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    Mensaje por Maria Lua Vie 24 Mar 2023, 19:44

    26 de septiembre de 1970



    LA POSTERIDAD NOS JUZGARÁ



    Cuando sea descubierto el remedio preventivo contra la gripe, las generaciones futuras nunca más
    podrán entendernos. La gripe es una de las tristezas orgánicas más irrecuperables, mientras dura.
    Tener gripe es saber muchas cosas que, si se supieran, nunca necesitarían haber sido sabidas. Es la
    experiencia de la catástrofe inútil, de una catástrofe sin tragedia. Es un lamento cobarde que sólo otro
    engripado comprende. ¿Cómo podrán los futuros hombres entender que tener gripe era para nosotros
    una condición humana? Somos seres engripados, futuramente sujetos a un juicio severo o irónico.

    TU SECRETO

    Flores envenenadas en la jarra. Moradas, azules, encarnadas, alfombran el aire. Qué riqueza de
    hospital. Nunca las vi más bellas y más peligrosas. Así es entonces tu secreto. Tu secreto es tan
    parecido a ti que nada me revela más allá de lo que ya sé. Y sé tan poco como si yo fuese tu enigma.
    Así como tú eres el mío.
    DOMINGO
    Qué perfume, es domingo de mañana. La terraza está barrida. Enciende la radio, entonces. Almorzar
    tarde da pensamientos, él ríe y les da una forma. Se bebe agua, pero el domingo nadie tiene sed. Y
    comienza a beber vino sin el ansia de la sed. A las cuatro de la tarde izarán la bandera en el
    pabellón. (Pero de lo que tiene miedo en verdad es de esas noches felices de domingo).


    DIEZ AÑOS

    —Mañana cumplo diez años. Voy a aprovechar bien mi último día de nueve años.
    Pausa, tristeza.
    —Mamá, mi alma no tiene diez años.
    —¿Cuántos tiene?
    —Creo que sólo ocho.
    —No está mal, es así.
    —Pero yo creo que se deberían contar los años por el alma. La gente diría: aquel sujeto murió
    con 20 años de alma. Pero el sujeto habría muerto con 70 años de cuerpo.
    Más tarde comenzó a cantar, se interrumpió y dijo:
    —Estoy cantando en mi homenaje. Pero, mamá, yo no aproveché bien mis diez años de vida.
    —Los aprovechaste muy bien.
    —No, no quiero decir aprovechar haciendo cosas, haciendo esto y haciendo aquello. Quiero
    decir que no estuve lo suficientemente contento. ¿Qué pasa? ¿Te pusiste triste?
    —No. Ven acá para que te bese.
    —¿Viste? ¡¿No dije que te pusiste triste?! ¡¿Viste cuántas veces me besaste?! Cuando una persona
    besa tanto a otra es porque está triste.





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    y en ese vuelo y en ese sueño
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    Mensaje por Maria Lua Sáb 25 Mar 2023, 20:19

    10 de octubre de 1970


    RECUERDO DE UNA PRIMAVERA SUIZA

    Esa primavera era muy seca, y la radio estallaba captando su estática, la ropa se erizaba al soltar la
    electricidad del cuerpo, el peine levantaba los cabellos imantados, era una dura primavera. Y muy
    vacía. Desde cualquier punto en que se estaba, se partía hacia lo lejos: nunca se vio tanto camino. Se
    hablaba poco; el cuerpo pesaba como su sueño; los ojos estaban grandes e inexpresivos. En la
    terraza estaba el pez en el acuario, tomamos refresco mirando hacia el campo. Con el viento, viene
    del campo el sueño de las cabras. En la otra mesa de la terraza, un fauno solitario. Miramos el vaso
    de refresco y soñamos estáticos dentro del vaso. «¿Qué dijiste?». «No dije nada». Pasaban días y
    más días. Pero bastaba un instante de sintonización y de nuevo se captaba la estática espinosa de la
    primavera: el sueño imprudente de las cabras, el pez todo vacío, una súbita tendencia al robo de
    frutas, el fauno coronado en saltos solitarios. «¿Qué?». «Nada, no dije nada». Pero yo notaba un
    primer rumor, como un corazón latiendo debajo de la tierra. Quieta, pegaba mi oído a la tierra y oía
    el verano abrir camino por dentro, y mi corazón debajo de la tierra, ¡oh, nada!, ¡yo no dije nada! —y
    sentía la paciente brutalidad con que la tierra cerrada se abría por dentro en parto, y sabía con qué
    peso de dulzura el verano maduraría cien mil naranjas, y sabía que las naranjas eran mías; sólo
    porque yo así lo quería.

    EL PEQUEÑO MONSTRUO

    Es el primer alumno de la clase. No juega. (Su secreto es un caracol). El cabello bien cortado, los
    ojos son delicados y atentos. Su cortés carne de nueve años todavía es transparente. Es de una
    cortesía innata: toma las cosas sin romperlas. Presta libros a sus compañeros, enseña a quien le pide,
    no se impacienta con la regla y la escuadra, no se comporta mal, cuando hay tanto alumno
    desorientado.
    Su secreto es un caracol. Del que no se olvida un instante. Su secreto es un caracol tratado con
    frío y torturante cuidado. Lo cría con cuidado en una caja de zapatos. Con gentileza, diariamente le
    hinca aguja e hilo. Con cuidado, le posterga atentamente la muerte. Su secreto es un caracol criado
    con insomnio y precisión.

    POESÍA

    —Hoy hice en la escuela una composición sobre el Día de la Bandera, tan bonita, pero tan bonita…que hasta usé palabras que no sé bien qué quieren decir.

    ABSTRACTO ES LO FIGURATIVO

    Tanto en pintura como en música y literatura, muchas veces lo que llaman abstracto me parece sólo
    lo figurativo de una realidad más delicada y más difícil, menos visible a ojo desnudo.





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    Mensaje por Maria Lua Dom 26 Mar 2023, 09:03

    17 de octubre de 1970


    UN REINO LLENO DE MISTERIO



    El día 21 de septiembre se conmemoró el Día del Árbol, lo que debe de haber dado trabajo a muchos
    niños de primaria, a los que seguramente les exigieron una redacción sobre el tema: con el alma
    bostezando, los niños deben de haber dicho que el árbol da sombra, frutos, etcétera.
    Pero, por lo que sé, no se conmemora el día de la planta o, mejor, de la plantación. Y ese día es
    importante para la experiencia humana de los niños y de los adultos. Plantar es crear en la
    Naturaleza. Creación insustituible por cualquier otro tipo de creación.
    Me acuerdo de cuando yo era niña y fui a pasar el día en una granja. Fue un día glorioso: allí
    planté un pie de maíz con mucho amor y excited. Después, de cuando en cuando, pedía noticias de lo
    que había creado.
    Más tarde, en Suiza, planté un pie de tomates en una lata grande, bonita. Cuando comenzaron a
    aparecer los todavía pequeños tomates verdes y duros me pareció increíble que yo misma les hubiera
    provocado el nacimiento: había entrado en el misterio de la Naturaleza. Cada mañana, al despertar,
    la primera cosa que hacía era ir a examinar minuciosamente la planta: es como si la planta usara la
    oscuridad de la noche para crecer. Esperar que algo madure es una experiencia sin par: como en la
    creación artística en que se cuenta con el lento trabajo del inconsciente. Sólo que las plantas son la
    propia inconsciencia.
    En ese reino, que no es nuestro, la planta nace, crece, madura y muere. Sin ningún objetivo de
    satisfacer algún instinto. ¿O estaré equivocada, y hay instintos de los más primarios en el reino
    vegetal? Mi tomatero parecía tener tomates rojos porque así lo quería, sin ninguna otra finalidad que
    no fuera la de ser rojo, sin la menor intención de ser útil. La utilización del tomate para ser comido
    es un problema de los humanos.
    Uno de los gestos más bellos y amplios y generosos del hombre, andando tranquilamente por el
    campo labrado, es el de lanzar en la tierra las semillas.
    ¿Y cuando los tomates se hagan redondos, grandes y rojos? Llegará la hora de la cosecha. No fue
    sin alguna emoción que vi en un plato de la mesa los tomates que eran más míos que un libro mío.
    Sólo que no tuve el valor de comerlos. Como si comerlos fuera un sacrilegio, una desobediencia a la
    ley natural. Pues un tomatero es arte por el arte. Sin ningún provecho más que el de dar tomates.
    El ritmo de las plantas es lento: crece con paciencia y amor. Entrar en el Jardín Botánico es como
    si fuéramos trasladados a un nuevo reino. Aquel amontonamiento de seres libres. El aire que se
    respira es verde. Y húmedo. Es la savia que nos embriaga levemente: millares de plantas llenas de la
    savia vital. Al viento las voces traslúcidas de las hojas de las plantas nos envuelven en una
    suavísima maraña de sonidos irreconocibles. Sentada allí en un banco, la gente no hace nada: sólo se
    queda sentada dejando al mundo ser. El reino vegetal no tiene inteligencia y sólo tiene un instinto, el
    de vivir. Tal vez esa falta de inteligencia y de instintos sea lo que nos deja quedarnos tanto tiempo
    sentados dentro del reino vegetal.
    Me acuerdo de que en el curso primario la profesora mandaba a cada alumno a hacer una
    redacción sobre un naufragio, un incendio, el Día del Árbol. Yo escribía con la mayor mala voluntad
    y con dificultad: ya entonces no sabía seguir más que la inspiración. Pero que sea ésta la redacción
    que me obligaban a hacer de pequeña.




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    Mensaje por Maria Lua Lun 27 Mar 2023, 09:15

    31 de octubre de 1970


    NADA MÁS QUE UN INSECTO


    Me costó un poco comprender lo que estaba viendo, de tan inesperado y sutil que era: estaba viendo
    un insecto posado, verde claro, de piernas altas. Era una esperanza
    [1]
    , que siempre me dijeron que es
    de buen augurio. Después, la esperanza comenzó a andar muy levemente sobre el colchón. Era verde
    transparente, con piernas que mantenían su cuerpo en plano elevado y por así decir suelto, un plano
    tan frágil como las propias piernas que estaban hechas apenas del color del caparazón. Dentro del
    hilo delgado de las piernas no había nada dentro: el lado de adentro de una superficie tan lisa ya es
    la otra propia superficie. Parecía un dibujo raso que hubiese salido del papel y, verde, anduviera.
    Pero andaba, sonámbula, determinada. Sonámbula: una hoja mínima de árbol que hubiese ganado la
    independencia solitaria de los que siguen el apagado trazo de un destino. Y andaba con una
    determinación de quien copiara un trazo que era invisible para mí. Sin temor, ella andaba. Su
    mecanismo interior no era tembloroso, pero tenía el estremecimiento regular del más frágil reloj.
    ¿Cómo sería el amor entre dos esperanzas? Verde y verde, y después el mismo verde que, de repente,
    por vibración de verdes, se vuelve verde. Amor predestinado por su propio mecanismo semiaéreo.
    Pero ¿dónde estarían en ella las glándulas de su destino, y las adrenalinas de su seco y verde
    interior? Pues era un ser hueco, un injerto de astillas, simple atracción electiva de líneas verdes.
    ¿Como yo? Yo. ¿Nosotros? Nosotros. En esta delgada esperanza de piernas altas, que caminaría
    sobre un seno sin siquiera despertar el resto del cuerpo, en esta esperanza que no puede ser hueca, en
    esta esperanza la energía atómica sin tragedia se encamina en silencio. ¿Nosotros? Nosotros.


    DOS MODOS


    Como si yo intentara no aprovechar la vida inmediata sino la más profunda, lo que me da dos modos
    de ser: en vida, observo mucho, soy activa en las observaciones, tengo sentido del ridículo, del buen
    humor, de la ironía, y tomo partido. Escribiendo, tengo observaciones por así decir pasivas, tan
    interiores que se escriben al mismo tiempo en que se sienten, casi sin lo que se llama proceso. Es
    por eso que en el escribir no elijo, no puedo multiplicarme en mil, me siento fatal a pesar de mí.


    TOMANDO PARA MÍ LO QUE ERA MÍO


    Me acuerdo de aquella primavera: sé que comí la pera y desperdicié la mitad, nunca tengo piedad en
    la primavera. Después bebimos agua de la fuente, y no me sequé la boca. Caminábamos callados,
    insolentes. En cuanto a la piscina, sé que me quedé horas en el borde de la piscina. ¡Mira la piscina!
    Era así que yo veía la piscina, demostrándola con ojos tranquilos. Tranquila, sin ninguna piedad,
    tomando para mí lo que era mío


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    Mensaje por Maria Lua Lun 27 Mar 2023, 09:17

    21 de noviembre de 1970




    FINALMENTE LLEGÓ EL DÍA - «AD AETERNITATEM»



    Uno de mis hijos, cuando era muy pequeño, se dirigió a mí, asustado:
    —Me dijeron que estamos en el siglo XX, ¿es verdad?
    —Lo es, sí —respondí mirando su carita ansiosa.
    —Pucha, mamá —exclamó el niño espantado—, ¡¡¡qué atrasados estamos!!!



    AVISO SILENTE


    Todas las visitas que tuve en la vida llegaron, se sentaron y no dijeron nada. Entendí.



