Aires de Libertad

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Maria Lua


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    Álvaro Valverde (1959-

    Pedro Casas Serra
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    Álvaro Valverde (1959- Empty Álvaro Valverde (1959-

    Mensaje por Pedro Casas Serra Jue 04 Jul 2024, 12:15

    .


    Álvaro Valverde
    (Plasencia, Cáceres, 1959) es un poeta y escritor español.

    Biografía

    Álvaro Valverde fue maestro. Puso en marcha el Plan Regional de Fomento de la Lectura (2002-2005) y dirigió la Editora Regional de Extremadura (2005-2008). Asimismo, fue presidente de la Asociación de Escritores Extremeños y fundó, junto a Gonzalo Hidalgo Bayal, el Aula de Literatura “José Antonio Gabriel y Galán” de su ciudad natal.

    Ha sido colaborador habitual de los diarios ABC y HOY, que en el año 2000, le concedió el premio “Extremeño de Hoy”. Otro periódico, Avuelapluma, le concedió en 2015 su premio de las Letras.

    Codirige, junto a Jordi Doce, la colección Voces sin tiempo de la Fundación Ortega Muñoz.

    Además, ha firmado notas críticas, ensayos y poemas en suplementos de periódicos y en numerosas revistas nacionales y extranjeras. Fue cofundador, con Ángel Campos Pámpano y Diego Doncel, de la revista hispano-portuguesa Espacio/Espaço Escrito y pertenece al Consejo Asesor de la revista de literaturas ibéricas Suroeste.

    Tras su paso fugaz por ABC Cultural, en la actualidad ejerce la crítica de poesía en El Cultural, suplemento del diario El Español, así como en las revistas Turia, Cuadernos Hispanoamericanos y Clarín.

    Tiene una columna de opinión en la revista griega Frear y desde 2005 publica un blog.

    Está incluido, entre otras, en las antologías La generación de los ochenta, de José Luis García Martín; La nueva poesía española de Miguel García-Posada; Antología de poesía española (1975-1995), de José Enrique Martínez; La poesía plural y Los senderos y el bosque, de Luis Antonio de Villena; Poesía española reciente (1980-2000), de Juan Cano Ballesta; 20 años de poesía. Nuevos Textos Sagrados (1989-2009), de Andrés Soria Olmedo, Las moradas del verbo. Poetas españoles de la democracia, de Ángel Luis Prieto de Paula, y 33 poetas, del ciclo Poética y Poesía de la Fundación Juan March.

    Sus poemas están traducidos a varios idiomas (inglés, francés, alemán, portugués, italiano, neerlandés, búlgaro y polaco) y figuran en antologías como Blick Zum Nachbarrn: Spanien (Hamburgo, 1993), Antologia della Poesia Spagnola (Roma, 1996), Anthology of Spanish Poetry (Londres, 1997) y Półwysep w wierszach (Península en verso) (Varsovia, 2006).

    (Sacado de https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81lvaro_Valverde )


    *


    Algunos poemas de Álvaro Valverde:


    De Una oculta razón (1991):


    CEMENTERIO ALEMÁN, YUSTE

    Tiene la muerte una medida exacta
    En línea, los túmulos recuerdan
    los nombres y las fechas de los héroes.
    La edad ignora cuándo
    podría haber llegado el dulce fruto
    final de la derrota.
    Nada preserva, en cambio, la memoria
    de aquellos que cayeron en combate.
    Sus rostros son anónimos. Sus vidas,
    hermosas y lejanas como el sueño
    que habita las ciudades que dejaron.

    Nos trae a este lugar una costumbre
    de ausencia y de sosiego.
    Hacia el sur, bajo el muro,
    duermen viñas caídas
    y a la sombra sin sombra de los viejos olivos
    el silencio es solemne.
    Con las últimas luces, la mirada se pierde,
    luminosa de eterno.




    De A debida distancia (1993):


    LEYÉNDOME A MÍ MISMO

    this open book...

    ROBERT LOWELL

    Soy un hombre que habla,
    hace una pausa, escucha,
    y después sigue hablando
    sin otra pretensión que ese relato
    menor y fragmentario
    que ofrece a quien espera
    unas u otras palabras
    e inclusive el silencio;
    ese silencio, acaso,
    capaz sólo en sí mismo
    de encerrar como un cofre
    una opaca elocuencia,
    de dotar de sentido
    el negror de un presagio.

    Como si me leyera, atiendo al eco
    que produce mi voz (cuando conversa)
    y apagada asimila su presencia en el otro
    y con ello hace suya la amistad del encuentro.

