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    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905)

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    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905) - Página 9 Empty Re: JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905)

    Mensaje por Lluvia Abril 29.12.21 1:06

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    Fragmentos en verso y prosa




    Es un cuento

    Lucio Castro, el poeta enamorado de las aguas, había dado la vuelta al mundo, cantándolas en estrofas resonantes y purísimas.

    Era su patria una florida aldehuela ribereña, dulcemente ensordecida por un río caudaloso que bajaba iracundo y zumbador entre horrendos peñascales, destrozándose en desgarrones espumantes. Era su musa una virgen transparente, del coro de las ondinas con cabellera de algas, dientes perlinos y azulosas pupilas abismáticas.

    En su alma, exquisita y clásica, como en gota de purísimo rocío, se espejaban los cuadros del mundo bello en divinas miniaturas...

    Y eso hacía él cuando cantaba la bella Naturaleza: poéticas miniaturas delicadas, de finísimos contornos, de ternura irreprochable, de ritmo clásico; pero algo frías, hijas de un arte sin alma...

    Mas cuando aquel hijo humano de las náyades, el eterno enamorado de la linfa, la cantaba soñolienta en el remanso, rezadora en la regadera del prado, besando flores o rugiente en la costa brava, abofeteando rocas, el alma idólatra del artista enamorado se erguía loca, se erguía bella, y acariciada unas veces por el beso de la ondina inspiradora y otras veces flagelada por un látigo de algas, se derramaba en estrofas como arrullos sedantes de arroyuelo rodador o estallaba en musicales hervideros espumosos de torbellinos oceánicos.

    En el ritmo de sus cantatas había toda la gama de los ruidos de las aguas: suspiros y zumbidos, hervores y murmullos, chapoteos de oleaje sosegado y alaridos dilacerantes de borrascas, rumor suave de besos, agudo chascar de azotes... Y luego en tierno fondo de amor al ídolo por hermoso, por sonoro, por fecundo y alegrador, sí, porque alegraba las hieráticas quietudes del paisaje, le daba vida, le daba música grata... ¡Oh!, también era artista el ídolo.

    En su heroica odisea por el mundo lo había cantado desde todas sus grandezas hasta todas sus dulzuras. Meciéndose sobre sus lomos rugosos como cresterías de espuma allá en los mares misteriosos del Oriente, le había rimado poemas de una grandeza soberanamente triste, que empapaba los espíritus en la visión de los piélagos inmensos y sombríos, hechos sin fin de unos cielos infinitos, eternamente teñidos de mansedumbre crepusculares...

    ¡Y qué religiosos himnos, llenos de grandeza bíblica, a lo largo de los ríos de la dulce Galilea! ¡Y cuán dulces endechas sobre el espejo azulino de los lagos de Córcega y Normandía!
    ¡Y qué divinas cantatas en los golfos poéticos de Grecia, bajo cuyas aguas clásicas todo un coro de Nereidas iba al costado de la nave venturosa del poeta, conjurando los peligros de las sirtes!...

    Y ahora, dulcemente melancólico, y ya blanca su hermosísima cabeza, había tornado a la aldeíta natal, invadido de la nostalgia de aquel río de sus amores de niño, a cantar sobre sus aguas la postrera de sus canciones, la del cisne que se muere...

    Todas las tardes, en minúscula barquilla, penetraba hasta el centro del gran río, donde las aguas turbulentas dejaban apenas ver el remate de un granítico peñasco, junto al cual espumaban jugadoras. Y arrojando, para amarrar la barquilla, un débil cable alrededor de la cabeza granítica del bloque, saltaba luego sobre ella, y sentado en aquel tronco de roca, hundía su mente en la suave contemplación abismática de los juegos de la linfa.

    Una tarde moribunda de septiembre, a la hora del crepúsculo, las lluvias que derramó una tormenta en regiones de donde el río procedía aumentaron de repente su caudal alborotado, que rompió la débil amarra y se llevó la barquilla. El poeta no vio aquello, ni advirtió que su atalaya musgosa iba a desaparecer en breve bajo las sábanas de espuma. Estaba absorto, cara al crepúsculo triste, escribiendo melancólicas estancias de una canción dolorida, inconsciente visión profética de una muerte ya cercana... Era un adiós a las aguas de su río, que iba a morir en los mares, en los infinitos mares, como su alma, la del artista, que también iba a caer en lo infinito...

    Y así, cantando la postura de sus fogosas cantilenas al mismo amor, al mismo ídolo que le arrancó la primera siendo niño...; estático, cuando el suave arrobamiento del divino paladeo de la belleza tocó las lindes del vértigo, amplio sudario de aguas azules, con exquisitos encajes blancos de finísimas espumas, envolvió para siempre el cuerpo del viejo cisne... Y pasaron sobre el mundo muchos inviemos lluviosos...

    (cont.)




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    Mensaje por Lluvia Abril 29.12.21 1:07

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    Fragmentos en verso y prosa




    Es un cuento

    (cont.)


    El sol radiante de un mes de junio sorbió aguas, y al descender las del río hasta su ordinario límite..., ¡oh qué embeleso de los ojos de los hombres!, el diente granítico del risco, pulido y cincelado por el agua enamorada, era una divina estatua, la estatua del poeta, que seguía contemplando el suave paso de la linfa, su amante agradecida, que ahora le lamía los pies y orlaba de rubíes y brillantes sus clásicas vestiduras...




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    Mensaje por Lluvia Abril 29.12.21 1:09

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    Fragmentos en verso y prosa



    Poesías de juventud

    ¿Qué es una madre?


    Mi madre me dio la vida:
    mi madre arrulló mis sueños
    cuando en mi infancia querida
    soñaba el alma dormida
    con horizontes risueños.

    Alzóme su amor altares,
    sembró mi vida de flores
    y un templo fueron mis lares
    al rumor de sus cantares
    y al calor de sus amores.

    ¡Cómo poderlo olvidar
    si ella me enseñó a marchar
    por la senda del deber,
    y ella me enseñó a rezar,
    y ella me enseñó a creer!

    ¡Qué dulzura tan ardiente,
    me daba su labio amante,
    cuando besaba mi frente
    con ese amor delirante
    que sólo una madre siente!

    Ella me supo infundir
    esta santa fe crisitiana
    que me ha ayudado a vivir,
    y ha de ser quizá mañana
    la que me enseñe a morir.

    Sus labios me la enseñaron
    y en mi mente la infundieron,
    sus virtudes la cantaron,
    sus ejemplos me la dieron,
    sus besos me la grabaron.

    ¡Aunque sólo le debiera
    esta fe que me infundió,
    diérale mi vida entera,
    y aun pagarle no pudiera
    el tesoro que me dio!

    ¡Cuántas lágrimas me evita,
    cuántos dolores me calma,
    cuántos pesares me quita
    la fe querida y bendita
    que infundieran en mi alma!

    Del mundo en el ancho mar
    bogando tras el saber,
    es muy fácil naufragar
    y es muy difícil vencer
    queriendo sin fe luchar;

    Acaso tú no comprendas
    lo que diciéndote estoy
    de estas mis luchas tremendas...
    Mas, si no lo entiendes hoy,
    mañana quizá lo entiendas.

    Siempre, siempre que he invocado
    de esa fe la santa ayuda,
    con más valor he luchado
    y mi espíritu ha triunfado
    en sus luchas con la duda.

    ¿Y a quién debo tal victoria
    sino a mi madre querida,
    que en el alma y la memoria
    dejóme esta fe esculpida
    como un título de gloria?

    ¿Y a quién, si a tu madre no,
    vas a deber tú mañana,
    cual debo a mi madre yo
    esta santa fe cristiana
    que en el alma me infundió?

    ¡Bendito el ser que en mi mente
    consiguió grabarla un día
    con besos de amor ardiente
    cuyo calor todavía
    me está abrasando la frente!

    ¡Cuántas noches de desvelo,
    cuánta lágrima vertida,
    cuánto incierto desconsuelo
    costé a la madre querida
    que en mí cifraba su anhelo!

    ¡Cuántas tristes aflicciones,
    cuántas hondas emociones,
    su corazón sufriría!
    ¡Cuántas dulces oraciones
    junto a mi cama alzaría!

    ¡Cuándo podré concebir
    dolor tan hondo y tan fuerte
    como ella debió sentir,
    viéndome a mí combatir
    entre la vida y la muerte!

    Di: ¿tu mente ha concebido
    lo que ella sufrió por mí?
    ¡Pues ya tienes comprendido
    lo mucho que habrá sufrido
    tu amante madre por ti!

