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Otros poemas de Vicente Medina:
De Aires murcianos (1896-1905):
LOS PAJARICOS SUELTOS
(A la memoria de mi querido
maestro de primeras letras
D. Miguel Medina.)
I
No mandes los nenes a la escuela
porque no la han abierto
y está, si es que el Señor no hace un milagro,
cerraïca pa tiempo…
Ha caído en la cama,
mu malico el maestro,
y es cosa de temer, por las señales,
que ya no se levante el probe viejo…
Una jaula vacía
páece la escuela con aquel silencio,
y por fuera corriendo los zagales,
una bandá de pajaricos sueltos.
II
Ya doblan las campanas…
ya arremató el maestro…
Mucha pena me da, porque era un hombre
de los pocos hay buenos…
muncha pena me da por los zagales…
¡No paro de pensar qué va a ser de ellos!
…..............................................
III
¡Traigo en el corazón una tristeza!…
De allá abajico vengo;
la escuela, como enantes, cerraïca
y con aquel silencio…
chillando alreörcico los zagales
y a sus anchas corriendo…
¡La jaulica vacía
y la bandá de pajaricos sueltos!
.........................................
.........................................
MURRIA
(A José García Vaso.)
¡De fïjo mi madre
las horas mortales llorando se pasa!...
Ya sabe la pobre
que naica en el mundo me salva,
que me encuentro malico del pecho,
que, día por día, las fuerzas me faltan,
que, lo mesmo que lus sïn aceite,
poquico a poquico mï vida se apaga...
Yo me píenso que el mal que me acora,
mäs bïen que en el pecho, lo llevo en el alma...
Por volver a mi tierra, tan sólo,
son töas mis ansias,
;y, de hallarme tan lejos, la murria
me corca y me mata.
.............................................
¡Llévate esa copa,
no me des más agua!...
Pa apagar la sequía que tengo
me tenías que dar una jarra
de aquellas tan limpias
que están colgaïcas debajo e las parras...
de aquellas tan frescas
¡que gotica a gotica tresmanan!...
¡Llévate esas flores,
que es muy fuerte su olor y me daña!...
Pa olorcico suave,
aquel que en la güerta de tóico se escapa;
de aquellos rosales, de aquellos claveles,
de aquellas alábegas,
de aquellos naranjos, de aquellos pomposos
jasmineros que visten las tapias...
¡Quítame esta ropa
que el cuerpo me abrasa!...
;Pa ropica aquella tan asolaïca...
aquella tan blanca
que alzaïca me tiene mi madre
en l'hondo del arca!...
.............................................
¡Qué dolor de caeza!..
¡Que se callen tos esos que cantan!...
¡Pa coplicas, aquellas tan dulces
y aquellas, a veces, también tan amargas!,
¡aquellas que páecen quejíos de pena!...
¡aquellas que páecen risicas del alma!...
.............................................
¡Me muero! ¡No tengo
ni gelepa siquiá de esperanza!
No es, con tóico y con ella, la pena
que más me acobarda,
que, al fin y al remate,
quien muere descansa...
Mi dolor es morirme tan lejos...
no ver mi barraca...
no ver a mi novia...
no ver mi guitarra...
¡no sentir el calor de los besos
que mi madre llorando me daba!
..............................................
Yo quisiá rnorirrne
bebiendo aquella agua...
Pué que aquellas coplicas tan dulces
de este sueño mortal me espertaran...
ipué que el olorcico de los azadares
me resucitara!
...............................................
Diles que me lleven... ;diles que me lleven,
anque llegue ya muerto a mi casa!
Que aquella ropica,
que en l'hondo del arca
alzaïca me tiene mi madre,
me la pongan, siquiá, de mortaja...
que me abrigue mi cuerpo mi tierra...
¡mi tierra del alma!
CANSERA
¿Pa qué quiés que vaya? Pa ver cuatro espigas
arroyás y pegás a la tierra;
pa ver los sarmientos ruines y mustios
y esnúas las cepas,
sin un grano d'uva
ni tampoco siquiá sombra de ella...
Pa ver el barranco,
pa ver la laëra,
sin una matuja... ¡Pa ver que se embisten,
de pelás, las peñas!...
Anda tú, si quieres,
que a mí no me quea
ni un soplo d'aliento
ni una onza de fuerza,
ni ganas de verme,
ni de que me mienten, siquiá, la cosecha....
Anda tú, si quieres, que yo pué que nunca
pise más la senda,
ni pué que la pase, si no es que entre cuatro,
ya muerto, me llevan...
