CUBA
ALFONSO CAMÍN ( 189O - 1893)
SERENATA NEGRA
Serenata negra. Negros madrigales.
La noche, olorosa de caña y maní.
Rondas de cocuyos. Golpes de timbales
en la noche ardiente de Camajuaní.
Blanco, mi blanco amor. Si amas lo blanco,
yo te daré lo blanco de mis dientes,
blancos lo mismo que el panal criollo,
blancos como la pulpa de la mejor guanábana.
Pero, mi blanco amor, quiéreme negra
como un mar negro de robustas olas,
donde la cruz de las ESTRELLAS tiemble
sobre el abismo, como tú en mis oros.
Ningún amor se QUEMARÁ EN TU HOGUERA
como este negro amor que se te humilla.
Carbón la piel, pero piñón de LLAMAS
los fatigados besos en mi boca,
yo temblaré como una ANTORCHA negra,
por todo el horizonte de tus brazos.
Seré como un ciclón, ROTO en las lonas
del bergantín que a mis dominios viene
y que parte cargado de caobas tempranas,
llenando todo el mar de perfume y canela.
Quiero ser en tu vida
como una diana negra que sacude en el aire
la pechuga caliente de la noche en reposo.
MÍRAME, como un cedro con las ramas abiertas,
todas tendidas hacia ti, lo mismo
que el cedro al SOL, para engarzar las perlas
que ha llorado en la noche,
con el prodigio de unos hilos de oro,
en el sencillo manto franciscano.
En la gran copa negra, el clavel blanco
de tus anhelos LUCIRÁ más bello,
como la LUNA que, arriscada y sola,
destaca en la tiniebla
su vigoroso pechugón de garza.
En los brazos lustrosos, negros, tibios,
de la sombra, también tiembla la ESTRELLA,
y nunca fue más blanca y LUMINOSA
como cuando la noche la levanta y la agita
sobre la palma abierta de la mano morena.
La misma ESTRELLA, cuanto más profunda
es el AGUA del río, más hermosa
LUCE en el fondo: caracol de plata.
De la madera blanca
sale el carbón de todos los hogares.
¡El carbón, cuerpo negro y SANGRE roja,
sólo es blanca ceniza cuando MUERE!
Yo seré un cofre negro lleno de SOL ARDIENTE,
con todo el corazón como un árbol en LLAMAS,
que avivará tu aliento como la fresca BRISA,
y habrá en la noche un avispal de oro.
Las reinas vivían en lechos de ébano negro,
y mis brazos, tan finos y tan nobles y olientes
como el ébano grato de las reinas,
¡no te pueden servir de cabecera!...
Toma mi pelo negro como una noche airada;
rompe la gruesa almagra de mis labios viriles
y haz que todos mis besos, recargados de esperas,
salten como una sarta de CORALES,
o como una piñata de redondas almendras.
Ya ves cómo lo negro
más la belleza de lo blanco eleva.
Blanca es la cima del volcán, y nunca
parecerá tan blanca como en la noche negra,
bajo el chal de la sombra, blanco, blanco.
Negra es la toca de la joven viuda,
y al abatirla el corazón, la pena,
LUCE sobre su cuerpo, seda blanca,
la voz callada de la seda negra.
Siempre fue el MÁRMOL negro
más escaso que el blanco, y yo soy, negra,
como el cordero negro que las hembras sencillas
ofrendan a los dioses entre música y danzas.
Quiéreme negra como el palosanto
y me haré astillas nuevas
en la blanca corteza de tus brazos de roble.
Verás mi cuerpo DESOLLADO en fibras
de negro amor. ¡Negra como pizarra
para llevar tu nombre
sobre mi negro pectoral escrito,
como esas grandes letras que dejan los pequeños
sin borrar, olvidadas al salir de la escuela!
Blanco, mi blanco amor labrado en ROCA,
yo quiero ser la enredadera negra
que suba por tu cuerpo y te haga mío.
Subir, subir como el bejuco de AGUA
por el tronco insurrecto,
para apagar la SED de la gente mambisa,
QUEMÁNDOSE en silencio, lo mismo que yo ahora,
que le teme a tu aliento y que le busca,
igual que el aire que al ASCUÓN INFLAMA.