    UN SER LLAMADO REGINA



    Regina tiene 82 años de edad, y vive sola en su minúsculo departamento. Nadie la llama doña
    Regina, ni los niños ni los adultos ni los viejos: es sólo Regina. Va diariamente a la orilla de la
    playa, y se sienta en un banco para tomar sol y aire libre. A pesar de ser un pajarito, hay días en que
    se despierta de mal humor. Uno de esos días estaba sentada en el banco y Alfredo, un niño amigo
    suyo, la invitó: «Regina, ¿vamos a jugar?». No respondió. El niño repitió la invitación. Entonces
    ella, con la voz débil de quien todavía no habló con nadie aquel día, refunfuñó algo bien bajito.
    Alfredo se volvió hacia la madre, que estaba cerca, y dijo, desolado: «¡Mamá, Regina hoy está con
    las pilas débiles!».
    De vez en cuando Regina escribe en una hoja de papel alguna cosa, sin miras de divulgación o
    trazas de publicación. Lleva un diario.
    Cierta mañana una vecina del mismo edificio paseaba por la vereda de la playa, empujando su
    cochecito de bebé. La mirada de la joven se cruzó un instante con la de Regina, y la joven le sonrió.
    Regina le devolvió una levísima sonrisa.
    Cuando la joven volvió a su casa encontró, pasada por debajo de la puerta de su departamento,
    una hoja de papel.
    Era una nota. Que así decía: «Gracias por la sonrisa. Regina».


    ¡FUI ABSUELTA!


    Recibí una carta de seis páginas con respecto a mi libro infantil La mujer que mató a los peces. Y la
    remitente responde a una frase del libro: «No, no eres culpable, pues los peces murieron no por
    maldad sino por olvido. Tú no eres culpable».
    La carta está firmada por la señorita Inês Kopschitz Praxedes, que vive en la calle Maria Balbina
    Fortes, 87, Niterói. Sólo al final de la carta ella me dice que tiene… diez años de edad.
    Inês me cuenta sobre los animales que tuvo o tiene. Ya tuvo peces rojos y otros de río. Tiene una
    gata llamada Nefertiti. Está también el gato Fígaro. Otro gato llamado Pussy y tiene el sobrenombre
    d e Marillo porque tiene manchas amarillas. Otra gata llamada Casaca, pues «su mancha negra
    parece un saco». Tiene otra gata llamada Feíta. El último gato se llama Pompón; éste es flaquito,
    manchado y astuto. Un día Inês vio una cucaracha ahogándose en el agua, «la salvé y le di el nombre
    de Rita». Ya tuvo ratas. Ya crió tres lagartijas embarazadas que dieron muchos huevos. Tuvo un
    conejo llamado Dudu. «Se enfermó y dicen que murió por neumonía. Yo ya leí el Misterio del
    conejo pensante y me gustó mucho de verdad». Nunca tuvo patos, sólo gallinas. A la primera, su
    padre quería comerla pero tanto le pidió que logró salvarla: se llamaba Alice. Murió de una
    enfermedad rara. Tiene una gallina, está viva y sana, y se llama Catita. La otra gallina se llamaba
    Susana. Dos veces tuvo tres pollitos. Oro Plata, Paladio y Qui Qué Có. Se los comió el perro que
    tiene y que se llama Pipo. La cachorra Lady apareció en la galería y se quedó viviendo con Inês.
    Monos nunca tuvo, pero le regalaron dos tortugas: Touché y Felicia. Tiene un periquito llamado
    Ando (no entendí bien la caligrafía del nombre), y otra periquita. Siniña fue otra. Tiene una cotorra
    llamada Neneca. De cada animal, Inês, además del nombre, me cuenta un acontecimiento, su modo de
    ser, lo que comían, dónde dormían. Compré una tarjeta postal donde había una tortuga y muchos
    huevitos blancos. Y le agradecí que no me considerara culpable, y haber sido absuelta. La señorita
    Inês y yo somos amigas.


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    Mensaje por Maria Lua Lun 27 Mar 2023, 09:20

    28 de noviembre de 1970



    ESPAÑA


    Casi no era canto, en el sentido en que éste es el aprovechamiento musical de la voz. Casi no era voz,
    en el sentido en que ésta tiende a decir palabras. El canto flamenco es incluso antes de la voz, es
    aliento humano. A veces escapaba una palabra u otra, revelando de qué estaba hecha aquella mudez
    cantada: de historia de vivir, amar y morir. Esas tres palabras no dichas eran interrumpidas por
    lamentos y modulaciones. Modulaciones de aliento, primer estadio de voz que capta el sufrimiento en
    su primer estadio de gemido, y capta la alegría también en su primer estadio de gemido. Y de grito. Y
    otro grito más, éste de alegría por haber gritado. Alrededor, la asistencia se acomoda oscura y sucia.
    Después de una de las modulaciones que de tan prolongada muere en suspiro, el grupo, agotado como
    el cantor, murmura un olé en amén, última brasa.


    Pero está también el canto impaciente que la voz no expresa: entonces un zapateado nervioso y
    firme lo entrecorta, el olé que lo interrumpe a cada instante ya no es amén, es incitación, es toro
    negro. El cantor, con los dientes casi cerrados, da a la voz la ceguera de la raza, pero los otros
    exigen más y más, hasta conseguir el instante de espasmo: España.
    Oí también el canto ausente. Está hecho de un silencio cortado de gritos de la asistencia. Dentro
    del claro del silencio, en semilla ardiente, un hombre pequeño, seco, oscuro, con las manos en las
    ingles, cabeza echada hacia atrás, marca con el duro taco de los zapatos el ritmo incesante del canto
    ausente. Ninguna música. Y no es un baile. El zapateo está antes del baile organizado, y el cuerpo
    manifestándose, los pies transmitiendo hasta la ira en lenguaje que España entiende. La asistencia se
    concentra en furia en el propio silencio. De cuando en cuando la ronca provocación de una gitana,
    toda de carbón y trapos rojos, en quien el hambre se convirtió en ardor y amenaza. No era


    espectáculo, no se observaba: quien oía era tan esencial como quien golpeaba los pies en silencio.
    Hasta el agotamiento, se comunican durante horas a través de ese lenguaje que, si algún día tuvo
    palabras, éstas se fueron perdiendo en los siglos, hasta que la tradición oral pasó a transmitirse de
    padre a hijo sólo como ímpetu de sangre.
    Y vi al par del baile flamenco. No sé de otro en el que la rivalidad entre hombre y mujer se
    ponga tan al desnudo. Tan declarada es la guerra que no importan los ardides: por momentos la mujer
    se vuelve casi masculina, y el hombre la mira admirado. Si el moro en tierra española es el moro,
    frente a la aspereza vasca la mora perdió la blandura fácil: la mora española es un gallo hasta que el
    amor la transforma en Maja.


    La conquista difícil en ese baile. Mientras el bailarín habla con los pies insistentes, la bailarina
    recorrerá el aura del propio cuerpo con las manos en abanico: así ella se imanta, así se prepara para
    volverse tocable e intocable. Pero, cuando menos se espere, su botín de mujer avanzará y marcará de
    repente tres golpes. El bailarín se estremece frente a esa cruda palabra, retrocede, se inmoviliza. Hay
    un silencio de baile. De a poco el hombre yergue de nuevo los brazos y, precavido —con temor y no
    pudor—, intenta con las manos extendidas dar sombra a la cabeza orgullosa de la compañera. La
    rodea varias veces y por momentos se expone ya casi de espaldas a ella, arriesgándose quién sabe a
    qué puñalada. Y si no fue apuñalado es que la bailarina de repente le reconoció el coraje: éste es,
    entonces, su hombre. Ella golpea los pies, la cabeza erguida, en primer grito de amor: finalmente
    encontró su compañero y enemigo. Los dos retroceden erizados. Se reconocieron. Se aman.


    El baile propiamente dicho se inicia. El hombre es moreno, menudo, obstinado. Ella es severa y
    peligrosa. Sus cabellos fueron estirados, esa vanidad de la dureza. Es tan esencial este baile que
    apenas se comprende que la vida continúe después de él: este hombre y esta mujer morirán. Otros
    bailes son la añoranza de este coraje. Este baile es el coraje. Otros bailes son alegres. La alegría de
    éste es seria. O la alegría es dispensada. Es el triunfo mortal de vivir lo que importa. Ninguno de los
    dos ríe, no se perdonan. ¿Se comprenden? Nunca pensaron en comprenderse, cada uno se trajo a sí
    mismo como único estandarte. Y quien fue vencido —en este baile los dos son vencidos— no se
    dulcificará en la sumisión, tendrá aquellos ojos españoles, secos de amor y rabia. El aplastado —los
    dos serán aplastados— servirá vino al otro como un esclavo. Aunque en ese vino, cuando llegue la
    pasión de los celos, pueda estar el veneno de la muerte. El que sobreviva se sentirá vengado. Pero
    para siempre solo. Porque sólo esta mujer era su enemiga, sólo este hombre era su enemigo, y se
    habían elegido para el baile.






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    y en ese vuelo y en ese sueño
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    siendo guardián en tu cielo
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    Mensaje por Maria Lua Mar 28 Mar 2023, 09:28

    12 de diciembre de 1970



    PALABRAS SÓLO FÍSICAMENTE



    En Italia il miracolo es de pesca nocturna. Mortalmente herido por el arpón, suelta en el mar su tinta
    morada. Quien lo pesca, desembarca antes de que nazca el sol, sabiendo, con el rostro lívido y
    responsable, que arrastra por las arenas el enorme peso de la pesca milagrosa: il miracolo amore.
    Milagro es lágrima cayendo en la hoja, tiembla, se desliza, cae: he ahí millares de milágrimas
    brillando en el césped.
    The miracle tiene duras puntas de estrella y mucha plata clavada.
    Le miracle es un octógono de cristal que se puede girar lentamente en la palma de la mano. Está
    en la mano, pero es para mirar. Se puede ver de todos lados, bien despacio, y de cada lado está el
    octógono de cristal. Hasta que de repente —arriesgando el cuerpo y ya toda pálida de sentido— la
    persona entiende: en la propia mano abierta no hay un octógono sino le miracle. A partir de ese
    instante no se ve nada más: se tiene.
    Para pasar de una palabra física a su significado, antes se destruirá en pedazos, así como el fuego
    de artificio es un objeto opaco hasta ser, en su destino, un fulgor en el aire y la propia muerte. En el
    pasaje de simple cuerpo a sentido de amor, el zángano tiene el mismo alcance supremo: muere.



    EL CETRO



    Pero si nosotros, que somos los reyes de la naturaleza, hemos de tener miedo, ¿quién ha de no
    tenerlo? Es con una garra temblorosa que sostenemos el cetro del poder.


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    Mensaje por Maria Lua Miér 29 Mar 2023, 09:47

    9 de enero de 1971



    DOS HISTORIAS A MI MANERA



    Una vez, sin tener qué hacer, hice una especie de ejercicio de escritura, para divertirme. Y me
    divertí. Tomé como tema una historia doble de Marcel Aymé. Hoy encontré el ejercicio, y es así:
    Buena historia de vino es la del hombre que de éste no gustaba, y Félicien Guérillot,
    precisamente dueño de viñedos, era su nombre, inventados nombres, hombres e historia por Marcel
    Aymé, y tan bien inventados que para ser verdad sólo de verdad carecían.
    Viviría Félicien —si viviese— en Arbois, tierra de Francia, y casado con mujer que no era ni
    más bonita ni más bien hecha de lo que es necesario para la tranquilidad de un honesto hombre. De
    buena familia era él, a pesar de no gustar del vino. Y, sin embargo, las mejores del lugar eran sus
    viñas. De ningún vino gustaba, y en vano buscaba a aquel que lo liberase de la maldición de no amar
    la excelencia de lo que es excelente. Pues que incluso en la sed, que es el momento de aceptar vino,
    el mejor trago a él le sabía mal. Leontina, la esposa, que no era ni mucho ni poco, con él ocultaba de
    todos la vergüenza.
    La historia, ahora por mí enteramente reescrita, continuaría muy bien, y mejor aún si a nosotros su
    núcleo perteneciera, por las buenas ideas que tengo de cómo terminarla. Marcel Aymé, sin embargo,
    que la comenzó, en este punto de la descripción del hombre que no amaba el vino, parece que de la
    historia misma se hartó. Y él mismo intervino para decir: pero de repente me fastidia esta historia. Y
    para de esta escapar, como quien bebe vino para olvidar, he aquí que el autor comienza a hablar de
    todo lo que podría inventar con respecto a Félicien, pero que no inventará porque no quiere. Lamenta
    mucho, pues hasta llegaría a hacer que Félicien fingiera temblor alcohólico a fin de esconder a los
    otros la falta de temblor. Buen autor, este Marcel Aymé. Tanto que varias páginas gastó alrededor de
    lo que él mismo inventaría si Félicien fuera persona que le interesara. La verdad es que Aymé,
    mientras va contando lo que inventaría, aprovecha y en efecto cuenta —sólo que nosotros sabemos
    que no es, porque hasta en lo que se inventa no vale lo que apenas sería.
    Y es en ese punto que Aymé pasa a otra historia. No queriendo más historia de vino triste, a París
    se muda, donde toma un hombre llamado Duvilé.
    Y en París es lo contrario: a Étienne Duvilé le gustaba el vino pero no lo tenía. Botella cara, y
    Étienne empleado estatal. Bien que le gustaría corromperse, pero vender o traicionar al Estado no es
    ocasión que aparezca todos los días. La ocasión de todos los días era una casa llena de hijos, y un
    suegro que de comer sin parar vivía. La familia soñando con mesa llena, y Duvilé, con vino.
    Y va un día Étienne y sueña, con lo que deseamos decir que esa vez mientras soñaba dormía.
    Pero ahora que el sueño deberíamos contar —pues Marcel Aymé lo hace y largamente—, ahora es a
    nosotros que ça vraiment nos fastidia. Escamoteamos lo que el autor quiso narrar, así como fue
    escamoteado por el autor lo que de Félicien queríamos escuchar.


