíais de la caza
y de la pesca del turista,
y los vendedores de panderetas.
Miradla los mastines del 98,
que en cuanto ganasteis
la antesala dejasteis de ladrar,
pactasteis con el mayordomo
y ahora en el destierro no podéis vivir
sin el collar pulido de las Academias.
Miradla los grandes payasos ibéricos
que hicisteis siempre pista
y escenario de la patria y decíais en el exilio:
¡Mi España, la tierra de mi España!,
en lugar de decir: ¡La arena de mi circo!
Miradla los constructores de ratoneras
y el gran inventor de la contradicción y de la paradoja,
que se cogió las narices con su invento.
Miradla los escritores de novelas y comedias
que buscabais la truculencia y el melodrama,
y ahora después de tres años de guerra y destrucción,
habéis dicho ¡Basta, ya tenemos argumento!
Miradla los copleros de plazas y mercados
que tenéis ya el cartelón pintado de almagre,
las coplas hechas, la musiquilla y el guitarrón.
Miradla los gitanos que adobabais el burro viejo
y llenabais de flequillos y revuelos la capa
y la canción para engañar al toro y al payo...
¡Ya no hay feria en Medina, buhoneros!
¡YA NO HAY FERIA EN MEDINA BUHONEROS!
Está muerta. ¡Miradla!
Los que habéis vivido
siempre arañando su piel,
removiendo sus llagas,
vistiendo sus harapos,
llevando a los mercados negros terciopelos
y lentejuelas, escapularios y cascabeles...
Y luego no habéis sabido
conservar este viejo negocio
que os daba pan y gloria,
quisierais que viviese eternamente.
Pero está muerta.
Miradla todos:
los que habéis vendido su cadáver.
¡Miradla!...
Miradla los eruditos y los sabios:
los traficantes de la cota del Cid
y del sayal de Santa Teresa.
Miradla, los chamarileros de la ciencia,
que vendíais por oro macizo
botones huecos de latón...
Miradla los anticuarios,
los especialistas del toro y del barroco,
los catadores de cuadros y vinagre...
Los castradores de colmenas
que dabais cera a los cirios
y miel a los púlpitos...
Los que levantabais en las plazas puestos de avellanas
y nueces vanas,
y vivíais del rito hueco y anacrónico...
Los vendedores de bellotas
para las gruesas cuentas de los rosarios...
Y los fabricantes de metales
para las medallas y los esquilones.
Miradla los poetas del rastro,
de la cripta y de la carcoma
y los viajantes de rapé y de greguerís,
Miradla los pintores de esputos y gangrenas,
de prostíbulos y patíbulos,
de sótanos y sacristías,
de cristos disfrazados y de máscaras,
que preguntabais aturdidos:
Y si España se salva...
Y si España no muere.
Y si España se quita la careta,
se limpia la cara y abre la ventana,
¿Qué pintamos nosotros?
Miradla los que estáis negociando todavía
con el polvo con la carroña y con la sombra.
Miradla los dialécticos,
los sanguinarios, los moderados,
los falsificadores de velones
y los mercaderes de tinieblas
que en cuanto escuchasteis esta oferta:
"Toda sangre de España por una gota de luz"
gritasteis enfurecidos:
"No, no; eso es un mal negocio"
Miradla los que vivíais de la caza
y de la pesca del turista,
y los vendedores de panderetas.
Miradla los mastines del 98,
que en cuanto ganasteis
la antesala dejasteis de ladrar,
pactasteis con el mayordomo
y ahora en el destierro no podéis vivir
sin el collar pulido de las Academias.
Miradla los grandes payasos ibéricos
que hicisteis siempre pista
y escenario de la patria y decíais en el exilio:
¡Mi España, la tierra de mi España!,
en lugar de decir: ¡La arena de mi circo!
Miradla los constructores de ratoneras
y el gran inventor de la contradicción y de la paradoja,
que se cogió las narices con su invento.
Miradla los escritores de novelas y comedias
que buscabais la truculencia y el melodrama,
y ahora después de tres años de guerra y destrucción,
habéis dicho ¡Basta, ya tenemos argumento!
Miradla los copleros de plazas y mercados
que tenéis ya el cartelón pintado de almagre,
las coplas hechas, la musiquilla y el guitarrón.
Miradla los gitanos que adobabais el burro viejo
y llenabais de flequillos y revuelos la capa
y la canción para engañar al toro y al payo...
¡Ya no hay feria en Medina, buhoneros!
Samara Acosta- Cantidad de envíos : 3488
Fecha de inscripción : 10/01/2011
Localización : Madrid
- Mensaje n°98
Re: LEÓN FELIPE (1884-1968)
LOS MUERTOS SE VAN A CRECER CON LA TIERRA
¿Es que acaso el infierno de Rimbaud no toca el infierno de León Felipe? ¿Acaso las hojas de hierba de Walt no se esparcen igual que las gotas de llanto del poeta caminante? ¿No es la misma guitarra quebrada a destiempo de Federico, la que vibra en el grito destemplado de León Felipe? ¿No es la pasión hortelana de Miguel Hernández, su olor a albahaca y a pena el mismo romero, la misma oración del poeta? ¿No es esa esencia castellana de Machado la que se despliega entre el poeta y el arcipreste, entre el poeta y rocinante, entre Sancho y El Quijote? ¿No está acaso la misma pasión españolísima de Unamuno, de Ortega? ¿No se bajó acaso del mismo rocín trescientos años más tarde para gritar la palabra justicia? ¿No es el relincho del Guernica de Picasso el mismo rucio rocín de León Felipe? ¿Y el llanto de Van Gogh, sus campos de trigo, sus noches estrelladas no son las raíces florecidas de los muertos que se van a crecer con la tierra, la quimera de sus sueños?
CUBRIO LA PALABRA HAPPINESS CON SU LLANTO
¿No son acaso sus sombras los mismos negros de Goya? ¿Y sus oraciones la misma estatura de El Greco? ¿Acaso León Felipe no es la prolongación, la continuación, la corrección de Velásquez? ¿No lo fue acaso de Walt Whitman? ¿No cubrió su palabra happiness con su llanto para preservarla de la herrumbre? Las palabras del Eclesiastés que resuenan en la Tierra Baldía de Eliot ¿no es el tiempo que se hizo palabra en León Felipe? ¿No está presente en él la misma devastadora y aluvional celebración del hombre que hay en Neruda? ¿Y quién dirá que en su vieja flauta, su roto violín no resuena la quena de Vallejo, aquel sentimiento de amor de que hablara el Che? ¿Y quién dirá que en la estrella roja que dibujó en la frente de los hombres combatientes no había una para Martí, una para Sandino, una para Federico, una para Miguel?
HABLA UN LENGUAJE PARA EL CUAL EL HOMBRE NO HA MADURADO AÚN
León Felipe es un poeta desconocido, solitario y clandestino. Y lo es porque le ocurre a él lo que a Whitman: son ambos gigantes de la vida y la poesía. Y ambos hablan un lenguaje para el cual el hombre no ha madurado aún. Su estatura está más allá de lo permitido. Y cuando adviene al mundo un profeta, un visionario, los hombres de su tiempo sólo saben reírse de él. Los convierten en bufones, en payasos o los crucifican, los destierran, los sepultan. Pero a esos hombres de estirpe revolucionaria les ocurre que no hay pista que los contenga, no hay sepultura donde quepan. Siguen creciendo y extendiéndose como raíces de centeno, hasta abrir la tierra de nuevo. Regresan siempre convertidos en frutos maduros. ¿Cien años, doscientos años? Cien mil años dijo el poeta, y es la misma voz antigua con nuevos corajes. Sus señales de luz van dejando las indicaciones precisas para ese gigantesco combate incendiario contra las tinieblas. Allí se encontrarán ellos con las huestes victoriosas. Cuando el llanto se haga luz, y cuando la lágrima no borre la palabra happiness de Walt.
MIENTRAS EXISTA LA INJUSTICIA TODA LA POESIA TENDRA UNA VERRUGA EN LA FRENTE
Supongo que mientras tanto, seguirán siendo desconocidos, solitarios y clandestinos. Y lo serán porque darles su sitio exacto, su nivel preciso, su palabra en tono mayor significa aceptar el reto que han impuesto al hombre y a su acción. Quien camina una sola legua sin amor, camina hacia su propio funeral, advirtió Whitman. Y León Felipe añadió: mientras exista, tumbado sobre la luz, el perro negro de la injusticia, toda la poesía del mundo tendrá una verruga violácea en la frente. Postulados ambos que se salen de una estética poética, de una teoría literaria, para forjarse postulados de la vida del hombre para conquistar la luz, la justicia y el amor.
NO HAY BANDOS SINO UNA SOLA CAUSA LA DEL HOMBRE
¿No era acaso el mismo planteamiento del Quijote? ¿El mismo requerimiento de Jesús, el hijo del carpintero? ¿La misma querella planteada desde la génesis de los tiempos y que adquiere matices fulgurantes en cada sitio de la tierra donde se ha librado el viejo combate? Tal vez la diferencia esté en que Jesús habló en parábolas (a pesar de ello lo crucificaron). Cervantes para hacer lo mismo inventó al Quijote y cuando los gendarmes de su tiempo amenazaron con crucificarlo, dijo que estaba loco y que no sabía lo que hacía. Se rieron de él entonces y lo dejaron estar a lo largo de la historia para hacer reír a los niños. León Felipe llamó las cosas por su nombre. Dijo quienes eran los rebaños y quienes se disfrazaban de lobos. Dijo quienes mantenían el fuego encendido y quienes se habían robado el salmo. Dijo que la poesía era una canción paralítica y que había que organizar el fuego. Dijo que no había bandos y que había una sola causa: la del hombre, y por ahora la causa de la miseria del hombre. Y bajó a los infiernos portando una estrella roja reluciente en la frente para ir a rescatar la luz.
UN POETA CON UN VIOLIN ROTO Y UN GRITO DE ESTOPA EN LA GARGANTA
Algunos ciertamente se han reído de él. Otros han dicho: es un viejo y pobre poeta con un roto violín. Dejémosle hacer. Otros simplemente lo han ignorado, lo han silenciado, lo han acallado. Allá en Chapultepec el afecto de sus amigos le construyó una piedra a través de la cual se queda mirando el horizonte. No era la piedra que él quería. Piedra de honda que al ser lanzada rompe los cristales, horada los muros, ahuyenta a los lobos. De él dirán: es un viejo poeta que vivió mucho tiempo entre nosotros, con un violín roto y un grito de estopa en la garganta.
TODO MENOS UN POETA MAYOR
Esta manera sencilla, directa y sin ornamentos de decir las cosas ha facilitado el silencio, la soledad y la clandestinidad. Para muchos su poesía está a mitad de camino entre el planfleto y el verso. Poesía menor. Refiriéndose a Ganarás la luz dijo Octavio Paz: es un gran libro pero no es un libro de poemas. Y aún hoy cuesta elevarlo a Poeta Mayor. Poeta hierático cuando blasfema. Poeta místico cuando dialoga con Dios. Poeta panfletario cuando lanza sus alocuciones, sus versos como proclamas para que sean repartidas por el viento. Todo menos Poeta Mayor. Ese puesto está reservado para quienes guardan debida compostura, para quienes sin guardarla son tan complicados y oscuros que pocos se dan cuenta de ello, o para quienes trasgreden de tal modo los límites que son sencillamente tildados de locos. Sus blasfemias entonces, por más violentas que sean, no trastocan ningún orden permitido.
HABIA QUE DEJARLO SOLO
Podría Rimbaud entonces anunciar aquella ciudad en la que entraríamos. Venía del infierno. León Felipe también. Pero a Rimbaud podría explicársele de muchas maneras y cada quien podía dibujar donde quisiera esa ciudad. En León Felipe no hay escapatoria posible. ¿Se podía acaso acusar de suicida o de loco a aquel viejo maestro que paciente y persistentemente vertía su verso como una gota de llanto que horada los muros más espesos? Había que dejarlo solo. Había que ofrendarle el silencio después de su gesto. No hacerle mucho caso. Había que dejarlo en el centro del escenario, sin ovaciones ni aplausos, tal vez despidiéndolo con algún gesto misericordioso.
QUIEN SE DETENGA A ESCUCHARLO DESCUBRIRA QUE SU VOZ ES UN MILAGRO
Otros han dicho que es un pobre español que tiene la manía de gritar muy alto. Pero ya lo decía el poeta: no habla alto el español, habla desde el nivel exacto del hombre. Pero ha sido suyo el grito de ¡Justicia! Y ha sido suya la guitarra rota, el viejo violín y la dulce flauta del pastor. Otros han dicho: no hace sino repetirse a sí mismo. Volver una y otra vez sobre sus mismos sueños, sus mismas blasfemias. Quienes así lo han escuchado, lo han hecho desde el fondo de un pozo. Su voz es muy antigua y está forjada del mismo barro que moldeó el primer hombre. Quien se detenga a escucharlo al nivel exacto del hombre guardará silencio reverente porque descubrirá que esa voz es un milagro. Y que tiene el tono profético de quien viene a anunciar cuanto heroísmo hace falta para llegar a las bienaventuranzas. Y se hará heroico a la vez, para poder juntarse al coro de quienes gritan ¡Justicia!
LEON FELIPE AUN AGUARDA SU AUDIENCIA
León Felipe aguarda aún su audiencia. Una audiencia vasta y numerosa como la de Walt. Y mañana, cuando el viento complete su ciclo, León Felipe navegará en todas las lenguas y hará puerto en todos los sitios. Ninguno le será extraño ni ajeno. Ni nadie se sentará junto a él como un desconocido. Los nuevos juglares tendrán que aprender de él. Y él se dará a todos por igual. No habrá carcajadas entonces. Habrá un solo de violín rasgando alegrías en el aire.
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¿Es que acaso el infierno de Rimbaud no toca el infierno de León Felipe? ¿Acaso las hojas de hierba de Walt no se esparcen igual que las gotas de llanto del poeta caminante? ¿No es la misma guitarra quebrada a destiempo de Federico, la que vibra en el grito destemplado de León Felipe? ¿No es la pasión hortelana de Miguel Hernández, su olor a albahaca y a pena el mismo romero, la misma oración del poeta? ¿No es esa esencia castellana de Machado la que se despliega entre el poeta y el arcipreste, entre el poeta y rocinante, entre Sancho y El Quijote? ¿No está acaso la misma pasión españolísima de Unamuno, de Ortega? ¿No se bajó acaso del mismo rocín trescientos años más tarde para gritar la palabra justicia? ¿No es el relincho del Guernica de Picasso el mismo rucio rocín de León Felipe? ¿Y el llanto de Van Gogh, sus campos de trigo, sus noches estrelladas no son las raíces florecidas de los muertos que se van a crecer con la tierra, la quimera de sus sueños?
CUBRIO LA PALABRA HAPPINESS CON SU LLANTO
¿No son acaso sus sombras los mismos negros de Goya? ¿Y sus oraciones la misma estatura de El Greco? ¿Acaso León Felipe no es la prolongación, la continuación, la corrección de Velásquez? ¿No lo fue acaso de Walt Whitman? ¿No cubrió su palabra happiness con su llanto para preservarla de la herrumbre? Las palabras del Eclesiastés que resuenan en la Tierra Baldía de Eliot ¿no es el tiempo que se hizo palabra en León Felipe? ¿No está presente en él la misma devastadora y aluvional celebración del hombre que hay en Neruda? ¿Y quién dirá que en su vieja flauta, su roto violín no resuena la quena de Vallejo, aquel sentimiento de amor de que hablara el Che? ¿Y quién dirá que en la estrella roja que dibujó en la frente de los hombres combatientes no había una para Martí, una para Sandino, una para Federico, una para Miguel?
HABLA UN LENGUAJE PARA EL CUAL EL HOMBRE NO HA MADURADO AÚN
León Felipe es un poeta desconocido, solitario y clandestino. Y lo es porque le ocurre a él lo que a Whitman: son ambos gigantes de la vida y la poesía. Y ambos hablan un lenguaje para el cual el hombre no ha madurado aún. Su estatura está más allá de lo permitido. Y cuando adviene al mundo un profeta, un visionario, los hombres de su tiempo sólo saben reírse de él. Los convierten en bufones, en payasos o los crucifican, los destierran, los sepultan. Pero a esos hombres de estirpe revolucionaria les ocurre que no hay pista que los contenga, no hay sepultura donde quepan. Siguen creciendo y extendiéndose como raíces de centeno, hasta abrir la tierra de nuevo. Regresan siempre convertidos en frutos maduros. ¿Cien años, doscientos años? Cien mil años dijo el poeta, y es la misma voz antigua con nuevos corajes. Sus señales de luz van dejando las indicaciones precisas para ese gigantesco combate incendiario contra las tinieblas. Allí se encontrarán ellos con las huestes victoriosas. Cuando el llanto se haga luz, y cuando la lágrima no borre la palabra happiness de Walt.
MIENTRAS EXISTA LA INJUSTICIA TODA LA POESIA TENDRA UNA VERRUGA EN LA FRENTE
Supongo que mientras tanto, seguirán siendo desconocidos, solitarios y clandestinos. Y lo serán porque darles su sitio exacto, su nivel preciso, su palabra en tono mayor significa aceptar el reto que han impuesto al hombre y a su acción. Quien camina una sola legua sin amor, camina hacia su propio funeral, advirtió Whitman. Y León Felipe añadió: mientras exista, tumbado sobre la luz, el perro negro de la injusticia, toda la poesía del mundo tendrá una verruga violácea en la frente. Postulados ambos que se salen de una estética poética, de una teoría literaria, para forjarse postulados de la vida del hombre para conquistar la luz, la justicia y el amor.
NO HAY BANDOS SINO UNA SOLA CAUSA LA DEL HOMBRE
¿No era acaso el mismo planteamiento del Quijote? ¿El mismo requerimiento de Jesús, el hijo del carpintero? ¿La misma querella planteada desde la génesis de los tiempos y que adquiere matices fulgurantes en cada sitio de la tierra donde se ha librado el viejo combate? Tal vez la diferencia esté en que Jesús habló en parábolas (a pesar de ello lo crucificaron). Cervantes para hacer lo mismo inventó al Quijote y cuando los gendarmes de su tiempo amenazaron con crucificarlo, dijo que estaba loco y que no sabía lo que hacía. Se rieron de él entonces y lo dejaron estar a lo largo de la historia para hacer reír a los niños. León Felipe llamó las cosas por su nombre. Dijo quienes eran los rebaños y quienes se disfrazaban de lobos. Dijo quienes mantenían el fuego encendido y quienes se habían robado el salmo. Dijo que la poesía era una canción paralítica y que había que organizar el fuego. Dijo que no había bandos y que había una sola causa: la del hombre, y por ahora la causa de la miseria del hombre. Y bajó a los infiernos portando una estrella roja reluciente en la frente para ir a rescatar la luz.
UN POETA CON UN VIOLIN ROTO Y UN GRITO DE ESTOPA EN LA GARGANTA
Algunos ciertamente se han reído de él. Otros han dicho: es un viejo y pobre poeta con un roto violín. Dejémosle hacer. Otros simplemente lo han ignorado, lo han silenciado, lo han acallado. Allá en Chapultepec el afecto de sus amigos le construyó una piedra a través de la cual se queda mirando el horizonte. No era la piedra que él quería. Piedra de honda que al ser lanzada rompe los cristales, horada los muros, ahuyenta a los lobos. De él dirán: es un viejo poeta que vivió mucho tiempo entre nosotros, con un violín roto y un grito de estopa en la garganta.
TODO MENOS UN POETA MAYOR
Esta manera sencilla, directa y sin ornamentos de decir las cosas ha facilitado el silencio, la soledad y la clandestinidad. Para muchos su poesía está a mitad de camino entre el planfleto y el verso. Poesía menor. Refiriéndose a Ganarás la luz dijo Octavio Paz: es un gran libro pero no es un libro de poemas. Y aún hoy cuesta elevarlo a Poeta Mayor. Poeta hierático cuando blasfema. Poeta místico cuando dialoga con Dios. Poeta panfletario cuando lanza sus alocuciones, sus versos como proclamas para que sean repartidas por el viento. Todo menos Poeta Mayor. Ese puesto está reservado para quienes guardan debida compostura, para quienes sin guardarla son tan complicados y oscuros que pocos se dan cuenta de ello, o para quienes trasgreden de tal modo los límites que son sencillamente tildados de locos. Sus blasfemias entonces, por más violentas que sean, no trastocan ningún orden permitido.
HABIA QUE DEJARLO SOLO
Podría Rimbaud entonces anunciar aquella ciudad en la que entraríamos. Venía del infierno. León Felipe también. Pero a Rimbaud podría explicársele de muchas maneras y cada quien podía dibujar donde quisiera esa ciudad. En León Felipe no hay escapatoria posible. ¿Se podía acaso acusar de suicida o de loco a aquel viejo maestro que paciente y persistentemente vertía su verso como una gota de llanto que horada los muros más espesos? Había que dejarlo solo. Había que ofrendarle el silencio después de su gesto. No hacerle mucho caso. Había que dejarlo en el centro del escenario, sin ovaciones ni aplausos, tal vez despidiéndolo con algún gesto misericordioso.
QUIEN SE DETENGA A ESCUCHARLO DESCUBRIRA QUE SU VOZ ES UN MILAGRO
Otros han dicho que es un pobre español que tiene la manía de gritar muy alto. Pero ya lo decía el poeta: no habla alto el español, habla desde el nivel exacto del hombre. Pero ha sido suyo el grito de ¡Justicia! Y ha sido suya la guitarra rota, el viejo violín y la dulce flauta del pastor. Otros han dicho: no hace sino repetirse a sí mismo. Volver una y otra vez sobre sus mismos sueños, sus mismas blasfemias. Quienes así lo han escuchado, lo han hecho desde el fondo de un pozo. Su voz es muy antigua y está forjada del mismo barro que moldeó el primer hombre. Quien se detenga a escucharlo al nivel exacto del hombre guardará silencio reverente porque descubrirá que esa voz es un milagro. Y que tiene el tono profético de quien viene a anunciar cuanto heroísmo hace falta para llegar a las bienaventuranzas. Y se hará heroico a la vez, para poder juntarse al coro de quienes gritan ¡Justicia!
LEON FELIPE AUN AGUARDA SU AUDIENCIA
León Felipe aguarda aún su audiencia. Una audiencia vasta y numerosa como la de Walt. Y mañana, cuando el viento complete su ciclo, León Felipe navegará en todas las lenguas y hará puerto en todos los sitios. Ninguno le será extraño ni ajeno. Ni nadie se sentará junto a él como un desconocido. Los nuevos juglares tendrán que aprender de él. Y él se dará a todos por igual. No habrá carcajadas entonces. Habrá un solo de violín rasgando alegrías en el aire.
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- Mensaje n°99
Re: LEÓN FELIPE (1884-1968)
He dormido en el estiércol de las cuadras,
en los bancos municipales,
he recostado mi cabeza en la soga de los mendigos
y me ha dado limosna -Dios se lo pague-
una prostituta callejera...
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en los bancos municipales,
he recostado mi cabeza en la soga de los mendigos
y me ha dado limosna -Dios se lo pague-
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- Mensaje n°100
Re: LEÓN FELIPE (1884-1968)
TODOS TENDREMOS PARA PAGAR LA ENTRADA
Canalizaremos nuestras lágrimas
y regaremos nuestra hacienda:
hemos llorado en el desierto.
Se acuñará la lágrima
como se acuña el oro.
Y un hombre sin llanto será una bolsa vacía.
Pero todos tendremos para pagar la entrada.
Y en la gran fiesta del juicio final
nos sentaremos junto al Padre con el arcángel
como los héroes y como los santos.
Yo soy el hijo de mi carne, de mi predio,
de lo que da mi cuerpo: lágrimas.
El hombre es hijo de sus lágrimas...
y Dios no da nada de balde.
Todo se paga con sangre y con el sudor de la sangre,
¡con llanto, con llanto!
y se gana la luz... como se gana el pan.
No hay gracia:
la gracia es rédito o es préstamo.
No hay limosna:
que nadie paga más caro su pan que los mendigos.
El halo del santo, como el laurel del héroe,
no es una merced... es una conquista.
Y el simple...
también paga su gracia.
Hay una puerta que Dios no puede abrir
y un murallón que no puede tumbar.
Ahora soy yo quien tiene que descubrir salidas y horizontes,
y Dios no puede hacer más que esperar... ¡que esperarme!
Canalizaremos nuestras lágrimas
y regaremos nuestra hacienda:
hemos llorado en el desierto.
Se acuñará la lágrima
como se acuña el oro.
Y un hombre sin llanto será una bolsa vacía.
Pero todos tendremos para pagar la entrada.
Y en la gran fiesta del juicio final
nos sentaremos junto al Padre con el arcángel
como los héroes y como los santos.
Yo soy el hijo de mi carne, de mi predio,
de lo que da mi cuerpo: lágrimas.
El hombre es hijo de sus lágrimas...
y Dios no da nada de balde.
Todo se paga con sangre y con el sudor de la sangre,
¡con llanto, con llanto!
y se gana la luz... como se gana el pan.
No hay gracia:
la gracia es rédito o es préstamo.
No hay limosna:
que nadie paga más caro su pan que los mendigos.
El halo del santo, como el laurel del héroe,
no es una merced... es una conquista.
Y el simple...
también paga su gracia.
Hay una puerta que Dios no puede abrir
y un murallón que no puede tumbar.
Ahora soy yo quien tiene que descubrir salidas y horizontes,
y Dios no puede hacer más que esperar... ¡que esperarme!
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- Mensaje n°101
Re: LEÓN FELIPE (1884-1968)
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- Mensaje n°102
Re: LEÓN FELIPE (1884-1968)
Que hay un verso que es mío, sólo mío...
Que hay un verso que es mío, sólo mío,
como es mía, sólo mía,
mi voz. Un verso que está en mí
y en mí siempre encuentra su medida;
un verso que en mí mismo
acorda su armonía
al ritmo de sangre,
al compás de mi vida,
y al vuelo de mi alma,
en las horas santas de ambiciones místicas.
Quiero ganar mi verso, este verso,
lejos de todo ruido y granjería.
Que hay un verso que es mío, sólo mío,
como es mía, sólo mía,
mi voz. Un verso que está en mí
y en mí siempre encuentra su medida;
un verso que en mí mismo
acorda su armonía
al ritmo de sangre,
al compás de mi vida,
y al vuelo de mi alma,
en las horas santas de ambiciones místicas.
Quiero ganar mi verso, este verso,
lejos de todo ruido y granjería.
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- Mensaje n°103
Re: LEÓN FELIPE (1884-1968)
Ten una voz mujer
Ten una voz, mujer,
que pueda decir mis versos
y pueda volverme sin enojo,
cuando sueñe desde el cielo a la tierra...