Anda tú, si quieres…
No he d'ir, por mi gusto, si en crus me lo ruegas,
por esa sendica por ande se fueron,
pa no volver nunca, tantas cosas buenas...
esperanzas, quereres, suöres...
¡tó se fue por ella!
Por esa sendica se marchó aquel hijo
que murió en la guerra...
Por esa sendica se fue la alegría...
¡Por esa sendica vinieron las penas!...
No te canses, que no me remuevo;
anda tú, si quieres, y éjame que duerma,
¡a ver si es pa siempre!... ¡Si no me espertara!...
¡Tengo una cansera!...
EN LA ÑORA
Poquïcas comparanzas
hallara pa mi vida, como aquella:
Una ñorica hicieron los zagales
en el mesmo quijero de la cieca
y a un pajarito de esos,
alegría y encanto de la huerta,
a estilo de una mula
lo engancharon en ella
y, arreándole, hacían
al pobre animalico, darle vueltas.
Me daba compasión el pajarico
y me pareció la suya mi tristeza,
cautivo de los hombres y por ellos
candolío y sin fuerzas...
Me daba compasión... Mirando al pobre,
me imaginaba yo de qué manera
tan dulce cantaría el pajarico
libre entre los naranjos de la huerta...
Como el pájaro triste
me vide yo con pena,
forcejeändo par alzar el vuelo...
prisionero en cadenas...
¡Me vide yo mesmico, probe esclavo,
dando a la ñora de mi vida vueltas!
LA BARRACA
A la orillica del río,
y mirándose en el agua,
está como satisfecha
y orgullosa mi barraca...
A mí me entra pena, a veces
y digo al considerarla;
¡Cerca está del que la vida
la da, igualico que mata!
Entre álamos y cañares
y limoneros y parras:
con las paëres de atobas
abrigás con arcazabas
y con el techo de sisca
y con las puertas de caña,
agachá bajo una higuera
grande que töa la tapa
y acurrucá, ¡propiamente
páece un nío mi barraca!
La he revocäo de yeso
y está que la vista encanta:
tó lo que tiene de humilde
tiene de Iirnpïa y de blanca,
y mi mujer ha hecho de ella
una tacica de plata:
El cantarero reluce,
la cantarica tresmana
fresca y como un sol de limpia,
que abre de beber las ganas...
la espetera y la platera,
de emperejilás se saltan...
las sïllas y la mesïca
sin polvo y sin una mancha...
debajico del jarrero
sus macetas con alábegas...
iy, como un altar de ilesía,
en un laïco la cama
con sus encajes de nieve
y su cobertor de grana!...
Yo no envidio los palacios
que en las ciudades levantan,
que en ellos, con ser tan grandes,
el corazón se me aplana
y, en cambio, en mi barraquica,
que es tan pequeña, se ensancha...
Tomando el fresco en verano
a la sombrica e la parra;
tomando el sol en invierno
al amparo e la barraca,
con la concencia tranquila
¡qué a gasto las horas pasan!...
Tan hermosa está la huerta
que páece una moza maja,
y tan hermoso está el cielo,
que deja la huerta a zaga..,
A descansar del trabaja,
con el que mi pan se gana,
(que el pan que se come el pobre
siempre con sudor se amasa),
me siento junto a la puerta
y, cogiendo mi guitarra,
pienso que, pa mí, en el mundo
tó se encierra en mi barraca...
¡Ay de mí, si crece el río
y se lleva mi barraca!...
¡Ay de mí, si tu querer
se lo lleva una mudanza!...
EN LA CIECA
Con un zagalejo e grana
y con una almilla negra
y apargaticos en onde
sus piececicos enseña
más límpïos que las chinicas
que el río en la orilla deja,
Dolorïcas va por agua
al remanso de la cïeca...
Las manas en la centura
y el cántara a la cëza,
más encarná que una rosa
la he tropezao en la senda.
Siempre tié color su cara,
pero e1 color que ahora lleva
es la señal de un querer
que a Dolaricas marea,
y me páece va por algo
más que por agua a la cieca...
Un mozo recio de cuerpo
y con la cara morena,
vestío con zaragüelles,
chaleco e rosé y montera,
sentäo sobre la guierba,
tira chinicas al agua
desimulando que aceha
cómo viene Doloricas
y que aonde éi está se acerca...
Por un álamo caído,
que su tronco se atraviesa
sobre el corrental del agua
y como puente se presta,
hasta e1 otro 1äo cruzo
en onde tengo mis tierras
y, arreglando una almajara
que he puesto pegá a la cieca,
tapäo por los carrizos,
los juncos y las aneas
(como el mozo y la zagala
no ven que anguno se antera
y hablan descuidaos tan libres
de au querer), a mí me llega
lo que platican que, a veces,
con su dulzor se asemeja
al pío pío que tién
los pájaros en la güerta...