    Se dirá aquí solamente que a Duvilé, después del sueño de un sábado a la noche, mucho le
    empeoró la sed. Y el odio por el suegro una sed más parecía. Y tanto fue todo complicándose,
    siempre teniendo como causa la falta original del vino, que de sed casi mata al padre de su esposa,
    que ésta Aymé no explica si era o no bien hecha, por lo visto ni sí ni no, sólo el vino en la historia
    importa. De sueño durmiendo pasó a soñar despierto, lo que ya es enfermedad. Y quería Duvilé
    beber todo el mundo, y en el distrito policial manifestó el deseo de beber al comisario.
    Permanece Duvilé hasta hoy en el asilo de alienados, y no se ve la hora de que salga, ya que los
    médicos, no entendiéndole el espíritu, lo someten a la cura de excelente agua mineral, que sacia
    pequeñas sedes y no la grande.
    Mientras tanto, Aymé, tal vez de sed de piedad él mismo poseído, espera que la familia de
    Duvilé lo envíe a la buena tierra de Arbois, donde aquel primer hombre, Félicien Guérillot, después
    de aventuras que merecerían ser contadas, el gusto por el vino ya le dio. Y, como no nos dicen de qué
    modo, también por aquí nos quedamos con dos historias no bien contadas, ni por Aymé ni por
    nosotros, pero de vino se quiere poco de charla y más de vino
    .


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    Mensaje por Maria Lua Miér 29 Mar 2023, 09:49

    27 de febrero de 1971


    EL PRIMER BESO



    Los dos más murmuraban que conversaban: hacía poco que se había iniciado el noviazgo y ambos
    andaban atontados, era el amor. Amor con lo que viene junto: celos.
    —Está bien, creo que soy tu primera novia, estoy feliz con eso. Pero dime la verdad, sólo la
    verdad: ¿nunca besaste a una mujer antes de besarme?
    Él fue simple:
    —Sí, ya besé antes a una mujer.
    —¿Quién era ella? —preguntó con dolor.
    Él intentó contar toscamente, no sabía cómo decirlo.
    El ómnibus de la excursión subía lentamente la sierra. Él, uno de los muchachos en medio de la
    muchachada en algarabía, dejaba que la brisa fresca le golpeara en el rostro y le entrara por los
    cabellos como dedos largos, finos y sin peso como los de una madre. Quedarse quieto a veces, sin
    casi pensar, y sólo sentir —era tan bueno. La concentración en el sentir era difícil en medio del
    alboroto de los compañeros.
    Y justo la sed había comenzado: jugar con el grupo, hablar bien alto, más alto que el ruido del
    motor, reír, gritar, pensar, sentir, ¡caramba! Qué seca dejaba la garganta.
    Y ni sombra de agua. La cosa era juntar saliva, y fue lo que hizo. Después de reunida en la boca
    ardiente, la tragaba, lentamente, otra vez y otra más. Era tibia, sin embargo, la saliva y no quitaba la
    sed. Una sed enorme, más grande que él mismo, que le tomaba ahora todo el cuerpo.
    La brisa fina, antes tan buena, ahora al sol del mediodía se había vuelto caliente y árida y al
    penetrar por la nariz secaba aún más la poca saliva que pacientemente juntaba.
    ¿Y si cerrara las narinas y respirara un poco menos de aquel viento de desierto? Intentó por
    instantes, pero enseguida se sofocaba. La manera era en realidad esperar, esperar. Tal vez minutos
    apenas, tal vez horas, mientras su sed era de años.
    No sabía cómo y por qué pero ahora se sentía más cerca del agua, la presentía más próxima, y sus
    ojos saltaban hacia fuera de la ventana buscando el camino, penetrando entre los arbustos,
    acechando, husmeando.


    El instinto animal dentro de él no se había equivocado: en la curva inesperada del camino, entre
    arbustos, estaba… la fuente de la que brotaba en un hilito el agua soñada.
    El ómnibus paró, todos estaban con sed pero él logró ser el primero en llegar a la fuente de
    piedra, antes que todos.
    Con los ojos cerrados entreabrió los labios y los colocó ferozmente en el orificio de donde salía
    el agua. El primer trago fresco bajó, escurriendo por el pecho hasta el vientre.
    Era la vida volviendo, y con ésta encharcó todo su interior arenoso hasta saciarse. Ahora podía
    abrir los ojos.
    Los abrió y vio muy junto a su cara dos ojos de estatua observándolo y vio que era la estatua de
    una mujer y que era de la boca de la mujer que salía el agua. Se acordó de que realmente en el primer
    trago había sentido en los labios un contacto gélido, más frío que el agua.
    Y supo entonces que había pegado su boca a la boca de la estatua de la mujer de piedra. La vida
    había emanado de esa boca, de una boca hacia otra.
    Intuitivamente, confuso en su inocencia, se sentía intrigado: pero no es de una mujer que sale el
    líquido vivificante, el líquido germinador de vida… Miró la estatua desnuda.
    Él la había besado.


    Sufrió un temblor que no se veía por fuera y que se inició muy dentro de él y le tomó todo el
    cuerpo explotando en el rostro en brasa viva.
    Dio un paso hacia atrás o hacia el frente, ya no sabía qué hacía. Perturbado, atónito, notó que una
    parte de su cuerpo, antes siempre relajada, estaba ahora con una tensión agresiva, y eso nunca le
    había ocurrido.
    Estaba de pie, suavemente agresivo, solo en medio de los otros, con el corazón latiendo hondo,
    espaciado, sintiendo el mundo transformarse. La vida era enteramente nueva, era otra, descubierta
    con sobresalto. Perplejo, en un equilibrio frágil.
    Hasta que, llegada de la profundidad de su ser, emanó de una fuente oculta en él la verdad. Que
    enseguida lo llenó de susto y enseguida también de un orgullo jamás antes sentido: él…
    Él se había convertido en hombre




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    Mensaje por Maria Lua Miér 29 Mar 2023, 16:34

    27 de febrero de 1971



    EL PRIMER BESO




    Los dos más murmuraban que conversaban: hacía poco que se había iniciado el noviazgo y ambos
    andaban atontados, era el amor. Amor con lo que viene junto: celos.
    —Está bien, creo que soy tu primera novia, estoy feliz con eso. Pero dime la verdad, sólo la
    verdad: ¿nunca besaste a una mujer antes de besarme?
    Él fue simple:
    —Sí, ya besé antes a una mujer.
    —¿Quién era ella? —preguntó con dolor.
    Él intentó contar toscamente, no sabía cómo decirlo.
    El ómnibus de la excursión subía lentamente la sierra. Él, uno de los muchachos en medio de la
    muchachada en algarabía, dejaba que la brisa fresca le golpeara en el rostro y le entrara por los
    cabellos como dedos largos, finos y sin peso como los de una madre. Quedarse quieto a veces, sin
    casi pensar, y sólo sentir —era tan bueno. La concentración en el sentir era difícil en medio del
    alboroto de los compañeros.
    Y justo la sed había comenzado: jugar con el grupo, hablar bien alto, más alto que el ruido del
    motor, reír, gritar, pensar, sentir, ¡caramba! Qué seca dejaba la garganta.
    Y ni sombra de agua. La cosa era juntar saliva, y fue lo que hizo. Después de reunida en la boca
    ardiente, la tragaba, lentamente, otra vez y otra más. Era tibia, sin embargo, la saliva y no quitaba la
    sed. Una sed enorme, más grande que él mismo, que le tomaba ahora todo el cuerpo.
    La brisa fina, antes tan buena, ahora al sol del mediodía se había vuelto caliente y árida y al
    penetrar por la nariz secaba aún más la poca saliva que pacientemente juntaba.
    ¿Y si cerrara las narinas y respirara un poco menos de aquel viento de desierto? Intentó por
    instantes, pero enseguida se sofocaba. La manera era en realidad esperar, esperar. Tal vez minutos
    apenas, tal vez horas, mientras su sed era de años.
    No sabía cómo y por qué pero ahora se sentía más cerca del agua, la presentía más próxima, y sus
    ojos saltaban hacia fuera de la ventana buscando el camino, penetrando entre los arbustos,
    acechando, husmeando.


    El instinto animal dentro de él no se había equivocado: en la curva inesperada del camino, entre
    arbustos, estaba… la fuente de la que brotaba en un hilito el agua soñada.
    El ómnibus paró, todos estaban con sed pero él logró ser el primero en llegar a la fuente de
    piedra, antes que todos.
    Con los ojos cerrados entreabrió los labios y los colocó ferozmente en el orificio de donde salía
    el agua. El primer trago fresco bajó, escurriendo por el pecho hasta el vientre.
    Era la vida volviendo, y con ésta encharcó todo su interior arenoso hasta saciarse. Ahora podía
    abrir los ojos.
    Los abrió y vio muy junto a su cara dos ojos de estatua observándolo y vio que era la estatua de
    una mujer y que era de la boca de la mujer que salía el agua. Se acordó de que realmente en el primer
    trago había sentido en los labios un contacto gélido, más frío que el agua.
    Y supo entonces que había pegado su boca a la boca de la estatua de la mujer de piedra. La vida
    había emanado de esa boca, de una boca hacia otra.
    Intuitivamente, confuso en su inocencia, se sentía intrigado: pero no es de una mujer que sale el
    líquido vivificante, el líquido germinador de vida… Miró la estatua desnuda.
    Él la había besado.


    Sufrió un temblor que no se veía por fuera y que se inició muy dentro de él y le tomó todo el
    cuerpo explotando en el rostro en brasa viva.
    Dio un paso hacia atrás o hacia el frente, ya no sabía qué hacía. Perturbado, atónito, notó que una
    parte de su cuerpo, antes siempre relajada, estaba ahora con una tensión agresiva, y eso nunca le
    había ocurrido.
    Estaba de pie, suavemente agresivo, solo en medio de los otros, con el corazón latiendo hondo,
    espaciado, sintiendo el mundo transformarse. La vida era enteramente nueva, era otra, descubierta
    con sobresalto. Perplejo, en un equilibrio frágil.
    Hasta que, llegada de la profundidad de su ser, emanó de una fuente oculta en él la verdad. Que
    enseguida lo llenó de susto y enseguida también de un orgullo jamás antes sentido: él…
    Él se había convertido en hombre




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    Mensaje por Maria Lua Jue 30 Mar 2023, 20:24

    24 de abril de 1971

    EL PASEO DE LA FAMILIA


    Los domingos la familia iba a los muelles del puerto a curiosear los navíos. Se apoyaban en un
    parapeto, y si el padre viviera tal vez todavía tendría delante de los ojos el agua oleosa, de tal modo
    él miraba fijamente las aguas oleosas. Las hijas se inquietaban oscuramente, lo llamaban para ver
    algo mejor: ¡mira los navíos, papá!, le enseñaban ellas, inquietas.
    Cuando oscurecía, la ciudad iluminada se volvía una gran metrópoli con banquitos altos y
    giratorios en cada bar. La hija menor quiso sentarse en uno de los bancos, al padre le hizo gracia. Y
    eso era alegre. Ella entonces hizo más gracia para alegrarlo y eso ya no era tan alegre. Para beber
    eligió algo que no fuera caro, si bien el banco giratorio encarecía todo. La familia, de pie, asistía a la
    ceremonia del placer. La tímida y voraz curiosidad por la alegría. Fue cuando conoció ovomaltine
    [2]
    de bar, nunca antes tan gran lujo en vaso elevado por la espuma, nunca antes el banco alto e incierto,
    the top of the world. Todos mirando. Luchó desde el principio contra la náusea de estómago, pero
    fue hasta el fin, la responsabilidad perpleja de la elección infeliz, forzándose a gustar de lo que debe
    ser gustado, desde entonces mezclando, a la mínima excelencia de su carácter, una indecisión de
    conejo. También la desconfianza asustada de que el ovomaltine es bueno, «quien no aprovecha soy
    yo». Mintió que era óptimo porque de pie ellos presenciaron la experiencia de la cara felicidad: ¿de
    ella dependía que ellos creyesen o no en un mundo mejor?
    Pero todo eso estaba rodeado por el padre, y ella estaba bien dentro de esa pequeña tierra en la
    que la familia era caminar con las manos tomadas. De regreso el padre decía: aun sin haber hecho
    nada, gastamos mucho.
    Antes de dormir, en la cama, en la oscuridad. Por la ventana, en el muro blanco: la sombra
    gigantesca y oscilante de ramas, como de un árbol enorme, que en verdad no existía en el patio, sólo
    existía un arbusto delgado; o era la sombra de la Luna.
    El domingo iba a ser siempre aquella noche inmensa y meditativa que generó todos los futuros
    domingos y generó navíos cargueros y generó agua oleosa y generó leche con espuma y generó la
    Luna y generó la sombra gigantesca de un árbol apenas pequeño y frágil. Como yo.