Ten una voz, mujer,
que cuando me despierte no me hiera...
Ten una voz, mujer,
que no haga daño cuando me pregunte:
¿qué piensas?
Ten una voz, mujer,
que pueda cuando yo esté contandolas estrellas
decirme de tal modo
¿qué cuentas?
que al volver hacia ti los ojos crea
que pasé contando de una estrella a otra estrella.
Ten una voz, mujer,
que sea cordial como mi verso
y clara como una estrella.
Ten una voz, mujer,
que pueda decir mis versos
y pueda volverme sin enojo,
cuando sueñe desde el cielo a la tierra...
Ten una voz, mujer,
que cuando me despierte no me hiera...
Ten una voz, mujer,
que no haga daño cuando me pregunte:
¿qué piensas?
Ten una voz, mujer,
que pueda cuando yo esté contandolas estrellas
decirme de tal modo
¿qué cuentas?
que al volver hacia ti los ojos crea
que pasé contando de una estrella a otra estrella.
Ten una voz, mujer,
que sea cordial como mi verso
y clara como una estrella.
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- Mensaje n°104
Re: LEÓN FELIPE (1884-1968)
León Felipe.
Antología rota.
Edición de Miguel Galindo.
Cátedra Letras Hispánicas. Madrid, 2008.
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Distante por igual, no equidistante, del Modernismo y las vanguardias, León Felipe (1884-1968) tuvo mucho de francotirador en su vida y en su obra.
Antes de convertirse en español del éxodo y el llanto, en uno de los símbolos de la España peregrina, desorientó a críticos como Luis Cernuda, que apreciaba su poesía y lo situó, junto con Moreno Villa y Gómez de la Serna –tan diferentes- en un momento de transición no se sabe muy bien hacia qué ni desde dónde.
La tragedia del poeta zamorano – escribe Miguel Galindo en su espléndida introducción- fue vivir como Jonás dos mundos: el de las aguas amargas del exilio y el dulce reposo del orden instituido; la cárcel y la restitución de su honor; la farmacia y la poesía; España y América.
Ese desgarro existencial de León Felipe es también uno de los ejes esenciales de su Antología rota, que apareció en Buenos Aires en 1947 y se recupera en esta edición de Cátedra Letras Hispánicas con las adiciones de 1957 (la sección Nuevos poemas) y de 1974, en que se tituló ya Nueva antología rota.
La Antología rota se publicó en Pleamar en la colección Mirto que dirigía Alberti y llevaba un epílogo de Guillermo de Torre que se reproduce también en esta edición anotada. En ese texto (Itinerario poético-vital de León Felipe), De Torre destacaba como clave del autor la equivalencia, enraizada en Whitman, entre biografía, poesía y destino.
Notario de la realidad y profeta visionario, poeta áspero y emocionado, afincado en la materia terrosa del camino y con voluntad prometeica, errante y solitario, entre el canto y la blasfemia, entre la desolación y la esperanza, de oralidad y cercanía, de tono destemplado o amargo:
Yo no puedo tener un verso dulce
que anestesie el llanto de los niños
y mueva suavemente las hamacas como una brisa esclava.
Porque yo no he venido aquí a hacer dormir a nadie.
A la infrecuente mezcla de farmacia y poesía, León Felipe sumó la determinación de un camino propio, con idas y venidas, atajos y rodeos en sus peregrinaciones por territorios temáticos y tendencias estilísticas.
Felipe, claridad, y León, fuerte, decía Aleixandre de este poeta severo y esta poesía desdeñosa del adorno.
Como en Whitman, quien pasa las páginas de este libro toca a un hombre, porque en León Felipe es crucial la identificación de la poesía con el hombre y la dialéctica poética del mundo, interpretado en una clave simbólica, la del gusano transformado en mariposa:
Éste es el milagro, el brinco prodigioso que a mí me ha sostenido sobre la tierra..., esto es lo que más me ha maravillado de todo cuanto he visto en el mundo... Éste es el asombro mayor que ha presenciado mi consciencia... Y yo digo que un gusano transformado en mariposa es mucho más asombroso que la rotación matemática y musical de las esferas siderales. Todo el mundo se mueve con un rodar de noria dentro de un circulo cerrado... la serpiente se chupa el caramelo de la cola... la Tierra rueda y se repite... la historia es siempre "el dulce y egoísta cuento de la rosquilla"... Todo marcha y vuelve en una dialéctica cerrada y fatal... Pero el gusano tiene una dialéctica poética... el gusano se convierte en mariposa.
Cuando preparó esta Antología rota, que llevaba unas ilustraciones que desaparecieron en la edición de Losada de 1957 y se recuperan ahora en el mismo lugar del original, León Felipe miraba más hacia el futuro que hacia el pasado, buscaba la luz desde las tinieblas, con la esperanza de que ganaría la luz, aunque sabía que cada poema es un testamento:
Un poema es un testamento sin compromisos con nadie y donde no hay disputas ni con el canónigo ni con el regidor. Donde no hay política. A la hora de la muerte, no hay política. Ni polémica tampoco. Polémica, ¿contra quién? Como no sea contra Dios... Porque delante del poeta no están más que el misterio, la Tragedia y Dios. Detrás quedan los obispos y los comisarios. Y para tener polémica con ellos tendrían que dar un paso hacia adelante y tirar la mitra y los galones. El poeta va descubierto y sin adjetivos. Es el hombre desnudo que habla y pregunta en la montaña, sin que le espere ya nadie en la ciudad. Habla siempre dentro del círculo de la muerte y lo que dice, lo dice como si fuese la última palabra que tuviera que pronunciar. La muerte está tumbada a sus pies cuando escribe, esperando a que concluya. Y cuando ya no tenga nada que decir, nada que confesar, la muerte se pondrá de pie y le dirá, cogiéndole del brazo: ¡Vámonos!
Santos D.
Antología rota.
Edición de Miguel Galindo.
Cátedra Letras Hispánicas. Madrid, 2008.
Distante por igual, no equidistante, del Modernismo y las vanguardias, León Felipe (1884-1968) tuvo mucho de francotirador en su vida y en su obra.
Antes de convertirse en español del éxodo y el llanto, en uno de los símbolos de la España peregrina, desorientó a críticos como Luis Cernuda, que apreciaba su poesía y lo situó, junto con Moreno Villa y Gómez de la Serna –tan diferentes- en un momento de transición no se sabe muy bien hacia qué ni desde dónde.
La tragedia del poeta zamorano – escribe Miguel Galindo en su espléndida introducción- fue vivir como Jonás dos mundos: el de las aguas amargas del exilio y el dulce reposo del orden instituido; la cárcel y la restitución de su honor; la farmacia y la poesía; España y América.
Ese desgarro existencial de León Felipe es también uno de los ejes esenciales de su Antología rota, que apareció en Buenos Aires en 1947 y se recupera en esta edición de Cátedra Letras Hispánicas con las adiciones de 1957 (la sección Nuevos poemas) y de 1974, en que se tituló ya Nueva antología rota.
La Antología rota se publicó en Pleamar en la colección Mirto que dirigía Alberti y llevaba un epílogo de Guillermo de Torre que se reproduce también en esta edición anotada. En ese texto (Itinerario poético-vital de León Felipe), De Torre destacaba como clave del autor la equivalencia, enraizada en Whitman, entre biografía, poesía y destino.
Notario de la realidad y profeta visionario, poeta áspero y emocionado, afincado en la materia terrosa del camino y con voluntad prometeica, errante y solitario, entre el canto y la blasfemia, entre la desolación y la esperanza, de oralidad y cercanía, de tono destemplado o amargo:
Yo no puedo tener un verso dulce
que anestesie el llanto de los niños
y mueva suavemente las hamacas como una brisa esclava.
Porque yo no he venido aquí a hacer dormir a nadie.
A la infrecuente mezcla de farmacia y poesía, León Felipe sumó la determinación de un camino propio, con idas y venidas, atajos y rodeos en sus peregrinaciones por territorios temáticos y tendencias estilísticas.
Felipe, claridad, y León, fuerte, decía Aleixandre de este poeta severo y esta poesía desdeñosa del adorno.
Como en Whitman, quien pasa las páginas de este libro toca a un hombre, porque en León Felipe es crucial la identificación de la poesía con el hombre y la dialéctica poética del mundo, interpretado en una clave simbólica, la del gusano transformado en mariposa:
Éste es el milagro, el brinco prodigioso que a mí me ha sostenido sobre la tierra..., esto es lo que más me ha maravillado de todo cuanto he visto en el mundo... Éste es el asombro mayor que ha presenciado mi consciencia... Y yo digo que un gusano transformado en mariposa es mucho más asombroso que la rotación matemática y musical de las esferas siderales. Todo el mundo se mueve con un rodar de noria dentro de un circulo cerrado... la serpiente se chupa el caramelo de la cola... la Tierra rueda y se repite... la historia es siempre "el dulce y egoísta cuento de la rosquilla"... Todo marcha y vuelve en una dialéctica cerrada y fatal... Pero el gusano tiene una dialéctica poética... el gusano se convierte en mariposa.
Cuando preparó esta Antología rota, que llevaba unas ilustraciones que desaparecieron en la edición de Losada de 1957 y se recuperan ahora en el mismo lugar del original, León Felipe miraba más hacia el futuro que hacia el pasado, buscaba la luz desde las tinieblas, con la esperanza de que ganaría la luz, aunque sabía que cada poema es un testamento:
Un poema es un testamento sin compromisos con nadie y donde no hay disputas ni con el canónigo ni con el regidor. Donde no hay política. A la hora de la muerte, no hay política. Ni polémica tampoco. Polémica, ¿contra quién? Como no sea contra Dios... Porque delante del poeta no están más que el misterio, la Tragedia y Dios. Detrás quedan los obispos y los comisarios. Y para tener polémica con ellos tendrían que dar un paso hacia adelante y tirar la mitra y los galones. El poeta va descubierto y sin adjetivos. Es el hombre desnudo que habla y pregunta en la montaña, sin que le espere ya nadie en la ciudad. Habla siempre dentro del círculo de la muerte y lo que dice, lo dice como si fuese la última palabra que tuviera que pronunciar. La muerte está tumbada a sus pies cuando escribe, esperando a que concluya. Y cuando ya no tenga nada que decir, nada que confesar, la muerte se pondrá de pie y le dirá, cogiéndole del brazo: ¡Vámonos!
Santos D.
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- Mensaje n°105
Re: LEÓN FELIPE (1884-1968)
A LOS 120 AÑOS DEL NACIMIENTO DE LEON FELIPE
A los 128 diriamos en este momento
Este 11 de abril del 2004 se cumplen 120 años del nacimiento del Poeta Mayor León Felipe. Hace veinte años escribimos este trabajo y dos décadas después su reclamo sigue en pie. León Felipe aún no recibe el reconocimiento que la dimensión, contenido y proyección de su obra exigen. No hablamos de consideraciones formales, sino de la comprensión de los grandes temas que allí se plantean y que hoy deben ser objeto de debate y discusión. Toda su obra es la puesta en práctica de una poética, que poco tiene que ver con los límites de la estética. El centro de su creación es el hombre. La causa de sus versos: la visión de la injusticia y la búsqueda de la luz. Su propuesta: una palabra-combustible, una acción-vital, dirigida a construir sobre la tierra un mundo de hermanos.
Su contexto: el denso humo de las guerras fratricidas que cubren el planeta desde tiempos inmemoriales y que aún no cesa. Su búsqueda: alcanzar el rayo de luz a través de una gota de llanto. Poeta Mayor porque da a la palabra la fuerza de una honda disparada al corazón del hombre, para ver crecer en su interior la canción que aún no resuena.
Ciento veinte años después, (ahora algunos más)
en el planeta sólo se han multiplicado las guerras, las miserias y las palabras inútiles que las justifican, avalan y utilizan para sembrar la tierra de sepulturas que no de bosques de centeno. Su verso, el fuego de su palabra, su grito destemplado, su roto y viejo violín, resuenan como nunca en el fondo del pozo, denunciando a los mercaderes, convocando a los fabricadores de luz. Su obra es un expediente a la historia y un recorrido por el llanto, que quiere volver, hecho luz en el corcel del viento. Sus instrumentos: un bajel de velas blancas. En sus ojos, una gota de asfalto, en su garganta un grito de estopa, en su corazón, un tránsito y una esperanza. ¿No será tiempo ya de hacer crecer la espiga que nos dejó? ¿De recomponer la canción del hombre? ¿De devolverlo a sus altas mesetas? ¿De volvernos corredores de una carrera infinita de relevos hasta que arribemos al fin al tiempo del hombre, en una tierra habitada de luz?
La vida de los pueblos,
aun en los menesteres más humildes,
funciona porque hay unos hombres
allá en la colina
que observan los signos estelares;
sostienen vivo el fuego prometeico
y cantan unas canciones
que hacen crecer las espigas.1
I
Hoy, a los cien años de su nacimiento, León Felipe es un poeta desconocido. Con una vida que se desbordó por todo el siglo XX, contemporáneo de todos los grandes hitos poéticos que marcaron escuela y descendencia, testigo presencial de los grandes acontecimientos históricos que han conmovido el mundo de hoy, León Felipe es un poeta solitario. Su obra, vasta y prolífica, apenas comienza ahora a ser rescatada editorialmente. Evocado más por sus amigos que por los críticos, conmemorado más por la tierra que lo acogió en su largo destierro, que por su propia madre tierra, León Felipe es un poeta clandestino. Casi un poeta de segunda. Un poeta sin discípulos. Un poeta prometeico sin audiencia.
JUGLAR DE PUEBLO EN PUEBLO
Desde niño comenzó su juglaría por entre los pueblos españoles. Vestido de cómico o trajeado de farmaceuta, anduvo legua a legua su tierra. Asistió al advenimiento de la república y a su estrepitosa caída y estuvo allí, en primera fila, armado de su palabra combatiente y solidaria. Y una vez que fue aventado de su tierra llevó su oficio de juglar a otros pueblos del mundo. Recorrió toda América en su peregrinaje solitario de maestro que lleva como misión dibujar la palabra justicia en el corazón de los hombres. Hasta que detuvo su andar en la tierra mexicana que le dio asilo y asiento para que siguiera desgranando las espigas de sus versos que aún aguardan el horno que los vuelva pan dorado y caliente para todos.
CAMINÓ JUNTO A SU PALABRA COMO PIEDRA EN EL RÍO
De modo que no es poeta desconocido, solitario y clandestino porque no haya dejado plasmada sus señales por doquier. Al contrario. Caminó junto a su palabra como piedra que rueda por el cauce del río. Orando, blasfemando, tocando su roto y viejo violín. Estampando la palabra justicia, gritando contra los mercaderes, rescatando el salmo, la canción y la luz. ¿Qué se ha hecho el fuego que esparció, el llanto que derramó, la ira que desató? ¿Qué han hecho con ella los mercaderes de hoy, los sepultureros, los curas y barberos de este tiempo?
DESTERRADO AYER, AÚN NO REGRESA A SU TIERRA DE ESPAÑA
Hay que buscar la razón en alguna parte. Desterrado de su España aún hoy no ha vuelto a ella, a pesar de su estirpe quijotesca. Desterrado de las antologías de los poetas mayores nunca ingresó a ellas, a pesar de su ascendencia bíblica y profética. Desterrado del sitial en que están los grandes nombres de este siglo fue borrado el suyo, a pesar de su estirpe universal y trascendente.
¿POR QUÉ SE DICE EN VOZ BAJA SUS VERSOS?
¿Por qué se calla su nombre? ¿Por qué se dice en voz baja sus versos? ¿Por qué no se le ha dado el vuelo de sus compañeros de ruta, Miguel Hernández, Federico García Lorca, Antonio Machado? ¿Por qué los historiadores de la España contemporánea no citan a León Felipe? ¿Por qué los filósofos, los pensadores no van a su fuente a desentrañar la raíz española, su proyección universal, su misión redentora?
POETA DESCONOCIDO SOLITARIO Y CLANDESTINO
Walt Whitman, en su tiempo, había dicho que pasarían más de cien años para que su obra se comprendiese. Han pasado más de cien para el dulce Walt y también él sigue siendo un poeta desconocido, un poeta solitario y un poeta clandestino. Como León Felipe. Se tocan ambos de la mano. Cada uno en su territorio, la fuerza prometeica, la visión profética, la síntesis del pasado y la señal del porvenir.
LOS MUERTOS SE VAN A CRECER CON LA TIERRA
¿Es que acaso el infierno de Rimbaud no toca el infierno de León Felipe? ¿Acaso las hojas de hierba de Walt no se esparcen igual que las gotas de llanto del poeta caminante? ¿No es la misma guitarra quebrada a destiempo de Federico, la que vibra en el grito destemplado de León Felipe? ¿No es la pasión hortelana de Miguel Hernández, su olor a albahaca y a pena el mismo romero, la misma oración del poeta? ¿No es esa esencia castellana de Machado la que se despliega entre el poeta y el arcipreste, entre el poeta y rocinante, entre Sancho y El Quijote? ¿No está acaso la misma pasión españolísima de Unamuno, de Ortega? ¿No se bajó acaso del mismo rocín trescientos años más tarde para gritar la palabra justicia? ¿No es el relincho del Guernica de Picasso el mismo rucio rocín de León Felipe? ¿Y el llanto de Van Gogh, sus campos de trigo, sus noches estrelladas no son las raíces florecidas de los muertos que se van a crecer con la tierra, la quimera de sus sueños?
CUBRIO LA PALABRA HAPPINESS CON SU LLANTO
¿No son acaso sus sombras los mismos negros de Goya? ¿Y sus oraciones la misma estatura de El Greco? ¿Acaso León Felipe no es la prolongación, la continuación, la corrección de Velásquez? ¿No lo fue acaso de Walt Whitman? ¿No cubrió su palabra happiness con su llanto para preservarla de la herrumbre? Las palabras del Eclesiastés que resuenan en la Tierra Baldía de Eliot ¿no es el tiempo que se hizo palabra en León Felipe? ¿No está presente en él la misma devastadora y aluvional celebración del hombre que hay en Neruda? ¿Y quién dirá que en su vieja flauta, su roto violín no resuena la quena de Vallejo, aquel sentimiento de amor de que hablara el Che? ¿Y quién dirá que en la estrella roja que dibujó en la frente de los hombres combatientes no había una para Martí, una para Sandino, una para Federico, una para Miguel?
HABLA UN LENGUAJE PARA EL CUAL EL HOMBRE NO HA MADURADO AÚN
León Felipe es un poeta desconocido, solitario y clandestino. Y lo es porque le ocurre a él lo que a Whitman: son ambos gigantes de la vida y la poesía. Y ambos hablan un lenguaje para el cual el hombre no ha madurado aún. Su estatura está más allá de lo permitido. Y cuando adviene al mundo un profeta, un visionario, los hombres de su tiempo sólo saben reírse de él. Los convierten en bufones, en payasos o los crucifican, los destierran, los sepultan. Pero a esos hombres de estirpe revolucionaria les ocurre que no hay pista que los contenga, no hay sepultura donde quepan. Siguen creciendo y extendiéndose como raíces de centeno, hasta abrir la tierra de nuevo. Regresan siempre convertidos en frutos maduros. ¿Cien años, doscientos años? Cien mil años dijo el poeta, y es la misma voz antigua con nuevos corajes. Sus señales de luz van dejando las indicaciones precisas para ese gigantesco combate incendiario contra las tinieblas. Allí se encontrarán ellos con las huestes victoriosas. Cuando el llanto se haga luz, y cuando la lágrima no borre la palabra happiness de Walt.
MIENTRAS EXISTA LA INJUSTICIA TODA LA POESIA TENDRA UNA VERRUGA EN LA FRENTE
Supongo que mientras tanto, seguirán siendo desconocidos, solitarios y clandestinos. Y lo serán porque darles su sitio exacto, su nivel preciso, su palabra en tono mayor significa aceptar el reto que han impuesto al hombre y a su acción. Quien camina una sola legua sin amor, camina hacia su propio funeral, advirtió Whitman. Y León Felipe añadió: mientras exista, tumbado sobre la luz, el perro negro de la injusticia, toda la poesía del mundo tendrá una verruga violácea en la frente. Postulados ambos que se salen de una estética poética, de una teoría literaria, para forjarse postulados de la vida del hombre para conquistar la luz, la justicia y el amor.
NO HAY BANDOS SINO UNA SOLA CAUSA LA DEL HOMBRE
¿No era acaso el mismo planteamiento del Quijote? ¿El mismo requerimiento de Jesús, el hijo del carpintero? ¿La misma querella planteada desde la génesis de los tiempos y que adquiere matices fulgurantes en cada sitio de la tierra donde se ha librado el viejo combate? Tal vez la diferencia esté en que Jesús habló en parábolas (a pesar de ello lo crucificaron). Cervantes para hacer lo mismo inventó al Quijote y cuando los gendarmes de su tiempo amenazaron con crucificarlo, dijo que estaba loco y que no sabía lo que hacía. Se rieron de él entonces y lo dejaron estar a lo largo de la historia para hacer reír a los niños. León Felipe llamó las cosas por su nombre. Dijo quienes eran los rebaños y quienes se disfrazaban de lobos. Dijo quienes mantenían el fuego encendido y quienes se habían robado el salmo. Dijo que la poesía era una canción paralítica y que había que organizar el fuego. Dijo que no había bandos y que había una sola causa: la del hombre, y por ahora la causa de la miseria del hombre. Y bajó a los infiernos portando una estrella roja reluciente en la frente para ir a rescatar la luz.
UN POETA CON UN VIOLIN ROTO Y UN GRITO DE ESTOPA EN LA GARGANTA
Algunos ciertamente se han reído de él. Otros han dicho: es un viejo y pobre poeta con un roto violín. Dejémosle hacer. Otros simplemente lo han ignorado, lo han silenciado, lo han acallado. Allá en Chapultepec el afecto de sus amigos le construyó una piedra a través de la cual se queda mirando el horizonte. No era la piedra que él quería. Piedra de honda que al ser lanzada rompe los cristales, horada los muros, ahuyenta a los lobos. De él dirán: es un viejo poeta que vivió mucho tiempo entre nosotros, con un violín roto y un grito de estopa en la garganta.
TODO MENOS UN POETA MAYOR
Esta manera sencilla, directa y sin ornamentos de decir las cosas ha facilitado el silencio, la soledad y la clandestinidad. Para muchos su poesía está a mitad de camino entre el planfleto y el verso. Poesía menor. Refiriéndose a Ganarás la luz dijo Octavio Paz: es un gran libro pero no es un libro de poemas. Y aún hoy cuesta elevarlo a Poeta Mayor. Poeta hierático cuando blasfema. Poeta místico cuando dialoga con Dios. Poeta panfletario cuando lanza sus alocuciones, sus versos como proclamas para que sean repartidas por el viento. Todo menos Poeta Mayor. Ese puesto está reservado para quienes guardan debida compostura, para quienes sin guardarla son tan complicados y oscuros que pocos se dan cuenta de ello, o para quienes trasgreden de tal modo los límites que son sencillamente tildados de locos. Sus blasfemias entonces, por más violentas que sean, no trastocan ningún orden permitido.
HABIA QUE DEJARLO SOLO
Podría Rimbaud entonces anunciar aquella ciudad en la que entraríamos. Venía del infierno. León Felipe también. Pero a Rimbaud podría explicársele de muchas maneras y cada quien podía dibujar donde quisiera esa ciudad. En León Felipe no hay escapatoria posible. ¿Se podía acaso acusar de suicida o de loco a aquel viejo maestro que paciente y persistentemente vertía su verso como una gota de llanto que horada los muros más espesos? Había que dejarlo solo. Había que ofrendarle el silencio después de su gesto. No hacerle mucho caso. Había que dejarlo en el centro del escenario, sin ovaciones ni aplausos, tal vez despidiéndolo con algún gesto misericordioso.
QUIEN SE DETENGA A ESCUCHARLO DESCUBRIRA QUE SU VOZ ES UN MILAGRO
Otros han dicho que es un pobre español que tiene la manía de gritar muy alto. Pero ya lo decía el poeta: no habla alto el español, habla desde el nivel exacto del hombre. Pero ha sido suyo el grito de ¡Justicia! Y ha sido suya la guitarra rota, el viejo violín y la dulce flauta del pastor. Otros han dicho: no hace sino repetirse a sí mismo. Volver una y otra vez sobre sus mismos sueños, sus mismas blasfemias. Quienes así lo han escuchado, lo han hecho desde el fondo de un pozo. Su voz es muy antigua y está forjada del mismo barro que moldeó el primer hombre. Quien se detenga a escucharlo al nivel exacto del hombre guardará silencio reverente porque descubrirá que esa voz es un milagro. Y que tiene el tono profético de quien viene a anunciar cuanto heroísmo hace falta para llegar a las bienaventuranzas. Y se hará heroico a la vez, para poder juntarse al coro de quienes gritan ¡Justicia!
LEON FELIPE AUN AGUARDA SU AUDIENCIA
León Felipe aguarda aún su audiencia. Una audiencia vasta y numerosa como la de Walt. Y mañana, cuando el viento complete su ciclo, León Felipe navegará en todas las lenguas y hará puerto en todos los sitios. Ninguno le será extraño ni ajeno. Ni nadie se sentará junto a él como un desconocido. Los nuevos juglares tendrán que aprender de él. Y él se dará a todos por igual. No habrá carcajadas entonces. Habrá un solo de violín rasgando alegrías en el aire.
A CIEN AÑOS DE SU NACIMIENTO (YA CIENTO VEINTE) SE LE DEBE SU PUESTO DE POETA MAYOR
A León Felipe se le debe su puesto de Poeta Mayor. Y hoy, a cien años de su nacimiento, a 16 de su última partida, es tiempo de abrirle el cauce debido. Tal vez porque hacerlo nos conduzca a nosotros a una morada más alta, a una tarea más digna, un oficio más creador. Y porque hacerlo ha de colocar al poeta en la cima de la colina desde donde sus canciones hacen crecer las espigas. ¿Será la misma colina donde Jesús leyó su sermón de la montaña? ¿Será aquel monte desde donde bajó Moisés aquellas tablitas de piedra labrada? ¿Serán las montañas desde donde el Che dejó escrita su hazaña heroica? ¿Será la Sierra Morena donde el Quijote habló a los cabreros?
TIEMPO DE DEVOLVERLO, CIUDADANO DEL MUNDO, A SU TIERRA ESPAÑOLA
Es tiempo de darle a León Felipe su puesto de Poeta Mayor. Y es tiempo de devolverlo a la tierra madre de la cual partió, a la que siempre quiso regresar. No para hacerlo de nuevo ciudadano español sino porque ganó su puesto de ciudadano del mundo. Y porque la tierra de España, la tierra del mundo le hace falta regarla con su sangre, con sus huesos, con su polvo para que crezca y se extienda por doquier su sueño de justicia, de alegría y de amor.
