Aires de Libertad

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    POETAS LATINOAMERICANOS  - Página 3 Empty Re: POETAS LATINOAMERICANOS

    Mensaje por Maria Lua Dom 21 Abr 2024, 17:13

    José Luis Tahua Garces (Colombia)



    José Luis Tahua Garces  Nació en 1957. Toma clases de artes plásticas como asistente en la Universidad Católica, a su vez que frecuenta - a mediados de la década de los ´70 -, los círculos artísticos y políticos del centro de Lima, allí encuentra al Maestro Víctor Humareda quien dejaría su influencia en su manera de conjugar el arte y la vida. Viaja por la Cordillera de los Andes, conoce la realidad de las comunidades indígenas y convive con ellos. Trabaja la danza, la poesía escrita, y el grabado en madera. Abandona el Perú hacia finales de los ´70 poco antes de iniciarse la guerra de los ´80. Tiene cinco libros inéditos. Ha realizado varios montajes como el Combate de negros en un sótano por la noche. Proyecto de Investigación Creación. (Urabá-Antioquia, 2014), del Colectivo Danza Región & Cámara de Danza Comunidad, que ha sido presentado en varios festivales.



    ****************



    1



    Trilogía


    Notas
    (In Memoriam Malcolm X)

    "El extremismo en la Defensa de la Libertad no es un vicio;
    la moderación en la búsqueda de la justicia no es la virtud".
    (Malcolm X)

    Subo al Cementerio de Ferncliff en Hartsdale, las manos en los bolsillos
    me calientan del viento helado de estos días. Vagos pensamientos
    rondan los fríos mármoles que guardan el bosque de los huesos.

    Una suave luz sobre Febrero en Nueva York me trae tu presencia.
    El reflejo de tu rostro ensombrecido sobre los zapatos brillantes de los blancos.
    Hermano Malcolm, ya no barres los pisos (llenos de vómito) en el Robert´s Star.
    La madrugada y las aves son testigos de los vientos que llevan tu palabra.

    Las ráfagas de las trompetas suenan todavía mientras los negros regresan a dormir.
         A ti te piensa el más humilde de los hombres en algún hueco del Harlem,
    en alguna mezquita humilde y silenciosa. El eco de alguna voz eleva plegarias:
    ¡Oh tú! Perpetuo y siempre presente Alá.
                                             
                                     ¿Quién? sino todos aquellos que necesitan esa palabra
    que los devuelva al tiempo del principio – al lugar del que nunca debieron salir.                                                      

    Acudiremos en Febrero a Ferncliff envueltos en un traje sin costuras, escampando de esta lluvia que ahora cae. El hijo ha llegado a casa, vistiendo su humilde ihram
    ¿Cuántos días en el territorio de las formas?

    En su cuerpo trae rastros del peregrinaje, polvo y humedad de los caminos. Gris en el momento de su caída. ¿Quién de los suyos lo acompaña? Abajo sólo lamentos y discordias.

    Omowale. Omowale. Omowale.

    New York-Bogotá-Medellín
    30 de Agosto / 2 de septiembre / 2014







    “Canción para Frank Lucas”

    El azul del cielo no puede contrastar mejor
    estas paredes cubiertas por el insomnio. Y las luciérnagas son esos insectos
    que diviso a lo lejos como una estrella que avanza y avanza
    hasta explotar contra mi rostro.



                                                          El verano Frank es mejor en Tailandia.
    Allí crecen amapolas entre las cuencas. Hermoso paisaje que hace borrar las penas.
    Buscar el sueño profundo. Calmar el llanto de las mujeres que no pueden olvidar.

    Tú trajiste la magia azul entre los fardos de los muertos, entre las armas de la derrota.
    La guerra es natural a los hombres. También el odio.
                                 Dicen, que la muerte nos anda buscando Frank.
    Pero sabes, prefiero el canto alrededor del fuego cuando la ciudad ha caído.
               Cuando entre los escombros aparecen cabezas sofocadas. De sus causas
    tal vez hayas meditado allá en Harlem; como humilde chofer comiendo habas,
    o tal vez, sumergiendo entre tu lengua opio desleído en vino tibio.
                                            Esto, se llama abrir la mañana, sí señor.
                       

    Medellín-New York-Medellín
    10 de septiembre de 2014



    “Una voz para Rubín Carter”



    Del viento suave a la humedad del bosque.
    Corren las ardillas cuando cae la noche, y la muerte es sólo esa sombra
    que creíste ver entre los arbustos. Nada devuelve la vista del sol de la mañana.
    Hoy, tú sabes, es un día que nunca volverá.

    Suceden los años, cae la nieve frente a las celdas de East Jersey.
    Nadie, ninguna voz. Pasillos. Esto es sólo el principio de lo otro.
    Preguntarás ¿qué hay más allá de la niebla que se levanta entre mis sueños?

    Un golpe de la vida es sólo eso. Un golpe de la vida.
    Dar golpes a ciegas. Jugar con las sombras. Esconderse entre las piedras.
    La risa es ese manantial que crees escuchar, aquí, en el silencio de East Jersey.

    Medellín, 10 de septiembre de 2014

    2



    Anónimos


    Bajo pena de libertad
    (Para el Tío Ho y los compañeros de la guerra de los 80´en el Perú….)





    El tío Ho estuvo entre las selvas del Vietnam sin más alimento
    que las gotas de rocío sobre las grandes hojas
                                   - semejantes a una especie
    de oreja de elefante que sólo se encuentra en la ciudad de Bengala.

                                                         Era el Año del Buey
                                                        pero también de gusanos
    brotando desde el fondo de la tierra, más roja que un cráter
    y abierta como una muchacha en flor a orillas del Lijiang.

                                        El canto del que ilumina abría las tardes,
    acompañado por las voces en falsete
    de trovadores venidos desde el Vietcong.
                                                            Oraciones entre formas calcinadas,
    mientras las aguas trazaban un rumbo
    que hoy ya nadie recuerda. Sólo las fauces del cielo - como boca
    del desprecio,
                           nos muestre la miseria bajo una lluvia triste
                           entre los rostros. Solo como una hierva
    en el campo, escucho el viento, la voz de alguna vieja
    que habla entre los patios, y sé, que la muerte
                                     se parece a esa mancha húmeda
                                    que crece en la pared……..

    Bogotá, 1 de Diciembre de 2010



     

    Sin título
    (In Memoriam Camilo Torres)
    Bendito hermano, no hay nada para ti, sólo el tibio sol de la tarde
    y los vientos que suben desde el Sur. Nadie inclinado sobre aquel que desciende
    ningún hermeneuta que derramara un sonido, una palabra,
    ¿Dónde estás hermano?
    Nadie responde.
    Y entonces hablé desde la oscuridad ¡Oye!................ ¡Oye!

    Afecto por los desheredados.
    Afecto por los que deambulan sin más espacio que su cuerpo.
    Afecto por el invierno. Por un animal sentenciado.
    Deseando que retorne su espíritu animal.

    El afecto es el mundo en mí. Resuena en la tarde una antigua canción.
    Me inclino hacia el fruto del vacío. Puerta que se cierra. Yo dentro.

    SEPULCRO. “Nadie hubo que lo acompañara hasta su última morada”, solo
    junto al árbol de tilo. Ningún afecto.

    ¡Vi muchas aves volando en el cielo descubierto!
    Se agolpó en mí la sangre, un mar tibio y salado estalló entre las piedras.

    Mayo 7 del 2001 (10:45 p.m.)



    3



    De los reinos sometidos


    1
    De los REINOS SOMETIDOS, el del cerdo
    (Sus domesticus) soñando entre el fango
    escarbando la tierra parece buscar un lugar para su huida. No es posible
    esta realidad de residuos y una que otra sidra; es perversa
    la historia de los tres marranitos
    y el certero puñal en la garganta - mis gritos desaforados.
    Fasto y macabro exhibir nuestro cuerpo a la ciudad,
    que acude con sus talegos y los últimos céntimos
    para obtener algo de mis entrañas.

               



    2
    De los REINOS SOMETIDOS, el de la vaca
    con lengua aterciopelada y ojos descompuestos
    dando de alaridos cuando su turno toca;
    aunque se le recomienda resignación y silencio
    al ser transportada en camiones cuando el mundo duerme.





    3
    De los REINOS SOMETIDOS, el del cangrejo
    - en su atmósfera plástica y acuática
                                             / en su planeta ROJO o VIOLETA.
    Es el río el que corre hacia atrás. El sólo se desplaza
    para alcanzar la transparencia, es decir, la pureza.
    En una mañana en que la luz asoma de manera tímida
    él sabe y comprende que todo está destinado
    a las entrañas vulgares de otras especies.  



    4
    De los REINOS SOMETIDOS  y destinados al fuego
    a los largos comedores y allí a los viandantes
                            el Reino Animal
                                          Vegetal
                                          Mineral. Pero también el de los Fantasmas
                                          que vienen o regresan
                                          con EBRIEDAD y rencor
                                          con EBRIEDAD y culpa
                                          con EBRIEDAD y dientes afilados.

    Se desprenden las agrias carnes entre las manos finas y
    certeras del oficiante, es decir, el cocinero
    ojos apacibles, mirada piadosa acostumbrado a estas ceremonias.




    https://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/Festival/26/News/Tahua.html


    _________________



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    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





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    Mensaje por Maria Lua Mar 23 Abr 2024, 19:28

    Jorge Londoño (Colombia)



    Jorge Londoño nació en Medellín en 1990. Graduado en Ciencias Políticas de la Universidad Nacional. Trabajó como profesor e investigador en el programa de pedagogía alternativa de EAFIT llamado Universidad de los Niños, y en la Red de Artes Visuales de Medellín. Hace parte del equipo interdisciplinario que compone el proyecto Memorias del Agua, liderado por el Museo de Antioquia y Empresa Públicas de Medellín. Fue ganador de la Convocatoria Pública en Cultura y Patrimonio en la modalidad Fomento a la Creación Poética con su libro Solombra (Díptico), 2017.






    *******************


    PEZ DORADO


    Aguas abisales
    aburridas
    absurdas

    Con un brochazo de sol
    alumbras las profundidades
    de nuestro letargo.



    GALLINAZOS


    De los habitantes de la ciudad
    ellos que tan tercamente
    picotean del hueso
    la carne podrida

    son los que la observan
    desde la mayor altura

    Ellos
    que tan pacientemente
    esperan volando en círculos
    que sucumbamos.



    Instinto




    Un caracol se arrastra
    hacia una hoja incierta
    entre un desierto de sal
    (sinuoso su rastro
    invisible en las dunas)

    Sobre una piedra
    febril descansa

    no parará
    lo impulsa un
         deseo antiguo
    memoria
    de otro caracol
    que hizo el viaje
    y mordió la hoja.






    Poema para ser leído


    Imagino
    el nuevo cielo
    colmado de palabras

    es un texto
    aún no escrito
                quedan mil
                 veces mil
    repeticiones       máscaras
    por desdecir       por vivir
    por vivir             por desdecir







    Bruma
    No hay toz hablada, que no llegue a brum
    (César Vallejo)



    Todo lo que he dicho
    (mi existencia etc. mi país)
    flota en mi habitación

    cuanto más hablo menos veo

    Los nombres
    en los lomos de los libros
    y las líneas del destino
    en las palmas de mis manos
    se confunden con las letras
    de tantas frases prestadas
    y el abuso de razón

    Si al salir intento
    escuchar el mundo
    solo oigo el tinnitus
    de mi oído aturdido
    por el murmullo anónimo
    de visitantes porfiados
    que no sé cómo expulsar

    Gozosos raptos disipan
    por breves instantes la bruma.


    _________________



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    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





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    Mensaje por Maria Lua Miér 24 Abr 2024, 22:14

    Berenice Pineda (Colombia)




    Berenice Pineda nació en Bello, Antioquia, Colombia, en 1969. Es estudiante de Licenciatura en Educación Básica con énfasis en humanidades y lengua castellana, en la Universidad de Antioquia. Ha publicado sus poemas en diversas publicaciones locales y nacionales y es cofundadora de la revista de poesía, arte y literatura Quitasol. Participó en el Encuentro mujeres poetas de Colombia, en Roldanillo, Valle, 2009. En la actualidad se desempeña como docente de castellano.



    *****************


    Oración para todos los días



    …¿quién puede decirle al hombre
    lo que sucederá después de él
    bajo el sol?
    Eclesiastés 6:12



    …que el sol también amanezca
    y que su primer rayo de luz
    me permita ver la humedad de unos ojos

    …que la tierra gire a la velocidad
    que me permita la minuciosa tristeza
    y la lenta algarabía

    …que el árbol florezca
    y que maduro caiga su fruto

    …que el río bendiga la tierra
    y sacie la sed de las fieras

    …que así sea
    y sea un arco iris
    la sonrisa en la cara de un niño

    …que la última gota sea de vino
    no de rocío

    …que no falte el maná

    …que el centro no quede en mi ombligo

    …que quien me ame
    no sienta necesitarme

    …que perdida me encuentre
    y que encontrada desee perderme

    …que siendo domingo
    no le tema al lunes

    …que si los amigos parten
    no se lleven la esquiva belleza

    …que amanezca en promesa de amor el día
    aunque de noche todo me falte.






    Celebración


    (a propósito del 20 de julio)
    A: Daniel Día
    ¡Que sólo cuando la tierra
    esté desapareciendo
    podrá borrarse de ella
    la imagen de mi tormento!
    Meira Delmar



    Puedes quitarme
    Los ojos
    pero no el recuerdo de las miradas
    Los labios
    pero no la música de las bocas
    revoloteando en mi cuerpo
    Las manos
    pero no la calidez guardada
    en mi tuétano
    Puedes ahorrarte el aire y las palabras
    pero no podrás borrar el eco

    He ascendido a la cima de la montaña
    y de ella me he lanzado con los brazos abiertos
    al estrellato contra el pavimento
    He descendido al fuego fatuo de los infiernos
    y he sentido la miseria

    ¿Con cuál mano borrarás la montaña
    Y sus entrañas?

    ¿Con cuál boca besarás la calavera
    del esqueleto enamorado?
    ¿Con cuáles palabras resucitarás
    a esta muerta que va camino del destierro?








    La gran eclosión o el latido
    A Wafa Ali Edrees*



    Feliz en mi celda me puse
    cuando supe que eras libre
    y que recordaste el rojo
    de todas las cruces
    los menguantes rojos
    de todas las noches

    Tu partida te ha traído hasta mí
    cruzando el muro
    con tu sexo rojo
    rojos de rabia tus ojos
    voluptuosos tus labios rojos

    Roja toda la sangre
    que escribe en el aire
    incesante tu nombre

    Rojo tu nacimiento
    eclosión de estrellas
    en una lágrima de la Magdalena

    Roja tu partida para llegar a mí

    Feliz en mi celda imagino tu vuelo
    tú ligera
    yo detenida
    en la rabia
    los labios
    en la sangre
    el aire
    en el nombre
    el nacimiento

    Triste en mi celda te busco

    Edrees
    para decirte Eres mujer

    Ali
    para decirte Allí sobre la tierra

    Wafa
    para decirte Agua bendita

    Nos llenaste la boca de sangre
    para saciar el hambre
    que nos deja el pan y el agua

    Regaste la tierra de sangre
    por compasión al desierto

    Partiste tu cuerpo
    en trozos diminutos
    para abrazar toda la tierra
    y sembrarte como semilla

    Grande mujer
    que de tajo
    ofrenda todos sus corazones
    para decir sin legua
    Eres

    para posarte sin sombra
    Allí

    Agua
    latido incesante

    ¡Wafa Ali Edrees!

    *Primera mujer palestina inmolada en el conflicto con Israel.







    La fiesta brava


    Aquí, pronto; escapad, escapad;
    sólo quiero, sólo quiero los bordes de la lucha.
    Vicente Aleixandre

    En la arena
    el toro con la mirada nublada
    adivina la fiesta

    La muerte de luces vestida
    tiñe de sangre el capote

    En la danza de la muerte
    corre el toro
    lo pican
    lo marcan
    lo acosan
    burlan a la bestia

    Mucha sangre para una fiesta

    Disminuida la lidia
    ¡Muerte al toro!
    por una oreja
    ¡Flores pa’ la bestia!






    La Gota


    Después de ser la escarcha
    me convertí en la gota

    Yo soy la gota
    que alborota tu pelo
    acaricia tu cara
    surca tu boca
    se hunde en tu pecho
    y naufraga en tu ombligo

    Yo soy la gota
    que llueve por la punta de tu sexo
    y danza con tus mismos movimientos

    Yo apenas soy la gota
    que anuncia el aguacero
    y entre gota y gota
    muero.






    La pócima


    Estudio la manera de beberte entero. A veces creo que debo beberte como un vaso de agua fresca cuando se está sedienta; y lo he hecho, pero no estoy segura. Tal vez despacito como se bebe un trago fuerte y caro, lo hago. Creo que es mejor beberte a diferentes ritmos y cantidades, sin agotarte. Esa es tal vez la mejor manera, he ahí la dificultad.

    Quiero tomarte de tal manera que en la medida en que te beba sacie también tu sed, beberte incluso como lo hago ahora, tomando las generosas reservas que has dejado en mis poros y pozos; beberte con ansia, sin necesidad, con pausa, sin ahogo; disfrutando todos los volúmenes que pueda contener la tinaja. Beberte hasta la ebriedad sin resaca, inclinándome para tomarte en la fuente y lamer todos tus manantiales sin perturbar sus cauces.

    Beberte como bebida inagotable sin llegar al hastío, para conservar la sed. Beberte como la única y mejor bebida, sin medida, sin cuentas por pagar, sin horario de atención, beberte a solas contigo y en compañía.

    Estudio la manera de beberte en la espesa noche y en las noches de luna llena. Beberte a pleno día o en la madrugada que promete el día o en la tarde siempre postrera. Beberte y ser el sueño que te bebe. Beberte en el caldo primitivo, beberte entero.

    Beberte ojalá como un bebedizo, como pócima pequeña y mágica, pequeña y peligrosa. Beberte en lo llano y en lo empinado, en el lago y en la borrasca, en el frío y en lo caliente, beberte siempre caliente.

    Beberte por la piel y orificios, por la boca con las palabras, silencios y sonrisas. Beberte lejano, almibarado, con mi espiritrompa de mariposa. Beberte como aire hasta los pulmones. Beberte a cuenta gotas deliciosas, con hielo, gotas amargas, yerbabuena, agua tónica, pétalos de rosas, esencias, con zumo de frutas, con raíces y alucinógenos, frío, caliente, michelado, canelado, seco.

    Beberte en botella, aunque no sea trasatlántica, en vaso, copa, cáliz, hoja, vajilla, pozo, totumo, cuerno, en cuenca de mano, ojalá en mi boca directo del manantial.

    Beberte como una ebria, como una abstemia. Beberte como se bebe el agua bendita en la tierra de los cristianos.







    Piedra


    Así es mi vida,
    piedra,
    como tú.
    León Felipe

    Quisiera llamarme piedra
    porque ello no diría nada de mi tamaño
    ni mi estirpe

    Piedra es todo lo que estorba y talla
    lo que se moldea e ignora
    lo que es cimiento u objeto movedizo

    Si piedra fuera
    estaría lista para aguantar
    todo lo que los hombres se merecen
    todo lo que temen

    Piedra fuera
    en un palacio o en una callecita
    en una vereda o en una gran muralla

    Piedra quiero ser y llamarme

    Que la gente pase y si acaso diga:
    ¡me tropecé con una piedra! o
    ¡se me metió una piedra en el zapato!
    ¡hoy tengo una piedra!

    Piedra hermana mía
    cómo me has negado
    acompañarte en el rodar

    Piedra
    quién ha calentado tu nido
    que el mío ha dejado frío

    Piedra de lava
    cómo no me arrastraste en tu nacimiento

    Piedra de río
    cómo no río

    Piedra de vereda
    por qué no estoy tierra adentro
    Piedra lisa
    quién limó tu cara para que rompieras mis vestidos



    Piedra de sol
    quién te ha dado tanto frío

    Quién piedra
    te dio el don del refugio y la hecatombe

    Piedra
    mi enemiga
    quiero acercarme y besarte
    en el ombligo

    Piedra como nombre quiero
    en mi próximo bautizo.







    Los cuatro elementos
    A María Magdalena



    Cuando me inclino en humildad de gesto
    viene a mí el aroma de la hembra y la tierra

    Cuando me inclino
    tengo la estatura del pobre
    y del polvo consistencia

    Vagan en mí los olores
    de las escasas flores
    y las visiones de los animales que no conozco
    se revelan en mí
    las voces de los muertos y
    de quien en nacer tiene deseo

    Me inclino para besarte
    el pie y la frente
    diversa es mi estatura en el beso
    en él pongo todas mis bocas
    mis cabellos

    Me inclino a besar el árbol en la raíz
    y a la tierra en el deseo que la sostiene
    humilde me yergo y me arrastro
    si besarte quiero
    Agua mi boca si sos tierra
    Viento cálido si sos beso
    Fuego en mi abrazo
    fértil Tierra si te encuentro.







    A Jaime Garzón
    Lo mejor
    es no recordar tu nombre
    para que no se rasgue la tarde
    para que no brote de mis ojos
    la escarcha que ha de congelar
    a los abandonados

    Lo mejor
    es no nombrarte
    para librarte de la pobre historia que nos tocó

    Lo mejor
    es que al momento de la muerte
    nos entierren con nombre y todo.



    La dote
    Soy la incertidumbre del hato y la cosecha
    Z. B.

    Antes de que aceptes quedarte conmigo
    debo decirte que
    no soy tanto
    que el terco fue el tiempo

    Vengo de una vereda pequeña
    de un municipio que
    apenas en nombre es bello

    Soy poco
    pequeño es mi crédito
    mi jumento
    mis manos y mi beso
    tengo pocos conocimientos
    mi oficio también es modesto
    apenas te ofrezco
    la verdad
    el amor letra por letra
    en un orden especial del alfabeto

    Soy
    no heredo.


    _________________



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    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





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    Mensaje por Maria Lua Jue 25 Abr 2024, 10:37

    Wiñay Mallki -Fredy Chicangana- Nación Yanakuna, Colombia


    Fredy Chicangana es un poeta indígena del Pueblo Yanakuna de Colombia. Nació en 1964. Con su trabajo literario ha venido participando activamente en el fortalecimiento de la cultura Yanacona, siendo miembro fundador y representante del grupo Yanamauta, que es, conocimiento y saberes yanaconas. Igualmente ha venido acompañando los trabajos que adelanta el Cabildo Mayor de su Pueblo Yanacona para el florecimiento de la palabra. Actualmente, prepara su libro El colibrí de la noche desnuda y otros poemas del fuego. Respecto a la poesía el poeta expresa: “La poesía es compromiso con la esencia de la vida. En la medida que nombramos el mundo, en la forma como creamos o recreamos imágenes, en la manera como nos acercamos a los posibles e imposibles, a los poderes que atan este universo, a las fuerzas que nos permiten volar y hacer volar, en fin, condensamos un destino común con la madre tierra: permanecer , trascender, despertar, tocar, inundar de belleza, brindar agua para refrescar el espíritu, ir a la medula humana para saber que somos sangre de la misma tierra, somos todo y nada, somos aquello que nos permite respirar mucho más hondo”.