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    Mensaje por Maria Lua Vie 31 Mar 2023, 17:03

    8 de mayo de 1971



    DÍA DE LA MADRE INVENTADA


    Ubicación: Casa de Menores Abandonados; construcción antigua, colonial; innumerables pabellones
    con salas amplias; techo alto; ventanales enrejados.
    Número de niños: 600.
    Edad de los niños: variada.
    Cronología: fecha de fundación, cerca de 1778.
    Fundador: un portugués millonario, propietario de la casa; preocupado por el problema del
    menor abandonado.
    Finalidad: abrigar, educar, encaminar niños huérfanos o abandonados en el país.
    Personaje: hermana Isabel; Congregación Vicentina, hábito blanco; estatura mediana; gorducha;
    risueña; muy creativa; dinámica; habladora; rostro atento que se puede transformar en severo a causa
    de la seriedad; se mueve fácil y ágilmente en su hábito blanco siempre inmaculado; capacidad de
    líder; nada convencional; un ser muy vivaz; resuelve rápido; no parece tener conciencia de su
    inteligencia; espontaneidad; considera todo como posible; tomada una resolución, no duda en
    ejecutarla; no tiene miedo al trabajo.
    Hecho: hermana Isabel, recientemente nombrada para el cargo de Hermana Superiora en la Casa
    de Menores Abandonados, lo que equivale a decir, directora. De a poco se va actualizando con la
    Casa. Lee 600 fichas de niños. Nota que sus niños son en la mayoría hijos de padres desconocidos.
    Verifica, por ejemplo, el fichero: Juan de Dios, nacido el 10 de diciembre de 1965, natural del
    Estado de Guanabara, color negro, filiación: ninguna, espacio en blanco. De a poco va conociendo a
    los niños uno por uno. La gran mayoría le pregunta ¿quién es mi madre? Al comienzo, avergonzada,
    desvía el asunto. Pero los niños insisten: ¿quién es mi mamá? Meditación profunda de la hermana
    Isabel. Dolor profundo también. Búsqueda de solución imposible. Se queda horas pensativa frente al
    gran fichero, se muerde los labios.
    Consecuencia: toma una resolución. Toma ficha por ficha, sin incomodarse porque sean 600. En
    el espacio «filiación», escribe en cada una que no tenga filiación: un nombre de madre inventada.
    Llena el espacio con centenas de Marías, Anas, Virginias, Helenas, Magdalenas, Sofías, etcétera.
    Conclusión: llama, uno por uno, a los niños que no tienen filiación e informa: el nombre de tu
    madre es María o Ana o Sofía, etc. Alegría de los niños: ahora todos tienen madres, aunque ausentes,
    pero cada niño, vuelto alegre, se conforma con que la madre no venga a visitarlo: es que la hermana
    Isabel siempre da un motivo, explicando la falta de presencia de la madre. Madre inventada. Falsa.
    Imaginaria. Sólo en el papel, viva sin embargo, caliente, llena de amor.
    Fin: habiendo dicho, considero cerrada mi sección por hoy.






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    CLARICE LISPECTOR II ( ESCRITORA BRASILEÑA) - Página 4 Empty Re: CLARICE LISPECTOR II ( ESCRITORA BRASILEÑA)

    Mensaje por Maria Lua Sáb 01 Abr 2023, 10:29

    22 de mayo de 1971



    ANTES DE QUE EL HOMBRE APARECIERA EN LA TIERRA




    Me dieron —no puedo decir ni quién ni cómo me llegó a las manos— una piedra de Vila Velha. Vila
    Velha es una región de Paraná, yendo de Curitiba al Municipio de Ponta Grossa. La época de la
    piedra: última glaciación de la Tierra, 360 millones de años. Los geólogos llegaron a esa conclusión
    estudiando las capas de la corteza de la Tierra, aplicando el proceso de carbono. Aplican ese
    proceso en fósiles. Mi piedra es, por lo tanto, de antes de la aparición del hombre en la Tierra. Amo
    las piedras. Entonces quedé loca de pasión por ésta: da una extrañísima sensación sostenerla en las
    manos de hoy. Como me la había dado una gran amiga mía, quise repartirla con alguien que me fuera
    querido. Pero nadie logró partir la piedra. Se fue entonces a un marmolero que finalmente la partió.
    Quedó muy espantado y dijo: nunca vi una piedra igual en mi vida. Notó —y veo ahora— la
    presencia de pequeñas pepitas de oro, sobre todo en la parte rojiza de la piedra.
    Un muchacho de 20 años llamado Sérgio Fonta vino a comer aquí a casa. Vio la piedra, le conté
    la historia, él la tomó. Es poeta. Esa misma noche, saliendo de nuestra casa, le llegó la inspiración.
    Hizo un poema sobre ella y me lo dedicó, para mi alegría. He aquí el poema de Sérgio Fonta:



    EL POEMA DE LA PIEDRA


    a Clarice Lispector


    Piedra
    y
    Deshombre.
    ¿Hombre?
    La distancia lo aparta,
    Pasa la pasta de los siglos
    Cada vez más.
    Ser y
    No ser el primero
    O la primera Cosa.
    ¿Hombre?
    ¿Y la piedra?
    Deshombre.
    Antes de su rastro,
    De su olor.
    Piedra, hombre.
    Piedra hace mucho tiempo piedra.
    Un pasado de pozo.
    Multihoras
    Canalizada por delante,
    Ni tú ni gente,
    Sin saber,
    Sin gritar
    Esa angustia universal.
    Anterior
    A la escena y al beso escapado,
    Al grito y al reír degollado.
    La piedra y
    Todos los secretos.
    Los inamovibles secretos.
    La piedra y el
    Silencio.


    Río, 16 de marzo de 1971.


    DISCULPEN, PERO SE MUERE


    Murió el gran Guimarães Rosa, murió mi bello Carlito, hijo de mis amigos Lucinda y Justino Martins,
    murió mi querido cuñado, el embajador del Brasil en los Estados Unidos, Mozart Gurgel Valente,
    murió el hijo del Dr. Neves Manta, murió una niña de 13 años de mi edificio dejando a la madre
    tonta, murió mi atronador amigo Marino Besouchet. Disculpen, pero se muere.


    LA TEMPESTAD DEL 28 DE MARZO, DOMINGO


    No sé si ustedes se acuerdan de un domingo, 28 de marzo, partido de fútbol entre Botafogo y Vasco.
    El día había sido insoportablemente caliente, la playa era un infierno. La tarde fue todavía peor.
    Recé por una gran lluvia. Pero después no entendí el porqué de aquella «furia de los elementos de la
    naturaleza». Una amiga y yo habíamos programado una visita al Embalse de la Soledad, para
    compararlo con mi cuadro de Franceschi. De repente, acosada por el calor y previendo que algo
    malo iba a ocurrir, dije: No quiero ir a la Floresta de Tijuca. Ella estuvo de acuerdo. Y salimos a dar
    una vuelta en auto. Fuimos a Leblon, visitamos la iglesia de la Laguna, que es muy bonita, la iglesia,
    quiero decir. Y el tiempo comenzó a oscurecerse. El cielo se puso negro. Dije: Vamos a comprar
    unos sándwiches en Rick y los llevamos a casa porque va a caer una gran tempestad.
    Estábamos en el auto cuando estalló. Nunca había visto cosa igual. En breve las ruedas estaban
    metidas hasta la mitad en el agua y el barro. Nada veíamos adelante. Mi amiga quiso desistir. Yo
    dije: Ve yendo por el medio de la calle, y así no hay peligro de subirnos a una vereda y, como tú
    dices, entrar de repente en un edificio adentro. Pero no se distinguía nada. Sólo los rayos azules, y
    después se oían los truenos. Eso no es deber de escuela primaria: «Describan una tempestad». A ésa
    la viví de verdad, con riesgo de vida. Y sabiendo que uno de mis hijos estaba en el partido, en el
    Maracaná. Quería que todos los míos, familia y amigos, estuvieran en casa. Porque finalmente
    llegamos. Sólo después vino la reacción al miedo que había tenido y contenido: tuve una serie de
    escalofríos. Mi amiga, que estaba toda mojada, tomó un trago de whisky. Mi teléfono, como siempre,
    no daba línea (por favor, Compañía Telefónica, vea si mejora el mío, porque el teléfono se convirtió
    en un instrumento infernal para mí).
    Pero una de las personas de mi familia telefoneó y supe que todos estaban en casa. Mi deseo era
    telefonear a los amigos y saber si estaban protegidos. Recé por mi hijo que yo no sabía cómo iba a
    volver. Pero de repente me dio una gran calma. Le dije a mi amiga: puedes ir a tu casa y yo voy a
    dormir, que me estoy cayendo de sueño. Ella se fue, demoró una hora en atravesar Botafogo. Dejé
    una nota a mi hijo. Y me fui a dormir. Había confiado en Dios.




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    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





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    Mensaje por Maria Lua Dom 02 Abr 2023, 09:59

    12 de junio de 1971



    ESTUVE EN GROENLANDIA…



    Cuando fui con Alzira Vargas Amaral Peixoto a Holanda para que ella bautizara el petrolero Getúlio
    Vargas, fuimos también evidentemente a París. En el regreso a los Estados Unidos en un invierno
    atroz, nieve de nunca acabar, el avión tuvo que hacer un desvío. Y simplemente, a medianoche,
    fuimos a parar a Groenlandia. Infelizmente sólo al aeropuerto. Hacía un frío que no tenía nombre. Vi
    el tipo de algunos groenlandeses: altos, espigados, rubísimos. Le dije a Alzira: haz de cuenta de que
    fuimos a la ciudad también. Estuvo de acuerdo. Y las dos mantenemos el secreto: decimos que
    visitamos Groenlandia. Estoy quebrantando el secreto, Alzira…


    ESTUVE EN BOLAMA, ÁFRICA


    También por desvío de ruta, heme en la posesión portuguesa africana, Bolama. Allá tomé el
    breakfast y vi a los africanos. Los portugueses, por lo menos aquellos que vi, trataban a los negros
    con chicote. Los negros hablan un portugués de Portugal graciosísimo. Le pregunté a un niño de unos
    ocho años qué edad tenía. Respondió: 53 años de edad. Me caí de espaldas. Le pregunté al portugués
    que me acompañaba en el breakfast, ¿cómo se explica eso? Respondió: no saben la edad, usted
    podría preguntarle a aquel viejo su edad y él podría responderle dos años. Pregunté: pero ¿es
    necesario tratarlos como si no fueran seres humanos? Me respondió: de otro modo no trabajan. Me
    quedé pensativa. El África misteriosa. En este mismo momento que alguien me lee, allá está el África
    indomable, viviendo. Lamento a África. Me gustaría poder hacer lo más mínimo que fuese por ella.
    Pero no tengo ningún poder. Sólo el de la palabra, a veces. Sólo a veces.





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    Mensaje por Maria Lua Dom 02 Abr 2023, 19:25

    24 de julio de 1971


    UN FENÓMENO DE PARAPSICOLOGÍA


    Una vez me fue contado un episodio sucintamente por una jovencita. Le pedí entonces que anotara lo
    que me había dicho, sin hacer literatura ni estilo, sólo como recordatorio para mí, pues pretendía
    hacer una especie de cuento de lo que ella había narrado.
    La joven tomó un bloc de papel y se sentó en un rincón de mi sala, medio de espaldas hacia mí. Y
    yo me quedé sentada pensando y sintiendo, esperando, viendo de través su manita demasiado rápida
    corriendo sobre el papel, mientras yo componía mentalmente la historia que allí mismo desarrollé
    completamente.
    Ella se detuvo y dijo:
    —No sé cómo seguir.
    Entonces, como si yo ya hubiese leído lo que ella había escrito antes, le dicté la parte más
    importante.
    En breve la jovencita dijo:
    —Está listo, voy a leerlo en voz alta para usted porque mi letra no es buena.
    Al oír, mis ojos se abrieron con gran sorpresa: ¡allí estaba la historia casi como yo pretendía
    contarla y como la había forjado mientras ella escribía!
    Interrumpí a la joven para decirle:
    —¡Pero escribiste como yo, con mis propias palabras! ¡La historia está, por así decir, lista!
    ¿Cómo es esto?
    Ella respondió:
    —Cuando yo estaba escribiendo tenía la nítida impresión de que usted me estaba dictando y yo
    sólo tenía que copiar. Fue tan fácil.
    No puede haber sido el estilo que usó influenciado por el mío, pues confesó que no había leído
    más que algunas páginas mías y que no había aguantado leer más, le tocaba demasiado el corazón.
    Además de que nuestro convivio personal era muy reciente…
    Lo que en verdad ocurrió es que la jovencita había sido mi receptáculo.
    Estoy contando este hecho verídico sin entenderlo. El misterio de las relaciones humanas me
    fascina.

    SALMO DE DAVID, n.º 4

    Óyeme cuando clamo, oh, Dios de mi justicia. En la angustia me diste desahogo, ten misericordia de
    mí y oye mi oración. Hijo de los hombres, ¿hasta cuándo convertiréis mi gloria en infamia? ¿Hasta
    cuándo amaréis la vanidad y buscaréis la mentira? Sabed pues que el Señor separó para Sí a aquel
    que le es querido. Perturbaos y no pequéis. Hablad con vuestro corazón sobre vuestra cama y
    callaos. Ofreced sacrificio de justicia y confiad en el Señor. Muchos dicen: ¿quién nos mostrará el
    Bien? Señor, exalta sobre nosotros la luz de tu rostro. Pusiste alegría en mi corazón más que en el
    tiempo en que se multiplicaban tu trigo y tu vino. En paz también me acostaré y dormiré porque sólo
    Tú, Señor, me haces habitar en la seguridad.

    DESENCUENTRO

    Yo te doy pan y prefieres oro. Yo te doy oro pero tu hambre legítima es de pan.
    VIVIR
    Él tuvo la sensación de ser. No podría explicarlo, de tan profundo, nítido y amplio que era. La
    sensación de ser era una visión aguda, calma e instantánea de ser el propio representante de la vida y
    de la muerte. Entonces, él no quiso dormir, para no perder la sensación de la vida.