QUIEN SE ASOME A SU LLANTO Y A SU LUZ HARA SUYA SU CANCION
Quien aborde ese recorrido del poeta, desprovisto de ropajes extraños y vestiduras ajenas, quien se asome a sus andanzas, a orilla de sus oraciones y blasfemias, a su calidad de concertista virtuoso, a su llanto y a su luz, a su hazaña prometeica, con la decisión de acompañarlo en su viaje, haciendo suya su canción, habrá de ir ascendiendo con él a ese sitio de Poeta Mayor. Tal vez entonces nos haremos con él ciudadanos mayores. Y tal vez podamos entonces dejar nuevas indicaciones que se junten a las suyas, a las de Walt, a las de todos los que vienen detrás y a los que vengan después, para construir ese Mundo Mayor de nuestros sueños. A ese recorrido llamo e invito.
II
EL POETA DE UNA PIEDRA AVENTURERA
Advino al mundo en el mediodía castellano. En Tabarra, Zamora, un 11 de abril de 1884. Y allí comenzó un peregrinaje que aun no ha concluido. Como el tercer hijo de la parábola, el que ha de venir por el naciente cabalgando en el corcel de viento. Abriendo boquetes en las rocas para fecundar la tierra con el fuego recobrado.
Pueblos y ciudades de la meseta castellana le vieron ir y venir en sus días de infancia y juventud. A los dos años salió de su pueblo natal y hasta los nueve estuvo en el pueblo de Sequeros, Salamanca. En 1893 se traslada junto a su familia a Santander. Allí concluye sus estudios de bachiller. Ya había realizado sus primeras incursiones en el teatro que le iban abriendo cauce hacia horizontes distintos. Horizontes que se le hacía cada vez más necesario multiplicar.
Y así un buen día León Felipe Camino Galicia se fue a Madrid a hacerse farmaceuta. Allí concluyó sus estudios combinando el análisis de las pócimas con el descubrimiento de Goya y Murillo, con el encuentro del teatro, con Velásquez, con Shakespeare. La muerte del padre, sin embargo, lo obliga a regresar a Castilla a encargarse de su familia y a ejercer su profesión. Pero todo esto no es más que una especie de preparación para lo que habría de venir.
León Felipe comparte su trabajo de regente de farmacias en Santander, Balmaceda, Avila y Guadalajara con sus actividades artísticas. En los inviernos se instala en Madrid. Tal León Felipe intuía ya su designio de alquimista y entre menjurjes y tarros se anduvo entre los mismos pueblos sembrando romeros y bienaventuranzas. Recogiendo cantos y risas. Trabaja con la Compañía de Teatro de Tallaví y luego en una Compañía de cómicos dirigida por Juan Espantaleón. Y en ese carro itinerario, el más humilde de la farándula española, recorrió su tierra. Anduvo descalzo muchas veces también, bajo la lluvia y sin albergue, solitario. Y vivió tres años en la cárcel, no como prisionero político, sino como delincuente vulgar, comiendo el rancho de castigo con ladrones y grandes asesinos.2
VERSOS Y ORACIONES DE CAMINANTE
En ese período juglaresco y andariego se gesta su primer libro: Versos y oraciones de caminante (1920). Y en ellos se asienta la primera piedra de su estética. Que no es piedra de audiencia, ni de iglesia, ni de palacio, sino piedra pequeña, piedra ligera, piedra aventurera. Sin rima ni cairel, ni metro ni cadencia. Un diminuto guijarro que sin embargo hará saltar la chispa que encenderá el fuego que dará luz a todos los hombres. La misma piedra que León Felipe dirá más tarde le alcanzó la frente, lanzada por miembros de ambos bandos del ejército de los poetas; los domésticos, apegados a los viejos preceptos, y los nuevos, los ultraístas que en busca de una palabra distinta terminaron rindiéndole culto al simple rompimiento formal. Aquellos versos y oraciones de caminante. que Enrique Diez-Canedo dio a conocer por primera vez a través de la revista “España”, no eran más que diminutos guijarros lanzados como dardos certeros al corazón del pueblo, de todos los pueblos, al corazón del universo3. Un voto de humildad en una época de disipación, una poesía en voz baja, en tono menor, articulada en versos quebrados4, como para parecerse más a la roca que se desgrana en laja y arena. Este era su equipaje, tan semejante a una visera de papel y una lanza rota.
EL POETA SABE QUE TRABAJA EN LA SOMBRA COMO TODOS
No se detuvo el paso andariego ni el espíritu aventurero. Se fue rumbo a Africa, viajando en la bodega de los barcos, oyendo contar sus aventuras a los marineros y su historia de hambre a los miserables emigrantes. Reside dos años en Fernando Poo como administrador de hospitales del Golfo de Guinea. Y duerme muchas noches en la desembocadura del Muni, acordando el latido de su sangre al golpe seco, monótono y tenso del tambor africano de tribus indomables. Regresa a Madrid para unas vacaciones pero la intención de conocer a América lo desvía de su ruta inicial. En Cádiz se embarca en el ‘Cristóbal Colón’ hasta Veracruz. En su bolsillo lleva sólo una carta de presentación de Alfonso Reyes. En México echa anclas durante dos años. Y un día conoce a Berta Gamboa a quien hace su compañera. Ambos parten hacia Estados Unidos donde ella es profesora universitaria. Desde 1925 al 29 León Felipe desempeña el cargo de Profesor de Lengua y Literatura Española en la Universidad de Cornell. Hace traducciones. Conoce a Walt Whitman. Un encuentro que habría de ser definitivo. Como si la dimensión de la luz dibujara el contorno exacto de las sombras. Y la sonoridad del corazón, cuando se esparce alborozado, anunciara el oleaje del llanto a orillas de la vida. Las señales quedaban trazadas.
León Felipe escribe su segundo libro de Versos y oraciones de caminante, editado en 1929 por el Instituto de las Españas en Nueva York. La piedra pequeña y el guijarro de los ríos cristalinos va conociendo el polvo y el barro. La arcilla se ha aglutinado en ladrillos que han servido para construir fortalezas que no permiten al hombre contar las estrellas. Y el poeta intuye su empresa: “Viniste a glorificar las lágrimas… / no a enjugarlas. / Viniste a abrir las heridas… / no a cerrarlas. / Viniste a encender las hogueras… / no a apagarlas. / Viniste a decir: ¡Que corran el llanto, la sangre y el fuego… / como el agua!”5. La suerte está echada. El poeta ha advertido que trabaja hoy en la sombra como todos.
ESTA HORA DEL MUNDO ESTA AHUMADA Y ROTA COMO UN FILM QUEMADO
Al sol del mediodía castellano se junta la noche del hombre que no tiene estrellas. Y en su traje de farmaceuta no hay pócima ni brebaje que disipe las tinieblas y avive claridades. Hay gigantes agitando molinos. Y el poeta de nuevo toma la pluma para anunciar la presencia del perro negro de la injusticia humana. Escribe Drop a star (1930). El mundo es como una máquina a la que se le ha acabado la cuerda. Para ponerla a funcionar el hombre deberá depositar en ella una estrella. Una estrella nueva de paladio, fósforo e imán. Y la voz del poeta se hace ronca de tanto advertir. No soy nadie: un hombre con un grito de estopa en la garganta y una gota de asfalto en la retina. El ojo del hombre no está hecho aún para ver sino para llorar. Su voz no está hecha aún para el canto, sino para el grito. Y el poeta sabe que hay una sola empresa por delante: vencer ese perro negro de la injusticia. Porque mientras él esté allí, tumbado en la luz, todos los poemas del mundo tendrán una verruga violácea en la frente6. Esa es la función de la poesía hoy, y esa es la función del poeta. Esa es su estética y su programa. El mismo del caballero manchego.
Y MI OFICIO ES ESTE: ESCUCHAR LATIDOS DE HOMBRES, DE PUEBLOS Y DE ESTRELLAS
Proclamada la república, León Felipe regresa a España por unos meses. En 1933 se reintegra a sus cursos universitarios en Estados Unidos. Vuelve a su tierra en 1934. Y de allí parte a Panamá como Agregado Cultural de su país a dictar clases de literatura y civilización españolas. Sólo estuvo allí cinco meses. La guerra civil desatada lo reclama. Va empuñar la poesía junto a sus compañeros de armas para defender la causa de la justicia del hombre. Desde Panamá, el 1 de septiembre de 1936, escribe sus palabras de despedida “Goodbye Panamá”. Unas palabras que no le fue permitido leer ni publicar. Y que son, como cada uno de sus escritos, una síntesis y una prolongación de su estética y su pensamiento: “Mi oficio es éste: escuchar latidos y temblores de hombres, de pueblos y de estrellas”. “O el mundo se organiza sobre unas bases de justicia y de dignidad humana o el mundo no se organiza de ninguna manera. Este es un dilema que está en la conciencia del hombre y un problema que la voluntad y la libertad del hombre tienen que decidir”7. Su regreso a España era su decisión.
LA SANGRE DEL HOMBRE ESTA HECHA PARA MOVER EL CORAZON DEL MUNDO
Lo que habría de ocurrir no podía ser más duro para el poeta, como lo fue para la naciente república, como lo fue para la esperanza del hombre. Ya el poeta había lanzado las preguntas: ¿La justicia es una quimera y la dignidad del hombre un sueño? ¿Dios puso en nosotros estos anhelos de orden y superación para reírse de nuestra agonía y de nuestra impotencia? La sociedad, el mundo ¿no pueden ser más que un laberinto de errores, un cuento sin sentido dicho por un loco furioso? ¿No hay una manera, una prueba, un sacrificio doloroso, angustioso, purificador que organice luminosamente nuestra vida, que levante al hombre a un plano superior de justicia y dignidad? ¿No hay ningún remedio, no hay ninguna solución? ¿Lo hemos ensayado todo?”. Y él mismo da a la respuesta: “No lo hemos ensayado todo. Hay unos hombres que dicen que no lo hemos ensayado todo, que aun hay esperanzas y que aún se puede luchar por un mundo mejor. Pues bien señores, estos hombres, aunque sean ilusos, valen más que los otros. Y yo me voy con ellos a dar mi vida.”8
La derrota fue aplastante. El poeta ha presenciado el horror en toda su magnitud. Y su respuesta está recogida en su alocución poemática “La insignia” de 1937. Pocos testimonios tienen la fuerza desgarradora de este poema. De este Poema Mayor. León Felipe sabe que en ese escenario en el que todos han hablado, el poeta no ha hablado todavía. Y entonces hace suya la voz de España, la más antigua de la tierra, que se articula en su garganta como pudo articularse en otra cualquiera, para llamar al hombre, para decirle: basta de insignias ¡hay que encender una estrella! Una sola sí. Una bandera, una sola, sí. (¿No es acaso la misma estrella de fósforo que debía echar andar la máquina del mundo?). Una sola estrella roja, sí, pero de sangre y en la frente. Id a que os pongan en la frente el sello de la justicia.9
La estrella tiene ahora un precio. No basta que sea de paladio, fósforo e imán. Deberá forjarse con la sangre del hombre, con el sacrificio del hombre. Deberá elevarse de lo doméstico a lo épico para llenar las venas de la tierra con su sangre y mover el corazón del mundo. La derrota le ha señalado la vía, no le ha quitado la esperanza. Pero sabe ahora, con certeza, que la justicia se defiende con una lanza rota y una visera de papel. Y sabe que mientras los hombres no lo aprendan el mundo no se salva.10
EL POETA PROMETEICO PIDE LA PALABRA
Y para estampar la justicia como una señal en la frente del hombre, para enseñar a los hombres a ahuyentar el perro negro de la injusticia, para dibujar con sangre la estrella roja, de nuevo, sin rocín ni escudero, León Felipe sale en marzo de 1938 de su casa, de su tierra, de su patria, rumbo a México, sin que haya podido volver aun. Como Quijote se fue a deambular entre las ciudades y los pueblos del mundo llevando una sola insignia, una sola causa, derramando un solo llanto. ¿Cuántos molinos no aguardarían su paso de brisa? ¿Cuántos venteros no soltarían su risa? ¿Cuántos gigantes no se habrían de abalanzar sobre su gesto trágico y combatiente, su voz ronca y rota, su bacía con sueños de yelmo, de halo, de estrella?
En ese mismo año publica El payaso de las bofetadas y el pescador de caña. El tema de la justicia vuelve una y otra vez. Es la tragedia española, la tragedia del hombre simbolizada en la figura central del Quijote (él mismo) convertido en el ‘gran payaso ibérico de las bofetadas’, que vino a hacer reír a todos. Pero ni aun la carcajada estrepitosa que ha venido rodando de siglo en siglo es capaz de vencer la esperanza. ¿Vencieron acaso al Quijote? “Yo no sé si es esta la hora de que hablen los dioses… pero el momento actual de la Historia es tan dramático, el sarcasmo tan grande, la broma tan sangrienta… y el hombre tan vil… que el poeta prometeico… el payaso de las bofetadas… se yergue… rompe sus andrajos grotescos de farándula, se escapa de la pista, se mete por la puerta falsa de la gran asamblea donde los raposos y los mercaderes del mundo dirigen los destinos del hombre… y pide la palabra.”11
Y desde entonces no otra cosa ha sostenido León Felipe, con su voz ronca y rota, sino la palabra pedida. La palabra justicia en medio de sus desgarrados andrajos. Aquella piedra pequeña, aquel guijarro sencillo vuelto palabra, vuelta grito para pedir un lugar para el hombre, una casa, una estrella roja. Es el payaso, el loco de la pista, el poeta trágico que sólo sabe hacer reír, levantando su signo prometeico para pedir la palabra, la palabra y el fuego, la palabra, el fuego y la estrella. ¿No han sido estos siempre los signos de la Poesía Mayor?
ESTOY AQUÍ PARA SUBRAYAR CON MI SANGRE LA TRAGEDIA DEL MUNDO
Un año después León Felipe publica Español del éxodo y el llanto. El grito se hace alarido. La poesía toma la forma del torbellino y el aluvión. Se hace estallido e insurgencia, pena honda como pozo profundo, rota vasija de barro que ha dejado salir el agua cristalina que habría de quebrarse en espectro de luz y color. La poesía se vuelve sobre sí misma para preguntar por su oficio, su sentido en medio de las tinieblas. El gesto se hace palabra encendida que hace cauce al llanto que está en los versículos de los profetas y en el corazón engañado y afligido del hombre: todo el llanto para alcanzar un día la luz. Y toda la sangre. Pero yo no he venido / a pedir un asiento en la gloria / ni a poner de rodillas el miedo. / Estoy aquí otra vez / para subrayar con mi sangre / la tragedia del mundo / el dolor de la tierra.”12
Y el poeta se pregunta una y otra vez por su destino: “¿Dónde coloco yo mis sueños y mi llanto para que aparezcan con sentido, sean los signos de un lenguaje y formen un poema inteligible y armonioso? La respuesta es el llanto. El poeta sabe que nuestras lágrimas son monedas cotizables. Y armado con ellas prosigue su viejo combate.13
HOY LA LAGRIMA ES MI ESPADA
La primera respuesta a esa pregunta formulada al viento fue Ganarás la luz, escrito en 1940 y publicado en 1943. Libro síntesis, viene a decir con mayor claridad aún qué es y qué ha sido el poeta, ese hacedor de fogatas que ha recorrido la historia del mundo intentando disipar las tinieblas. El poeta se levanta entonces como el hombre que ha aprendido a llorar, para hacer de su llanto un arma, su talismán y su pasaporte hacia la luz: “La vida es una lucha entre las sombras y mi llanto. / Vendrán hombres sin lágrimas... / pero hoy la lágrima es mi espada.”14 Lo había dicho ya en 1929. Lo repite ahora: “La poesía está escondida en la sombra”. Pero “la poesía es el derecho del hombre / a empujar una puerta / a encender una antorcha / a derribar un muro, / a despertar al capataz / con un trueno o con una blasfemia.”15
Quedan de nuevo establecidos los términos y la trayectoria también. Del grito al canto, del llanto a la luz. Es el itinerario heroico del hombre, del Quijote, del poeta vencido mil veces, mas siempre erguido y apoyado en el puño de su espada de llanto, su lanza rota. Se trata, en medio de las sombras, de ejercer el oficio de dinamitero, aún con la esperanza hecha jirones. Es de esa desazón, de esa carencia de donde se levanta el gesto más puro, el acto más espléndido, más poético: la ofrenda que se hace el porvenir sin reclamar otra alegría que la de haberlos anunciado e inventado desde las sombras. Desde las canciones que están aún por resonar y la brisa que habrá de soplar mañana en la flauta dulce del pastor. La síntesis de León Felipe es clara: “Esto no es literatura. Tengo documentos. Y mis poemas y mi prosa son anotaciones de experiencias inmediatas. He escrito en las sombras. Con una simple musiquilla de retreta alguna vez, pero abriendo bien las puertas y las ventanas para que entre el milagro a caballo por el sol.”16
Esta es también la síntesis de su estética. Una estética que se cuela por entre los resquicios de las ventanas que están por abrirse para juntarse con el polvo y el viento y el llanto. No es la palabra, no es la rima, ni el ritmo acompasado de la pandereta. No es el cuento para venir a dormir a nadie. Es el grito y la blasfemia y el llanto mayor venciendo las sombras. Y es el poeta prometeico desencadenado.
VOLVERE MAÑANA EN EL CORCEL DEL VIENTO
Un día había tomado la poesía de la mano para mostrarla a todos, piedra pequeña, piedra de río, piedra de honda que se daba sin reservas, ya fuese bajo el mediodía de Castilla o bajo una noche de luna. Sin adornos, sencilla como canción anónima para que se aposentara en la garganta de los hombres de todas las latitudes, todos los paisajes. Una canción en la que el poeta era sólo parte del coro innumerable. Una voz más, pero una voz insustituible para el gran concierto de la vida. Pero un día el perro negro de la injusticia se fue a morder los frutos más tiernos. No es que no existiera antes. Ya el Quijote había salido en su búsqueda, presta su lanza y su halo. Y un coro de risas grotescas lo habían perseguido por sus andanzas. Era otro coro distinto y organizado. El coro de los mercaderes y los curas, los sepultureros, los fabricantes de sombras. Y la piedra se volvió arena en la garganta. Y el poeta fue aventado a la noche, al pozo profundo de la injusticia, al polvo del carbón apagado. No sabían sus carceleros que lo habían aventado camino hacia la luz. Y armado con su espada de llanto siguió en su empresa heroica: “Mi poesía no es más que una larga fila de ofrendas dolorosas y de lágrimas recogidas por todos los caminos y para aquí ahora en la puerta oscura de la prisión y en el ámbito mismo del infierno para el rescate orgulloso de la Esclava”17. Síntesis de nuevo de su oficio mayor: “Esta es mi estética, vieja y perdurable aún. Vieja porque fue escrita antes de la tragedia actual del mundo, y perdurable porque dentro de las tinieblas de esta tragedia me sigue pareciendo la única: la estética de un barco perdido entre la niebla. Hoy más que nunca es para mí la poesía fuego organizado, señal, llamada y llamarada de naufragio. Y ‘todo buen combustible es material poético excelente’. Todo hasta la prosa.”18
Y para buscar material combustible que arda y que prenda, el poeta se marcha. Me voy -dice- porque la tierra ya no es mía, porque la espiga y la aurora ya no son mías, porque la luz tampoco es mía, porque la tierra y el pan y la luz ya no son míos. Se marcha a un nuevo peregrinaje, para volver por el naciente como el tercer hijo: Yo me voy a crecer con los muertos. Volveré mañana en el corcel del viento. Volveré ¡y volveré crecido!19
El poeta se va a crecer con los muertos. Como las semillas de centeno para ir abriendo la tierra hasta alcanzar la luz. Pero todavía al hombre le restaba un largo trayecto. Desde aquel marzo de 1938 en que fue lanzado al exilio León Felipe hizo posada en México durante siete años. En 1945 emprende otra aventura itinerante y andariega. Juglar y Quijote se va de país en país, como antes de pueblo en pueblo, llevando sus señales. Guatemala, Nicaragua, Costa Rica, El Salvador, Panamá, Venezuela, Colombia, Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Uruguay son puertos para él. Orillas de donde partir de nuevo. Vivió en manicomios y hospitales, estuvo en un leprosario, junto al lago petrolífero y sofocante de Maracaibo, durmió sobre el estiércol de las cuadras, en los bancos municipales y una prostituta callejera llegó a darle una limosna. Iba el poeta sin rocín ni escudero, con solo su voz para despertar al hombre, para ahuyentar al lobo, para alertar a las ovejas. Oficio de diáspora. Ciudadano del mundo que como las semillas y las raíces no saben de linderos ni de parcelas, sino de horizontes e infinitos. Juglar con una canción rota. Su misión era dejar una gota de llanto para que el espectro de la luz la rompiera en siete colores. Los siete colores por los que habría de cabalgar el corcel del viento de regreso a la tierra. A México regresó definitivamente y desde allí prosiguió su oficio de juglar, de bufón, de violinista, de Poeta Mayor.
YO SOY EL LOCO DE LA PISTA
De 1950 es Llamadme publicano. El poeta ha ido y venido de regreso. Se había ido a crecer con los muertos y había estado entre los vivos anunciando que los muertos no se habían ido para siempre sino que estaban bajo tierra germinando. El poeta se encontraba con su antiguo barro y debía escarbar duro entre las rocas y las grietas por donde aprende a trepar la raíz. Trayecto doloroso y terrible en el que hasta el traje de hombre se le fue rasgando. El poeta intuía que el tiempo de crecer y volver tenía una medida distinta a la que le dan los sepultureros. Tal vez por eso su despedida era una aproximación a ese encuentro con un destino mayor, en el que habría de juntarse con Prometeo, con Job, con Jonás, con el Quijote y con Cristo, en su empeño de volver mañana en el corcel del viento.
La conciencia de la injusticia, la certeza de que quienes ayer sacaron a los mercaderes del templo, hoy se sientan en los mismos templos a negociar las mismas cosas, lo lleva a los límites del grito y la blasfemia. “¿Y qué otra cosa puede hacer el hombre más que enloquecer?” exclama. “!Quitadme los galones de un habitante de la tierra, rasgadme el uniforme de los seres humanos...! ¡Yo soy el loco de la pista!” Son los sepultureros sembrando de sombras los mediodías del hombre. Y es sobre esa realidad, sobre esa práctica histórica que el poeta habla. Desde esa noche del mundo emerge su estética. Una estética que no es nueva ni suya, que viene desde antes y que él aviva para los que vengan después. Tan difícil y terrible como mantener una lumbre encendida en una galería subterránea. Como sostener una chispa de luz entre las velas blancas de una barca solitaria. Esa es su única estética: “La poesía de esta hora para ganar u lugar en las avanzadas del conocimiento, no ha de ser música ni medida, sino fuego.” 20
NO HAY OFICIO DE POETA
¿Llamaremos eso estética? ¿O lo llamaremos la Estética Mayor que deberá guiar todas las estéticas? “No hay oficio de poeta. Existe una labor oscura y persistente de minero. Y esto es ya una poética: no hay más que mineros y navegantes”. Una poética y un programa de Profeta, de Poeta Mayor. Es la función trastocadora y constructora del poeta que devuelve al mundo su luz. Y que lo hace viniendo desde el infierno, desde el centro mismo de las sombras, horadando con su llanto, fundiendo con su fuego, ascendiendo con el viento. “Cuando el hombre doméstico, egoísta y tramposo, degrada el mundo y todo lo rebaja; cuando las cosas no son lo que deben ser, el mecanismo metafórico del poeta es el primer signo revolucionario. Y antes denuncia nuestras miserias el poeta que el moralista.”21
EL HOMBRE NO ES MAS QUE UN POEMA MAL HECHO
En 1957 aparece El ciervo y otros poemas. El poeta está solo. Lo había estado desde su nacimiento, desde más allá de su tiempo. Lo había estado en el campo de batalla que vio dividir al hombre en mil fragmentos. Y lo estuvo cuando debió tomar el camino del destierro para prolongar el peregrinaje. Estuvo solo cuando se vistió de juglar para ir de pueblo en pueblo. Lo estaba ahora que hasta su compañera Berta se le había ido. Solo, en ese tránsito de irse a crecer con los muertos, y todavía sobre la tierra, entre sombras mucho más oscuras, viendo aún a los mercaderes negociarlo todo, y a precios más costosos, más terribles aún. “Soy un viejo pobre y un pobre viejo” exclama León Felipe al dedicar su libro a Lucero Carral: “no tengo otra cosa mejor que poner en tus manos que este libro herético y desesperado.”22
Herético y desesperado como el mundo que no parece verse a sí mismo y se ha inventado luces de neón para espantar las sombras. El poeta cansado y solitario, con su voz quebrada de juglar a quien le han cerrado los caminos, exclama su desazón: El hombre es un poema mal hecho, una rata atrapada en el cepo, la semilla podrida de un sueño que nunca germinó. Y la casa un oscuro calabozo de un insomnio perpetuo a la que han cerrado todas las puertas y ventanas. Pero el poeta, aún desesperado y herético sabe que siempre hay una esperanza. Y lanza su pregunta al Arcipreste: “¿No sería entonces conveniente que el huésped hiciese un horado en el muro y se escapase de la casa antes de que sonase la campana?” Sabemos que el Quijote se le escapó a los curas antes de que sonara la campana con que dieron sepultura a Alonso Quijano. Y sabemos que León Felipe se escapó porque horadó el muro con sus lágrimas y se fue a crecer con los muertos. “Soy hijo del agua y de la tierra / pero mi sepultura está en el viento”.23
¿Y SI YO FUESE TAN SOLO UNA FLAUTA?