    *******************


    El colibrí de la noche desnuda y otros poemas del fuego
    Espíritu de pájaro


    Estos son cantos a la madre tierra en tono mayor
    son susurros que vienen de bosques lejanos
    aquellas palabras esquivas que buscan ser gota en el corazón humano
    Son tonos suaves como si dijéramos:
    “Vamos en silencio por los caminos húmedos de la vida
    la hierba de la esperanza nos saluda entre la noche y sus sombras
    nuestras huellas se abrazan a la tierra y el granizo canta
    entre las hojas del árbol
    somos el fuego de estrellas que se desprenden de la bóveda azul
    anunciando el nuevo tiempo
    aquí estamos tejiendo el círculo de la mariposa amarilla
    sembrando agua en los lugares desiertos
    en fin somos espíritu de pájaro en pozos del ensueño”






    Gota de la noche


    En aquella gota de agua cristalina
    que se desprende de una hoja al amanecer
    se van las preguntas y enigmas de la noche
    los amores escondidos,
    los susurros y poemas de algún enamorado
    que se creía solo
    bajo la luz de la luna
    aquella gota de agua cristalina
    rueda sobre una verde piedra
    y toca mi alma roja
    de donde brota una flor del color del firmamento;
    aquella gota de la noche
    es mi alegría y mi pena
    es la niña que cuido
    en ella vive la flor que
    acompaña estos silencios.







    En mis sueños


    Así como la sombra va pegada a mi cuerpo
    alargándose y constriñéndose
    tu vas adherida a mis sueños
    partiendo y llegando por los caminos confusos, opacos,
    desiertos;
    te diluyes a veces en mi memoria
    pero tus labios rozan el cuerpo de mis ensueños
    y solitario en el mundo
    me aferro a tu aroma
    de aromáticas hierbas.







    Sueños


    Dichosa la noche
    dueña del sueño desnudo de la hierba de páramo
    porque es libre en lo alto de la montaña.

    Dichosa el agua
    que hace crecer las flores de esta tierra amenazada
    porque ante la muerte otorga la belleza.

    Dichoso el abuelo
    que tuvo tiempo de morir y cantar en medio de la guerra.

    Dichosos los sueños de la gente de la tierra azul
    porque son de tambor, de río, de pechos de mujer,
    de terca raíz que esquiva la muerte…






    Cantos de arco iris


    Mis cantos son de arco iris
    Y llegan desde el palpitar de la montaña
    Vienen envueltos en lluvia menuda
    Que golpea en el rostro
    Como agujas
    Mostrando los duros caminos de la vida
    Los que debemos transitar
    Antes de llegar a la posada eterna
    en donde no hay luz ni camino.






    La cabeza


    Y desde la madre tierra hablo…
    No hemos muerto dijo una cabeza
    Estamos en el silencio de las estrellas
    En el cielo azul y la nubes rojizas
    En el silencio de la noche
    En la pluma que habla sobre el agua
    En la cascada que golpea la piedra
    Estamos como ayer
    En lucha interminable.






    Aquí estamos en este planeta


    Estamos aquí en este planeta
    Tocando la tierra con pie firme
    amando el agua lluvia
    escuchando el silencio de la noche
    Estamos aquí floreciendo entre el desierto
    Sintiendo la madre creadora entre la piel
    Estamos aquí guardando la semilla
    Y cabalgando entre colores de arco iris
    Sin embargo nos dicen:
    que este no es nuestro planeta.






    Soy un cantor

    Soy un cantor en esta tierra y
    busco palabras en el lago que me atraviesa
    también persigo silencios entre las calles
    y miradas perdidas en los cuerpos de rosa
    yo hablo con las luciérnagas
    soy el labrador sin tierra
    el hacedor de huertas con olor a fruta
    soy el que guarda la semilla del ensueño
    para sembrarla en el surco del corazón humano.







    Cantos de la tierra


    De maíz son mis cantos y de agua mi esencia
    canto hoy como antes cantaron
    como terca semilla que se niega a la muerte
    así como gota que alimenta la fuente.
    De maíz: cantos, agua, esencia…
    vivo hoy con la siembra de ayer
    como espiga madura que florece en la tierra.







    Puñado de tierra


    Me entregaron un puñado de tierra para que ahí viviera
    toma lombriz de tierra me dijeron:
    ahí cultivaras, ahí criaras a tus hijos,
    ahí masticaras tu bendito maíz
    entonces tome ese puñado de tierra
    lo cerque de piedras para que el agua no me
    lo desvaneciera
    lo guarde en el cuenco de mi mano, lo calenté
    lo acaricie y empecé a labrarlo…
    Todos los días le cantaba a ese puñado de tierra
    entonces vino la hormiga, el grillo, el pájaro de la noche
    la serpiente de los pajonales y
    ellos quisieron servirse de ese puñado de tierra
    quite el cerco y a cada uno les di su parte
    me quede nuevamente solo
    con el cuenco de mi mano vacío
    cerré entonces la mano, la hice puño y decidí pelear
    por aquello que otros nos arrebataron.






    El pájaro color de arco iris


    El pájaro color arco iris, surcador de los urcos
    cantador de la lluvia
    partió del nido y no ha vuelto aún. No hay canto
    sobre los altos jiguas, ni colores fugaces sobre el firmamento;
    sus nidos de redondas puertas se enfrían cada noche y
    árboles lloran el tamborear de los picos.

    Que triste es partir de la tierra que nos dio comida,
    del viento que nos vio jugar sobre las verdes pambas
    de la noche y la luna jugando con nuestras sombras
    de aquellos caminos que agitan el alma.

    El pájaro color arco iris, tú y yo
    y otros yanaconas se fueron del nido
    emigraron buscando nuevos caminos o
    huyendo de la escasez de la chagra;
    partieron sin partir de la madre
    huyeron sin huir del fuego hecho placenta.
    Algún día volveremos desde el techo de hierro;
    huyendo del áspero sabor del aroma y
    el ruido que carcome el cuerpo. Volveremos cantando
    como el pájaro color arco iris que nos mira desde la distancia,
    volveremos para besar los tapukus, para animar la vida de Jukas
    que en los bosques gime,
    para irnos a buscar la serpiente que bulle sobre los Yakus
    para seguir siendo pájaros que anidan el alma.




    https://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/Revista/ultimas_ediciones/88_89/chicangana.html


    _________________



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    Mensaje por Maria Lua Jue 25 Abr 2024, 20:33

    Víctor Rivera, Colombia


    Víctor Rivera (1980), Popayán, Colombia. Músico violinista de la Universidad del Cauca. Magíster en Literatura de la Universidad Javeriana. Integrante de varios ensambles orquestales, de música de cámara y música antigua. Miembro del grupo de música antigua Kalenda Maya, especializado en música medieval, renacentista y barroco latinoamericano. Ha sido colaborador en revistas de poesía como Letralia, La Raíz Invertida, Cantera, Carruaje de Pájaros, Otro Páramo, Círculo de Poesía, Poesía, entre otras. Parte de su poesía aparece en el libro Llama de piedra. Poesía contemporánea en Popayán (1970-2010) del Ministerio de Cultura. En el 2011 publica con la editorial Gamar, su libro de poemas La Montaña sumergida. Recientemente obtuvo el Premio Internacional de Poesía Editorial Praxis 2016 en la Ciudad de México, por su poemario Libro del origen, publicado en el 2017 por esta editorial. Fue becado por el Ministerio de Cultura y el Instituto Distrital de las Artes de Bogotá para participar en el III Festival de Poesía de Madrid, España. Ha participado en festivales de poesía en México y Cuba. Obtuvo la segunda mención en el concurso de la Casa Silva “Poesía, pintura que habla” con su poema La siega. Realizó la traducción, aún inédita, del poemario Huesos de Sepia, de Eugenio Montale.


    **********************


    (De La montaña sumergida, Gamar 2011)


    Altamar
    …..las mareas estremecidas bailarán airoso otro
    plazo, otro ritmo sanguíneo más fresco,
    lo que por contradanza hará
    que el hombre entre en su humus de una vez y sea
    más humilde, más
    terrestre.
    Gonzalo Rojas


    I


    Siendo una promesa guardó silencio,
    y presintió su ciencia derrocada.

    Vio que la ciudad llegaba a su fin,
    pero se contuvo porque sus habitantes no morirían de sed,
    esa costumbre de ser áspero cactus.

    El árbol de palabras desde hace tiempo se venía derrumbando,
    hasta quedar el huerto desnudo a plena lluvia.
    De claro en claro frente al azul inhóspito,
    fue la voz del espacio el fin del agotado lenguaje.

    II


    Contestaré a los llamados
    con la misma constancia de las olas,
    aunque nada tenga que decir.

    ¿Quién al ver el mar no quedará inmerso
    para guardar sus razones?

    El elemento habla por mí.
    Soy la condición temporal de mis hermanos,
    el agua de sus emociones,
    el diluirse sin término de su anatomía.

    ¿Quién dará la espalda desde una muralla
    que ya el tiempo corroe y la sal ha empezado a sitiar?


    V


    Ola tras ola tiendo cuerdas de espuma
    que recorrerán la casa con la propagación de su sonido,
    hasta que se derrumben los cimientos
    y quede sólo el invisible cordel de la noche marina.

    Aquietado por el ritmo de esos puentes que revientan en sí mismos,
    dejo ir esa carcasa que entrego al agua como alimento,
    y parte sin dueño.

    Un instrumento se me ha otorgado a cambio,
    su música ya me pertenecía,
    las antiguas vibraciones recorren de nuevo mi caja de resonancia.


    VI


    Cuando estuvo a punto de cerrarse el círculo de la noche,
    a la soledad marina que se consumaba
    llegó la lámina de un relámpago.
    Lomo de pez
    que acercó la honda corriente.

    Hizo mover al nadador hasta la playa
    donde las fragatas batían el aire que acercaba la voz de los bañistas.

    Con su cuerpo aún mojado recogió las noticias
    y el incendio del cielo amarillento quemó los ojos
    que ya pedían una nueva inmersión.

    Cruzados por la densidad de lo salobre
    en su antiguo recogimiento de meteoros que caían a la profundidad.






    (De Libro del origen, Praxis 2017)

    Obsidiana

    ……y tienen la misma sonrisa antigua
    Que tuvieron para la primera mirada del primer hombre
    Que las vio aparecidas y las tocó levemente
    Para saber si hablaban….
    Fernando Pessoa

    II


    Intentas el sonido con que caen las espigas a la tierra.
    Buscas la arcilla con qué hacer el instrumento
    que te de la imitación de lo que al aire se acerca.

    Sin conocer el acento que devuelve
    el orden de las lluvias,
    haces tu creencia de llamar al agua
    con una música que se le parezca.

    Trabajas con nuevo material
    lo que desde un comienzo se hace antiguo:
    incompletas melodías de un collar
    como la sombra de las palmas
    en la mar que recomienza.

    Pero el misterio sobrepasa toda imitación
    y te sorprendes tan vacío como una costa virgen,
    mientras el jadear de tus potros hace surcos,
    moviendo pájaros que vuelan al paso.

    Algún día bajo los guijarros,
    encontrarás la canción con que poblar la noche,
    en la ignota tierra de los mares y las selvas.



    III


    Si buscas lo semejante a la primera noche de tu cuerpo,
    acude al sesgo de la hierba
    que oculta la pupila de los corzos,
    al velo que esconde la mirada
    en espera de conocer lo nunca visto:

    Horas de silencio
    en que sólo por partes
    se entrega cada presencia.

    Tiempo de nacer al agua,
    a los ríos que llaman
    para ser tocados.

    En barcos que por primera vez experimentan
    el espejo de los mares,
    haces los vértices de tu efigie,
    la libertad de tu velamen,
    hoja minúscula,
    sobre el cristal más frágil de la tierra.

    Lo semejante a la primera noche de tu cuerpo,
    está en todo lo que puede dar una bandada de pájaros,
    en una galería de huellas y de sombras
    que te recuerdan el momento de ceder tu palabra
    ante lo que no conoces.


    V


    Nada sabes si desconoces el gesto
    con que las hojas se acercan a tu mano,
    como tu mano al péndulo del fruto,
    atraído el elemento por el elemento.

    Nada sabes si no atiendes
    la conversación de los árboles,
    ni el verbo antiguo de los líquenes
    en sus silabas lentas.

    Ignoras el callado vuelo
    y el canto que anuncia
    otras maneras de transitar la tierra:

    Por los espacios marinos
    la brújula que guía el ala del albatros,
    es la que mueve el cardumen
    que en la rada representa
    la danza de los bañistas.

    Ignoras en el reino del aire,
    otras maneras de esperar la noche,
    la plenitud lunar en el cuarto de las vírgenes,
    el beber del ciervo en su fuente de sed elemental.

    Tú que pasas hollando las praderas,
    tú que apenas conoces
    otras formas de hacer un eslabón de oro,
    aprenderás con el tiempo
    a ser espiga y oquedad,
    el estrato en que los musgos inicien
    su fermento laborioso.


    VI


    La historia de los nombres se reúne en lo que tocas,
    y la letra con que señalas al valle de Anáhuac
    se debe a una lenta acumulación de sedimentos:

    el nombre Lirio y el nombre Azor
    sólo con tiempo han reunido vuelo y blancura,
    bajo los glaciares y el légamo.

    He aquí el secreto de porqué las cosas resuenan si se nombran,
    de porqué los juncos se inclinan al oído
    que por primera vez escucha
    su conversación con el viento.

    La historia de los nombres está en lo que tocas,
    en el collar de reliquias que queda de la vida que apagas,
    en el bisonte que expira bajo el filo de obsidiana,
    y rezuma en su estertor una estampida de siglos.

    Aunque ignores cuánto le ha costado al tiempo
    hacer la coreografía del cardumen,
    cuántos nombres se han hecho
    con el azul que sostiene el sueño de las ciudades,

    en la gota de saliva está la sal de los océanos,
    en la vela que enciendes el sol de los espacios.








    Antes de la destrucción



    La devoción entre hermanos
    representa una amenaza
    para la costumbre imperial
    de asesinar a sus propios hijos.

    Para el rey, nada resulta más peligroso
    que la fidelidad que cuida
    con esmero los jardines
    donde las cosas se bastan para sí mismas.

    En la callada noche,
    la devoción entre hermanos
    es el hijo que inclina la cabeza
    sobre el regazo de su padre.

    Antes de la destrucción,
    el bosque enseña sus tesoros,
    y la tierra se complace
    con un corazón liviano
    como una pluma.







    El viaje de José


    El viajero del desierto
    ha olvidado la abundancia de los imperios
    y el espejo que recuerda su propia belleza.

    ¿Quién puede alabar la lozanía
    que se esconde en su camino de polvo?

    En la helada noche
    los atributos de Dios
    lo animan a creer
    que podrá superar la prueba:

    Sabe bien que mirar con los ojos de la divinidad
    es ir más allá de las dunas,
    sabe bien cómo se desvanecen las formas,
    en una mirada que pierde la noción humana
    por espacios inefables.

    Nadie espera por el viajero de la luna.
    Nadie notará que se aproxima el caminante
    cubierto por un halo más intenso que el oro de los reyes.


    _________________



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    Mensaje por Maria Lua Vie 26 Abr 2024, 18:22

    Juan Carlos Orihuela (Bolivia)


    Juan Carlos Orihuela nació en la Paz, Bolivia, en 1952. Es poeta y dramaturgo. Actualmente es profesor y director del Instituto Nacional Universitario de Bolivia para el estudio de las Humanidades. En 1991 recibió el Premio de Dramaturgia para Radio, otorgado por el Westdeutscher Rundfunk Koln (WDR) de Alemania. Su trabajo fue luego transmitido por la radio en alemán, flamenco y español. Ganó el Concurso Nacional de Poesía Franz Tamayo, en 1988. Es Ph. D en Literatura de la Universidad de California. Ha sido profesor de Literatura Latinoamericana y de Literatura Americana del Siglo XVIII. Ha publicado cinco libros de poemas.


    *********************


    I
    Los cuerpos se reconocen en los cuerpos
    no son pasajeros.

    Están ahí diciendo y contando

    son siempre una pasión cíclica que funda
    la única comunidad posible después de la unidad.

    Los cuerpos se transmiten

    se consiguen alrededor de cosas sueltas
    que se impiden el paso olvidándose de sí.

    Todo en ellos semeja gotas en descaro por donde
    descienden las sombras de otros cuerpos
    intentando justificar sus alianzas
    en el fastidio

    como si el roce o el tacto no fueran suficientes.
    En los cuerpos perviven las constelaciones

    los rencores
    el desdén

    la fe
    la poca monta la corona

    las palabras no deseadas.
    En los cuerpos se predice el olvido
    y el tiempo de la holganza suele ser el anticipo
    de una historia contada en la insubordinación
    de una mirada que se reconoce en las aguas
    con cautela.

    Provistos de un pudor cercano al odio
    los cuerpos son siempre el exceso

    lo no hecho
    o lo hecho hasta decir basta.

    Los cuerpos son las lágrimas soberbias
    de las maldiciones y de las reverencias

    que se desbordan en los filos
    hasta que un brazo los recoge y alimenta
    y entonces

    parias
    los cuerpos se encogen y se dejan llevar

    mansos
    hasta sus impredecibles refugios.

    Los cuerpos pasan por el mundo
    intercambiando obsequios

    inscribiéndose a sí mismos como un tatuaje mutuo
    que los hace mirarse en los espejos y conocerse en
    las miradas de las fieras y las aves.

    Son la innecesaria reverencia del gesto oblicuo

    un corte de sesgo en el recuerdo de otros cuerpos
    que les salieron a paso para narrarles las cenizas
    de otros cuerpos que optaron por una caída abierta
    y ya no volvieron.
    Los cuerpos son el centro del remordimiento.

    II
    Como en el cuerpo

    los huecos de la tierra se levantan desde el humo
    hasta que las madrigueras no resueltas recuerden
    su nombre
    y los lagos develados continúen abriendo sordamente
    este territorio de furia y letanías.

    En la dureza del monte reconozco el cuerpo boliviano

    en las abras y ventisqueros
    en la unidad no dicha de sus piedras sobrias

    en el gesto indecoroso de su
    colectividad solitaria

    en la sangre que gotea por un lenguaje viejo
    reconozco el cuerpo de Bolivia.

    Cuerpo mayor surcado por los nudos de nuestros cuerpos
    estremeciendo su temperatura sedentaria

    sometiéndose manso
    a los cánticos y a las invocaciones
    de los cuerpos presentes.

    Cuerpo mayor desde donde se invoca
    a los cuerpos ausentes
    que ya fueron alojados por la serenidad
    y se deslizan nómadas

    en medio de la brisa
    vigilando nuestra travesía.

    Cuerpo mayor detenido en la obsolescencia de las
    palabras impresas en el aturdimiento del poder.

    Cuerpo mayor como el reverso mundano de la luz
    desahuciado de cosas sueltas

    radical único
    cuerpo irrepetible realizando su labor en el centro
    pero también en el arriba y en el afuera del cuerpo

    en el centro y en el abajo que se expande al resto
    a la vigilia y a la sombra.

    Fragmentos de Cuerpos del cuerpo (La Paz, 2000)


    _________________



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    Mensaje por Maria Lua Vie 26 Abr 2024, 18:24

    Pedro Shimose (Bolivia)


    Pedro Shimose nació en Riberalta, Bolivia, en 1940. Poeta, narrador, ensayista, periodista, desde 1967 ha publicado una decena de libros de poemas entre ellos: Triludio en el exilio (1961); Sardonia (1967); Poemas para un pueblo (1968); Quiero escribir pero me sale espuma (1972), libro con el que mereció el Premio Casa de las Américas; Caducidad del fuego (1975); Al pie de la letra (1976); Reflexiones maquiavélicas (1980); y Bolero de caballería (1985). En 1988 publicó en Madrid, Poemas, un volumen que recoge toda su poesía. Publicó asimismo Riberalta y otros poemas (1996); y No te lo vas a creer (2000).También es autor de un libro de cuentos, El Coco se llama Drilo (1976); un Diccionario de Autores Iberoamericanos (1982); y una Historia de la Literatura Latinoamericana (1989). En 1999 recibió el Premio Nacional de Cultura en su país. Su obra ha sido vertida a once idiomas. Actualmente reside en España.



    ************************


    De Quiero escribir, pero me sale espuma

    Las hienas, siempre las hienas


    Buscan tu papagayo, una chequera, algún discurso.
    Exhuman tu uniforme, lo descuelgan del ropero,
    fotografían tus huesos y analizan tus cenizas;
    buscan un helicóptero con alambres chamuscados,
    con jabalíes escondidos en tus botas, con buitres
    y petunias florecidas en tus charreteras.
    Registran tus mariposas, examinan tus radiografías,
    hurgan tu basilisco, tu calavera y tus medallas;
    revuelven tu gorra, tus calcetines, en busca de un poema,
    buscan una llamarada y un paracaídas con nubes y aguaceros.

    Pasan lista en los cuarteles, revisan los retretes,
    registran parques zoológicos en busca de una espada,
    mueven cántaros de chicha, remueven genealogías,
    Dios los cría y tú los juntas, los reúnes y complotan
    en congresos celestiales y conspiran,
    marchan a la catedral, imprimen manifiestos contra el sueño.

    No ha sido suficiente.
    Las cacatúas alaban tus virtudes en violas paranoicas.
    Tus queridas te recuerdan montando en nubes de amor y margaritas.
    Los periódicos se suenan las narices con sus pañuelos sucios;
    piden que vuelvas, ¿dónde estás portador de la paz,
    regidor del orden, patriota virtuoso?
    Las hienas piden al cielo que tú vuelvas del infierno;
    los gorilas piden al cielo que tú vuelvas del infierno;
    los cuervos piden al cielo que tú vuelvas del infierno,
    pues tu muerte no ha sido suficiente.

    Te buscan debajo de las liendres, en las alcobas y los supositorios.
    Profanan tumbas, rompen espejos, patean puertas,
    desflecan cortinas, rasgan alfombras, derriban monasterios,
    hurtan tus galones, buscan tu papagayo, una chequera, algún discurso...



    Los camaleones invaden las catedrales


    Conciben la vida como una partida de ajedrez.
    La existencia es un cálculo. No duermen; no aman.
    Nacieron con el corazón manchado, sin luz en la mirada,
    y viven al acecho, welcome mister, congratulations!
    y viven acosados por el color de las circunstancias.

    Les sobra astucia, saben elegir el momento oportuno,
    las palabras adecuadas, el tono conveniente, el ademán preciso,
    halagan, mienten, se desprecian, estudian, aparentan,
    buscan el fulgor de las cámaras, la estridencia,
    flash sonríe flash posa flash
    resplandor efímero okey! trepan peldaños, se van por las ramas,
    buscan las lentejuelas de la fama, leen informes reservados,

    sonríen, visten a la moda,
    buscan sus nombres en las crónicas sociales,
    corren, husmean el aire, por las dádivas trotan,
    escriben en los diarios, avanzan, retroceden, sonríen,
    son discretos,
    solicitan audiencias, dan consejos, afinan la puntería,
    disparan, van a misa, son como los gatos, saludan, dan la mano,
    siempre caen de pie, aclaran la voz, ejem, la impostan, la modulan,
    piensan dos, cien, mil veces, no duermen, como los búhos, piensan,
    viven agazapados en el color, en catedrales sombrías y vacías.