    ES NECESARIO PARAR

    Estoy con nostalgias de mí. Ando poco recogida, atiendo demasiado el teléfono, escribo apurada,
    vivo apurada. ¿Dónde está yo?
    Necesito hacer un retiro espiritual y encontrarme por fin —por fin, pero qué miedo— a mí
    misma





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    Mensaje por Maria Lua Dom 02 Abr 2023, 21:28

    7 de agosto de 1971



    ERES UN NÚMERO



    Si uno no tiene cuidado se convierte en número hasta para sí mismo. Porque a partir del instante en
    que uno nace lo clasifican con un número. Su identidad en el Félix Pacheco
    [3] es un número. El
    registro civil es un número. Su permiso de elector es un número. Profesionalmente hablando también
    lo es. Para ser conductor, hay registro con número, y chapa de auto. En Rentas, el contribuyente está
    identificado con un número. Su edificio, su teléfono, su número de departamento, todo es número.
    Si es de los que compran a crédito, para ellos usted es un número. Si tiene propiedad, también. Si
    es socio de un club tiene un número. Si es miembro de la Academia Brasileña de Letras tiene el
    número de la silla.
    Es por eso que voy a tomar clases particulares de Matemática. Necesito saber esas cosas. O
    clases de Física. No estoy bromeando: en verdad voy a tomar clases de Matemática, necesito saber
    algo sobre cálculo integral.
    Si es comerciante, su licencia de establecimiento lo clasifica también.
    Si es contribuyente de alguna obra de beneficencia también se lo solicita por un número. Si hace
    un viaje de paseo, o de turismo, o de negocios recibe un número. Para tomar un avión, le dan un
    número. Si posee acciones también recibe uno como accionista de una compañía. Está claro que
    usted es un número en el censo. Si es católico recibe número de bautismo. En el registro civil o
    religioso usted está numerado. Si posee personería jurídica tiene. Y cuando la gente muere, en la
    sepultura, tiene un número. Y el certificado de defunción también.
    ¿Nosotros no somos nadie? Protesto. Además es inútil la protesta. Y van a ver que mi protesta
    también es un número.
    Una amiga mía contó que en Alto Sertón de Pernambuco una mujer estaba con el hijo enfermo,
    deshidratado, fue al Centro de Salud. Y recibió la ficha número 10. Pero dentro del horario previsto
    por el médico, la criatura no pudo ser atendida porque sólo atendieron hasta el número 9. La criatura
    murió a causa de un número. Nosotros somos los culpables.
    Si hay una guerra, usted es clasificado con un número. En una pulsera con chapa metálica, si no
    me equivoco. O en una cadena del cuello, metálica.
    Vamos a luchar contra eso. Cada uno es uno, sin número. El sí mismo es sólo el sí mismo.
    Y Dios no es un número.
    Vamos a ser gente, por favor. Nuestra sociedad está dejándonos secos como un número seco,
    como un hueso blanco seco expuesto al sol. Mi número íntimo es 9. Sólo. 8. Sólo. 7. Sólo. Sin
    sumarlos ni transformarlos en novecientos ochenta y siete. ¿Me estoy clasificando con un número?
    No, la intimidad no deja. Miren, intenté varias veces en la vida no tener número y no escapé. Lo que
    hace que necesitemos de mucho cariño, de nombre propio, de autenticidad. Vamos a amar que el
    amor no tiene número. ¿O lo tiene?



    MISTERIO: CIELO



    No me acuerdo cuándo estuve en Caxambu, acompañando a mi padre. Y una noche, con una amiga,
    pero de esas que no llenan el aire con palabras, fuimos a un descampado. Y allá, medio inclinada
    hacia atrás, miré hacia el cielo. El cielo en el campo es de un azul marino profundo y se ven millares
    de estrellas como cristales. Mirando al cielo me quedé atontada de mí misma.
    ¡¿Cómo?! Cómo es de genial el ser humano. ¿Cómo es que inventaron el planetario?
    El día 25 de julio de 1971 fui a ver el cielo en el planetario. Era domingo. Y ese día iban a
    mostrar Júpiter en particular. El cielo es cosa de locos o de genios. Me quedé muy contenta de ver el
    Sol. Y era día del signo Sagitario, que es el mío. Júpiter es el más poderoso de todos los planetas.
    Tiene una serie de satélites.
    Después del 15 de agosto voy a ver el planeta Marte. ¿Será que algún planeta, además de la
    Tierra, está habitado? Somos unos privilegiados. Sobra tanta materia prima aquí con nosotros que
    hasta animales tenemos, animales puros como el tigre y un animal horrible cuyo nombre no quiero
    escribir.
    Juro que nosotros deberíamos ser más unidos: porque el Universo es tan grande que supera
    cualquier línea de horizonte. Si nosotros no nos amamos estamos perdidos. Es mejor que nos
    encontremos en Dios.




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    Mensaje por Maria Lua Lun 03 Abr 2023, 09:51

    14 de agosto de 1971






    Soy una pregunta


    ¿Quién hizo la primera pregunta?

    ¿Quién hizo el mundo?

    Si fue Dios, ¿quién hizo a Dios?

    ¿Por qué dos y dos son cuatro?

    ¿Quién dijo la primera palabra?

    ¿Quién lloró por primera vez?

    ¿Por qué el Sol es caliente?

    ¿Por qué la Luna es fría?

    ¿Por qué el pulmón respira?

    ¿Por qué se muere?

    ¿Por qué se ama?

    ¿Por qué se odia?

    ¿Quién hizo la primera silla?

    ¿Por qué se lava la ropa?

    ¿Por qué se tienen senos?

    ¿Por qué se tiene leche?

    ¿Por qué existe el sonido?

    ¿Por qué existe el silencio?

    ¿Por qué existe el tiempo?

    ¿Por qué existe el espacio?

    ¿Por qué existe el infinito?

    ¿Por qué yo existo?

    ¿Por qué tú existes?

    ¿Por qué existe el esperma?

    ¿Por qué existe el óvulo?

    ¿Por qué la pantera tiene ojos?

    ¿Por qué existe el error?

    ¿Por qué se lee?

    ¿Por qué existe la raíz cuadrada?

    ¿Por qué hay flores?

    ¿Por qué existe el elemento tierra?

    ¿Por qué queremos dormir?

    ¿Por qué encendí el cigarrillo?

    ¿Por qué existe el elemento fuego?

    ¿Por qué existe el río?

    ¿Por qué hay gravedad?

    ¿Por qué y quién inventó los anteojos?

    ¿Por qué hay enfermedades?

    ¿Por qué hay salud?

    ¿Por qué hago preguntas?

    ¿Por qué no hay respuestas?

    ¿Por qué quien me lee está perplejo?

    ¿Por qué la lengua sueca es tan suave?

    ¿Por qué fui a un cóctel a la casa del embajador de Suecia?

    ¿Por qué la agregada cultural sueca tiene como primer nombre Si?

    ¿Por qué estoy viva?

    ¿Por qué quien me lee está vivo?

    ¿Por qué tengo sueño?

    ¿Por qué se dan premios a los hombres?

    ¿Por qué la mujer quiere al hombre?

    ¿Por qué el hombre tiene fuerza para querer a la mujer?

    ¿Por qué existe el cálculo integral?

    ¿Por qué escribo?

    ¿Por qué Cristo murió en la cruz?

    ¿Por qué miento?

    ¿Por qué digo la verdad?

    ¿Por qué existe la gallina?

    ¿Por qué existen editoriales?

    ¿Por qué existe el dinero?

    ¿Por qué pinté una jarra de vidrio de negro opaco?

    ¿Por qué existe el acto sexual?

    ¿Por qué busco las cosas y no las encuentro?

    ¿Por qué existe el anonimato?

    ¿Por qué existen los santos?

    ¿Por qué se reza?

    ¿Por qué se envejece?

    ¿Por qué existe el cáncer?

    ¿Por qué las personas se reúnen para almorzar?

    ¿Por qué la lengua italiana es tan amorosa?

    ¿Por qué la persona canta?

    ¿Por qué existe la raza negra?

    ¿Por qué yo no soy negra?

    ¿Por qué un hombre mata a otro?

    ¿Por qué en este mismo instante está naciendo un niño?

    ¿Por qué el judío es de la raza elegida?

    ¿Por qué Cristo era judío?

    ¿Por qué mi segundo nombre parece duro como un diamante?

    ¿Por qué hoy es sábado?

    ¿Por qué tengo dos hijos?

    ¿Por qué podría preguntar indefinidamente por qué?

    ¿Por qué el hígado tiene gusto a hígado?

    ¿Por qué mi empleada tiene un novio?

    ¿Por qué la Parapsicología es una ciencia?

    ¿Por qué voy a estudiar Matemática?

    ¿Por qué existen cosas blandas y existen cosas duras?

    ¿Por qué tengo hambre?

    ¿Por qué una palabra lleva a la otra?

    ¿Por qué los políticos hacen discursos?

    ¿Por qué la máquina se está volviendo tan importante?

    ¿Por qué tengo que parar de hacer preguntas?

    ¿Por qué existe el color verde oscuro?

    ¿Por qué?

    Porque sí.

    ¿Pero por qué no me lo dijeron antes?

    ¿Por qué adiós?

    ¿Por qué hasta el otro sábado?

    ¿Por qué?





    *****************


    SOU UMA PERGUNTA




    "Quem fez a primeira pergunta?
    Quem fez o mundo?
    Se foi Deus, quem fez Deus?
    Por que dois e dois são quatro?
    Quem disse a primeira palavra?
    Quem chorou pela primeira vez?
    Por que o Sol é quente?
    Por que a Lua é fria?
    Por que o pulmão respira?
    Por que se morre?
    Por que se ama?
    Por que se odeia?
    Quem fez a primeira cadeira?
    Por que se lava roupa?
    Por que se tem seios?
    Por que se tem leite?
    Por que há o som?
    Por que há o silêncio?
    Por que há o tempo?
    Por que há o espaço?
    Por que há o infinito?
    Por que eu existo?
    Por que você existe?
    Por que há o esperma?
    Por que há o óvulo?
    Por que a pantera tem olhos?
    Por que há o erro?
    Por que se lê?
    Por que há a raiz quadrada?
    Por que há flores?
    Por que há o elemento terra?
    Por que a gente quer dormir?
    Por que acendi o cigarro?
    Por que há o elemento fogo?
    Por que há o rio?
    Por que há a gravidade?
    Por que e quem inventou os óculos?
    Por que há doenças?
    Por que há saúde?
    Por que faço perguntas?
    Por que não há respostas?
    Por que quem me lê está perplexo?
    Por que a língua sueca é tão macia?
    Por que fui a um coquetel na casa do Embaixador da Suécia?
    Por que a adida cultural sueca tem como primeiro nome Si?
    Por que estou viva?
    Por que quem me lê está vivo?
    Por que estou com sono?
    Por que se dão prêmios aos homens?
    Por que a mulher quer o homem?
    Por que o homem tem força de querer a mulher?
    Por que há o cálculo integral?
    Por que escrevo?
    Por que Cristo morreu na cruz?
    Por que minto?
    Por que digo a verdade?
    Por que existe a galinha?
    Por que existem editoras?
    Por que há o dinheiro?
    Por que pintei um jarro de vidro de preto opaco?
    Por que há o ato sexual?
    Por que procuro as coisas e não encontro?
    Por que existe o anonimato?
    Por que existem os santos?
    Por que se reza?
    Por que se envelhece?
    Por que existe câncer?
    Por que as pessoas se reúnem para jantar?
    Por que a língua italiana é tão amorosa?
    Por que a pessoa canta?
    Por que existe a raça negra?
    Por que é que eu não sou negra?
    Por que um homem mata outro?
    Por que neste mesmo instante está nascendo uma criança?
    Por que o judeu é raça eleita?
    Por que Cristo era judeu?
    Por que meu segundo nome parece duro como um diamante?
    Por que hoje é sábado?
    Por que tenho dois filhos?
    Por que eu poderia perguntar indefinidamente por quê?
    Por que o fígado tem gosto de fígado?
    Por que a minha empregada tem um namorado?
    Por que a Parapsicologia é ciência?
    Por que vou estudar matemática?
    Por que há coisas moles e coisas duras?
    Por que tenho fome?
    Por que no Nordeste há fome?
    Por que uma palavra puxa a outra?
    Por que os políticos fazem discurso?
    Por que a máquina está ficando tão importante?
    Por que tenho de parar de fazer perguntas?
    Por que existe a cor verde-escuro?
    Por quê?
    É porque.
    Mas por que não me disseram antes?
    Por que adeus?
    Por que até o outro sábado?
    Por quê?"




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    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
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    y tren de tus ilusiones."
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    Mensaje por Maria Lua Mar 04 Abr 2023, 17:57

    21 de agosto de 1971



    PERDÓN, EXPLICACIÓN Y MANSEDUMBRE


    Estoy escribiendo sobre un texto publicado aquí y llamado «Eres un número». Del día 7 de agosto,
    sábado. Y escribiendo con el mayor apuro para enseguida alcanzar a quien por casualidad haya sido
    alcanzado de modo equivocado.
    Sentí —pero de verdad sentí— en el aire cuánto desagradé con tal texto. Yo misma me ofendí. Y
    sabía que ofendía a los otros. No. Tú no eres un número. Ni yo.
    Porque existe lo inefable. El amor no es un número. La amistad no lo es. Ni la simpatía. La
    elegancia es algo que fluctúa. Y si Dios tiene número, no lo sé. La esperanza tampoco tiene número.
    Perder una cosa es inefable: nunca sé dónde las puse. Incluso pierdo hasta la lista de cosas a no
    perder. La muerte es inefable. Pero la vida también lo es. Incluso ser es de una provisionalidad
    impalpable. La consideración también. La creatividad.
    Esto que estoy escribiendo parece un laberinto, pero tiene anchos portones de salida. Incluso una
    niña llamada Clarice me dio un cuadro muy bonito que era un laberinto verde. Y todo eso es inefable.
    Vi un papagayo verde el domingo —un loro— que emitía sonidos y estaba aprendiendo a imitar el
    habla humana. Y todo eso es inefable. Es inefable el hecho de que yo haya terminado de escribir un
    cuento llamado «Laberinto» también. Clarice y Clarice se entienden.
    Explico por qué quiero tomar lecciones de Matemática. Es que todo es tan insoluble. Entonces
    intenté encontrar un medio de hallar soluciones. Juro que necesito soluciones. No puedo quedarme
    así completamente en el aire. Y agradezco la carta que recibí el día 10 de agosto. La transcribo
    literalmente:
    «Me tomo la libertad de escribirte y si tú me permites respondo a tu crónica “Eres un número”,
    publicada en el Jornal do Brasil del 7 de agosto de 1971, sábado. Leyéndola afloró en mí un sentido
    de defensa al número y que espero que comprendas. No tengo segundas intenciones. Lee por favor lo
    que te envío».
    Ahí la carta hace una gran pausa y continúa:
    «¿Y por qué te preocupa el número? Tú no vives en función del número del Félix Pacheco,
    aunque te sea necesario. Vives en función de la palabra y del pensamiento. Y no mides las palabras y
    no cuentas los pensamientos. Corre en tus venas la sangre que no se suma. Y la Matemática no es lo
    esencial. No necesitas aprenderla porque sabes más que ella. Porque amas lo Bello y lo Bello no se
    divide. Es íntegro a pesar de existir en varias formas».
    «Caminas en campos abiertos y claros y sientes lo que no se palpa. Entonces, ¿por qué
    preocuparte por el número que nada te trae?».
    «Deja que el número viva y no te confundas con su existencia pues no es él el alimento de tu
    espíritu».
    La carta está firmada a máquina y sólo el primer nombre. No puedo citarlo porque es el nombre
    de una persona a la que no le gustaría ser confundida, pues no es para nada la clase de persona que
    escribió la carta. ¿Soy comprendida?
    Le pido disculpas. Profundamente. Hasta el aire que respiramos es inefable e inefable es lo que
    sentí cuando leí su carta. Para no perder el buen humor voy a poner lo siguiente entre paréntesis: las
    teclas de su máquina necesitan una seria limpieza. Casi tanto como las mías. Porque apenas se lee lo
    que está escrito.
    Continúo: mira, persona anónima, ahora estoy pasando en limpio un libro que se publicará en
    breve. Y que es duro como un diamante. A veces hasta puede centellear. Y sólo en las últimas
    páginas uso la mansedumbre y la rebelión y la aceptación.
    Y como pretendo escribir una historia infantil llamada La vida de Laura —es el nombre de una
    gallina— necesitaré descansar un poco y cortar cualquier brillo excesivo a los ojos y cualquier
    aspereza. Porque es necesaria mansedumbre y mucha cuando se habla con niños. Incluso simplemente
    voy a descansar. Y a hablar lento. Sin apuro voy a contar mi historia de gallina. En esa historia hay
    alegrías y tristezas y sorpresas. ¿No ves que hasta estoy más mansa ya?




