SOBRE LA ROSA...

Enrique Menéndez Pelayo...Hermano de Marcelino, mira que sorpresa me llevé al verlo en este inmenso jardín de rosas.
Gracias, Pascual.

PUES SÍ. YO TAMBIÉN ME LLEVÉ UNA SORPRESA, PORQUE DESCONOCÍA EL HECHO.

GRACIAS, LLUVIA, POR TU PRESENCIA.

SOBRE LA ROSA... ( J. Pérez de Guzmán y Gallo)

TOMO II. SIGLO XIX.

203. PAZ DE BORBÓN Y BORBÓN. WIKIPEDIA

María de la Paz de Borbón y Borbón (Madrid, 23 de junio de 1862-Múnich, 4 de diciembre de 1946),1​ más conocida como Paz de Borbón,2​ fue una infanta de España por nacimiento y princesa de Baviera por su matrimonio con su primo, el príncipe Luis Fernando de Baviera. Era hija de la reina Isabel II de España y hermana del rey Alfonso XII de España.

Biografía
Primeros años y exilio
Nació a las 05:10 p.m. en el Palacio Real de Madrid y fue hija de la reina Isabel II de España y de su esposo, Francisco de Asís de Borbón,3​4​ aunque se atribuye su verdadera paternidad al político y escritor Miguel Tenorio de Castilla. A pesar de no estar comprobada la relación filial, lo cierto es que Tenorio de Castilla pasó los últimos veintiséis años de su vida en el Palacio de Nymphenburg, residencia de la infanta en Baviera, y al fallecer la declaró su heredera universal.

Al día siguiente de su nacimiento, la infanta fue bautizada en el Palacio Real por el arzobispo de Toledo, Cirilo de Alameda y Brea. El motivo de un bautismo tan apresurado se debió a la alta probabilidad de que la infanta falleciera prematuramente, como ya había sucedido con otros tres hijos de la reina. Sus padrinos fueron el príncipe Adalberto de Baviera y la infanta Amalia de Borbón, sus tíos representados por el padre de esta última, el infante Francisco de Paula.5​

En 1868, cuando tenía seis años, su familia se vio forzada a abandonar España por la llamada Revolución Gloriosa, que destronó a Isabel II. Cuando se produjo el estallido, la familia real se encontraba pasando sus vacaciones de verano en San Sebastián, desde donde tuvo que cruzar la frontera hispano-francesa dos días después de la derrota del ejército realista en Alcolea. En el exilio en Francia, la reina se estableció en París con sus hijos mientras el rey consorte decidió seguir una vida separada en Épinay. La infanta creció en el Palacio de Castilla y fue educada junto a sus hermanas, María del Pilar y Eulalia, en el colegio del Sagrado Corazón de París. Recibió su primera comunión en Roma de parte del papa Pío IX.

Restauración
En 1874, el general Martínez Campos proclamó en Sagunto a Alfonso XII, restaurando así la monarquía borbónica. Tres años después, la reina y sus hijas regresaron a España, instalándose primero en El Escorial y luego en el Alcázar de Sevilla. Cuando su madre hizo de París su residencia permanente por presión del gobierno, Paz y sus hermanas se trasladaron al Palacio Real de Madrid, residencia oficial del rey.

En 1879, Paz quedó profundamente afectada tras la repentina muerte por meningitis tuberculosa de su más cercana hermana, la infanta Pilar, durante unas vacaciones estivales en Escoriaza.

Matrimonio

Para la primavera de 1880, ya existían planes para el compromiso de la infanta con su primo hermano, Luis Fernando de Baviera. El príncipe era hijo de su tía y madrina, la infanta Amalia de Borbón, y había sido compañero de Alfonso XII en Múnich. La infanta Amalia albergaba la idea de casar a su sobrina, una infanta de España, con su hijo, un príncipe de Baviera, como lo había hecho ella y para ello escribió a su hermano, Francisco de Asís y a su cuñada, la ex reina, quienes aceptaron el proyecto.

Ese mismo año, Alfonso XII invitó a Madrid a su primo para que conociera a la infanta. El 5 de junio, Paz escribía en su diario:

La tía Amalia de Baviera (viuda del príncipe Adalberto) está en París con sus hijos, Luis y Alfonso, y su hija mayor, Isabel. Luis quiere absolutamente conocerme, porque le ha gustado mi retrato. Mi hermano los ha convidado a todos a Madrid. Los dos hermanos vendrán en otoño. He oído hablar muy bien de Luis. Dicen que es serio y amable. Probablemente me creerá por el retrato mejor de lo que soy en realidad. Dejo todo en manos de Dios...
Cuando la infanta llegó a conocer al príncipe, en el otoño de 1880, quedó con tan mala impresión sobre él que abandonó la idea del compromiso. Sin embargo, en 1883, cuando el príncipe regresó a España para pedir la mano de la infanta una vez más, esta aceptó, anunciándose oficialmente el compromiso el 23 de enero.

La boda tuvo lugar el 2 de abril de 1883 en la capilla del Palacio Real de Madrid, siendo sus padrinos los reyes Alfonso XII y María Cristina de Habsburgo-Lorena. A la ceremonia asistió la mayoría de los miembros de la familia real, incluyendo a Isabel II, excepto su padre, quien permanecía retirado en Épinay. Por el acuerdo matrimonial firmado un día antes, la infanta conservó sus derechos sucesorios al trono de San Fernando y recibiría una asignación anual de 150.000 pesetas.

Tras una visita a su padre en París, la infanta y el príncipe se trasladaron a Múnich, instalándose en el palacio de Nymphenburg.

Vida en Baviera

En Baviera, la infanta se dedicó a trabajos de caridad y al desarrollo de la educación escolar. Colaboró en la ampliación del asilo de niños pobres St. Marien-Ludwig-Ferdinand, en Neuhausen, cerca de Nymphenburg, y fundó junto al capuchino Cipriano la Legión Infantil. En 1913 fundó en los terrenos del palacio de Nynphemburg un Pedagogium dedicado a albergar a estudiantes españoles sin recursos y que fue disuelto tras la revolución de 1918. Por sus servicios en la creación del Pedagogium español, Alfonso XIII le concedió la gran cruz de la Orden Civil en 1914.
Durante sus estancias en España, alternó entre el Palacio Real, el palacete de los duques de Riánsares (Tarancón) y su finca en Saelices (Cuenca).

Después de la caída de la monarquía bávara en 1918, a Paz y su familia se les permitió seguir residiendo en un ala del palacio de Nymphenburg; sin embargo, ese mismo año se trasladaron a un piso en la Odeonsplatz de Múnich. La economía de la familia se sostuvo con los ingresos de la lista civil española, provenientes de su posición de infanta de España.