    A su paso se abren las grandes puertas de la nada.



    Epigrama


    Después de impresionar a las muchachas con nuestro ingenio;
    después de quemar lirios, enterrar nubes e incendiar templos;
    después de degollar vacas sagradas y asesinar dioses;
    después de escribir sin mayúsculas y sin signos de puntuación;

    después de dinamitar museos y bailar en los cementerios;
    después de perseguir la gloria y soñar que nos acostamos con ella;
    después de pelear con dragones, imperios y quimeras;
    de gemir porque publiquen nuestro nombre en los periódicos
    y de reunirnos por la madrugada para derribar pirámides,
    ¿qué nos queda?

    un sillón en la academia
    y una chequera.



    Manifestación


    Con la rabia en el ají,
    salgo con mi cóndor bajo el brazo,
    cruzo la calle con una piedra en la mano,
    camino con un policía vigilándome el hambre,
    busco el oído y el ojo de la noche,
    pego carteles, corro por las plazas,
    grito con una brasa en la lengua,
    pinto las paredes: viva el Che
    me dan agua en manguera,

    soy el fuego;
    me dan relámpago en humo,

    soy la tierra;
    me abren una herida donde sea,

    soy el pueblo;
    me persiguen, me encarcelan, me torturan.
    Canto mi libertad, muevo adoquines,
    rompo maderas y cristales, canto,
    voy a la huelga con mi miedo natural y un sorbo de café caliente;
    vuelo por la ciudad, rasgo el aire, trizo las vitrinas,
    golpeo las páginas de los periódicos,
    derribo puertas, venzo máscaras y cachiporras,
    traspaso los umbrales de la historia,
    ¡soy!




    https://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/Revista/ultimas_ediciones/57_58/shimose.html


    _________________



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    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
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    Mensaje por Maria Lua Sáb 27 Abr 2024, 09:29

    Homero Carvalho (Bolivia)



    Homero Carvalho nació en el Beni, territorio de Los Reinos Dorados, en el año 1957. Ha publicado entre otros libros: Biografía de un otoño, El Rey Ilusión, Seres de Palabras, Territorios invadidos y Ajuste de Cuentos. Y participa de varias antologías nacionales como “Antología del cuento boliviano contemporáneo” “The fatman from La Paz” e internacionales entre las que se destacan “El nuevo cuento latinoamericano”, Ediciones del norte; "Antología del cuento latinoamericano del siglo XXI", de Julio Ortega, Editorial siglo XXI y "Se habla español", Alfaguara, que reúnen a los mejores narradores iberoamericanos de la actualidad. Parte de su obra narrativa ha sido traducida a varios idiomas. Su obra cuentística se halla dispersa en publicaciones literarias dentro y fuera del país, como en el último número (44) de “Hueso Húmero, revista peruana de Literatura. Y en los Estados Unidos recientemente ha sido seleccionado en una colección de Literatura Amazónica.

    Ha obtenido, entre otros premios literarios, el Premio Único Latinoamericano de Cuento, México 1981; Premio Latin American Writers Institute, 1989, New York; el Segundo Premio nacional de Cuento, 1995.

    Su primera novela Memoria de los espejos mereció el Premio Municipal de Novela en 1995 y está considerada por la crítica especializada como una de las diez mejores novelas de la década de los noventa (La Revista, 6 de septiembre de 1998, año, 1, número 13) El año 2008 volvió a ganar el Premio nacional de novela con “La maquinaria de los secretos, una obra sobre la cruel las relaciones de poder del Estado.

    Su novela El espíritu de las cosas es una obra que destaca por un fascinante argumento sobre la locura y el respeto a la condición humana y se constituye en una denuncia contra el sistema político y jurídico nacional. En 1997 publicó El tesoro de las guerras, una novela histórica.

    Santo Vituperio ha sido considerada como una de las mejores novelas bolivianas de los últimos tiempos y será llevada al cine. Con La ciudad de los inmortales nos entrega una obra autobiográfica, testimonial e histórica que dejará una huella profunda en el imaginario colectivo que nos permitirá mirar, perplejos, en el oscuro y fascinante mundo político boliviano.
    Su poemario Las puertas ha tenido muy buena aceptación de la crítica, tanto como “Los reinos dorados”, un extenso poema épico sobre las desaparecidas civilizaciones de Moxos.




    *****************




    Fragmentos de Los Reinos Dorados

    Cuando vivíamos
    en los Reinos Dorados
    el mundo no había nacido aún
    existía la vida
    existía la muerte
    pero el mundo no había nacido aún



    Nosotros
    habitantes de la selva
    asistimos al nacimiento
    de ese mundo dorado
    donde todo era nuevo
    donde todo era asombro
    y ante todo estaba el Agua
    el río
    la lluvia

    El canto de las aves
    el gruñido de las bestias
    el zumbido de los insectos
    el leve aleteo de las hojas
    iban nominando el mundo
    y nosotros hacíamos de bautistas



    Los nombres
    nos eran revelados por
    los espíritus protectores de la selva

    Un graznido y nacía el cuyabo
    un rugido y aparecía el jaguar
    a los árboles los nombramos
    con palabras cifradas y secretas
    ochoó les llamamos
    tajibo les llamamos
    un breve oleaje y gritábamos caimán
    un desliz en el follaje y sicurí susurrábamos
    con el bello arairiqui nominamos a las estrellas

    Los mismos espíritus
    crearon la yuca para que
    inventemos la chicha y el chivé

    Tan joven era todo
    que los de arriba
    nos llamaron musus
    que en la lengua de los inkakuna
    quiere decir tierra nueva



    Conocíamos
    los nombres de los animales
    y ellos sabían de nuestros sueños
    nos anunciaban la llegada de la muerte
    y se alborotaban jugando con los niños

    En los Reinos Dorados
    nacíamos con el don del entendimiento
    cada nación hablaba su propia lengua
    pero todos sabíamos que cuando
    alguien decía Amarumayu
    se refería al Río de las Serpientes



    Para cazar y pescar
    pedíamos permiso a
    los genios tutelares de los lugares

    Los comocois eran los únicos
    que compartían los nombres de los tigres
    cuando un guerrero mataba a uno de éstos
    adoptaba su nombre para que nadie lo olvide

    Los hombres bestias
    se transformaban en fieras
    y en las afueras del pueblo
    descansaban después de la cacería
    mientras que las bestias
    transformadas en hombres
    yacían junto a las doncellas del pueblo



    El Arco Iris
    protegía a los Reinos Dorados
    de todos los males y el rocío
    fertilizaba la naturaleza
    abrillantando los colores
    de las flores y de las plumas de las aves

    De vez en cuando
    llegaba un viento del sur
    recordándonos que no muy lejos
    de nuestros límites estaba el frío



    Más allá
    de la humedad
    y de la espesura
    de las nubes solteras
    del dulce lecho del río
    de las entrañas de los árboles
    siempre había algo más
    algo que guardaban los Reinos Dorados

    En los Reinos Dorados
    los hombres y la selva éramos uno



    Del CUERPOS

    El cuerpo de la amada
    Tu piel
    es la página
    que desean mis dedos
    para imprimir sus memorias

    ii
    Tu cuerpo
    cubre la exacta
    dimensión de mi deseo



    iii
    Lejos de ti
    el sueño es el camino
    para encontrar tu cuerpo junto al mío





    De LAS PUERTAS
    III

    La ciudad
    orgullosa de sus victorias bélicas
    presumía de su monumental puerta

    Los juglares le cantaban epopeyas
    los historiadores repetían mitos populares
    los poetas rivalizaban por un inmortal soneto
    los jóvenes se inmolaban buscando entrar en la leyenda

    La Puerta era la historia
    la ciudad el patio trasero

    Solamente las madres
    la evitaban sigilosas
    susurrando maldiciones
    mirando sin mirarla.



    IV

    Esta puerta
    de madera maciza
    de vitrales de latón insulado
    soberbios cerrojos de nobles metales
    alucinados en las fraguas toledanas
    conquistó airados mares y esquivas sirenas
    venciendo blancas tormentas andinas
    para alcanzar destino final en un pueblo de la llanura

    Opulenta y magnífica
    tuvieron que tumbar la casa
    para lucir la engreída puerta.



    VI

    Alto
    muy alto
    allá arriba
    escarbando las nubes peregrinas
    bajo el alero de los tejados españoles
    suspendidos por gruesas columnas de troncos
    espíritus inmortales de árboles de soto
    sabiamente tallados por nativas manos

    Superando los primorosos arcos
    de las colosales y sagradas puertas
    de los soberbios templos chiquitanos
    maderas finas de bosques cercanos
    bautizadas con el sudor moreno
    endurecidas con sangre virgen
    y bendecidas por rezos matutinos

    Bellas puertas de cedro maduro
    con relieves de risueños rostros
    de cóncavos ojos y pequeñas alas
    de impúberes y cabezones angelitos

    Los jesuitas
    misioneros y guerreros
    aprovechando ocres de la tierra
    esperanzados y convencidos escribieron:
    “Casa de Dios y puerta del cielo”

    Gracias a Dios Padre y Señor
    los indígenas no sabían leer
    salvajemente puros ingresaban a escuchar misa.



    VIII

    Estupendos
    árboles de la selva
    hojas de ilustres maderas
    colgadas de frágiles herrajes
    las puertas de nuestras casas

    Humildes los hogares
    sin pretensiones sus puertas

    La madera madre opaca
    la perfilería del brillo del acero
    y la falsa transparencia del cristal
    de las aparatosas entradas principales
    de los gigantescos y mezquinos edificios.



    XV

    En su cuarto
    detrás de una puerta
    que sonríe cuando la abrimos
    mi hija me presentó a su hada madrina
    la vi sonrojarse como roja cereza
    y la escuché reír sonora como las abejas
    volando por la habitación cual rana traviesa

    Por la misma puerta
    inevitables
    entraron los años
    Y el Hada se fue despacito
    para no despertar a mi hija.



    Para Brisa Estefanía y Carmen Lucía



    XVI

    Ayer
    abríamos puertas
    con mi travieso hijo
    inocente descubridor de soles

    Me enorgullecía
    llevarlo de la mano
    disipando sus temores

    Hoy
    imprudente
    seductor de lunas

    Él abre las puertas
    y se enorgullece
    de llevarme de la mano
    disipando mis temores.

    Para Luis Antonio



    Mi Casa


    De niño imaginaba mi casa
    la veía pequeña por fuera e inmensa por dentro

    La soñaba con muchos cuartos
    y una chimenea que jamás se encendía

    Con libros por doquier abiertos al azar
    para que las palabras compartan el hogar.



    ii



    Hoy mi casa posee jardines
    en los que cada mañana cantan las aves

    En su interior cantan mis hijos
    acompañados por un violín chiquitano

    En las paredes de ladrillos
    cuelgan sus retratos dibujados al carboncillo.



    iii

    En el jardín de mi casa
    Alguien plantó un totaí rodeado de bambúes

    Yo sembré un guayabo
    un árbol de manga rosa y unas enormes sandías

    Mis hijos sembraron un pino araucano
    y mi esposa llenó las esquinas con jarajorechis.



    iiii

    Por las noches abrimos el infinito
    dejando que nuestro hogar nos habite

    Mis hijos cuentan sus días
    inventándose historias para hacerlos creíbles

    Y cuando se duermen recogemos las palabras
    que guardaremos para revelarlas cuando ellos se ausenten.



    iiiii

    En mi casa hay dos espejos
    que protegen en secreto la vida que vivimos

    Si nos falta alguien y lo necesitamos
    nos basta con mirar en sus lunas. Allí estamos todos

    Esos espejos son las pupilas de mi amada
    donde siguen jugando los niños que siempre fuimos.


    _________________



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    Mensaje por Maria Lua Sáb 27 Abr 2024, 19:43


    Vilma Tapia Anaya (Bolivia)

    Vilma Tapia Anaya nació en La Paz, Bolivia, en 1960. Es autora de los libros de poesía: Del deseo y de la rosa, 1992; Oh estaciones, oh castillos, 1999; Luciérnagas del fondo, 2003; Corazones de terca escama, 1995, 2004; La fiesta de mi boda, 2006; El agua más cercana, 2008 y Fábulas íntimas y otros atavíos, 2011.

    Trabaja en los ámbitos de la educación, de la investigación y de la gestión social en las comunidades rurales de su país. Es también editora y correctora de textos. Animó algunos talleres de escritura en Cochabamba, ciudad donde reside. Poemas suyos han sido incluidos en la Antología de la poesía boliviana (2004) hecha por Mónica Velásquez Guzmán y en la antología bilingüe Poesía entre dos mundos (2004), en la que la selección y la traducción al alemán son de Wolfgang Ratz.

    Ha colaborado también con ensayos breves, poemas y otros textos en libros, periódicos y revistas de Bolivia, Colombia, España, Portugal, Bélgica y Austria. Representó a Bolivia en encuentros internacionales de poetas en La Paz, Oaxaca, Madrid, Bruselas, Liege, Viena, Quito, Asunción, Cochabamba y Rosario.




    ******************


    Te cubres


    Te cubres
    hasta los ojos

    Te ciegas

    No ves que el animal pía después de su decapitación
    salpicado de esa sangre
    te enfrentas a las aguas del espejo matinal
    y te es dado todavía
    asistes a un don a la epifanía:
    un rostro tu rostro
    el Íntimo:

    No matarás




    Urna en la nieve
    (Inédito)
    A Jacques Derrida

    ¿Deberíamos responder? pregunté

    Tú te arreglabas el cabello
    Éramos la escena precisa Nuestros nombres

    Que repasáramos los pasos de la cita inicial pedían

    Fue en la nieve dijiste Marguerite
    Ni una sola palabra más
    Y el blanco esplendor de la promesa
    de vuelta
    en el reservado tú y yo

    Miramos
    el silencio del temblor se impuso y

    nos detuvimos en las lindes de una confidencia imposible




    Árbol, memoria y anunciación
    (El agua más cercana, 2008)

    La terca fijación de tus raíces
    hace que adentro
    gire
    un aro incandescente

    El suelo está nutriendo
    mi muerte

    Inclinada
    cruzo de esta mudez
    a la tuya

    definitiva

    la serenidad de tu altura
    es una verdad

    Adentro

    unos brazos crecían
    como doradas ramas

    Dancemos





    Yo suplicante

    (El agua más cercana, 2008)

    A Paul Celan

    de la mañana
    ofrecías
    tu pétalo más leve
    un poco desprendido
    ya de ti

    del final de la mañana
    traías
    la desnuda concentración
    de la tristeza

    en la respiración del día
    íntegro cumpliste
    tu sol verde

    tu verde sombra

    todas las horas
    pueden ser la hora

    Hábla
    me





    La trapecista

    (La fiesta de mi boda, 2006)

    La trapecista
    sonríe

    (el que la asistirá
    en su muerte
    percibe
    su aliento)

    una vez más
    se cuelga
    de un solo pie

    badajo iluminado

    roza de ambos los días
    recoge las más tiernas fresas

    y se canta

    tañe

    se ciñe el cinturón del deseo
    aprieta
    el gesto inmediato

    los escenarios para el mañana
    se mueven
    Y es Tu voz
    la que hace rodar
    mi nombre
    por mi columna





    Seré como el animal

    (Oh estaciones, oh castillos, 1999)

    El tren en el que viajo se despeñará

    Caerá al fondo del barranco
    muy abajo
    y yo me quedaré para siempre
    perdida en la selva

    Seré como el animal
    que amanece bello y húmedo
    tendré ojos aún en la oscuridad

    Tendré silencio




    Cantar
    (Oh estaciones, oh castillos, 1999)

    En pos de ti
    he ido por mil direcciones
    ninguna equivocada


    ***



    La llevaba unos pasos más allá (La fiesta de mi boda, 2006)

    La llevaba unos pasos más allá

    a la iluminada garganta del canto

    Ella iba abriéndose el vientre
    como para recibir
    la lluvia
    de la estación





    Una voz me llama
    (Oh estaciones, oh castillos, 1999)

    Una voz me llama
    no sé desde dónde.

    Es una voz que gobierna
    el viento que me danza.

    Es mi música al oído.

    Vamos:
    caminando, caminante.

    A su ritmo voy oliendo
    las profundas sustancias
    de la tierra.
    Tras su origen he tocado
    máscaras
    y también transparencias.
    Me he desnudado en zonas peligrosas
    y estoy ilesa. Sin daño.

    Otra es esta crucifixión.

    Desde antiguas certezas
    una voz (que venero)
    grita mi nombre.


    https://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/Festival/14/VilmaTapia/


    _________________



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    Mensaje por Maria Lua Sáb 27 Abr 2024, 19:47


    Humberto Quino (Bolivia)



    Humberto Quino Márquez nació en La Paz, Bolivia, el 6 de Junio de 1950. Publicó: Escritura fallida (Lima, 1976); Delirio de un fauno en la avenida Buenos Aires a las 12 & 45 (Lima, 1978); Balada para mi coronel Claribel y otros huevos (La Paz, 1979); Manual de esclavos (La Paz, 1980); Mudanza de oficio (La Paz, 1983); Fosa común (Antología de la nueva poesía boliviana, La Paz,1985); Tratado sobre la superstición de los mortales (La Paz, 1987); Crítica de la pasión pura (La Paz, 1993); Diccionario herético ( La Paz, 1993 ) y Álbum de la nueva poesía chilena (La Paz, 1994). Director de Humus literario; Papel higiénico; Dador; El sueño de la razón; Tiro al aire; La torre de los locos. Fundador de Camarada Mauser. Sus poemas han sido traducidos a varios idiomas. Colabora en diversas publicaciones de Latinoamérica y Europa.


    ****************


    Confín del condenado
    Hazme volver a estas alturas
    Piedra cerrada en que agonizo y caigo
    Como un profeta desfigurado
    Ante una lámpara de aceite.
    He visto una botella rota en mi sangre
    Los avisos de neón y mis deseos de matar
    Inútil que llore en una callejuela
    Sin luna en que leer
    La desdicha que me agobia.
    En el alba
    Los perros orinan en tus esquinas
    Y yo / Adán desnudo
    Aúllo
    Con mi viejo sombrero
    Con mi cuerpo acuchillado
    Pelambre de tinta
    Nuca del deseo
    Yedra y ceniza en la estepa
    ¡Oh Rocinante!
    Tú / Que sobre la inmundicia
    Sabes más que los vivos



    Celebración de un infante
    Mi infancia era un humo azul
    Un punto ciego en el cuarto escarlata
    El mago Tou Fou acariciaba mis cabellos
    Mi padre cabalgaba sobre mi vieja cuna
    Como si estuviera fuera el mundo y su pesadumbre
    Mi madre medusa comía una naranja
    Su pálida tristeza me hundía en la gracia
    En esa espuma desconocida y áspera que sería mi destino

    Mi infancia era una selva de sombreros y falacias
    Querubín luciferino / Mí gloria era el infierno
    El esqueleto de un caballo
    Y ese hueco en la niebla donde una maldición tejía
    Ya el telón había caído sobre mi razón
    Y sólo tenía la certeza
    De haber sido echado del paraíso
    Entonces / Me desaté la lengua
    Me rompí un brazo
    Y me masturbé como un simio.



    Un santo de tu devoción
    Aún espero la noche
    Con una marca de sangre en la frente
    Y cuando la hora mas ardiente llegue hasta mi nuca
    Y aún cuando yo muerto entre las ratas
    Alabo tu hermosura / Reina de espadas
    Para que me ilumine tu belleza
    En este juego de amar y morir
    En la nada.



    Rapsodia para aves nocturnas
    Puerta de Ave-soul
    Abre tu ser y despierta
    Llévame al otro lado de estos muros
    Donde uno nace y acaba
    Donde uno está colgado del hilo de la razón
    Entre máscaras y coronas
    Ebrio y desamparado / Cual papel escrito y arrugado
    Puerta de Ave-soul
    Vida para morir
    Qué voy a hacer con este animal cansado
    Que se niega a la sumisión
    Que se niega a estar solo
    Que anda / bebe olvida
    Desnudo como está
    Muerto como está
    Tan semejante a ti y a mí



    Versión del padre

    Si sobrevivo aún
    Es por mi salvaje pereza
    Por tu fatiga deshilando los días
    ¿Acaso no fui tu pupila en el espejo?
    ¿Acaso no fui tu alucinado huésped?

    A veces, Padre mío
    En el centro de tu corazón navega
    Esta voz de ahogado
    Esta marca de bestia acorralada
    Feroz a medida que envejece
    Uniendo sus pedazos en tus entrañas
    Aullando en tus venas su raído cuerpo
    Sepultado entre la tierra y el cielo.

    A Gregorio Quino
    In memoriam



    Retrato de poeta I

    No cedas viejo poeta
    A la quejumbrosa visita de una lágrima
    Cuida tu maniquí de las moscas ebrias
    Cronista de sueños y desgracias
    No cedas viejo perro.






    Retrato de poeta II

    En tu isla / Viejo poeta
    Las palabras pasan por el cuchillo
    Así
    Es difícil llegar a la concavidad de las cuartillas
    A esa revelación que es muda tragedia
    Una furia de nostalgia y soledad
    En tu isla / Viejo poeta.






    La escritura es el eco de la maldición de estar vivos

    He habitado la destrucción y el éxtasis
    Poesía que no dice nada
    Poesía de piedra recóndita
    Poesía de un hueso sobre otro hueso
    Yo soy más que el olvido
    Lo mío / Lo que desciende en gusano
    Lo que desgarra y calla
    Es este ser y estar
    En esta y en la otra vida.


    A Martín Adan


    _________________



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    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





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    Mensaje por Maria Lua Dom 28 Abr 2024, 12:37

    Oscar Puky Gutiérrez, Bolivia



    Oscar “Puky” Gutiérrez nació en Bolivia en 1970. Es poeta, gestor cultural y editor de textos. Tiene siete libros publicados, entre ellos: 3 al hilo (junto a Alejandra Barbery y Alfredo Rodríguez, en 2003); Sobrevuelo en la ciudad de los anillos (con el que obtuvo el Premio Nacional de Literatura Santa Cruz de la Sierra, en 2007, el mismo que luego fue publicado con el nombre de Sobrevuelo 2.0 en 2008 (agotado y reeditado en 2011); Ciudades Interiores, con el que obtuvo el Premio 450 años de Fundación de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra y Bitácora del asombro, antología personal y la primera de sus publicaciones independientes, 2014. Su obra está incluida en diversas antologías.

    Ha participado en encuentros internacionales de poesía en Perú, México, Argentina, Uruguay, Colombia, Chile, Cuba y Venezuela. Algunos poemas suyos han sido traducidos al italiano y al catalán. Coordina “Poesía en la Calleja”, un exitoso proyecto, con nueve años de existencia, en la que se han compartido en espacios públicos, más de 2.600 poemas.



    ******************


    Credo urbano


    Creo en el poema padre todopoderoso
    y en el abecedario de silencios al que nos acerca.

    Creo en la primavera y otros milagros.

    Creo en los domingos
    en la pedagogía secreta de un abrazo
    sobre todo
    creo en el Ser Humano.

    Abandono las ciudades de la queja
    las urbanizaciones del espanto
    las catedrales de la melancolía.
    Dejo atrás el traje de la tristeza
    los zapatos del quebranto
    el maquillaje del desánimo
    las sonrisas de utilería.