    ¡Ámala, pues! Y si eres
    un hijo bueno que quieres
    su amor, en parte, pagar,
    cumple todos los deberes
    que ahora te voy a enseñar.




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    Mensaje por Lluvia Abril 29.12.21 1:10

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    Fragmentos en verso y prosa



    Poesías de juventud


    Tu madre


    Si en los humanos seres del mundo moradores
    hay un amor purísimo de celestial sabor,
    es el amor de madre, de todos los amores,
    el celestial, el puro y el verdadero amor.

    Por eso ante los ojos del Dios omnipotente,
    no debe haber pecado ni ingratitud mayor
    que la del hijo ingrato que con amor ferviente
    no paga amor tan grande de que es filial deudor.

    En el amor materno todo es pureza,
    todo es afecto tierno, todo grandeza.
    Bien ajeno a los vicios del egoísmo,
    todo él es sacrificios, todo heroísmo.

    Si tú de ese amor santo ser digno quieres,
    ama a tu madre tanto como pudieres,
    porque su amor es puro, grande y sincero,
    y es noble, y es seguro, y es verdadero.

    Por la santa memoria
    de tu buen padre
    ama a tus hermanitos
    y ama a tu madre;
    que al buen hermano
    y al buen hijo, Dios mismo
    les da la mano.



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    Mensaje por Lluvia Abril 30.12.21 1:10

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    Fragmentos en verso y prosa



    Poesías de juventud




    Los amigos


    Te encontrarás mañana, si dejas de ser niño,
    amigos que protesten de su amistad leal;
    tendrás acaso muchos que fingirán cariño
    y hasta daránte pruebas de afecto fraternal;

    pero si tú te inspiras en mi consejo sano,
    tendrás para tratarlos una prudencia tal,
    que su amistad dañina te ofrecerán en vano,
    cuando arrastrarte quieran con su amistad al mal.

    Huye del falso amigo que se enmascara,
    más que del enemigo que da la cara;
    y no uses de violencia para alejarlos,
    pero sí de prudencia para tratarlos.

    Son muchos los venales y los arteros
    y pocos los leales y los sinceros.
    ¡Yo no quiero contarte los que he encontrado
    porque ibas a quedarte maravillado!

    Si tú encuentras alguno
    fiel y sincero,
    has de quererle tanto
    como te quiero,
    porque ese amigo
    será siempre tu hermano
    para contigo.




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    Mensaje por Lluvia Abril 30.12.21 1:11

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    Fragmentos en verso y prosa



    Poesías de juventud



    La honradez


    Jamás el puro espejo de tu conciencia sana
    empañes con la mancha de deshonrosa acción;
    jamás con las miserias de la maldad liviana
    desmientas tu cristiana y honrada educación.

    Jamás en el combate del bien y la impureza
    sucumba deshonrado tu noble corazón,
    ni al tentador halago de terrenal riqueza,
    ni al miserable impulso de material pasión.

    La honradez es tesoro tan verdadero,
    que no lo compra el oro del mundo entero,
    pues la mayor riqueza de la existencia
    es la santa pureza de la conciencia.

    El que la haya manchado de lodo inmundo,
    un hombre despreciado será en el mundo,
    y el que la haya perdido, será ante el Cielo
    réprobo maldecido más que en el suelo.

    No extrañes que no premien
    en la existencia
    los sentimientos puros
    de tu conciencia.
    ¡El hombre honrado
    por el Juez de los jueces
    será premiado!




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    Mensaje por Lluvia Abril 30.12.21 1:12

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    Fragmentos en verso y prosa



    Poesías de juventud



    El trabajo


    Cuando de Dios la mano sabia y omnipotente,
    puso en el mundo al hombre luego que lo creó,
    el hombre ingrato y débil fuele desobediente
    y el Creador al trabajo su vida encadenó.

    Siendo, pues, el trabajo ley soberana y santa
    que el Hacedor del mundo con su poder dictó,
    debemos acatarla con reverencia tanta
    como el poder merece de quien la promulgó.

    Es el trabajo fuente de la riqueza
    y aguijón diligente de la pereza;
    la ruina y los pecados más lastimosos
    son frutos obligados de los ociosos.

    Si en el trabajo honrado tus miras pones,
    vivirás alejado de tentaciones,
    labrarás con tus manos tu bien futuro
    y el pan de tus hermanos harás seguro.

    Honrado patrimonio
    te dio tu padre
    consérvalo y ayuda
    siempre a tu madre,
    y Dios un día,
    te dará a manos llenas
    pan y alegría.


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    Mensaje por Lluvia Abril 02.01.22 2:35

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    Fragmentos en verso y prosa






    Dios


    ¿Quién es el hombre ingrato que de la mano santa
    del Dios pródigo y grande la vida recibió,
    y ante su Dios postrado los ojos no levanta
    reconociendo humilde cuanto el Señor le dio?

    ¿Quién es el hombre ingrato que con placer no canta
    las eternales glorias del Dios que le creó,
    y no agradece humilde misericordia tanta
    y bienes tan inmensos como Él le dispensó?

    Dios les da a los que lloran dulce consuelo
    cuando su auxilio imploran con fe y anhelo:
    Y ¡ay de los descreídos que no le llaman!
    Y ¡ay de los pervertidos que no le aman!

    Ante Dios de rodillas alza tus preces,
    que cuanto más te humilles, más te ennobleces;
    y ten siempre presente que el mal cristiano
    no puede ser buen hijo ni buen hermano.

    Alza al cielo los ojos
    constantemente,
    sé cristiano sincero,
    sé buen creyente,
    que al buen cristiano
    Dios, que es Padre de todos,
    le da la mano.





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    Mensaje por Lluvia Abril 02.01.22 2:36

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    Fragmentos en verso y prosa



    ¡Por tu padre!


    ¡Cuanta sublime belleza
    hay en la hermosa plegaria
    santa y pura,
    del huerfanito que reza
    del padre en la solitaria
    sepultura!

    ¡Con qué divina armonía
    sonarán sus oraciones
    en el cielo
    como eco de una alegría
    que busca a las aflicciones
    un consuelo!

    Los ángeles al oírlas,
    con voces mil ideales
    le harán coro,
    para ante Dios repetirlas
    al son de sus celestiales
    arpas de oro.

    Y el Dios Grande y Soberano,
    coronado por millares
    de luceros;
    el que con su sabia mano
    trazó a los revueltos mares
    sus linderos;

    el que desgaja los montes
    e incendia con las centellas
    el espacio,
    y pinta los horizontes
    con tibias auroras bellas
    de topacio;

    el que, con mano potente,
    va los ejes gobernando
    de la tierra;
    el que despeña el torrente
    que desciende rebramando
    de la sierra;

    el que riza suavemente
    las ondas del claro río
    bullicioso,
    o le ordena de repente
    que se desborde bravío
    y espumoso;

    el que bañó de colores
    las alas de las bullentes
    mariposas,
    y dio a la brisa rumores
    y aguas puras a las fuentes
    bulliciosas;

    el que corona de nieve
    las más altivas montañas
    de la tierra,
    y cuida el átomo leve
    perdido entre las entrañas
    de la sierra;

    el que encierra en las semillas
    gérmenes fecundadores
    diminutos,
    incógnitas maravillas
    de donde surgen las flores
    y los frutos;

    el que dispone del freno
    del rayo de la tormenta
    destructor,
    y apaga la voz del trueno
    que en el espacio revienta
    con fragor;

    el que selvas y jardines
    pobló de divinos coros
    trinadores,
    de pintados colorines
    y de pardos y canoros
    ruiseñores;

    el Dios que lo mismo cuida
    del insecto que en la tierra
    yace hundido,
    que del águila atrevida
    que en el peñón de la sierra
    cuelga el nido;

    el que a las flores dio aromas,
    y a los arroyos corrientes
    placenteras,
    y dio arrullo a las palomas
    y rugidos estridentes
    a las fieras;

    el que cuajó de topacios
    las tibias auroras bellas
    purpurinas,
    y salpicó los espacios
    con una lluvia de estrellas
    diamantinas;

    el Dios de existencia eterna
    que, con gran sabiduría
    providente,
    rige, conserva y gobierna
    la universal armonía
    sorprendente;

    el que es la Suma Belleza
    y es la Razón Soberana
    de la vida;
    el que es la Suma Grandeza
    jamás por la mente humana
    concebida...

    ¡Ese gran Dios soberano
    bendice las oraciones,
    siempre puras,
    del huerfanito cristiano
    que llora sus aflicciones
    prematuras!

