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Otros poemas de Elvio Romero, pertenecientes a su obra Flechas en un arco tendido (1990):
ESO SOMOS
Eso somos: las flechas
en un arco tendido, la despreciable indiada;
las leñas que han de arder en los fogones
del blanco en La Misión, los hijos de la intemperie,
del vasto infierno de los desiertos,
definitivamente condenados.
Eso somos:
la sombra de lo que fuimos,
un ala destrozada en pleno vuelo
cubierta por la sombra del murciélago,
el habitante forestal, ahora
cazado en plena selva, los guerreros vencidos
definitivamente.
Eso somos: la estela
del salto del jaguar al infinito,
los más desamparados de la tierra;
calabazas vacías sin ecos ni semillas,
sustraídas de una fuerza brillante,
los golpeados, los tristes, los caídos
definitivamente.
Eso somos.
Definitivamente.
PIEL Y HUESO
Piel y hueso
seremos, quedaremos
con la piel cuarteada y desollada
como inservibles desechos.
Recorrerán los lagartos nuestro cuerpo,
mientras posamos la cabeza en los troncos,
careciendo del todo de alimentos;
va a amanecer y la lengua sigue seca,
y estamos tan inmóviles que pronto
recorrerán los lagartos nuestro cuerpo.
Piel y hueso,
como nuestros antepasados
que regresaron de las migraciones,
o que no regresaron, presos delespejismo
de la palmera azul, de los calientes tramos
de la Tierra-Sin-Males, con el sol en los ojos,
con el calor intolerable
que se derrite en las tardes.
Las silenciosas ánimas del campo
del camino cruzado, las ánimas perdidas
vendrán, las ánimas enterradas
en raíces ocultas, en los cántaros
que están bajo la tierra y nos esperan,
las silenciosas ánimas del campo.
Piel y hueso,
como nuestros antepasados.
MUTILACIÓN
El árbol del algarrobo,
será cortado.
Su tutelar ramaje,
será cortado.
Quedaremos sin pájaros,
sin su convite activo,
sin la arena quemando
rodeándola en su sitio,
sin las comunidades
que procuran su abrigo,
con la sequía grande
quemando el aire fino.
El árbol del algarrobo.
¡Qué se hará de nosotros
sin sus fragantes ramas,
sin su asiento de sombras,
sin chamán y sin danzas!
Le cortarán de cuajo,
con el filo del hacha,
dejándonos desnudos
sin su sombra sagrada,
bajo un calor de fuego,
de fuego y resolana,
sin los cielos cerrados
de hechicería y magia.
El árbol del algarrobo
caerá bajo el hacha.
Sus sombras tutelares
serán borradas.
ASEDIO AL TIGRE
¡Vamos a matar al Tigre,
al Tigre malo!
¡En el eclipse de la luna llena
lo mataremos!
Por donde nos quitaron la tierra,
acecha el Tigre;
si la alimaña de la peste avanza,
se acerca el Tigre;
cuando la plaga es de viruela negra,
resuella el Tigre;
cuando la boa al avestruz sorprende,
retoza el Tigre;
cuando todas las aguas se emponzoñan,
respira el Tigre.
¡Está en el matorral
su maleficio!
Y si llega la noche y trae fiebre,
si acaban las langostas con su siembra,
si la comunidad se desventura,
si la serpiente al colibrí sorprende,
si en el cielo las lluvias se agotaran,
si el mal avanza sobre la comarca
se acerca el Tigre.
¡Vamos a matar al Tigre
a la mañana!
¿para atraerlo tocaremos
la flauta larga!
¡Lo cazaremos cuando esté redonda
la luna blanca!
PRESAGIO
Nos dicen que desapareceremos,
que seremos borrados de la tierra,
que nos borrarán de la tierra.
Nos dicen que desapareceremos,
que nos llevarán los misioneros,
con otra lengua y otras oraciones,
vaciadas de trueno las tormentas,
navegando en silencio las piraguas,
y dirán que desapareceremos,
que seremos borrados de la tierra,
que nos borrarán de la tierra.