    Poco a poco sustrae un atisbo de luz
    de los ojos que enfrente se interrogan mirando.
    Nada sé de la sombra
    que hacia dentro se alarga
    proyectando la imagen del extraño que busco,
    pero intento adoptar una escasa distancia
    y que un mínimo azar haga al cabo posible
    que yo sea ese otro.




    De Ensayando círculos (1995):


    ESTELA

    (Sobre un poema de T.E. Hulme)

    Frente a la casa derruida,
    cuatro árboles en flor
    dejan constancia
    de la disolución y los ultrajes
    del tiempo.

    ......................
    Sobreviven
    los frutales, la parra,
    truncos muros. Nada, empero,
    de cuanto levantara
    el curso de una vida.

    Viajero que ahora pasas,
    ten presente
    que estas ruinas fueron
    andamios una vez,
    hombres silbando.




    De Sur (2003):


    TORRE TAVIRA

    Miras alrededor como si el mundo
    pudiera reducirse a lo que observas
    desde este torreón que bate el viento.
    Te rodean dos mares: uno de agua
    y el otro de azoteas, separadas
    por el raso trazado de las calles.
    El de agua es un mar de brumas blancas.
    El de las azoteas toma el tono
    de ropas que se orean al levante.
    La luz de atardecida mancha todo
    de un incierto color tostado y ocre.
    La ciudad es un círculo cerrado
    salpicado de torres y de árboles.
    A lo lejos, la estela de algún barco
    que vuelve o que se va por la bahía
    te invita a repasar tu singladura:
    en la cámara oscura ves a otro
    repetir tu viaje hacia la nada.




    De Desde fuera (2008):


    EL SEÑOR DE LA GUERRA

    (Homenaje a J.E. Cirlot)

    Hoy mi reino
    es esa tierra de nadie.

    UMBERTO SABA

    Veinte años de guerras me contemplan
    y eso, a mi edad, es una vida.

    A pesar de la fama y las victorias,
    el que llega a este oscuro
    rincón de Normandía
    es un hombre que ha sido derrotado.

    Desde esta única torre que rodean
    un bosque y una ciénaga,
    se ve el paisaje atroz
    del fin del mundo.

    En medio de este páramo que anegan
    las aguas ponzoñosas de un pantano,
    no hay ley que legitime ningún orden,
    ni distinción de súbdito y proscrito,
    ni mayor amenaza que uno mismo.

    Tan sólo una mujer podrá salvarme.
    Porque ella es la verdad y la belleza.
    No tengo otro señor que su palabra.
    Ella es mi redención. Ella, mi muerte.


    ÁLVARO VALVERDE, Las moradas del verbo. Poetas españoles de la democracia. Antología, Calambur 2010

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    Álvaro Valverde (1959- Empty Re: Álvaro Valverde (1959-

    Mensaje por Pedro Casas Serra Jue 05 Sep 2024, 03:43

    .


    Otros poemas de Álvaro Valverde:


    De Una oculta razón, 1991:


    LUZ OTORGADA

    La gracia de evocar ciertas imágenes
    es semejante al sueño.
    Así, una tarde,
    observas las montañas al poniente,
    perceptibles y nítidas, al aire
    de una luz irreal, reveladora,
    que la niebla no impide transparente.
    Y estás en otra parte, y desconoces
    el nombre del lugar donde te encuentras;
    en la extrañeza y en la incertidumbre
    eres el extranjero que regresa
    sin haber renunciado al territorio.
    Allí, emboscado,
    transitas las imágenes del tiempo
    buscando las señales. Sólo entonces
    empiezas a entender que el que recuerda
    no es el mismo que ajeno se detiene
    y en su disolución se reconoce.



    BREVE ENCUENTRO

    Sólo el jardín cerrado y la tibia luz ocre.
    Él estaba sentado junto a una mesa blanca.
    Recordé nuestra cita, hubo presentaciones.
    Mencioné algunos nombres, amistades comunes.
    Al poco tomó un libro.
    En su voz recorría mis lecturas secretas,
    hurtaba a mi memoria el ritmo de otras horas,
    mis recuerdos ocultos, lo que dije en silencio
    y prometí callar, la demora encendida
    de leerme en las líneas que alguien me iba dictando.
    Escuché. Anochecía. "Hace frío", me dijo.
    A mi espalda la verja se cerró quedamente.
    Tras las sombras nocturnas reconocía, alejándose,
    la velada figura de mí mismo, distante.