    Vestido de indulgencias
    abandono el paraje de lo huraño
    el oprobio
    la angustia
    y la ceniza de los años.

    Ataviado de colores
    ensombrerado de cariños
    hoy
    simplemente vivo.
    …y la tristeza (esa perra hambrienta)
    y los famélicos roedores del invierno
    y los pálidos buitres del insomnio
    ésos
    que esperen sentados.

    Hoy no comerán de esta carne:

    He resucitado.








    Temporada de mariposas


    En esta habitación amplia
    amplísima
    que es mi Vida
    ha entrado
    como un rebaño del delirio
    una sutil procesión de leves mariposas
    y he quedado alunado de ternura
    (“¡ay, qué cursi escribes…!”)

    Pero ante tanta gentil danza
    ante tanto leve aleteo
    blanco
    amarillo
    blanco
    cómo no quedar asombrado y enternecido
    (beneficios colaterales de quienes estuvimos en el desierto).

    Por eso, tranquila, hermanita, tranquila
    yo también estuve allí
    sé de su horror espeso
    de su inacabada tristeza
    de sus cadalsos de arena
    de su “dolor sin sitio”.

    No será sencillo. No. Lo sé.

    Pero se puede.
    Se sale.
    Se termina.

    Y entonces (ya lo verás)
    cada escorpión habrá sido abismo redentor
    cicatriz necesaria
    batalla
    hallazgo
    Vida.

    El “sastre de las mariposas”
    los poetas
    y los pequeños príncipes lo saben:
    “¡siempre hay una fuente escondida!”

    Ningún desierto es en vano.







    Benedettiana millenial o el arte de elegir tus batallas


    No cuentes conmigo.
    Te lo digo en serio.
    “Ni hasta dos, ni hasta cinco”.
    No cuentes conmigo.

    Si es para odiar o marchitar o crucificar
    si es para apagar la escasa luz escasa
    si es para impedir el verano
    si es para domesticar la ternura
    te lo digo en serio:
    no cuentes conmigo.

    Si es para mancillar el precario jardín
    si es para secuestrar al colibrí
    si es para mutilar al jaguar
    (va en serio
    búscate otro
    no cuentes conmigo).

    Aprendí
    a punta de cicatrices e insomnio
    a amar este manicomio
    encariñado estoy con sus huéspedes
    y, como la muerte no admite sobornos
    apenas tengo tiempo para intentar el amor.

    Por eso, señoritos de la eterna menopausia
    soldados ad honorem del invierno
    no perdamos el tiempo
    porque si es para odiar
    no cuenten conmigo.

    P.D. (Opcional) “Namasté, motherfuckers”.








    Temazcal, útero y Pachamama




    Abrazo y bendigo
    minuciosamente
    el largo linaje de mujeres que me constituye
    y habita.

    Voy al encuentro de la abuelita
    de la abuelita
    de mi abuelita.
    Ya siento su olor lácteo
    su costumbre de frutas, horno, Mentisán y lavandería.

    Me inclino, reverente, ante todas ellas
    (parir perpetúa la Vida).
    Agradezco su magnífica audacia
    su dolorida veteranía
    su dar cosechas infinitas del abrazo.
    El pezón que mana.
    Todo lo que vivifica.

    Madres nutricias que aliñan el banquete de nuestra historia
    sacerdotisas del pan y las galletas
    guerreras de la olla, el fuego y el tacú.

    Pido perdón
    voces silenciadas
    bromeadas
    golpeadas usadas abusadas olvidadas

    disculpas
    solteras vírgenes casadas divorciadas abandonadas quebrantadas.

    Honro mi linaje de células benditamente femeninas
    les abro puertas ojos oídos y ventanas.

    Llueve sobre las Marías que llevo en mí.
    Acto bautismal
    gotas de la necesaria higiene
    dichosas lágrimas del buen amor.

    Ahora nos abraza el firmamento.
    Ellas soy yo.








    Turismo de vos


    Quizá comience visitando la plazuela de tu boca
    sus mutuas calles
    sus ocho esquinas
    su doble callejón rosado.

    Ascenderé luego
    sin prisas
    hasta el arenal de tus ojos
    y me demoraré inventariando
    una a una tus pestañas.

    Descenderé entonces
    por la doble vía de tu cuello
    hasta trepar a las altas torres de tu pecho
    visitaré sus mínimas catedrales
    y las sentiré erguirse
    como un par de promesas
    como un par de duendes
    como un par de tempestades
    como un par.

    En mi inexorable viaje hacia el sur
    me demoraré
    silente y minucioso
    en cada una de las siete calles que conducen a tu ombligo
    esa mínima rotonda
    ese círculo de fuego
    ese trémulo mandala
    ese sol en miniatura.

    A estas alturas (supongo)
    habrán ferias en tu plaza principal
    festividades del arroz con leche
    lluvias con sol
    mares de chilchi
    enjuagues de tímido vegetal.

    Deberé entonces averiguarlo
    por mí mismo
    es decir
    por mi boca.

    Deslizaré mi lengua
    lúbrica y descafeinada
    por entre los pliegues de tu centro
    desatando
    hábil serpiente
    desconocidas lluvias privadas.

    Degustaré el jugo de tu cántaro
    ese maracuyá angélico
    el cantar de los cantares
    ese tujuré bendito.

    Luego mi lengua
    ya ávida
    ya sabia
    ya cansada
    levantará testimonio de tus piernas
    de tus pies
    de tus dedos.

    Finalmente (tengo la certeza)
    terminaré tropezando
    cara a cara con tu alma
    mientras recorro
    los suburbios de tu cuerpo.







    Si la muerte es, como dicen, una puerta giratoria


    Entonces habrá que agradecer la brevedad compartida.
    Felicitarnos por la precariedad de los cuerpos
    por el game over, por la fecha de vencimiento.

    Es insobornable la cita con el misterio
    y cómicas nuestras maneras de intentar
    fracasosamente
    garantías de inmortalidad.

    Sólo así, los breves
    mi Abue, Puskas, Danáe
    y mis tías y yo y vos mismo
    nos volvemos sagrados:
    "ama rápido, me dijo el sol..."

    Esta obligación de morir otorga
    todo su brutal resplandor
    al estupendo milagro
    al imposible azar
    que es estar vivo.

    Somos mortales.
    Celebremos tan alta bendición.


    _________________



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    Mensaje por Maria Lua Dom 28 Abr 2024, 12:43

    Elvio Romero (Paraguay)


    Elvio Romero (Yegros, Departamento de Caazapá, Paraguay, 1 de diciembre de 1926 - Buenos Aires, Argentina, 19 de mayo de 2004), Fue un poeta y editor. Fue militante comunista, muy jóven se vió forzado a abandonar su país, Paraguay, al que no volvió. Libros publicados: Días roturados, 1948; Resoles áridos, 1950; Despiertan las fogatas, 1953; El sol bajo las raíces, 1956; De cara al corazón, 1961; Esta guitarra dura, 1961; Libro de la migración, 1966; Un relámpago herido, 1967; Los innombrables, 1970; Destierro y atardecer, 1975; El viejo fuego, 1977; Los valles imaginarios, 1984; Flechas en un arco tendido, 1994; De cara al corazón, 1995; Contra la vida quieta, 2003; Cantar de caminante, 2004.



    ******************


    Fiesta



    Y ASI te pasarías
    la vida,
    tibia carne adorada.

    Danzando,
    empapada de lluvias,
    los cabellos pegados a la piel,
    joya desengarzada, aroma y rosa
    sobre un campo de hortensias y jazmines.

    Cantando,
    arrebatada, risa
    y ofrenda clara, elástica y hermosa,
    los labios frescos en la noche, agitando
    el ansia de las guitarras, tentadora
    música montaraz, vivaz y airosa, dulce
    codicia de forasteros,
    blusa de encaje y flores sobre el hombro desnudo,
    llenando el patio abierto de canciones.

    Así te pasarías,
    en el canto y la danza
    y asombrado a los caminantes,
    hija del fuego, del aire, de las tardes,
    visita inesperada, brisa prometedora
    de ardor y adivinanzas, apartando
    y abriendo las cortinas de las ventanas, viento
    marcando el calendario del amor en la aurora.

    Así te pasarías,
    tibia carne dorada.



    De Un relámpago herido, 1967






    Al amor un nombre



    Quizá porque en ti se asombran
    las cosas, voy reinventando
    un nuevo nombre a las cosas.

    Quizá por eso buscamos
    signarle un color distinto
    a todo cuanto abrazamos.

    Al amor un nombre. Al árbol
    que nos cobija. Al silencio
    que se reduce en tus brazos.

    Quizá empezaran contigo
    a renovarse las hojas
    con que me abrigo y te abrigo.

    Y a reinventarse el lucero
    ese brillo enamorado
    del bosque de tus cabellos.

    ¿Todo es hoy? ¿Hubo pasado?
    ¿Alguna huella de un beso
    que su sello haya dejado?

    ¿Acaso no haya memoria
    de aquel rostro, aquellos ojos,
    de otros nombres y otras sombras?

    ¿Contigo el futuro empieza?
    ¿Contigo el pasado muere?
    ¿Contigo el presente sueña?

    Quizá porque todo ahora
    contigo canta, debiera
    reinventarme cada cosa.

    O porque viejos recuerdos
    de los ojos se me borran.







    Así es ella, me dije...



    Así es ella, me dije; es la alegría
    remota y honda que de pronto llega
    a despejar el nudo que se debe
    desanudar en la penumbra inquieta.

    Noche y albor, me dije,
    todo llegó a mi corazón por ella;
    llegó el sabor oculto del deseo,
    el presagio de ardor que en mí resuena.

    Es mi cuerpo, me dije,
    reconociendo su esplendor en ella,
    el bosque entero de mi sangre, el pulso
    y el latido secreto de su fuerza.

    La imagen que conservo
    de las verdes raíces de mi tierra;
    ella es el tiempo mío, el del verano
    en el regazo inmóvil de la siesta.

    Así mismo, me dije,
    es su fulgor herido en la belleza,
    ella es el largo trecho recorrido
    surtiéndose de entraña y sementera.

    Así mismo, me dije,
    callado abrigo que abrigó mis huellas,
    el justo sueño que escogí en la lucha,
    la libertad por la que canto es ella!






    Cabellos


    Nocturno enmadejado en los destellos
    de sueltas ondas y esquivez ligera;
    casi fluvial, dormida enredadera,
    la espuma boreal de tus cabellos.

    Bosques de ríos conservando en ellos
    frescor de amaneceres bosque afuera,
    ramaje desmembrado en la ribera
    de luna llena de tus hombros bellos.

    Región undosa que la luz levanta,
    borrasca desceñida en tu garganta
    color mazorca virgen de maíz.

    Nubladas hebras, sombra en movimiento,
    rumor sobrecogido que en el viento
    fuera a buscar de pronto otro país.





    De De cara al corazón, 1961




    Así nos completamos



    Al comienzo el amor, buena muchacha,
    al comienzo el amor, las soledades
    y las noches doradas.

    Al comienzo el amor. Y adivinabas
    que el pecho que nutría tus anhelos
    te invitaba a su marcha.

    Te trajo aquí el amor. Y nuestras ramas
    buscaron conseguir pronto la altura,
    pronto una tierra honrada.

    Bastó mirar alrededor. Y el alba
    entró resuelta a gobernar el fuego
    tibio de nuestras ansias.

    Te trajo aquí el amor. Y ya la casa
    del amor se inundaba con los sueños
    de libertad, amada.

    Levantaste los tajos. Te surcaba
    la misma chispa con que yo encendía
    la mecha de mis lámparas.

    Ya no hubo entonces soledad; ya nada
    pudo turbar esa quietud profunda
    que vive en tus palabras.

    Y hallaste lo que es hoy tu nueva patria:
    el sueño justo, el pretender sin tregua
    una firme esperanza.

    Así emprendemos ya, juntos, la marcha.
    Y nada es duro entre los dos, por dura
    que sea la batalla.

    Por triste y dura, pues la vida traza
    para los dos una fragante ruta
    radiante y fecundada.

    Así nos completamos. Somos altas
    simientes injertando otras simientes,
    otro sol, otras caras.

    Al comienzo el amor, buena muchacha,
    para lograr después, palpando el día,
    la libertad mañana!





    De Días roturados, 1949




    Canto en el sur



    Esta noche, en el Sur,
    me he mirado en tus ojos.

    Soy como tú,
    de piel morena, oscura, oscura,
    con estrellas heridas por adentro
    y por fuera sudor, cáscara ruda.

    Tengo la sangre hirviendo
    como un sinuoso trueno derramado;
    tengo las manos ásperas
    como herramientas duras y soleadas;
    tengo los ojos lúbricos
    como lúbricas raíces.

    Esta noche, en el Sur,
    me he mirado en tus ojos.

    Te vi ayer en el Norte;
    vi en el Norte lo mismo, el mismo
    y primario dolor sobre los cuerpos,
    el aguardiente galopando a sorbos
    y lo demás lo mismo: el mismo
    brazo sudando a contraluz sangrienta,
    el mayoral que brama entre los árboles,
    los mismos ojos sin calor, la misma
    temblorosa epilepsia del sudor,
    los mismos exprimidos, los mismos coronados!

    Esta noche, en el Sur,
    me he mirado en tus ojos.

    Soy como tú,
    la misma turbulencia contra el mismo espejismo,
    idéntico remanso bajo la misma noche.

    Conservo el sortilegio
    de estas zonas arbóreas que me cercan.
    Tengo la risa ronca
    y estas anchas tristezas.

    De piel morena, oscura,
    pisando en el calor exasperado.



    De Destierro y atardecer, 1975




    Sino


    Nada es lo mismo ya, ni lo será mañana;
    apenas la constancia dará el signo que guíe
    el día por venir. Y el ahínco de la memoria fiel
    que reconstruya y clasifique lo que ya es quemadura
    y senda pedregosa desde ahora, desde el instante
    en que una lluvia oscura
    sopló con un sonido bárbaro en nuestra vida.

    Y lo sabemos todos. Nada
    será ya igual ni semejante al rostro del pasado;
    ni nuestro amor, vacío de sostén, ni la mano
    de los amigos. No habrá ese ruido
    de persianas que bajen impidiendo al verano
    su intromisión inevitable. Habrá cambiado
    el ritmo de la sangre; otras palabras
    pondrán sobre el oído su distinta eufonía.

    No, no; ya no será la misma
    la manera de andar, la introspección al modo
    de la quietud ceñida de las horas. Se notará por siempre
    en nuestro rostro un viaje
    y un aire retraído de máscara olvidada.
    Y al no tener el mismo amor, la misma
    mano de los amigos,
    el ser de aquí o de allá se borrará sin pausa
    en una helada comunión con raíces espurias.


    _________________



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    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
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    Mensaje por Maria Lua Dom 28 Abr 2024, 12:46

    Gregorio Gómez (Paraguay)


    Gregorio Gómez nació Guasu Kora, Villeta, Paraguay el 7 de marzo de 1938. Poeta, educador popular, investigador de la cultura guaraní. Coordinador Ejecutivo de Tierra viva, ONG que apoya la recuperación territorial del Pueblo Enchet, en el Chaco paraguayo. Asesor del Ministerio de Educación y Cultura para la elaboración de textos escolares para niños en lengua indígena. Poeta en lengua guaraní, varias obras suyas, después del fin de la dictadura militar, están incluidas igualmente en textos escolares, publicados por el Ministerio de Educación y cultura, e igualmente por Editoriales privadas que producen textos escolares. Una serie de artículos referidos a la cultura, y la lengua de los Paî Tavyterâ (nación guaranítica de la región oriental del Paraguay) fue publicada, igualmente, durante los últimos dos años, en el Suplemento cultural del diario Última Hora, de circulación nacional. Un poemario en guarani paî, guaraní paraguayo y castellano, conteniendo además datos etnográficos, lingüísticos y culturales sobre la nación Paî Tavyterâ, será publicado en abril de 2007. Al decir suyo: “Mis poemas, en su mayoría, son el resultado de algunas reflexiones colectivas, o en todo caso, el rescate de expresiones, conceptos o criterios grupales. Resulta fácil comprobar que no hubiera podido escribir Ñe’ê… (verbo) Y yo también tenía… Angekói kokue rapére… (Inquietud campesina) si no hubiera compartido la vida, la vivencia, la reflexión, la visión y el pensamiento de las comunidades y asentamientos, indígenas y campesinos, de la cordillera del Amambay y los norteños departamentos de San Pedro y Concepción… Sintiéndome en el ojo de una tormenta de injusticias e injustas desigualdades, nunca pude creer en la "neutralidad". Me repugna la postura neutral ante situaciones en que entran en juego la suerte de los oprimidos por un lado y de los opresores por el otro. La "postura neutral" ante situaciones en que colisionan los intereses de los desprotegidos por una parte y de los poderosos por la otra, se emparenta con la falsa moral y equivale, en todo caso, a una falta de entereza. Sin duda, buena parte de mi poesía referida al sector campesino criollo está tocada por esta línea de pensamiento. La otra parte, la que se nutre de la sabiduría, de la cosmovisión Paî Tavyterâ, conlleva conceptos más universales. En cualquiera de los casos, la intención, explícita o subyacente en todas mis poesías es tomar partido, es optar por la defensa del sector menos favorecido, al cual, indudablemente, pertenecen mi familia y mi clase.




    *********


    QUIÉNES SOMOS CADA QUIÉN
    ¿Quiénes somos cada quién?
    de pronto nos preguntamos
    y en las entrañas hurgamos
    acuciosos por saber
    entonces suele arder
    una inquietud punzante
    un sentimiento ferviente,
    innominado, a correr.

    Cada cual somos por cierto
    lo que somos íntimamente
    sin ser tal precisamente
    lo que pretendemos ser.
    Si bien, podemos bien ser
    aquel que nos propusimos
    pero lo que hoy fungimos
    es en esencia nuestro ser.

    Aquel que venimos siendo
    desde antes, desde siempre
    por voluntad o inconsciente
    es lo que somos al fin
    y no lo que desde ayer
    o que mañana digamos
    "tal quiero ser" y seamos
    por más que queramos ser.

    Bien podemos ser también
    lo que otros dicen que somos
    cuando repiten en coro
    que somos un tal o cuál
    aunque no sea cabal
    y más si lo rechazamos
    cuando tal aparentamos
    terminamos siendo el tal.

    Lo ideal es proyectar
    lo que somos en esencia
    y no le ponga la apetencia
    un disfraz a nuestro ser
    si es dudoso tener
    un ideal de buen tono
    es mejor ser como somos
    aunque no queramos ser.

    Y por más que sea mejor
    o como ninguno tan bueno
    nosotros tal cual nos vemos
    por sí, llegamos a ser
    fuera de tal proceder
    seríamos quien no somos
    o no seríamos quien somos
    ni empeñándonos por ser.

    Al iniciar nuestra vida
    a este mundo al llegar
    al ver el rayo solar
    el frágil cuerpo naciente
    entonces ya, sutilmente
    se vislumbra como llama
    lo que seremos mañana
    lo que seremos ya siempre.

    Pero allí no termina
    allí apenas comienza
    y es condición de esencia
    cierto trecho caminar
    para poder terminar
    de construirnos andando
    con nuestras manos plasmando
    lo que habremos de ser.

    Es de rigor recordar
    que solos no nos hacemos
    que a nuestro entorno debemos
    gran parte de nuestro ser
    porque nos incita a correr
    hacia el bien, hacia el mal
    pero el producto final
    de uno va a depender.

    Preciso es llegar a ser
    aquello que perseguimos
    porque si no conseguimos
    alcanzar ese ideal:
    vivimos un drama tal
    en pos del "yo" verdadero
    de cuyo encuentro certero
    surge nuestro "yo" esencial.



    Y YO TAMBIÉN TENÍA
    Igual que tú- amigo mío
    e igual que aquel amigo tuyo
    igual que tú igual que otros
    yo era igual, un tiempo amigo.

    Y como tú lo tienes, yo tenía lo mío
    tenía mi rancho y mi tierra tenía;
    con los verdes cultivos y doradas espigas,
    de los cuales los míos y los otros comían.

    Y las frutas maduras que ofrecían aroma
    como si fuesen agua de una tinaja nueva
    que además del perfume que alimentaba el alma
    fortalecían el cuerpo con sus doradas pulpas.

    Y allí yo trabajaba y trabajaba ella
    y trabajaban todos pues todos conocían
    y comprendían todos que era un absurdo loco
    y un egoísmo neto, el pretender ser solo.

    Allí tenía sueños- reales y posibles
    esperanzado anhelo con mezcla de utopía
    y así como el amor se concebía en obras
    en la palabra hueca jamás nadie creía.

    Animalitos lindos en nuestro hogar vivían
    en permanente brindis de utilidad y encanto
    y casi casi eran de la familia miembros
    inagotable fuente del alimento santo.

    Allí tenía mucho tal vez no era todo
    pero existía vida y en pleno se sentía
    mas, para medir lo bello, lo grande o lo pequeño
    para medir la vida, se usaba otra medida.

    Y aunque tú no lo creas todo aquello tenía
    y aunque me ves ahora despojado y hambriento
    y aunque me veas luego desnudo ya en el viento
    yo te confieso amigo, hasta orgullo tenía.

    Era un orgullo sano, imprescindible orgullo
    de eso que uno siente cuando se siente hermano
    de los que el alma nutren del ideal supremo
    de construir unidos, un mundo más humano.

    Y luego fue el despojo; así, crudo despojo
    y ya la tierra mía la chacra y hasta el rancho
    quedaron a la vera del caminito rojo
    ahogados por las penas y yuyos del martirio.

    Y cuáles los motivos? Se asoma la pregunta;
    es la pregunta tonta cien veces repetida.
    ¿Acaso no aprendimos de que el amor vivido
    por siempre ha repelido la sociedad podrida?

    No sólo fue la tierra, ni la chacra, ni el rancho
    los más caros anhelos con ellos se enterraron
    allí se ha matado lo más bello y sagrado
    la fraternal vivencia, allí descuartizaron.

    ¿Y ahora...?, ¿ya todo ha terminado?
    acaso aquella vida de entrega y sacrificio
    la afirmación perenne de que el amor se vive;
    ¿se puede todo aquello borrar de un manotazo?

    ¡Jamás! Es esa la respuesta.
    No aceptaremos nunca que amar es prohibido
    ni creeremos nunca en la palabra hueca:
    caminaremos siempre hacia el Amor Vivido.






    _________________



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    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





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    Mensaje por Maria Lua Dom 28 Abr 2024, 12:48


    Alba Eiragi (Paraguay-Nación Guaraní)


    Alba Eiragi nació en Paraguay. Pertenece a la comunidad avá guaraní. Es poeta, traductora de materiales educativos de la lengua guaraní al español, docente y activista cultural. Pertenece igualmente a la Sociedad de Escritores del Paraguay (SEP), siendo la primera mujer indígena que forma parte de esa asociación. Publicó recientemente su primer libro, un poemario en guaraní titulado "Ñe'ê yvoty. Ñe'ê poty" ("Flor de la palabra. Palabra en flor").

