Khalid Raissouni, es un poeta y traductor marroquí, nacido en Casablanca en 1965. Libros de poemas: Más allá del olvido y Libro de los secretos. Obtuvo Licenciatura en Literatura Árabe de la Facultad de Letras y Humanidades de Tetuán en 1988 y trabajó como profesor de Lengua y Cultura Árabes en el Instituto Español Severo Ochoa, de Tánger. En 1985 participó en el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes en Moscú y contribuyó en el Festival de Poesía Marroquí en Chauen en varias ediciones. Miembro de la Unión de Escritores de Marruecos desde 1986. Su producción literaria incluye poesía, artículos, estudios literarios y la traducción de literatura, especialmente poesía. Ha publicados sus escritos en periódicos y revistas marroquíes y árabes como Al Muharir, Al Alam, Al Bayan, Al Quds Al Arabi, Kikah, Al araby alyadid, Athaqafa al Yadida (Nueva Cultura), Nawafid (ventanas), Al Bayane Kuwait, Nizwa, Doha-magazine, Masharef Maqdissia, etc.
Su actividad de traducción poética se considera una apuesta por un proyecto de diálogo y construcción de puentes de comunicación entre tres orillas, tanto la orilla ibérica como la latinoamericana, dado que completa un trabajo significativo de traducciones de poetas españoles y poetas de América Latina, al árabe. Ha traducido, entre otros, a Antonio Machado, Federico García Lorca Rafael Alberti, Juan Gelman, Antonio Gamoneda y Andrés Sánchez Robaina. Es Miembro del jurado del Premio Internacional de Poesía Argana 2013, que concedió el premio a Antonio Gamoneda y que en 2015 concedió el premio a Nuno Júdice.
-Mensaje del poeta marroquí Khalid Raissouni a Fernando Rendón
-3 poemas en español y biografía Movimiento Poetas del Mundo
-Traducciones de poemas del poeta tunecino Bouzid Herzallah Círculo de Poesía
-Acerca de Khalid Raissouni El callejón del gato
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Secretos más allá del olvido
(Retrato de un sueño moribundo)
A Luis Cernuda
No es el amor un torrente
que cualquier mano pueda detener.
Yalal Ad-Din Rumi
el poeta anda a ciegas con su sombra,
bajo la transparencia que se asfixia
y en el andén del tiempo oblicuo
se van quedando atrás las estaciones,
permanece el perfume del silencio
y, en el espejo, ruinas.
Tanto silencio, tanta sed,
tantas noches de acero
que vuelven ya a la nada
sin cortejo.
si en el silencio mueren,
la tempestad jamás perdonará
la falsa profecía
que de tu viejo sol te despojara.
En el andén del tiempo oblicuo
se van quedando atrás las estaciones,
flujo de mudas horas
que aún no se han extinguido,
se queda la agonía de palabras de espuma,
estatuas invisibles en la soledad,
crepúsculo de besos melancólicos,
rosas y mariposas enfrentadas,
y se queda el olvido,
máscara de la edad que se consume
y que acaricia el libro de ebriedad
salpicado de rosas de papel,
de una mirada cenicienta,
insomnio de las almas en la sombra.
Arrastras por detrás cielos de exilio,
citas con tu lejano amanecer,
himnos que el agua condecoran
raras leyendas
que huyen a otra dimensión del sueño
y que se multiplican
igual que melodías infinitas de un mundo que se extingue;
asesinato de olivares
bajo los ojos de la aurora,
jardines de deseos relucientes
y nocturno gemido entre las llamas.
En lo oscuro se pierde tu mirada desnuda
borrando los secretos de las aguas cautivas.
Tú eres el río; tu noche, geometría
de tumbas y relámpagos y abismos.
A veces la ceguera te da paso
a los confines de la luz,
mas no despertará tu cielo cómplice:
celaje sin estrellas, sin alas ni horizontes.
¡Oh calcinado corazón
por el silencio de los arroyuelos!
¡Oh esclavo de tu última palabra,
de los ecos de tu tierra baldía!