    ¿Ves qué sublime grandeza
    hay en el ruego inspirado
    y afligido
    del huerfanito que reza
    por el padre idolatrado
    que ha perdido?

    ¿Soñaste mayor grandeza
    que la de ser bendecido
    por la mano
    que en la gran naturaleza
    de su poder ha vertido
    sólo un grano?

    ¿Soñaste mayor consuelo
    para calmar aflicciones
    y agonías
    que el de saber que en el cielo
    se escuchan las oraciones
    que a él envías?

    Reza, pues, querido amigo,
    y de tu padre venera
    la memoria;
    que yo rezaré contigo
    por la paz dulce y eterna
    de su gloria.

    ¡Reza, reza con tu madre
    y de su alma solitaria
    sé el consuelo!
    ¡Reza, que tu pobre padre
    bendicirá tu plegaria
    desde el cielo!



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    Mensaje por Lluvia Abril 02.01.22 2:37

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    Fragmentos en verso y prosa



    Recuerdo de tu primera comunión


    ¿Cómo podré yo pintarte
    prueba tan grande de amor?
    ¡Cómo podré yo expresarte
    la gran bondad del Señor
    que ha venido a visitarte?

    ¿Dónde podré yo encontrar
    acentos para un cantar
    de celestial armonía,
    si el son de la lira mía
    no puede hasta Dios llegar?

    ¿Cómo he de poder cantar
    lo que no sé comprender?
    ¿Cómo he de poder pintar
    lo que me puede cegar
    con la luz de su poder?

    El Dios que quiso crearte
    ha querido a Él acercarte,
    y quiere junto a Él tenerte,
    y quiere santificarte,
    y quiere hijo suyo hacerte.

    ¿Qué lira puede cantar,
    qué pincel puede pintar
    ni qué corazón medir
    la prueba de amor sin par
    que acabas de recibir?

    Ni la puedes comprender,
    ni la puedes merecer,
    mas di humillado «¡Señor!,
    ¡eres grande en tu poder,
    pero más grande es tu amor!

    No te ha bastado lavarme
    de mi culpa en el Calvario,
    y ahora vuelves a llamarme
    desde un humilde Sagrario
    sólo por santificarme.

    Si causa de tu Pasión
    fue mi redención primera,
    sea esta santa comunión
    mi segunda redención
    y mi redención postrera.

    ¡Hazme bueno; hazme cristiano;
    no apartes de mí tu amor,
    no apartes de mí tu mano,
    que yo prometo, Señor,
    ser buen hijo y buen hermano!»





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    Mensaje por Lluvia Abril 03.01.22 1:01

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    Fragmentos en verso y prosa




    A Cándida


    - I -


    ¿Quieres, Cándida saber
    cuál es la niña mejor?
    Pues medita con amor
    lo que ahora vas a leer.

    La que es dócil y obediente,
    la que reza con fe ciega,
    con abandono inocente.
    la que canta, la que juega.

    La que de necias se aparta,
    la que aprende con anhelo
    cómo se borda un pañuelo,
    cómo se escribe una carta.

    La que no sabe bailar
    y sí rezar el rosario
    y lleva un escapulario
    al cuello, en vez de un collar.

    La que desprecia o ignora
    los desvaríos mundanos;
    la que quiere a sus hermanos;
    y a su madrecita adora.

    La que llena de candor
    canta y ríe con nobleza;
    trabaja, obedece y reza...
    ¡esa es la niña mejor!


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    Mensaje por Lluvia Abril 03.01.22 1:03

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    Fragmentos en verso y prosa




    A Cándida


    - II -

    ¿Quieres saber, Candidita,
    tú, que aspirarás al cielo,
    cuál es perfecto modelo
    de cristiana jovencita?

    La que a Dios se va acercando,
    la que, al dejar de ser niña,
    con su casa se encariña
    y la calle va olvidando.

    La que borda escapularios
    en lugar de escarapelas;
    la que lee pocas novelas
    y muchos devocionarios.

    La que es sencilla y es buena
    y sabe que no es desdoro,
    después de bordar en oro
    ponerse a guisar la cena.

    La que es pura y recogida,
    la que estima su decoro
    como un preciado tesoro
    que vale más que su vida.

    Esa humilde jovencita,
    noble imagen del pudor,
    es el modelo mejor
    que has de imitar, Candidita.



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    Mensaje por Lluvia Abril 03.01.22 1:04

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    Fragmentos en verso y prosa




    A Cándida



    - III -

    ¿Y quieres, por fin, saber
    cuál es el tipo acabado,
    el modelo y el dechado
    de la perfecta mujer?

    La que sabe conservar
    su honor puro y recogido:
    la que es honor del marido
    y alegría del hogar.

    La noble mujer cristiana
    de alma fuerte y generosa,
    a quien da su fe piadosa
    fortaleza soberana.

    La de sus hijos fiel prenda
    y amorosa educadora;
    la sabia administradora
    de su casa y de su hacienda.

    La que delante marchando,
    lleva la cruz más pesada
    y camina resignada
    dando ejemplo y valor dando.

    La que sabe padecer,
    la que a todos sabe amar
    y sabe a todos llevar
    por la senda del deber.

    La que el hogar santifica,
    la que a Dios en él invoca,
    la que todo cuanto toca
    lo ennoblece y dignifica.

    La que mártir sabe ser
    y fe a todos sabe dar,
    y los enseña a rezar
    y los enseña a crecer.

    La que de esa fe a la luz
    y al impulso de su ejemplo
    erige en su casa un templo
    al trabajo y la virtud...

    La que eso de Dios consiga
    es la perfecta mujer,
    ¡y así tienes tú que ser
    para que Dios te bendiga!


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    Mensaje por Lluvia Abril 03.01.22 1:05

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    Fragmentos en verso y prosa




    Dos cartas


    - I -


    ¡Hijito del alma mía!
    Anoche un sueño terrible
    me hizo asistir al horrible
    martirio de tu agonía.

    ¡Tremendas cosas soñé!
    Soñé que el hijo querido
    diome sin pena al olvido
    y apostató de su fe.

    Y presa de horrible espanto
    te vi despertar, hijito,
    de ese colegio bendito
    donde se aprende a ser santo.

    Y loca, al verte manchado,
    bajé a buscarte al abismo,
    al fangal, al antro mismo,
    donde se encueva el pecado.

    Sin Dios, sin madre y sin fe,
    ¡qué solo estabas allí!
    Muerta de miedo te vi,
    loca de amor te llamé.

    Y la manada maldita
    de aquellas bestias salvajes
    llenó de injurias y ultrajes
    a la infeliz viejecita.

    Después, en mi desvarío,
    soñé que un sayón de aquellos
    me arrastró por los cabellos,
    ¡que son blancos, hijo mío!

    Y tú, de la turba en pos,
    ibas riendo... ¡Te vi!...
    ¡Te oí maldecirme a mí!
    ¡Te oí blasfemar de Dios!
    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
    Y al despertarme exclamé:
    «¡Que muera el hijo, gran Dios;
    pero llevádmelo Vos,
    que para Vos lo crié!...»
    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
    Perdona a tu madrecita
    si ha soñado el desatino
    de que eras el asesino
    de tu pobre viejecita.

    ¡Delirios!... Sabe tu amor
    que tengo en el alma frío
    y sólo vivo, hijo mío
    de tu cariño al calor.

    Muerta el alma de tristeza,
    seca de llanto la fuente,
    llena de arrugas la frente,
    blanca la débil cabeza,

    trémula la pobre mano
    que estos renglones escribe,
    soy una muerta que vive
    al sol de un amor lejano.

    Tú eres mi sol, hijo mío,
    y mientra él me caliente
    podrá haber frío en mi frente,
    ¡en mis entrañas no hay frío!





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    Mensaje por Lluvia Abril 03.01.22 1:06

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    Fragmentos en verso y prosa




    Dos cartas


    - II -

    Besando estoy madre mía,
    tu carta de angustia lleno.
    Si por Dios no fuera bueno,
    sólo por ti lo sería.

    Jamás amarguen tu amor
    esas quimeras extrañas;
    el hijo de tus entrañas
    vive en la fe del Señor;

    y de ella y con ella lleno,
    ni aun en sueños ha salido
    de ese colegio querido
    donde se aprende a ser bueno
    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
    Por eso en esta mansión
    toda frase es caridad,
    todo suspiro es piedad,
    todo arrullo es oración.

    ¿Y tú quizá lo dudaste?
    ¡Ni en sueños de calentura
    no se puede fingir locura
    mayor que la que soñaste!

    Labios que tú has de besar
    no podrán nunca verter
    blasfemias de Lucifer,
    palabras de lupanar.