Él, con ojos que relumbran
mirándola con terneza;
-más roja que un ababol
y los ojos bajos, ella;
cá ves más arrimaïcos,
ca ves con trazas más tiernas,
con angunas palabricas
tan dulces y tan de cerca,
que no páece que se häblan
y sí páece que se besan,
pasan juntos una höra
que como un menuto cuentan
y, de mucho que se ïcen,
en mis oídos se quëan
estas cosas que pa l'alma
son siempre cosas tan güenas:
-"ïLo que has tardao, Dolorïcas!
-Es que es mu larga la senda.
-No sabes lo que padesco.
-Al que sufre, Díos lo premïa.
-Si mï premïo has de ser tú,
son pocas töas las penas.
-Ése es el cuento de tos,
pero adrento otra se quea.
-¡Adrento!... Adrento, bien sabes
que náïde más que tú reina...
.......................................
¡Ven!... asína ¡más junticos!...
¡Qué gusto verte tan cerca!...
¡Qué hermosa que tiés la cara!...
no cría toa la güerta
rosa con estos colores,
ni tan suavecica y fresca...
¡Y qué cuello! ¡Qué blancuras!
Páece que en el seno llevas
toïcos Ios azadares
que tus naranjicos echan...
¿Y tus ojos?... ¿Y tu boca?..
......................................
¿Que no quieres? ¡vamos!.. ¡deja!...
¿Que es pecäo?... ¡ni lo pienses!...
Dichoso el que se condena,
si es así...
........................................
... ¿Por qué suspiras?
¿A qué viene esa trísteza,
si sabes que he de cumplirte
po encima e tó mi promesa
y me casaré contigo,
tó lo más, pa la cosecha?
¡Así quiero que sonrías,
manojico e guierba güena!
-¡Qué palabricas que fiés!
¡Qué bien trebajas la tierra!
***
Lleno eI cantarico d´agua
y de ensueños la caëza
Doloricas va cantando
esta coopla por la senda.
Flores de mi naranjïco
tus palabricas no salgan...
¡de un naranjico que tengo
en el que la flor no cuaja!
.................................
Quïjero arriba va el mozo
por la orilla de la cieca
y este otro cantar también
salir de su pecha deja :
La palabra que te ha dao
o muero o se cumplirá,
que antes que faltare yo,
el río se güelve atrás.
.................................
Camïnico e mi barraca
yo también tomo la vuelta
y, pensando en Doloricas
y el mozo que la corteja,
me acuerdo de este cantar
en el que páece se mesclan
amargor de las retamas
y dulzor de las colmenas:
¡Vientecico de palabras
y palabricas de viento!
¡Palabricas que dan gusto '
y son lagrimicas luego!
..............................
LA NOVIA DEL SOLDAO
I
Lástima de zagalica,
la de la casa del Alto,
la zagalica cantora,
que era eI sentirla un encanto...
la de los ojos alegres,
¡que era una gloria el mirarlos!...
De aquella alegría hermosa
ni sombrica le ha quedäo
¡ahilaïca por la pena,
pasa el día suspirando!...
La guerra tiene 1a culpa:
la guerra que le ha robäo
aquel mozo que le echaba
músicas con su guitarro;
aquel que töas las noches,
en el poyo y a su Iäo,
l'icía cosicas dulces
al oïdo, platicando...
Solo alguna ves que tiene
carta del pobre soldao,
se consuela la zagala
y, por entre las naranjos,
se oye esta caplica triste,
en un tonico tan bajo
que más páece que la llora
que no que 1a está cantando:
Ojos que te vieron ir
por aquellos olivares,
¡cuándo te verán volver
para alivio de mis males!!
II
¡Lástima de zagalïca!
Ya no suspïran sus labios,
ya na llora... ¡ya pa sïempre
sus ojos están cerräos!...
¡Qué rebonica hasta muerta!...
¡coma un ángel se ha quedäo!
Cubierta está de azadares
en un ataulico blanco,
y la mortaja más blanca
que la nieve en los picachos...
blanca la cabecerïca
en ande la han acostäo
¡y blancas como azucenas
tambïén la cara y las manos!...
Florecïca a medio abrir,
que el aire tronchó del tallo...
pajarïco que a la huerta
ya no alegrará su canto...
¡lástima de zagalica,
la de la casa del Alto!
¡Sus ojos ya no verán
volver al pobre soldao!...
Aquel mozo que le echaba
músicas con su guitarro...
¡aquel que töas las noches,
en el poyo y a su läo,
l'ïcía cosicas dulces
al oído platicando!
