Polígrafo español nacido en Santander el 3 de noviembre de 1856 y muerto en la misma ciudad el 19 de mayo de 1912.
Síntesis biográfica
Muy precoz intelectualmente, inició sus estudios universitarios de Filosofía y Letras en Barcelona, completándolos en Madrid y Valladolid y ampliándolos a través de varios viajes por distintos países europeos; en este periodo de formación fue influido intelectualmente por Llorens, Milà i Fontanal y Laverde. En 1878, con sólo 21 años de edad, ganó la cátedra de Literatura de la Universidad Central de Madrid; dos años después ingresó en la Real Academia Española, y en la Real Academia de la Historia en 1882 (sería su director en 1911); más adelante sería también miembro de la de Ciencias Morales y Políticas (1889) y de la de San Fernando (1892). También fue elegido varias veces diputado y senador a partir de 1884. En 1898 abandonó la docencia para dirigir la Biblioteca Nacional.
Escribió un gran número de libros de filosofía, poesía, historia y literatura; los más importantes fueron: La ciencia española (c. 1874); Horacio en España y Epístola a Horacio (1876); Historia de los heterodoxos españoles (1880-1882); Calderón y su teatro (1881); Historia de las ideas estéticas en España (1882-1886); Estudios de crítica literaria (1884-1908); Antología de líricos castellanos (1890-1908); Ensayos de crítica filosófica (1892); Antología de poetas hispanoamericanos (1893-1895); Bibliografía hispanolatina clásica (1902); y Orígenes de la novela (1905-1910). Su obra, patriótica y católica, fue utilizada como ideario por movimientos conservadores de la época de la Restauración (véase la Restauración española en España, Historia de (13): 1875-1931) e incluso posteriores. Llegó a poseer una biblioteca de más de 40.000 volúmenes, con los que se constituyó a su muerte la Biblioteca Menéndez Pelayo de Santander.
Formación de Menéndez Pelayo: un erudito precoz
Era hijo de Marcelino Menéndez Pintado, originario de Asturias (profesor de matemáticas y luego alcalde de Santander), y de María Jesús Pelayo, cántabra. Inició sus estudios en su ciudad natal, destacando pronto por su capacidad intelectual. Obtuvo premio ordinario en todas las asignaturas de bachillerato, salvo en geometría, donde renunció a hacer el examen (su padre era uno de los jueces). Aprendió entonces latín e inglés (a los que añadiría luego francés, italiano y alemán). Frecuentó con poca edad la tertulia de la librería Hernández en la que participaba su tío Juan Pelayo. A través de su profesor de filosofía Agustín Gutiérrez tuvo conocimiento de la escuela psicologista escocesa fundada por Thomas Reid, por la que se interesó desde entonces.
En 1871 se trasladó a Barcelona para estudiar Filosofía y Letras, eligiendo esta Universidad no por casualidad, sino porque allí enseñaba el profesor José Ramón de Luanco, amigo de su padre, y porque era uno de los pocos centros docentes que habían escapado al racionalismo vigente en ese momento, del que no era partidario Menéndez Pelayo. Su estancia allí tuvo gran incidencia en su formación, recibiendo la influencia de dos profesores, especialmente el segundo: Francesc Xavier Llorens i Barba y Manuel Milà i Fontanals. Llorens le dio, durante los pocos meses en los que pudo asistir a sus clases antes de fallecer, sus primeros fundamentos filosóficos, mientras que Milà le aportó su sentido estético e histórico, que tan propio sería después de Menéndez Pelayo. Estableció además amistad con personajes como el erudito Antoni Rubió i Lluch o el poeta Miquel Costa y Llobera.
Al trasladarse a la Universidad de Madrid el profesor Luanco, en 1873, el joven Menéndez Pelayo le siguió, realizando allí el curso 1873-1874. Además de sus estudios continuó la labor erudita prontamente iniciada en Barcelona, buscando en diversas bibliotecas información para un proyecto de Biblioteca de traductores españoles; también siguió colaborando en la revista barcelonesa Miscelánea. No se presentó al examen final de Metafísica por rechazar el krausismo del profesor que impartía la asignatura, Nicolás Salmerón (también presidente de la República). Por ello marchó a Valladolid para aprobarla, licenciándose aquí el 27 de septiembre de 1874; fue en esta ciudad donde conoció al filósofo Gumersindo Laverde, el tercero de sus grandes maestros. Regresó a Madrid para doctorarse, grado que obtuvo en junio del año siguiente con una tesis titulada La novela entre los latinos (publicada poco después en Santander). A su búsqueda de información sobre traductores había añadido datos para una Bibliografía de escritores españoles y unos Estudios sobre escritores montañeses, además de escribir algunos artículos para la España Católica.