    Yo, que ante Dios lo he jurado,
    hoy lo juro ante mí mismo:
    ¡No bajarás tu al abismo
    buscando al hijo manchado!
    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
    ¿Soñaste que el mundo vano
    hízome impío? ¡Quimera!
    Si yo en tus brazos muriera,
    ¡vieras morir a un cristiano!

    ¿Soñaste verme de fijo
    romper de tu amor los lazos?
    Si yo muriera en tus brazos,
    ¡vieras morir un buen hijo!

    Perdono a mi madrecita
    si ha soñado el desatino
    de que yo era el asesino
    de mi amada viejecita.

    Y dejaréla decir,
    ya que es ese su placer,
    que el calor de mi querer
    la está ayudando a vivir.

    ¡Así vivimos los dos!
    Por eso el día tremendo
    en que mi ruego no oyendo
    me deje sin madre Dios,

    Dios ha de ver cómo escribo
    sobre la tumba sombría:
    «Cuando esta madre vivía,
    no estaba muerto este vivo.»

    No sospeches, madrecita,
    que mi espíritu atormentas
    cuando en tus cartas me cuentas
    lo que te aflige y te agita.

    Yo olvidaré de una vez
    esas tus locas visiones,
    que no son más que aprensiones,
    ternuras de tu vejez...

    Pero, en cambio, yo te exijo
    que tú también las olvides,
    que te alegres, que te cuides,
    ¡que no llores por tu hijo!

    Porque ¡ay de él si de tristeza
    se le muere, estando ausente,
    la de la blanca cabeza,
    la de la arrugada frente!



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    Mensaje por Lluvia Abril 04.01.22 0:58

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    Fragmentos en verso y prosa




    ¡Adiós!

    A la memoria de mi querido
    discípulo Nicomedes Martín.



    ¡Discípulo inolvidable,
    alma hermana de la mía,
    bendito sea adorable
    por quien mi pecho sentía
    cariño tan entrañable!...

    Ángel que al mundo bajaste
    dentro de un cuerpo de niño,
    ¿por qué tan pronto dejaste
    la vida donde encontraste
    para ti tanto cariño?

    ¿Por qué a tus padres queridos
    dejaste tan afligidos
    con tu muerte prematura,
    que los tienes sumergidos
    en tan tremenda amargura?

    ¿Por qué me dejaste a mí
    si sabías que tenía
    yo tanto amor para ti
    que el alma herida sentí
    cuando vi que te perdía?

    Yo te enseñaba a querer,
    yo te enseñaba a marchar
    por la senda del deber,
    yo te enseñaba a rezar,
    yo te enseñaba a creer.

    Y en tu alma pura y sencilla,
    dócil como una paloma,
    brotó tan santa semilla
    como de una florecilla
    brota el purísimo aroma.

    Tal vez extrañe, el que ignore
    lo mucho que me querías,
    que tanto tu muerte llore
    y que por ella hoy devore
    secretas melancolías.

    Mas si el testimonio invoco
    de aquel cariño tan santo
    cuyo recuerdo hoy evoco,
    ¿qué extraño es que llore un poco
    quien supo quererte tanto?

    ¡Pobre mártir inocente!
    ¡Con qué dolor tan profundo,
    con qué ansiedad tan ardiente
    besé tu serena frente
    cuando dejaste este mundo!

    ¡Con qué dolor te veía
    sufriendo el atroz tormento
    de tu bárbara agonía
    sin poder el alma mía
    darte vida con su aliento!

    ¡Y qué consuelo he sentido
    pensando en que he recogido
    cuando estabas ya expirante
    el leve postrer latido
    de tu corazón amante!

    ¡Y al acabar con la muerte
    de tu dolor el calvario,
    qué consuelo fue ponerte
    mi bendito escapulario
    sobre tu pecho ya inerte!

    ¡Tristes momentos aquellos!
    Como recuerdo de ellos
    conservo, cual rica alhaja,
    una cinta de tu caja
    y un mechón de tus cabellos.

    Y así podré de esta suerte
    tener, cual prenda querida
    de lo que supe quererte,
    un recuerdo de tu vida
    y un símbolo de tu muerte.

    En estos pobres renglones
    para tus padres escribo
    mis secretas impresiones,
    que acaso en sus aflicciones
    les sirvan de lenitivo;

    porque el recuerdo incesante
    de que tú fuiste en el mundo
    un ángel y un hijo amante,
    será un consuelo constante
    para su dolor profundo.

    ¡Dios hizo bien al llevarte!
    ¡Bien hago yo si a tu muerte
    quiero esta deuda pagarte!
    ¡Si vivo supe quererte,
    muerto, debo de llorarte!

    ¡Dios hizo bien!... Sólo escoria
    y miseria es lo que encierra
    esta vida transitoria.
    ¡Los ángeles de la tierra
    deben marcharse a la gloria!



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    Mensaje por Lluvia Abril 04.01.22 1:00

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    Fragmentos en verso y prosa




    Las hermanas de la caridad en la guerra


    Ángeles que a la tierra
    Dios os envía;
    la patria os divinice,
    ella os bendiga
    yo no soy digno
    ni de cantar siquiera
    vuestro heroísmo.

    Pero yo lo calculo,
    yo lo comprendo,
    y en el fondo del alma
    yo lo venero.
    ¡Oh, cuántas veces
    me hacéis llorar a solas,
    santas mujeres!

    ¡Qué pequeño es el hombre
    cuando contempla
    desde el mundo egoísta
    vuestra grandeza
    ¡Oh, qué pequeño,
    cuando os miro a vosotras,
    yo me parezco!

    El héroe enardecido
    que por la patria
    derrama en el combate
    su sangre honrada,
    es noble, es grande;
    mas la patria lo ordena,
    ¡y él da su sangre!

    Pero ¿quién a vosotras
    os ha pedido
    vuestro largo calvario
    de sacrificio?
    ¿Quién os obliga
    a inmolar por la ajena
    la propia vida?

    ¿Quién os lleva arrastradas
    adondequiera
    que haya abiertas heridas
    que nadie cierra,
    y haya amarguras,
    y haya lágrimas tristes
    que nadie enjuga?

    ¿Quién os lleva a vosotras,
    mujeres santas,
    a endulzar agonías
    desesperadas,
    y a dar consuelos,
    y a rezar por los vivos
    y por los muertos?

    ¿Quién es que os ha lanzado,
    humanos ángeles,
    en medio del estruendo
    de los combates,
    donde los hombres
    luchan y se destrozan
    como leones?

    ¿Quién os manda a vosotras,
    pobres mujeres,
    i a cerrar los ojos
    de los que mueren,
    y a ser las madres
    de los que lejos de ellas
    viertes su sangre?

    ¿Quién os lleva a la cumbre
    del heroísmo?
    ¿Quién os da fortaleza
    para el martirio?
    ¿Quién os obliga
    a inmolar por la ajena
    la propia vida?

    Lo sé, santas mujeres:
    vuestro heroísmo
    es el de los amantes
    hijos de Cristo,
    ¡No hay quien lo niegue!
    ¡La caridad cristiana
    todo lo puede!




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    Mensaje por Lluvia Abril 05.01.22 0:59

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    Fragmentos en verso y prosa



    El destino de las flores


    - I -


    La mano de un caballero,
    de un caballero mundano,
    cortó una orquídea preciada,
    que en el tibio invernadero
    del gran parque cortesano
    creció cual niña mimada.

    Y la llevó a los salones
    donde, entre danzas y gritos,
    la fiesta mundana hervía
    con todas las tentaciones
    y todos los apetitos
    que Satanás encendía.

    «¡A la reina del placer!»,
    dijo el gentil caballero,
    y ufano la flor le dio
    a una elegante mujer
    que con talante altanero
    sobre el seno la prendió.

    La ardiente atmósfera henchían
    brillantes luces que herían
    y aromas embriagadores,
    y pláticas seductoras,
    y cascadas de colores,
    y músicas tentadoras...

    Y aquella flor delicada
    sólo por brisas mecida
    que ella de aroma empapó,
    ahora danzaba asfixiada
    por la atmósfera encendida
    que su perfume sorbió.

    Su muerte, ¡qué triste fue!
    Ciega de rabia y despecho
    por celos de no sé qué,
    su altiva dueña, irritada,
    se la arrancó de su pecho
    y al suelo arrojóla airada.

    Y dos o tres caballeros
    distraídos y altaneros
    que platicando pasaron,
    con sus pies la mancillaron,
    y se alejaron ligeros
    ¡y muerta allí la dejaron!