TATE QUIETECICA
¿Nena, tiës azogue? ¡Ni que los demonios
tuvïás en el cuerpo?... ¡Qué crïäturica!...
¡Miá que no has de estarte ni un menuto quieta!...
¡Miá que es una brega tóico el santo dïa!...
Que corro, que salto, que rompo la escoba,
que vuelco la zafa, que pïso las sillas,
que el perro, que el gato,
que si las pollicos, que si las gallinas...
;Nï que juás de yerro!...
¡Válgame, hija mía!...
Te la pïdo por tóïcos los santos:
no seas ansina;
tate en un laïco, no me dés más guerra,
¡tate quietecica!...
¿No ves que no quiero, zagala, ponerte
las manos encïma?
ano vés que no quiero
pegarte, alma mía?
¡A ver sï eres buena y una ves, al cabo,
te veo tranquïla!
........................................
........................................
La nena se ha muerto... ya no da mas guerra...
ya... ¡tan quietecica!
LA SEQUÍA
Ni que a Dios se lo pidas,
nï por más que suspires ni que ruegues;
tómalo con pacencia y no te canses
que, ya lo vés, no llueve
ni una gotica de agua, tan siquiera,
que tanto mal consuele.
¡Páece que ya en el cielo,
al igual que en los hombres que no sienten
las penas de los pobres,
nï el brïllo de una lagrima se advierte.
Y, si no quiés venirte de vacío,
no vayas a la fuente,
que tié la sierra las entrañas secas
lo mesuro que las tién angunas gentes...
De tóico, lo mejor es que no salgas,
por mas que te esesperes,
que de tós los dolores
es el peor mil veces,
el ver tó el mal que la sequîa ha hëcho
iel ver tanta miseria y tanta muerte!...
Los campos, asoläos...
las tïerras, traspíllas sin que les entre
la punta del aräo, ni que en ellas
agarre ni un granico de simiente...
las matas, retorcías
y los árboles, muertos... ¡náica verde!...
sin pastos y sin charcas ande beban,
los ganäos... ¡muriêndose las reses!...
Los caminos, con una vara e polvo
ande se hunden los carros dista el eje
y se arrastran las mulas carleändo
y, abrasäos y ahogándose, se meten
los pobres carreteros que respiran
la terruza caliente...
¡Tó perdío!... ¡Perdío de remate,
sin que Dios lo remedie!...
Te pués esengañar, que náica alantas:
no suspires, ni ruegues;
y, si no guiés venirte de vacío,
ya lo sabes, no vayas a la fuente,
¡que tié la sierra las entrañas secas
la mesmo que las tién angunas gentes!
Y LA NENA, ¡AL BRAZAL!
La boca me duele de estarle dicïendo:
-No quiero que vayas, nenïca, al brazal...
no quiero que vayas, porque a ver a Paco
sé nena, que vas...
ino quiero que vayas!...
¡miá que ni chispïca de gusta me da!...
Y no es que se diga
que es mala el zagal,
no es que yo me piense
que no te querrá...
pero es ligerico de cascos y páece
que le gusta beber y jugar...
¡Miá que ni chispïca
de gusto me da...
¡no quiero que vayas,
nenica, al brazal!-
¡¿Ella hacerme caso?!
Como el que una lumbre
quisiera apagar
y fuera, eI reñirle, leña que se echara
pa encenderla más...
"Anda ves, nenica", páece que entendía
y, a tóicas las horas, ¡la nena, al brazal!
Ni con palabricas ni can malos tratas
se alantaba ná:
-Miá, nena, que Paco no anda muy erecho
ni páece formal...
miá que es un enrea
que le gusta vivïr y triunfar...
miá que sus pasicos
no son bueno ya...
Pues como decirle que Paco era un ángel..,
palabras perdías... ¡la nena, al brazal!
-ïPor Dios, hija mía, ten concimïento!
Procurando estás
que no te consienta
salir al portaï,
que te encierre en el cuarto y te amarre
y que, aunque me duela, te llegue a pegar...
¡Ni por esas!... ¡ni chispa de caso!
¡Nï que del demonio se hallara tentá!
De día y de noche
¡la nena, al brazal!
....................................
Ahöra. resulta que Paco quería
divertirse con ella, na más...
que ya, con la nena, ni a buenas ni a malàs
se quiere casar...
Con tóico y con ello y a tóicas las horas,
ila nena, al brazal!
Última edición por Pedro Casas Serra el Jue 06 Abr 2023, 13:45, editado 2 veces
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» ALICE RUIZ (1946-
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» TANUSSI CARDOSO (1946-
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