POESÍA SOCIAL EN MÉXICO
ANTOLOGÍA DE POESÍA JALISCIENSE CONTEMPORÁNEA
AMADO AURELIO PÉREZ
Guadalajara, Jalisco, 27 de abril de 1954.
Libros de poemas: Espejo y abismo, Guadalajara, Saeta, 1988. En el viudo oscilar del trapecio, México, DF, Comermex, 1999.
(ENTREVISTA AL AUTOR EN HORA 24 - Diario de Jalisco-) ( Fuera de la Antología)
Una poesía sin cultura es “sembrar flores en el mar”: Amado Aurelio Pérez
Publicado el Lunes, julio 4, 2016
El arte ante el embate del neoliberalismo
Para el poeta tapatío, la actualidad de la poesía se puede circunscribir en la ausencia de una búsqueda, la cual debería resultar fundamental para todo escritor
Por JOSÉ ANTONIO NERI TELLO
Marcado por ideas anti capitalistas, el poeta Amado Aurelio Pérez desecha las dinámicas de consumo en las que se ve obligado el libro a insertarse para sobrevivir/Foto: Cortesía
Marcado por ideas anti capitalistas, el poeta Amado Aurelio Pérez desecha las dinámicas de consumo en las que se ve obligado el libro a insertarse para sobrevivir/Foto: Cortesía
Durante la década de los años ochenta y noventa, algunos de los escritores tenían una visión socialista de lo que debería ser el arte y, por consiguiente, la poesía. En esa época, por ejemplo, la afinidad con la liga 23 de septiembre hizo que Enrique Macías estuviera preso en el Penal de Oblatos. En los años ochenta, Amado Aurelio Pérez editaba la revista de poesía Tuguri, y era miembro activo de la comunidad literaria, cómo lo sigue siendo ahora. Ha publicado los libros Espejo y abismo (1988), En el viudo oscilar del trapecio (1999) y, junto con Rodrigo Ruiz Arias y Eduardo Razón, es autor de Tretriti. Actualmente es columnista de Milenio Jalisco.
Neri Tello: ¿Qué función tiene la poesía?
Amado Aurelio Pérez: Todas las manifestaciones artísticas cumplen con una función: decorar la vida. Hay quienes en función de decorar la vida, le añaden algunos valores. Cuando me formé en los años setenta, la literatura cumplía la función de rebeldía, pretendía instaurar un mundo nuevo, ese mundo nuevo estaba enlodado, entre otras muchas cosas, por un fenómeno social que se llamaba la guerra sucia, el México de 1968 aún no se asentaba y más que lodo era mierda. El lodo es la parte social que no ha podido desaparecer, la mierda la han tratado de limpiar con algo que se llama transición democrática. El que se haya roto la piedra no quiere decir que se haya encontrado el diamante, la poesía sigue sin tener una función específica porque no tenemos cultural, una poesía sin cultura es “sembrar flores en el mar”, para decirlo a manera de canción muy en boga de aquellos ayeres.
NT: ¿Cuándo hablamos de cultura, a qué nos estamos refiriendo exactamente?
AAP: Cuándo estamos hablando de cultura, estamos hablando de un acto performático que le permite al hombre apropiarse del entorno; de nada le sirve a un hombre saber manejar si no tiene un carro, de nada le sirve a la juventud haber aprendido a tocar el rock and roll si el mercado ya le impuso la necesidad de escuchar banda, de nada le va a servir a la juventud de la añeja ideología haber planteado la revolución como forma de cambiar un sistema de producción, si no tuvimos la conciencia de clase. Nosotros no fuimos obreros, desgraciadamente, reutilizamos las banderas de los obreros para apropiarnos de un producto que no producimos, es un valor agregado. El valor agregado únicamente se obtiene del trabajo. El arte se puede obtener del ocio que es un valor agregado, y nunca tuvimos la capacidad de pensar en los demás, siempre pensamos en satisfacer ese ego de ser los mejores poetas de mundo y nunca pensamos que ese mundo no necesitaba poetas, lo que necesitaba es una distribución justa de la riqueza. Y desde allí ni siquiera podemos replantear que es la modernidad; ahora nombramos de mil formas la búsqueda de esa repartición: modernidad, postmodernidad, neoliberalismo, postneoliberalismo, TLC. Lo que sucede es que llegamos a la etapa final de lo que llamamos neoliberalismo. Ya no hay que pretender generar un arte latinoamericano.