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    Mensaje por Lluvia Abril 05.01.22 1:00

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    El destino de las flores



    - II -


    La mano de un caballero,
    de un caballero cristiano,
    cortó en el huerto una rosa
    y al templo fuese ligero,
    llevando alegre en la mano
    la flor fragante y hermosa.

    «¡A la Reina de los cielos!»,
    dijo el hidalgo cristiano,
    dechado de fe sencilla;
    y ardiendo en santos anhelos,
    la puso a los pies, ufano,
    de la Reina sin mancilla.

    El tibio ambiente llenaban
    efluvios que a campo olían,
    cantos que de amor hablaban,
    suspiros que el aire hendían,
    bendiciones que bajaban
    y plegarias que subían...

    Y la flor encantadora
    que el ambiente transparente
    del huerto esenciara tanto,
    de esencia llenaba ahora
    otro purísimo ambiente
    que, a más de puro, era santo.

    Su muerte, ¡qué deliciosa!
    de humo de incienso un jirón
    llevó a la mansión gloriosa
    el rumor de una canción
    con la última exhalación
    el perfume de la rosa.
    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
    Caballero distraído
    que trasplantar tu hija quieres
    del jardín de tus amores,
    no des jamás al olvido
    que es como el de las mujeres
    el destino de las flores.



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    Mensaje por Lluvia Abril 05.01.22 1:01

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    Fragmentos en verso y prosa




    Plegaria


    Bajo tu amparo, Señor,
    pongo mis hijos queridos.
    Tú serás el protector
    de estos ángeles dormidos
    que ídolos son de mi amor.

    Entrego a tu Providencia
    los hijos de mis entrañas.
    ¡Cuídame de su existencia
    Tú que me los acompañas
    en su sueño de inocencia!

    Y si consientes que un día
    queden sin padre y sin madre,
    en tu amor mi fe confía;
    ¡dales por Madre a María
    y sé Tú su amante Padre!




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    Mensaje por Lluvia Abril 05.01.22 1:01

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    Fragmentos en verso y prosa



    El amo


    El monte era feraz, hermoso y grande;
    la casa, alegre y blanca;
    la gente, vividora;
    sanos los cuerpos, vírgenes las almas,
    cadencioso el vivir, sereno el tiempo,
    honda la paz y la existencia larga.
    El mejor de los mundos se veía
    desde las puertas de la alegre casa
    y el pedazo más puro de los cielos
    sobre el dulce rincón se dilataba.
    ¡Quién el alma de un ángel,
    quién me diera un pincel, quién unas alas
    para del cielo en el divino lienzo
    pintar el campo que debajo estaba,
    que hay pedazos del mundo que podrían
    servir al cielo de divina entrada!
    ¡Qué hermosa, qué tranquila
    la alquería feliz de Casablanca!
    No quiso Dios que con salvajes gritos
    los mares la arrullaran,
    ni que aquellas riberas del silencio
    lamiesen bravas aguas;
    que es la lengua del mar lengua de fiera
    que lame torva, al domador las plantas;
    que el arrullo del mar es resoplido
    de león que descansa
    y de allí donde Dios vierte quietudes
    aleja las borrascas,
    porque ellas siempre nublarán los cielos,
    y enturbiarán las aguas,
    y troncharán las flores,
    y afligirán las almas.
    Ni puso en la alquería
    las tremendas grandezas soberanas
    de las cerradas tenebrosas selvas,
    los tajos sin hondón de las montañas,
    los ríos caudalosos de aguas turbias;
    las monstruosas cordilleras pardas,
    la muerte gris de los desiertos grandes,
    la vida sorda de las sierras bravas.
    ¡Señor, cuán otra hiciste
    la alquería feliz de Casablanca!
    ¿Para qué más arrullos que el suave
    del aire aquel que por los montes pasa,
    o del ronco pichón enamorado
    con un amor que su pechuelo inflama?...
    ¿Y cuáles como aquellas
    frescas y puras, saludables aguas
    del manso regatuelo
    que cruza la pradera solitaria
    con música de paz, ritmo asonante
    que parece celeste canto de almas?
    ¿Y qué mayor grandeza
    que la que humildes guardan
    una del soto madreselva virgen
    o una del prado margarita blanca,
    una canción de pájaro en amores,
    un germen microscópico que estalla...?
    ¡Qué feliz es la vida de los buenos,
    y viviéndola allí, cuán sosegada!
    El tiempo venidero se aproxima
    cantando la canción de la esperanza
    y recita al pasar sobre nosotros
    el himno lleno de la vida honrada...
    ¡Qué bello es el ayer que atrás murmura
    sólo memorias gratas!
    ¡Qué sabroso es el hoy en Dios vivido,
    y qué consolador es el mañana!...






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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez 05.01.22 2:50

    El monte era feraz, hermoso y grande;
    la casa, alegre y blanca;
    la gente, vividora;
    sanos los cuerpos, vírgenes las almas,
    cadencioso el vivir, sereno el tiempo,
    honda la paz y la existencia larga.
    El mejor de los mundos se veía
    desde las puertas de la alegre casa
    y el pedazo más puro de los cielos
    sobre el dulce rincón se dilataba.
    ¡Quién el alma de un ángel,
    quién me diera un pincel, quién unas alas
    para del cielo en el divino lienzo
    pintar el campo que debajo estaba,
    que hay pedazos del mundo que podrían
    servir al cielo de divina entrada!
    ¡Qué hermosa, qué tranquila
    la alquería feliz de Casablanca!
    No quiso Dios que con salvajes gritos
    los mares la arrullaran,
    ni que aquellas riberas del silencio
    lamiesen bravas aguas;
    que es la lengua del mar lengua de fiera
    que lame torva, al domador las plantas;
    que el arrullo del mar es resoplido
    de león que descansa
    y de allí donde Dios vierte quietudes
    aleja las borrascas,
    porque ellas siempre nublarán los cielos,
    y enturbiarán las aguas,
    y troncharán las flores,
    y afligirán las almas.
    Ni puso en la alquería
    las tremendas grandezas soberanas
    de las cerradas tenebrosas selvas,
    los tajos sin hondón de las montañas,
    los ríos caudalosos de aguas turbias;
    las monstruosas cordilleras pardas,
    la muerte gris de los desiertos grandes,
    la vida sorda de las sierras bravas.
    ¡Señor, cuán otra hiciste
    la alquería feliz de Casablanca!
    ¿Para qué más arrullos que el suave
    del aire aquel que por los montes pasa,
    o del ronco pichón enamorado
    con un amor que su pechuelo inflama?...
    ¿Y cuáles como aquellas
    frescas y puras, saludables aguas
    del manso regatuelo
    que cruza la pradera solitaria
    con música de paz, ritmo asonante
    que parece celeste canto de almas?
    ¿Y qué mayor grandeza
    que la que humildes guardan
    una del soto madreselva virgen
    o una del prado margarita blanca,
    una canción de pájaro en amores,
    un germen microscópico que estalla...?
    ¡Qué feliz es la vida de los buenos,
    y viviéndola allí, cuán sosegada!
    El tiempo venidero se aproxima
    cantando la canción de la esperanza
    y recita al pasar sobre nosotros
    el himno lleno de la vida honrada...
    ¡Qué bello es el ayer que atrás murmura
    sólo memorias gratas!
    ¡Qué sabroso es el hoy en Dios vivido,
    y qué consolador es el mañana!...


    Deliciosa manera de pintar una alquería...  (aunque la vida allí no haya sido siempre tan deliciosa (involuntariamente he recordado LOS SANTOS INOCENTES , de Mario Camús).
    Pero el poema, desde luego, produce paz interior, siempre necesaria.


    Gracias, Lluvia. Besos.


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    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905) - Página 9 Empty Re: JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905)

    Mensaje por Lluvia Abril 06.01.22 3:27

    Gracias a ti siempre, Pascual.


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    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905) - Página 9 Empty Re: JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905)

    Mensaje por Lluvia Abril 06.01.22 3:29

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    Fragmentos en verso y prosa



    Patria


    - I -


    Vieja España, gloriosa madre santa,
    ¿para qué requerir tu hermosa historia,
    si hasta el hijo más rudo que hoy te canta
    la conserva esculpida en su memoria?
    ¿Y cómo tanta gloria
    cómo grandeza tanta,
    sin profanarlas celebrar podría
    la voz de mi garganta
    y el sordo acento de la lira mía?

    La madre de los grandes heroísmos,
    la que descubre los ignotos mundos
    que el Señor escondió tras los abismos
    de los mares profundos;
    la que de aquellos mundo ignorados
    fue con Dios cual segunda creadora,
    y, dándoles después con sangre escrita
    la ejecutoria de su fe bendita,
    fue con Cristo segunda redentora...