¡Oh amor amortajado por el brillo
que arremolina el canto de las lluvias,
¡Oh testigo de voces que no son voces ya
sino piedras y sombras
que arrasan tu morada!
Cuanto más te aproximas a tu propio destino
más alejado te hallas de ti mismo.
¡Despierta el aire de tu infancia en luz
que ya no volverá!
¿Te asusta tu retorno al vacío?
y te lleva hacia orillas
donde baila la muerte
y en las que las raíces de tu tristeza laten.
A solas gritas nombres en el aire,
en el inmenso viento
escuchas el rumor de los jardines,
la música del viento que llora tu destierro
atravesando espacios ardientes de tu miedo,
vértigo de sombras confusas
Más allá del olvido, sin embargo,
anda el poeta con su sombra,
bajo la transparencia que se asfixia
Y en el andén del tiempo oblicuo
permanece el olor de un transeúnte
que no tiene sentido,
el olor del silencio, las ruinas sin espejo.
si en el silencio mueren:
la tempestad jamás perdonará
la falsa profecía
que de tu viejo sol te despojara.
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Secretos de la blancura
La palabra es el secreto de algún Dios
y la blancura una desnudez y el grito una ausencia,
es otra pregunta sobre un libro que se oculta en el laberinto,
Pregunta que no mendiga la respuesta
y el laberinto una muda Biblioteca circular
donde se acuesta la pregunta ciega de Borges
traspasando la blancura hacia la eternidad
una cara que no se proyecta en la tinta
y el espejo un vacío o un eco
¿Eco o vacío?
El libro es un espíritu errante
una herida que contempla la distancia
un cielo que reside en los límites de la oscuridad
un camino que conduce al sin sentido.
Somos el sin sentido demorado
sublevándose contra la lengua,
Somos el silencio de los señales,
los sueños oprimidos
que se funden en los labios escindidos,
cual la nada escrita por una tinta humillada ...
¿Quién posee el secreto de esta blancura?
La palabra es el secreto de algún Dios
la blancura es nuestra eterna desnudez,
y nuestro grito es el indicio de la ausencia.
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Secretos del infierno
Las letras son lanzas
He aquí los días que exaltan los secretos del infierno
usan las metáforas como máscaras
para entretener al desconocido
y yo contemplo el alfabeto
y sólo veo al que se conoce
multitudes de cuerpos desgarrados
cuerpos que el olvido no engaña
cuyas sollozantes voces se desvanecen
en los tormentos de esta noche eterna
voces nómadas hacia el ocaso
que abandonan lo más oculto de la luz en mi lengua
Y negocian por los saldos en los bancos.
Veo mi alma volando las ruinas
y veo mis sueños reprimidos que me abandonan vestidos de negro
y veo colas mártires descender al infierno
Veo mendigos
en los portales de los gobernantes pidiendo el indulto
y poco de ingesta
Veo mi tiempo indefenso amontonándose como ceniza
Oigo la llamada del cuerpo que sorprende la oscuridad de lo imposible
Siento mis pasos
me reprimen las tristezas, las palabras y los deseos
y mis pies no encuentran ningún sendero que los condujera hacia su fin
No hay sombra donde puedo refugiarme del poderío de engaño
y de la oscuridad de una patria que ejerce el papel del misericordioso asesino
cuando nos despoja de nuestra austera sabiduría.
Me dijo ídolo: Tu edad es un espejismo y tus rencores no tienen fin
Dije: Ven conmigo, edad florecida
para que conversemos con la crueldad de este silencio
Tal vez el silencio recupere el destello después del crepúsculo
y devuelva el firmamento de las estrellas errantes
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Secretos de la Caverna
En el regazo de la tentación
se quebró la piedra de Narciso.
El rostro deseaba al relámpago
de su imagen en los espejos del alba,
su perfume en los ríos del olvido.
¡Oh, astro que vibras en la oscuridad!
La ceguera es tu destino
y tu corazón, pozo de estos años anodinos
que se derraman en las tinieblas;
tu capricho es una vieja sepultura
de una aldea que aún sueña con la primavera.
En el aire está el sollozo de las almas errantes
dibuja el veneno de tus palabras confusas.