No por ser todo blanco, todo es bello;
las tumbas, blanco amor, también son blancas
y tú, mi blanco amor, te lo pareces.
Sin existir la noche, se hace imposible el día,
y tú existes sin mí. La noche tiene
mucha más suerte que este amor que es tuyo.
Del día y de la noche brota el alba,
que es el amor, producto de la canción eterna,
y tú, mi blanco amor, ¿tú reniegas del alba?
Sin el carbón no viviría el DIAMANTE,
y, sin embargo, tú, que lo eres,
vives sin mí, severo, ingrato y duro.
Bien pueden ir lo blanco y lo negro mezclados.
¿No son tus ojos negros, solitarios, profundos,
negros como dos negros de Guinea,
y viven en lo blanco de tu cara,
-azucena y jazmín- en armonía?
MÍRAME como un bosque de caobas criollas
CARBONIZADO para sembrar caña,
cuyos troncos, en pie, claman SEDIENTOS,
con los negros muñones sobre el ámbar del valle.
Yo seré para ti como caña quemada,
que INCENDIA EL SOL y el enemigo ofrenta,
y es la primera que el molino muele.
MÍRAME, negra, negra
como el mirlo que canta sobre las verdes cimas.
Dej a que un negro amor se haga en tus brazos música
y al sacudir la copa del árbol de tu vida,
mis besos caigan como alegres trinos
de la flecha del canto que se prende a la nube.
Roja parezco de tan negra, como
el buen hallazgo del maíz oscuro,
solitaria mazorca que en las noches de esvilla
dice a las mozas que el amor se acerca.
Yo te daré en mi boca blanca, blanca,
mi apasionado amor, caliente y negro,
como el café guajiro,
en las mejores jícaras cubanas
que han labrado en las noches mis soledades trémulas.
Sé tú lo mismo que el volcán cimero:
el caballero del airón de LUNA,
guantes de flor y corazón de LLAMA;
el que toma la noche por el talle
y bajo el ancho barracón de ESTRELLAS
se embriaga de silencios más sabrosos que el VINO.
MÍRAME toda negra, temblorosa y desnuda,
negra como una noche perfumada y caliente.
Negra y madura como el HIGO negro
para hacerme en tu BOCA pulpa tierna;
abierta al GAVILÁN de tus anhelos,
como el HIGO en sazón se abre al ROCÍO,
al alba y a la dulce picadura del tordo.
Negra como el racimo más ubérrimo y negro,
que solitario se desborda como
mi amor por ti, que me desgrano en besos,
los rompo entre mis manos lo mismo que un racimo,
y caigo, blanco amor, desfallecida,
sobre la dura horqueta del silencio,
como la parra que en el patio en sombra,
ve cómo se le pudren los RACIMOS,
mientras que pasa indiferente el dueño,
sin cosecharlos, ni podar sus ramas.
Negra como el petróleo soy. En cambio,
sin el petróleo ya no vive el mundo,
y tú vives sin mí. ¡Ni aun esa suerte
tienen mis brazos, jóvenes violines,
sin la inquietud del arco que los haga
crujir o suspirar, llanto o sonrisa!
Negra como el ENDRINO silvestre, humilde y solo,
agridulce y menudo y sabroso y sin amo,
que se nos da sin cálculo preciso,
al revés de otras FRUTAS cortesanas.
Negra como la MORA,
que es más feliz que yo por los caminos,
porque van a su flor las mariposas,
a su FRUTO SANGRIENTO, las ABEJAS,
¡y tú no me sacudes como a un moral cargado!
Yo seré apenas sombra de tu blanca ESCULTURA,
madejón de la noche que ha rodado en la nieve.
Pero ¡quiéreme, negra, como un luto de bodas!
¡Y eternamente arrullarán tu sueño
esta pareja de palomas negras
que han venido a posarse, desde el Africa ARDIENTE,
en la negra cornisa de mi cuerpo desnudo!
Serenata negra. Negros madrigales.
La noche, olorosa de caña y maní.
Rondas de cocuyos. Golpes de timbales
en la noche ARDIENTE de Camajuaní.
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