    La que al ver profanado
    por razas delirantes de ambiciones
    este viejo solar inmaculado,
    pujantes engendró generaciones
    de hijos como leones,
    y siete siglos de guerrero empeño
    costóle una victoria,
    que esculpió en las entrañas de la Historia
    una epopeya que parece un sueño;
    la que a la mar bajo la cruz se hiciera
    cuando la armada muchedumbre fiera
    de la barbarie y la impiedad rugiendo,
    fuerte sintióse y avanzó guerrera
    las turbias olas de la mar hendiendo,
    y en lucha horrible, admiración y espanto
    del amagado mundo estremecido,
    le dio la sepultura del vencido
    en las aguas sagradas de Lepanto;
    la noble madre que engendró admirables
    legiones incontables
    de reyes, caballeros,
    sabios gobernadores,
    intrépidos guerreros,
    santísimos varones que han poblado
    los altares divinos,
    portentosos ingenios peregrinos
    que la vida inmortal nos han robado...;
    la nación que tuviera
    del mundo en el rincón más apartado
    sobre cada ciudad una bandera;
    la que a la Historia hiciera
    grabar en cada página una hazaña,
    la que ayer soberana y grande era,
    la que ahora está caída..., ¡esa es España!


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    Mensaje por Lluvia Abril 06.01.22 3:30

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    Fragmentos en verso y prosa



    Patria


    - II -


    ¿Qué dolientes gemidos
    llegan a mis oídos?
    Varón inconsolable, ¿por qué lloras?
    ¿Lloras, dí, porque el hado,
    porque los vientos de contraria suerte
    trajeron a la Patria a tal estado?
    Pues el hijo amoroso, el hijo fuerte,
    que a la madre adorable ve caída,
    no con gemido vano
    la contemple afrentada y dolorida:
    ¡tiéndale pronto la robusta mano
    y derrámele bálsamo en la herida!

    Tú puedes, ciudadano,
    prestarle nueva vigorosa vida,
    si esas míseras lágrimas que viertes
    en gotas de sudor, cual yo, conviertes
    por la doliente Patria empobrecida.

    ¿No la ves otra vez ir resurgiendo
    del fondo del abismo,
    donde la hundiera el trepidar horrendo,
    del fiero cataclismo?
    ¡Arriba el corazón! ¡Lucha y espera!
    Mira cuál su recinto van poblando,
    de frontera a frontera,
    formidables ejércitos izando
    la gloriosa bandera.
    Mira cómo a sus mares
    las gentes de sus puertos van lanzando,
    repletos de pertrechos militares,
    monstruos de guerra henchidos
    de innúmeros soldados aguerridos,
    gigantescos castillos animados,
    donde cada guerrero es una roca,
    cada mástil cien fuertes almenados,
    y el cráter de un volcán cada ancha boca
    de sus férreos costados...

    Mira qué apresuradas,
    qué llenas de vitales energías
    las naves de la paz, abarrotadas
    de ricas mercancías,
    navegan por estelas no borradas.

    ¿No ves flotar debajo
    del ancho cielo puro
    de ciudades, de pueblos y de aldeas,
    el hálito solemne del trabajo,
    que surge denso, nublador y oscuro,
    de bosques de gallardas chimeneas?
    Escucha el vigoroso
    robusto trepidar de los talleres;
    mira a Mercurio rico y laborioso
    moviendo las ciudades afanoso;
    mira en el campo, coronada, a Ceres.

    ¿No ves cómo la sierra
    van los hombres a palmo conquistando?
    ¿Cómo le van robando
    mantas de abrojos, túrdigas de tierra,
    y en ella escalonando
    por sabias sucesivas regulares
    precoces huertecillos siempre frescos,
    azules olivares,
    fructíferos viñedos pintorescos
    y pomposos oscuros castañares?
    Mira cómo coronan las alturas
    de los antes escuetos horizontes,
    grandes masas oscuras
    de hoscos, feraces y apretados montes.
    Mira cómo aprisionan en sus vías
    aquel río que riega
    por miles de minúsculas sangrías
    lo que era estéril arenosa vega...;
    mira cómo descansa
    y un momento parece que dormita
    delante de la presa en que remansa,
    y cómo desde allí se precipita,
    moviendo con su fuerza prodigiosa
    los miembros de la vida laboriosa,
    molinos y lagares,
    batanes y telares,
    y fábricas de luz maravillosa...;
    cuenta, cuenta, si puedes, los millares
    de hijos que la enriquecen
    del rudor trabajar con las conquistas;
    mira cómo la ilustran y embellecen
    sus legiones de sabios y de artistas,
    y cómo sus valientes capitanes,
    émulos de las glorias
    de Pelayos, Rodrigos y Guzmanes,
    van logrando que en tierras extranjeras,
    al vernos bravos sacudir la muerte,
    saluden con respeto las banderas
    del pueblo del honor, otra vez fuerte.

    ¿Dices que sueño? ¡Y mientras tenga vida
    soñando seguiré mi hermoso empeño!
    Pues di, pobre suicida:
    la historia de esta Patria, hoy afligida,
    ¿No te parece, por sublime, un sueño?
    Si no quieres traer a la memoria
    las viejas epopeyas de esa historia,
    deja que duerman en el tiempo hundidas
    el sueño de la gloria;
    pero dile a tu padre que te cuente
    cosas vistas y oídas
    en su plácida edad de adolescente.

    ¿Tú no sabes que ayer atravesaron
    las sagradas fronteras
    y el solar del honor locas hollaron
    enemigas legiones extranjeras?

    ¡Oh, qué lucha tan épica! ¡Oh qué brava!
    Y el padre de tu padre, ¡qué valiente!,
    qué delirante de furor luchaba,
    cual todos sus hermanos,
    descubierta la frente a los tiranos,
    los pechos sin escudos,
    sin armas casi en las honradas manos;
    ¡los leones también luchan desnudos!

    Escarba el patrio suelo dondequiera,
    y verás que es inmensa tumba fría
    de la gente extranjera,
    que ciega osara profanarle un día.

    ¿Y dudas todavía
    del honor español? ¡Desventurado!
    ¿Ignoras que la España que ha llenado
    con Sagunto y Numancia
    la historia de pretéritas edades,
    cuyo recuerdo engríe y alboroza,
    es la misma que hoy cuenta con ciudades
    que se llaman Gerona y Zaragoza?

    ¡Zaragoza y Gerona!... ¿No palpita
    tu corazón a la esperanza abierto?
    Si el frío no te agita
    de lo sublime, ¡oh desdichado!, has muerto.

    ¿Por ventura en la Patria no has nacido
    donde siempre luchando se ha vivido
    y en el puesto de honor de los deberes
    los hombres a cejar no han aprendido,
    ni a llorar las mujeres?

    ¿Y ante tanta patriótica nobleza,
    no te sientes de orgullo estremecido,
    ni aspiras del martirio a la grandeza?
    ¿Y al suelo inclinas la cobarde frente?
    ¿Y aún la duda te mueve la cabeza?
    ¿Y sigues pusilánime, impotente,
    llorando todavía?
    ¡Tú no eres hijo de la Patria mía!



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    Mensaje por Lluvia Abril 06.01.22 3:33

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    Fragmentos en verso y prosa



    Los dichos del tío Fabián


    Pues, señor, el otro día
    vino un tío a visitarme
    y sigue con la manía
    de venir a marearme.

    Con su charla singular
    la sangre misma me enciende;
    charla y charla sin cesar,
    ¡pero cualquiera lo entiende!...

    Tiene él un prado inmediato
    a una linda huerta mía,
    y ayer fui a su casa un rato
    a ver si me lo vendía.

    «Tío Fabián, vamos a ver
    -le dije con claridad-:
    ¿usted me quiere vender
    el prado de la hermandad?»

    «Si lo vende, hago una puerta
    para mi huerta lindante,
    mas si usted quiere mi huerta,
    yo se la vendo al instante.»

    El tío Fabián sonrió,
    con aire ufano y sencillo;
    después tosió, se rascó
    y escupió por el colmillo.

    Y echando al fuego unos palos,
    me contestó el tío Fabián:
    «que los tiempos andan malos...;
    que patatín..., que patatán...».

    «Deje esa palabrería
    y piense bien la cuestión:
    ¿quiere usted la huerta mía?
    La vendo sin dilación.

    «Las dos fincas valen poco,
    más pudiéndolas juntar,
    resulta, o yo me equivoco,
    una finca regular.»