Últimos años
A la llegada del nazismo al poder en 1933, su familia fue puesta bajo una estricta vigilancia. La Gestapo le prohibió mantener correspondencia con España, salvo excepciones como su sobrino, el ya exiliado Alfonso XIII. Al fin de la Segunda Guerra Mundial, el Ejército de los Estados Unidos ocupó Múnich. Varios soldados asaltaron a la infanta y su esposo, como lo narró en sus memorias el príncipe Constantino de Baviera:

Les amenazaban con un revólver gritando: ‘¡Venga, las joyas!’. Mi abuela Paz les entregó un joyero con las alhajas heredadas de su madre, Isabel II, que habían podido salvarse. Los norteamericanos, para probar la autenticidad del botín, rascaron las piedras preciosas contra el cristal de una ventana. Luego se enfurecieron: ‘¡No quedan señales; es todo falso!’ Mi abuela, con voz tranquila, respondió en inglés: ‘Qué curioso, siempre creí que las joyas de mi madre eran auténticas’.

A principios de 1946, la infanta sufrió una caída por escaleras en el palacio de Nymphenburg. El accidente la dejó postrada por varios meses hasta que falleció el 4 de diciembre de ese mismo año. Uno de los anarquistas españoles a los que la infanta socorrió en Baviera tras la guerra civil escribió:

Paz agonizó el 3 de diciembre de 1946, a las 5.45 de la mañana. Ese día lo recuerdo como el más amargo y triste de mi vida, consciente de que con el cerebro y el corazón de Paz habíamos perdido no sólo a la persona más profundamente amada por todos nosotros, sino también todas nuestras esperanzas por una reconciliación pacífica y fraternal entre las dos Españas.
Sus restos fueron inhumados el 7 de diciembre en la cripta de los Wittlesbach en la Iglesia de San Miguel de Múnich.

Descendencia
La infanta María de la Paz y Luis Fernando de Baviera tuvieron tres hijos:1​

Fernando María (1884-1958), infante de España. Contrajo matrimonio con su prima, la infanta María Teresa de Borbón, hija de Alfonso XII.
Adalberto Alfonso (1886-1970), príncipe de Baviera. Casado con la condesa Augusta de Seefried en Buttenheim,6​ y con sucesión. Embajador de la República Federal de Alemania en España.
María del Pilar (1891-1987), princesa de Baviera. Murió soltera y sin sucesión.

Cuatro revoluciones e intermedios. 1935.
Roma Eterna. Múnich, 1922.
Aus meine Leben, Erinnerungen von Prizessin Ludwig Ferninand von Bayern (De mi vida. Memorias de la princesa Luis Fernando de Baviera). Múnich, 1917.
De mi vida. Impresiones. Salamanca, 1911.
Buscando las huellas de Don Quijote. Freiburg, 1905.
Poesías. Freiburg, 1904.
Emmanuela Theresa von Order St. Clara, tochter des Kursfürsten Max Emanuel von Bayern 1669-1750 (Manuela Teresa de la Orden de Santa Clara, hija del elector Maximiliano Manuel de Baviera 1669-1750). Múnich, 1902.
Además, la infanta tradujo al español las obras históricas de su hijo, el príncipe Adalberto, y fue una asidua colaboradora de ABC.

Títulos, tratamientos y distinciones
Títulos y tratamientos
España
23 de junio de 1862-2 de abril de 1883: Su Alteza Real la Serenísima Señora Infanta Doña María de la Paz de España.
2 de abril de 1883-4 de diciembre de 1946: Su Alteza Real la Serenísima Señora Princesa Doña María de la Paz de Baviera, infanta de España.
Baviera
2 de abril de 1883-4 de diciembre de 1946: Su Alteza Real la señora princesa Luis Fernando de Baviera.
En alemán: Ihre Königliche Hoheit die Frau Prinzessin Ludwig Ferdinand von Bayern.

Distinciones honoríficas
26 de junio de 1862: Dama de la Orden de las Damas Nobles de la Reina María Luisa (Reino de España).
Dama de honor de la Orden de Teresa7​ (Bandera de Reino de Baviera Reino de Baviera).
Dama de la Orden de Santa Isabel7​ (Reino de Baviera).
Dama de primera clase de la Orden de la Cruz Estrellada. (Bandera de Imperio austrohúngaro Imperio austrohúngaro).

SOBRE LA ROSA... ( J. Pérez de Guzmán y Gallo)

TOMO II. SIGLO XIX.

203. PAZ DE BORBÓN Y BORBÓN.

ALMAS Y FLORES. (Estrofas)

Hay en la tierra flores sin espinas;
Su hechizo no es mayor:
Solamente el aroma hace divinas
Las galas de la fior.
También, aunque parezca un imposible,
Hay almas sin dolor:
No busques en su vida indefinible
Ni el odio ni el amor .
Espinas tienen las fragantes rosas,
y es grande su esplendor:
Las almas aparecen más hermosas
Con llanto y con dolor.


Poesías de PAZ DE BORBÓN: Madrid, por los sucesores de Riva-
deneyra, 1863 . -Pág. I3.-EI colector de esta Antologíalogla posee el
núm . 95 de tan preciosas Poesías , munífico don debido á la bondad
de S. M. el Rey D. Alfoaso XII, el malogrado, de inolvidable me-
moría

SOBRE LA ROSA... ( J. Pérez de Guzmán y Gallo)

TOMO II. SIGLO XIX.

204. DOÑA BLANCA DE LOS RÍOS .

DOÑA BLANCA DE LOS Rios nació en Sevilla hacia 1863, y es
hija del Arquitecto y hombre de Letras D. Demetrio de los
Rios . Participa desde los primeros años de la pubertad de
todos los exquisitismos de la belleza, la educación y el talento.
Fué poeta desde que despertó á la vida, trayendo por abolengo
una gran alma de artista. El carácter de sus versos es la
extremada cultura que posee, abrillantada con la dulce
sensibilidad del sexo y los arrebatos soñadores del espíritu : así
se distingue entre las primeras en la patria adoptiva de Cecilia
Bolh de Fiiber, de Antonia Diaz de Lamarque y de Concepción
de Estevarena. El primer tomo de sus Poesías es un bello
juguete de las musas. El poeta D. José Velarde le ha escrito
un prólogo , un himno . Ha aspirado á los laureles académicos,
y por un estudio sobre Tirso de Malina la Real Española le ha
discernido una mención honorífica.