    Sobre su poemario "Ñe'ê yvoty. Ñe'ê poty", El cineasta Marcos Ybañez señaló que se trata de "una poesía muy profunda que nace de una espiritualidad de un pueblo que se resiste a morir tras una colonización de 500 años". "Son palabras que nacen del alma de una mujer poeta indígena que se alza contra esa exclusión histórica", dijo Ybañez.

    Ha producido varios documentales y participa en "Nación Guaraní", documental que denuncia el descalabro social y cultural sufrido por esa gran comunidad. Ha trabajado también con niños y niñas indígenas en situación de calle. Es responsable y coordinadora del proyecto "Cosmovisiones Indígenas e innovaciones educativas" con los pueblos mbya guaraní y ava guaraní de Canindeyú (norte) y Caaguazú (centro), y fue organizadora del Primer Congreso de Comunicadores Indígenas.




    *******************

    LA DIOSA DE LA BELLEZA–MUJER DE LA SELVA,
    ES LA MUJER INDÍGENA


    Yo soy la diosa de la belleza,
    Nuestra lengua es nuestra vida.
    Yo soy la fruta silvestre.
    La verde selva me pertenece.
    Me pertenece mi canto.
    Las aves trinan y cantan.
    Las flores y las frutas me fortalecen.
    La gran cigarra saluda el día con su vigoroso canto.
    La mujer selvática es fuerte,
    Su esencia es pura, su mirada es luz tenue de la luna.
    Nuestro canto y nuestra danza se nutren de nuestra lengua.
    La mujer fue hecha de frutas y flores.
    Su voz es panal de miel sabrosa,
    Su sonrisa arrulla y con su amor
    Engendra vida en el universo.





    LA TRISTEZA Y EL CANSANCIO–
    MUJER Y VIDA


    Lentamente el cansancio abandona mi cuerpo.
    El cansancio de ayer quedó atrás.
    Nada más férreo que mi idioma, mi canto y mi danza, mi cultura.
    Es noble mi corazón, me siento viva.
    Y qué diré el día cuando
    mi vida vaya muriendo,
    borrándose lentamente.
    Siento que mi arcilla se vuelve cenizas,
    mi lengua, mi alma vuelan cual aves.
    Las nubes dibujan unas flores,
    llevando mi aliento suave hasta la orilla del bosque.
    Se acompañan mi lengua y mi canto,
    y emprenden cual pájaros hacia mi pueblo ancestral.



    MUJER DE FLORECIDAS PALABRAS–MUJER INDÍGENA
    SUS PALABRAS SON FLORES


    Son florecidas las palabras de la mujer
    su rostro es una flor,
    su nombre es una flor,
    su voz, su semblante y su nombre
    son una vida inmaculada.
    Colmada de fragancia están
    su alma impoluta, su tierna vida.
    La mujer es dueña del canto,
    es nuestra verdadera madre.
    Ella nos engendró.
    La mujer es un jardín, de ahí su integridad.



    Te lo suplico – Mujer Indígena


    Sonríeme cuando estás a mi lado.
    Háblame, que tus palabras y cariño impoluto me alegran, mujer de alma floreciente.
    Mírame para sentir tu amor.
    Te lo suplico, ven, acércate para contemplar tu mirada, para escuchar tu risa.
    Así abrazaré tu belleza de florecida mujer.
    Déjame amarte, del mismo modo que te aman las estrellas,
    entonces podré verte en mi sueño como despierto.
    Me entregaré a tu belleza
    mujer de alma virtuosa.
    ¿Será que puedes amarme?



    Imposible– La Abuela Indígena


    Sería injusto que me olvide de ti, mujer floreciente.
    Tus blancos cabellos, oh mi amada abuela.
    Imposible olvidarme de tus palabras almas,
    ojalá pudiera redimir el pasado
    cuando cerca de ti vivía,
    que nunca me dejes,
    llevarás contigo tu sabiduría
    y me quedaré sola en silencio,
    iluminas mi camino cual estrella,
    descubro tu sendero y lo transito,
    tus sabios consejos viven en mí,
    en el seno de tu poderosa cultura hemos crecido,
    tu rostro, es una inmensa alegría,
    tu vida, un jardín infinito,
    tus palabras, puras mieles sabrosas, me despiertan,
    tu cariño me colma de vida plena,
    oh mi colosal abuela, esta poesía nació en tu nombre.




    _________________



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    Mensaje por Maria Lua Dom 28 Abr 2024, 12:51



    Feliciano Acosta (Nación Guaraní, Paraguay)




    Poeta, docente e investigador, nació en Concepción, Paraguay, en 1943. Se graduó como Licenciado en Lengua Guaraní en la Universidad Nacional de Asunción y trabajó como docente, en instituciones de secundario y universitarias. También ha sido investigador sobre la literatura guaraní, en algunas ocasiones junto con Natalia de Canese y Tadeo Zarratea. Miembro de número de la Academia de la Lengua Guaraní, fue presidente de la Sociedad de Escritores del Paraguay.

    Algunos de sus libros de poesía son: Ñe’ẽ ryrýi, 1983; Mua sa vera, 1996; Pyambu, 1999; Mombyryete mombyry, 2006; Ñe’ẽ ryrýi ryryive, 2008; y Pyhare mboyve, 2016. Publicó también libros para la enseñanza de la lengua y la literatura guaraní, como: Ñe’ẽpoty aty. Voces de poetas en guaraní, 2005; y Guarani ñe’ẽporã. Literatura Guaraní, 2011. Fue elegido Profesor de Guaraní del Año 1993, por el Ministerio de Educación y Cultura de Paraguay, y Personaje del Año 1994, por la revista Cartelera y el Semanario La Opinión.



    ************


    Búsqueda


    Deambulo buscando
    esa tierra
    ¿Dónde estará?

    Hurgo en el fondo
    del río
    haber si la encuentro.

    En el chisporroteo de la luz de la
    luciérnaga
    me agazapo también
    para seguir buscándola,
    y no la encuentro.

    En el temblor
    del aleteo de la perdiz me sumergí
    para buscarla.

    El sol cae implacable sobre mí,
    y la busco
    y la sigo buscando
    y jamás la encontré.

    Los cantos rodados trisan mi piel,
    mis pies sangran a borbotones.

    Dónde estará
    esa tierra,
    la tierra sin mal.
    ¿Será que la niebla
    la cubre?



    Se quema la orilla del viento


    Escarlata se ha vuelto
    la orilla del viento,
    se quema el viento y arde.

    Con su tórrida lengua
    lame la hierba
    y la inflama.

    Arruga
    los árboles del bosque
    y los enciende a su paso.

    Arden el viento,
    las hierbas y
    el monte.

    Mi tierra se incendia
    y su gemido
    se levanta en humo.

    Se calcina,
    más
    y más
    mi tierra.



    Son de takuara



    La mujer mbya
    oteó donde estaba
    su rancho,
    convidó a las mujeres
    a la última danza.
    Lenta, lentamente,
    muy lentamente las mujeres
    comenzaron la danza
    y al rato los adornos de sus piernas
    se volvieron pesados, muy pesados.
    Se oyó el son triste
    de las tacuaras
    y calló de repente.
    Las mujeres
    con la noche en los hombros,
    los niños, los hombres
    salieron en fila
    buscando la tierra, el monte
    donde habitar,
    caminando, caminando van
    llevando la danza en los pies
    y su lengua en la boca,
    en su alma.



    Te esperaré



    Te esperaré en esta esquina
    en el viento frío,
    bajo la llovizna,
    bajo esta mojada noche.

    Aunque se empapen mis cabellos
    bajo la felpa de la
    bruma.

    Aunque tirite
    donde el vaho del viento
    limpia la llovizna.

    Aunque no amaine
    este tiempo frío,
    este intenso tiempo frío.

    Te esperaré, te esperaré
    en esta esquina
    hasta que deje de sentir
    el latido de la tierra.



    Lluvia silenciosa


    Llueve mansamente.
    Se adensa mi entorno.
    No percibo la luz.
    Se adensa mi entorno.

    Nadie sabe,
    nadie ve
    la pena
    que llevo en el alma.
    Se agudizan, se adensan
    soledad y ausencia.

    La lluvia golpea
    suavemente la entrada
    y de repente...
    se entreabre la puerta.
    y con la lluvia llega,
    entra la que vuelve
    de una larga ausencia.

    Me abraza.
    y bailan alocadamente sus ojos
    delante de mis ojos.
    Sus labios cercanos, cada vez más cercanos,
    me ahoga el aliento.



    El tiempo pasa


    La gota de lluvia
    penetra por la ventana,
    cae y se deshace en la sala.
    Cierro la ventana
    y a través del cristal
    veo pasar el tiempo.
    El hilo de la lluvia cae
    y va pasando.
    El viento
    trae una arrugada hoja seca
    que cuelga en la ventana.
    Veo parar el tiempo.
    Retrocedo,
    miro el cristal de la ventana
    y veo mi rostro.
    Veo pasar el tiempo
    muy de prisa.



    Aquella tarde



    Aquella tarde cuando veíamos
    nuestras antiguas fotografías,
    muy antiguas, recuerdo,
    nos pasábamos uno a otro
    y veíamos en ellos
    la imagen de nuestras vidas,
    nuestra sonrisa y alegría renacieron
    con nuestros retratos.
    De repente te miré
    y parecía que con tus ojos me decías
    que ya han pasado muchas tardes,
    desteñidas algunas, en nuestras vidas.
    Te erguiste de repente y fuiste
    llevando en tus espaldas
    los borrosos recuerdos,
    y yo quedé sintiendo
    una aguda congoja
    que me latía en el alma.



    _________________



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    Mensaje por Maria Lua Lun 29 Abr 2024, 20:19


    José Luis Ayala (Perú)




    José Luis Ayala nació en Puno, Perú, el 24 de septiembre de 1942. Pertenece a la nación Aymara. Poeta, escritor, periodista y promotor de la cultura Aymara. Estudió en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y en la Ecole Practique des Hautes Etudes de Paris. Se ha desempeñado como periodista, maestro y literato; Ha publicado entre otras obras: Celebración del universo (1976); Pachamama (1986); Carta de residencia (1987); Lupigramas y Solemas (1990); El cholo Vallejo (1994); Sinfonía al señor de Sipán (1994); El poeta en Tlatelolco (1998); El puma plateado (1998); Carlos Oquendo de Amat (1998); Ojos de vicuña (1999); Eternidad de Manuelita Sáenz (2001); Cábala para inmigrantes (2003); Tiempo al tiempo sideral (2004); Celebración cósmica de Rita Puma (2005); Tanto y después de todo (2005); Papel de viento; lo han matado (2005); Wancho Lima (2005), Morir en Ilave (2005); El presidente Carlos Condorena Yujra (2006); El libertador entre el amor y la guerra (2007). En 1990 recibió el Primer Premio de Poesía e Identidad Nacional, César Vallejo, otorgado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología CONCYTEC, Lima. También ha merecido los premios: Primer Premio Poesía Sur Peruana (1967), Primer Premio de Literatura Popular (1990), Premio Internacional de Poesía, DIP, Paris (1964). Ha escrito poesía infantil, poesía bilingüe aymara - español, narración y ensayo; ha escrito poesía suscrita dentro de la vanguardia.


    **********************


    Pirumarkajan Jalluw Purinti


    Pirü markajan jallusinki, chuymajan juq’iw juq’iski.
    Jaya markajan nayparus jallxataraki
    llink’i tarkupxaru purxataki
    ch’akanakajaru jachayañkam illapranti.
    Amirika markajar jallxataraki
    wawa kankañajan qhiri nakhtayataru
    thayaw phusi janchinakapsa t’urthapiñ muni.
    Ayllunakxarusa jallxataraki
    jachampi kuska ch’amaka salturu jalantäna.
    Jalluxa pacha mamarux jan t’akatasawa purinti.
    Uka wiñaya jalluxa
    janipuniwa wilachata Pirün ajanupa chhaqaykaspati.





    Llueve en el Perú

    Llueve en el Perú y mi corazón humea.
    Llueve en los ojos de país ausente
    sobre sus hombros de arcilla
    y mis huesos crujen de nostalgia.
    Llueve en América
    en mi infancia y en fogones de niños
    que el viento quisiera descarnarlos.
    Llueve en lejanas comunidades
    donde mi llanto rodó a los precipicios.
    Llueve y no cesa de llover en la pacha mama.
    Pero esa lluvia infinita
    jamás borrará el rostro ensangrentado del Perú.

    Pacha mama: En aymara significa madre tierra.






    Viento que regresa


    Madre, estoy pensando en ti
    y en nuestra casa.
    Soy el viento que regresa
    con la brisa fresca de la mañana.
    Los pesados maderos de la vida
    que con dolor llevo
    cada día me pesan mucho más.
    ¿Qué ha sido del horno
    en que hacías pan
    para mis siete hermanos menores?
    ¿Por qué de pronto los verbos empobrecen
    y las palabras no nombran
    lo que quiere decir mi poesía?
    Pero volveré, madre mía,
    para enterrar con mi muerte
    todo lo que has sufrido.
    La tarde que llueva en el altiplano,
    en el antiguo horno, en Huancané
    y enciendas el fogón para quemar
    tu andina y cósmica tristeza.






    Me niego a mentir


    Me niego a mentir antes del desayuno
    para que mi conciencia esté siempre tranquila
    no callaré cuando una persona sufra más que yo
    y nadie acuda para decirle que no está sola
    no enmudeceré en medio de la sórdida contienda
    ni daré la espalda a nadie cuando más me necesite
    me negaré a mentir después de las comidas
    cuando sepa de alguien que no tiene nada
    y agonice sin que tenga un vaso de agua
    me negaré a mentir tantas veces sea necesario
    diré que es imposible cambiar el testimonio que doy
    no aceptaré la fetidez y lenguaje de mercaderes
    diré más bien que a nadie se le prohíba ser feliz
    se le niegue un lugar donde apoyar el corazón
    una mesa capaz de soportar el peso de su tristeza
    un lugar para enterrar su prematura agonía
    y volveré a negarme mentir en el cadalso
    todo para que los futuros poetas sean libres
    se revisen las sentencias a inocentes encarcelados
    regresen de la muerte los asesinados niños
    no importa si me sacan los ojos cortan los brazos
    para que nunca más escriba la palabra libertad
    poco interesa si queman mi torturado cuerpo
    y amenazan con borrar para siempre
    mi nombre de las antologías


    _________________



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    Mensaje por Maria Lua Lun 29 Abr 2024, 20:23

    Dida Aguirre (Perú, Nación Quechua)




    Dida Aguirre Nació en Perú en 1953. Poeta aborigen perteneciente a la Nación Quechua. Sus libros publicados en quechua y español son: Arcilla, 1989; Jaawi, 1999, libro ganador del primer premio, en el Segundo Premio de poesía en Lengua Quechua organizado por la Universidad Nacional Federico Villarreal. Actualmente trabaja como profesora en la Universidad Daniel Alcides Carrión en su país.
    Acerca de su percepción poética, afirma: “La función de mi poesía en esta era, no puede ser el arte por el arte, su función es dejar testimonio de la época, es transmitir y dejar escrito que con el idioma quechua se puede hacer poesía, digo, porque hay escritores que plantean que el idioma quechua es muy pobre y que no puede crear una literatura universal, el idioma quechua es uno de los idiomas más fraternos, José María Arguedas lo demostró.
    Agrega: “...Las fuerzas de la naturaleza se personifican en los hechos de tal manera que los mitos y creencias han delineado la vida más antes que ahora, han dado sentido de vivir, donde la literatura no es adorno ni acompañamiento de cultura, sino la vida misma. De pronto cuando somos separados de nuestros quereres (nuestras tierras, lagos, ríos etc) y estamos solos, huérfanos, forasteros en nuestro país, cunde el desarraigo. Entonces ocurre lo que Arguedas llamaba el sentimiento cósmico de la soledad”.


    *****************



    Jarawi


    ¿Acaso
    Polvo de los muertos
    he masticado
    para
    que
    mis labios estén sellados
    en
    silencio de muerte?

    Mis ojos de paloma
    urgen vivir
    aquí en la muerte
    en el fuego de roca
    en el incendio del mundo
    y en mi árido corazón

    ¡Ay!
    Estoy tapiando tierra negra
    a mis pies de barro
    a mis manos de agua

    ¡Lluvia llega ya!
    ¡sol alumbra ya!
    Todos mis huesos
    están temblando
    y
    mi corazón seco
    se está derramando
    en el arroyito
    quebrada de alisos

    ¡Ay!
    Sangre de mis venas
    Ancestrales jintiles
    antiquísimo Dios

    Mírame ya!
    vivir ahora ya no es vida
    el
    hediondo puquial
    está borbotando
    en este doliente,
    ciego y sordo cosmos

    tal vez
    ya soy arcilla de muertos
    ¡madre mía, padre mío!
    ya no soy de esta vida

    solo mi jarawi
    se está escuchando
    desde esta tierra y del otro mundo
    para
    despertar de nuestro letargo.







    Jilguero


    Ichu
    crecido
    desde las cañas bravas
    no
    me hagas llorar no,
    desde
    tus ropas como matorrales secos

    el
    jilguero lucero de la
    mañana
    solito
    está cantándonos

    con sus
    alitas
    desgajadas, en colgajos
    como
    el más pobrecito
    de los hombres

    con su piquito
    desfallecido y hambriento

    y con sus
    alitas a punto de volar
    al
    río zorro
    al río de sangre.







    En la tierra de candela


    Es mi cabeza
    plomo puro

    mis ojos
    brasas ardientes
    gusanito
    de
    candela fría
    en
    tu fuego helado
    me cuajara
    con
    estas llamas
    habitado en mi corazón
    hojitas de capulí
    ¡ay si tus hojitas
    yo
    fuera!
    en este
    holocausto del
    mundo
    yo que
    en el nudo
    de esta tierra
    estoy
    enraizada.





    Río zonzo


    Tú, que por quebradas y pampas
    navegas
    con tus piececitos desnudos,

    con los manantiales
    y la lluvia
    a flor de piel

    solito
    te asomas
    desde los rincones oscuros
    con nuestras
    lágrimas viriles
    de la mano,

    mosca azul, ojos de oro
    túque vas oliendo la muerte
    con el Upa Mayu
    vas
    caminando de pueblo en pueblo

    nuestro nombre
    y nuestras huellas
    en el hervor del río
    levantando,

    por eso
    inmensamente te remontas
    con todos los ríos
    gritando,
    a ti
    que te dicen Upa Mayu.







    Plegaria


    Wamani
    padre mío, desde las calaveras
    y los huesos
    yacentes
    de tu falda
    (ofrenda vivificante
    de los profanos)

    estoy
    arañando
    la
    tierra caliente de tu corazón,
    para cobijarme
    en las tormentas y relámpagos
    y
    en el cobre mismo
    de tu piel.

    Wamani
    Padre mío,
    necesito ahora
    la unidad de tu viento,
    lluvia
    y
    tus manos de puquial
    en el fuego
    crepitante
    del horno
    de mi corazón
    cerca
    muy cerca
    a tus ojos de tierra


    _________________



    POETAS LATINOAMERICANOS  - Página 3 Marialuaf


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





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    Mensaje por Maria Lua Miér 01 Mayo 2024, 21:58



    Antonio Cisneros (Perú)



    Antonio Cisneros (Lima, Perú, 27 de diciembre de 1942 - Lima, 6 de octubre de 2012) Publicó entre otros, los libros de poemas Destierro, David, Comentarios reales, Canto ceremonial contra un oso hormiguero, Agua que no has de beber, Como higuera en un campo de golf, Crónica del Niño Jesús de Chilca y El libro de Dios y de los húngaros. Ha recibido los premios Casa de las Américas y Rubén Darío. Ha dirigido las publicaciones Amaru, Cuadernos, Marka y el suplemento Caballo Rojo; Propios como ajenos (1989)(1991)(2007); Drácula de Bram Stoker y otros poemas (1991); Las inmensas preguntas celestes (1992); Poesía reunida (1996); Postales Para Lima (1991); Poesía (3 volúmenes) (2001); Comentarios reales (2003); Como un carbón prendido entre la niebla (2007); Un Crucero a las Islas Galápagos (2005)(2007); A cada quien su animal (2008); El caballo sin libertador (2009).

    Recibió los premios: Premios: Premio Nacional de Poesía 1965, Perú; Premio Casa de las Américas 1968; Premio Latinoamericano de Poesía Rubén Darío 1980; Premio Gabriela Mistral 20003​; Condecoración al Mérito Cultural de la República de Hungría en 1990; Premio José Donoso, Santiago de Chile, en 2004; Caballero de la Orden de las Artes y las Letras del Gobierno Francés, en 2004; Homenaje a su obra en el Encuentro de Poetas del Mundo Latino, Morelia (México), 2009; Premio de Poetas del Mundo Latino Víctor Sandoval, Aguascalientes (México), 2009; Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (Chile), 2010; Premio Southern 2011.




    **************

    La caza de los lobos de mar (Cerámica mochica)




    A simple vista uno diría que
    esos guerreros de la cultura Moche
    (500 D.C en la costa norte del Perú)
    ataviados con sus cascos de plumas apalean
    a los lobos de mar por el ritual
    de un malsano deporte o simplemente
    para timar la piel , algo de carne
    y los tejidos grasos. Sin embargo
    si uno observa con calma
    la boca abierta de los lobos mayores
    pueden verse unas cuentas brillantes
    como pepas de oro o de carbón
    que desbordan los límites del vaso
    y flotan sobre el mar. No sobre el mar
    representado por la cultura Moche
    hace más de 1000 años, sino el inasible
    origen de la vida, agitado y azul
    como el apareamiento de los lobos adultos
    en los islotes de la corriente fría.








    Nunca tuve el menor entusiasmo


    Nunca tuve el menor entusiasmo
    por una vida breve aunque gloriosa.
    Frecuentar ansío mis potajes
    (agridulces y fuertes) todo el tiempo
    posible. Amar también
    sin mucho esfuerzo). Ser amada
    como si fuese el único animal
    deseable en el planeta. Aburrirme.
    Maldecir. Desesperarme
    hasta pedir la muerte / conociendo
    que el infarto no acude por llamado
    (¿o sí?). Entonces te detesto
    chiquilla coronada con laurel
    o varas de apio fresco, lloriqueada
    en tierno funeral
    antes de los mareos y el bochorno
    del primer embarazo.
    Gloriosa tú. Yo en cambio
    llevaré esta belleza inevitable
    (¿cuánto más todavía?) que me ocupa
    como el relleno a un pavo.
    Huiré (sin excesos)
    del trato con la parca. Deseo
    (con fervor) un par de nietos
    sanos y presentables. Poco importa
    que los lustros me vuelvan
    triste o necia. Una carga
    (así suelen decir) para mis hijos.
    Poco importa.
    Es tarde de tormenta. El jardín
    luce bajo la lluvia como los pelos
    de una rata mojada. Hoy cumplí
    los treinta años de edad.
    He ganado (supongo) en experiencia
    y hasta en sabiduría. Mas la madre
    del llamado cordero (mala madre)
    está en estos pellejos
    que me sobran. las lonjas de jamón
    no comestible creciendo
    aún con disimulo. menos mal)
    entre mis muslos, mis caderas.
    mi vientre (la barriga)
    plegándose en mi pubis.
    Nunca tuve el menor entusiasmo
    por nosotras. Ni por ti.
    Ni por mí.