    Y con palabra calmosa
    el tío Fabián se resuelve
    a decir: «Que esa es la cosa,
    que torna..., que vuelve...»

    «Dígame usted sin rodeos
    cuáles son sus intenciones
    y cuáles son sus deseos,
    proyectos y aspiraciones.

    «Claridad pretendo yo
    y usted en divagar se empeña;
    ¡pero dígame sí o no
    como Cristo nos enseña?»

    Y el tío Fabián sin piedad,
    de mis casillas me saca
    diciendo que es la verdad...,
    «que torna..., que daca...»

    «¡Ay tío Fabián, concretemos,
    y entendámonos, por Dios,
    o locos nos volveremos
    de esta manera los dos!»

    «En forma clara y abierta
    la cuestión le he planteado:
    o me vende usted el prado
    o me compra usted la huerta.»

    «Y si nada ha de querer,
    dígame sin vacilar
    que no quiere usted vender
    y no quiere usted comprar.»

    Pues tras estos alegatos
    diciéndome el hombre sale,
    que donde hay hombres, hay tratos...,
    «que tumba... que dale».

    «Si eso está bien, tío Fabián;
    mas es charlar tontamente,
    y yo no sé a qué ese afán
    de salir por la tangente.

    «Yo me traigo mis cuartitos
    si es que el prado he de comprar,
    y nombrando dos peritos
    que lo vayan a tasar.»

    Pero el tío Fabián me ataja
    diciendo con gran trabajo
    que su prado es una alhaja...,
    «que arriba... que abajo...».

    «Yo pagaré lo que valga
    si el prado tan bueno es;
    pero, por Dios, no me salga
    con otra tecla después.

    «Eso del valor del prado
    los peritos lo dirán
    y es asunto terminado;
    ¿comprende usted, tío Fabián?»

    Y el tío Fabián no comprende
    y dice que velaí...
    que la gente así se entiende...
    «que por aquí... que por allí...».

    «¡Cuidado que es pesadez!;
    tío Fabián, tengo que irme;
    dígame usted de una vez
    lo que tenga que decirme.

    «Usted está en las Batuecas,
    pero a ver si ahora me entiende;
    contésteme usted a secas:
    ¿vende el prado o no lo vende?»

    Y contesta el muy pesado
    que hogaño ha criao en el prado
    la miaja e ganao y el potro...,
    «que por este lado..., que por el otro...»

    Pero ¿usted no puede hablar
    de forma más apropiada?
    ¡si eso es charlar por charlar,
    y charlar sin decir nada!...

    «No hay más tiempo que perder:
    el prado lo compro yo.
    ¿Me lo quiere usted vender?
    ¿Qué dice usted: sí o no?»

    Y el hombre dice que el prao
    se lo compró él a un sobrino...;
    que fue medio regalao...,
    que si fue..., que si vino...»

    «Tío Fabián, me voy a ir,
    y perdone si le ofendo,
    pero no puedo sufrir
    esa charla que no entiendo.»

    «Quedamos en eso, ¿eh?
    ¿Me venderá usted el prado?
    ¿No es eso?
    ¿Qué dice usted?»

    Y al verse el hombre acosado,
    me dice con mucha flema
    que se lo dirá a la tía...
    y que esa es la su sistema...,
    «que ya vería..., que ya vería...»






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    Mensaje por Lluvia Abril 07.01.22 1:15

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    Fragmentos en verso y prosa




    Viejos soles


    El sol que nos alumbra ya es muy viejo.
    Las primeras auroras
    que pintó su purísimo reflejo
    fueron del tiempo las primeras horas,
    del universo el inicial bosquejo.

    En el centro del mundo planetario,
    uno en sus leyes y en grandeza vario,
    la Eterna Voluntad que lo creara
    encendió la del sol rica lumbrera
    y le dijo a su fuego que radiara,
    y le dijo a su luz que presidiera.

    ¡Soberano nació! Su vasto imperio
    las fronteras hundía
    más allá de la ignota lejanía
    que toca las riberas del misterio.

    El ámbito vacío,
    que abismo fuera de negrura y frío,
    brillaba, rutilante,
    sus senos al sentir de vida llenos,
    desde que aquella atravesó sus senos
    luz meridiana que vibró radiante.

    Mundo sin luz en derredor girando
    del mundo de la luz lo circuían,
    y en su luz se bañaban, volteando,
    y el calor del vivir en él bebían.

    Y en esta tierra que ayer llamé gigante,
    y hoy un ruin átomo errante,
    ayer edén riente,
    y hoy pobre cárcel de la humana gente,
    también por las de Dios leyes secretas
    reducida a perpetua servidumbre,
    rodó con el cortejo de planetas
    en derredor de la encendida lumbre.

    Rey era el sol de inmenso poderío,
    y los mundos que pueblan el vacío
    le siguieron, humildes servidores...
    ¿Y quién iba a robarle el señorío
    que le diera el Señor de los señores?

    ¡Humanas criaturas!
    Si en el silencio de las noches puras
    visteis el cielo atravesar ligeras,
    rasgando sus negruras,
    y vuestros ojos con su luz cegando,
    estrellas de encendidas cabelleras
    que torrentes de luz van arrastrando...

    Globos incandescentes,
    que llevan en sus nimbos y en sus senos
    fulgores de relámpagos ardientes
    y estrépitos de truenos...

    Puntos de luz ignotos
    que el cielo rayan con violácea estela
    cuando hienden los ámbitos remotos
    por donde solo el pensamiento vuela...

    Bengalas siderales
    que parodian del sol los resplandores,
    bellísimas auroras boreales
    que los cielos inundan de colores...

    ¡No os deslumbréis, humanas criaturas!
    ¡No las estelas persigáis impuras
    de fantasmas que pasan velozmente
    sin órbitas seguras!...

    Que no son ellos pedestal ingente
    de los muchos que pueblan las alturas,
    que no son ellos de la luz la fuente,
    que no son fuego incubador de vida,
    ni naves son con salvador oriente
    y hospitalaria playa conocida...

    ¡Son efímeros mundos sin cimiento,
    fuegos fatuos que abrasan,
    fulgores que deslumbran un momento,
    visiones brillantísimas que pasan!...

    El rey del firmamento,
    el que perenne en los espacios arde,
    es aquel que esta tarde,
    tras una apoteosis de oro y grana,
    se fue por el Poniente...
    ¡El mismo que mañana
    veréis venir por el dorado Oriente!...

    Nuestro sol del saber también es viejo.
    Dios lo puso en el cielo de la vida,
    y alumbró su vivísimo reflejo
    la del saber región oscurecida.

    Su luz bañó la hondura
    de los grandes abismos de la ciencia,
    y supimos, Señor, a cuánta altura
    deja volar la rica inteligencia,
    de una por ti vidente criatura.

    Del mundo del saber las secundarias
    brillantes luminarias
    por él fecundas y brillantes fueron,
    que todas en su torno se agruparon
    y fecundo calor en él tomaron
    y luz radiante de su luz bebieron.
    Iluminado por aquella hoguera,
    el cielo del saber ¡qué bello era!

    Grande y majestuoso,
    giraba en concertado movimiento
    en derredor del foco luminoso,
    que subía, subía...

    Y en alas de la gran sabiduría
    lo llevaba orientado hacia el tesoro
    por órbitas de luz, del bien emblema,
    para ponerlo ante las puertas de oro
    de la Verdad Suprema...

    ¡Humanas criaturas!
    Si en las noches del mundo, tan oscuras,
    vierais errar veloces y encendidas,
    sin órbitas seguras,
    locas inteligencias atrevidas,
    exhalaciones de la luz impuras
    que el cielo del saber cruzan perdidas,
    ¡no os deslumbréis ante esas luminarias
    dislocadas, efímeras, precarias...;
    no admiréis la mentira sorprendente
    de sus pobres grandezas ilusorias,
    ni sigáis con la mente
    sus excéntricas locas trayectorias!...

    Son vagos desvaríos,
    visiones que en el tiempo se disuelven,
    míseros extravíos,
    fuegos que pasan y a lucir no vuelven...

    El magnífico, el sólido, el ingente
    sol de sabiduría,
    cuya luz, cuyo fuego incandescente
    ni el mal enturbiará ni el tiempo enfría...

    La cúspide, la fábrica, el asiento
    del mundo del humano pensamiento,
    el de la ciencia faro peregrino,
    el astro diamantino
    que rueda con solemne movimiento
    en derechura al eternal destino,
    es el mismo de ayer. ¡Tomás de Aquino!