Eso dice: que habremos de entregarnos,
que el panal de la miel será olvidado
como las dulces hierbas aromáticas,
el humo y las pociones curativas;
que nos confundiremos los hermanos,
que las cinco palmeras que sustentan
el mundo han de arrancarse para siempre;
que el invierno saldrá de su escondida,
que el jaguar será el dueño de los bosques,
y que se dispersarán todas las tribus
como el polen de las plantas al viento.
Dicen que nos tapará la noche,
que llegamos a la última floración,
al primer rayo, a la primera lluvia,
al límite final de nuestros cantos;
que habremos de olvidar a nuestros dioses,
al iris que descansa en el relámpago,
que después se talarán los montes
sin el estorbo de los naturales.
Que nosotros habremos de entregarnos,
que nos llevarán los misioneros,
que seremos borrados de la tierra,
que nos borrarán de la tierra.
HABLEMOS DE LA TIERRA
(Paráfrasis del discurso del
líder Mascoy ante Juan Pablo II)
Aquí, nosotros,
los Nivalé, los Toba,
Maká, Guaná, Mascoy,
los Chiripá, los Lengua, Sanapaná,
los Pái-tavyterá,
los Angaité y Aché, los Guaraní Ñandeva,
los Ayoreos
y los otros pueblos, pueblos de ayer, testigos
de los ciclos lunares, del resollar del tigre,
de las plantas sagradas, olorosas,
de las aguas que fluyen por los valles;
que llegamos de lejos, de lugares distintos,
yo y mis hermanos,
expulsados de sus tierras por los blancos,
de su comunidad, de sus viejas costumbres,
le decimos:
-Ahora, Jefe Blanco,
hablemos de la tierra,
de lo que merecemos, Señor, de nuestra sombra errante
caminando entre espinas y zarzales,
decímos, le decimos ahora,
después de tanta carga de fatiga y despojos,
las naciones sufrientes del quebracho y la luna,
de las danzas rituales con su bastón de ritmo
y el mbaracá tonante,
le decimos:
están la aguada seca y amarillos los pastos,
y están los ojos áridos
de contemplar la espada de la saña y el odio
sobre nosotros,
y los tímpanos rotos de escuchar las promesas
que no se cumplen, que jamás se cumplieron, y ahora estamos
quí los Nivaklé, los Toba,
los Guaná, los Chiripá, los Lengua con los otros,
yo y mis hermanos,
los expulsados de la tierra por los blancos.
Le decimos ahora, Jefe Blanco,
que viene de ver la ostentación y el lujo,
las joyas y la pompa de los palacios de oro,
la vanidad y el orgullo inmerecidos,
que viene de ver
la riqueza y el brillo de los poderosos,
al pregonero falso y al altivo y al réprobo.
¿Y cómo adoraremos al Señor
(a su Señor), Jefe Blanco,
si nos abandonaron en las colinas,
si depredaron nuestros bosques,
si humillaron a nuestras mujeres,
si nos golpearon,
curtidos por el sol abrasante,
acaso lentos, indiferentes o entorpecidos,
si nos dejaron sin el lugar florido, florecido,
donde echar la osamenta y el cansancio?
Desolador es el tiempo
para nosotros, los oidores del tiempo,
los Ayoreos, los Aché, los Nivaklé, los Guaraní Ñandeva,
los unos y los otros, mis hermanos,
que con los ojos limpios divisamos
los girasoles de la madrugada,
que hacemos el amor con muchachas alegres y joviales
y lavamos las manos en la lluvia,
nosotros,
que si hallamos lo nuestro, nuestras tierras,
rescatando los frutos, nuestros frutos,
compartiremos nuestras tazas de miel,
las calabazas fragantes,
el perfume de las flores silvestres para siempre.
ELVIO ROMERO, Contra la vida quieta. Antología, Candaya, 2003.
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