    De Monólogos de la casta Susana y otros poemas, 1986







    Sé que hablan de mí, sé que me espían



    Sé que hablan de mí, sé que me espían
    entre un macizo de altísimos papayos.
    El viento (despreciable) acumula las nubes
    contra el sol que calienta
    las aguas de mi baño. Reclinada
    en los bordes de la loza,
    rígido el cuello (la cervical nerviosa),
    lejos de la veranda junto a los chopos
    (¿qué es un chopo?) o los chanchos de tierra.
    Y las aguas que pierden su tibieza
    (mi carne de gallina). Incómoda
    con mi propio destino. Ya no quiero
    saber todas las cosas que sabía
    (las mejores recetas de pescado
    y el grito de las aves). Es mejor
    yacer cual un adobe en los escombros
    (que ninguno codicia bien o mal).
    Sé que hablan de mí, sé que me espían.
    En este vaso verde como un prado
    (laberinto sin fondo)
    apachurro yo misma mi limón.
    Prefiero ajarme con ron y cola-cola
    que en la mano del viejo repelente.
    No es que ignore mi páncreas
    ni que cante (perro lobo a la luna)
    las sombras de la muerte. Amo la Vida
    y me gusta tocarla como tocan
    las sábanas de Holanda .
    mi vientre en los veranos y apretarla
    como aprietan en invierno
    las pieles de los osos. Ese viento
    (siempre despreciable) revuelve las mamparas,
    los toldos del jardín.
    Rescato la botella de ron, me bamboleo
    con las últimas noticias. Al nuevo día
    no me quiero hecha polvo en el espejo,
    no me quiero hecha polvo en el espejo,
    no me quiero hecha polvo en el espejo.

    De Monólogos de la casta Susana y otros poemas, 1986






    Y de pronto un olor suizo, malo



    Y de pronto un olor suizo, malo.
    Un cuerpo breve, verde, mantecoso
    y sin tratos mayores con el agua potable.
    Allá en los altos de San Juan Bautista,
    frente al gran pisonay. Sólo curiosa,
    sin pizca de humedad en mis estambres
    seguí el rancio ritual.
    Había luna llena (muy amarilla)
    y los comerciantes de ganado
    ebrios se despedían, tambaleantes
    en sus caballos peludos de Cangallo.
    Siete vacas, un buey, doce carneros
    fueron negociados con provecho
    durante la jornada. Yo no sé
    por qué demonios (o deidades)
    he terminado sobre esta cubierta
    de lana roja y marrón, con animales
    azules en los bordes y migajas
    y emplastos de caldos antiguos. Aterrada
    (aunque fingiendo mundo) ante las olas
    de su hambre repelente de cantón
    (suizo). sus rodillas heladas.
    Por curiosa. Mi amor desperdiciado
    me duele en el altillo de San Juan.
    Mañana he de lavarme con jabón
    de cristal y piedra pómez. Evitaré
    que vean mis miserias bajo el sol.

    De Monólogos de la casta Susana y otros poemas, 1986





    Y van a decir que canto



    Y van a decir que canto
    desde la vanidad (o la ignorancia).
    Ya no me importa, ratas,
    lo que digan (aunque duela)
    ahora que he perdido el respeto
    de mis hijos, mi jardín,
    mis animales (el perrito y la calandria)
    por ocultar mis gracias de la envidia.
    Ahora que corté mi cabello, cubrí
    mis piernas de cobre con ceniza.
    Les voy a recordar que yo medía
    diez centímetros más que mis iguales,
    y era sabia y bella y bondadosa.
    Y a pesar de estos vestidos
    baratos y sintéticos
    (que casi nunca lavo) les recuerdo
    mis bellos camisones
    de algodón ovillado, mis sedas
    que guardo entre frazadas
    repletas de alcanfor, para la pena,
    el goce, el desperdicio
    (y la envidia otra vez).

    De Monólogos de la casta Susana y otros poemas, 1986





    Y de Dios ¿qué más puedo decir?



    Y de Dios ¿qué más puedo decir
    que Él no lo sepa? Casta soy
    pero no hasta el delirio.
    Me preocupé (como muchos)
    por los pobres del reino.
    Y veo como todos)
    el paso de la nave de los muertos.
    Y temo. Y bebo valeriana.
    Recíbeme con calma, mi Señor.

    De Propios como ajenos Antología personal, 1989








    Cantiga del Grünewald



    Agua de ajos tu sangre
    una alameda
    de tilos florecida
    un verdulero turco
    un edificio
    de piedras en salmón
    o lúcuma o melón
    donde nadie responde
    o bien
    de la estación
    al lago
    a trote por el bosque
    Grünewald
    ardillas comadrejas
    donde nadie otra vez
    y siempre igual
    el teléfono envuelto
    en una manta
    al fondo del cajón
    encerrado con llave
    entre ese closet
    ( )
    te ofrezco un matrimonio
    maronita
    la bufanda escocesa
    o un cerdo de Ceylán.

    De Propios como ajenos Antología personal, 1989



    _________________



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    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
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    (Hánjel)





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    Mensaje por Maria Lua Miér 01 Mayo 2024, 22:11


    Renato Sandoval (Perú)


    Renato Sandoval nació en Lima, Perú, en 1957. Poeta, narrador, ensayista y traductor. Siguió estudios doctorales en Filología Románica en la Universidad de Helsinki. Ha publicado los poemarios Singladuras, 1985; Pértigas, 1992; Luces de talud, 1993; Nostos, 1996; Lindhard og Ringhof, 2000, Nostos / El revés y la fuga, 2000; Editorial 1000, 2003; Suzuki Blues, 2006. Ensayos: El centinela de fuego. Agonía y muerte en Eguren, 1988 y Ptyx: Eielson en el caracol, 1994. Su poesía –parcialmente traducida al francés, italiano, finlandés y danés– ha sido incluida en diversas antologías, como Poesía peruana siglo XX, 1999; Hallazgos en el espejo. Poetas por la tierra, 2000 y Caudal de piedra: Veinte poetas peruanos, 2005. Obtuvo el primer puesto en el Concurso de Cuento de las 1,000 Palabras de Caretas en 1988. Como narrador, ha sido incluido en las antologías 13 años de los mejores cuentos de 1,000 palabras, 1995 y Últimos y recientes narradores nacidos entre 1950-1965, 1997. En el campo de la traducción, son conocidas, entre otras, sus versiones de Pavese, Quasimodo, Tabucchi, Arnaut Daniel, Tieck, Rilke, Kafka, Södergran, Ågren, Haavikko, Saarikoski, Dinesen, Boberg, Drummond de Andrade y Sylvia Plath, así como un par de piezas de teatro escritas en francés por César Vallejo y una antología de cuentos de Quebec (Canadá) bajo el título La mano de dios. Dirige la editorial Nido de Cuervos y las revistas Evohé y Fórnix. En la Pontificia Universidad Católica del Perú dicta alternadamente Literatura Alemana, Literatura Nórdica y Literatura Francesa Medieval, y tiene a cargo el Taller de Poesía de la Facultad de Literatura.



    **************


    Del libro Nostos (1996)

    Una aurora alambrada
    Era la noche de las formas boreales danzando al compás de los helechos
    sobre el cuerpo retráctil de la bella, tan de pronto mía
    cuando empezaba a aullar nueva alborada.
    Si ella supiera del sabor gentil de su cuerpo yerto... Madre
    lo decía con sus manos sumergidas en el cuáquer de los lonches nunca persignados
    porque su palabra era verdad que yo, feliz,
    engullía y devoraba devotamente con mis fauces, hostias
    sus dedos de masa y de mampostería a diario horneándose el albo corazón.
    Sí que has sido siempre blanca, si material harina que apanó todos mis huesos,
    tú que sabes quién es la que hoy me roe el paso,
    la que en el don me extirpa el aire, la luz, el arduo círculo del deseo.
    Sabio tu aliento tornasol sobre esta frente que desde siempre te imagina,
    porque en tu sangre, a diferencia de la mía, no habita
    ni la inquina ni la melancolía embadurnada con colesterol;
    ante ti todo el espacio y el parvo tiempo se prosternan,
    saben que en tu dolor, madre, trepida la brizna turbia del origen,
    porque soy de ti aun si abjuro de tu germen, ése que apaciento
    en la pus renegando de mi pecho, abrazando las llamas de mi hogar.



    Y vuelvo el rostro y estoy en la ventana a los diez años,
    apenas si hay lugar para algún sueño no surgido de pronto en la mañana,
    y otros hay que van y vienen a mi espalda, desde lejos
    el sol ya no recuerda ese estío donde los espejos eran la noche de los ojos,
    y entonces yo te miro, madre, con los dos ojos tan altamente cantando
    y elevo al cielo el gusto de saber que en mí mismo se fugan todas las guaridas,
    yo el celador, el policía de los grandes dones y de los sables de espuma y palo
    blandiendo una y otra vez el amor en los erales,
    una y otra vez soy el ladrón, la presa, la lluvia prometida;
    y es allí que surca al vuelo la piedra audaz, la espada canora,
    y yo soy solamente asombro en su belleza de bala proyectándose en sí misma;
    miro ya sin ver su zarpazo en mi ojo de fruta, la pepa maldita
    rodando al acaso, exánime, por la cuesta prohibida de la memoria.
    A tientas voy ahora buscándolo entre las matas crecidas en el rostro de mi hermano.
    Y ahora mi patria es una nube donde todo es virtual y nunca cierto;
    sueño y en el sueño Polifemo cuenta las ovejas, falsas
    como el infinito, risueñas porque ellas saben que el vellocino a nadie pertenece,
    que hay otro sueño aún dormido después del mar,
    y otro más en la cuenca hueca de mis ojos;
    allí está el pozo de un sueño más perfecto, indeclinable él,
    fuente de las fuentes donde agonizan todos mis deseos,
    porque soy el argonauta ciego en busca de ovejas despeñadas;
    amo la piel curtida y el pellejo ensangrentado bajo las córneas,
    ahora que llevo mi ojo en cabestrillo
    y cuento con mis dedos el número ganador de la lotería.
    ¡Por fin, por fin gané mi patria sin destino, hacedor dinero de la dicha!
    Sí que estaban lejos la mujer de al lado, el aliento,
    el gesto de la muerte que acunaba rabioso en mis rodillas.
    Todo porque sí;
    la razón nunca existió como patrón preponderante;
    apenas si el rocío aprendía a rodar por las lúbricas quebradas del mastuerzo
    y el gallo primerizo afilaba su canto en otro matorral.



    Ver siempre fue el más verde anhelo y el pensamiento
    el oleaje de tul entre la sombra tumultuosa.
    Pero si seré ése que yo viera un día escalando los manzanos:
    las manos eran peces de limón amargo y en los hombros
    una joven testuz reía de sí misma señalando el horizonte.
    El mozo ascendía como salmón entre las parvas
    y las cigarras silbaban la canción de una fuente que se transformaba en mar.
    Está bien zambullirse en el acaso, pensé
    sin saber la hora en que empezaba mi serie favorita.
    Pero no está bien decir que esta fruta es mía
    si la rama es quebradiza y vulgar como este sueño.



    Otro día vi las entrañas de una piedra, de excursión por un bravío roquedal.
    Era como si una niña me dijese cuéntame un cuento
    y yo, desarmado, implorase a Andersen ayuda peregrina.
    Pero allí al fondo estaba yo acuclillado, chupando el dedo de la muerte,
    mientras la savia de la piedra me circulaba en la vejiga
    y una música de miel se dejaba oír en otras peñas sepulcrales.
    Yo sabía que uno mismo es un misterio
    y que saber demasiado no era de ningún modo conveniente.
    De manera que al primer descuido de la piedra me arranqué de sus vísceras
    y sin pensarlo dos veces puse pies en polvorosa.
    Corrí, corrí y corrí hasta olvidarme de por qué corría.
    Al primer recodo me detuve, deposité en el suelo lo que atenazaba con las manos,
    y entonces me vi reptando sobre la arena, alto ya y primoroso,
    con corbata y una flor sujetándome el pelo
    y al parecer con un poema en los bolsillos.
    Parecía un destino promisorio, qué párvulo ese Homero, y qué bandido.
    Reí y reí con lágrimas de intenso placer, y las lágrimas formaron una nube
    y la nube me impidió ver cómo una lagartija salía de su escondrijo,
    tragaba al niño en un instante y oronda se perdía por donde vino.
    No vi nada, pues.
    ¿Será por eso que dicen que ni el mar ni la muerte nunca lloran?



    Ver siempre fue el más verde anhelo y el pensamiento
    el oleaje de tul entre la sombra tumultuosa.
    Pero si seré ése que yo viera un día escalando los manzanos:
    las manos eran peces de limón amargo y en los hombros
    una joven testuz reía de sí misma señalando el horizonte.
    El mozo ascendía como salmón entre las parvas
    y las cigarras silbaban la canción de una fuente que se transformaba en mar.
    Está bien zambullirse en el acaso, pensé
    sin saber la hora en que empezaba mi serie favorita.
    Pero no está bien decir que esta fruta es mía
    si la rama es quebradiza y vulgar como este sueño.



    De El revés y la fuga:



    Para festejarme
    a mí mismo me mentí
    en lo que al fondo de la lógica respecta.
    Ya que demás estaba el lugar donde el verbo
    responde al improperio de ser y cer-
    ebro es lo que aquí arriba a la intemperie se condensa;
    basto el crujido de la mente en celo
    mientras la tierra resana sus medidas
    y en la quebrada la urraca
    plañe al fin una carcasa.
    Y tantas veces que he dicho cuál, cómo,
    dónde y quién
    y el porqué ha caído dando torpes tumbos
    por la garganta de un anuro;
    y yo, al pie de la guadaña,
    me he dicho que dejé de ser
    cuando alguna vez amé tu voz
    sin asco y sin sapiencia, solo en mi brevedad, inflando al tiempo
    mi tráquea desdentada, apurando
    la lluvia que se filtra por mis poros,
    como si en el endocardio
    todo fuese sol, arroyos,
    trigales de riscos púrpuros
    al borde de la nada.
    Pero a la postre todo es igual
    y ni siquiera la guadaña
    me apacienta;
    tal vez habrá al otro lado de su hoja
    un peldaño de luz
    que me atraviese de cabo a lado
    y donde con verdad
    pueda al fin reposar mi sombra.



    El día que supe que mi nacimiento
    tuvo que ver con la explosión
    de un enjambre de avispas,
    el corazón se me puso como piel de gallina
    y los astros se amontonaron en el firmamento:
    era una huelga estelar
    protestando por tan reaccionario
    suceso.
    Yo no hablo de ello por temor a molestar;
    sería de veras riesgoso
    con tantos factores desencadenantes.
    Selena me ha dicho que en mí
    la libertad se encuentra acogotada,
    y yo que me sigo retorciendo el cuello
    para que mi voz suene gentil y nunca desentone.
    Esa mujer tiene sus ideas y yo las mías;
    la verdad es que a ella la vi una mañana
    lamiéndose los pezones
    mientras trataba de recortarse
    las uñas de los pies
    al compás de un joropo
    que se le allegaba desde la guajira;
    y cuando a mi vez
    quise hacer lo mismo,
    una avispa que feliz libaba
    de los pechos de Selena
    cruzó de un solo trazo
    el desierto que se interponía entre nosotros
    y, sin pensarlo dos veces,
    me atravesó el glande
    que yo en esos momentos esmaltaba con mi boca.
    Designios de Dios, como le llaman unos,
    golpe de suerte, bien le dicen otros.



    ¿Quién dijo pues que esta historia no es más que una,
    franca y circunspecta, con lo fraternal que son todas las envidias
    y con lo caro que son el seso, los trojes de orquídeas,
    la prensa sicoanalítica y la adoración a ingentes manadas
    de becerros de oro y mantequilla? ¿Quién habló del número primo
    y del primo incestuoso, del vergel de olivos sobre el canal de atoro,
    de la noche de gala cuando dijiste sí sabiendo que no me querías, del hastío,
    de la urbe del miedo, un pan y otro pan, boletos
    de amor enano y gazmoñería? No pensarás
    que creí en la luz sólo porque ahí estaba, como si
    el pelambre de los años no se hubiese desprendido ya
    de lo gastado que se veía mi aliento, alergia triple
    ante el polvo redimido posándose al interior de los espejos, garrapata
    del adiós redoblando calcinante en el pecho, una única espiga
    inclinándose por todos, marcador de la memoria de camino a la derrota,
    muy de tarde en tarde yo me doy cuenta
    de que alguna vez estuve aquí.



    Antes de volver a casa
    -a dónde, dónde-
    me recosté contra un terebinto
    y soñé que de pronto moría.
    Una niña pernituerta pintaba mis labios
    con su sangre
    mientras cantaba una copla
    que me hacía olvidar el mar.
    Un alce rozagante descendió del árbol
    como un querubín navideño
    y en su cornamenta vi inconmensurables calcetines
    rezumando miel y mil regalos.
    La niña
    hurgó en uno de ellos, extrajo
    un paquetito y me lo entregó dándome un abrazo.
    Era una clepsidra de esparto que en vez de agua
    tenía sangre coagulada;
    lo supe porque aunque la agitaba
    con todas mis fuerzas
    ese rojo negruzco de ningún modo se movía.
    En ese magma, por cierto, estaba yo
    diluido como en los tiempos en que era sólo un germen,
    sin temor ni lágrimas entonces,
    un humor sencillo y apaciguado.
    Si seré un inicio promisorio, pensé
    con la rebanada de mi frente;
    tantas aventuras me esperaban
    en este bosque que ahora me parece umbrío;
    tantos goces,
    suplicios
    y fragores,
    como cuando voy al trabajo
    cada mañana.



    De Suzuki blues



    No digas mañana
    si adiós es un tiempo insomne,
    la colina un alma ignota
    que a duras penas
    se yergue y expira,
    un espolón alzado al viento
    de las sombras primeras,
    el río de un dios
    azorado en la penumbra.
    Cavo ahí
    donde el aire se agosta,
    el último bostezo
    de una noche en cinta,
    el pórtico de luz
    suspendido entre la nada
    y esa espuma que aprieta
    al otro lado del día.



    Compasión absoluta
    al otro lado del estío;
    una frente de sangre
    ilumina la trocha
    que hoy supura en el mar.
    No temer, no
    reír, no
    callar el nombre constante
    que ahora se desploma, recoger
    con el párpado erudito
    el sigilo de la hora, la caída
    inconclusa de quien tanto
    se escuece, no
    reñir, no pacer, no
    santificar al padre ni mentir,
    nunca en la gloria, no
    callar, no ver, ya no estar
    aquí
    no.



    En el tejado el nombre
    y el oro de los miserables
    tan de pronto mío que ahora aúllo
    de pudor y de quebranto.
    La fiesta sin alcurnia
    redobla en cada pecho,
    nadie en la sala bailando
    sin pies y en contradanza.
    De los balcones un estertor
    que trastabilla en la plaza,
    un doble engaño:
    ríe en el sol la última marmita
    y a la luna señala
    con doble dedo índice en la nada.



    Apenas no
    y el sentido es la luna de hiel
    estampada en la orilla de otro miedo
    o el mismo gesto
    de alientos olvidados
    que hoy se elevan
    sin pasmo ni perdón.
    El ciego de aquí
    es el mismo sordo que antes
    dirimía las leyes del hastío
    y de la ira, cerca
    ya la alabarda de la noche
    y el celo en paz de la parda mora.
    Esas manos, esas manos
    serpenteantes en este pecho de plata
    turban el ojo antiguo
    que en ellas se pierde
    cuando calla un violín.






    Biblos (Líbano)


    Doble afecto
    para el que ve lo mismo:
    escarpada es la planicie del ojo
    donde se cuecen todos los deseos.
    Ahí te vi sobre una zarza
    airada entre los cedros pusilánimes
    de la desidia y el error.
    El valle de las sombras en vilo
    y esos naranjos de tiempo
    que solo sabe a sí
    son una deuda de palabras,
    el oro maronita
    que no se entrega
    ni nunca más nos salva.
    Frente al mar Biblos desciende
    por los ralos papiros de la hora tercia
    y bate las peñas contra las olas
    de un minarete sumergido.



    De 24 x 1



    I
    Dios es una mónada que engendra una mónada, y refleja en sí mismo una sola llama de amor


    Entonces el punto
    la escueta cava del encanto
    el norte imbuido en su propia especie
    a tientas en el umbral de la razón no concebida
    el murmullo de las manos replegadas contra la mente
    un escozor en una palma y un orificio en la otra
    por donde se cuelan todos los talentos
    el munífico saber de los más débiles
    crepitando azules entre las llamas del despojo
    a ciencia cierta o desierta
    la voz en su ola de aliento y deseo
    como la afrenta en su día más plano
    o la desidia empozada sobre la cuesta no vista y sin palabras.

    Es causa numeral de los entornos, una duda supina, una garra
    de luz catatónica y el suplicio de mil enjambres en flor. Cifra, folio
    en su tinta y garrapata del adiós que solo sabe de albricias. Una fusa
    en extinción o un nuevo par que ahora clama sin desdoro.

    Si solo fue sin apenas ver lo que nunca estuvo, un puñal
    en la frente, un atado de espadas, un manojo de sombras escindido
    entre las matas, nubes de añil y de centeno entre tanto barullo y esperpento.
    Del dos y del uno tan solo el tercer amante yace inerte
    en la esfera aparcada junto al cauce de la gloria. Añejo
    el placer ajeno que en bocanadas se desgrana a su antojo, antro
    de cera esculpida en el panal de luz que entonces
    se hizo y ahora se apacienta entre los dedos.

    Sin par o sin non, aupado en la certeza de lo que está fuera de sospecha,
    un manubrio de espejos bajo la selva contrita que se refleja en el relente.
    Único entre ninguno, total bajo la nada, en sí mismo brasa,
    holgura, parquedad, errancia en los cañaverales, sola sospecha
    de mareas tremebundas y rostros que se arrastran por las sendas
    de ausentes asteroides, aros de tul, confetis en llamas, una sola
    esperanza para tanto revuelo y extravío. Sabio el placer
    de brillar en suspenso como ninguno, la noche de puertas entreabiertas
    y el ojo avizor afilándose las pupilas: más terciar en la pareja
    ensimismada, reclusa como el número que la expone o apenas sencilla
    o dupla por diversa a cambio de nada.

    Una en sí misma la imagen que imagina sueños y ansias, siempre certera,
    febril o pusilánime, un florete de idas sin tropiezos, un traspié
    florido entre estrellas sin firmamento.

    Qué rayo aquel de subsuelos trinitarios, una lonja de amor
    que a dentelladas
    poco a poco se aviesa.