SOBRE LA ROSA... ( J. Pérez de Guzmán y Gallo)

TOMO II. SIGLO XIX.

204. DOÑA BLANCA DE LOS RÍOS.

SIEGA DE ROSAS.

FRAGMENTO INÉDITO.

El dueño de la huerta de Almanzores
Era, en concepto de la gente lista
Que en Alcalá lo pregonaba á coro,
Un perro hereje que aprendió de un moro
La dillbólica magia, nunca vista,
De convertir en oro,
Si no la luz; la esencia de las flores;
Piedra filosofal que un alquimista
Le envidiará á John Clark el perfumista .
Era la huerta un naranjal inmenso,
Que cortaban do quier prados de flores,
Mosáicos de vivísimos colores,
Incrustados de acequias y marjales,
Que brillaban cual redes de cristales
Sobre el verde tapiz rico y extenso.
C.ual guardia de genízaros armados
De luengas y dentadas cimitarras,
Custodiaban los cactus los vallados,
y abrojos y zarzales erizados
De lazos y de redes y de garras
Trocaban en reductos los cercados.
Mas si aquellas legiones vegetales
Que armó naturaleza previsora
Para salvar las flores virginales
De toda tentativa destructora,.
Libraba á tal edén del rudo asalto
De las mozas, los hombres, los chicuelos,
De los cerdos, las vacas, los pollinos,
Que sin cesar cruzaban los caminos,
No eran bastantes á cortar los VUelos
De otras turbas que entraban por lo alto .
. y cual viejos y expe rtos industriales,
Del perfumista acérrimos rivales,
Sordas á sus denuestos y á sus quejas,
Acudían á hartarse las abejas,
Vampiros implacables de las fiores,
A quienes dió el Creador la primacía
En chuparles la sangre y los colores.
y cual genios del aire soñadores,
Alegres, inconstantes, voluptuosas,
Antes que aquel Atila de las rosas
Mandara fiero en hecatombe impía
Segar tanta hermosura y lozanía,
Llegaban con afán las madposas
A libar en sus cálices amores.
¡Ay! todos á la fior eran hostiles:
Así las mudas turbas de reptiles
Que insidiosos y torpes se arrastraban
Dejando por do quier sus huellas viles,
Cual los insectos que zumbando á coro
Batían de la luz las ondas de oro
Con sus a1i11as de cristal sutiles.
y más que todos 1a ambición tirana,
Monstruo avaro que todo 10 devora,
y hace una industria de la fior lozana,
Como hizo un trato de la raza humana,
Cual fundiera los rayos de la aurora.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

CONT.

SOBRE LA ROSA... ( J. Pérez de Guzmán y Gallo)

TOMO II. SIGLO XIX.

204. DOÑA BLANCA DE LOS RÍOS.

SIEGA DE ROSAS.

FRAGMENTO INÉDITO.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

La industria que, inspirada por la idea,
Es nivel y crisol, fragua y ariete,
Que iguala y funde, que derrumba y crea,
Es vara de virtud maravillosa
Que á eternas metamórfosis somete
A la dócil materia prodigiosa.
La industria humana, al par hada y vampiro,
Que en la horrible Babel de los talleres
Aprisiona á la libre inteligencia,
Atrofia de los hombres la conciencia,
Empaña la pureza en las mujeres
y en los niños agosta la inocencia;
La que roba á la infancia sus colores,
' Roba también la sangre .de las flores.
La savia que en los pétalos gentiles
Por venas sonrosadas y sutiles
Como sangre aromática circula,
La suave esencia que tan s610 emula
El soplo de la hermosa enamorada,
Será por férreas prensas exprimida,
y en qUímicas retortas destilada
y en vidrios y oropeles encerrada,
Después de adulterada,
Cual la inocencia y la virtud vendida.
¿Pero en qué vaso de oro repujado,
En qué frasco de perlas tachonado,
En qué rico esenciero más hermosa
Su puro aroma espaciará la rosa
Que dentro de su cáliz entornado?
¿Qué tíbor japonés, qué ánfora griega
Por las manos de Fidias cincelada,
Qué copa de Cellini circundada
Por deslumbrantes perlas de Basara,
Qué primores de rica orfebrería
Compiten con la flor, joya de un día,
Que Dios esculpe y que la luz colora?
¡Yesos débiles cálices nacidos
Al beso de la luz fecundadora,
Yesos trémulos pétalos teñidos
Con los mismos colores de la aurora,
Son sin piedad segados y abatidos
Por mano de la industria dictadora!
¡Y es ¡ay! la juventud, y es la hermosura,
Lozana flor también, que vive un día;
La que impasible y ciega en su alegría,
Como la muerte indiferente y dura,
Troncha tanta beldad y gallardía,
Siega tanto verdor y galanura!
¡Cuadro sin par de clásica belleza!
¡Sólo en Andalucía, '
Tierra de la ilusión y del idilio,
Pudiera ver el sol del Mediodía
La escena aquélla, digna de Virgilio,
Un coro de muchachas bulliciosas,
En medio de un Edén, segando rosas!
¡Rubens; que de rapaces y de flores
Formó su bacanal de los amores;
Rubens tan bello asunto envidiaría
Para pintar de abril la alegoría!

Madrid 1889.

SOBRE LA ROSA... ( J. Pérez de Guzmán y Gallo)

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205. ROSA DE EGUILAZ Y RENARD. WIKIPEDIA

Rosa de Eguílaz y Renart (Madrid, 11 de octubre de 18641​ - ¿?2​), dramaturga y periodista española, hija del también dramaturgo Luis de Eguílaz.1​2​

Huérfana de Luis Eguílaz, contando solamente once años de edad, presentó en la Exposición de 1876 un Retrato de su señor padre y Una cantora del siglo XV (al óleo).3​ Perteneció a la Sección Femenina de la Unión Iberoamericana y colaboró en revistas como El Mundo de los Niños y La Edad Feliz. Se conocen dos obras suyas estrenadas en el Teatro de la Comedia de Madrid: Después de Dios, 1889,3​ y Mujer famosa, 1891,4​ un drama de corte ibseniano alrededor de los problemas que causa a una mujer que utiliza un pseudónimo masculino el éxito como escritora

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TOMO II. SIGLO XIX.

205. ROSA DE EGUILAZ Y RENARD.

AMANTE Y TIRANO.

I.

Erguida sobre el tallo
Graciosa se levanta
Una encendida rosa
Al despuntar del alba.
Al sol que la marchita
Espera embelesada,
Mientras desesperado
Sobre ella vierte lágrimas
El más gentil lucero
Que el puro azul esmalta;
Cuyo llanto refresca
El seno de la ingrata,
y aumenta los hechizos
Que avivan su esperanza.

ll .