NT: ¿En este contexto, qué pasa con el lenguaje poético?
AAP: El lenguaje se ha desvalorado tanto que ahora encontramos a los jóvenes plagiando de manera constante sin siquiera saberlo, me tocó escuchar en este feria municipal a un poeta leyendo sobre los tomatitos muy contentitos porque serían jugo e iban a ser del fuerte, cuando el hombre que había creado ese jingle estaba en España recibiendo el premio Cervantes. El joven lo recitaba sin darse cuenta que se trataba de un Jingle comercial descontextualizado. Ahora la literatura pretende dar el aspecto lúdico y decir que no existen las musas, pero existe descolocaciones. Cómo no hay inspiración menciono las cosas descolocadas en un discurso narratológico, y lo que hago es crear la sorpresa, decir “yo te puedo engañar” pero la forma de pensar es un engaño. El arte no es un engaño total de Duchamp. El arte es encontrar la verdad del hombre, y no de todos los hombres sino de un solo hombre; el creador. Ese creador podrá comunicar a todos cuál es su angustia, pero no podrá salvar a nadie de su angustia personal. Ese es el verdadero fin de la poesía, salvar al hombre que se acerca a ello, y todo lo demás son artilugios. Puedo decir de memoria el famoso poema veinte de Neruda “Puedo escribir los versos más tristes esta noche” pero ella no está conmigo; el poeta no la está escribiendo, la está buscando y no la encuentra. Esa búsqueda constante es lo que hace el poeta, no el que pueda mirar los astros desde lejos, sino en la búsqueda, ¿Qué es la búsqueda? Es la forma de interiorizar en universos oníricos, en mi realidad económica. Cómo puedo salir a presumir que San Juan de Dios es Patrimonio de la Humanidad si me asaltan, es más importante, en Guadalajara, tener seguridad.
NT: ¿Qué tenían común los poetas de tu generación?
AAP: La guerra sucia. La generación después que surgió después de los conflictos de 1968, y que nacieron después de 1954, lo que tenían en común era la búsqueda de abrir un espacio donde la juventud por lo menos tuviera, la oportunidad de encontrar trabajo. Los factores productivos eran tres, Tierra-trabajo, Capital y Estado, y estaban monopolizados, entonces ¿que les quedó?, tratar de cambiar la estructura productiva, no la pudimos cambiar, pero nos quedamos con el discurso de “El pueblo unido jamás será vencido” y nos volvimos boleros, pero no de los que aplican grasa, sino que creíamos que las grandes multitudes iban a poder cambiar porque la democracia llegaría. No llegó la democracia, sigue siendo eso, una pantomima donde se vende y compra la voluntad, entonces lo que podemos hacer es comprar y vender, de acuerdo al mercado, la ideología del consumismo. Y en qué consiste esto; en hacer aparecer y desaparecer editoriales, en hacer que el Estado pague por la cultura que yo digo es la buena.
NT: ¿No era esto una cuestión idealista y al mismo tiempo inocente de la generación?
AAP: El idealismo es lo que mueve al mundo, pretender transformar el mundo con discursos era encontrar la riqueza, pero repartirla. Hoy lo que se ha hecho es individualizar esa riqueza, ahora es un “yo soy dueño de la mejor verdad”, “Yo soy dueño de la única verdad”, “Yo soy el único que sé qué es poesía”. Los poetas no buscan comunicar, sino vender un producto de desechables como quien va al supermercado y compra pañuelos. Si voy a llorar necesito un kleenex. Le llaman entrar en catarsis y utilizan los kleenex y una vez recogidas las lágrimas hacer desaparecer esos papelitos. Lo que sucede es que el arte, como forma de conservar valor, no ha penetrado de ninguna forma, por ejemplo en las escuelas preparatorias de Jalisco se haya transformado, lo que antes era literatura, en un nombre pomposísimo de Habilidades comunicativas. Las buenas tardes y buenos días siempre han existido, la comunicación es una habilidad efectivamente, el problema es que esas habilidades comunicativas deberían ser nominadas correctamente, habilidades para que los alumnos sigan las instrucciones que les da un profesor, punto.