En 1967 la Revista de la Universidad de México publicó 33 poemas bajo el título de Versos del merólico o del sacamuelas. Si pudieran juntarse más sombras, más penas a las penas, más llanto al llanto, serían la expresión de este luminoso testigo y testimoniante de la historia del hombre. Sobre su oficio de poeta, sobre su visión profética y aún sobre su esperanza. “No fui el poeta de la luz. / Fui un poeta triste / que vivió oscuro bajo el maleficio del eclipse /” exclama. Sin embargo, allí está de nuevo la pregunta, la interrogante que se levanta desde el territorio de los sueños, que se escucha desde el agujero que horada el minero sobre el muro, que se distingue desde lo alto de la colina donde crecen las espigas, desde la roca de Prometeo. Lo que sostiene al poeta en su destino trágico y heroico. Antes había dicho: ¿y si me escapase de la casa? Ahora lanza al viento otra esperanza: “¿Y si yo fuese solo una flauta? / ¿Una flauta tan sólo, León Felipe? / Una flauta tocada por Dios -Dios el gran encantador- / para hacer bailar a la serpiente. / ¡Oh, todo el veneno verde y oscuro que se arrastra sobre la tierra / levantándose de pronto / retorciéndose / bailando en el aire / buscando la luz / ante la música encantada de mi flauta!”24
¿Y quién dirá, León Felipe, que no fue la tuya una flauta tocada, no por Dios, sino por el primer muerto que se fue a crecer con la tierra y viene de regreso enlazado en una raíz de centeno? ¿Quién dirá que no son fragmentos de flauta los gritos que se te apretaron en la garganta? ¿Quién dirá que esa flauta no vino desde la roca donde Prometeo fundió el metal hasta hacerlo caña delgada por donde silbara el viento? ¿Quién dirá que Sancho, en su alforja, no llevaba una flauta como esa? Yo sé, León Felipe, que así como hay hombres que trabajan en lo alto de la colina, hay un sonido de flauta en el mundo que tú aglutinaste con tu llanto, con tu polvo y con tu luz, como una canción que hará retorcerse en el aire hasta desaparecer para siempre a toda la injusticia del mundo. Trabajo éste de Músico Mayor.
A LOS 80 AÑOS ME DOY CUENTA DE QUE SE TOCAR MUY BIEN EL VIOLIN
León Felipe tiene ochenta años. Y ha cambiado momentáneamente la flauta por un violín. Dice él que su violín está viejo y roto y que no vale la pena comprarse otro. Que con ese mismo va a tocar su canción de despedida. Pero menos mal que el viento no se va de un soplo. Junto a su canción de despedida, aún León Felipe habrá de escribir unas cuantas canciones que se olvidaron en sus Obras Completas. Y el poeta las aglutina en un nuevo libro: ¡Oh, este viejo y roto violín!. Con él se va al encuentro de Rocinante, de Sancho, del Quijote, sus viejos compañeros de viaje. ¿Acaso no vienen por la historia, como él, cansados de toparse con molinos, con la risa del gran público, con venteros y galeotes? Viene Sancho más enjuto y delgado, crecido en estos siglos, hijo del sol, súbdito y tributario de la luz. Con ellos el poeta va a “La Gran Aventura” de cómo la visera se transformó en bacía, la bacía en yelmo y el yelmo en halo. ¿No lo había intuido ya el poeta mucho antes? Lo había dicho al pie del niño de Vallecas de Velázquez. Pero ahora el milagro crecía. No es el Quijote quien rescata el yelmo reluciente de Mambrino. Es la fuerza de la luz quien despoja al Quijote de armas y vestiduras para dejarle tan solo sobre su cabeza aquel brillo luminoso, que se hizo halo para siempre.
¿Está roto y viejo el violín? ¿O en sus cuerdas magníficas se ha hecho el milagro? Es el mecanismo metafórico y revolucionario del poeta dejando de nuevo sus señales mayores. A pesar de las sombras, a pesar del Arcipreste quien viene embistiendo al Gran Prestidigitador para convertir el halo en yelmo, el yelmo en gorro de payaso. A pesar del empresario quien quiere dar comienzo a su función. El loco de la pista en medio de los espectadores que ríen a carcajadas mientras el bufón ensaya sus piruetas. “Todo está hecho para que nadie llore. Hasta llorar de risa. Luego se da cuenta el espectador que está llorando de verdad... pero de esto ya no tiene culpa el empresario”.25 No. De esto tiene culpa el Poeta. El milagro se ha dado de nuevo: la trayectoria de lo doméstico a lo épico. “Un día esa lágrima acabará taladrando el muro / duro, negro y macizo del misterio / por donde entre una luz extraña que no hemos visto nunca.”26
A los 80 años esa lágrima particular de León Felipe ya viene taladrando. Sabemos que tuvo la fortaleza de horadar el muro de aquella casa de donde escapó antes de que sonara la campana. Sabemos que por esa lágrima vio Sancho convertir el yelmo de Mambrino en halo. Y que ese llanto dio acento de alas al poema de León Felipe. Por eso su síntesis es ésta: con su roto y viejo violín, con su flauta encantada, con su estopa atravesada en la garganta. León Felipe sabe que al fin, al término de sus días, a la vuelta de la gran aventura, cuando va a apuntar hacia la tierra, sabe que se hizo un virtuoso, que puede tocar muy bien el violín y que puede echar a correr su melodía en los grandes conciertos del mundo.27
EN EL ULTIMO DESASTRE SOLO SE SALVARA EL POETA
Aún verá nacer otro libro que parte del núcleo inicial de “La Gran Aventura” y que fue creciendo hasta hacerse Rocinante. Un poema escrito para mostrarles a los hombres la divina y humana cédula bautismal del loco centauro del delirio, el primero y más intrépido de los cuatro caballeros de la aurora, el único caballo del mundo que conoce la palabra justicia. Y dice el poeta: mi biografía es como la tuya, y aquí en este libro van las dos juntas. “El mundo es el que se quebrará y romperá / no mi voz: / porque en el último desastre que ya se anuncia / lo único que se salvará será la voz de poeta / el verso eterno con el que se originó el mundo / y con el que volverá a nacer / el mundo venidero.”28
En 1968 volvió a marcharse. Tal vez en Rocinante. Debe andar organizando sus combatientes siderales. Debe andar enraizado en una semilla de centeno. Debe andar juntando los pedazos de canción. Debe andar recomponiendo todos los violines rotos del mundo. Multiplicando arcoiris con su llanto. Cosechando estrellas para lanzarlas al interior de todas las máquinas detenidas. Limpiando las gotas de asfalto de los ojos del hombre. Hilando nuevas telas con las viejas estopas. Bordando en su corazón la estrella roja. Fecundando en la matriz de la tierra hombres fuertes y vigorosos. Borrando la verruga violácea que los mercaderes del mundo ciñeron a la poesía. Debe estar en todo lo alto de la meseta castellana, en pleno sol de mediodía, fulgurando sobre el halo de Mambrino. Encendiendo fogatas. Fundiendo con Prometeo todas las cadenas de la historia. Inventando dulcineas, escribiendo con el filo de su espada hecha de llanto la palabra justicia para que nadie la borre jamás.
El cuida desde allí, desde la cima de la colina, desde el fondo del pozo, desde el cauce de los ríos, desde el lecho del mar, desde el interior de las minas más profundas, desde el resplandor de las estrellas. El vigila, hecho fósforo y barro, pólvora y barreno, que no se equivoque el rumbo, que no se retrase la fiesta del hombre, que no se duerma nadie, que es tiempo de salir a recorrer la tierra con el halo luminoso de la justicia y el cascabel de la alegría. Una romanza va resonando en su violín. Madera de Castilla y cuerdas diamantinas registran una melodía dulce como ninguna. En ella va cabalgando la canción de León Felipe. Somos los ejecutores. Somos los miembros de la orquesta del mundo. Somos los intérpretes. Levantémonos a tocar, para que empiece a resonar por doquier la música del hombre.
¿QUIÉN QUIERE APAGAR MI CANTO DE MUSICA Y DE PIEDRA?
El presente trabajo es una apretada síntesis de una tesis central: León Felipe es un Poeta Mayor. Calificativo que poco le hubiese gustado a la humildad de su corazón y que él afirmaba de otra manera: Poeta Prometeico. Es decir, el poeta que contiene en sus mecanismos metafóricos y revolucionarios las claves para aprehender la poesía del mundo, la historia del mundo. Sus postulados, su programa, su estética no abordan las instancias formales del poema, su engranaje, su estructura, su ritmo. Emerge para instalarse en el centro del destino del hombre y se hace instrumento para labrarlo. Profeta y visionario. De allí que no se pueda crear ‘escuela literaria’. Para ser su seguidor hay que constituirse primero en combatiente de las sombras, en encendedor de fogatas, en defensor de la justicia. Y entonces la vida toda adviene un Poema Mayor. Esa es la gran dificultad.
Darle audiencia significa izar la bandera de la causa del hombre. Implica ir a denunciar a los antiguos y modernos mercaderes. Armarse de una lanza rota o de una espada de llanto, de pólvora y barreno, hasta hacer estallar la roca donde está encadenado Prometeo. Significa enfrentar el perro negro de la injusticia e inventar la luz. Su palabra no ha hecho más que recoger esa vieja aspiración del hombre contenida en muchos Poetas Mayores que avivaron el fuego prometeico para que alcanzara las generaciones venideras. Le sumó el espíritu de su tiempo y de su tierra. Y multiplicó el grito buscando la canción. Quien se acerque a su fuego quedará tocado por él y para seguir adelante deberá decidir su propio dilema. Tendrá que elegir entre la sombra y la luz.
¿Será por ello que el poeta exclamó: “Quién, / quién quiere apagar mi canto, / mi canto de música y de piedra -alarido y guijarro”.29 Sabía también que como la voz de los antiguos profetas su canto de música y de piedra sería apagado. Porque ¿qué ocurriría si comenzara a resonar en el corazón de los hombres, de los pueblos? ¿Qué ocurriría si en la asamblea de los mercaderes le dieran la palabra al poeta prometeico? Lo que habrá de ocurrir. Lo que está anunciado con temblor y con latido en el roto y viejo violín de León Felipe. Lo que está anunciado desde hace mucho y que el hombre aguarda horadando en el muro, juntando su grito a los gritos anónimos e innumerables de quienes trabajan en la sombra paciente y persistentemente aguardando su tiempo de habitar en la luz.
LAS CANCIONES MAS VIGOROSAS ESTAN AÚN POR CANTARSE
Mañana, las futuras generaciones observarán con asombro que los hombres de hoy no hayamos reconocido la estirpe de profeta, el Poeta Mayor que hay en León Felipe. Mañana, cuando su polvo haya regresado a la matriz castellana que lo vio emerger, cuando venga de vuelta en el corcel del viento, sus libros serán traducidos a todas las lenguas y en todos los sitios se acudirá a ellos como hoy a los cantos homéricos o bíblicos. Hoy, cuando apenas se vislumbran anuncio de lo que habrá de venir, permítaseme concluir, junto con Whitman “con dos advertencias al genio imaginativo de Occidente cuando se levante dignamente. Primera, lo que Herder enseñó al joven Goethe, a saber, que la poesía realmente grande es siempre (como los cantos homéricos o bíblicos) el resultado del espíritu nacional, y no el privilegio de una minoría refinada y selecta; segunda, que las canciones más vigorosas están aún por cantarse.”30 He aquí el reto mayor, el infinito compromiso.
Publicado en Leon Felipe: poeta de pólvora y barreno. Caracas, CPT/CEHA/UCV, 1988, pp. 123-147.
Notas:
[1] LF, Español del éxodo y el llanto. Madrid, Visor, 1981, p. 17.
[2] Los datos biográficos que aquí se señalan fueron recogidos en el prólogo de Guillermo de Torre a la edición de Obras Completas de León Felipe. México, Losada, 1957. Pocos datos se conocen sobre su vida y es un trabajo que está aún por realizarse. Puede verse además el poema “Escuela” en ¡Oh este viejo y roto violín!. Madrid, Visor, 1981, pp. 150-156.
[3] LF, Versos y oraciones de caminante. Madrid, Visor, 1981, p. 19.
[4] Guillermo de Torre, op.cit., p. 14.
[5] LF, Versos y oraciones de caminante, p. 93.
[6] LF, Obras completas, “Drop a star”, pp. 97-111
[7] Ibídem, “Goodbye Panamá”, pp. 945-953.
[8] Idem.
[9] Ibídem, “La insignia”, pp. 927-944
[10] Idem.
[11] El payaso de las bofetadas y el pescador de caña. Madrid, Visor, 1981, pp. 36-37.
[12] Español del éxodo y el llanto. Madrid, Visor, 1981, pp. 63-64
[13] Ibídem, p. 12 y p. 49.
[14] Ganarás la luz. Madrid, Visor, 1981, p. 52.
[15] Ibídem, p. 39.
[16] Ibídem, p. 165.
[17] Ibídem, p. 158.
[18] Ibídem, p. 82.
[19] Ibídem, pp. 169-172
[20] Ibídem, p. 82
[21] Ibídem, p. 73
[22] El ciervo y otros poemas. Madrid, Visor, 1982, p. 7.
[23] Ibídem, pp. 50-51
[24] Versos del merólico o del sacamuelas. Madrid, Visor, 1982, p. 11.
[25] ¡Oh, este viejo y roto violín! Madrid, Visor, p. 41.
[26] Ibídem, p. 82.
[27] Ibídem, p. 156.
[28] Rocinante. Madrid, Visor, p. 22.
[29] Ganarás la luz, p. 38.
[30] Walt Whitman, "Mirada retrospectiva a los caminos recorridos", Hojas de hierba. Quito, Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1956, p. 85.
Lo copie tal cual pro que me parece muy interesante.
© Mery Sananes 1988, 2004
Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid
A los 128 diriamos en este momento
Este 11 de abril del 2004 se cumplen 120 años del nacimiento del Poeta Mayor León Felipe. Hace veinte años escribimos este trabajo y dos décadas después su reclamo sigue en pie. León Felipe aún no recibe el reconocimiento que la dimensión, contenido y proyección de su obra exigen. No hablamos de consideraciones formales, sino de la comprensión de los grandes temas que allí se plantean y que hoy deben ser objeto de debate y discusión. Toda su obra es la puesta en práctica de una poética, que poco tiene que ver con los límites de la estética. El centro de su creación es el hombre. La causa de sus versos: la visión de la injusticia y la búsqueda de la luz. Su propuesta: una palabra-combustible, una acción-vital, dirigida a construir sobre la tierra un mundo de hermanos.
Su contexto: el denso humo de las guerras fratricidas que cubren el planeta desde tiempos inmemoriales y que aún no cesa. Su búsqueda: alcanzar el rayo de luz a través de una gota de llanto. Poeta Mayor porque da a la palabra la fuerza de una honda disparada al corazón del hombre, para ver crecer en su interior la canción que aún no resuena.
Ciento veinte años después, (ahora algunos más)
en el planeta sólo se han multiplicado las guerras, las miserias y las palabras inútiles que las justifican, avalan y utilizan para sembrar la tierra de sepulturas que no de bosques de centeno. Su verso, el fuego de su palabra, su grito destemplado, su roto y viejo violín, resuenan como nunca en el fondo del pozo, denunciando a los mercaderes, convocando a los fabricadores de luz. Su obra es un expediente a la historia y un recorrido por el llanto, que quiere volver, hecho luz en el corcel del viento. Sus instrumentos: un bajel de velas blancas. En sus ojos, una gota de asfalto, en su garganta un grito de estopa, en su corazón, un tránsito y una esperanza. ¿No será tiempo ya de hacer crecer la espiga que nos dejó? ¿De recomponer la canción del hombre? ¿De devolverlo a sus altas mesetas? ¿De volvernos corredores de una carrera infinita de relevos hasta que arribemos al fin al tiempo del hombre, en una tierra habitada de luz?
La vida de los pueblos,
aun en los menesteres más humildes,
funciona porque hay unos hombres
allá en la colina
que observan los signos estelares;
sostienen vivo el fuego prometeico
y cantan unas canciones
que hacen crecer las espigas.1
I
Hoy, a los cien años de su nacimiento, León Felipe es un poeta desconocido. Con una vida que se desbordó por todo el siglo XX, contemporáneo de todos los grandes hitos poéticos que marcaron escuela y descendencia, testigo presencial de los grandes acontecimientos históricos que han conmovido el mundo de hoy, León Felipe es un poeta solitario. Su obra, vasta y prolífica, apenas comienza ahora a ser rescatada editorialmente. Evocado más por sus amigos que por los críticos, conmemorado más por la tierra que lo acogió en su largo destierro, que por su propia madre tierra, León Felipe es un poeta clandestino. Casi un poeta de segunda. Un poeta sin discípulos. Un poeta prometeico sin audiencia.
JUGLAR DE PUEBLO EN PUEBLO
Desde niño comenzó su juglaría por entre los pueblos españoles. Vestido de cómico o trajeado de farmaceuta, anduvo legua a legua su tierra. Asistió al advenimiento de la república y a su estrepitosa caída y estuvo allí, en primera fila, armado de su palabra combatiente y solidaria. Y una vez que fue aventado de su tierra llevó su oficio de juglar a otros pueblos del mundo. Recorrió toda América en su peregrinaje solitario de maestro que lleva como misión dibujar la palabra justicia en el corazón de los hombres. Hasta que detuvo su andar en la tierra mexicana que le dio asilo y asiento para que siguiera desgranando las espigas de sus versos que aún aguardan el horno que los vuelva pan dorado y caliente para todos.
CAMINÓ JUNTO A SU PALABRA COMO PIEDRA EN EL RÍO
De modo que no es poeta desconocido, solitario y clandestino porque no haya dejado plasmada sus señales por doquier. Al contrario. Caminó junto a su palabra como piedra que rueda por el cauce del río. Orando, blasfemando, tocando su roto y viejo violín. Estampando la palabra justicia, gritando contra los mercaderes, rescatando el salmo, la canción y la luz. ¿Qué se ha hecho el fuego que esparció, el llanto que derramó, la ira que desató? ¿Qué han hecho con ella los mercaderes de hoy, los sepultureros, los curas y barberos de este tiempo?
DESTERRADO AYER, AÚN NO REGRESA A SU TIERRA DE ESPAÑA
Hay que buscar la razón en alguna parte. Desterrado de su España aún hoy no ha vuelto a ella, a pesar de su estirpe quijotesca. Desterrado de las antologías de los poetas mayores nunca ingresó a ellas, a pesar de su ascendencia bíblica y profética. Desterrado del sitial en que están los grandes nombres de este siglo fue borrado el suyo, a pesar de su estirpe universal y trascendente.
¿POR QUÉ SE DICE EN VOZ BAJA SUS VERSOS?
¿Por qué se calla su nombre? ¿Por qué se dice en voz baja sus versos? ¿Por qué no se le ha dado el vuelo de sus compañeros de ruta, Miguel Hernández, Federico García Lorca, Antonio Machado? ¿Por qué los historiadores de la España contemporánea no citan a León Felipe? ¿Por qué los filósofos, los pensadores no van a su fuente a desentrañar la raíz española, su proyección universal, su misión redentora?
POETA DESCONOCIDO SOLITARIO Y CLANDESTINO
Walt Whitman, en su tiempo, había dicho que pasarían más de cien años para que su obra se comprendiese. Han pasado más de cien para el dulce Walt y también él sigue siendo un poeta desconocido, un poeta solitario y un poeta clandestino. Como León Felipe. Se tocan ambos de la mano. Cada uno en su territorio, la fuerza prometeica, la visión profética, la síntesis del pasado y la señal del porvenir.
LOS MUERTOS SE VAN A CRECER CON LA TIERRA
¿Es que acaso el infierno de Rimbaud no toca el infierno de León Felipe? ¿Acaso las hojas de hierba de Walt no se esparcen igual que las gotas de llanto del poeta caminante? ¿No es la misma guitarra quebrada a destiempo de Federico, la que vibra en el grito destemplado de León Felipe? ¿No es la pasión hortelana de Miguel Hernández, su olor a albahaca y a pena el mismo romero, la misma oración del poeta? ¿No es esa esencia castellana de Machado la que se despliega entre el poeta y el arcipreste, entre el poeta y rocinante, entre Sancho y El Quijote? ¿No está acaso la misma pasión españolísima de Unamuno, de Ortega? ¿No se bajó acaso del mismo rocín trescientos años más tarde para gritar la palabra justicia? ¿No es el relincho del Guernica de Picasso el mismo rucio rocín de León Felipe? ¿Y el llanto de Van Gogh, sus campos de trigo, sus noches estrelladas no son las raíces florecidas de los muertos que se van a crecer con la tierra, la quimera de sus sueños?
CUBRIO LA PALABRA HAPPINESS CON SU LLANTO
¿No son acaso sus sombras los mismos negros de Goya? ¿Y sus oraciones la misma estatura de El Greco? ¿Acaso León Felipe no es la prolongación, la continuación, la corrección de Velásquez? ¿No lo fue acaso de Walt Whitman? ¿No cubrió su palabra happiness con su llanto para preservarla de la herrumbre? Las palabras del Eclesiastés que resuenan en la Tierra Baldía de Eliot ¿no es el tiempo que se hizo palabra en León Felipe? ¿No está presente en él la misma devastadora y aluvional celebración del hombre que hay en Neruda? ¿Y quién dirá que en su vieja flauta, su roto violín no resuena la quena de Vallejo, aquel sentimiento de amor de que hablara el Che? ¿Y quién dirá que en la estrella roja que dibujó en la frente de los hombres combatientes no había una para Martí, una para Sandino, una para Federico, una para Miguel?
HABLA UN LENGUAJE PARA EL CUAL EL HOMBRE NO HA MADURADO AÚN
León Felipe es un poeta desconocido, solitario y clandestino. Y lo es porque le ocurre a él lo que a Whitman: son ambos gigantes de la vida y la poesía. Y ambos hablan un lenguaje para el cual el hombre no ha madurado aún. Su estatura está más allá de lo permitido. Y cuando adviene al mundo un profeta, un visionario, los hombres de su tiempo sólo saben reírse de él. Los convierten en bufones, en payasos o los crucifican, los destierran, los sepultan. Pero a esos hombres de estirpe revolucionaria les ocurre que no hay pista que los contenga, no hay sepultura donde quepan. Siguen creciendo y extendiéndose como raíces de centeno, hasta abrir la tierra de nuevo. Regresan siempre convertidos en frutos maduros. ¿Cien años, doscientos años? Cien mil años dijo el poeta, y es la misma voz antigua con nuevos corajes. Sus señales de luz van dejando las indicaciones precisas para ese gigantesco combate incendiario contra las tinieblas. Allí se encontrarán ellos con las huestes victoriosas. Cuando el llanto se haga luz, y cuando la lágrima no borre la palabra happiness de Walt.
MIENTRAS EXISTA LA INJUSTICIA TODA LA POESIA TENDRA UNA VERRUGA EN LA FRENTE
Supongo que mientras tanto, seguirán siendo desconocidos, solitarios y clandestinos. Y lo serán porque darles su sitio exacto, su nivel preciso, su palabra en tono mayor significa aceptar el reto que han impuesto al hombre y a su acción. Quien camina una sola legua sin amor, camina hacia su propio funeral, advirtió Whitman. Y León Felipe añadió: mientras exista, tumbado sobre la luz, el perro negro de la injusticia, toda la poesía del mundo tendrá una verruga violácea en la frente. Postulados ambos que se salen de una estética poética, de una teoría literaria, para forjarse postulados de la vida del hombre para conquistar la luz, la justicia y el amor.
NO HAY BANDOS SINO UNA SOLA CAUSA LA DEL HOMBRE
¿No era acaso el mismo planteamiento del Quijote? ¿El mismo requerimiento de Jesús, el hijo del carpintero? ¿La misma querella planteada desde la génesis de los tiempos y que adquiere matices fulgurantes en cada sitio de la tierra donde se ha librado el viejo combate? Tal vez la diferencia esté en que Jesús habló en parábolas (a pesar de ello lo crucificaron). Cervantes para hacer lo mismo inventó al Quijote y cuando los gendarmes de su tiempo amenazaron con crucificarlo, dijo que estaba loco y que no sabía lo que hacía. Se rieron de él entonces y lo dejaron estar a lo largo de la historia para hacer reír a los niños. León Felipe llamó las cosas por su nombre. Dijo quienes eran los rebaños y quienes se disfrazaban de lobos. Dijo quienes mantenían el fuego encendido y quienes se habían robado el salmo. Dijo que la poesía era una canción paralítica y que había que organizar el fuego. Dijo que no había bandos y que había una sola causa: la del hombre, y por ahora la causa de la miseria del hombre. Y bajó a los infiernos portando una estrella roja reluciente en la frente para ir a rescatar la luz.
UN POETA CON UN VIOLIN ROTO Y UN GRITO DE ESTOPA EN LA GARGANTA
Algunos ciertamente se han reído de él. Otros han dicho: es un viejo y pobre poeta con un roto violín. Dejémosle hacer. Otros simplemente lo han ignorado, lo han silenciado, lo han acallado. Allá en Chapultepec el afecto de sus amigos le construyó una piedra a través de la cual se queda mirando el horizonte. No era la piedra que él quería. Piedra de honda que al ser lanzada rompe los cristales, horada los muros, ahuyenta a los lobos. De él dirán: es un viejo poeta que vivió mucho tiempo entre nosotros, con un violín roto y un grito de estopa en la garganta.
TODO MENOS UN POETA MAYOR
Esta manera sencilla, directa y sin ornamentos de decir las cosas ha facilitado el silencio, la soledad y la clandestinidad. Para muchos su poesía está a mitad de camino entre el planfleto y el verso. Poesía menor. Refiriéndose a Ganarás la luz dijo Octavio Paz: es un gran libro pero no es un libro de poemas. Y aún hoy cuesta elevarlo a Poeta Mayor. Poeta hierático cuando blasfema. Poeta místico cuando dialoga con Dios. Poeta panfletario cuando lanza sus alocuciones, sus versos como proclamas para que sean repartidas por el viento. Todo menos Poeta Mayor. Ese puesto está reservado para quienes guardan debida compostura, para quienes sin guardarla son tan complicados y oscuros que pocos se dan cuenta de ello, o para quienes trasgreden de tal modo los límites que son sencillamente tildados de locos. Sus blasfemias entonces, por más violentas que sean, no trastocan ningún orden permitido.
HABIA QUE DEJARLO SOLO
Podría Rimbaud entonces anunciar aquella ciudad en la que entraríamos. Venía del infierno. León Felipe también. Pero a Rimbaud podría explicársele de muchas maneras y cada quien podía dibujar donde quisiera esa ciudad. En León Felipe no hay escapatoria posible. ¿Se podía acaso acusar de suicida o de loco a aquel viejo maestro que paciente y persistentemente vertía su verso como una gota de llanto que horada los muros más espesos? Había que dejarlo solo. Había que ofrendarle el silencio después de su gesto. No hacerle mucho caso. Había que dejarlo en el centro del escenario, sin ovaciones ni aplausos, tal vez despidiéndolo con algún gesto misericordioso.
QUIEN SE DETENGA A ESCUCHARLO DESCUBRIRA QUE SU VOZ ES UN MILAGRO
Otros han dicho que es un pobre español que tiene la manía de gritar muy alto. Pero ya lo decía el poeta: no habla alto el español, habla desde el nivel exacto del hombre. Pero ha sido suyo el grito de ¡Justicia! Y ha sido suya la guitarra rota, el viejo violín y la dulce flauta del pastor. Otros han dicho: no hace sino repetirse a sí mismo. Volver una y otra vez sobre sus mismos sueños, sus mismas blasfemias. Quienes así lo han escuchado, lo han hecho desde el fondo de un pozo. Su voz es muy antigua y está forjada del mismo barro que moldeó el primer hombre. Quien se detenga a escucharlo al nivel exacto del hombre guardará silencio reverente porque descubrirá que esa voz es un milagro. Y que tiene el tono profético de quien viene a anunciar cuanto heroísmo hace falta para llegar a las bienaventuranzas. Y se hará heroico a la vez, para poder juntarse al coro de quienes gritan ¡Justicia!