El sol brilla en Oriente,
Que al desdeñado espanta,
y su guedeja de oro
Deja á la flor extática.
A cada rayo nuevo
Que sin cesar la abrasa,
Más el aroma esparce
Que antes guardó se avara;
y al trasmontar del astro,
Su cerviz calcinada
Hacia la tierra inclina;
Sus hojas se desgajan,
Que un vespertino soplo
Jugando desparrama.

lII

Cuando esta historia
Tan peregrina,
Por recrear las,
Conté á unas niñas,
De ¡todas! ¡todas!
Grandes y chicas,
Escuché atónita
Las frases mismas:
((Quiero marido
Como el lucero,
De amor constante
y de amor lento;
Que amor de un día,
y amor de fuego,
y amor que mata ...
¡Yo no lo quierol.

Mayo de 1890

SOBRE LA ROSA... ( J. Pérez de Guzmán y Gallo)

TOMO II. SIGLO XIX.

206. D. ALFONSO ORTIZ DE HUIDOBRO.

D. ALPONSO ORTIZ DE HUIOBRO (Tadeo Zortrelli) nació en
Valladolid en 1865 de padres santanderinos. Las aulas de la
ciudad natal nutrieron su inteligencia de esmerada educa-
ción literaria y científica y le alcanzaron los títulos de la Li-
cenciatura en ambos Derechos civil y canónico. Poeta nació, y
el estudio le ha hecho además correcto y elegante prosista y
fino crítico de bellas artes. Han sido notables en este género
unos articulos publicados el verano último (1889) en El At-
lántico, de Santander, sobre estética y crítica, á propósito de
los pintores montañeses. Desde las aulas, de donde ha salido
recientemente, ha sacado conquistada su reputación. «Posee
una imaginación entusiasta y viva: transmite á los frutos de su
ingenio su gusto exquisito y su fina inteligencia del arte: así
cuando escribe, pinta, y la naturaleza y el sentimiento salen
de su pluma con las formas más acabadas y la elocución más
perfecta y elegante.» (AMÓS ESCALANTE.)

SOBRE LA ROSA... ( J. Pérez de Guzmán y Gallo)

TOMO II. SIGLO XIX.

206. D. ALFONSO ORTIZ DE HUIDOBRO.

LA ROSA.


En el cielo de Oriente alborecía,
y orilla de la mar que á Chipre baña,
Mansa el agua lamía
La rubia ar ena con sus ondas breves,
y sus cristales leves
En espumas de plata deshacía.
Nada la paz altera
En la fresca ribera;
Ni más ruido que aquel blando acent ()
Del rumoroso bosque, donde el viento,
Plegada el ala de volar rendida,
Reposa en dulce sueño, á que convida
De la hojosa arboleda entre el murmullo .
De la serena mar el m anso arrullo .
De la menuda arena
Sobre el mullido lecho reclinada,
A otro cuidado ajena,
La diosa del Amor, Ven-us ciprina,
Contempla ésta amorosa y extasiada
A su hijo el cieguezuelo dios alado,
Que afila en una concha peregrina
El hierro de su dardo emponzoñado .
El cuerpo de la diosa
Resplandece de gracia y hermosura,
Con luz esplendorosa,
Como rosada aurora de ventura .
Sobre su frente pura
Como nevada cumbre,
Donde refl eja el sol muri ente lumbre ,
Brilla el rubio cabello,
Que cae en crespas ondas abundoso
Por el airoso cuello,
Sobre la blanca espalda y seno hermoso :
Parece el muslo bello
Columna de albo mármol cincelada
Con azuladas venas veteado,
y el leve pie rosado
Menuda y linda concha nacarada;
Su brazo torneado
Brilla de virgen nieve con desdoro;
Sus manos de azucena
Hacen saltar la arena
Cual sueltos granos de luciente oro.
Por ver tanta belleza
El firmamento azul su frente inclina;
Rompe su cárcel de cristal la ondina,
y asoma la cabeza;
Con brava gentileza
La driada peregrina
Abandona del bosque la espesura;
La náyade murmura
y deja el claro arroyo donde mora;
Mientras allá en la altura
Detiene el paso la rosada aurora,
Que claras perlas sobre el campo llora.

CONT.

SOBRE LA ROSA... ( J. Pérez de Guzmán y Gallo)

TOMO II. SIGLO XIX.

206. D. ALFONSO ORTIZ DE HUIDOBRO.

LA ROSA. CONT.

En tanto el dios alado,
En la playa sentado,
Una á una las flechas de su aljaba
Afanoso aguzaba
Atento nada más que á su tarea;
y Venus Citerea
En mirarle tan bello se gozaba,
y de amor maternal su pecho henchido,
-Que en los ojos llamea,
Los bellos brazos con ternura tiende
Amorosa á Cupido,
y en dulcísimo abraz.o en ellos prende.
El tierno dios pretende
Con furor infantil romper los lazos
Que Venus forma con sus blancos brazo
y ~ecata su rostro de oro y rosa
Donde quiere la diosa,
Con su boca de nardos y claveles,
De un beso de su amor dejar las mieles.
Sus esfuerzos son vanos,
Que airado se revuelve en furia lleno
Con la aguda saeta entre sus manos;
y de su madre en el purpúreo seno
Palpitante de amor, con parricida
y despiadada mano abre ancha herida.
Roja sangre en tropel se precipita,
y apagada la saña,
El niño llora y grita,
Mientras Venus la sangre se restaña;
Pero al tocar su mano primorosa,
Más blanca que la nieve en la montaña ~
La roja sangre se transforma en rosa,
En rosa purpurina,
En cuyas hojas cárdenas llamea
La que engendi-ó su sér sangre diyina-.
y donde centellea
Como perla de vívidos fulgores
Una lágrima pura y cristalina
De los ojos del dios de los amores
Venus la 'rosa toca
A los frescos corales de su boca
y su aliento fragante,
Cual nardos y jazmines aromoso,
Con dulce beso amante
Perfuma el rojo cáliz oloroso.
Tal de la r,osa fué la alcurnia clara:
Su cáliz engendró sangre divina,
y por hacer su posesión más cara
El tallo guarneció de aguda espina,
Que si sangre costó, sangre costara.

Santander 31 d. julio d. 188g

Ya no me quedan palabras, así que, las gracias y sigo leyendo en este rosal inmenso de palabras.