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    Mensaje por Maria Lua Miér 05 Abr 2023, 19:34

    16 de octubre de 1971



    DE CÓMO EVITAR UN HOMBRE DESNUDO


    Se trata de una película que no escandalizaría a nadie. Y sin embargo su exhibición fue prohibida en
    el Brasil. Aunque, contradictoriamente, hayan permitido su venta en el mercado exterior. Es una
    película de la Condor Filmes S. A. —argumento, guión y dirección de Nélson Pereira dos Santos.
    Sólo el título no me gusta —Qué sabroso era mi francés— porque da una idea jocosa de una
    película nada jocosa.
    Época: siglo XVI: Francia Antártica. Después de escapar de la muerte a la que fuera condenado,
    Jean (Arduino Colasanti) encuentra un grupo de portugueses que naufragan en pleno territorio
    enemigo (Brasil). Los portugueses toman prisionero al francés y le entregan dos pequeños cañones
    para ser usados contra los indios. Éstos atacan de sorpresa y prenden a Jean, tomándolo por un
    poderoso portugués, pues durante el combate estaba manejando los cañones. Jean se convierte en
    esclavo de Cunhambebe (Eduardo Imbassaí), gran jefe de los indios tupinambás, y que pretende
    devorar a Jean a fin de poseer los poderes del artillero y, así, más fuerza en su lucha contra los
    portugueses.
    En la aldea tupinambá, el prisionero es cuidado por una viuda, Seboipep (Ana Maria
    Magalhães), que cumple también el papel de esposa hasta el día de la ejecución de Jean. Con el paso
    de las lunas, Jean va comprendiendo la lengua y las costumbres de los indios y adopta sus hábitos.
    Obtiene pólvora para sus cañones y con ellos participa de una guerra contra los indios amigos de los
    portugueses (y por lo tanto enemigos de los tupinambás). Cuando espera ser liberado, ve que
    Cunhambebe sólo lo había estado probando como guerrero, a fin de devorarlo en gran fiesta.
    Esta película necesitó cinco años de preparación e investigaciones. Las fuentes de las
    investigaciones son serias: Biblioteca Nacional, Museo del Indio, Servicio de Protección al Indio,
    Museo del Hombre (París).
    Los libros consultados: Civilización tupinambá (Metraux), Viaje al Brasil (Hans Staden),
    Tupinambás (Jean de Lery), Civilización tupinambá (Florestan Fernandes), además de otros
    cronistas de la época (siglo XVI).
    Los diálogos fueron escritos en tupí guaraní por Humberto Mauro. El francés quinientista (lindo),
    por especialistas franceses. Fueron cuatro meses de filmación intensa. Las locaciones eran en las
    playas y bosques entre Parati y Angra dos Reis.
    Esta película —de mucha belleza y de enorme interés porque al final se trata de los orígenes del
    Brasil— costó Cr$ 760.000,00 (setecientos sesenta mil cruceiros), cerca de 150 mil dólares.
    Para garantizar la autenticidad no sólo se hizo la construcción de aldeas y reconstrucción de
    vestuario de los personajes portugueses y del francés, sino también el uso de objetos y adornos
    indígenas para garantizar la legitimidad. En la película aparecen más de 500 figurantes. Ésta fue
    realizada con la colaboración del Ejército brasileño, ciudad de Parad, FUNAI, Museo de la Policía
    Militar de Río de Janeiro, Fuerte de San Juan.
    Todo el elenco fue depilado completamente, de acuerdo con las características raciales de los
    indios. Las pinturas del cuerpo están rigurosamente de acuerdo con las minuciosas investigaciones
    realizadas.
    Pues esta película fue prohibida en el territorio nacional y liberada para exportación (!). Se
    consideró que atentaba contra el pudor, las costumbres y la moral. Pero la censura verdaderamente se
    involucró con el desnudo masculino. Después de alguna discusión dejaron pasar el desnudo
    masculino de los indios, pero dijeron que el desnudo del hombre blanco (el francés que vivió entre
    los indios y adoptó su modo de vivir) no sería permitido en ninguna hipótesis…
    Tal vez sea inocencia mía pero, por favor, respóndanme: ¿cuál es la diferencia entre el cuerpo
    desnudo de un indio y el cuerpo desnudo de un hombre blanco?
    Vi la película en una salita de proyección privada. Había otras personas mirándola también. Dos
    de ellas eran monjas de alto nivel eclesiástico. La opinión de ellas: película bellísima, de una gran
    pureza, de un valor histórico inestimable a causa de toda la reconstrucción. Dijeron que era una
    película poética. La única escena realmente impura —dijeron— sería aquella en la que un mercader
    francés demostró su codicia frente al tesoro de los indios, ahí se reconoce una civilización actual.
    Se espera —en verdad se tiene mucha esperanza— una liberación también para el territorio
    nacional: no es justo que los extranjeros hagan usufructo de algo nuestro sin que nosotros
    participemos también de ello. La esperanza viene también de que en toda la película no hay un solo
    gesto o intención obscenos o simple sugestión maliciosa. Y les garantizo que la desnudez de Arduino
    Colasanti es casta. ¿Será que en poco tiempo nos escandalizaremos de ver un niño blanco desnudo?
    ¿Por qué en niños se puede y en adultos no se puede? Me acuerdo de un verso que una persona, José
    Augusto (S. Paulo), me mandó:
    «Salí desnudo a la calle
    y no me entendieron.
    Me voy a poner traje y corbata».
    Mejor, por las dudas, poner traje y corbata a los tupinambás.



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    Mensaje por Maria Lua Jue 06 Abr 2023, 21:41

    6 de noviembre de 1971


    EL USO DEL INTELECTO


    Tal vez ese haya sido mi mayor esfuerzo de vida: para comprender mi no inteligencia, mi
    sentimiento, fui obligada a volverme inteligente. (Se usa la inteligencia para entender la no
    inteligencia. Sólo que después el instrumento —o intelecto— por vicio de juego sigue siendo usado,
    y no podemos tomar las cosas con las manos limpias, directamente de la fuente).


    LA EXPERIENCIA MAYOR


    Antes yo había querido ser los otros para conocer lo que no era yo. Entonces entendí que yo ya había
    sido los otros y eso era fácil. Mi experiencia mayor sería ser la médula de los otros: y la médula de
    los otros era yo.


    MENTIR, PENSAR


    Lo peor de mentir es que crea falsa verdad. (No, no es tan obvio como parece, no es un truismo: sé
    que estoy diciendo algo y que solamente no sé decirlo del modo correcto, además lo que me irrita es
    que todo tiene que ser del modo correcto, imposición muy limitadora). ¿Qué es en realidad lo que
    estaba intentando pensar? Tal vez eso: si la mentira fuera sólo la negación de la verdad, entonces
    éste sería uno de los modos, por negación, de probar la verdad. Pero la peor mentira es la mentira
    creadora. (No hay dudas: pensar me irrita, pues antes de comenzar a intentar pensar yo sabía muy
    bien lo que sabía).




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    Mensaje por Maria Lua Vie 07 Abr 2023, 19:19

    13 de noviembre de 1971


    PERFIL DE UN SER ELEGIDO


    Aun muy joven, era un ser que elegía. Entre las mil cosas que podría haber sido, había ido
    eligiéndose. En un trabajo para el cual usaba lentes, entreviendo lo que podía y palpando con las
    manos húmedas lo que no veía, el ser había ido eligiendo y por eso indirectamente se elegía. De a
    poco se había juntado para ser. Separaba, separaba. En relativa libertad, si se descontara el furtivo
    determinismo que había dirigido discreto sin dar un nombre. Descontado ese furtivo determinismo, el
    ser se elegía libre. Separaba, separaba la llamada cizaña del trigo, y lo mejor, lo mejor el ser lo
    comía. A veces comía lo peor: la elección difícil era comer lo peor. Separaba peligros del gran
    peligro, y era con el gran peligro que el ser, aunque con miedo, se quedaba: sólo para sopesar con
    susto el peso de las cosas.


    Apartaba de sí las verdades menores que terminó por no llegar a conocer: quería las verdades
    difíciles de soportar. Por ignorar las verdades menores, el ser ya comenzaba a parecer a los otros
    como rodeado de misterio: por ser ignorante, era un ser misterioso. Se había convertido en una
    mezcla de lo que pensaban de él y de lo que él realmente era: un sabido ignorante, un sabio ingenuo;
    un olvidado que muy bien sabía de otras cosas; un sonso honesto; un pensativo distraído; un
    nostálgico sobre lo que había dejado de saber; un nostalgioso por lo que definitivamente, al elegir,
    había perdido; un valiente por ser demasiado tarde y ya haberse elegido. Todo eso,
    contradictoriamente, le dio al ser una alegría discreta y saludable de campesino que sólo lidia con lo
    básico. Y todo eso le dio la austeridad involuntaria que todo trabajo vital da. Elección y ajuste no
    tenían hora precisa de comenzar ni terminar, duraban en realidad el tiempo de una vida.
    Todo eso, contradictoriamente, fue dando al ser la alegría profunda que necesita manifestarse,
    exponerse y comunicarse. Pasó a darse a través de la pintura. En esa comunicación el ser era
    ayudado por su don innato de gustar. Y eso ni lo había juntado ni lo había elegido, en efecto, era un
    don. Le gustaba la profunda alegría de los otros, por el don innato descubría la alegría de los otros.
    Por don, también era capaz de descubrir la soledad que los otros tenían. Y también por don, sabía
    profundamente jugar el juego de la vida, transformándola en colores y formas. Sin siquiera sentir que
    usaba su don, el ser se manifestaba: daba sin percibir, amaba sin percibir que a eso llamaban amor.
    El don era como la falta de camisa del hombre feliz: como el ser se sentía muy pobre y no tenía qué
    dar, el ser se daba. Se daba en silencio, y daba lo que había juntado de sí, así como quien llama a los
    otros para que también vean.


    Poco a poco el equívoco pasó a rodear al ser: los otros miraban al ser como a una estatua, como
    a un retrato. Un retrato muy rico. No comprendieron que para el ser, haberse reunido, había sido
    trabajo de despojamiento y no de riqueza. Por equívoco, el ser era festejado. Pero sentirse amado
    sería reconocerse a sí mismo en el amor recibido, y aquel ser era amado como si fuera un otro ser. El
    ser vertió las lágrimas de una estatua que de noche en la plaza llora sin moverse. Nunca la oscuridad
    había sido mayor en la plaza. Hasta que de nuevo amanecía y el ser renacía. El ritmo de la tierra era
    tan generoso que amanecía. Pero de noche, cuando llegaba la noche, de nuevo oscurecía. La plaza de
    nuevo crecía en soledad. De miedo, los que lo habían elegido dormían: ¿miedo porque pensaban que
    tendrían que vivir en la soledad de la plaza? No sabían que la soledad de la plaza había sido sólo el
    lugar de trabajo del ser. Pero que él también se sentía solo.


    El ser se prepara toda la vida para ser
    apto del lado de afuera de la plaza. Es verdad que el ser, al sentirse listo, así como quien se baña con
    óleos y perfumes, notó que no le había sobrado tiempo para existir como los otros: era diferente sin
    querer. Algo había fallado porque, cuando el ser se veía en el retrato que los otros habían sacado, se
    espantaba humilde frente a lo que habían hecho de él. Habían hecho de él nada más, nada menos, que
    un ser elegido. Es decir, lo habían sitiado. ¿Cómo deshacer el equívoco? Por simplificación y
    economía de tiempo, habían fotografiado al ser en una única pose y ahora no se referían a él sino a la
    fotografía. Bastaba abrir el cajón para sacar de adentro el retrato. Cualquiera conseguía una copia
    que, además, costaba barata.
    Cuando le decían al ser: te amo, el ser se perturbaba porque ni siquiera podía agradecer: ¿y yo?,
    ¿por qué no a mí también?, ¿por qué sólo a mi retrato? Pero no reclamaba, pues sabía que los otros
    no se equivocaban por maldad. El ser, a veces, por una cuestión de soledad, intentaba imitar la
    fotografía, lo que no obstante terminó por volverla más falsamente auténtica. A veces él se confundía
    todo: no aprendía a copiar el retrato, y se había olvidado de cómo era sin el retrato. De modo que,
    como se dice del payaso que siempre ríe, el ser a veces, por así decir, lloraba bajo su callada pintura
    de bobo de la corte.