    _________________



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    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





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    Mensaje por Maria Lua Jue 02 Mayo 2024, 20:28

    Miguel Ildefonso (Perú)



    MIGUEL ILDEFONSO nació en Lima, 1970. Estudió Literatura en la Universidad Católica del Perú e hizo una Maestría en Creative Writing en la Universidad de El Paso, Texas. Libros de poesía: Vestigios, 1999; Canciones de un bar en la frontera, 2001; Las ciudades fantasmas, 2002; m.d.i.h., 2004; Heautontimoroumenos, 2005; Los Desmoronamientos Sinfónicos, 2006. Libros de narrativa: El Príncipe, 2004; El Paso, 2005 y Hotel Lima, 2006. Sus textos han sido publicados en revistas del país y del extranjero como Hueso Húmero, Ajos & Zafiros, Pterodáctilo y Lucero. Colaboró en diversas revistas como: Imaginario del Arte, Sieteculebras, Flecha en el Azul y Distancia Crítica. Dirigió la revista virtual El Malhechor Exhausto. Codirigió la revista de Literatura Pelícano. En su ensayo Las ciudades fantasmas, nos dice Javier Agreda: “…En la obra de Miguel Ildefonso se pueden encontrar básicamente dos temas: la descripción de la vida urbana moderna y la reflexión sobre el propio trabajo poético... Las ciudades fantasmas es un conjunto de textos en el que un hablante, el yo poético, ante la violencia de la vida urbana y “este vivir prisionero del cuerpo” decide refugiarse en la poesía. Ildefonso trata de buscar el punto medio entre opuestos tales como lo narrativo y lo lírico, lo autobiográfico y lo libresco, lo descriptivo y lo reflexivo, el coloquialismo y las citas literarias...”



    ********************


    JOSÉ MARÍA



    José María venía en bus por la Oroya a Lima
    en sus audífonos escuchaba a Lou Reed
    afuera los cerros mojados la lluvia entrándole por el hueco de la bala
    esa mezcla de Perfect Day con la caída de la lluvia puso nostalgia
    a la visión cristalina de la ventana
    recordó entonces cuando chiquillo dormía sobre los pellejos
    aprendió el quechua canciones más tristes todavía que las de Lou
    los cerros con sus minas ya no eran morada de mitos
    cerros como tumbas de Huarochirí y humo que salía de las chimeneas
    un tren fantasma entró a un viejo túnel
    la lluvia sepia como las cuerdas de un arpa le cosquilleaba el hueco de la bala
    entonces se preguntó si en cincuenta años todavía existiría este país
    esta idea lo avergonzó puso otra canción algo de Pastorita
    y casi el empezar a dar vueltas en torno a ello quedó dormido
    la carretera daba curvas lo acurrucaba
    oye niño - le dijeron, regresa a casa
    pero su madre murió niño - esta no es tu lengua - pero él cantaba en el bus:
    aún no veo el cerro de mi pueblo
    soy un forastero
    soy un alma que vaga junto a un río
    tengo un revólver al cinto
    mi corazón, una tinya, un charango y una quena
    ay mi corazón se lo llevó el río
    y aun no veo el cerro de mi pueblo
    José María cantaba en quechua con su guitarra de palo pero adentro
    en las entrañas de su voz los danzantes ya contaban sus pasos
    la muerte - es una herida que se lleva desde el nacimiento
    la muerte - es un alma que acompaña: una nostalgia, un país
    el niño que cantaba en el río llamaba a su madre para que lo salve
    ese niño tenía miedo que se lleven su corazón
    que en cincuenta años nadie cante sus canciones en quechua
    porque el país tenía montañas y cargamentos que llegaban a los puertos
    lo saqueaban todo se lo llevaban todo
    ese paisaje de perros famélicos que anunciaba la entrada a la ciudad
    iba mezclando la muy dulce melodía de su voz con el fuerte sonido de una bala
    sus amigos lo querían pero el resto no entendía el quechua
    ni quería entenderlo, cosas de serranos - decían ellos
    ellos que hoy publican sus libros lo estudian lo celebran
    José María, el día que pusiste la pistola en ti
    alguien tocaba su violín en las alturas de Andahuaylas
    ellos esperaban que lo hicieras para hacer de ti una leyenda:
    la gran leyenda cultural del país. ellos que escupían en tus cantos
    con una mano cogiste el arma: yo nacía cuando te despedías
    tres días antes cantaste en una reunión con amigos
    alguien grabó tu voz y aquella grabación fue una burla a la muerte
    que siempre te asechó fue tu victoria
    sobre una prole de intelectuales
    un día antes fuiste a la parada a comprar discos de huaynos
    nos emborrachamos escuchando a Jilguero
    nos vemos mañana, tú naces yo muero, cantabas
    habrías tenido un flash back tu infancia entre los indios
    una clase en la universidad o algo como una retama
    que al comienzo te hiciera dudar
    pero que luego más bien te impulsara con una fuerza irrefrenable
    José María, una mujer canta en la esquina de mi calle
    viene de ayacucho ¿estaré yo en su canto?
    ¿estarán mis poemas en la palma de esa mano de barro?
    José María, tú cantabas en quechua un rock en el fondo de mi tumba
    yo escribo esto para cantar en ti







    LOS PUENTES


    Me gusta cruzar los puentes
    Sus extremos aferrados a una superestructura principal
    eternos sus basamentos-
    Pero no es la longitud del puente ni el ancho
    Lo que hace su verdadero tránsito numerario
    Mirar hacia abajo es más profundo
    Que encontrar la visión del último punto en el cielo y ya no caes-
    Porque las cosas se han hecho para que sean así
    Y para que tú identifiques sus remaches su corazón
    Sus intersecciones de unión y de equilibrio
    Tampoco el paisaje en el ornamento es lo que nos atrae
    Hacia tales proezas como la de desafiar la gravedad
    O penetrar en el secreto bosque de su infraestructura de fierro y cemento-
    Me gusta cruzar -por ejemplo-la Vía Expresa
    Reírme de la muerte orinando sobre el asfalto voltear
    A uno y otro lado del puente (puente que ya no veo)
    y siempre encontrar lo mismo







    Una Llave (Novela Resumida)


    En una llave hay muchas casas
    pero en esta ninguna
    te pregunto cómo estás
    y no estás
    hay recibos que pagar
    viajes que cancelar
    pero no hay ventana
    no hay cama
    ¿cuántos años que no nos veíamos?
    entro a la sala
    voy a la cocina
    hoy tenemos invitados
    dejamos todo listo
    la mesa
    la música
    pero nadie viene
    debiste sacar copias de la llave
    me dices
    mientras yo busco la puerta
    al oír un auto que se estaciona
    no sé cuántos años han pasado
    te digo
    creo que ninguno
    solo he visto a nuestros amigos
    siempre fuera de casa
    ellos preguntaban por mí
    nunca por ti
    solo yo preguntaba por ti
    en la habitación
    en la biblioteca
    ¿si hacemos el amor?
    te pregunto
    pero estás solo Miguel
    me respondes
    voy al banco
    saco todo
    subo al avión
    apunta el número de vuelo
    la aerolínea
    la hora de llegada
    nos abrazaremos
    llorarás porque me voy otra vez
    nos conoceremos
    perderé la llave de la casa
    perderé a nuestros amigos
    haremos el amor
    antes de reencontrarnos
    y te dejaré esta nota
    debajo de la puerta



    De Los Poemas Oscuros de Amor









    Mamá llevaba siete corazones
    y un sol cuando la conocí.

    Esto sucedió por el año 1970, tres años más quizás.
    Mamá tenía brazos blandos, suaves y fuertes.

    En su fortaleza, poco a poco, fuí escudriñando.

    Mamá enseñaba.
    Ella me enseñó a oír el silencio de las estrellas.

    Un día ella me golpeó en la cara, junto a la nariz.
    Obviamente, yo Yoré.
    Pero aprendí que la vida es un largo camino
    hacia la contemplación.

    Mamá me hablaba de un pueblo pasado.
    Las historias las iba tejiendo como un manto
    que nos iba cubriendo en los inviernos.

    El tiempo pasado no tenía un monumento
    en la plaza del pueblo.
    Pero los niños hacían figuras
    con el barro arcilloso del río.
    Mamá nos hizo de ese barro, y nos dejó volar
    hacia el pasado muchas veces.

    ¿Qué diría ella, ahora
    que me encuentro lejos de todo
    y he perdido las alas?

    Mamá me llevaba a la feria.
    Yo Yoraba de todo.
    Por eso ella me llevaba a jugar con los niños
    que no lloraban.

    Una tarde me perdí entre los cajones de frutas.
    Pasé la barrera de los pájaros.
    Yo escuchaba un tema de los Beatles.
    Me perdí entre los mendigos.

    Cuando estaba a punto de salirme de mi cuerpo
    oí la voz de mamá.
    Me sujetó de una mano. Y camino a casa,
    yo comprendí que bajo la luz del mundo
    no había nada que temer.

    Vamos al sol, decía.
    O si no, de noche, vamos a tomar aire.
    El tiempo pasado ya estaba escrito en las estrellas.
    Y la casa crecía mientras subíamos a la azotea.

    Pasaron años.
    Muchas explosiones veíamos desde la azotea.

    Madre, déjame ver las explosiones, le decía.
    Si vas, hijo, se apagará la luz en un segundo.
    Madre, si no voy la luz me enceguecerá.
    Pero si vas, tal vez ya no querrás volver.

    Mamá lloró en sus siete corazones.
    Por cada corazón un Ave María.

    El tiempo pasado se apoderó del presente.
    Los niños que no lloraban ya no jugaban en la feria.
    Tiempo después ya no hubo feria tampoco.

    Mamá trataba de hallarme desde la azotea.
    Con tanto ruido yo no podía oír su voz.
    Perdí la luz.
    Perdí el camino.

    Por eso ahora escribo este poema.



    De Las Ciudades Fantasmas


    _________________



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    Mensaje por Maria Lua Sáb 04 Mayo 2024, 19:52

    José Ángel Fernández (nación wayuu, Venezuela)


    José Ángel Fernández Nació en la Laguna del Pájaro, Distrito Páez del Estado Zulia, Venezuela, el 23 de enero de 1961. Pertenece a la Nación Wayuu. Poeta, profesor universitario, sociólogo y magister en antropolingüística graduado en la Universidad del Zulia. Ha publicado las obras: Iitakaa (La totuma), 1993, poemario en versión bilingüe wayuu-castellano; Identidad lingüística de los pueblos indígenas de la región andina (en coautoría con Ariruma Kowii), 2005; Nünüiki ka’ikai (Lenguaje del sol) antología poética en versión bilingüe wayuu-castellano, 2006. Obtuvo, entre otros reconocimientos, el Primer lugar en el Premio Continental Canto de América en lenguas indígenas, por su libro Apaalaairua je jayeechiirua nümüin chi laülaakai uuchi (Dones y cantos al cerro mayor), 2013. Se ha reconocido su constante esfuerzo por lograr el reconocimiento a los valores de la etnoliteratura Wayuu y por “incentivar a niños, niñas, adolescentes y adultos a participar en actividades deportivas, recreativas, musicales, lecto-escritura y artesanales de la comunidad norte independiente”.


    ***************


    Hombres luceros


    Se aproximan los días
    cuando rendiremos cuentas,
    primero, ante el tribunal del Sol
    y se abrirán los capullos florecientes
    hacia el cielo.
    Se aproximan los días
    para rendir cuentas
    ante el tribunal de los pájaros
    cuando el aire se viste de azul.
    Se aproximan los días
    cuando rendiremos cuentas
    ante el tribunal de los árboles
    y las hojas concluyan
    un concierto-pagamento a la madre tierra.
    Rendiremos cuentas ante el tribunal de los sueños
    antes del primer canto del gallo.
    Se aproximan los días
    cuando rendiremos cuentas
    ante el tribunal de los padres ríos
    y así beberemos sangre cristalina.
    Rendiremos cuentas
    ante el tribunal de los peces
    cuando baje la marea lunar.
    Y por último rendiremos cuentas
    ante el tribunal de los hombres luceros.



    Pagamento vital


    Desde las grietas heridas de la tierra
    lloran por tu ausencia, Cerro antiguo,
    los pájaros desde la loma de una tenamitl*
    y a la orilla del jagüey.
    Al son del cántico de las flautas
    te despiden en tu feliz viaje, padre Cerro,
    las sonajas cantoras
    desde un predio primaveral,
    cerquita de la teocalli**
    trazan una aureola
    antes de entregar el pagamento vital:
    El sacrificio de 12 corderos
    y un carnero de cuernos espirales.

    * Muralla, en náhuatl
    ** Casa de Dios, en náhuatl.



    Amigo mío


    Inicio este canto,
    amigo mío, Cerro anciano,
    ahora que llegas con tus aromas de flores.
    ¡Sí, amigo mío!
    Inicio este canto así:
    Regresarás a la tierra en un caballo blanco,
    vestido de poncho blanco,
    luciendo sombrero blanco,
    jinetearás el tiempo perenne
    y regresarás, amigo mío,
    en forma de lluvia.
    Regresarás a la tierra montado en un caballo blanco…



    Palabrero mayor


    Todos tenemos la ocasión de prestar el sombrero del sol,
    lo pondremos uno a uno por orden de edad.
    Todos tenemos la ocasión de prestar la luz lunar,
    es cuestión de propiciar una danza prolongada.
    Todos tenemos la ocasión de emular
    este canto perfecto del Palabrero mayor.
    Todos tenemos la ocasión de ahuyentar a la muerte
    colocando cráneos de burros muertos en todas las direcciones.
    La muerte que tú ahuyentas solo, está más viva y cerca de nosotros.
    ¡Vamos todos a estrenar los collares de flores!
    ¡Vamos todos a formar un coro terrenal
    con las letras escritas durante las danzas del viento!
    El viento se despide de la calma con un te quiero.
    La lluvia se despide en cada invierno
    imitando los pasos del viento.


    Ojo de Dios


    El sol es ojo de Dios
    Y juguete de los niños.



    Danza


    La luna está danzando
    Se va a morir un hombre rico.



    Luna de la libertad


    Extraña esta primavera acompañada por vientos lejanos. Extraña esa voz conjurada por el canto de los pájaros. Extraña la sonrisa de los niños Esperando una luna La luna de la libertad.



    Rebelión de la libertad


    ¡Esa lluvia brava! La que llegó con su frescura a tu silencio Ha brotado flor de abrojos por el camino. Todos los pájaros cantarán en un solo coro La rebelión de la libertad. Todavía sigue lloviznando. Retoño de mi linaje

    ¡Retoño de mi linaje!
    El sombrero negro
    Es para danzar.


    https://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/Revista/ultimas_ediciones/57_58/fernandez.html


    _________________



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    Mensaje por Maria Lua Mar 07 Mayo 2024, 21:22

    Hilario Chacin (Nación Wayuu, Venezuela)


    Hilario Chacin nació en Paraguaipoa, Venezuela, el 5 de noviembre de 1972. Poeta, cuentista, historiador, educador y actualmente Cronista Oficial del Municipio Guajira del Estado Zulia Venezuela. Es magister en Educación Intercultural Bilingüe, Especialista en Educación Intercultural Bilingüe de la Universidad Mayor San Simón de Bolivia con diplomados en participación política de los pueblos indígenas de la Universidad de Chile.

    Ha publicado obras literarias tales como: Lirica y Narrativa desde una Visión Wayuu, el poemario Los Hijos de la Lluvia, Semántica y Etnomedicina Wayuu, La Cocina wayuu, Memoria, Rituales y Símbolos. Ganador del premio Internacional Antología Poética 2009, con la obra Asiraa-Risas que fue galardonada por la Universidad de Arizona Estados Unidos, la cual fue publicada, bajo el volumen Ahani: Poesía de las Américas Indígenas, traducido en varios idiomas.

    Ha participado en diferentes ferias: Feria Internacional del Libro en Quito, representó al Estado Zulia en la Feria Mundial de poesía. VII encuentro de Escritores Guajiros Oralitura y Literatura Indigena: la Primigenia voz de la Indianidad (El Molino Departamento de la Guajira). Ha participado en recitales a nivel Local, Regional, Nacional e Internacional. Posee inédita el poemario “Wayunkeera: Muñeca de Barro”.




    **************************

    EL INMORTAL COLÓN


    Koouuuu brama la nonagenaria a media noche
    Un grito de rebeldía con el primer canto del gallo,
    tiritando el talismán con la talega
    En el vértice de una orqueta.
    ¡Cristóbal Colon volvió!, ¡levántese mis hijos!
    Hay fusiles y cañones en la enramada
    Volvieron las pólvoras de los genocidas,
    Ya no andan en embarcaciones de vela,
    Ni en caballos, su periplo ya no es por el mar,
    Están vestidos de verdes y con fusiles en mano,
    Fal, metralletas y tiunas nos husmean,
    Nos quieren despojarnos de nuestras sementeras
    Sedientos e inicuos, desmesurados y opresivos
    ¡Levantaos mis hijos!. Se acerca el trance.

    Avisto a través del chirinche
    Luces que se apagan, fuerzas que se debilitan,
    La vieja luciérnaga con su rostro
    Tiznada de sangres inocentes.
    Hay caballos blancos emplazando
    Bozales en la boca de mis hijos.
    Alas quebradas y atadas desaforadamente.
    ¡Váyanse de aquí malignos! hacen mas de quinientos
    Años estuviste, y fuiste derrotado con imalaa,
    Fuertes y unidos éramos.

    Cristóbal Colon y el General Reyes volvieron
    Están en las calles, En el rio, en el mar, en el puente,
    En las pampas, en los cuarteles en las veredas,
    En todos lados nos asechan para
    Aniquilarnos y profanan las tumbas de mis antepasados
    ¿Cuándo perecerán?. Hoy mi alma iracunda canta rebeldía.





    MADRE TIERRA


    De tus entrañas nacimos,
    Nos nutristeis de buena sementera,
    Como un fuego sagrado crecimos
    En una choza placentera
    Y toda una vida entera.

    Madre tierra dulce y sutil caricia sobre el suelo
    Eres mi pasado, mi presente y mi futuro.
    ¡Madre amada! Sin ti no alcanzo el cielo
    Te prometo amar, siempre lo juro.
    Te cuido con el amor más puro.

    ¡Oh madre tierra!, mi alma se contagia
    De alegría, si estuviste en la lejanía
    Yo tendría una gran nostalgia
    Y mis lágrimas no cesarían.
    Si no te alcanzarían.

    Como tu paisaje no hay igual
    Tu belleza resplandece angelical
    Para mi tu cobijo es un zorzal.





    JUNIO AMARGO DE 2009


    Vivir la vida en medio
    De duros infortunios,
    No es un castigo divino
    Es una prueba de valentía
    y gallardía.
    .
    ¡Oh, Divino Maestro¡
    Tú que castigas a los hombres
    Por sus iniquidades
    Hoy me postro delante de ti
    Perdón y perdón.
    De mis errores aprendí
    Que la vida es un reto
    Muchos escollos y espinas
    Traspasaron mis calzados
    Que hirieron mis pies,
    Flechas envenenadas
    Traspasaron mi pobre corazón
    Una noche bajo la luna llena
    Escribí en la arena mojada
    Con mis lágrimas mil veces
    la palabra Perdón.

    Me circundaron de colibríes venenosos
    Que punzaban mi cabeza
    Me circundaron de buitres envidiosos,
    Me dispararon con flechas,
    Me acusaron ante el trono
    Perdí lo que tenia.
    Junio amargo
    No quiero acordarte más,
    Apartaos de mi camino.
    No más puñales.
    El hombre blanco se aprovechó de
    Mi ingenuidad indígena.
    Todos hicieron leña del árbol caído
    Pero el creador los espantó
    En un abrir y cerrar de ojos.
    Hoy doy gracias a ti
    Mi buen Maestro
    Cerré mis ojos por un instante
    Y vi mi futuro brillante
    Como un cristalino río.
    Además escuché una voz del cielo
    Que decía:
    “No te rindas hijo mío, que triunfarás
    Como nunca habías triunfado”.
    Gracia padre mío, mil gracias.




    PÁJARO CARPINTERO


    Corta que corta
    El pájaro carpintero,
    Su hacha cruel acecha la flora
    De mi hermosa guajira.
    Corta el cardón de brazos morenos,
    Corta el Cuji de hermosas cabelleras,
    Corta la caraña de manos perfumadas,
    Corta el palo Brasil de piel arrugada,
    Corta el dividivi de piernas resecas,
    Corta el yabo de vestido verde,
    Corta el caimito el niño malcriado,
    Corta la peonía, la piernona y obesa.
    Y en defensa de todos sale el
    Indio desnudo disparando al pájaro
    Carpintero con su flecha.
    Lo intermedió palo santo
    Y se calmó la contienda.




    _________________



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    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





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    Mensaje por Maria Lua Mar 07 Mayo 2024, 21:26


    Atala Uriana, (Nación Wayuu, Venezuela)


    Nació en Maracaibo en 1950. Es una poeta y ensayista, que ha luchado denodadamente como activista social y étnica. Presidente del MOPIVE (Movimiento de los Pueblos Indígenas de Venezuela) y exministra del Medio Ambiente en su país. Es Licenciada en Letras y Magíster en Literatura Venezolana.
    Al referirse a su experiencia con la poesía, la poeta aborigen Atala Urina escribe: “Percibir el mágico susurro de los pequeños seres que habitan en el centro de la tierra, el espeluznante silbido de los ancianos sin rostro que no mueren, que andan siempre caminando en un espiral interminable buscando la muerte o el entrecortado sollozo de la bella que encaneció esperando a su guerrero que nunca volvió.
    Narraciones que el nativo de labios floridos como decían los Náhuatl a los poseedores del don de la palabra, trasmitía en las claras noches de fúlgidas lunas o en los amaneceres de tenues pinceladas rosas, tal vez junto al fogón de barro de danzarinas llamas calentando su cuerpo atacado por los agudos dardos de los espíritus moradores de los imponentes picos de nieve a los cuales cuidaban con celo. Narraciones que se han ido engarzando como los quipus incas para llevar sus historias, cuentos pasados de generación en generación para recrear, para llorar o para soñar, según fuera tocado por la magia del momento, tanto el narrador como quienes escuchaban. Usaban la voz con diferentes tonalidades como la ejecución de un instrumento musical, comenzando con el canto y culminando con el cuento”.



    ************************


    Visitante


    Allí estabas
    presente en la cita
    con un mundo viviente,
    impregnado del azote
    de siglos amontonados.
    Respondías al encuentro inexorable
    de una tierra húmeda de sol.
    Joutai* te mecía en media luna
    con resplandores de arco iris,
    eras arrullado por Palaa**
    y alumbrado por estrellas.
    Palaa con sonorosa voz,
    te hablaba, te cantaba,
    no sé si lo escuchabas
    no sé si lo entendías,
    cuando te decía que sus opacos ojos
    seguían figuras óseas,
    deslizarse entre quejumbrosos cujíes.
    Eran los Seyuu*** de los ancestros
    que en ciertos momentos fugaces
    te rodeaban con escrutadoras miradas.

    * viento
    ** mar
    *** espíritu bueno





    Gemelos

    Hombre luna dibuja puntos luminosos
    en la barriga del cielo,
    pensando en la majayura
    que vio en el humo de su tabaco.

    Ojos hermosos como las aguas Ayajui,
    sus dedos ligeros
    como arañas tejiendo.

    Alaulieta ¡mírame!
    Regálame la claridad
    de tu vientre vacío
    y tus redondas piernas de barro.

    No quiero seguir dibujando
    los puntos luminosos
    en la barriga del cielo,
    sólo quiero dibujar dos puntos
    en la claridad
    de tu vientre vacío.





    Historia

    Makuanta la abuela grita
    ¡Rápido, corran niñas!
    Saquen las alanías, los gorros,
    las maracas,
    las ramas secas de olivo y albahaca,
    los tabacos y los nudos de colores.