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    Mensaje por Lluvia Abril 09.01.22 2:14

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    Fragmentos en verso y prosa




    Cita


    ¿Dónde a rodar nos llevará mañana
    esta fuerza invisible del destino
    que en el desierto de la vida humana
    señalándonos va nuestro camino?

    ¿Dónde estará esperándome el pedazo
    de tierra, para mí desconocida,
    donde termine el misterioso plazo
    que haya Dios puesto en mi tranquila vida?

    ¿Dónde el lugar incógnito y sombrío,
    triste rincón que para mí será
    lecho de muerte, solitario y frío,
    donde mi cuerpo a descansar irá?

    ¿Quién podrá asegurarnos que mañana
    no puede separarnos el destino,
    con esa misma fuerza sobrehumana
    con que ayer nos lanzó por un camino?

    Para ese triste e inesperado día
    dejo escrita esta página sincera
    que un capricho tal vez del alma mía
    para ti me mandó que la escribiera.

    En sentido y cariñoso aviso,
    una cita ideal que darte intento,
    un capricho pueril que de improviso
    me ha venido a asaltar el pensamiento.

    ¿Por qué negarlo si lo estoy sintiendo?
    ¿Por qué ocultarlo si al hablarte así
    alguien parece que me está diciendo
    que tú también te olvidarás de mí?

    Bien sé yo que en el mundo donde vivo
    se ríen de estas íntimas ternuras,
    que el instinto grosero y positivo
    seguramente llamará locuras.

    ¿Qué grandezas va a haber, ni qué ideales
    en un mundo grosero y sin decoro,
    hambriento de apetitos materiales
    y sediento de goces y de oro?

    ¿Quién va a hablar de sus íntimos pensares
    en este mundo escéptico y grosero,
    que hasta a Dios arrojó de los altares
    para poner en ellos el dinero?

    ¡El oro es el que reina, sólo el oro!
    El amor, la virtud más noble y alta,
    la amistad, el honor, la fe, el decoro,
    ¿valen dinero? No. ¡Pues no hacen falta!

    Por dondequiera que se mire el mundo,
    ¡el mismo tono gris, triste y sombrío!
    ¡El mismo aspecto de desdén profundo!
    ¡El mismo ambiente de egoísmo frío!...

    En esta sociedad frívola y necia,
    es un hombre ridículo y extraño
    el que ve el interés y lo desprecia
    cuando viene de manos del engaño.

    ¿Quién que un soplo de fe tenga en el alma
    y un resto de pudor en la conciencia
    puede ir viviendo con serena calma
    entre esta criminal indiferencia?

    ¡Yo vivo solo! Y aunque el alma siento
    que se asfixia en el aire que respiras,
    aparento vivir en mi elemento
    en medio de esta universal mentira.

    Por ese mar de corazones fríos
    voy bogando con fe y sin desalientos,
    entregado al cariño de los míos
    y embargado en mis propios pensamientos.

    Perdóname si distraídamente
    dejé correr la pluma demasiado.
    ¡Ha sido un desahogo conveniente
    de que muy raras veces he gozado!

    ¿Verdad que siempre, cuando tú seas hombre
    aunque te veas de mi lado lejos,
    te acordarás siquiera de mi nombre,
    que escrito dejo aquí con mis consejos?

    ¡Dios te lo premiará si así lo hicieres,
    y yo jamás tu nombre borraré
    de la lista querida de los seres
    que más he amado, y amo, y amaré.






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    Mensaje por Lluvia Abril 09.01.22 2:15

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    Fragmentos en verso y prosa




    La mujer



    Cuando pueda arrancar de los infiernos
    legiones de cariátides humanas;
    cuando pueda traer de los edenes
    almas de luz con luz apacentadas;
    cuando sepa sondear el de los réprobos
    infame corazón, lleno de llagas;
    cuando sepa sentir el de los ángeles
    sentir divino de purezas diáfanas...

    Cuando aprenda un idioma no creado
    para la grey humana,
    que tiene, para hablar, artificiosos
    idiomas de paupérrimas palabras,
    y no percibe músicas mejores
    que el resbalar de las corrientes aguas,
    el rebullir de mañaneras brisas,
    el arrullar de las palomas cándidas,
    y el dulce son de los canoros pájaros,
    y el hojear de la alameda gárrula,
    ni músicas más hórridas describe
    que el fiero aullido de la loba escuálida,
    la carcajada del siniestro cárabo,
    los alaridos de la hiena flaca,
    el silbo horrible de falaz serpiente
    y el grito ronco de feroz borrasca...

    Cuando aprenda a vibrar todos los rayos
    de la tremenda maldición que mata
    los gérmenes maléficos
    que anidan en las llagas,
    y a dar aprenda en bendiciones puras
    del alto Edén anticipadas ráfagas,
    ¡entonces te diré, curioso amigo,
    lo que son las mujeres!...

    ¡Qué!... ¿Te extrañas?
    Decir que son demonios,
    que son flores con alma,
    que son blancos arcángeles...
    me parece decir cosas muy pálidas.
    Y si en decires del humano idioma
    yo pretendiera bosquejar sus almas,
    tal voz oyeras con atento oído
    rumor de abismos y batir de alas;
    pero la vida de los dos es corta
    para que yo, con ruidos de palabras,
    cantar pudiese el colosal poema,
    maridaje de luz y sombras trágicas,
    y tú sentirlo en sus negruras hondas,
    y tú sentirlo en sus altezas diáfanas.

    Mientras aprendo a contestar, ¡oh amigo!,
    tu pregunta abismática,
    sigue a la letra mi consejo sano,
    regla prudente de conducta sabia;
    golpear en la puerta del misterio
    es brega estéril de curiosas almas;
    cierra los ojos para ver más claro,
    vuela y no escarbes, sintetiza y ama,
    y canta a la mujer cuando la veas
    en el trono de reina de su casa,
    o ante la cuna acariciando al hijo,
    o ante el sepulcro derramando lágrimas,
    o en las sombras de un claustro recluida,
    o esperando al esposo desvelada,
    o en el templo cantándole a la Virgen
    dudas, temores, inquietudes, ansias...

    ¡Cántala dondequiera que la veas,
    ángel o mártir, heroína o santa!
    Y si tienes un día
    la pena de encontrarla
    caída en los infames pudrideros
    donde a los suyos el infierno enfanga,
    y no puedes hacer el bien supremo
    de redimir un alma...
    en vez de una canción fustigadora,
    dedícale en silencio un plegaria...

    Mejor que ver la llaga al microscopio
    es cubrirla de bálsamo y curarla.




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    Mensaje por Lluvia Abril 09.01.22 2:19

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    Fragmentos en verso y prosa




    La fuente vaquera
    Balada



    Lejos, bastante lejos,
    del pueblo mío,
    encerrado en un monte
    triste y sombrío,
    hay un valle tan lindo
    que no hay quien halle
    un valle tan ameno
    como aquel valle.

    Entre sus arboledas,
    por la espesura
    solitaria y tranquila,
    corre y murmura
    una fuente tranquilina
    y bullanguera,
    a que dieron por nombre
    Fuente Vaquera.

    Está tan escondida
    bajo el follaje,
    guarda tanto sus aguas
    entre el ramaje,
    que cuando por el valle
    va murmurando
    toda clase de hierbas
    va salpicando.

    Unas veces sonríe
    dulce y sonora,
    y otras veces parece
    que gime y llora,
    y siempre de sus aguas
    el dulce juego
    arrullando, produce
    grato sosiego.

    Allí pasan las horas
    en dulce calma,
    allí meditar puede
    tranquila el alma,
    y todo son consuelos
    para el que llora
    al pie de aquella fuente
    fresca y sonora.

    ¡Todo es allí sosiego,
    calma, tristeza!
    Las auras, que suspiran
    en la maleza...
    Los pájaros, que cantan
    en la espesura...
    El agua, que en el valle
    corre y murmura...

    Los arrullos del viento,
    gratos y mansos...
    Los juncos que vegetan,
    en los remansos...
    Los claros resplandores
    del sol naciente,
    que asoma entre vapores
    por el Oriente...
    Las tórtolas que arrullan
    con armonía,
    convidando a una dulce
    melancolía...
    . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
    ¡Todo, en fin, allí aleja
    presentimientos,
    trayendo a la memoria
    mil pensamientos,
    y adormeciendo el alma
    con impresiones
    que convidan a dulces
    meditaciones!...
    . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
    Tal es Fuente Vaquera,
    la hermosa fuente
    que murmura en el valle
    tan sonriente,
    que en su margen tranquila
    cantan amores
    tórtolas, colorines
    y ruiseñores.


    (cont.)


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