LEON FELIPE AUN AGUARDA SU AUDIENCIA
León Felipe aguarda aún su audiencia. Una audiencia vasta y numerosa como la de Walt. Y mañana, cuando el viento complete su ciclo, León Felipe navegará en todas las lenguas y hará puerto en todos los sitios. Ninguno le será extraño ni ajeno. Ni nadie se sentará junto a él como un desconocido. Los nuevos juglares tendrán que aprender de él. Y él se dará a todos por igual. No habrá carcajadas entonces. Habrá un solo de violín rasgando alegrías en el aire.
A CIEN AÑOS DE SU NACIMIENTO (YA CIENTO VEINTE) SE LE DEBE SU PUESTO DE POETA MAYOR
A León Felipe se le debe su puesto de Poeta Mayor. Y hoy, a cien años de su nacimiento, a 16 de su última partida, es tiempo de abrirle el cauce debido. Tal vez porque hacerlo nos conduzca a nosotros a una morada más alta, a una tarea más digna, un oficio más creador. Y porque hacerlo ha de colocar al poeta en la cima de la colina desde donde sus canciones hacen crecer las espigas. ¿Será la misma colina donde Jesús leyó su sermón de la montaña? ¿Será aquel monte desde donde bajó Moisés aquellas tablitas de piedra labrada? ¿Serán las montañas desde donde el Che dejó escrita su hazaña heroica? ¿Será la Sierra Morena donde el Quijote habló a los cabreros?
TIEMPO DE DEVOLVERLO, CIUDADANO DEL MUNDO, A SU TIERRA ESPAÑOLA
Es tiempo de darle a León Felipe su puesto de Poeta Mayor. Y es tiempo de devolverlo a la tierra madre de la cual partió, a la que siempre quiso regresar. No para hacerlo de nuevo ciudadano español sino porque ganó su puesto de ciudadano del mundo. Y porque la tierra de España, la tierra del mundo le hace falta regarla con su sangre, con sus huesos, con su polvo para que crezca y se extienda por doquier su sueño de justicia, de alegría y de amor.
QUIEN SE ASOME A SU LLANTO Y A SU LUZ HARA SUYA SU CANCION
Quien aborde ese recorrido del poeta, desprovisto de ropajes extraños y vestiduras ajenas, quien se asome a sus andanzas, a orilla de sus oraciones y blasfemias, a su calidad de concertista virtuoso, a su llanto y a su luz, a su hazaña prometeica, con la decisión de acompañarlo en su viaje, haciendo suya su canción, habrá de ir ascendiendo con él a ese sitio de Poeta Mayor. Tal vez entonces nos haremos con él ciudadanos mayores. Y tal vez podamos entonces dejar nuevas indicaciones que se junten a las suyas, a las de Walt, a las de todos los que vienen detrás y a los que vengan después, para construir ese Mundo Mayor de nuestros sueños. A ese recorrido llamo e invito.
II
EL POETA DE UNA PIEDRA AVENTURERA
Advino al mundo en el mediodía castellano. En Tabarra, Zamora, un 11 de abril de 1884. Y allí comenzó un peregrinaje que aun no ha concluido. Como el tercer hijo de la parábola, el que ha de venir por el naciente cabalgando en el corcel de viento. Abriendo boquetes en las rocas para fecundar la tierra con el fuego recobrado.
Pueblos y ciudades de la meseta castellana le vieron ir y venir en sus días de infancia y juventud. A los dos años salió de su pueblo natal y hasta los nueve estuvo en el pueblo de Sequeros, Salamanca. En 1893 se traslada junto a su familia a Santander. Allí concluye sus estudios de bachiller. Ya había realizado sus primeras incursiones en el teatro que le iban abriendo cauce hacia horizontes distintos. Horizontes que se le hacía cada vez más necesario multiplicar.
Y así un buen día León Felipe Camino Galicia se fue a Madrid a hacerse farmaceuta. Allí concluyó sus estudios combinando el análisis de las pócimas con el descubrimiento de Goya y Murillo, con el encuentro del teatro, con Velásquez, con Shakespeare. La muerte del padre, sin embargo, lo obliga a regresar a Castilla a encargarse de su familia y a ejercer su profesión. Pero todo esto no es más que una especie de preparación para lo que habría de venir.
León Felipe comparte su trabajo de regente de farmacias en Santander, Balmaceda, Avila y Guadalajara con sus actividades artísticas. En los inviernos se instala en Madrid. Tal León Felipe intuía ya su designio de alquimista y entre menjurjes y tarros se anduvo entre los mismos pueblos sembrando romeros y bienaventuranzas. Recogiendo cantos y risas. Trabaja con la Compañía de Teatro de Tallaví y luego en una Compañía de cómicos dirigida por Juan Espantaleón. Y en ese carro itinerario, el más humilde de la farándula española, recorrió su tierra. Anduvo descalzo muchas veces también, bajo la lluvia y sin albergue, solitario. Y vivió tres años en la cárcel, no como prisionero político, sino como delincuente vulgar, comiendo el rancho de castigo con ladrones y grandes asesinos.2
VERSOS Y ORACIONES DE CAMINANTE
En ese período juglaresco y andariego se gesta su primer libro: Versos y oraciones de caminante (1920). Y en ellos se asienta la primera piedra de su estética. Que no es piedra de audiencia, ni de iglesia, ni de palacio, sino piedra pequeña, piedra ligera, piedra aventurera. Sin rima ni cairel, ni metro ni cadencia. Un diminuto guijarro que sin embargo hará saltar la chispa que encenderá el fuego que dará luz a todos los hombres. La misma piedra que León Felipe dirá más tarde le alcanzó la frente, lanzada por miembros de ambos bandos del ejército de los poetas; los domésticos, apegados a los viejos preceptos, y los nuevos, los ultraístas que en busca de una palabra distinta terminaron rindiéndole culto al simple rompimiento formal. Aquellos versos y oraciones de caminante. que Enrique Diez-Canedo dio a conocer por primera vez a través de la revista “España”, no eran más que diminutos guijarros lanzados como dardos certeros al corazón del pueblo, de todos los pueblos, al corazón del universo3. Un voto de humildad en una época de disipación, una poesía en voz baja, en tono menor, articulada en versos quebrados4, como para parecerse más a la roca que se desgrana en laja y arena. Este era su equipaje, tan semejante a una visera de papel y una lanza rota.
EL POETA SABE QUE TRABAJA EN LA SOMBRA COMO TODOS
No se detuvo el paso andariego ni el espíritu aventurero. Se fue rumbo a Africa, viajando en la bodega de los barcos, oyendo contar sus aventuras a los marineros y su historia de hambre a los miserables emigrantes. Reside dos años en Fernando Poo como administrador de hospitales del Golfo de Guinea. Y duerme muchas noches en la desembocadura del Muni, acordando el latido de su sangre al golpe seco, monótono y tenso del tambor africano de tribus indomables. Regresa a Madrid para unas vacaciones pero la intención de conocer a América lo desvía de su ruta inicial. En Cádiz se embarca en el ‘Cristóbal Colón’ hasta Veracruz. En su bolsillo lleva sólo una carta de presentación de Alfonso Reyes. En México echa anclas durante dos años. Y un día conoce a Berta Gamboa a quien hace su compañera. Ambos parten hacia Estados Unidos donde ella es profesora universitaria. Desde 1925 al 29 León Felipe desempeña el cargo de Profesor de Lengua y Literatura Española en la Universidad de Cornell. Hace traducciones. Conoce a Walt Whitman. Un encuentro que habría de ser definitivo. Como si la dimensión de la luz dibujara el contorno exacto de las sombras. Y la sonoridad del corazón, cuando se esparce alborozado, anunciara el oleaje del llanto a orillas de la vida. Las señales quedaban trazadas.
León Felipe escribe su segundo libro de Versos y oraciones de caminante, editado en 1929 por el Instituto de las Españas en Nueva York. La piedra pequeña y el guijarro de los ríos cristalinos va conociendo el polvo y el barro. La arcilla se ha aglutinado en ladrillos que han servido para construir fortalezas que no permiten al hombre contar las estrellas. Y el poeta intuye su empresa: “Viniste a glorificar las lágrimas… / no a enjugarlas. / Viniste a abrir las heridas… / no a cerrarlas. / Viniste a encender las hogueras… / no a apagarlas. / Viniste a decir: ¡Que corran el llanto, la sangre y el fuego… / como el agua!”5. La suerte está echada. El poeta ha advertido que trabaja hoy en la sombra como todos.
ESTA HORA DEL MUNDO ESTA AHUMADA Y ROTA COMO UN FILM QUEMADO
Al sol del mediodía castellano se junta la noche del hombre que no tiene estrellas. Y en su traje de farmaceuta no hay pócima ni brebaje que disipe las tinieblas y avive claridades. Hay gigantes agitando molinos. Y el poeta de nuevo toma la pluma para anunciar la presencia del perro negro de la injusticia humana. Escribe Drop a star (1930). El mundo es como una máquina a la que se le ha acabado la cuerda. Para ponerla a funcionar el hombre deberá depositar en ella una estrella. Una estrella nueva de paladio, fósforo e imán. Y la voz del poeta se hace ronca de tanto advertir. No soy nadie: un hombre con un grito de estopa en la garganta y una gota de asfalto en la retina. El ojo del hombre no está hecho aún para ver sino para llorar. Su voz no está hecha aún para el canto, sino para el grito. Y el poeta sabe que hay una sola empresa por delante: vencer ese perro negro de la injusticia. Porque mientras él esté allí, tumbado en la luz, todos los poemas del mundo tendrán una verruga violácea en la frente6. Esa es la función de la poesía hoy, y esa es la función del poeta. Esa es su estética y su programa. El mismo del caballero manchego.
Y MI OFICIO ES ESTE: ESCUCHAR LATIDOS DE HOMBRES, DE PUEBLOS Y DE ESTRELLAS
Proclamada la república, León Felipe regresa a España por unos meses. En 1933 se reintegra a sus cursos universitarios en Estados Unidos. Vuelve a su tierra en 1934. Y de allí parte a Panamá como Agregado Cultural de su país a dictar clases de literatura y civilización españolas. Sólo estuvo allí cinco meses. La guerra civil desatada lo reclama. Va empuñar la poesía junto a sus compañeros de armas para defender la causa de la justicia del hombre. Desde Panamá, el 1 de septiembre de 1936, escribe sus palabras de despedida “Goodbye Panamá”. Unas palabras que no le fue permitido leer ni publicar. Y que son, como cada uno de sus escritos, una síntesis y una prolongación de su estética y su pensamiento: “Mi oficio es éste: escuchar latidos y temblores de hombres, de pueblos y de estrellas”. “O el mundo se organiza sobre unas bases de justicia y de dignidad humana o el mundo no se organiza de ninguna manera. Este es un dilema que está en la conciencia del hombre y un problema que la voluntad y la libertad del hombre tienen que decidir”7. Su regreso a España era su decisión.
LA SANGRE DEL HOMBRE ESTA HECHA PARA MOVER EL CORAZON DEL MUNDO
Lo que habría de ocurrir no podía ser más duro para el poeta, como lo fue para la naciente república, como lo fue para la esperanza del hombre. Ya el poeta había lanzado las preguntas: ¿La justicia es una quimera y la dignidad del hombre un sueño? ¿Dios puso en nosotros estos anhelos de orden y superación para reírse de nuestra agonía y de nuestra impotencia? La sociedad, el mundo ¿no pueden ser más que un laberinto de errores, un cuento sin sentido dicho por un loco furioso? ¿No hay una manera, una prueba, un sacrificio doloroso, angustioso, purificador que organice luminosamente nuestra vida, que levante al hombre a un plano superior de justicia y dignidad? ¿No hay ningún remedio, no hay ninguna solución? ¿Lo hemos ensayado todo?”. Y él mismo da a la respuesta: “No lo hemos ensayado todo. Hay unos hombres que dicen que no lo hemos ensayado todo, que aun hay esperanzas y que aún se puede luchar por un mundo mejor. Pues bien señores, estos hombres, aunque sean ilusos, valen más que los otros. Y yo me voy con ellos a dar mi vida.”8
La derrota fue aplastante. El poeta ha presenciado el horror en toda su magnitud. Y su respuesta está recogida en su alocución poemática “La insignia” de 1937. Pocos testimonios tienen la fuerza desgarradora de este poema. De este Poema Mayor. León Felipe sabe que en ese escenario en el que todos han hablado, el poeta no ha hablado todavía. Y entonces hace suya la voz de España, la más antigua de la tierra, que se articula en su garganta como pudo articularse en otra cualquiera, para llamar al hombre, para decirle: basta de insignias ¡hay que encender una estrella! Una sola sí. Una bandera, una sola, sí. (¿No es acaso la misma estrella de fósforo que debía echar andar la máquina del mundo?). Una sola estrella roja, sí, pero de sangre y en la frente. Id a que os pongan en la frente el sello de la justicia.9
La estrella tiene ahora un precio. No basta que sea de paladio, fósforo e imán. Deberá forjarse con la sangre del hombre, con el sacrificio del hombre. Deberá elevarse de lo doméstico a lo épico para llenar las venas de la tierra con su sangre y mover el corazón del mundo. La derrota le ha señalado la vía, no le ha quitado la esperanza. Pero sabe ahora, con certeza, que la justicia se defiende con una lanza rota y una visera de papel. Y sabe que mientras los hombres no lo aprendan el mundo no se salva.10
EL POETA PROMETEICO PIDE LA PALABRA
Y para estampar la justicia como una señal en la frente del hombre, para enseñar a los hombres a ahuyentar el perro negro de la injusticia, para dibujar con sangre la estrella roja, de nuevo, sin rocín ni escudero, León Felipe sale en marzo de 1938 de su casa, de su tierra, de su patria, rumbo a México, sin que haya podido volver aun. Como Quijote se fue a deambular entre las ciudades y los pueblos del mundo llevando una sola insignia, una sola causa, derramando un solo llanto. ¿Cuántos molinos no aguardarían su paso de brisa? ¿Cuántos venteros no soltarían su risa? ¿Cuántos gigantes no se habrían de abalanzar sobre su gesto trágico y combatiente, su voz ronca y rota, su bacía con sueños de yelmo, de halo, de estrella?
En ese mismo año publica El payaso de las bofetadas y el pescador de caña. El tema de la justicia vuelve una y otra vez. Es la tragedia española, la tragedia del hombre simbolizada en la figura central del Quijote (él mismo) convertido en el ‘gran payaso ibérico de las bofetadas’, que vino a hacer reír a todos. Pero ni aun la carcajada estrepitosa que ha venido rodando de siglo en siglo es capaz de vencer la esperanza. ¿Vencieron acaso al Quijote? “Yo no sé si es esta la hora de que hablen los dioses… pero el momento actual de la Historia es tan dramático, el sarcasmo tan grande, la broma tan sangrienta… y el hombre tan vil… que el poeta prometeico… el payaso de las bofetadas… se yergue… rompe sus andrajos grotescos de farándula, se escapa de la pista, se mete por la puerta falsa de la gran asamblea donde los raposos y los mercaderes del mundo dirigen los destinos del hombre… y pide la palabra.”11
Y desde entonces no otra cosa ha sostenido León Felipe, con su voz ronca y rota, sino la palabra pedida. La palabra justicia en medio de sus desgarrados andrajos. Aquella piedra pequeña, aquel guijarro sencillo vuelto palabra, vuelta grito para pedir un lugar para el hombre, una casa, una estrella roja. Es el payaso, el loco de la pista, el poeta trágico que sólo sabe hacer reír, levantando su signo prometeico para pedir la palabra, la palabra y el fuego, la palabra, el fuego y la estrella. ¿No han sido estos siempre los signos de la Poesía Mayor?
ESTOY AQUÍ PARA SUBRAYAR CON MI SANGRE LA TRAGEDIA DEL MUNDO
Un año después León Felipe publica Español del éxodo y el llanto. El grito se hace alarido. La poesía toma la forma del torbellino y el aluvión. Se hace estallido e insurgencia, pena honda como pozo profundo, rota vasija de barro que ha dejado salir el agua cristalina que habría de quebrarse en espectro de luz y color. La poesía se vuelve sobre sí misma para preguntar por su oficio, su sentido en medio de las tinieblas. El gesto se hace palabra encendida que hace cauce al llanto que está en los versículos de los profetas y en el corazón engañado y afligido del hombre: todo el llanto para alcanzar un día la luz. Y toda la sangre. Pero yo no he venido / a pedir un asiento en la gloria / ni a poner de rodillas el miedo. / Estoy aquí otra vez / para subrayar con mi sangre / la tragedia del mundo / el dolor de la tierra.”12
Y el poeta se pregunta una y otra vez por su destino: “¿Dónde coloco yo mis sueños y mi llanto para que aparezcan con sentido, sean los signos de un lenguaje y formen un poema inteligible y armonioso? La respuesta es el llanto. El poeta sabe que nuestras lágrimas son monedas cotizables. Y armado con ellas prosigue su viejo combate.13
HOY LA LAGRIMA ES MI ESPADA
La primera respuesta a esa pregunta formulada al viento fue Ganarás la luz, escrito en 1940 y publicado en 1943. Libro síntesis, viene a decir con mayor claridad aún qué es y qué ha sido el poeta, ese hacedor de fogatas que ha recorrido la historia del mundo intentando disipar las tinieblas. El poeta se levanta entonces como el hombre que ha aprendido a llorar, para hacer de su llanto un arma, su talismán y su pasaporte hacia la luz: “La vida es una lucha entre las sombras y mi llanto. / Vendrán hombres sin lágrimas... / pero hoy la lágrima es mi espada.”14 Lo había dicho ya en 1929. Lo repite ahora: “La poesía está escondida en la sombra”. Pero “la poesía es el derecho del hombre / a empujar una puerta / a encender una antorcha / a derribar un muro, / a despertar al capataz / con un trueno o con una blasfemia.”15
Quedan de nuevo establecidos los términos y la trayectoria también. Del grito al canto, del llanto a la luz. Es el itinerario heroico del hombre, del Quijote, del poeta vencido mil veces, mas siempre erguido y apoyado en el puño de su espada de llanto, su lanza rota. Se trata, en medio de las sombras, de ejercer el oficio de dinamitero, aún con la esperanza hecha jirones. Es de esa desazón, de esa carencia de donde se levanta el gesto más puro, el acto más espléndido, más poético: la ofrenda que se hace el porvenir sin reclamar otra alegría que la de haberlos anunciado e inventado desde las sombras. Desde las canciones que están aún por resonar y la brisa que habrá de soplar mañana en la flauta dulce del pastor. La síntesis de León Felipe es clara: “Esto no es literatura. Tengo documentos. Y mis poemas y mi prosa son anotaciones de experiencias inmediatas. He escrito en las sombras. Con una simple musiquilla de retreta alguna vez, pero abriendo bien las puertas y las ventanas para que entre el milagro a caballo por el sol.”16
Esta es también la síntesis de su estética. Una estética que se cuela por entre los resquicios de las ventanas que están por abrirse para juntarse con el polvo y el viento y el llanto. No es la palabra, no es la rima, ni el ritmo acompasado de la pandereta. No es el cuento para venir a dormir a nadie. Es el grito y la blasfemia y el llanto mayor venciendo las sombras. Y es el poeta prometeico desencadenado.
VOLVERE MAÑANA EN EL CORCEL DEL VIENTO
Un día había tomado la poesía de la mano para mostrarla a todos, piedra pequeña, piedra de río, piedra de honda que se daba sin reservas, ya fuese bajo el mediodía de Castilla o bajo una noche de luna. Sin adornos, sencilla como canción anónima para que se aposentara en la garganta de los hombres de todas las latitudes, todos los paisajes. Una canción en la que el poeta era sólo parte del coro innumerable. Una voz más, pero una voz insustituible para el gran concierto de la vida. Pero un día el perro negro de la injusticia se fue a morder los frutos más tiernos. No es que no existiera antes. Ya el Quijote había salido en su búsqueda, presta su lanza y su halo. Y un coro de risas grotescas lo habían perseguido por sus andanzas. Era otro coro distinto y organizado. El coro de los mercaderes y los curas, los sepultureros, los fabricantes de sombras. Y la piedra se volvió arena en la garganta. Y el poeta fue aventado a la noche, al pozo profundo de la injusticia, al polvo del carbón apagado. No sabían sus carceleros que lo habían aventado camino hacia la luz. Y armado con su espada de llanto siguió en su empresa heroica: “Mi poesía no es más que una larga fila de ofrendas dolorosas y de lágrimas recogidas por todos los caminos y para aquí ahora en la puerta oscura de la prisión y en el ámbito mismo del infierno para el rescate orgulloso de la Esclava”17. Síntesis de nuevo de su oficio mayor: “Esta es mi estética, vieja y perdurable aún. Vieja porque fue escrita antes de la tragedia actual del mundo, y perdurable porque dentro de las tinieblas de esta tragedia me sigue pareciendo la única: la estética de un barco perdido entre la niebla. Hoy más que nunca es para mí la poesía fuego organizado, señal, llamada y llamarada de naufragio. Y ‘todo buen combustible es material poético excelente’. Todo hasta la prosa.”18
Y para buscar material combustible que arda y que prenda, el poeta se marcha. Me voy -dice- porque la tierra ya no es mía, porque la espiga y la aurora ya no son mías, porque la luz tampoco es mía, porque la tierra y el pan y la luz ya no son míos. Se marcha a un nuevo peregrinaje, para volver por el naciente como el tercer hijo: Yo me voy a crecer con los muertos. Volveré mañana en el corcel del viento. Volveré ¡y volveré crecido!19
El poeta se va a crecer con los muertos. Como las semillas de centeno para ir abriendo la tierra hasta alcanzar la luz. Pero todavía al hombre le restaba un largo trayecto. Desde aquel marzo de 1938 en que fue lanzado al exilio León Felipe hizo posada en México durante siete años. En 1945 emprende otra aventura itinerante y andariega. Juglar y Quijote se va de país en país, como antes de pueblo en pueblo, llevando sus señales. Guatemala, Nicaragua, Costa Rica, El Salvador, Panamá, Venezuela, Colombia, Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Uruguay son puertos para él. Orillas de donde partir de nuevo. Vivió en manicomios y hospitales, estuvo en un leprosario, junto al lago petrolífero y sofocante de Maracaibo, durmió sobre el estiércol de las cuadras, en los bancos municipales y una prostituta callejera llegó a darle una limosna. Iba el poeta sin rocín ni escudero, con solo su voz para despertar al hombre, para ahuyentar al lobo, para alertar a las ovejas. Oficio de diáspora. Ciudadano del mundo que como las semillas y las raíces no saben de linderos ni de parcelas, sino de horizontes e infinitos. Juglar con una canción rota. Su misión era dejar una gota de llanto para que el espectro de la luz la rompiera en siete colores. Los siete colores por los que habría de cabalgar el corcel del viento de regreso a la tierra. A México regresó definitivamente y desde allí prosiguió su oficio de juglar, de bufón, de violinista, de Poeta Mayor.
YO SOY EL LOCO DE LA PISTA
De 1950 es Llamadme publicano. El poeta ha ido y venido de regreso. Se había ido a crecer con los muertos y había estado entre los vivos anunciando que los muertos no se habían ido para siempre sino que estaban bajo tierra germinando. El poeta se encontraba con su antiguo barro y debía escarbar duro entre las rocas y las grietas por donde aprende a trepar la raíz. Trayecto doloroso y terrible en el que hasta el traje de hombre se le fue rasgando. El poeta intuía que el tiempo de crecer y volver tenía una medida distinta a la que le dan los sepultureros. Tal vez por eso su despedida era una aproximación a ese encuentro con un destino mayor, en el que habría de juntarse con Prometeo, con Job, con Jonás, con el Quijote y con Cristo, en su empeño de volver mañana en el corcel del viento.
La conciencia de la injusticia, la certeza de que quienes ayer sacaron a los mercaderes del templo, hoy se sientan en los mismos templos a negociar las mismas cosas, lo lleva a los límites del grito y la blasfemia. “¿Y qué otra cosa puede hacer el hombre más que enloquecer?” exclama. “!Quitadme los galones de un habitante de la tierra, rasgadme el uniforme de los seres humanos...! ¡Yo soy el loco de la pista!” Son los sepultureros sembrando de sombras los mediodías del hombre. Y es sobre esa realidad, sobre esa práctica histórica que el poeta habla. Desde esa noche del mundo emerge su estética. Una estética que no es nueva ni suya, que viene desde antes y que él aviva para los que vengan después. Tan difícil y terrible como mantener una lumbre encendida en una galería subterránea. Como sostener una chispa de luz entre las velas blancas de una barca solitaria. Esa es su única estética: “La poesía de esta hora para ganar u lugar en las avanzadas del conocimiento, no ha de ser música ni medida, sino fuego.” 20
NO HAY OFICIO DE POETA
¿Llamaremos eso estética? ¿O lo llamaremos la Estética Mayor que deberá guiar todas las estéticas? “No hay oficio de poeta. Existe una labor oscura y persistente de minero. Y esto es ya una poética: no hay más que mineros y navegantes”. Una poética y un programa de Profeta, de Poeta Mayor. Es la función trastocadora y constructora del poeta que devuelve al mundo su luz. Y que lo hace viniendo desde el infierno, desde el centro mismo de las sombras, horadando con su llanto, fundiendo con su fuego, ascendiendo con el viento. “Cuando el hombre doméstico, egoísta y tramposo, degrada el mundo y todo lo rebaja; cuando las cosas no son lo que deben ser, el mecanismo metafórico del poeta es el primer signo revolucionario. Y antes denuncia nuestras miserias el poeta que el moralista.”21
EL HOMBRE NO ES MAS QUE UN POEMA MAL HECHO
En 1957 aparece El ciervo y otros poemas. El poeta está solo. Lo había estado desde su nacimiento, desde más allá de su tiempo. Lo había estado en el campo de batalla que vio dividir al hombre en mil fragmentos. Y lo estuvo cuando debió tomar el camino del destierro para prolongar el peregrinaje. Estuvo solo cuando se vistió de juglar para ir de pueblo en pueblo. Lo estaba ahora que hasta su compañera Berta se le había ido. Solo, en ese tránsito de irse a crecer con los muertos, y todavía sobre la tierra, entre sombras mucho más oscuras, viendo aún a los mercaderes negociarlo todo, y a precios más costosos, más terribles aún. “Soy un viejo pobre y un pobre viejo” exclama León Felipe al dedicar su libro a Lucero Carral: “no tengo otra cosa mejor que poner en tus manos que este libro herético y desesperado.”22
Herético y desesperado como el mundo que no parece verse a sí mismo y se ha inventado luces de neón para espantar las sombras. El poeta cansado y solitario, con su voz quebrada de juglar a quien le han cerrado los caminos, exclama su desazón: El hombre es un poema mal hecho, una rata atrapada en el cepo, la semilla podrida de un sueño que nunca germinó. Y la casa un oscuro calabozo de un insomnio perpetuo a la que han cerrado todas las puertas y ventanas. Pero el poeta, aún desesperado y herético sabe que siempre hay una esperanza. Y lanza su pregunta al Arcipreste: “¿No sería entonces conveniente que el huésped hiciese un horado en el muro y se escapase de la casa antes de que sonase la campana?” Sabemos que el Quijote se le escapó a los curas antes de que sonara la campana con que dieron sepultura a Alonso Quijano. Y sabemos que León Felipe se escapó porque horadó el muro con sus lágrimas y se fue a crecer con los muertos. “Soy hijo del agua y de la tierra / pero mi sepultura está en el viento”.23
¿Y SI YO FUESE TAN SOLO UNA FLAUTA?