SOBRE LA ROSA... ( J. Pérez de Guzmán y Gallo)

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207. RAFAEL COELLO Y OLIVÁN

D. RAFAEL COELLO y OLIVÁN nació en Madrid el 24 de octu-
bre de 1868. Después de alcanzar el Bachillerato en el lnstitu-
to del Noviciado (Colegio particular de San Isidro), ingresó en
la Academia especial de Estado Mayor del Ejército, de cuya
Escuela salió de Teniente el 15 de junio de 1889. Las prácti-
cas de la artillería y la ayudantía de su padre el General Don
José Coello y Quesada de Portugal, actual Capitán General de
la provincia de Burgos, no le impiden, como antes sus estudios,
rendirse galante al culto de las fragantes musas. Los círculos
de la corte, las giras campestres que en el Real Sitio de San
IIdefonso dispone durante el estío S. A. R. la Infanta Doña
Isabel, han disfrutado algunas veces la amenidad de sus versos.
Los periódicos y revistas literarias los publican con frecuencia .
Es muy joven, y el porvenir le brinda dobles laureles de Mar-
te y de Minerva.

SOBRE LA ROSA... ( J. Pérez de Guzmán y Gallo)

TOMO II. SIGLO XIX.

207. RAFAEL COELLO Y OLIVÁN

LLUVIA DE ROSAS .

En el tallo, todo espinas;
En el cáliz, todo aromas:
¿Es la reina de las flores,
Ó es la imagen de la gloria?

Entre las flores, la rosa;
Entre las bellas, Rosita;
De los pintores, Rosales,
Y de Rossini, Rossina.

Como es, rosa, tan extraña
La bendita humanidad,
Si abundases mucho menos
Te estimaran mucho más.

Tu cara es rosa de mayo;
Tu talle, vara gentil;
Tu cutis, hoja de rosa;
Tu boca, pitiminí.

Disputaron varias flores
Cuál era la flor más bella,
y dijo Dios: ¿No es la rosa
Quien tiene espinas? Pues ella.»

- ¡Venceré!-dijo la dalia;
y la rosa:-Vencerás,
Le contestó, cuando el arte
Lleve por cetro el compás.,

Dios hizo blanca á la rosa:
Una en un lago se vió;
Y en su modestia, al mirarse,
Le dió matiz su rubor.

SOBRE LA ROSA... ( J. Pérez de Guzmán y Gallo)

TOMO II. SIGLO XIX.

A continuación viene un APÉNDICE, con una suerte de PRÓLOGO en prosa y una serie de autores, la mayoría de ellos sin reseña biográfica. Nos saltamos el prólogo y exponemos lo que hay de autrores nuevos.

SOBRE LA ROSA... ( J. Pérez de Guzmán y Gallo)

TOMO II. SIGLO XIX.

APÉNDICE

1. DE D. J. F. DE AGUIAR LOYSEL,

ROSA MUERTA.

EN LA MUERTE DE MERCEDES FERNÁNDEZ
DE CASTRO.

En medio á los verdores del ramaje,
Halagada del aura matutina,
Vierte aromas la rosa alejandrina
y ostenta su color sobre el follaje.

El austro sopla entonces , y al ultraje
Cede la flor y la corola inclina:
Sus pétalos, sus hojas, á la sima
Van llevadas con ímpetu salvaje.

Así fué de Mercedes, candorosa
Brillaba en su florida primavera,
Como sobre su vástago la rosa;

Cuando, atacada de dolencia fiera,
Inclinó sobre sí la faz hermosa,
Lanzando el alma á la celeste esfera.

CORONA FUNEBRE A LA MEMORIA  DE LA VIRTUOSA Y BELLA SEÑORITA DOÑA MERCEDES FERNÁNDEZ DE CASTRO Y TRELLES, MATANZAS, ESTABLECIMIENTO TIPOGRÁFICO DE LA AURORA DE YUMURÍ  1858._Pág. 17

SOBRE LA ROSA... ( J. Pérez de Guzmán y Gallo)

TOMO II. SIGLO XIX.

APÉNDICE

2.RAFAEL MARÍA DE COLINA (Natural de Méjico


TRANSFIGURACIÓN DE LA ROSA . (Silva)

Allá del mundo en la remota infancia,
Más blanca que la pálida azucena,
Modesta y sin fragancia,
Nació la rosa de hermosura llena;
Envidiosas las fiores la veían
Ostentar de sus hojas la blancura,
y entre risas y lágrimas decían:
-.¿De qué sirve á la rosa su hermosura,
Si el cielo le negó vi\'os colores
y á la brisa no embriagan sus olores?
Entre tanto la rosa
En su humildad callaba,
y bella y pudorosa
Á los besos del céfiro templaba .
Dulce como el suspiro
Del aura tibia y pura
Que en delicioso giro
Amor va murmurando en la espesura;
Más bella que el edén en donde mora,
Más pura que el cristal del arroyuelo,
La primera mujer encantadora
Abre sus ojos á la luz del cielo,
y su intensa mirada,
Su mir.ada de fuego y de ternura,
Se fija enamorada
De la rosa modesta en la hermosura.
-«¡Cuán bella es esa flor de casto broche!
Si en mis blondos cabellos la prendiera,'
Brillara en ellos como en negra noche
Brilló la luna en la celeste esfera.»
Dice, y gentil cual la gacela hermosa,
Que el bo~que cruza con ligera planta,
Eva, la bella, hacia la casta rosa
En alas del deseo se adelanta,
y va á tocarla c.uando aguda espina
Hiere su mano, y encarna.da gota
De sangre ardiente brota
Que cae sobre la flor alabastrina!
Tembló la blan'ca rosa enamorada,
Sus pétalos de nácar se cubrieron,
y su esencia aromada
Los céfiros bebieron.
Desde entonces la rosa entre las flores
Muestra en sus hojas ei color de Oriente,
y al asomar el sol su roja frente
Aspira de la rosa los olores.

La lira mexicana, colección formada por D. JUAN DE DIOS PAZ
Madrid, por R. Velasco, 1879.-Pág. 129

SOBRE LA ROSA... ( J. Pérez de Guzmán y Gallo)

TOMO II. SIGLO XIX.

APÉNDICE (*)

3. GREGORIO ROMERO LARRAÑAGA.

FTE. REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

Romero Larrañaga, Gregorio. Madrid, 12.III.1814 – 28.XI.1872. Escritor romántico.