¡Oh, mariposa de tristeza,
ves al moribundo Dios de la sombra !
El sol muere,
también Dios muere,
el que habló, murió,
su espada sigue aún sobre los cuellos.
Dios murió en su jardín.
Una sola muerte no basta
para borrar la memoria de mis lunas insomnes.
¡Oh, elegías... dejad que transmigren sus almas confusas,
candiles que sólo a sí mismos iluminan,
transmigrad en el despreciable vacío
que anima el gemido del éxtasis en mi sangre!
Dios murió en su jardín
y el mar ya recuperó su fulminante poderío,
desnudando al hechicero temblor de mi pasión,
el asombroso resplandor de las estaciones.
El sol amortajó las oscuridades de mi alma
y de mi desengañado silencio, vertiendo sangre
en las llamadas de la tierra
en su diluvio de desnudez.
Un solo mar no tiene cabida
en tal olvidado esplendor.
Dios murió en su jardín.
Me ayudará el mar a esparcir sus cenizas;
Sus olas no renunciarán
a limpiar sus pecados y sus alegrías
y el viento no sacudirá su alma
ni el humo de su tiempo baldío
ni la sangre derramada en la intemperie
cual tristes claveles.
Dios murió en su jardín.
Él que habló murió,
mas su espada sigue aún sobre los cuellos.
¿Quién dijo que el poeta escuchará con amargura
los fulgores de unas guitarras de amor?
¿Quién dijo que se adormecería extenuado
en el regazo de la noche firme?
¿Quién dijo: las confusas almas que perdieron
la frescura del agua recuperarán
los candiles del tiempo?
¿Quién dijo: no arden sueños en el pecho de la gentuza
cual hechiceros astros?
¿Quién dijo que mi perplejo aliento
y mi rostro amortajado por la embriaguez de la noche
no resucitará de las cenizas
del otoño el fénix.
Mintieron los rapsodas
Y malditas fueron sus profecías.
Dios murió en su jardín.
La herida de los campos
florece ya en el fondo de mi alma
una canción que emana de los estragos de las estaciones,
y en el horizonte veo ídolos esparcidos
en este despreciable vacío,
oigo los cascos de los caballos del tiempo
que sedientos se apresuran hacia el luto
de unos instantes imposibles.
Dios murió en su jardín.
¿Quién dijo... y dijo?
Él que habló murió,
mas su espada sigue aún...
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Secreto de la identidad
A Mahmud Darwish
Bajo los vivos rayos
de un día cualquiera,
doblaron las campanas celestiales.
Sumergido en su resplandor,
el palmeral cantaba.
Su luna entró en la agonía
sobre el camino que conduce al lugar
donde el silencio sobrevive.
El silencio mortal, con su cuerpo y su alma,
que, desnudo, se asoma
a los umbrales de la aurora
y desciende a los infiernos del vacío.
El silencio sin color y sin nombre
que arde en la infinita oscuridad.
Su grito es una muda llamada
bajo la sombra de la muerte.
Su voz, una piedra
y su identidad un tiro en la frente.
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Secretos de la blancura
La palabra es el secreto de algún Dios
y la blancura una desnudez y el grito una ausencia,
es otra pregunta sobre un libro que se oculta en el laberinto,
Pregunta que no mendiga la respuesta
y el laberinto una muda Biblioteca circular
donde se acuesta la pregunta ciega de Borges
traspasando la blancura hacia la eternidad,
una cara que no se proyecta en la tinta
y el espejo un vacío o un eco
¿Eco o vacío?
El libro es un espíritu errante
una herida que contempla la distancia
un cielo que reside en los límites de la oscuridad
un camino que conduce al sin sentido.
Somos el sin sentido demorado
sublevándose contra la lengua,
Somos el silencio de las señales,
los sueños oprimidos
que se funden en los labios escindidos,
cual la nada escrita por una tinta humillada ...
¿Quién posee el secreto de esta blancura?
La palabra es el secreto de algún Dios
la blancura es nuestra eterna desnudez,
y nuestro grito es el indicio de la ausencia.
https://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/Festival/27/News/Raissouni.html
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