    Entonces intentó un trabajo subterráneo de destrucción de la fotografía: hacía o decía cosas tan
    opuestas a la fotografía que ésta se erizaba en el cajón. Su esperanza era volverse más vivo que la
    fotografía. Pero ¿qué ocurrió? Ocurrió que todo lo que el ser hacía en realidad sólo iba a retocar el
    retrato, adornarlo.
    Y así fue yendo, hasta que, profundamente desilusionado en las más legítimas aspiraciones, el ser
    moría de soledad. Pero terminó saliendo de la estatua de la plaza, con gran esfuerzo, teniendo varias
    caídas, aprendiendo a pasear solo. Y, como se dice, nunca la tierra le pareció tan bella. Reconoció
    que aquélla era exactamente la tierra para la cual se había preparado: pues no se había equivocado,
    el mapa del tesoro tenía las indicaciones correctas. Paseando, el ser tocaba todas las cosas y, aun
    solitario, sonreía. El ser había aprendido a sonreír solo.





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    Mensaje por Maria Lua Sáb 08 Abr 2023, 10:33

    20 de noviembre de 1971


    LOS PUENTES DE LONDRES


    Todas las veces que pienso en Londres vuelvo a ver sus puentes. Me pareció muy natural estar en
    Inglaterra, pero ahora cuando pienso que estuve allá mi corazón se llena de gratitud. Vi en Londres
    una tierra extraña y viva, cenicienta, todo lo que es ceniciento misteriosamente vibra para mí, como
    si fuera la reunión de todos los colores amansados.
    Estuve en contacto con la fealdad de los ingleses, que es una de las cosas que más atrae en
    Inglaterra. Es una fealdad tan peculiar, tan bella, y éstas no son meras palabras. Hacía mucho frío, y
    el viento daba al rostro y a las manos aquella rojez cruda que vuelve a cada persona extremadamente
    real. Las mujeres hacen compras con las cestas, los hombres de la City usan sombrero bombín. Y el
    Támesis es sucio, tiene barro. Ya hubo pestes en Londres. Una vez se incendió la ciudad entera. La
    peste y el incendio estaban presentes en mi estadía en Londres.


    Las personas beben café horrible, en taza grande, pero el café humea. Humeante como toda la
    isla, cuyos puentes ennegrecidos surgen de la casi constante niebla. El fog exhala de las piedras del
    piso y envuelve los puentes.
    Los puentes de Londres son muy emocionantes. Unos son sólidos y amenazadores. Otros son puro
    esqueleto. En cuanto a los ingleses, no son tan inteligentes. Pero Inglaterra es uno de los países más
    inteligentes del mundo.
    Estábamos en auto. Entre una ciudad y otra, las pequeñas ciudades inglesas dan mil vueltas
    alrededor de sí, y la lluvia fina cae en los vidrios del auto. En las calles el pueblo usa ropas tan mal
    hechas que acaban convirtiéndose en un bello estilo. Y son de verdad hospitalarios. Veo a una
    criatura de capote oscuro y medias gruesas y capucha enterrada hasta abajo de las orejas, con el
    rostro vívido y magro, ojos despiertos y cara roja —y aquella entonación pura de las voces inglesas,
    interrogativas y orgullosas.
    Sólo ahora sé cuánto amé el viento de Londres que me hacía lagrimear los ojos de rabia y la piel
    gritar de irritación.
    Y después están los caminos, el campo inglés que es diferente de cualquier otro campo. Me
    acuerdo de árboles muy altos.


    Y después está el deseo de viajar de todo inglés, y eso es un movimiento inquieto y amplio.
    En el teatro de Londres ocurre algo esencial. Es de temblar de frío y de emoción: el actor inglés
    es el hombre más serio de Inglaterra. En pocas horas da a cada uno aquello importante que se pierde
    en la vida diaria. Cuando se sale, es la lluvia oscura, la calle mojada, las viejas calles inglesas
    donde de noche existe el deseo de peligro. Se va a comer. Una comida pésima irrita, en el restaurante
    de comida típicamente inglesa. Pero se puede ir a un restaurante de comida alegre, de los extranjeros,
    en el mismo Londres.
    Me acuerdo de que hubo Edad Media en Inglaterra, y eso está en las torres. La seguridad de
    ciertos ingleses llega a veces a volverse graciosa. En las calles andan ligero, es un pueblo luchador.
    Y si el mundo no fuera tan doloroso, sería bonito ver la lucha por la sobrevivencia.
    Y después está la nostalgia por los escritores muertos. Siento mucha nostalgia de Lawrence.
    La reina es suave, los periódicos tienen un modo provinciano, y cuando los ingleses e inglesas
    son bonitos, pasan de inmediato a tener una extraordinaria belleza. Y el niño inglés es siempre lindo,
    y cuando abre la boca para hablar, ahí se vuelve lindísimo.
    Todo eso se llama nostalgia: intento recuperar Londres en la memoria, en estas notas. Y así
    queda sólo anotado, con la mayor rapidez, antes de que el sentimiento pase.




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    Mensaje por Maria Lua Dom 09 Abr 2023, 12:34

    27 de noviembre de 1971

    CISNE


    Pero fue en el vuelo que se explicaron sus brazos largos y desmañados: eran alas. Y el ojo un poco
    estúpido, aquella mirada estúpida sólo combinaba con las anchuras del pensamiento pleno. Andaba
    mal en lo cotidiano, pero volaba. Volaba tan bien que hasta parecía arriesgar la vida, lo que era un
    lujo. Andaba ridículo, cuidadoso, el pato feo. En el suelo, él era un paciente.


    DOMINGO DE TARDE


    El jardín está empapado de lluvia, qué gruesas son las gotas, y el aire brilla. Sólo la corola de la
    rosa roja sigue opaca. Los guijarros chorrean, los vidrios de la sala chorrean, las hojas pesan en el
    aire, y en el barro tiembla en espinas el rosal de rosas empinadas. El temporal de verano aumenta. Lo
    que me pregunto muy pensativa detrás del vidrio: ¿en qué habrá terminado la alegría del Concurso
    Hípico?


    EL ERROR DE LOS INTELIGENTES


    Pero es que el error de las personas inteligentes es tanto más grave: ellas tienen los argumentos que
    lo prueba.




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    Mensaje por Maria Lua Lun 10 Abr 2023, 09:46

    18 de diciembre de 1971


    RECONSTITUCIÓN HISTÓRICA DE UNA DAMA NOBLE



    Nacida en el Castillo de la Possonière, en el valle del Loira. Los pliegues en la cintura alta, ya bajo
    el busto, los largos cabellos poco lavados. Hilaba lino. Los bosques del castillo. La luna verde como
    una emboscada. Los ruiseñores y el pozo. Su voz cantando aguda, aguda. El gran territorio se dividía
    en regiones militares. Enrojecidos por el viento los siervos cepillaban los caballos. Las grandes
    llaves de hierro. El viento soplaba, y en la sombra de la alcoba el lecho blanco. Los perros en el
    patio: 15 galgos ladraban. El herrero y las forjas, fuelle y yunque, las forjas martillando. Se acercaba
    el galope con polvo, se apeaban. Alrededor del pozo, al viento del Loira, en guirnalda, las
    margaritas. Mucho cobre, plata. El tío obispo. La copa de oro. La visita periódica del director
    espiritual: las manos cruzadas en el regazo. Su época fue su vida. Extinta en el año de 1513,
    sepultada en la capilla del bosque. Cien años después, los huesos fueron trasladados y después
    trasladados de nuevo. Hasta que de ella quedó el castillo en que vivió y la bella región del Loira. Y
    en el museo, «obra de anónimo siglo XVI», vaso que un día pintara, entregado al estudio del arte
    decorativo de su tiempo.


    RECUERDO DE UN HOMBRE QUE DESISTIÓ


    ¿Hasta qué punto habrá sido comprensible para él mismo su propio acto de renuncia al más alto
    cargo? Apenas puedo imaginar su abatimiento solitario. Cuando un acto irracional provoca
    monstruoso eco, el hombre probablemente se siente casi inocente frente a aquello que su grito
    provocó: de vibración en vibración, el desatarse de la avalancha. La verdad de su renuncia él mismo
    no la sabe, tal vez nunca la sepa, pues ya se ahogó bajo los pretextos y explicaciones. Él fue
    personal, lo que es un crimen en un hombre público. El sacrificio de un líder o de un santo o de un
    artista —que llegaron a lo que son precisamente por haber sido desde el inicio altamente personales
    —, su sacrificio es el de no serlo más. Su cruz es olvidarse de su propia vida. Es en ese olvidarse
    que entonces ocurre el hecho más esencialmente humano, aquel que hace de un hombre la humanidad:
    el dolor personal adquiere una vastedad en la que todos los otros caben y donde se abrigan y son
    comprendidos; por lo que hay de amor en la renuncia del dolor personal, los casi muertos se
    levantan. El verdadero sentido de Cristo sería la imitación de Cristo. Sólo que el propio Cristo fue la
    imitación de un Cristo.
    El Brasil entero podría haber ascendido a través de aquel hombre, a través de lo que él en sí
    mismo sabía sobre el miedo, la ambición. Él se conocía: debía saber de la propia tendencia al
    desatino. Hasta a través de eso creceríamos. Así como la trascendencia da ganas de matar —por
    conocerse ese abismo—, viene a impedir que los otros se maten. Pero aquel hombre público se
    restringió a sí mismo. De la grandeza de los defectos humanos hizo defectos mezquinos. Criminal por
    pequeñez. Era un hombre para ser guiado, no para guiar. Él lo probó. No hay cómo perdonarlo, más
    que recordando que somos débiles





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    Mensaje por Maria Lua Lun 10 Abr 2023, 21:35

    24 de diciembre de 1971


    HOY NACE UN NIÑO

    En el pesebre estaba calmo y bueno.
    Era de tardecita y todavía no se veía la estrella guía. Por ahora la alegría serena de un nacimiento
    —que siempre renueva el mundo y lo hace comenzar por primera vez—, por ahora la alegría suave
    pertenecía sólo a una pequeña familia judía. Algunos otros sentían que algo ocurría en la tierra pero
    ver, nadie lo veía o lo sabía con certeza.
    En la tarde ya oscurecida, en la paja color de oro, tierno como un cordero, refulgía el niño, tierno
    como nuestro hijo.
    Bien de cerca la cara de un buey y otra de burro, miraban. Y calentaban el aire con el hálito del
    cuerpo.
    Era después del parto, y todo reposaba húmedo, todo húmedo y cálido respiraba.
    María descansaba el cuerpo cansado, su tarea en el mundo y frente a los pueblos y Dios sería la
    de cumplir su destino, y ella ahora reposaba y miraba a la dulce criatura.
    José, de largas barbas allí sentado, meditaba, apoyado en su cayado: su destino, que era el de
    entender, se había realizado.
    El destino de la criatura era el de nacer.
    Se oía, como si fuera en medio de la noche callada, aquella música de aire que cada uno de
    nosotros ya oyó y de la que está hecho el silencio. Era extremadamente dulce y sin melodía pero
    hecha de sonidos que podrían organizarse en melodía. Fluctuante, ininterrumpida. Los sonidos como
    quince mil estrellas. La pequeña familia captaba la más primaria vibración del aire, como si el
    silencio hablara.
    El silencio del gran Dios hablaba. Era de un agudo suave, constante, sin aristas, todo atravesado
    por sonidos horizontales y oblicuos. Millares de resonancias tenían la misma altura y la misma
    intensidad, la misma ausencia de apuro, noche feliz, noche sagrada.
    Y el destino de los animales allí se hacía y rehacía: el de amar sin saber que amaban. La dulzura
    de los brutos comprendía la inocencia de los niños. Y antes que los reyes, hacían regalos al nacido
    con lo que poseían: la mirada grande que ellos tienen y la tibieza del vientre que ellos son.
    Este niño, que renace en cada criatura nacida, querría que fuéramos fraternos frente a nuestra
    condición y frente a Dios. El niño se convertiría en hombre y hablaría.
    Hoy en muchas casas del mundo nace un Niño.




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    Mensaje por Maria Lua Mar 11 Abr 2023, 10:13

    15 de enero de 1972


    EL ESTADO ALCANZADO


    Después de la época de las palabras de amor, de las palabras de rabia, de las palabras, las
    relaciones entre los dos se volvieron de a poco imposibles de resultar en una frase o en una realidad
    clara. En la medida en que estaban casados hacía tanto tiempo, las divergencias, las desconfianzas,
    cierta rivalidad jamás llegaban a la superficie, aunque existieran entre ellos como el plano dentro del
    cual se entendían. Ese estado casi impedía una ofensa y una defensa, y jamás una explicación.
    Formaban lo que se llama una pareja común.


    CUADERNO DE NOTAS

    «Todos aquellos que hicieron grandes cosas las hicieron para salir de una dificultad, de un callejón
    sin salida». Traduzco esto del francés, frase encontrada en un antiguo cuaderno de notas. Pero ¿quién
    escribió esto?; ¿cuándo? No importa, es una verdad de vida y muchos podrían haberla escrito.
    EJERCICIO
    Es curiosa esta experiencia de escribir más liviano y para muchos, yo, que escribía «mis cosas» para
    pocos. Está siendo agradable la sensación. Además, me he convivido mucho últimamente y descubrí
    con sorpresa que soy soportable, a veces hasta agradable de ser.
    Bien. No siempre.


