OBRAS COMPLETAS
EL BUEN HUMOR DE LAS MUSAS
DISCURSO X
LO QUE SE VIO ESTA CONTRA LO QUE SE VE
No vayas a ser más donde te conocieron mimos. Raro es el que logra sus acciones. Las dichas de los otros tarda mucho en creerlas él que las ha de envidiar. Lo que ha de ahogarle la verdad lo respira en la duda. No té concederán diferencia. Siempre te verán a ti, nunca a tu dignidad. Los envidiosos obran como los que discurren ; cerrados los ojos miran de memoria . Tienen presente lo pasado, y padece el crédito porque desobedece aquella noticia. Siempre se juzgan sinrazones los preceptos de quien se conoce igual. Tienen también su vanidad la obediencia, su altivez el delito ; sólo se rinde al mayor, cómo si no bastara la razón, coma si el superior pudiera lo injusto.
A mucho te atreves si vas donde tu mayor te ultraja, tu inferior no te respeta, tu igual te ínvida éste forma la competencia, que nunca se litiga con el que nació grande ; con el inmediato es la cuestión . L.as dichas del compañero son las que estorban; apartadas no dañan. Más irritas con lo que te ven, que con lo qué tienes. Algunos odios no alcanzan al corazón ; su distrito está en los ojos. Acontece ser mejor intencionados unos oídos que una vista. Si vas como tú, defraudas la dignidad. Si vas como tu oficio, no te hallan como te quieren.
Bien que nace con el hombre, la costumbre lo libra. No hubo vacío que incite a la novedad. Lo que la envidia no ve crecer no cae en ello. Lo que ve aumentar le trae que sentir. Lo que no fue en su tiempo lo perdona. Este cuidado tuvieron los envidiosos de entonces. Siempre padecen todos en los principios. El acordarse uno de los suyos solicita el olvido de los otros. En lo alto se asegura quien afirma su pie en la tierra. Las aguas que subieron a la grandeza del cielo, porque con tanta dignidad no se han mudado de aguas se conservan allá arriba: Las que se quedaron acá, en mudando fortuna, no pueden contenerse arrastradas van por esos suelos, y en viéndose en el vaso rico, engreídas, toman luego semblante de oro, con no haber tenido color en su vida. El árbol que empezó en una humilde pepita, cuando se ve en la pompa de su fruto, dentro de su corazón guarda su principio, haciendo tanto caudal de él que lo ha multiplicado. La yedra, desde la cumbre inclina la cabeza hasta sus raíces. Se asoma a ver lo que creció y crece otro tanto. Baja y no cae. Si la derriban, en el suelo se halla. Al postrado no le quedan riesgos. Sobre el rendido nadie se detiene, que eso fuera hacer muy cobarde la victoria. En la música, sin desunirse del bajo, se alargan a muchas gallardías las voces.
No es conocerse decir uno su humildad, sino el obrarla. La moderación en las acciones lo publica sin empacho. Decirlo es humildad imprudente. Decirlo es saberlo. Saberlo y no obrarlo no admite perdón. Delito estudiado es irremisible.
Si vas a patria ajena, no te fíes en lo lejos para engrandecerte. También caminan las noticias. En lo distante se aseguran los menos paró fingirse . más. Con la templanza se divierte al curioso que se ceba en lo nuevo: Si hay quien aplaude, hay quien averigua. Si al natural no lo toleran altiva, al extraño ¿cómo lo sufrirán soberbio?
Grande fuerza la de la primera acción. Estudia mucho la que hicieres donde no has hecho otra. Tarde o nunca serás otro de aquello por donde te conocieron. El suceso de un instante mide el espacio de una vida. Al principio todos te atienden. Después todos miran por lo que vieron. Tienes el daño de los mentirosos. Si acierta la primera acción, aun los errores acreditas. Si la yerras, aun los aciertos destruyes . Sobra un error para infamar muchos aciertos, y no llegan muchos desengaños a bienquistar una culpa. Si la quieres desmentir, trabajas doblado, y cuando mucho satisfaces, pero no adquieres . El sueño de la buena fama es muy descansado.
Sea toda tu atención el librarte de unos hombres que revelan al forastero las faltas del ciudadano . Estos no pueden introducirse por su calidad, ni por su talento y se adornan de la infamia para su estimación y tu amistad; ¿cómo será segura la que empieza por ruin?
Cuando hicieres juicio de los sucesos aparta la persona de las acciones y distinguirás el caso. Toma cada cosa de por sí, y le darás a cualquiera su justicia. Las pasadas pueden hacer sospechosas a las que se siguen, pero no siempre es cierto el hacerlas malas. Sentenciar por la opinión es quitarle su dominio a lo posible. En el malo, puede alguna vez descuidarse la costumbre. En el bueno puede falsear el acierto . Habla de los hombres al modo que los hallares al tiempo que hablas de ellos. No son consiguientes : de allí a un instante te harán mentira lo que dijiste .
También los sucesos tienen persona. El encarecedor que los cuenta les da cuerpo . Apártales la estatura y les verás el tamaño. Da miedo el bullicio de un hablador que abulta cuanto refiere. Creerlo de resto arguye liviandad, ser cobardes de fe; los medrosos se creen de las sombras. Hay hombres espejos ; se vuelven cuanto se les pone delante ; a cualquiera le hacen su rostro .
No distingo el peor, entre quien todo lo aprueba o todo lo murmura. A entrambos los juzgo maldicientes, éste con fuerza de malicia, el otro con flojedad de entendimiento. Qué más le debe a uno lo buena, que a el otro lo malo? A estos conviene no creerlas nunca. Importaría desengañarlos tal vez: Lo que les disimulas modesta, los anima aplaudidos. Tu silencio continúa su imperfección. Desengañarlos siempre fuera lo importante ; pero será lo malquisto. y la menos aprovechado. Medicinas porfiadas enconan el achaque. Remedio que persevera hostiga la salud. Si por mucho es venenoso el remedio qué efecto hará una desgracia continuada? Desdicha que no es sucesiva hermosea al bien que le sigue; si se continúa con obstinación, hace maliciosas a las dichas, viniendo tarde para ofender con los que no aprovecha. Bien que llega a la postre es hacer desgraciados con más crueldad; castigar con las glorias; traen el ruido de venturas y no el interés ; para aumentarle a un infeliz las envidias de los que Io creen dichoso para quitarle el mérito de sufrido, en la que padece desgraciado. Porque el saberse su pena aun no tenga de dichoso. Aun de su mal no goza este provecho .
Bien lo experimenta en este Soneto una rosa
maltratada de un gusano .
Esa rizada púrpura olorosa,
esa de nácar lástima florida,
hoy de un gusano descortés mordida,
más ejemplo está ya que estaba hermosa.
,Si es morirse de flor pena, forzosa
bárbara en lo preciso fue la herida
colérico fue el diente, que su vida
poco pudo tardar naciendo rosa.
Mas no es dudar su muerte lo violento
de anticiparse a apolillar su grana,
dudando que a su estrago no se rinda.
Que no muera de rosa fue el intento,
por no dejarle con acción villana
tener el gusto de morir de linda.
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