Oriundo de tierras toledanas y alcarreñas, cursó Latinidad y Humanidades en el Colegio Imperial de la Compañía de Jesús y luego, en 1833, estudios de Filosofía y Leyes en las aulas de la Universidad de Alcalá, estudios que continuó y acabó en Madrid, en los años siguientes, en la llamada Escuela Provisional de Jurisprudencia. Fue asiduo participante, por aquellas fechas, en la tertulias del Parnasillo, en el Café del Príncipe, centro de reunión de la plana mayor de jóvenes románticos del momento. Conoció a Mesonero Romanos, quien le ofreció la posibilidad de publicar su primer poema en el Semanario Pintoresco Español, colaboración que se vio acompañada de otras posteriores en los números sucesivos. En ese contexto, y desde una marcada juventud, Romero Larrañaga publicó su primer relato en verso, El sayón, composición que fue muy elogiada en su tiempo, pero que no pasaba de ser una imitación de Espronceda. Obtuvo el título de abogado en 1838, y su nuevo foro como escritor y orador pasó al Liceo, institución cultural de gran prestigio, refrendado por la visita de la regente María Cristina —que se declaró protectora de la misma— a la sede instalada en el palacio de Villahermosa.

En la revista allí creada (también titulada El Liceo) apareció, en 1838, una de sus composiciones más afamadas: El de la cruz colorada, a la vez que editaba su primera obra teatral, Doña Jiménez de Ordóñez.

En 1839 dirigió “el periódico de literatura y modas” titulado La Mariposa, y logró su primer estreno teatral con una biografía escénica del poeta Garcilaso de la Vega, papel que representó el actor Julián Romea, y que fue un rotundo fracaso.

Desengañado del teatro (aunque reincidió algunos años después), Romero se centró en la creación poética que fue dejando dispersa por revistas y periódicos, hasta que la reunió en un volumen en 1841. Y casi a la vez editó un tomito de obra en prosa con el largo y sintomático título de la estética romántica a la que pertenece Cuentos históricos, leyendas antiguas y tradiciones populares de España, volumen que se completó con otro aparecido dos años más tarde y titulado Historias caballerescas españolas. De su fama como hombre de letras se hicieron eco diversas publicaciones del momento. Una de prestigio, la Revista de Madrid, en la tercera salida de ese año 1843 comenta que “el sensible y melancólico poeta ha obtenido ya un lugar distinguido en la estimación del público por sus bellos escritos” y de las tres leyendas románticas que forman el tomito citado añade que “están llenas todas de hermosura y fácil poesía, de la poesía del autor”.

Desde que finalizara su carrera de Leyes en 1838, Romero Larrañaga no había logrado un empleo estable hasta que en 1844 fue nombrado oficial tercero de la Biblioteca Nacional con el sueldo anual de 9000 reales, ascendiendo a oficial segundo a los pocos meses de su incorporación. A partir de este momento, la vida social de Romero decreció sensiblemente; fue un hombre entregado a sus ocupaciones, que procuró mantenerse al margen de los avatares políticos que atrajeron a tantos escritores. En aquel mismo año de 1844, Romero probó fortuna como novelista, pero escribiendo en verso la narración Amar con poca fortuna, casi al mismo tiempo que empezaba a padecer de una nefritis calculosa a la que se sumó un padecimiento oftálmico que le supuso un grave inconveniente toda su vida para desempeñar sus tareas de escritor.

Una desafortunada situación personal que, en cambio, le trajo la alegría de un éxito teatral, ahora con la comedia Felipe el Hermoso, que escribió en colaboración con Eusebio Asquerino. Aprovechando el permiso conseguido en su trabajo en la Biblioteca Nacional, Romero viajó hasta París a la vez que preparaba una nueva novela —la mejor de su producción— que vio la luz en el año siguiente de 1846, La enferma del corazón, en edición de lujo. La salud del escritor se agravó a lo largo de 1847, lo que le supuso la concesión de nuevos permisos laborales. Pero el escritor siguió todo lo activo que pudo: nuevos estrenos teatrales, nuevas colaboraciones en revistas de la época, y en 1849 su firma estuvo presente, con una extensa “Elegía”, en la “Corona poética” que ofreció la Academia de Bellas Artes de Sevilla a Alberto Lista. El año se completó con otro drama sobre el comunero Juan Bravo, colaborando ahora el otro hermano Asquerino, Eduardo, en su escritura. Era prácticamente el final de su vida como autor. Hasta su muerte, Romero Larrañaga vivió ocupado en ascender en el escalafón de bibliotecarios y archiveros para conseguir un puesto mejor remunerado y considerado. Así en 1861 logró ser secretario de la Biblioteca Nacional y dos años después fue trasladado a Barcelona, para ocupar puesto similar, cambio al que no se habituó, por razones de salud y ausencia de amigos, hasta que en 1868 logró volver a la capital del reino como jefe de segundo grado de la misma Biblioteca Nacional de España y un sueldo anual de 24.000 reales. En este cargo permaneció hasta su muerte, unos años después, alejado por entero de los cenáculos literarios que tanto le habían interesado años atrás.

Como poeta, Gregorio Romero Larrañaga se ajustó a las modalidades poéticas más cultivadas de su tiempo: escribió orientales (Una noche en Granada), cuentos y leyendas versificadas (el citado opúsculo de once páginas El sayón), dramas históricos o seudohistóricos (en los que expuso sus ideas progresistas y sus críticas a la corrupción de la nobleza regresiva), además de novelas populares y folletinescas en las que sobresalía su estro poético y sus aciertos descriptivos.



Obras de ~: El sayón (cuento romántico en verso), Madrid, 1836; Doña Jimenez de Ordóñez (drama romántico en cinco actos), Madrid, Hijos de doña Catalina Piñuela, 1838; Garcilaso de la Vega (drama en cinco actos), Madrid, Repullés, 1840; Poesías, Madrid, Lalama, 1841; Cuentos históricos, leyendas antiguas y tradiciones populares, Madrid, J. Boix, 1841; Historias caballerescas españolas, Madrid, Lalama, 1843; Padilla o el asedio de Medina (drama lírico en dos actos), Madrid, Imprenta Iberia Musical y Literaria, 1845; con E. Asquerino, Felipe el Hermoso (drama en cuatro actos), Madrid, Repullés, 1845; La enferma del corazón (novela), Madrid, Sucesores González y Castillo, 1846-1848, 2 vols.; con E. Asquerino, Juan Bravo el Comunero (drama en cuatro actos), Madrid, Tomás Fortanet, 1849.


(*) En el APÉNDICE, PÉREZ DE GUZMAN Y GALLO OMITE LAS BIOGRAFIAS DE ALGUNOS AUTORES ( y nosotros habíamos hecho lo mismo). Pero en el caso de GREGORIO ROMERO LARRAÑAGA, hace una extensa relación biográfica que nos resulta ilegible. Es por ello que hayamos recurrido a otra fuente.