En 1967 la Revista de la Universidad de México publicó 33 poemas bajo el título de Versos del merólico o del sacamuelas. Si pudieran juntarse más sombras, más penas a las penas, más llanto al llanto, serían la expresión de este luminoso testigo y testimoniante de la historia del hombre. Sobre su oficio de poeta, sobre su visión profética y aún sobre su esperanza. “No fui el poeta de la luz. / Fui un poeta triste / que vivió oscuro bajo el maleficio del eclipse /” exclama. Sin embargo, allí está de nuevo la pregunta, la interrogante que se levanta desde el territorio de los sueños, que se escucha desde el agujero que horada el minero sobre el muro, que se distingue desde lo alto de la colina donde crecen las espigas, desde la roca de Prometeo. Lo que sostiene al poeta en su destino trágico y heroico. Antes había dicho: ¿y si me escapase de la casa? Ahora lanza al viento otra esperanza: “¿Y si yo fuese solo una flauta? / ¿Una flauta tan sólo, León Felipe? / Una flauta tocada por Dios -Dios el gran encantador- / para hacer bailar a la serpiente. / ¡Oh, todo el veneno verde y oscuro que se arrastra sobre la tierra / levantándose de pronto / retorciéndose / bailando en el aire / buscando la luz / ante la música encantada de mi flauta!”24
¿Y quién dirá, León Felipe, que no fue la tuya una flauta tocada, no por Dios, sino por el primer muerto que se fue a crecer con la tierra y viene de regreso enlazado en una raíz de centeno? ¿Quién dirá que no son fragmentos de flauta los gritos que se te apretaron en la garganta? ¿Quién dirá que esa flauta no vino desde la roca donde Prometeo fundió el metal hasta hacerlo caña delgada por donde silbara el viento? ¿Quién dirá que Sancho, en su alforja, no llevaba una flauta como esa? Yo sé, León Felipe, que así como hay hombres que trabajan en lo alto de la colina, hay un sonido de flauta en el mundo que tú aglutinaste con tu llanto, con tu polvo y con tu luz, como una canción que hará retorcerse en el aire hasta desaparecer para siempre a toda la injusticia del mundo. Trabajo éste de Músico Mayor.
A LOS 80 AÑOS ME DOY CUENTA DE QUE SE TOCAR MUY BIEN EL VIOLIN
León Felipe tiene ochenta años. Y ha cambiado momentáneamente la flauta por un violín. Dice él que su violín está viejo y roto y que no vale la pena comprarse otro. Que con ese mismo va a tocar su canción de despedida. Pero menos mal que el viento no se va de un soplo. Junto a su canción de despedida, aún León Felipe habrá de escribir unas cuantas canciones que se olvidaron en sus Obras Completas. Y el poeta las aglutina en un nuevo libro: ¡Oh, este viejo y roto violín!. Con él se va al encuentro de Rocinante, de Sancho, del Quijote, sus viejos compañeros de viaje. ¿Acaso no vienen por la historia, como él, cansados de toparse con molinos, con la risa del gran público, con venteros y galeotes? Viene Sancho más enjuto y delgado, crecido en estos siglos, hijo del sol, súbdito y tributario de la luz. Con ellos el poeta va a “La Gran Aventura” de cómo la visera se transformó en bacía, la bacía en yelmo y el yelmo en halo. ¿No lo había intuido ya el poeta mucho antes? Lo había dicho al pie del niño de Vallecas de Velázquez. Pero ahora el milagro crecía. No es el Quijote quien rescata el yelmo reluciente de Mambrino. Es la fuerza de la luz quien despoja al Quijote de armas y vestiduras para dejarle tan solo sobre su cabeza aquel brillo luminoso, que se hizo halo para siempre.
¿Está roto y viejo el violín? ¿O en sus cuerdas magníficas se ha hecho el milagro? Es el mecanismo metafórico y revolucionario del poeta dejando de nuevo sus señales mayores. A pesar de las sombras, a pesar del Arcipreste quien viene embistiendo al Gran Prestidigitador para convertir el halo en yelmo, el yelmo en gorro de payaso. A pesar del empresario quien quiere dar comienzo a su función. El loco de la pista en medio de los espectadores que ríen a carcajadas mientras el bufón ensaya sus piruetas. “Todo está hecho para que nadie llore. Hasta llorar de risa. Luego se da cuenta el espectador que está llorando de verdad... pero de esto ya no tiene culpa el empresario”.25 No. De esto tiene culpa el Poeta. El milagro se ha dado de nuevo: la trayectoria de lo doméstico a lo épico. “Un día esa lágrima acabará taladrando el muro / duro, negro y macizo del misterio / por donde entre una luz extraña que no hemos visto nunca.”26
A los 80 años esa lágrima particular de León Felipe ya viene taladrando. Sabemos que tuvo la fortaleza de horadar el muro de aquella casa de donde escapó antes de que sonara la campana. Sabemos que por esa lágrima vio Sancho convertir el yelmo de Mambrino en halo. Y que ese llanto dio acento de alas al poema de León Felipe. Por eso su síntesis es ésta: con su roto y viejo violín, con su flauta encantada, con su estopa atravesada en la garganta. León Felipe sabe que al fin, al término de sus días, a la vuelta de la gran aventura, cuando va a apuntar hacia la tierra, sabe que se hizo un virtuoso, que puede tocar muy bien el violín y que puede echar a correr su melodía en los grandes conciertos del mundo.27
EN EL ULTIMO DESASTRE SOLO SE SALVARA EL POETA
Aún verá nacer otro libro que parte del núcleo inicial de “La Gran Aventura” y que fue creciendo hasta hacerse Rocinante. Un poema escrito para mostrarles a los hombres la divina y humana cédula bautismal del loco centauro del delirio, el primero y más intrépido de los cuatro caballeros de la aurora, el único caballo del mundo que conoce la palabra justicia. Y dice el poeta: mi biografía es como la tuya, y aquí en este libro van las dos juntas. “El mundo es el que se quebrará y romperá / no mi voz: / porque en el último desastre que ya se anuncia / lo único que se salvará será la voz de poeta / el verso eterno con el que se originó el mundo / y con el que volverá a nacer / el mundo venidero.”28
En 1968 volvió a marcharse. Tal vez en Rocinante. Debe andar organizando sus combatientes siderales. Debe andar enraizado en una semilla de centeno. Debe andar juntando los pedazos de canción. Debe andar recomponiendo todos los violines rotos del mundo. Multiplicando arcoiris con su llanto. Cosechando estrellas para lanzarlas al interior de todas las máquinas detenidas. Limpiando las gotas de asfalto de los ojos del hombre. Hilando nuevas telas con las viejas estopas. Bordando en su corazón la estrella roja. Fecundando en la matriz de la tierra hombres fuertes y vigorosos. Borrando la verruga violácea que los mercaderes del mundo ciñeron a la poesía. Debe estar en todo lo alto de la meseta castellana, en pleno sol de mediodía, fulgurando sobre el halo de Mambrino. Encendiendo fogatas. Fundiendo con Prometeo todas las cadenas de la historia. Inventando dulcineas, escribiendo con el filo de su espada hecha de llanto la palabra justicia para que nadie la borre jamás.
El cuida desde allí, desde la cima de la colina, desde el fondo del pozo, desde el cauce de los ríos, desde el lecho del mar, desde el interior de las minas más profundas, desde el resplandor de las estrellas. El vigila, hecho fósforo y barro, pólvora y barreno, que no se equivoque el rumbo, que no se retrase la fiesta del hombre, que no se duerma nadie, que es tiempo de salir a recorrer la tierra con el halo luminoso de la justicia y el cascabel de la alegría. Una romanza va resonando en su violín. Madera de Castilla y cuerdas diamantinas registran una melodía dulce como ninguna. En ella va cabalgando la canción de León Felipe. Somos los ejecutores. Somos los miembros de la orquesta del mundo. Somos los intérpretes. Levantémonos a tocar, para que empiece a resonar por doquier la música del hombre.
¿QUIÉN QUIERE APAGAR MI CANTO DE MUSICA Y DE PIEDRA?
El presente trabajo es una apretada síntesis de una tesis central: León Felipe es un Poeta Mayor. Calificativo que poco le hubiese gustado a la humildad de su corazón y que él afirmaba de otra manera: Poeta Prometeico. Es decir, el poeta que contiene en sus mecanismos metafóricos y revolucionarios las claves para aprehender la poesía del mundo, la historia del mundo. Sus postulados, su programa, su estética no abordan las instancias formales del poema, su engranaje, su estructura, su ritmo. Emerge para instalarse en el centro del destino del hombre y se hace instrumento para labrarlo. Profeta y visionario. De allí que no se pueda crear ‘escuela literaria’. Para ser su seguidor hay que constituirse primero en combatiente de las sombras, en encendedor de fogatas, en defensor de la justicia. Y entonces la vida toda adviene un Poema Mayor. Esa es la gran dificultad.
Darle audiencia significa izar la bandera de la causa del hombre. Implica ir a denunciar a los antiguos y modernos mercaderes. Armarse de una lanza rota o de una espada de llanto, de pólvora y barreno, hasta hacer estallar la roca donde está encadenado Prometeo. Significa enfrentar el perro negro de la injusticia e inventar la luz. Su palabra no ha hecho más que recoger esa vieja aspiración del hombre contenida en muchos Poetas Mayores que avivaron el fuego prometeico para que alcanzara las generaciones venideras. Le sumó el espíritu de su tiempo y de su tierra. Y multiplicó el grito buscando la canción. Quien se acerque a su fuego quedará tocado por él y para seguir adelante deberá decidir su propio dilema. Tendrá que elegir entre la sombra y la luz.
¿Será por ello que el poeta exclamó: “Quién, / quién quiere apagar mi canto, / mi canto de música y de piedra -alarido y guijarro”.29 Sabía también que como la voz de los antiguos profetas su canto de música y de piedra sería apagado. Porque ¿qué ocurriría si comenzara a resonar en el corazón de los hombres, de los pueblos? ¿Qué ocurriría si en la asamblea de los mercaderes le dieran la palabra al poeta prometeico? Lo que habrá de ocurrir. Lo que está anunciado con temblor y con latido en el roto y viejo violín de León Felipe. Lo que está anunciado desde hace mucho y que el hombre aguarda horadando en el muro, juntando su grito a los gritos anónimos e innumerables de quienes trabajan en la sombra paciente y persistentemente aguardando su tiempo de habitar en la luz.
LAS CANCIONES MAS VIGOROSAS ESTAN AÚN POR CANTARSE
Mañana, las futuras generaciones observarán con asombro que los hombres de hoy no hayamos reconocido la estirpe de profeta, el Poeta Mayor que hay en León Felipe. Mañana, cuando su polvo haya regresado a la matriz castellana que lo vio emerger, cuando venga de vuelta en el corcel del viento, sus libros serán traducidos a todas las lenguas y en todos los sitios se acudirá a ellos como hoy a los cantos homéricos o bíblicos. Hoy, cuando apenas se vislumbran anuncio de lo que habrá de venir, permítaseme concluir, junto con Whitman “con dos advertencias al genio imaginativo de Occidente cuando se levante dignamente. Primera, lo que Herder enseñó al joven Goethe, a saber, que la poesía realmente grande es siempre (como los cantos homéricos o bíblicos) el resultado del espíritu nacional, y no el privilegio de una minoría refinada y selecta; segunda, que las canciones más vigorosas están aún por cantarse.”30 He aquí el reto mayor, el infinito compromiso.
Publicado en Leon Felipe: poeta de pólvora y barreno. Caracas, CPT/CEHA/UCV, 1988, pp. 123-147.
Notas:
[1] LF, Español del éxodo y el llanto. Madrid, Visor, 1981, p. 17.
[2] Los datos biográficos que aquí se señalan fueron recogidos en el prólogo de Guillermo de Torre a la edición de Obras Completas de León Felipe. México, Losada, 1957. Pocos datos se conocen sobre su vida y es un trabajo que está aún por realizarse. Puede verse además el poema “Escuela” en ¡Oh este viejo y roto violín!. Madrid, Visor, 1981, pp. 150-156.
[3] LF, Versos y oraciones de caminante. Madrid, Visor, 1981, p. 19.
[4] Guillermo de Torre, op.cit., p. 14.
[5] LF, Versos y oraciones de caminante, p. 93.
[6] LF, Obras completas, “Drop a star”, pp. 97-111
[7] Ibídem, “Goodbye Panamá”, pp. 945-953.
[8] Idem.
[9] Ibídem, “La insignia”, pp. 927-944
[10] Idem.
[11] El payaso de las bofetadas y el pescador de caña. Madrid, Visor, 1981, pp. 36-37.
[12] Español del éxodo y el llanto. Madrid, Visor, 1981, pp. 63-64
[13] Ibídem, p. 12 y p. 49.
[14] Ganarás la luz. Madrid, Visor, 1981, p. 52.
[15] Ibídem, p. 39.
[16] Ibídem, p. 165.
[17] Ibídem, p. 158.
[18] Ibídem, p. 82.
[19] Ibídem, pp. 169-172
[20] Ibídem, p. 82
[21] Ibídem, p. 73
[22] El ciervo y otros poemas. Madrid, Visor, 1982, p. 7.
[23] Ibídem, pp. 50-51
[24] Versos del merólico o del sacamuelas. Madrid, Visor, 1982, p. 11.
[25] ¡Oh, este viejo y roto violín! Madrid, Visor, p. 41.
[26] Ibídem, p. 82.
[27] Ibídem, p. 156.
[28] Rocinante. Madrid, Visor, p. 22.
[29] Ganarás la luz, p. 38.
[30] Walt Whitman, "Mirada retrospectiva a los caminos recorridos", Hojas de hierba. Quito, Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1956, p. 85.
Lo copie tal cual pro que me parece muy interesante.
© Mery Sananes 1988, 2004
Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid
Samara Acosta- Cantidad de envíos : 3488
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- Mensaje n°106
Re: LEÓN FELIPE (1884-1968)
Revolución[/b]
Siempre habrá nieve altanera
que vista al monte de armiño
y agua humilde que trabaje
en la presa del molino.
Y siempre habrá un sol también
-un sol verdugo y amigo-
que trueque en llanto la nieve
y en nube el agua del río.
Samara Acosta- Cantidad de envíos : 3488
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- Mensaje n°107
Re: LEÓN FELIPE (1884-1968)
Él mismo quiso dejar clara su postura respecto al Quijote:
La gente suele decir, los americanos,
los norte-americanos suelen decir:
León Felipe es un "Don Quijote".
No tanto, gentlemen, no tanto.
Sostengo al héroe nada más ...
y sí, puedo decir ...
y me gusta decir:
que yo soy Rocinante.
Samara Acosta- Cantidad de envíos : 3488
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- Mensaje n°108
Re: LEÓN FELIPE (1884-1968)
León Felipe es un poeta lírico que puso su verbo al servicio de una épica personal de lucha contra la opresión y la injusticia. Su conciencia social, a la que siempre subordinó su canto, nos privó a los lectores, desgraciadamente, de más poemas como éste:
PIEDRA DE SAL
Tu estabas dormida
como el agua que duerme en la alberca ...
y yo llegué a ti
como llega
hasta el agua que duerme
la piedra.
Turbé tu remanso y en ondas de amor te quebraste
como en ondas el agua que duerme se quiebra
cuando
llega
a turbar su remanso dormida
la piedra.
Piedra fui para ti, piedra soy
y piedra quiero ser, pero piedra
blanda de sal
que al llegar a ti se disuelva
y en tu cuerpo se quede
y sea
como una levadura de tu carne
y como el hierro de la sangre en tus venas.
Y en tu alma deje una sed infinita
de amarlo todo ... y una sed de belleza
insaciable ...
eterna ...
PIEDRA DE SAL
Tu estabas dormida
como el agua que duerme en la alberca ...
y yo llegué a ti
como llega
hasta el agua que duerme
la piedra.
Turbé tu remanso y en ondas de amor te quebraste
como en ondas el agua que duerme se quiebra
cuando
llega
a turbar su remanso dormida
la piedra.
Piedra fui para ti, piedra soy
y piedra quiero ser, pero piedra
blanda de sal
que al llegar a ti se disuelva
y en tu cuerpo se quede
y sea
como una levadura de tu carne
y como el hierro de la sangre en tus venas.
Y en tu alma deje una sed infinita
de amarlo todo ... y una sed de belleza
insaciable ...
eterna ...
Samara Acosta- Cantidad de envíos : 3488
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- Mensaje n°109
Re: LEÓN FELIPE (1884-1968)
como ha de ser tu voz
Ten una voz, mujer,
que pueda decir mis versos
y pueda volverme sin enojo,
cuando sueñe desde el cielo a la tierra...
Ten una voz, mujer,
que cuando me despierte no me hiera...
Ten una voz, mujer,
que no haga daño cuando me pregunte:
¿qué piensas?
Ten una voz, mujer,
que pueda cuando yo esté contandolas estrellas
decirme de tal modo
¿qué cuentas?
que al volver hacia ti los ojos crea
que pasé contando de una estrella a otra estrella.
Ten una voz, mujer,
que sea cordial como mi verso
y clara como una estrella.
Simon Abadia- España
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- Mensaje n°110
Re: LEÓN FELIPE (1884-1968)
Samara he estado varios días, en diferentes ratos,
y ahora que he acabado, debo darte las gracias porque he
estado disfrutando. Y se el valor del tiempo que, con tu aporte,
has realizado un gran dossier.
Bueno gracias a todos, pero creí que debía personalizarlo.
Besos
Simon
y ahora que he acabado, debo darte las gracias porque he
estado disfrutando. Y se el valor del tiempo que, con tu aporte,
has realizado un gran dossier.
Bueno gracias a todos, pero creí que debía personalizarlo.
Besos
Simon
Simon Abadia- España
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- Mensaje n°111
Re: LEÓN FELIPE (1884-1968)
Perdón, no sé como funciona esto de la paloma, pero creo
que se la merece.
Con todo el cariño,
Simon
que se la merece.
Con todo el cariño,
Simon
Samara Acosta- Cantidad de envíos : 3488
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- Mensaje n°112
Re: LEÓN FELIPE (1884-1968)
Muchas gracias Simón. feliz año.
Pascual Lopez Sanchez- Administrador-Moderador
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- Mensaje n°113
Re: LEÓN FELIPE (1884-1968)
Buen trabajo, Samara. ¿Qué tal se portaron los reyes...?
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Pascual Lopez Sanchez- Administrador-Moderador
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- Mensaje n°114
Re: LEÓN FELIPE (1884-1968)
A EVANGELINA ( tal como he prometido en el espacio general):
"MI INFIERNO
En mi infierno
hay una puerta de entrada
por donde se entra ciego
y otra puerta de salida
por donde se sale viendo la cara de Dios.
Teólogos... ya sé que este es un infierno de mi invención
pero con él me arreglo muy bien
para entenderme con Dios.
Y ahora digo:
Señor...
yo estoy ciego,
mándame al infierno...
Si no me mandas a la Nada...
mándame al infierno.
Éste es un consuelo:
Si existe el infierno... existe la luz.
Señor:
mándame al infierno.
Si existe el infierno,
no existe la Nada." (León Felipe: Poesías Completas. Visor. Pág.-856)
"MI INFIERNO
En mi infierno
hay una puerta de entrada
por donde se entra ciego
y otra puerta de salida
por donde se sale viendo la cara de Dios.
Teólogos... ya sé que este es un infierno de mi invención
pero con él me arreglo muy bien
para entenderme con Dios.
Y ahora digo:
Señor...
yo estoy ciego,
mándame al infierno...
Si no me mandas a la Nada...
mándame al infierno.
Éste es un consuelo:
Si existe el infierno... existe la luz.
Señor:
mándame al infierno.
Si existe el infierno,
no existe la Nada." (León Felipe: Poesías Completas. Visor. Pág.-856)
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- Mensaje n°115
Re: LEÓN FELIPE (1884-1968)
La gente suele decir, los americanos,
los norte-americanos suelen decir:
León Felipe es un "Don Quijote".
No tanto, gentlemen, no tanto.
Sostengo al héroe nada más ...
y sí, puedo decir ...
y me gusta decir:
que yo soy Rocinante.
León Felipe es increíble. Absolutamente increíble.
los norte-americanos suelen decir:
León Felipe es un "Don Quijote".
No tanto, gentlemen, no tanto.
Sostengo al héroe nada más ...
y sí, puedo decir ...
y me gusta decir:
que yo soy Rocinante.
León Felipe es increíble. Absolutamente increíble.
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- Mensaje n°116
Re: LEÓN FELIPE (1884-1968)
"Hace mucho frío aquí en la tierra.
Estaba urmiendo bajo un puente.
Es invierno.
Uninvierno muy duro...
Entonces fue cuando me dije:
¿Por qué no te vas al cielo,
a hablar con tus amigos los ángeles?
Y me metí por la gatera que conocéis
de la puerta trasera del cielo..."
Unos bellos versos para desmitificar la muerte, como destino irremediable
Estaba urmiendo bajo un puente.
Es invierno.
Uninvierno muy duro...
Entonces fue cuando me dije:
¿Por qué no te vas al cielo,
a hablar con tus amigos los ángeles?
Y me metí por la gatera que conocéis
de la puerta trasera del cielo..."
Unos bellos versos para desmitificar la muerte, como destino irremediable
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- Mensaje n°117
Re: LEÓN FELIPE (1884-1968)
.
Dejo unos poemas de EL POETA PROMETEICO, que creo no se han publicado en este tema.
EL POETA PROMETEICO, fue publicado por León Felipe en México en 1942, y después, los poemas que dejo aquí, formaron parte de su Antología rota, publicada en 1947.
Estos poemas se caracterizan porque en ellos León Felipe utiliza un ritmo mezclado -verso, versículo y prosa-, un poco a la manera de Walt Whitman, cuyo Canto a mí mismo había traducido, así como porque su poesía tiene un carácter más ideológico que la anterior -habla del carácter social que debe tener la poesía y el poeta-, aunque, como siempre, usando de referencias religiosas, utilizando la parábola.
Un abrazo.
Pedro
***
EL POETA PROMETEICO (Sección Quinta de la ANTOLOGÍA ROTA de León Felipe, 1942:
BIOGRAFÍA, POESÍA Y DESTINO
EL POETA PROMETEICO
Cuando mis lágrimas te alcancen
la función de mis ojos...
ya no será llorar...
sino ver…
* * *
…..EL poeta prometeico tiene que morir siempre escarnecido y apedreado. ¡Calumniado... crucificado y maldito!
…..…..por el postigo del huerto
…..…..y entrará de día cuando las sombras se hayan ido
…..…..por la escalera principal.
PROMETEO
I
II
III
IV
(Continuará)
Dejo unos poemas de EL POETA PROMETEICO, que creo no se han publicado en este tema.
EL POETA PROMETEICO, fue publicado por León Felipe en México en 1942, y después, los poemas que dejo aquí, formaron parte de su Antología rota, publicada en 1947.
Estos poemas se caracterizan porque en ellos León Felipe utiliza un ritmo mezclado -verso, versículo y prosa-, un poco a la manera de Walt Whitman, cuyo Canto a mí mismo había traducido, así como porque su poesía tiene un carácter más ideológico que la anterior -habla del carácter social que debe tener la poesía y el poeta-, aunque, como siempre, usando de referencias religiosas, utilizando la parábola.
Un abrazo.
Pedro
***
EL POETA PROMETEICO (Sección Quinta de la ANTOLOGÍA ROTA de León Felipe, 1942:
BIOGRAFÍA, POESÍA Y DESTINO
El poeta le cuenta su vida primero a los hombres; después, cuando los hombres se duermen, a los pájaros;
más tarde, cuando los pájaros se van, se la cuenta a los árboles…
Luego pasa el Viento y hay un murmullo de frondas.
Todo lo cual se puede traducir también de esta manera:
Lo que cuento a los hombres está lleno de orgullo;
lo que cuento a los pájaros de música;
lo que cuento a los árboles, de llanto.
Y todo es una canción compuesta para el Viento, de la cual, después, este desmemoriado y único espectador apenas podrá recordar unas palabras.
Pero estas palabras que recuerde son las que no olvidan nunca las piedras.
Lo que cuenta el poeta a las piedras está lleno de eternidad.
Y ésta es la canción del Destino, que tampoco olvidan las estrellas.
EL POETA PROMETEICO
EL poeta prometeico... viene a dar testimonio de la Luz...
Y la Poesía entera del Mundo... tal vez sea la Luz...
Yo pienso que es un Viento encendido y genésico que da vueltas sin cesar por la gran comba del Universo...
Algo tan objetivo, tan material y tan necesario... como la Luz... Tal vez sea la Luz...
¡La Luz!
La Luz en una dimensión que nosotros no conocemos todavía.
Luz...Cuando mis lágrimas te alcancen
la función de mis ojos...
ya no será llorar...
sino ver…
Marinero...
lágrimas... lágrimas... lágrimas...
la nube... el río... el mar...
Y allá...
más allá del Mar...
al final de mis lágrimas...
está la isla que busca el navegante.
¿Por que están hechos nuestros ojos para llorar y para ver?
Yo lo pregunto nada más.
¿Por qué de estos dos huevos pequeños y blancuzcos que se esconden en nuestras cuencas tenebrosas bajo la frente como dos nidos en las ingles de un árbol, nacen al mismo tiempo el llanto y el resplandor?
Yo lo pregunto nada más.