NT: Regresando un poco a tu generación, que les tocó esta efervescencia del 68, son referentes, varios de ustedes se convirtieron en maestros.
AAP: Todos. Lo que sucedió en ese tiempo, y que aclara muy bien Gabriel Zaid, fue que cuando la literatura dejó de ser bien suntuario y se convirtió en servicio suplementario, la educación asumió que la mejor manera de contener la rebelión juvenil era tenerlos cinco años en la universidad. Ya recordarás aquel verso de Allen Ginsberg, “Yo he visto las mejores mentes de mi generación perderse en las universidades”. Lo mismo dice Ricardo Castillo en Pobrecito Señor X, lo mismo dice Jaime Reyes en Isla de raíz amarga, lo dice Enrique Macías en Perrunas furias. Lo que pretendía nuestra generación era instaurar un nuevo orden, para instaurar el nuevo orden había que romper, y el viejo orden nos venía de la familia. Había que destruir la familia porque era la unidad de producción más importante. Ahora con el neoliberalismo ya no es una unidad de producción, sino de supervivencia. Te tienes que aferrar a lo que te dejan y no a lo que mereces, en este país no hay repartición de la riqueza, la producción se hecho tan escasa que en Guadalajara ya casi no hay industrias. Ya nos invadieron con productos tan sofisticados como son las TIC, todo mundo tiene celular, todo mundo tiene la necesidad de computadora, la manera de vivir en este mundo es produciendo satisfactores intangibles. El Instituto Cultural Cabañas es Patrimonio de la Humanidad, pero tú no puedes entrar si no tienes sesenta pesos para pagar, y toda la vida has pagado impuestos para que eso no se caiga.
NT: ¿Si es de la Humanidad para qué cobran en el Cabañas?
AAP: Lo que pasa es que la humanidad también tiene dueño, que es el famosísimo Capital. El capital financiero está presente donde haya ganancias que extraer, y los únicos que la producen son los trabajadores. El trabajo es la única forma de tener plusvalía.
NT: ¿Qué escritores deberían leer los jóvenes para entender tu generación?
AAP: A nuestra generación nos marcó el libro Asamblea de Poetas Jóvenes de México, de Gabriel Zaid, En el libro se establece una constante, los poetas dejaron de ser aquellos bohemios trasnochados para convertirse en Licenciados en Letras y empezar a generar libros en editoriales marginales. Estas editoriales tuvieron su auge en ediciones que no penetraban a las librerías, desgraciadamente esto orilló a que las librerías desaparecieran, los supermercados son los encargados de desaparecer las formas de consumo cultural, lo hacen a través de la mercadotecnia, que anuncian que la mejor novela es Harry Potter, que no tiene nada que ver con ser una novela, pero que es tan intrascendente como lo es Mario Bross, lo que pasa es que cuando salió Mario Bross nos daba risa que brincara y ahora a los niños les da risa que vuele. Lo que sucede es que los sistemas educativos no están formando gente pensante, sino gente acrítica y por lo tanto, lo mejor que le puede a este mundo es aceptar las normas que impone el capital sin rechistar porque no tendrá la capacidad de reemplazar este orden con otro. De la generación de 1954 hay cuatro escritores que deben de ser leídos el primero es Jaime Reyes con el libro Isla de raíz amarga editado por Era, el segundo es David Huerta, el siguiente es Enrique Macías con el libro De perrunas furias y otros poemas editados por Editorial Casa del Mago, y por último El pobrecito señor X de Ricardo Castillo y editado por Luis Sandoval Godoy en su primera edición. Esos cuatro escritores importantes de la poesía nacional indudablemente
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