SOBRE LA ROSA... ( J. Pérez de Guzmán y Gallo)

TOMO II. SIGLO XIX.

APÉNDICE

3. GREGORIO ROMERO LARRAÑAGA.

LA ROSA . (Estrofas)

1.

Rosa entre espinas nacida;
Flor hermosa,
De mi bella tan querida;
Fiel recuerdo de su vida
Y recuerdo de su amor;

Flor de un día sin mañana,
Triste rosa;
De mi bella soberana
Eres, en lo bella, hermana
Y en lo frágil de durar.

Blanca gota de rocío
Se divisa
Sobre tu cáliz sombrío,
Que baña en su aroma frío
Y en su germen matinal;

Y en tu hermosura y tu gala,
Blanda brisa
Por tu seno se regala,
Y entre tus hojas exhala
Su perfume virginal.

Y cantan los ruiseñores,
Y suspiran,
Gozándose en tus colores
en torno tuyo las flores,
Te rinden adoración.

Que por ser entre ellas diosa,
Flor, te admiran.
¡Pobre rosal ¡Pobre rosa!
¡No abras tu corola hermosa,
Ó teme tu destrucción!

Ese sol que te ilumina,
Rosa amada,
Que á tu color purpurina
Un blando rayo destina
Y tu sien quiere esmaltar,

¡Y esa tu cinta de raso
Delicada,
Suavísima ahora, acaso
Antes que se hunda en su ocaso
Con su lumbr e ha de abrasar!

¡Y sobre tu planta erguida,
Por las brisas
Dulcemente estremecida,
Por las aves aplaudida
Como diosa del verjel,

Tenderá su inmundo lecho
Sucia oruga
Sobre ese cáliz deshecho,
Ó algún reptil en acecho
Plegará entre ella su piel!

¡Tú no debiste nacer,
Pobre flor;
Pues para tí no habrá ayer,
Y has de tornar al no ser
Con el sol que te da luz!

¡Por eso eres tan querida
De mi amor,
Pobre rosa desvalida!
¡Tu muerte empieza en tu vidal
¡Naciste en el ataúd

SOBRE LA ROSA... ( J. Pérez de Guzmán y Gallo)

TOMO II. SIGLO XIX.

APÉNDICE

3. GREGORIO ROMERO LARRAÑAGA.

LA ROSA . (Estrofas)

2.

También entre las flores hay fortuna:
Unas crecen en plácidos verjeles,
y al blando sol y á la modesta luna
Alzan su fresca sien;

Y las mece la brisa en .los jardines
Y ornato son de damas y doncellas,
Ó en las trovas de amantes paladines
Celebradas se ven.

Otra cabe una charca pantanosa,
Mustia y ajada entre espadañas brilla;
No hay blanda brisa ni alborada hermosa
Para la triste flor:

Sufre del septentrión los vendavales
y del rayo la ráfaga amarilla,
Ó la arrastra por hondos peñascales
Torrente bramador.

Otra sobre un collado florecido;
Otra sobre una tumba solitaria;
Otra crece del templo destruído
En el cortado altar,

Y en tanto pasa la mañana hermosa
De su existencia mísera y precaria:
lViene otra auroral ¡se abrasó la rosal
¡Qué corto su durar!

SOBRE LA ROSA... ( J. Pérez de Guzmán y Gallo)

TOMO II. SIGLO XIX.

APÉNDICE

3. GREGORIO ROMERO LARRAÑAGA.

LA ROSA . (Estrofas)

3.

Cuán vario es el destino de las flores
Que mano impía arrebató en la rama:
Su perfume y sus mágicos colores
Do quier el aura plácido embalsama!

En los búcaros finos del banquete
Blando regala su apacible olor:
En voluptuoso, oculto gabinete,
Los sentidos embarga al amador.

Una rosa también 'fúlgida y bella
Es un adorno á un fúnebre ataúd:
Un día fué el tocado en la doncella,
¡Y hoy cubre el paño de su negra cruz!

A la modesta faz de la velada
Una rosa destina el himeneo;
En las tocas de virg en consagrada
Prende otra rosa el cándido deseo;

Fiel holocausto en el altar de plata
Es un don al Eterno de cariño;
Otras veces el viento la arrebata
De entre las manos con que la aja el niño .

Mas ¡ay! su encanto y su vistoso alarde,
¡Siempre es de un día corto, sin mañana!
y ha de morir cuando la parda tarde
Que ya se pierde entre la sombra vana.

SOBRE LA ROSA... ( J. Pérez de Guzmán y Gallo)

TOMO II. SIGLO XIX.

APÉNDICE

3. GREGORIO ROMERO LARRAÑAGA.

LA ROSA . (Estrofas)

4.

Por eso, rosa querida,
Una mujer que te ama,
Y siente tu corta vida,
Y ve tu gala perdida,
Te arrebató de tu rama.

Y entre su seno de amores
Creyó conservarte pura
y con brillantes colores;
Que ella también guarda flores
Allí, y están con frescura.

Mas no bastando su ardor,
De sus labios cariñosa
Prestarte quiso el calor,
Y te besó con amor:
¡Quién fuera entonces la rosa!

Y tú, mustia y marchitada,
Lánguidamente morías,
De sus besos abrasada,
Y á su volcán ofrecías
Tu muerta corola helada.

Es lo que no comprendí,
Y ha quedado sorprendida
El alma desque lo ví:
¿Cómo te da muerte á tí
Lo que á mi amor da la vida?

¡Rosa, tu fin fué marcado,
Y nada vence al destino!
¡También yo estoy aplazado,
Y si algo más he durado,
Es ser más largo el camino!

Febrero de I849.

Poeslas de D. GREGORIO ROMERO LARRAÑAGA, publicadas bajo
los auspicios del Liceo artístico y literario de Madrid: Madrid
por D. Vicente de Lalam., I847.-Pág. 209

SOBRE LA ROSA... ( J. Pérez de Guzmán y Gallo)

TOMO II. SIGLO XIX.

