***
Tempestad de almas
Ah, si lo hubiera sabido, no nacía, ah, si lo hubiera sabido, no nacía. La locura es
vecina de la más cruel sensatez. Devoro la locura porque ella me alucina
calmadamente. El anillo que tú me diste era de vidrio y se rompió y el amor no
terminó, pero, en lugar de él, vino el odio de los que aman. La silla es un objeto.
Inútil mientras la miro. Dime, por favor, qué hora es para que yo sepa que estoy
viviendo en esta hora. La creatividad es desencadenada por un germen y yo no
tengo hoy ese germen, pero tengo incipiente la locura que en sí misma es creación
válida. Nada más tengo que ver con la validez de las cosas. Estoy liberada o
perdida. Voy a contarles un secreto: la vida es mortal. Mantenemos ese secreto en
mutismos cada uno frente a sí mismo porque conviene, si no, sería volver cada
instante mortal. El objeto silla siempre me interesó. Miro esta que es antigua,
comprada en un anticuario, y estilo imperio; no se podría imaginar mayor
simplicidad de líneas, contrastando con el asiento de fieltro rojo. Amo los objetos
en la medida en que éstos no me aman. Pero si no comprendo lo que escribo no es
mi culpa. Tengo que hablar, pues hablar salva. Pero no tengo una sola palabra que
decir. Las palabras ya dichas me amordazan la boca. ¿Qué es lo que una persona
le dice a otra? Además del «Hola, ¿qué tal?». Si tuvieran la locura de la
franqueza, ¿qué se dirían las personas, unas a otras? Y lo peor sería lo que se
diría una persona a sí misma, pero sería la salvación, aunque la franqueza esté
determinada por el nivel consciente y el terror de la franqueza venga de la parte
que está en el vastísimo inconsciente que me liga al mundo y a la creadora
inconsciencia del mundo. Hoy es día de muchas estrellas en el cielo, por lo menos
así promete esta tarde triste que una palabra humana salvaría.
Abro bien los ojos, y no pasa nada: sólo veo. Pero el secreto, no lo veo ni lo
siento. El tocadiscos está descompuesto y vivir sin música es traicionar la
condición humana que está rodeada de música. Además, la música es una
abstracción del pensamiento, hablo de Bach, de Vivaldi, de Haendel. Sólo puedo
escribir si estoy libre, y libre de censura, si no, sucumbo. Miro la silla estilo
imperio y entonces es como si ésta también me hubiera mirado y visto. El futuro
es mío mientras viva. En el futuro se va a tener más tiempo de vivir y, de paso,
escribir. En el futuro, se dice: si lo llego a saber, yo no habría nacido. Marli de
Oliveira, yo no te escribo cartas porque sólo sé ser íntima. Además, sólo sé ser
íntima en todas las circunstancias, por eso, soy muy callada. Todo lo que nunca se
hizo, ¿se hará un día? El futuro de la tecnología amenaza destruir todo lo que es
humano en el hombre, pero la tecnología no alcanza a la locura, y en ella es donde
lo humano del hombre se refugia. Veo las flores en el jarrón: son flores del
campo, nacidas sin ser plantadas, son lindas y amarillas. Pero mi cocinera dice:
¡huy!, qué flores tan feas. Sólo porque es difícil comprender y amar lo que es
espontáneo y franciscano. Entender lo difícil no es mérito, pero amar lo fácil de
amar es un gran paso en la escala humana. Cuántas mentiras estoy obligada a
decir. Pero me gustaría no estar obligada a mentir conmigo misma. Si no, ¿qué me
queda? La verdad es el residuo final de todas las cosas, y en mi inconsciente está
la verdad que es la misma del mundo. La Luna está, como diría Paul Éluard,
éclatante de silence. Hoy no sé si vamos a tener Luna visible, pues ya es tarde y
no la veo en el cielo. Una vez miré de noche el cielo, abarcándolo con la cabeza
echada hacia atrás, y me quedé mareada de tantas estrellas que se ven en el
campo, pues el cielo del campo es limpio. No hay lógica, si se piensa un poco en
la ilogicidad perfectamente equilibrada de la naturaleza. De la naturaleza humana
también. ¿Qué sería del mundo, del cosmos, si el hombre no existiera? Si yo
pudiera escribir siempre así, como estoy escribiendo ahora, estaría en plena
tempestad del cerebro, que es lo que significa brainstorm. ¿Quién habrá
inventado la silla? Alguien con amor a sí mismo. Inventó, entonces, una mayor
comodidad para su cuerpo. Después los siglos se sucedieron y nadie más prestó
realmente atención a una silla, pues usarla es casi automático. Es preciso tener
valor para hacer un brainstorm: nunca se sabe lo que puede venir a asustarnos. El
monstruo sagrado murió: en su lugar nació una niña que estaba sola. Bien sé que
tendré que parar, no debido a la falta de palabras, sino porque estas cosas, y
sobre todo las que sólo pensé y no escribí, no suelen publicarse en periódicos.
cont
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