    SUPONIENDO LO CORRECTO


    Supongamos que el teléfono esté estropeado en toda la ciudad, lo que es verdad. Supongamos que yo
    haga una llamada, y dé ocupado, lo que es verdad. Supongamos que de repente la señal de
    desocupado suene como llamada, lo que es verdad. Supongamos que no atiendan, lo que es verdad.
    Supongamos que en vez de que atienda el número discado, oiga una línea cruzada, lo que es verdad.
    Supongamos que por simple curiosidad pase a oír la conversación entre un hombre y una mujer, lo
    que es verdad. Supongamos que, al final de la conversación, oiga una frase límpida, lo que es
    verdad. Supongamos que la frase límpida sea «que Dios te bendiga», lo que es verdad. Supongamos
    que yo me sienta entonces toda bendecida, pues la frase fue también para mí, ¿lo que es verdad? Sí.
    La frase era para mí. No supongo más. Sólo digo «sí» al mundo.


    SUPONIENDO LO ERRADO

    Supongamos que yo sea una criatura fuerte, lo que no es verdad. Supongamos que al tomar una
    resolución yo la mantenga, lo que no es verdad. Supongamos que yo escriba un día algo que desnude
    un poco el alma humana, lo que no es verdad. Supongamos que yo tenga siempre el rostro serio que
    vislumbro de repente en el espejo al lavarme las manos, lo que no es verdad. Supongamos que las
    personas que amo sean felices, lo que no es verdad.
    Supongamos que tenga menos defectos graves de los que tengo, lo que no es verdad. Supongamos
    que baste una flor bonita para iluminarme, lo que no es verdad. Supongamos que finalmente yo esté
    sonriendo justo hoy que no es día de que sonría, lo que no es verdad. Supongamos que entre mis
    defectos haya muchas cualidades, lo que no es verdad. Supongamos que yo nunca mienta, lo que no es
    verdad. Supongamos que un día yo pueda ser otra persona y cambie de modo de ser, lo que no es
    verdad.





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    Mensaje por Maria Lua Miér 12 Abr 2023, 09:51

    29 de enero de 1972


    LA JALEA VIVA COMO PLACENTA


    Este sueño fue de un terror triste. Comienza como por el medio. Había una jalea que estaba viva.
    Cuáles eran los sentimientos de la jalea. El silencio. Viva y silenciosa, la jalea se arrastraba con
    dificultad por la mesa, bajando, subiendo, lentamente, sin desparramarse. ¿Quién la tomaba? Nadie
    tenía valor. Cuando la miré, en ella vi reflejado mi propio rostro moviéndose lento en su vida. Mi
    deformación esencial. Deformada sin derramarme. También yo apenas viva. Lanzada al horror, quise
    huir de mi semejante —de la jalea primaria— y fui a la terraza, lista a arrojarme de aquel último
    piso. Era noche cerrada, y yo veía eso desde la terraza, y estaba tan perdida de miedo que el fin se
    aproximaba: todo lo que es demasiado fuerte parece estar cerca de un fin. Pero antes de saltar de la
    terraza, resolví pintarme los labios. Me pareció que el lápiz de labios estaba curiosamente blando.
    Entonces lo noté: el lápiz de labios también era de jalea viva. Y allí estaba yo en la terraza oscura
    con la boca húmeda de la cosa viva.


    Cuando ya estaba con las piernas fuera del balcón, vi los ojos de la oscuridad. No «ojos en la
    oscuridad»: sino los ojos de la oscuridad. La oscuridad me espiaba con dos ojos grandes, separados.
    La oscuridad, pues, también estaba viva. ¿Dónde encontraría yo la muerte? La muerte era jalea viva,
    lo sabía. Vivo estaba todo. Todo está vivo, primario, lento, todo es primariamente inmortal.
    Con una dificultad casi insuperable logré despertarme a mí misma, como si me tirase de los
    cabellos para salir de aquel atolladero vivo.


    Abrí los ojos. El cuarto estaba oscuro, pero era una oscuridad reconocible, no la profunda
    oscuridad de la que me había arrancado. Me sentí más tranquila. Todo no pasaba de un sueño. Pero
    noté que uno de mis brazos estaba fuera de la sábana. Como un sobresalto, lo recogí: nada mío
    debería estar expuesto, si es que todavía quería salvarme. ¿Quería salvarme? Creo que sí: pues
    encendí la luz de la cabecera para despertarme completamente. Y vi el cuarto de contornos firmes.
    Habíamos —continuaba yo en atmósfera de sueño—, habíamos endurecido la jalea viva en la pared,
    habíamos endurecido la jalea viva en el techo; habíamos matado todo lo que se podía matar,
    intentando restaurar la paz de la muerte alrededor de nosotros, huyendo de lo que era peor que la
    muerte: la vida pura, la jalea viva. Apagué la luz. De repente un gallo cantó. ¿En un edificio de
    departamentos un gallo? Un gallo ronco. En el edificio encalado de blanco, un gallo vivo. Por afuera,
    la casa limpia, ¿y por adentro el grito?, así hablaba el Libro. Por afuera, la muerte conseguida,
    limpia, definitiva, pero por adentro la jalea elementalmente viva. Lo supe, en lo primario de la
    noche.




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    Mensaje por Maria Lua Miér 12 Abr 2023, 22:30

    5 de febrero de 1972


    LA LUCIDEZ PELIGROSA


    Estoy sintiendo una claridad tan grande que me anula como persona actual y común: es una lucidez
    vacía, ¿cómo explicar?, así como un cálculo matemático perfecto que, sin embargo, no se necesita.
    Estoy, por así decir, viendo claramente el vacío. Y no entiendo eso que entiendo: pues estoy
    infinitamente más grande que yo misma, y no me alcanzo. Más allá de que: ¿qué hago con esta
    lucidez? Sé también que esta lucidez mía puede volverse el infierno humano —ya me ocurrió antes.
    Pues sé que —en términos de nuestra diaria y permanente adaptación resignada a la irrealidad— esta
    claridad de realidad es un riesgo. Apaga, pues, mi llama, Dios, porque no me sirve para vivir los
    días. Ayúdame a consistir de nuevo en los modos posibles. Yo consisto, yo consisto, amén.


    CÓMO DORMIR

    En noches de insomnio inventé un modo infantil de dormir en el que me hablo bajo y muchas veces
    funciona. Es un poco así, si me acuerdo: «Retrocedí: soy una niña pequeña. Me acuesto y todos
    duermen conmigo. Nada de malo puede ocurrir. Todo es bueno y suave. El alma es eterna. Nunca
    nadie muere. El placer de ser niña es grande y dulce. Dios se esparce por mi cuerpo: su dulzura se
    siente como un paladar por todo el cuerpo. Está bien, está bien. Dios me ilumina toda pero bien en
    penumbras para que su luz no me despierte. Soy una niña: no tengo deberes, sólo derechos. El placer
    de estar viva es el de dormirme. Siento este vivir lentísimo como un sabor por las piernas y por los
    brazos. Mi alma está entregada por fin. Nada más tengo que entregar. Nada me sostiene más: voy.
    Voy hacia la beatitud. La beatitud me guía y me lleva de la mano. La beatitud en vida».


    EN BUSCA DEL PLACER


    Y tanto sufrimiento por estar, a veces sin ni siquiera saber, a la caza de placeres. No sé cómo esperar
    que ellos vengan solos. Y es tan dramático: basta mirar en una boîte a media luz a los otros: la
    búsqueda del placer que no viene solo y de sí mismo. La búsqueda del placer me ha sido como agua
    mala: pego la boca y siento el pico herrumbrado, caen dos gotas de agua tibia: es el agua seca. No,
    antes el sufrimiento legítimo que el placer forzado

    .

    YO ME LAS ARREGLARÍA


    Si mi mundo no fuera humano, también habría lugar para mí: yo sería una mancha difusa de instintos,
    dulzuras y ferocidades, una trémula irradiación de paz y lucha: si el mundo no fuera humano yo me
    las arreglaría siendo un animal. Por un instante, entonces, desprecio el lado humano de la vida y
    experimento el alma silenciosa de la vida animal. Es bueno, es verdadero, ella es la semilla de lo
    que después se vuelve humano.


    ¿HASTA LA MÁQUINA?

    Mandé a reparar mi máquina de escribir. Insertado alrededor del rodillo (o como quiera que se llame
    lo que ustedes saben) todavía estaba el papel donde el reparador de máquinas había intentado
    escribir para ver si ya no tenía defectos. En el papel estaba escrito:
    s d f g ç l k j a e v que Dios sea loado p oy 3 c





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    Mensaje por Maria Lua Jue 13 Abr 2023, 21:04

    19 de febrero de 1972



    EL PIANISTA


    Era bajo y delgado, andaba con un paso leve como si el cuerpo no lo perturbara. La joven de la
    portería de la pensión de Catete, transportada en éxtasis, dijo de él: «¡El maravilloso poder de
    expresar sus sentimientos por la música!».
    Él tocaba de noche, cuando los huéspedes dejaban más vacío el salón. Debía de haber tocado en
    tiempos idos razonablemente bien, en cuanto a la técnica. En cuanto a «sus sentimientos» no podían
    expresarse por la música más que en dos variantes primarias: o el pianissimo, o el fortissimo.
    Pasaba de uno al otro sin aviso, lo que en verdad expresaba los sentimientos primarios de la joven
    de la portería. En cuanto a los suyos propios, tal vez esas dos únicas variaciones indicaran sólo una
    gama pobre o monótona de emociones. Aun en cuanto a su físico, su traje llegó por error a otro
    cuarto, fue como si todo él estuviera colgado del perchero —un hombro más alto que el otro,
    hombros que no eran estrechos sino de algún modo discretos o tímidos. No fue difícil adivinar que el
    traje no era suyo. «¿Del extranjero?», preguntaron. «¿Es extranjero?», retrucaron con una pregunta.
    No lo era.
    Olvidé decir que parecía albino. Y era miope: de ahí, tal vez, indirectamente, sólo poder tocar
    pianissimo o fortissimo, como si sólo en el contraste brutal él viera. Yo lo conocí, y fue un hombre
    que casi se mató. Pero no se mató. Tal vez había encontrado un término medio entre el pianissimo y
    el fortissimo. Como la mayoría de las personas.


    TODAVÍA IMPOSIBLE

    Respondí que lo que de verdad me gustaría era poder escribir un día por fin una historia que
    comenzara así: «Había una vez…». ¿Para niños? Preguntaron. No, para adultos, respondí ya
    distraída, ocupada en acordarme de mis primeras historias a los siete años, todas comenzando con
    «había una vez». Yo las enviaba a la página infantil de los jueves del periódico de Recife y ninguna,
    pero ninguna en verdad, fue publicada jamás. Y aun entonces era fácil de ver por qué. Ninguna
    contaba propiamente una historia con los hechos necesarios en una historia. Yo leía las que ellos
    publicaban, y todas relataban un acontecimiento. Pero si ellos eran insistentes, yo también.
    Desde entonces, sin embargo, había cambiado tanto, que quién sabe ahora ya estaba lista para el
    verdadero «había una vez». Me pregunté a continuación: ¿y por qué no comienzo?, ¿ahora mismo?
    Será simple, sentí.
    Y comencé. Sin embargo, al haber escrito la primera frase, vi inmediatamente que todavía me era
    imposible. Había escrito: «Había una vez un pájaro, mi Dios».





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    Mensaje por Maria Lua Vie 14 Abr 2023, 09:30

    4 de marzo de 1972


    VERANO EN EL BAILE


    Con el abanico la gorda matrona piensa algo. Ella piensa el abanico y con el abanico se abanica. Y
    con el abanico cierra de súbito el pensamiento en un estallido, vacía, sonriente, rígida por la faja
    apretada, ausente. El abanico distraído y abierto en el pecho. «También lo sé, ellas conseguirán
    casamiento», concuerda como visita que es recibida en la sala de visitas. Pero un alboroto
    controlado, he aquí que se abanica con mil alas de gorrión.


    ALDEA EN LAS MONTAÑAS DE ITALIA


    Los hombres tienen labios rojos y se reproducen. Las mujeres se deforman amamantando. En cuanto a
    los viejos, los viejos no están excitados. El trabajo es duro. La noche, silenciosa. No hay cines. En la
    puerta de casa la belleza de las jóvenes es quedarse con un pie en lo oscuro. La vida es triste y
    amplia como debe ser una vida en la montaña.


    ZAGUÁN EN TIJUCA


    En la Zona Norte sopla un viento caliente, un siroco. En el zaguán, cinco muchachas sin color ya
    tomaron el baño de la tarde, los cabellos se secan al siroco. Tienen ojos negros, brazos redondos y
    bocas desvaídas. Son las hijas. ¿Para qué hablar? Sentaos y tocad vuestras guitarras. No hay nada
    para decirles. Allí no hay nada para salvar. No todo representa algo, y eso es tan importante como lo
    opuesto. Son sólo cinco muchachas de bocas desvaídas que dejo en el zaguán, y que se queden allí. Y
    si no quieren quedarse, que salgan. Cinco muchachas sin color representan cinco muchachas sin
    color. He aquí que estoy viendo ese harén de bocas desvaídas, y sin crueldad o amor a la selección
    natural, no me politizo, no me poetizo, no creo que sea correcto o errado; es que lo que está es eso
    mismo.
    Pero el siroco, sí, trae caballos y arenas, venidos del desierto.


    ANTES ERA PERFECTO


    Haber nacido me arruinó la salud.


    LOS NEGOCIADOS


    Después de que descubrí en mí misma cómo se piensa, haciendo negociados conmigo misma, nunca
    más pude creer en el pensamiento de los otros.


    POR DISCRECIÓN


    Dios le dio innumerables pequeños dones que él no usó ni desarrolló por temor a ser un hombre
    completo y sin pudor.





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