¿Por qué en la gota amarga de una lágrima ve el niño, por vez primera, cómo se quiebra un rayito de sol... y salen volando, igual que siete pájaros, los siete colores del espectro?
Yo lo pregunto nada más.
¿Por qué nace la luz... esta pobre luz que conocemos... con la primera lágrima del hombre?
Y ¿por qué no ha de nacer la otra... la poética… aquella que buscamos... con la última lágrima del Mundo?
* * *
…..EL poeta prometeico tiene que morir siempre escarnecido y apedreado. ¡Calumniado... crucificado y maldito!
…..El verdadero poeta es el Verbo... el Hijo.
…..La Poesía era la palabra... Mas cuando los mercaderes y los fariseos del templo la enturbiaron y la corrompieron utilizándola para encomiar sus mercancías y acatar las órdenes injustas del Sumo Sacerdote... Cristo habló en parábolas... La parábola... aún no está corrompida.
…..La parábola es una manera oblicua y perifrástica de hablar que no pueden usar los mercaderes porque no se acomoda al mecanismo desvergonzado y cínico de sus transacciones.
…..Y con una parábola quiero definir la Poesía y explicar las tres clases de poetas que hay y ha habido en el mundo. Con la parábola del Hijo Pródigo.
…..Cristo en los Evangelios no cuenta más que la primera parte... Pero tiene tres actos... Yo la voy a contar ahora completa... Y con humildad y reverencia... Nada hay herético en lo que voy a decir...
…..Cristo contó esta parábola del Hijo Pródigo, para glorificar al Padre... La misericordia del Padre... Cuando los fariseos comenzaban a decir de Jesús que se sentaba a comer con prostitutas y publícanos...
…..Pero también se puede contar para glorificar al Espíritu...
…..Y ésta es la parábola completa:
…..Una vez hubo un padre que tenía riquezas y sabiduría... Y tres hijos tenía también... Tres. Y los tres un día reclamaron su hijuela y con ella al hombro, cada uno en su turno, salieron de aventura por el mundo...
…..Al primero... ya le conocemos... Se volvió a casa amedrentado por una nube negra que pasó... y con la última caravana de la tarde...
…..El padre, lleno de piedad, viéndole volver, mandó sacrificar el becerro cebado de aquel año... y hubo festín y oración de gracias en el clan porque el padre era hombre rico que guardaba la ley... y tenía misericordia.
…..Aquí acaba la parábola evangélica, que más que la parábola del hijo es la parábola del padre, la parábola donde se glorifica al padre, la parábola del perdón que sabe hablar de esta manera:
…..«Bienaventurados los pobres de espíritu»...
…..Porque no otra cosa que «un pobre de espíritu» era el hijo aquel primero que al acabar con su hacienda pródigamente, vino a dar en cuidador de puercos y a dormir en una pocilga... Un día, ya sin aliento, se vuelve al hogar paterno llevado por las sirenas domésticas. El padre al contemplarle hincado de rodillas sobre las baldosas del patio y regando el suelo con sus lágrimas le extendió los brazos y le alzó misericordioso... Pero se sintió triste y apesadumbrado por su vuelta.
…..El segundo hijo se quedó solo y rendido en una tierra dura y áspera por donde no pasaban los mercaderes y los caminantes. Cuando llegó la noche sobre aquella tierra dura se durmió. Tuvo un sueño. Y en aquel sueño lucharon un águila y una serpiente. Por la mañana cuando despertó dijo: Aquí me que daré. Y allí clavó su tienda. Alrededor de su tienda creció una gran ciudad. Amó y tuvo siete hijos... Siete hijos que fue contándolos con los siete colores del arco iris. Luego los contó con una flauta también. Fue el inventor de la palabra, de la pintura y la canción. Murió crucificado. Lo enterraron entre los árboles y se pudrió bajo la yerba.
…..Aquel hijo no volvió nunca... pero el padre supo de él. Y cuando unos mercaderes extraños le dijeron que era el Príncipe de una lejana ciudad maravillosa, para glorificarle, lleno de júbilo, mandó sacrificar el becerro cebado de aquel año y hubo festín y oración de gracias en el clan, porque el padre era hombre rico que guardaba la ley y... tenía el orgullo de su casta.
…..Esta es la parábola del hijo, la parábola del Verbo, del Verbo hecho carne, de la carne multiplicada que se clava en la tierra y en la tierra se sepulta y se pudre para libertar al espíritu.
…..El padre supo de él y oyó su historia conmovido, pero se sintió alegre y satisfecho porque aquel hijo, venciendo la tentación de las sirenas domésticas, levantó su propia casa lejos del clan, en la noche, sobre el desierto y bajo la tempestad...
…..El padre vio con piedad que el primer hijo volviese... y con orgullo que el segundo no tornase jamás... que se multiplicase sobre la tierra y que la tierra le sepultase y le cubriese como una semilla.
…..El tercer hijo no volvió tampoco... pero es el que ha de venir. Se perdió como Elías arrebatado por el Viento y siguiendo el camino del Sol (Elías-Helios)… Volverá al Padre cuando la Historia se cumpla dando la vuelta al mundo y cerrando su ciclo con el sol.
…..…..Salió de noche…..…..por el postigo del huerto
…..…..y entrará de día cuando las sombras se hayan ido
…..…..por la escalera principal.
…..Se embarcó con la Luz... y sobre la Luz llegará al Padre pero por el otro lado del Sol... Es el argonauta de las grandes promesas y de los descubrimientos estelares. De la redondez de la tierra, de la esfera y de la cuarta dimensión... donde no hay tiempo ni lugar y se camina por la luz sindeclive. Los que navegan con él, un día perderán la fe, querrán asesinarle como a Colón y alguno llegará a decir: Matemos al Capitán que nos engaña porque no hay otra tierra ni otro mundo y la sombra y las aguas negras no concluyen... Pero él se salvará porque es la evidencia de la luz.
…..El padre le esperará mirando al poniente por donde se fue, pero el regresará en la aurora, por el otro lado de la tierra. El padre estará de espaldas y no le verá llegar, y cuando se vuelva, sorprendido, para abrazarle, el Hijo no se arrodillará, y una paloma blanca sellará aquel abrazo.Entonces, y para glorificar al Espíritu en la gran fiesta de la Luz sacrificaremos el becerro primicial.
…..Porque ésta es la parábola del Espíritu donde se dice que el Hijo no vuelve a la tierra sino al Padre, y no vuelve para ser perdonado por el Padre, sino para fundirse amorosamente con El... Y ésta es la síntesis del gran proceso poético del Espíritu que marcha paralelo con el proceso dialéctico de la materia. Porque tres son las personas: El Padre, el Hijo y el Espíritu... la Tesis, la Antítesis y la Síntesis.
…..Y tres son los poetas según esta dialéctica espiritual:
…..El domestico, el pobre de espíritu que está aquí sólo para glorificar al Padre, para descubrirle el costado tierno y misericordioso, para mostrar sus entrañas amorosas.
…..Ya en su casa de nuevo y para siempre este poeta compondrá con gran pompa retórica endechas y canciones para la liturgia ortodoxa. Será un escriba... y un buen ciudadano.
…..El otro, el segundo es el Poeta Prometeico... el rebelde, el verdadero rebelde... el Verbo... El Hijo. Nació de la imaginación. Salió del mito y de las entrañas de los libros sagrados... Luego se hizo realidad histórica... los Griegos le llamaron Prometeo... más tarde Edipo... es el Cristo... y en España tomó el nombre y la figura grotesca de Don Quijote de la Mancha...
…..El tercero es la palabra ya en el Viento... la Luz en sus cuatro dimensiones llenando el Universo... la Poesía, ya del Hombre y de todos los Hombres en todas las latitudes del espacio y del tiempo... la Sabiduría amorosa y musical... la ley de las esferas y de la oruga en la sangre del hombre como el instinto y la gracia. La síntesis última... Pero éste no es nuestro mundo todavía. Hablemos hoy del Poeta Prometeico solamente.
…..El Poeta Prometeico es la anti-tesis siempre... El Hijo, el que se encara con el Padre que es la primera afirmación creadora, cruel e inmisericorde. Representa el amor contra el ceño adusto de Jchová en la Biblia... Y el amor en Prometeo contra la dictadura caprichosa de Júpiter entre los Griegos... Y el amor en Edipo contra las sombras pre-históricas y subconscientes... Y el amor apasionado y loco de España en Don Quijote contra la razón absolutista y fría de la Europa del Renacimiento.
PROMETEO
I
…..Si el gran buitre no está devorando aún mis entrañas y las de todos los poetas condenados del mundo, Prometeo fue sólo un motivo griego decorativo en un frontón, en una metopa... y no hubo nunca mitos.
…..Pero hay mitos. Hay mitos sin comienzo ni fin. En la carne del hombre se sembraron los mitos y en esa misma carne han de florecer. Porque nada se ha cumplido todavía. Y lo que se cumpla, será por la voluntad del Viento y por el ofrecimiento sumiso y doloroso de la carne del hombre. Diospondrá la luz y nosotros las lágrimas.
…..En el primer destello mítico del mundo estaba yo; y en el milagro de la luz redentora de mañana me estoy quemando ya.
…..Vuelvo a gritar:
El versículo blasfemo de mis huesos leprosos hará hablar de nuevo a Jehová desde el torbellino... …Yo soy Job.
Afirmo también que vengo de la sombra y de los sueños.
Y si digo:
Mi canto florece en la convergencia de los mitos, puedo añadir:
Aquí estoy. ¡Miradme! Clavado en esta roca, con un buitre en el pecho.
Y ese ruido que oís no es mi lamento, son las oceánidas que me lamen los pies y humedecen mis párpados.
Sobre las aguas amargas se inclinan para salvarme las estrellas.
Bajo su luz el mar trabaja, muerde la roca, lima las cadenas...
Y cuando Prometeo se levante, nuevos timoneles conducirán la quilla del Parnaso.
II
…..Riman los sueños y los mitos, con los pasos del hombre sobre la Tierra. Y más allá y más arriba de la Tierra. Nos lleva una música encendida que hay que aprender a escuchar para moverse sin miedo en las tinieblas y dar a la vida el ritmo luminoso del poema.
…..Mís versos tal vez no sean por ahora más que una fecha y un incidente que yo recojo atento para que no se extravíen en la brisa primera de la aurora poética que viene. No son poemas todavía, es verdad. A veces no son más que biografía. Pero la Poesía se apoya en la biografía. Es biografía hasta que la recoge el Viento, la hace Destino que es hacerla Poesía y entra a formar parte de la gran canción del Destino del Hombre.
…
…..Un escrito sin rima y sin retórica aparente se convierte de improviso en poema cuando empezamos a advertir que sus palabras siguen encendidas y que riman con luces lejanas y pretéritas que no se han apagado y con otras que comienzan a encenderse en los horizontes tenebrosos.
…..De esta experiencia han de salir los principios de la nueva Poesía del futuro, que tal vez podamos llamar algún día la Poesía prometeica de la llama. La llama es la que rima. Un día la Poesía será un ejército de llamas que dé la vuelta al mundo; Prometeo legión, y muchedumbre los que trabajan con el pecho abierto y la palabra encendida. Encendida y aprendiendo su lección de las estrellas. La retórica del poeta está escrita en el cielo.
…..Los sueños, los mitos y los pasos del hombre sobre la Tierra se llaman y se buscan en la sangre y en el cielo hasta encontrarse en una correspondencia poética, como el tintineo luminoso y musical de los versos antiguos que se besaron y fundieron para siempre en los poemas ilustres.
…..Lo que fue ayer un toro ya no es más que una constelación.
…..No lloro por mi patria perdida. Todo se traslada y se levanta. La metáfora se mueve y asciende por una escala de luz.
…..Hay ondas sombrías en la mente del hombre que rompen en las playas azules de una estrella y revierten más tarde, como un relámpago divino, sobre los mismos surcos de la frente.
…..Y gritos opacos y blasfemos que vuelven a la boca en un eco agudo y jubiloso de luz.
…..Y hay voces de tragedias antiguas que me siguen para que yo las defina con mi sangre, porque sólo con la sangre podemos hablar de los que vertieron la suya por nosotros, antes de que nosotros diésemos la nuestra por los que han de venir.
…..Abro la puerta roja de mi pecho para dar de beber a las estrellas y la sangre mía que se llevan es la savia por donde voy ascendiendo al elevado reino de la luz.
III
…..El Poeta Prometeico es el poeta del fuego... de la llama... Y ésta es la poética de la llama:
…..La Poesía es un sistema luminoso de señalesHogueras que encendemos aquí abajo, entre tinieblas encontradas para que alguien nos vea... para que no nos olviden... ¡Aquí estamos, Señor!
…..Todo cuanto hay en el mundo es valedero para entrar en un poema... para alimentar una fogata...Todo... como arda y se queme...
…..Y no vale menos un proverbio rodado que una imagen virginal... un versículo de la Revelación que el último slang de las alcantarillas...
…..Todo buen combustible es material poético excelente... Todo... hasta la prosa... La prosa aquí ahora, no es ni excipiente ni exégesis tan sólo. Es un elemento poético que gana calidad no con el ritmo sino con la temperatura. La línea de la llama es la línea organizadora y arquitectónica del poema. El fuego tiene ahora una lógica y una dialéctica propias, lo mismo que la razón. La imagen vale tanto como la ley... pero la imagen encendida...
…..La poesía de esta hora para ganar un lugar en las avanzadas del conocimiento, no ha de ser música ni medida... sino fuego.
IV
…..«Cambio de agonía como de vestidos, no le pregunto al herido cómo se siente, me convierto en el herido.
…..Sus llagas se hacen lívidas en mi carne mientras le observo, apoyado en mi bastón.
…..Ese hombre que se sienta en el banquillo y es acusado por hurto, soy yo; y ese mendigo soy yo también.
…..Miradme, alargo el sombrero y pido vergonzosamente una limosna...”
…..Y si yo soy ese ladrón que es condenado por hurto, y ese mendigo que alarga el sombrero y pide vergonzosamente una limosna, también soy Jonás y Job y Prometeo y Cristo... y muchas cosas más. Y mientras los poetas no puedan decir esto sin orgullo ni humildad y sin que nadie se escandalice, porque no es más que un signo de presencia y simpatía, con la angustia y la esperanza de toda la Creación, la Poesía quedará paralítica en las manos y al arbitrio de todos los que afirman orgullosamente que su yo, con los atributos personales y perecederos del hombre temporal, es el generador y transformador de la Poesía del mundo.
…..El Poeta es carne encendida nada más. Y la Poesía, una llama sin tregua.
…..El verso anterior al mío es una antorcha que traía en la mano el poeta delantero que me buscaba, y el verso que me sigue es una luz que está encendiendo otro en las sombras espesas de la noche, viendo mis señales.
…..Vuelvo a decir:
…..…..No canto la destrucción,
…..…..apoyo mi lira sobre la cresta más alta de los símbolos.
…..Yo soy Jonás…(Continuará)
Última edición por Pedro Casas Serra el Dom 09 Mayo 2021, 06:51, editado 1 vez
Pascual Lopez Sanchez- Administrador-Moderador
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- Mensaje n°118
Re: LEÓN FELIPE (1884-1968)
Gracias, Pedro...
Ciertamente, lo tenía abandonado. Es bueno reiniciarlo. LA ANTOLGÍA ROTA fue todo un referente generacional - sin generación- en escabrosos momentos en lo que nos perdíamos al analizar y valorar la obra de LEÓN FELIPE:
"En el mapa de mi sangre, España limita todavía:
Por el oriente, con la pasión,
al norte, con el orgullo,
al oeste, con el lago de los estoicos
y al sur, con unas ganas inmensas de dormir...."
Insisto en mi gratitud: te sigo con interés.
Un abrazo.
Ciertamente, lo tenía abandonado. Es bueno reiniciarlo. LA ANTOLGÍA ROTA fue todo un referente generacional - sin generación- en escabrosos momentos en lo que nos perdíamos al analizar y valorar la obra de LEÓN FELIPE:
"En el mapa de mi sangre, España limita todavía:
Por el oriente, con la pasión,
al norte, con el orgullo,
al oeste, con el lago de los estoicos
y al sur, con unas ganas inmensas de dormir...."
Insisto en mi gratitud: te sigo con interés.
Un abrazo.
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- Mensaje n°119
Re: LEÓN FELIPE (1884-1968)
.
Me alegra haber vuelto a este tema de León Felipe y haber reavivado tu interés, Pascual. Hace pocos días, TVE 1 pasó un programa dedicado a León Felipe, su vida y su obra. Y fue muy interesante, permitiendo conocer la vida tan aventurera y rica que tuvo, y su evolución humana, política y poética. Todo un personaje.
León Felipe no se integró en grupo poético alguno ni formó escuela. Tiene antecedentes en los románticos, en Miguel Unamuno (por el sentimiento religioso), en Gabriel y Galán (por su lenguaje popular), en Walt Whitman (por sus formas versiculares, aunque Whitman canta la exaltación de la democracia y León Felipe no puede tener esa alegría dadas sus circunstancias, le dolía España)... Tiene continuadores en Dámaso Alonso (por su poesía desarraigada), en Gabriel Celaya (por su poesía social)... Pero resplandece solo, sin necesidad de la compañía de ningún otro.
Un abrazo, Pascual.
Pedro
***
Continuación de EL POETA PROMETEICO (Sección Quinta de la ANTOLOGÍA ROTA de León Felipe, 1942:
DON QUIJOTE ES UN POETA PROMETEICO
EL genio poético prometeico es aquella fuerza humana y esencial que, en los momentos fervorosos de la historia, puede levantar al hombre rápidamente
…..…..…..…..de lo doméstico a lo épico,
…..…..…..…..de lo contingente a lo esencial,
…..…..…..…..de lo euclidiano a lo místico,
…..…..…..…..de lo sórdido a lo limpiamente ético.
…..…..…..…..humanas,
…..…..…..…..históricas,
…..…..…..…..siderales...
…..…..…..…..con la carne,
…..…..…..…..con la vida,
…..…..…..…..con el sacrificio,
…..…..…..…..con el ridículo,
…..…..…..…..con la pantomima,
…..…..…..…..con el heroísmo,
…..…..…..…..con la muerte…
EL CRISTO... ES EL HOMBRE
¿Y SI EL Hombre, no Dios, se llamase Jesucristo?...
¿Si la sangre del Hombre... fuese la sangre divina del Sol... la esencia luminosa de los astros?
¿Si con su sangre el Hombre pudiese salvar y redimir a los Dioses?
Estoy preguntando... ¿No puedo yo preguntar?
¿No han arrojado sobre mí todas las sombras?...
Y ¿no puedo yo levantar todas las preguntas?
Y... ¿si hubiese dos clases de hombres?
Y... ¿si hubiese dos Españas, por ejemplo?
¿La España del poeta doméstico y retórico... y la España del poeta prometeíco, heroico y revolucionario?...
¿La España de las formas que se desgastan y la de las esencias eternas?
¿La de las formas que se mueren y la de las esencias que comienzan a organizarse de nuevo?...
Y afirmo, ya no pregunto:
En la España de las formas desgastadas
están los símbolos obliterados...
los ritos sin sentido...
los uniformes inflados...
las medallas sin leyenda...
los hombres huecos...
los cuerpos de serrín...
el poeta domestico y retórico,
la exégesis farisaica,
el verso vano
y la oración muerta que van contando las avellanas horadadas de los rosarios.
Dios, la fuerza original y creadora, se ha ido de este mundo y todo se ha quedado sin sustancia.
En la España de las esencias que quieren organizarse de nuevo
están las ráfagas primeras que mueven las entrañas de la tierra,
los huracanes incontrolables que sacuden la sustancia dormida,
la sustancia prístina de que está hecho el árbol y el cuerpo del hombre.
Y están también los terremotos que rompen la tierra,
desgarran la carne
y desbordan los ríos y las arterías de nuestra anatomía para dar salida al espíritu encadenado
y mostrarle su camino hacia la renovación y hacia la Luz.
Esta es la España de los héroes. La España prometeica,
la España en que todo se deforma y se resuelve:
las exégesis se cambian del revés,
los presagios de los grandes poetas se hacen realidad.
Prometeo se liberta,
aparecen nuevos cristos...
y las viejas parábolas evangélicas se escapan de la ingenua retórica de los versículos para venir a mover y a organizar nuestra vida.
Ahí están,
ahí están en el aire todavía, temblando de emoción, cruzando los cielos desde hace veinte siglos, en la curva evangélica de una parábola poética,
estas palabras revolucionarias,
estas palabras prometeicas:
«Es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja, que entre un rico en el reino de los cielos.»
Esta parábola originó nuestra lucha, nuestra guerra, nuestra revolución hace diez años...
Porque frente al poeta doméstico que venía diciendo que estas palabras evangélicas no eran más que
retórica... una manera retórica de hablar, se levantó el Poeta Prometeico
el hombre heroico y revolucionario que dijo: No hay retórica.
El verbo lírico de Cristo y de todos los grandes poetas del mundo no es retórica.
Es un índice luminoso que nos invita a la acción y al heroísmo.
Y esta parábola del camello y de la aguja, del pobre y del rico
tiene un sentido que desentrañado y realizado,
puede llenar, si no de alegría... de dignidad la vida del hombre.
Y ésa es la exégesis heroica,
la exégesis prometeica, la exégesis revolucionaria. Escuchad:
Hay que salvar al ríco, hay que salvarle de la dictadura de su riqueza,
porque debajo de su riqueza hay un hombre que tiene que entrar en el reino de los cielos,
en el reino de los héroes.
Pero también hay que salvar al pobre
porque debajo de la tiranía de su pobreza hay otro hombre que ha nacido para héroe también.
Hay que salvar al rico y al pobre...
Hay que matar al rico y al pobre, para que nazca el Hombre.
El Hombre, el Hombre es lo que importa.
Ni el rico
ni el pobre importan nada...
Ni el proletario
ni el diplomático
ni el industrial
ni el arzobispo
ni el comerciante
ni el soldado
ni el artista
ni el poeta en su sentido ordinario y domestico importan nada.
Nuestro oficio no es nuestro Destino.
«No hay otro oficio ni empleo que aquel que enseña al hombre a ser un Hombre».
El Hombre es lo que importa.
El Hombre ahí,
desnudo bajo la noche y frente al misterio,
con su tragedia a cuestas,
con su verdadera tragedia,
con su única tragedia...
la que surge, la que se alza cuando preguntamos, cuando gritamos en el viento.
¿Quien soy yo?
Y el viento no responde... Y no responde nadie.
¿Quién es el Hombre?
Tal vez sea Cristo...
Porque el Cristo no ha muerto...
Y el Cristo no es el Rey, como quieren los cristeros
y los católicos políticos y tramposos...
El Cristo es el Hombre...
La sangre del Hombre...
De cualquier Hombre.
Esto lo afirmo. No lo pregunto.
¿No puedo yo afirmar?…
NO HE VENIDO A CANTAR
No he venido a cantar, podéis llevaros la guitarra.
No he venido tampoco, ni estoy aquí arreglando mi expediente para que me canonicen cuando muera.
He venido a mirarme la cara en las lágrimas que caminan hacia el mar,
por el río
y por la nube...
y en las lágrimas que se esconden
en el pozo,
en la noche
y en la sangre…
He venido a mirarme la cara en todas las lágrimas del mundo.
Y también a poner una gota de azogue, de llanto, una gota siquiera de mi llanto
en la gran luna de este espejo sin límites, donde me miren y se reconozcan los que vengan.
He venido a escuchar otra vez esta vieja sentencia en las tinieblas:
Ganarás el pan con el sudor de tu frente
y la luz con el dolor de tus ojos.
Tus ojos son las fuentes del llanto y de la luz.
PERO DIRÉ QUIÉN SOY MÁS CLARAMENTE
PERO diré quién soy, más claramente, para que no me ladre el fariseo
y para que registren bien mi ficha
el psicoanálisis,
el erudito
y el detective:
Soy la sombra,
el habitante de la sombra
y el soldado que lucha con la sombra.
y digo al comenzar:
¿Quién no tiene una joroba y un gran saco de lágrimas?
¿Y quién ha llorado ya bastante?
La luz está más lejos de lo que contaban los astrónomos,
y la dicha más honda de lo que cantabas tú, Walt Whitman.
¡Oh, Walt Whitman! Tu palabra happiness la ha borrado mi llanto.
La vida, arrastrándose, ha cubierto el mundo de dolor y de lágrimas.
Éste es el mantillo de la tierra,
el gran cultivo junto al cual la esperanza de Dios se ha sentado paciente.
De la amiba a la conciencia se asciende por una escala de llanto.
Y esto que ya lo saben los biólogos
lo discuten ahora los poetas domésticos y los juglares.
Han llorado la almeja y la tortuga,
el caballo,
la alondra
y el gorila. . .
Ahora va a llorar el hombre.
El hombre es la conciencia dramática del llanto.
Antes que yo lo habéis dicho vosotros, ya lo sé.
Y yo digo además:
Esta fuente es mía.. . y no la explota nadie.
Nadie me engañará ya nunca:
mi llanto mueve los molinos
y la correa de la gran planta eléctrica.
De mi sudor vivió el rey,
de mi canción, el pregonero
y de mi llanto, el arzobispo.
Sin embargo, mi sangre es para el altar.
Sacad de los museos esa gran piedra azteca y molinera, afilad otra vez el navajón de pedernal,
rasgadme el pecho de la sombra
y dad mi sangre al sol.
¡Que hay algo que los dioses no pueden hacer solos!
ÉSTAS SON MIS LLAVES
HE VENIDO a sembrar mis huesos otra vez
y a abrir las acequias de mis venas.
Éstas son mis llaves:
sacad el trigo por la puerta.
El hombre está aquí para cumplir una sentencia,
no para imponerla.
Que suba al ara como la paloma y el cordero.
Y que hable el juez desde su cruz, no desde su silla.
Levantad el patíbulo,
pero con cada criminal, que muera un justo.
Haced del patíbulo un altar y decid:
Señor, te damos nuestra sangre:
La de la oveja negra
y la de la oveja blanca...
la de los gangsters
y la de los cristos.
Toda la sangre es roja...
y humus para la tierra agonizante.
Con Cristo, pero en los Olivos y en la cruz:
con la fiebre y la hiel,
con la sed y la esponja,
con la sombra y el llanto,
en la humedad cerrada de la angustia,
en el reino de la semilla y de la noche,
esperando... esperando a que broten de nuevo
la espiga,
la aurora
y la conciencia.
REGAD LA SOMBRA
"¡PADRE, Padre!,
¿por qué me has abandonado?"
¡Silencio!
El Padre nunca duerme.
Las tumbas son surcos
y abril, el gran mago,
me ha de decir otra vez: Abre la puerta y vete.
Abril es este llanto,
el agua que levanta los muertos y la espiga.
Dejad que llore el hombre
y se esconda en la muerte.