APÉNDICE

4. SOTELO DE MANTELI

D. SOTELO MANTELI y GOROSTIZA nació en Vitoria (Alava)
el 22 de abril de 1820. Con los Frailes dominicos estudió Filosofía; y
desde muy joven aplicó su talento como palanca á fin de despertar
en su país el movimiento régenerador de nuestro siglo . Veintiséis
años contaba cuando en 1846 fundó con Ayala, Goizueta y Velasco
la estimable Revista Vascongada, una de las mejores publicada
del que de su clase España ha tenido. Además escribió en El Lirio
Y otros periódicos de Vitoria, Vergara, San Sebastián y Bilbao
multitud de poesías líricas, de levantado estro y de clásica entona-
ción. De ellas formó la colección que dio á la Estampa en 1847 y que
fué recibida por los poetas de Madrid con ostensible estimación.
De 18S0 á 1859 restauró en los periódicos el Irurachat, el Euscal-
duna. El Porvenir alavés y otros las leyendas y tradiciones del
país eúskera en cuentos y novelitas que fueron del agrado del
público. Después de estos menudos ensayos, en 1869 imprimib La
dama de Amboto y en 1872 Arduzazu, leyendas sobre tradiciones
vascongadas también, pero escritas con la extremada perfección
del vate y haciendo un cincel de la pluma. Toda la prensa espafio ..
la se ocupó con propicio fallo de estas dos composiciones, suficien-
tes por si solas para colocar á Manteli en el número de nueslros
mejores novelistas contemporáneos. No se durmió por esto sobre
sus laureles: de nuevo volvió á colaborar en el Ateneo y El Noti-
ciero Bilbaino, y con Becerro de Bengoa constituyó el Centro lite-
rario Vascongado, que conquistó para sus fundadores el lauro pe-
renne de los corazones patriotas agradecidos ..... Manteli escribió en
colaboración con D. Eustaquio Fernandez de Navarrete la histo-
ria de la Diócesis vascongada. Fue el heredero y dueño de la"anti-
gua tipografía de Manteli, en la que la Diputación foral imprimió
durante siglo y medio todos sus trabajos. Murió ea 1887.

SOBRE LA ROSA... ( J. Pérez de Guzmán y Gallo)

TOMO II. SIGLO XIX.

APÉNDICE

4. SOTELO DE MANTELI

A UNA ROSA CORTADA. (Quintillas)

Rosa que ayer con orgullo
En los pensiles te ví
Del céfiro al suave arrullo
Abrir tu tierno capullo,
¿Qué serás mañana, dí?

Rosa que ayer, tan lozana,
En tu seno purpurino
Aromas gocé, ¿mañana
Sabes, dí, rosa temprana,
Cuál será, cuál tu destino?

Rosa que, brindando amor,
Tu cáliz ayer cogía
Las lágrimas que vertía
Desde oriente, encantador ·
Al nacer el nuevo día;

Que brisas embalsamadas
El cáliz ayer libaron
De tus hojas esmaltadas
Con mil perlas, que afanadas
Las brisas se las llevaron;

Que reina fuiste orgullosa
Un momento nada más
En el pensil; mustia rosa:
¿Por qué hora tu frente hermósa
Al suelo abatiendo estás?

¿Por qué, dí, ya marchitada
Al aire no das perfumes?
¿Por qué, dí, rosa cuitada,
De tu tallo separada
Viendo estoy cuál te consumes?

CONT.

SOBRE LA ROSA... ( J. Pérez de Guzmán y Gallo)

TOMO II. SIGLO XIX.

APÉNDICE

4. SOTELO DE MANTELI

A UNA ROSA CORTADA. (Quintillas) (*)

Rosa que ayer con orgullo
En los pensiles te ví
Del céfiro al suave arrullo
Abrir tu tierno capullo,
¿Qué serás mañana, dí?

Rosa que ayer, tan lozana,
En tu seno purpurino
Aromas gocé, ¿mañana
Sabes, dí, rosa temprana,
Cuál será, cuál tu destino?

Rosa que, brindando amor,
Tu cáliz ayer cogía
Las lágrimas que vertía
Desde oriente, encantador ·
Al nacer el nuevo día;

Que brisas embalsamadas
El cáliz ayer libaron
De tus hojas esmaltadas
Con mil perlas, que afanadas
Las brisas se las llevaron;

Que reina fuiste orgullosa
Un momento nada más
En el pensil; mustia rosa:
¿Por qué hora tu frente hermósa
Al suelo abatiendo estás?


CONT.

(*) Ortografía según texto original, finales del S.XIX

SOBRE LA ROSA... ( J. Pérez de Guzmán y Gallo)

TOMO II. SIGLO XIX.

APÉNDICE

4. SOTELO DE MANTELI

A UNA ROSA CORTADA. (Quintillas) (*)


CONT.


¿Por qué, dí, ya marchitada
Al aire no das perfumes?
¿Por qué, dí, rosa cuitada
De tu tallo separada
Viendo estoy cuál te consumes?


¡Ay, rosa triste! La vida
Era para tí el pensil,
y por las auras mecida
Contemplaste circuída (**)
Entre gayas flores mil.


Allí donde el siris ardiente
Con su lumbre abrasadora
Coloró tu tez fulgente;
Donde alzó tu mustia frente
El rocío de la aurora;


Donde tu cáliz de amor
El líquido recogía
Que el alba hermosa vertía,
y en su fuego abrasador
El sol te lo consumía;


Allí, también abatida,
Tu frente al suelo inclinabas;
Mas ¡ay! no: que la tornabas
A mirar al que la vida
Debiéndole, le adorabas.


Sí, bella rosa: tu amor
Era el astro rutilante,
Que extasiada en su fulgor
De su brillo seductor
Gozaste sólo un instante.


¡Ay, rosa triste! La vida
Era para tí el pensil,
y por las auras uncida,
Contemplaste circuída
Entre gayas flores mil.

Mas ya sin tallo te miro,
y á tus hojas marchitadas
Consagraré yo un suspiro:
En polvo luego tornadas,
¿Cuál será su triste giro?


El Lirio, periódico literario: Vitoria, por Ignacio Egaña, 1846.

-Tomo ji. núm. 17. pág. 133.


(*) Ortografía según texto original, finales del S.XIX

(**) CIRCUIR : Rodear, envolver

LA ROSA DE LEDA. (Soneto)


De Eurotas en las linfas cristalinas
Sobre el espejo transparente y claro,
La encantadora esposa de Tindaro
Sus formas refrescaba alabastrinas.


Un águila, salvando las colinas,
Persigue á un cisne primoroso y raro:
Ve Leda su aflicción y le da amparo,
Tendiéndole sus manos peregrinas.


El amoroso cisne, agradecido,
El seno besa á la princesa hermosa,
y Amor le forma en él precioso nido.


Al gozar emoción tan deliciosa,
Leda á Jove conoce travestido ...
y su faz el rubor tiñe de rosa.


Para cantarlo.
¡Bello!
Pues de nuevo gracias, amigo mío, hay verdaderas maravillas y que bueno es poder disfrutarlas desde aquí.
Buen día.