Dedicándose a partir de entonces a escribir con prodigalidad, continuó con sus antiguos proyectos e inició varias obras y colaboraciones, entre ellas la Historia de los heterodoxos españoles, Historia de la Estética en España y unas Cartas (también llamadas La ciencia española) que, refutando una tesis de Gumersindo de Azcárate, defendían la existencia de una tradición científica y filosófica españolas. Estos últimos escritos tienen valor de símbolo del estilo del joven Menéndez Pelayo, polémico y casticista. En enero de 1875 recibió una subvención del ayuntamiento santanderino para viajar por Europa y estudiar la literatura de los países visitados (a esta se añadirían los fondos aportados en mayo de 1876 por la Diputación de Santander y en 1877 por el ministerio de Fomento). Así, en septiembre de 1876 marchó a Lisboa; luego terminó en Santander su Horacio en España y, relacionado con esta obra, su mejor poema: Epístola a Horacio, autor latino cuya lírica consideraba la más perfecta. Estuvo en Italia desde enero de 1877, recorriendo las bibliotecas Roma, Nápoles, Florencia, Bolonia, Venecia y Milán. Estando en junio en París conoció al poeta catalán Jacinto Verdaguer, al que elogió intensamente. Continuó su viaje por Bélgica (Bruselas y Amberes) y Holanda (Ámsterdam).
La madurez de Menéndez Pelayo: escritor, profesor, académico y político
Visitaba la Biblioteca Colombina de Sevilla cuando tuvo conocimiento de la muerte de José Amador de los Ríos (enero de 1878), lo cual dejaba libre la cátedra de Literatura de la Universidad Central. Menéndez Pelayo, tras aprobarse en mayo la rebaja de la edad mínima para poder optar a cátedras (él tenía entonces 21 años), marchó a Santander a preparar el programa de las oposiciones. En octubre realizó con gran brillantez los tres ejercicios que se le exigieron, el 20 de diciembre recibió el nombramiento y dos días después tomó posesión. En enero de 1879 inició su trabajo como catedrático; en diciembre de 1880, fallecido Eugenio de Hartzenbusch, ocupó el sitio de éste en la Real Academia Española con sólo 24 años de edad. En marzo de ese año había publicado el primer tomo de la Historia de los heterodoxos españoles, y en diciembre el segundo (el tercero y último, en 1882). Obra apasionada de juventud al mismo tiempo que de primera madurez, en ella examinaba a diversos intelectuales, científicos y literatos españoles del pasado y contemporáneos. Era muy apologética en muchos de sus pasajes, y él mismo, cuando ya había perfeccionado sus métodos de análisis, señalaría más tarde sus defectos en unas “Advertencias preliminares” que incluyó en una nueva edición del libro. En cualquier caso, su publicación tuvo gran efecto en el ambiente intelectual de la época.
En 1881 pronunció unas conferencias sobre Calderón y su teatro, luego publicadas en forma de libro, y en 1882 ingresó en la Real Academia de la Historia en lugar de José Moreno Nieto. Durante el verano reunió materiales para la Historia de las ideas estéticas en España, otra de sus grandes obras (su primer volumen fue dado a la imprenta en 1882, el segundo en 1883, y terminó de publicarse en 1886, cuando salió el tercero), que en su contenido sobrepasa con mucho el ámbito español al relacionar la cultura hispana con la europea. En 1884 entró en política, siendo elegido diputado por Mallorca, aunque su labor en este campo fue muy reducida. Los años siguientes, entre otros muchos encargos comenzó a publicar Antología de líricos castellanos (1890-1908, colección todavía hoy en uso) y las Obras de Milà i Fontanals quien, muerto en 1884, le había dejado a él sus papeles. En 1889 fue nombrado bibliotecario de la Academia de la Historia; asumió en nombre de la Academia Española la dirección de una muy erudita edición completa de las obras de Lope de Vega (1892-1902), y fue elegido integrante de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.
En octubre de 1890 murió su maestro y amigo Laverde; este acontecimiento marcó el resto de su obra, más centrada a partir de entonces en lo literario y lo histórico que en lo filosófico. Miembro del Partido Conservador, en 1892 (fecha de la edición de sus Ensayos de crítica filosófica) fue elegido diputado por Zaragoza, entre 1893 y 1895 fue senador por la Universidad de Oviedo, y desde 1899 hasta su muerte, representante de la Academia Española en el Senado. Desde 1895 fue también decano de la Facultad de Letras de la Universidad Central, en tanto que continuaba con la publicación de las Obras de Lope de Vega y comenzó Antología de poetas hispanoamericanos (1893-1895). En 1898, abandonando su cátedra de Literatura, sustituyó al recién fallecido Manuel Tamayo y Baus en la dirección de la Biblioteca Nacional, al tiempo que se ocupaba de la edición de la Revista de Archivos.