No maldigáis las lluvias y la noche...
¡Regad la sombra!
(¿O he de volver mañana
a contar otra vez
los escalones de los sótanos?)
Tres segundos en la angustia son tres días,
tres días en la historia son tres siglos,
y tres siglos, un compás de danza solamente.
Al tercer día se romperá la cáscara del huevo,
abrirá su ventana la semilla
y se caerán las piedras de las tumbas.
¿Quién puso centinelas en los surcos?
Cristo es la Vida
y la vida, la Cruz.
El sudario de un dios
fue el pañal de los hombres.
Me envolvisteis en llanto cuando vine,
he seguido vistiéndome con llanto
y el llanto es ahora mi uniforme...
Mi uniforme y el tuyo
y el de todos los hombres de la tribu.
Cristo es ya la tribu.
Vamos sobre sus mismas lágrimas.
Por estas viejas aguas
navegaré en mi barca hasta llegar a Dios.
¡Terrible y negro es el camino!
(¡Y hay quien merca
con la tormenta,
con la sombra
y el miedo!)
NAVEGA
ARRODÍLLATE y reza.
No. Navega,
navega sobre tu llanto.
Marinero:
lágrimas,
lágrimas,
lágrimas,..
la nube... el río... el mar.
Que no me tejan pañuelos
sino velas.
Que no me consuele nadie,
que no me enjuguen el llanto,
que no me sequen el rio.
Lloro para que no se muera el mar,
mi padre el mar, el mar
que rompe en las dos playas,
en las dos puertas sin bisagras del mundo.
con el mismo sabor viejo y amargo
de mi llanto. Yo soy el mar.
Soy el navegante y el camino,
el barco y el agua...
y el último puerto de la ruta.
Y allá,
más allá del mar...
al final de mis lágrimas
está la isla que busca el navegante.
Dios contó con mis lágrimas desde la víspera del Génesis.
y ahí van corriendo, corriendo,
gritando
y aullando
desde el día primero de la vida, a la zaga del sol.
Luz...
cuando mis lágrimas te alcancen,
la función de mis ojos ya no será llorar
sino ver.
Canalizaremos nuestras lágrimas
y regaremos nuestra hacienda:
hemos llorado en el desierto.
Se acuñará la lágrima
como se acuña el oro.
Y un hombre sin llanto
será una bolsa vacía.
Pero todos tendremos para pagar la entrada.
Y en la gran fiesta del Juicio Final
nos sentaremos junto al Padre con el Arcángel,
como los héroes y como los santos.
Yo soy el hijo de mi carne, de mi predio,
de lo que da mi cuerpo: lágrimas.
El hombre es hijo de sus lágrimas. ..
y Dios no da nada de balde.
Todo se paga con sangre y con el sudor de la sangre,
¡con llanto, con llanto!
y se gana la Luz.. . como se gana el pan.
Hay una puerta que Dios no puede abrir
y un murallón que no puede tumbar.
Ahora soy yo quien tiene que descubrir salidas y horizontes,
y Dios no puede hacer más que esperar... ¡que esperarme!
SEGADOR ESFORZADO
Y ahora pregunto aquí: ¿quién es el último que habla,
el sepulturero o el Poeta?
¿He aprendido a decir: Belleza, Luz, Amor y Dios
para que me tapen la boca cuando muera,
con una paletada de tierra?
No.
He venido y estoy aquí,
me iré y volveré mil veces en el Viento
para crear mi gloria con mi llanto.
¡Eh, Muerte. . . escucha!
Yo soy el último que hablo:
el miedo y la ceguera de los hombres
han llenado de viento tu cráneo,
han henchido de orgullo tus huesos
y hasta el trono de un dios te han levantado.
Y eres necia y altiva
como un dictador totalitario.
Tiraste un día una gran línea negra
sobre el globo terráqueo;
te atrincheraste en los sepulcros y dijiste:
"Yo soy el límite de todo lo creado.
¡Atrás!
¡Atrás, seres humanos!...”
y no eres más que un segador,
un esforzado segador... un buen criado.
Tu guadaña no es un cetro
sino una herramienta de trabajo.
En el gran ciclo,
en el gran engranaje solar y planetario,
tú eres el que corta la espiga,
y yo ahora... el grano,
el grano de la espiga que cae
bajo tu esfuerzo necesario.
Necesario... no para tu orgullo
sino para ver cómo logramos
entre todos
un pan dorado y blanco.
Desde tu filo iré al molino.
En el molino me morderán las piedras de basalto,
como dos perros a un mendigo
hasta quitarme los harapos.
Perderé la piel, la forma
y la memoria de todo mi pasado.
Desde el molino iré a la artesa.
En la artesa me amasarán, sudando,
y sin piedad
unos robustos brazos.
Y un día
escribirán en los libros sagrados:
El segundo hombre fue de masa cruda
como el primero fue de barro.
Luego entraré en el horno... en el infierno.
Del fuego saldré hecho ya pan blanco
y habrá pan para todos.
Podréis partir y repartir mi cuerpo en miles y millones de pedazos...
podréis hacer entonces con el hombre
una hostia blanquísima.. . el pan ázimo
donde el Cristo se albergue.
Y otro día dirán en los libros sagrados:
El primer hombre
fue de barro,
el segundo de masa cruda
y el tercero de pan y luz.
…………………………………….Será un sábado
cuando se cumplan las grandes Escrituras...
Entre tanto,
a trabajar con humildad y sin bravatas,
Segador Esforzado.
EL SALTO
SOMOS como un caballo sin memoria,
somos como un caballo
que no se acuerda ya
de la última valla que ha saltado.
Venimos corriendo y corriendo
por una larga pista de siglos y de obstáculos.
De vez en vez, la muerte...
……………………………………….¡el salto!
y nadie sabe cuántas
veces hemos saltado
para llegar aquí, ni cuántas saltaremos todavía
para llegar a Dios que está sentado
al final de la carrera...
esperándonos.
Lloramos y corremos,
caemos y giramos,
vamos de tumbo en tumba
dando brincos y vueltas entre pañales y sudarios.
(Fin )
Me alegra haber vuelto a este tema de León Felipe y haber reavivado tu interés, Pascual. Hace pocos días, TVE 1 pasó un programa dedicado a León Felipe, su vida y su obra. Y fue muy interesante, permitiendo conocer la vida tan aventurera y rica que tuvo, y su evolución humana, política y poética. Todo un personaje.
León Felipe no se integró en grupo poético alguno ni formó escuela. Tiene antecedentes en los románticos, en Miguel Unamuno (por el sentimiento religioso), en Gabriel y Galán (por su lenguaje popular), en Walt Whitman (por sus formas versiculares, aunque Whitman canta la exaltación de la democracia y León Felipe no puede tener esa alegría dadas sus circunstancias, le dolía España)... Tiene continuadores en Dámaso Alonso (por su poesía desarraigada), en Gabriel Celaya (por su poesía social)... Pero resplandece solo, sin necesidad de la compañía de ningún otro.
Un abrazo, Pascual.
Pedro
***
Continuación de EL POETA PROMETEICO (Sección Quinta de la ANTOLOGÍA ROTA de León Felipe, 1942:
DON QUIJOTE ES UN POETA PROMETEICO
EL genio poético prometeico es aquella fuerza humana y esencial que, en los momentos fervorosos de la historia, puede levantar al hombre rápidamente
…..…..…..…..de lo doméstico a lo épico,
…..…..…..…..de lo contingente a lo esencial,
…..…..…..…..de lo euclidiano a lo místico,
…..…..…..…..de lo sórdido a lo limpiamente ético.
…..Tiene esta virtud en la hora de las grandes revoluciones humanas. De ordinario es una fuerza general, latente, pero aun dormida va ganando a los hombres y a los pueblos para las grandes metáforas, para los grandes trasbordes de la historia. Suele existir como un símbolo y es comúnmente la conciencia de un grupo de hombres personificada en un héroe imaginario, nacional o universal.
…..El poeta no es aquel que juega habilidosamente con las pequeñas metáforas verbales, sino aquel a quien su genio prometeico despierto lo lleva a originar las grandes metáforas:
…..…..…..…..sociales,…..…..…..…..humanas,
…..…..…..…..históricas,
…..…..…..…..siderales...
…..Don Quijote es un poeta de esta clase. Es un poeta activo y de trasbordo. Y se diferencia de todos los demás poetas ordinarios del mundo en que quiere escribir sus poemas no con la punta de la pluma, sino con la punta de la lanza.
…..Allí donde esté la imaginación ha de estar la voluntad en seguida:
…..…..…..…..con la espada,…..…..…..…..con la carne,
…..…..…..…..con la vida,
…..…..…..…..con el sacrificio,
…..…..…..…..con el ridículo,
…..…..…..…..con la pantomima,
…..…..…..…..con el heroísmo,
…..…..…..…..con la muerte…
…..La metáfora poética desemboca entonces en la gran metáfora social. Cuando el hombre domestico, egoísta y tramposo, degrada el mundo y todo lo rebaja; cuando las cosas no son lo que deben ser, lo que pueden ser, el mecanismo metafórico del poeta es el primer signo revolucionario. Y antes denuncia nuestras miserias el poeta que el moralista.
…..La primera aventura de Don Quijote no es ni la de Puerto Lápice ni la de los molinos, como quieren algunos. La primera aventura surge cuando el poeta se encuentra con la realidad sórdida del mundo, después de salir de su casa, llevando en la mano la Justicia. Cuando llega a la venta. No es verdad que nada épico sucediese allí. Allí comienza la hazaña primera y única que se ha de repetir a través de todo el peregrinaje del poeta. Porque no hay más que una hazaña en toda la crónica: el trastrueque, el trasbordo de un mundo a otro mundo; de un mundo ruin a un mundo noble.
…..Aparentemente no es más que una hazaña poética, una metáfora.
…..Pero es una hazaña revolucionaria también, porque ¿que es una revolución más que una metáfora social?
…..Don Quijote se encuentra en la venta con un albergue sucio e incómodo, con un hombre grosero y ladrón, con unas prostitutas descaradas, con una comida escasa y rancia y con el pito estridente de un castrador de puercos. Y dice en seguida: Pero esto no puede ser el mundo; no es la realidad, esto es un sueño malo, una pesadilla terrible... esto es un encantamiento. Mis enemigos, los malos encantadores que me persiguen, me lo han cambiado todo. Entonces su genio prometeico despierta por la fuerza poética de su imaginación y la realidad de su imaginación es más fuerte y puede más que la realidad transitoria de los malos encantadores. Y sus ojos y su conciencia ven y organizan el mundo no como es sino como debe ser. Se produce entonces la gran metáfora poética que anuncia ya la gran metáfora social. Porque cuando Don Quijote toma al ventero ladrón por un caballero cortés y hospitalario, a las prostitutas descaradas por doncellas hermosísimas, la venta por un albergue decoroso, el pan negro por pan candeal y el silbo del capador por una música acogedora, dice que en el mundo no debe haber ni hombres ladrones ni amor mercenario ni comida escasa ni albergue oscuro ni música horrible, y que nada de esto habría sí no fuese por los malos encantadores. Estos encantadores se llaman de otra manera. Don Quijote sabe muy bien cuál es su nombre exacto, pero para denunciarlos se vale también de una metáfora.
* * *
…..El Poeta Prometeico aparece siempre en la Historia como un personaje imaginario... pero lo imaginario prometeico gana realidad... y la realidad doméstica... se pierde en las sombras de la Historia.
…..La Historia la componen los sueños de los hombres... Los sueños son la semilla de la realidad de mañana y florecen cuando la sangre los riega y los fecunda...
…..La Historia... es sangre y sueños.
…..Y hay momentos en que el sueño se hace carne y la carne sueño.
…..El Poeta Prometeico se escapa de las sombras de la Mitología... de la imaginación infantil de los hombres, de los libros sagrados... y de la misma casa de Dios… Y el Verbo... se hace carne...
…..Carne y símbolo…
EL CRISTO... ES EL HOMBRE
¿Y SI EL Hombre, no Dios, se llamase Jesucristo?...
¿Si la sangre del Hombre... fuese la sangre divina del Sol... la esencia luminosa de los astros?
¿Si con su sangre el Hombre pudiese salvar y redimir a los Dioses?
Estoy preguntando... ¿No puedo yo preguntar?
¿No han arrojado sobre mí todas las sombras?...
Y ¿no puedo yo levantar todas las preguntas?
Y... ¿si hubiese dos clases de hombres?
Y... ¿si hubiese dos Españas, por ejemplo?
¿La España del poeta doméstico y retórico... y la España del poeta prometeíco, heroico y revolucionario?...
¿La España de las formas que se desgastan y la de las esencias eternas?
¿La de las formas que se mueren y la de las esencias que comienzan a organizarse de nuevo?...
Y afirmo, ya no pregunto:
En la España de las formas desgastadas
están los símbolos obliterados...
los ritos sin sentido...
los uniformes inflados...
las medallas sin leyenda...
los hombres huecos...
los cuerpos de serrín...
el poeta domestico y retórico,
la exégesis farisaica,
el verso vano
y la oración muerta que van contando las avellanas horadadas de los rosarios.
Dios, la fuerza original y creadora, se ha ido de este mundo y todo se ha quedado sin sustancia.
En la España de las esencias que quieren organizarse de nuevo
están las ráfagas primeras que mueven las entrañas de la tierra,
los huracanes incontrolables que sacuden la sustancia dormida,
la sustancia prístina de que está hecho el árbol y el cuerpo del hombre.
Y están también los terremotos que rompen la tierra,
desgarran la carne
y desbordan los ríos y las arterías de nuestra anatomía para dar salida al espíritu encadenado
y mostrarle su camino hacia la renovación y hacia la Luz.
Esta es la España de los héroes. La España prometeica,
la España en que todo se deforma y se resuelve:
las exégesis se cambian del revés,
los presagios de los grandes poetas se hacen realidad.
Prometeo se liberta,
aparecen nuevos cristos...
y las viejas parábolas evangélicas se escapan de la ingenua retórica de los versículos para venir a mover y a organizar nuestra vida.
Ahí están,
ahí están en el aire todavía, temblando de emoción, cruzando los cielos desde hace veinte siglos, en la curva evangélica de una parábola poética,
estas palabras revolucionarias,
estas palabras prometeicas:
«Es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja, que entre un rico en el reino de los cielos.»
Esta parábola originó nuestra lucha, nuestra guerra, nuestra revolución hace diez años...
Porque frente al poeta doméstico que venía diciendo que estas palabras evangélicas no eran más que
retórica... una manera retórica de hablar, se levantó el Poeta Prometeico
el hombre heroico y revolucionario que dijo: No hay retórica.
El verbo lírico de Cristo y de todos los grandes poetas del mundo no es retórica.
Es un índice luminoso que nos invita a la acción y al heroísmo.
Y esta parábola del camello y de la aguja, del pobre y del rico
tiene un sentido que desentrañado y realizado,
puede llenar, si no de alegría... de dignidad la vida del hombre.
Y ésa es la exégesis heroica,
la exégesis prometeica, la exégesis revolucionaria. Escuchad:
Hay que salvar al ríco, hay que salvarle de la dictadura de su riqueza,
porque debajo de su riqueza hay un hombre que tiene que entrar en el reino de los cielos,
en el reino de los héroes.
Pero también hay que salvar al pobre
porque debajo de la tiranía de su pobreza hay otro hombre que ha nacido para héroe también.
Hay que salvar al rico y al pobre...
Hay que matar al rico y al pobre, para que nazca el Hombre.
El Hombre, el Hombre es lo que importa.
Ni el rico
ni el pobre importan nada...
Ni el proletario
ni el diplomático
ni el industrial
ni el arzobispo
ni el comerciante
ni el soldado
ni el artista
ni el poeta en su sentido ordinario y domestico importan nada.
Nuestro oficio no es nuestro Destino.
«No hay otro oficio ni empleo que aquel que enseña al hombre a ser un Hombre».
El Hombre es lo que importa.
El Hombre ahí,
desnudo bajo la noche y frente al misterio,
con su tragedia a cuestas,
con su verdadera tragedia,
con su única tragedia...
la que surge, la que se alza cuando preguntamos, cuando gritamos en el viento.
¿Quien soy yo?
Y el viento no responde... Y no responde nadie.
¿Quién es el Hombre?
Tal vez sea Cristo...
Porque el Cristo no ha muerto...
Y el Cristo no es el Rey, como quieren los cristeros
y los católicos políticos y tramposos...
El Cristo es el Hombre...
La sangre del Hombre...
De cualquier Hombre.
Esto lo afirmo. No lo pregunto.
¿No puedo yo afirmar?…
NO HE VENIDO A CANTAR
No he venido a cantar, podéis llevaros la guitarra.
No he venido tampoco, ni estoy aquí arreglando mi expediente para que me canonicen cuando muera.
He venido a mirarme la cara en las lágrimas que caminan hacia el mar,
por el río
y por la nube...
y en las lágrimas que se esconden
en el pozo,
en la noche
y en la sangre…
He venido a mirarme la cara en todas las lágrimas del mundo.
Y también a poner una gota de azogue, de llanto, una gota siquiera de mi llanto
en la gran luna de este espejo sin límites, donde me miren y se reconozcan los que vengan.
He venido a escuchar otra vez esta vieja sentencia en las tinieblas:
Ganarás el pan con el sudor de tu frente
y la luz con el dolor de tus ojos.
Tus ojos son las fuentes del llanto y de la luz.
PERO DIRÉ QUIÉN SOY MÁS CLARAMENTE
PERO diré quién soy, más claramente, para que no me ladre el fariseo
y para que registren bien mi ficha
el psicoanálisis,
el erudito
y el detective:
Soy la sombra,
el habitante de la sombra
y el soldado que lucha con la sombra.
y digo al comenzar:
¿Quién no tiene una joroba y un gran saco de lágrimas?
¿Y quién ha llorado ya bastante?
La luz está más lejos de lo que contaban los astrónomos,
y la dicha más honda de lo que cantabas tú, Walt Whitman.
¡Oh, Walt Whitman! Tu palabra happiness la ha borrado mi llanto.
La vida, arrastrándose, ha cubierto el mundo de dolor y de lágrimas.
Éste es el mantillo de la tierra,
el gran cultivo junto al cual la esperanza de Dios se ha sentado paciente.
De la amiba a la conciencia se asciende por una escala de llanto.
Y esto que ya lo saben los biólogos
lo discuten ahora los poetas domésticos y los juglares.
Han llorado la almeja y la tortuga,
el caballo,
la alondra
y el gorila. . .
Ahora va a llorar el hombre.
El hombre es la conciencia dramática del llanto.
Antes que yo lo habéis dicho vosotros, ya lo sé.
Y yo digo además:
Esta fuente es mía.. . y no la explota nadie.
Nadie me engañará ya nunca:
mi llanto mueve los molinos
y la correa de la gran planta eléctrica.
De mi sudor vivió el rey,
de mi canción, el pregonero
y de mi llanto, el arzobispo.
Sin embargo, mi sangre es para el altar.
Sacad de los museos esa gran piedra azteca y molinera, afilad otra vez el navajón de pedernal,
rasgadme el pecho de la sombra
y dad mi sangre al sol.
¡Que hay algo que los dioses no pueden hacer solos!
ÉSTAS SON MIS LLAVES
HE VENIDO a sembrar mis huesos otra vez
y a abrir las acequias de mis venas.
Éstas son mis llaves:
sacad el trigo por la puerta.
El hombre está aquí para cumplir una sentencia,
no para imponerla.
Que suba al ara como la paloma y el cordero.
Y que hable el juez desde su cruz, no desde su silla.
Levantad el patíbulo,
pero con cada criminal, que muera un justo.
Haced del patíbulo un altar y decid:
Señor, te damos nuestra sangre:
La de la oveja negra
y la de la oveja blanca...
la de los gangsters
y la de los cristos.
Toda la sangre es roja...
y humus para la tierra agonizante.
Con Cristo, pero en los Olivos y en la cruz:
con la fiebre y la hiel,
con la sed y la esponja,
con la sombra y el llanto,
en la humedad cerrada de la angustia,
en el reino de la semilla y de la noche,
esperando... esperando a que broten de nuevo
la espiga,
la aurora
y la conciencia.
REGAD LA SOMBRA
"¡PADRE, Padre!,
¿por qué me has abandonado?"
¡Silencio!
El Padre nunca duerme.
Las tumbas son surcos
y abril, el gran mago,
me ha de decir otra vez: Abre la puerta y vete.
Abril es este llanto,
el agua que levanta los muertos y la espiga.
Dejad que llore el hombre
y se esconda en la muerte.
No maldigáis las lluvias y la noche...
¡Regad la sombra!
(¿O he de volver mañana
a contar otra vez
los escalones de los sótanos?)
Tres segundos en la angustia son tres días,
tres días en la historia son tres siglos,
y tres siglos, un compás de danza solamente.
Al tercer día se romperá la cáscara del huevo,
abrirá su ventana la semilla
y se caerán las piedras de las tumbas.
¿Quién puso centinelas en los surcos?
Cristo es la Vida
y la vida, la Cruz.
El sudario de un dios
fue el pañal de los hombres.
Me envolvisteis en llanto cuando vine,
he seguido vistiéndome con llanto
y el llanto es ahora mi uniforme...
Mi uniforme y el tuyo
y el de todos los hombres de la tribu.
Cristo es ya la tribu.
Vamos sobre sus mismas lágrimas.
Por estas viejas aguas
navegaré en mi barca hasta llegar a Dios.
¡Terrible y negro es el camino!
(¡Y hay quien merca
con la tormenta,
con la sombra
y el miedo!)
NAVEGA
ARRODÍLLATE y reza.
No. Navega,
navega sobre tu llanto.
Marinero:
lágrimas,
lágrimas,
lágrimas,..
la nube... el río... el mar.
Que no me tejan pañuelos
sino velas.
Que no me consuele nadie,
que no me enjuguen el llanto,
que no me sequen el rio.
Lloro para que no se muera el mar,
mi padre el mar, el mar
que rompe en las dos playas,
en las dos puertas sin bisagras del mundo.
con el mismo sabor viejo y amargo
de mi llanto. Yo soy el mar.
Soy el navegante y el camino,
el barco y el agua...
y el último puerto de la ruta.
Y allá,
más allá del mar...
al final de mis lágrimas
está la isla que busca el navegante.
Dios contó con mis lágrimas desde la víspera del Génesis.
y ahí van corriendo, corriendo,
gritando
y aullando
desde el día primero de la vida, a la zaga del sol.
Luz...
cuando mis lágrimas te alcancen,
la función de mis ojos ya no será llorar
sino ver.
Canalizaremos nuestras lágrimas
y regaremos nuestra hacienda:
hemos llorado en el desierto.
Se acuñará la lágrima
como se acuña el oro.
Y un hombre sin llanto
será una bolsa vacía.
Pero todos tendremos para pagar la entrada.
Y en la gran fiesta del Juicio Final
nos sentaremos junto al Padre con el Arcángel,
como los héroes y como los santos.
Yo soy el hijo de mi carne, de mi predio,
de lo que da mi cuerpo: lágrimas.
El hombre es hijo de sus lágrimas. ..
y Dios no da nada de balde.
Todo se paga con sangre y con el sudor de la sangre,
¡con llanto, con llanto!
y se gana la Luz.. . como se gana el pan.
Hay una puerta que Dios no puede abrir
y un murallón que no puede tumbar.
Ahora soy yo quien tiene que descubrir salidas y horizontes,
y Dios no puede hacer más que esperar... ¡que esperarme!
SEGADOR ESFORZADO
Y ahora pregunto aquí: ¿quién es el último que habla,
el sepulturero o el Poeta?
¿He aprendido a decir: Belleza, Luz, Amor y Dios
para que me tapen la boca cuando muera,
con una paletada de tierra?
No.
He venido y estoy aquí,
me iré y volveré mil veces en el Viento
para crear mi gloria con mi llanto.
¡Eh, Muerte. . . escucha!
Yo soy el último que hablo:
el miedo y la ceguera de los hombres
han llenado de viento tu cráneo,
han henchido de orgullo tus huesos
y hasta el trono de un dios te han levantado.
Y eres necia y altiva
como un dictador totalitario.
Tiraste un día una gran línea negra
sobre el globo terráqueo;
te atrincheraste en los sepulcros y dijiste:
"Yo soy el límite de todo lo creado.
¡Atrás!
¡Atrás, seres humanos!...”
y no eres más que un segador,
un esforzado segador... un buen criado.
Tu guadaña no es un cetro
sino una herramienta de trabajo.
En el gran ciclo,
en el gran engranaje solar y planetario,
tú eres el que corta la espiga,
y yo ahora... el grano,
el grano de la espiga que cae
bajo tu esfuerzo necesario.
Necesario... no para tu orgullo
sino para ver cómo logramos
entre todos
un pan dorado y blanco.
Desde tu filo iré al molino.
En el molino me morderán las piedras de basalto,
como dos perros a un mendigo
hasta quitarme los harapos.
Perderé la piel, la forma
y la memoria de todo mi pasado.
Desde el molino iré a la artesa.
En la artesa me amasarán, sudando,
y sin piedad
unos robustos brazos.
Y un día
escribirán en los libros sagrados:
El segundo hombre fue de masa cruda
como el primero fue de barro.
Luego entraré en el horno... en el infierno.
Del fuego saldré hecho ya pan blanco
y habrá pan para todos.
Podréis partir y repartir mi cuerpo en miles y millones de pedazos...
podréis hacer entonces con el hombre
una hostia blanquísima.. . el pan ázimo
donde el Cristo se albergue.
Y otro día dirán en los libros sagrados:
El primer hombre
fue de barro,
el segundo de masa cruda
y el tercero de pan y luz.
…………………………………….Será un sábado
cuando se cumplan las grandes Escrituras...
Entre tanto,
a trabajar con humildad y sin bravatas,
Segador Esforzado.
EL SALTO
SOMOS como un caballo sin memoria,
somos como un caballo
que no se acuerda ya
de la última valla que ha saltado.
Venimos corriendo y corriendo
por una larga pista de siglos y de obstáculos.
De vez en vez, la muerte...
……………………………………….¡el salto!
y nadie sabe cuántas
veces hemos saltado
para llegar aquí, ni cuántas saltaremos todavía
para llegar a Dios que está sentado
al final de la carrera...
esperándonos.
Lloramos y corremos,
caemos y giramos,
vamos de tumbo en tumba
dando brincos y vueltas entre pañales y sudarios.
(Fin )
Pascual Lopez Sanchez- Administrador-Moderador
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- Mensaje n°120
Re: LEÓN FELIPE (1884-1968)
IMPOSIBLE POR MAYOR QUE PUEDA SER MI INTERÉS ESTAR EN TANTOS AUTORES.
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NETANYAHU ASESINO
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