    De A debida distancia, 1993:


    UNA MEDITACIÓN

    Me asusta esta quietud. Miro a lo alto
    y observo rocas rojas entre higueras,
    ardientes tras la tarde de verano.
    Hay helechos ya ocres entre los viejos robles.
    Huele a fruta madura.
    Caídos por el suelo, sus carozos ofrecen
    un olor penetrante. A lo lejos, los pájaros
    lanzan cantos muy breves.
    Estoy a la espera; escucho.
    Y me siento feliz. No sabría explicarlo.
    Será por el recuerdo de alguna escena análoga
    —de infancia a buen seguro—.
    Será que la ciudad, recién abandonada,
    se hacía insoportable en esta hora.
    O será, acaso, el gesto elemental
    por un paisaje próximo
    donde es fácil sentir
    la apariencia de un orden,
    la sencilla armonía de lo vivo y lo ausente,
    la verdad, la belleza
    de la luz que se gasta.
    Un lugar donde, a solas,
    ser, simplemente, hombre.




    De Ensayando círculos, 1995:


    ES MEDIODÍA. EL SOL...

    Es mediodía. El sol
    irradia con su luz este lugar,
    que es otro sin las sombras
    del sueño y del sigilo.
    .......................................Nada esconde
    el rayo vertical que se recrea
    en claros y espesuras dando alcance
    al lecho opaco y verde del canal.
    Nada proyecta su revés de engaño
    ni propicia la astucia de ocultarse.
    La claridad, su don, parece apenas
    un ápice de todo cuanto miro.
    Suspenso, el aire,
    se limita a servir de espejo a aquello
    que plenamente existe. Sin rodeos,
    la planta extiende el tallo, y reverbera;
    el agua muestra el cieno de otras lluvias,
    los cantos golpeados curso arriba.
    Arde el fruto en razón. la luz se espesa.
    Si estuvieras aquí, bastaría observar
    -los dos juntos, al fresco
    del tupido emparrado-
    y sentir cuanto pasa como sólo sucede
    lo que tiene importancia:
    naturalmente, en vano,
    quedo y puro, en silencio.
    En el seco jardín, a pleno día,
    cuando el tiempo se hace
    de sopor y de olvido,
    los recuerdos desgranan
    en medida cadencia.
    Alguien dijo que él era
    simplemente ese hombre
    que ha pasado veranos
    en el campo.
    ..........................Seguir
    pasándolos, supongo,
    aunque no nos devuelva
    la verdad pasajera
    que quedó para siempre
    enterrada con ellos,
    hace acaso posible
    recordar tristemente
    que existió algún lugar
    donde ser feliz fue
    consecuencia inmediata
    de sentirse con vida.

    Aferrado a la luz
    que no acaba, el deseo
    es quedarse a este lado
    solitario del mundo,
    perdido para siempre
    en su angostura,
    en este laberinto
    de ruina y de vides.




    De El reino oscuro, 1999:


    HE LLEGADO. ME ACERCO...

    He llegado. Me acerco
    con cautela a la orilla y distingo en las aguas
    una suerte de antigua y fugaz transparencia.
    Queda al lado un desierto, un lugar retirado
    que una puerta franquea preservando el destino
    de los hombres que huyen. Una breve vereda
    que coronan cipreses nos conduce a la senda
    reiterada, a los pasos
    que se llegan a Yuste -el otoño dorado
    de la hiedra rojiza y el estanque en penumbra-,
    al jardín de Abadía -ruinas, mármol, canales,
    Lope, acantos y olivos-.
    Es difícil saber
    sobre qué edificamos
    la virtud. Qué lugares
    -evocados o vistos- nos contienen.
    Paredes,
    tapias, huertos, bancales,
    muros hechos de piedras
    colocadas siguiendo cumplimientos idénticos.
    Minuciosos remiten
    a un estado de cosas que se pierde.
    Enseñanzas
    de la edad sometidas
    a un complejo sistema en precario equilibrio.
    Su presencia anticipa la verdad de la historia.
    No es extraño volver, sorprendido, la vista
    y caer en la cuenta: somos agua, y aun piedra;
    árbol, río, retamas. Somos tierra. Hago mías
    las razones de Anteo.
     
    Arrancada a la roca la ruindad de los huertos,
    empeñados en darle a las aguas su cauce,
    embalsando su fuerza en los largos estíos,
    aguardando la nieve transformada en torrente,
    afinando en la viga la bondad de los troncos,
    observando en las nubes la promesa de lluvia,
    ¿no cumplirnos un ciclo necesario e idéntico?


    ALVARO VALVERDE, Poesía española reciente (1980-2000), Cátedra, 2001.


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