En 1901 ingresó también en la Academia de San Fernando; en 1902 publicó Bibliografía hispanolatina clásica, y en 1905 fue propuesto para el Premio Nóbel de Literatura. Desde 1905 hasta 1910 se dedicó sobre todo a Orígenes de la novela y la edición de sus Obras completas, que no pudo completar más que en sus dos primeros tomos de los 19 previstos (muchos de sus trabajos sueltos fueron recogidos en Estudios de crítica literaria, 1884-1908). En 1911 fue elegido director de la Academia de la Historia, pero el año siguiente falleció el 2 de mayo de cirrosis, a los 51 de edad. Legó su enorme y valiosa biblioteca de unos 40.000 libros ("obra de mi paciente esfuerzo, única obra mía de la que me encuentro medianamente satisfecho") a la ciudad de Santander, base de la actual Biblioteca Menéndez Pelayo, para albergar la cual el arquitecto Leonardo Rucabado construyó un gran edificio junto a la antigua casa del polígrafo. También se dio su nombre a la Universidad Internacional después de la reapertura de sus cursos, tras la Guerra Civil, en el Palacio de la Magdalena.
Marcelino Menéndez Pelayo y su obra
De gran curiosidad e increíble capacidad memorística, trabajador constante, gastaba casi todo su sueldo (permaneció soltero toda su vida) en adquirir libros. Inserto en el mundo cultural de su época, que lo alabó, tuvo relación con el político e historiador Antonio Cánovas del Castillo; con el escritor y político Ramón de Campoamor; con el literato y político Gaspar Núñez de Arce; con el novelista y diplomático Juan Valera; o con Juan, Luis y Ramón Menéndez Pidal (poeta, pintor y filólogo, respectivamente). Sobre Ramón Menéndez Pidal tuvo gran influencia en sus comienzos, así como en toda una generación de intelectuales que posteriormente ha estudiado su obra y el alcance de ésta.
Erudito y crítico, pero amante de la belleza, trató de dar a sus obras sentido artístico, según su principio de “idealización de la realidad”, la modificación que el artista impone a los objetos. Filosóficamente no se adscribió a ninguna de las grandes escuelas vigentes entonces, el neotomismo y el krausismo; él se declaraba “vivista”, en referencia a la filosofía de Luis Vives, que para él era sinónimo de libertad de pensamiento. Impulsado por su fuerte sentido patriótico, regeneracionista y católico, creó, a modo de aportación personal a la nación, el primer cuadro preciso de la cultura española. Para ello estudió a fondo no sólo las fuentes en español, sino también las literaturas españolas no castellanas y su predecesora latina, así como obras y escritores poco conocidos hasta entonces. Este cuadro, de indudable valor, estuvo por otra parte condicionado por sus ideas, que a veces, sobre todo en su juventud, se convirtieron en prejuicios conservadores y parcialidad (como por ejemplo, su animadversión hacia lo germánico, que para él sería el opuesto del espíritu latino-cristiano). Por su inmensa labor intelectual no se le puede considerar únicamente un crítico literario, un historiador de la filosofía o un poeta, sino un polígrafo interesado por todos los campos de las humanidades.
Él mismo, al planificar la edición de sus Obras completas distribuyó así las materias: I) Historia de los heterodoxos españoles; II) Historia de la poesía castellana en la Edad Media; III) Tratado de los romances viejos; IV) Juan Boscán; V) Historia de la poesía hispanoamericana, desde sus orígenes hasta 1892; VI) Orígenes de la novela española, y estudio de los novelistas anteriores a Cervantes; VII) Estudios y discursos de crítica literaria; VIII) Ensayos de crítica filosófica; IX) La Ciencia española; X) Historia de las ideas estéticas en España hasta fines del siglo XVIII; XI) Historia de las ideas estéticas en España hasta fines del siglo XIX; XII) Historia del Romanticismo francés; XIII) Poesías completas y traducciones de obras poéticas; XIV) Traducción de algunas obras de Cicerón; XV) Calderón y su teatro; XVI) Bibliografía hispanolatina clásica; XVII) Opúsculos de erudición y bibliografía; XVIII) Horacio en España; y XIX) Estudios sobre el teatro de Lope de Vega.
Enlaces en Internet
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Biblografía
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Autor
•Por: Bernardo Gómez Álvarez
Fuente: wwwmcnbiografías.com
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