    Corran conmigo alrededor de la casa,
    Echemos muuuuucha arena,
    muuuucha por entre las piernas,
    koo, koo, koo.

    Váyanse espíritus malvados,
    váyanse, este es mi mundo.
    la abuela soñó amaneciendo,
    va a pasar pronto,
    está amaneciendo.

    Soñó con un caballo y en su lomo una cruz.

    ¡Váyanse espíritus malignos,
    váyanse, este es mi mar y mi cielo!
    Llegó la cruz y se quedó
    golpeando maracas,
    ramas secas,
    alanías y nudos de colores.




    Rostro Wayuu

    Miles de rostros se entrecruzan
    entre ocres y carmelitas
    entre pieles tersas y marchitas

    Carita de tierra
    que huyes del sol
    y te ofreces cual sedienta flor
    al hermoso hombre luna.
    Quién te deja escurrir su fresca palabra
    entre el rumor de tiernos cujíes
    hijos del amanecer.




    Lagarto

    Cual soplo divino
    en tu cuerpo verde agua,
    te inflas de amor
    ante el apetecido olor
    de la floreciente vida.

    Hermano lagarto
    heraldo del invierno,
    y del padre creador.
    ¿Cuándo volverás con el mensaje de amor?


    _________________



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    Mensaje por Maria Lua Miér 08 Mayo 2024, 21:38


    Ramón Palomares (Venezuela)


    Ramón Palomares nació en Escuque, Venezuela, el 7 de mayo de 1935, muriò el 4 de marzo de 2016. Uno de las grandes poetas actuales en lengua castellana. Maestro y especialista en lenguas clásicas. Personaje central del grupo Sardio y de El techo de la ballena, expresión de la vanguardia poética en su país. Libros de poemas: El reino, 1958; Paisano, 1964; Honras fúnebres, 1965; Santiago de León de Caracas, 1967; El vientecito suave del amanecer con los primeros aromas, 1969; Adiós Escuque (Poemas 1968-1974); Elegía 1830, 1980; El viento y la piedra, 1984; Mérida, elogio de sus ríos, 1985; Poesía (Antología), 1985; Alegres provincias, 1988; Lobos y halcones, 1997. Más recientemente Casa de las Américas editó su antología En el reino de Escuque, 2006. Ha obtenido diversos reconocimientos, entre ellos, el Premio Nacional de Literatura, en 1974 y el Premio Internacional de Poesía Víctor Valera Mora, 2006. Como se afirma en la contrarátula de En el reino de Escuque: “…Existe en la obra de Ramón Palomares algo más que un intento por recuperar la relación mágica con el entorno, y que una recreación de la provincia y de los personajes de la infancia con un sentido mítico, pues, aunque su poesía está definida en estas claves fundamentales, traslada las angustias, desafíos e interrogantes a un plano universal, alimentando y rompiendo a la vez su aparente localismo…” Y nos dice Ramón Palomares: “Estar atento siempre, pendiente de ciertas zonas sensoriales, del sueño, de todo (…). Tú asumes el pájaro y lo encuentras con un espíritu de bosque (…). Tú tienes que salirte del poema como lenguaje y entrar en el poema como la vida, como visión, como sensación, como aire, como piedra, como roce…”



    ******************


    PREHISTORIA


    El animal rojizo
    bañándose con aire nuevo
    estrenando su fuerza
    va en el fulgor de ondulantes praderas.
    Ningún acoso en el resonar de sus patas.
    No ayer No mañana Sólo su imagen y bramido
    Perseguido de su gran esplendor
    sólo espacio para su hambre, pasto salvaje y viento
    todavía no se ha inventado la muerte
    El infinito no se ha escapado todavía
    Tan sólo una gloriosa voluntad
    Resplandece.




    AGUAS LUSTRALES


    Cuando se quedó atrás la oscuridad
    me encontré desplazándome con fuerza incontenible
    en el agua lustral de la primera noche -que atravesaba veloz-
    mente todo rayo de luz mi cuerpo
    y miles junto a mí, todos hermanos, fluyendo hasta rabiar
    fijos hacia delante, apremiando con furia.
    Y el corazón ausente exigía más y más
    y así llegamos.
    Y ya el umbral,
    apretujados y feroces
    aquella impresionante multitud disímil y enconada
    ardía en alaridos
    Salté!
    Y no pude volverme.
    Y quedé solo -extraño y asombrado
    creciendo fuegos y devorando un cielo ajeno
    primero brasa, luego un sol, luego una inmensa estrella
    rodando y dando saltos por espacios
    que algún sueño ajustará a otro sueño.





    MIRIAM DE BOCONÓ



    ¡Qué plaza ingrávida y luz turbia!
    Flores del paraíso
    Rosas de Holanda
    Malabares:
    Las campanas y valses encorvados
    espuman flores.
    Daré tres rondas, tres vueltas
    al ángel de sus piedras,
    y que aparezcan ya
    Destrucción Silencio Olvido
    -gracias de la muerte
    En esta plaza honda y de tanto extrañada
    Miriam no está
    Desanda un puerto humoso
    -diligencia unos coros, un drama fantástico
    un edificio suspendido en cristal.
    Abordó un ferryboat todo geranios
    iluminándose en su candelabro de plata
    Qué luciérnagas Qué ensalmos la guardan.
    De verdad se habrá ido en un ferry pálido
    su belleza de irradiante granada





    ARROYO

    Tiene una carrera de cola de pájaro.
    Pájaro Mosca
    Colibrí largo
    Y baila y baila sobre el trébol
    Junto al berro tierno.
    Habla como el ala de una cigarra
    Dice que es Páramo
    Cielo verde
    Copas-
    Y se va.





    ELEGÍA A LA MUERTE DE MI PADRE

    Esto dijéronme:
    Tu padre ha muerto, más nunca habrás de verlo.
    Ábrele los ojos por última vez
    Y huélelo y tócalo por última vez.
    Con la terrible mano tuya recórrelo
    Y huélelo como siguiendo el rastro de su muerte
    Y entreábrele los ojos por si pudieras
    Mirar adonde ahora se encuentra.
    Ya los gavilanes han dejado su garra en la cumbre
    Y en el aire dejaron pedazos de sus alas,
    Con una sombra triste y dura se perdieron
    Como amenazando la noche con sus picos rojos.
    Las potentes mandíbulas del jaguar se han abandonado
    A la noche se han abandonado como corderos
    O como mansos puercos pintados de arroyos;
    Vélos abrirse paso en el fondo del bosque
    Junto a los ríos que buscan su lecho subterráneo.
    Y de esos mirtos y de esas rosas blancas
    Toma el perfume entre las manos y échalo lejos,
    Lejos, donde haya un hacha y un árbol derribado.
    Ya entró la terrible oscuridad
    Y con sus inexorables potencias cubre las bahías
    Y hunde las aldeas en su vientre peludo.
    Toma ahora el jarro de dulce leche
    Y tíralo al viento para que al regarse
    Salpique de estrellas la tiniebla.
    Pero aquel cuerpo que como una piedra descansa
    Húndelo en la tierra y cúbrelo
    Y profundízalo hasta hacerlo de fuego
    Y que el vapor se hunda con sus exánimes miembros
    Y que su fuerza descoyuntada desaparezca
    Como en el mes de mayo desaparecen algunas aves
    Que se van, errantes, y nadie las distinguirá jamás.
    La joven vestida de primavera,
    La habitante en colinas más verdes,
    La del jardín más bello de la comarca,
    La del amante de las lluvias;
    La joven vestida de primavera se ha marchado,
    Inconstante, como los aires, como las palomas,
    Como el fuego triste que ilumina las noches.
    Así pues:
    Que tus manos no muevan más esos cabellos,
    Que tus ojos no escudriñen más esos ojos,
    Pues se cansa el caminante que en la cumbre se detuvo
    Y que el camino no pudo determinar su fin.
    Pon sobre los lechos tela limpia,
    Arrójate como el vencido por el sueño
    Y como si fueras sobre los campos, sobre los mares,
    Sobre los cielos, y más, y más aún:
    Duérmete, como se duerme todo,
    Pues el limpio sueño nos levanta las manos y nos independiza
    De esta intemperie, de esta soledad,
    De esta enorme superficie sin salida.
    Dijéronme:
    Tu padre ha muerto, más nunca habrás de verlo.
    Abréle por última vez los ojos
    Y huélelo y tócalo por última vez:
    Como se toca la flor para la amada, así tócalo;
    Como se miran los extraños mundos de un crepúsculo, así míralo;
    Como se huelan las casas que habitamos un tiempo, así huélelo.
    Ya los zamuros se retiraron a las viejas montañas
    Y también los lobos, las serpientes,
    Y no saldrán hacia los claros bellos de la luna
    Y no escucharán el canto de las estrellas silvestres
    Y no detendrán el suave viento que mueve las hojas.
    Voltearon y se fueron y ya no quieren más las claridades,
    Las claridades que bailan serenamente en las copas.
    Ya las flores nacidas anoche,
    Como el lirio, como la amapola, como la orquídea blanca;
    Las flores nacidas anoche han desaparecido
    Y sólo cuelgan con olores tristes de los gajos.
    No mires más a los arroyos que se llevaron las aguas,
    Las de ayer, las de hoy, las de ahora mismo,
    Y por la lejanía no dejes vagar tu mirada
    Acuciada por el dolor de los pájaros presos,
    Por el dolor de quienes dejaron partir a la amada,
    Por el dolor de quien no puede marchar más nunca a su país.
    Hace poco tiempo han pasado ante tus ojos
    Sobre la tarde gris, por el cielo inhóspito,
    Ciertas aves migratorias llenas de tristeza.




    Máscaras


    He aquí que existimos en el límite de la mentira
    Que nuestra vida es impalpable
    Que estas personas representadas pertenecen
    A un dueño de otro orden.
    Cumplimos cabalmente en escena
    Ante el gran público. Así recreamos bajo los astros
    Y acudimos a una cita en los vientos
    Saliendo al paso de nuestras fiestas.
    Nuestro corazón está prestado a otros personajes,
    Murmuramos un sueño y nuestros labios no son responsables,
    Somos bellos o nobles según la circunstancia.
    Nos asalta un delirio azaroso
    Y caemos en los escenarios bajo una voluntad extraña.
    Y no tenemos vida,
    Pues andamos sobre ruedas en un país desconocido
    Cuyas flores nos interesan de manera frívola
    Y cuyas mujeres nos aman en alcobas de falsedad.
    Producimos un fuego y su corazón azul
    Crepita con más fuerza que el nuestro
    En tanto arden los leños a la manera de sangre.
    Nos permitimos ser extraños. Falsos.
    Llevar una emoción no sincera.
    Mientras andamos, desterramos de nuestro cuerpo
    En un interminable paseo.





    EL PATIO

    Pues me estuve entre las flores del patio
    Con las cayenas
    Gozando con las hojas y los rayos del cielo.
    Aquí pongo mi cama y me acuesto
    Y me doy un baño de flores.
    Y después saldré a decirle a las culebras y a las gallinas
    Y a todos los árboles.
    Me estuve sobre las betulias y sobre las tejas de rosas
    Conversando, cenando, escuchando al viento.
    Yo me voy a encontrar un caballo y seremos amigos.
    Mañana le digo al sauco que me voy
    Hasta muy lejos, hasta allá donde están cantando los hombres,
    Donde corren los muertos y se entierran.
    Yo caminaba por unos árboles, por unas hojas doradas
    Y me comía las estrellas, y me senté
    Y escuché la hierba alta y vi los ojos de una mujer
    Que brillaban como un diente
    Entonces arrojé una gran rama de naranjo
    Y todo quedó oscuro.





    Yo soy como aquel hombre (Ramón Palomares, Venezuela). Lectura en la clausura del XVII Festival Internacional de Poesìa de Medellin. -VIDEO-
    Releyendo a Paisano de Ramón Palomares Por Juan José Barreto Gonzále



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    Mensaje por Maria Lua Miér 08 Mayo 2024, 21:51

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    PÁJARO CARPINTERO


    Corta que corta
    El pájaro carpintero,
    Su hacha cruel acecha la flora
    De mi hermosa guajira.
    Corta el cardón de brazos morenos,
    Corta el Cuji de hermosas cabelleras,
    Corta la caraña de manos perfumadas,
    Corta el palo Brasil de piel arrugada,
    Corta el dividivi de piernas resecas,
    Corta el yabo de vestido verde,
    Corta el caimito el niño malcriado,
    Corta la peonía, la piernona y obesa.
    Y en defensa de todos sale el
    Indio desnudo disparando al pájaro
    Carpintero con su flecha.
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    Mensaje por Maria Lua Vie 10 Mayo 2024, 09:56

    Alicia Torres (Venezuela)



    Alicia Torres (Caracas, 1960). es poeta, psicoterapeuta de orientación Jungiana. Es licenciada en Letras. Colaboradora habitual de la revista Imagen" y del Diario de Caracas. Editora de la revista de poesía Aljamía. Publicó; el libro Fatal en 1988, Premio Fundarte de Poesía; Consideración de La Rosa, Pequeña Venecia, 2000.



    *****************


    El ángel se contempla a sí mismo
    Los hombres tienen
    un apetito voraz por las alturas.
    Cierran los ojos y sueñan
    otra delicia y otra tierra menos seca,
    pero nada saben en el esplendor de su inocencia.

    El cielo es eternamente azul y somos bellos.
    Más quién desde aquí podría decir
    yo amo, yo tengo,
    la fruta está madura, es para hoy?
    Aquí estamos todos
    para siempre a la vuelta del deseo.

    Alas para volar a dónde?
    No somos de nadie,
    a nadie esperamos.
    Ostentamos como un lujo
    la media sonrisa de otra muerte.



    Simplicidad
    Una pared blanca.
    Sol y plantas creciendo
    en un silencio de entrega perfecta.
    Una claridad mediterránea
    donde algo como polvo
    flota ingrávido en la luz
    a la vez inexpresable y banal de la mañana.
    Esto que apenas soy
    si me busco con sencillez
    en la limpieza del instante.


    Ascesis por la gracia
    El tiempo está alto y yo me miro
    vivir como quien ve por vez primera
    un paisaje alguna noche ya soñado.
    El tiempo está alto y yo me muevo
    presa del aliento sorprendido
    del que ensaya no tener
    mas ser tenido,
    mío el pie que avanza
    mas no el paso,
    mía la mano que acaricia
    mas no el gesto,
    mío el corazón
    más no el latido.

    Misterioso destino de mis huesos
    conocedores de la andanza, no el camino.
    Entregados al amor
    mas no al amado.



    Mujeres de Atenas


    Nosotras, en tiempos de guerra,
    somas unas combatientes admirables,
    aunque nuestros heroísmos estén hechos
    a la medida de un libro que nunca se escribió.
    A veces entregamos nuestras joyas
    a una causa que o entendemos del todo
    pero que íntimamente detestamos,
    y luego cuidamos, como siempre, de la casa
    con una expresión ambigua en las mañanas,
    que no es de miedo, pues o somos temerosas
    aunque la visión de muelles y aeropuertos
    nos estremezca hasta la nausea
    y nos persiga en el sueño.
    Es verdad que hilamos más que de costumbre
    pero es que estas telas recias nunca alcanzan
    para la vastedad de nuestros lechos.
    Casi todas tenemos la tendencia
    a coleccionar las cosa más triviales
    como caracoles y vidrios coloreados,
    y también todas pasamos muchas horas
    inmóviles frente a los espejos
    como tratando de develar algún misterio
    pero está visto que nunca es suficiente.
    Sólo nosotras sabemos
    cuánta amargura esconden unas manos quietas,
    cuánto oscuro deseo anida en lo sereno,
    cuánta violencia late en le sumisión.
    Nadie nos llama por las tardes
    y cuando rezamos
    a la sombra del altar del sacrificio
    pedimos de rodilla cosas
    que pertenecen a otra tierra
    y a otro cielo,
    a otro modo de estar en esta piel.
    Nunca hablamos con las otras del futuro
    -ese terreno fatal de la esperanza-
    pero frecuentamos secretamente los oráculos,
    con sus vísceras sagradas,
    sus hojas de eucalipto y sus sibilas,
    e indagamos afanosas en el aire
    cualquier signo que confirme
    nuestra más íntima sospecha.
    Jamás nos confesamos impotentes
    pues nuestra fuerza reside en el silencio,
    mas al quedarnos solas
    a la orilla de la noche interminable
    rogamos a los dioses una tregua
    o un cambio sutil para la historia.



    Como Perceval
    (Chrétien de Troyes)
    Una gota de sangre en la nieve
    es la imagen que amo
    por sobre todas las otras.

    Yo me desnudo allí,
    me invento,
    ignorando con elegancia fingida
    todo lo que no es esa violencia.

    Como la sonrisa cruel e innecesaria
    que se le brinda a un adversario derrotado

    o como cuando vienes con la boca
    todavía húmeda
    y yo te miro pasar con desapego.

    La gota de sangre en la nieve
    es como lo que espero
    acodada en la lividez de este silencio.


    Antes de la consumación
    Es inquietante esta violencia.
    No digo de los nervios.
    No digo del deseo
    o de la lengua.

    Digo una violencia
    de bienvenida
    a una abundancia que anida en cúmulos
    azules y grises más allá del horizonte.

    El amor o la muerte truenan
    en la bóveda del mundo
    y mi piel, salada de tiempo,
    se estremece como el flanco de una yegua.

    Fuera de mi línea de visión
    hay un destino eléctrico.
    Respiro y respiro:
    un animal esperando el diluvio.

    de Consideraciones de la rosa, 2000


    https://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/Festival/Antologia/alicia.html


    _________________



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    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





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    Mensaje por Maria Lua Vie 10 Mayo 2024, 15:24


    Eugenio Montejo (Venezuela)



    Eugenio Montejo (Caracas, 19 de octubre de 1938 - Valencia, 5 de junio de 2008) fue un poeta y ensayista venezolano, fundador de la revista Azar Rey y cofundador de la Revista Poesía de la Universidad de Carabobo. Fue investigador en el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos de Caracas, y colaborador de una gran cantidad de revistas. Recibió el Premio Nacional de Literatura de Venezuela en 1º998 y en 2004 el Premio Internacional Octavio Paz de Poesía y Ensayo.

    La poesía -dijo- asume hoy, en nuestra era industrial, una condición subterránea que en su replegamiento encarna la esencia que toma el lugar de la creencia abandonada de Dios como redención de la vida. Montejo, nacido en Venezuela en 1938, reivindica para la poesía latinoamericana la abolición de las fronteras políticas: pertenecemos más a nuestra época que a nuestro país, pues hay familias poéticas, identidades verbales que no siempre coinciden con las demarcaciones geográficas. En La máscara de la transparencia, Guillermo Sucre comenta: "La poesía de Montejo se ha caracterizado por el espesor y la rica gama textual, aun por la recreación naturalista y mítica. Además de la pasión constructiva y el casi perfecto control del desarrollo del poema, que excluye lo divagatorio y deshilvanado. Cualquier poema suyo parte de un punto y vuelve a él, pero para enriquecerlo, para dejarnos ver la amplitud de su recorrido y las sucesivas relaciones que va generando. Es, además, de los pocos poetas hispanoamericanos de hoy que tienen un sentido tan exigente de las formas verbales, su pasión constructiva."

    Publicó, entre otros, los libros: Elegos (1967), Muerte y memoria (1972), Algunas palabras (1977), Terredad (1978), Trópico absoluto (1982) y Alfabeto del mundo (1986). Fue autor también de varias colecciones de ensayos, como; La ventana oblicua (1974) y El taller blanco (1983), así como de un volúmen de escritura heteronímica, El cuaderno de Blas Coll (1981).




    *******************



    ESCRITURA


    ALGUNA vez escribiré con piedras,
    midiendo cada una de mis frases
    por su peso, volumen, movimiento.
    Estoy cansado de palabras.

    No más lápiz: andamios, teodolitos,
    la desnudez solar del sentimiento
    tatuando en lo profundo de las rocas
    su música secreta.

    Dibujaré con líneas de guijarros
    mi nombre, la historia de mi casa
    y la memoria de aquel río
    que va pasando siempre y se demora
    entre mis venas como sabio arquitecto.

    Con piedra viva escribiré mi canto
    en arcos, puentes, dólmenes, columnas,
    frente a la soledad del horizonte,
    como un mapa que se abra ante los ojos
    de los viajeros que no regresan nunca.





    VUELVE A TUS DIOSES PROFUNDOS


    Vuelve a tus dioses profundos;
    están intactos,
    están al fondo con sus llamas esperando;
    ningún soplo del tiempo los apaga.
    Los silenciosos dioses prácticos
    ocultos en la porosidad de las cosas.
    Has rodado en el mundo más que ningún guijarro;
    perdiste tu nombre, tu ciudad,
    asido a visiones fragmentarias;
    de tantas horas ¿qué retienes?
    La música de ser es disonante
    pero la vida continúa
    y ciertos acordes prevalecen.
    La tierra es redonda por deseo
    de tanto gravitar;
    la tierra redondeará todas las cosas
    cada una a su término.
    De tantos viajes por el mar,
    de tantas noches al pie de tu lámpara,
    sólo estas voces te circundan;
    descifra en ellas el eco de tus dioses;
    están intactos,
    están cruzando mudos con sus ojos de peces
    al fondo de tu sangre.






    PRESENCIA


    Siento sus manos noche y día
    a sol y sombra en mi carne, trabajando.
    A través del sueño o la vigilia
    nivela, ajusta, no me abandona,
    martilla despacio, intensamente
    con los golpes exactos.

    Graba en mis palabras su silencio,
    se vale de los pájaros, de un río
    al modularme las voces,
    cambia mi cuerpo con las horas,
    muda las nubes de mi deseo
    y a cada instante de nuevo recomienza,
    no se detiene.

    Del fondo de mi madre o más lejos
    tenaz me acompaña.
    Se inclina sobre mi corazón,
    lo reconozco en sus latidos solitarios,
    ahora mismo algo trae, algo lleva,
    siento sus golpes intensos todavía
    pero no sé quién quiere que yo sea,
    su afán no ha terminado.





    LA CASA


    En la mujer, en lo profundo de su cuerpo
    se construye la casa,
    entre murmullos y silencios.
    Hay que acarrear sombras de piedras,
    leves andamios,
    imitar a las aves.

    Especialmente cuando duerme
    y en el sueño sonríe
    —nivelar hacia el fondo,
    no despertarla;
    seguir el declive de sus formas,
    los movimientos de sus manos.

    Sobre las dunas que cubren su sueño
    en convulso paisaje,
    hay que elevar altas paredes,
    fundar contra la lluvia, contra el viento,
    años y años.

    Un ademán a veces fija un muro,
    de algún susurro nace una ventana,
    desmontamos errantes a la puerta
    y atamos el caballo.

    Al fondo de su cuerpo la casa nos espera
    y la mesa servida con las palabras limpias
    para vivir, tal vez para morir,
    ya no sabemos,
    porque al entrar nunca se sale.






    FORASTERO


    A Francisco Rivera

    No sé qué extraña lengua están hablando
    en esta taberna.
    Siento que las palabras me rodean
    con sus rápidos saltos de peces
    delante de mis ojos forasteros.
    Puedo mirarlas en sus lentas burbujas
    hasta que estallan en el aire.

    Los periódicos parecen escritos
    con huellas de pájaros.
    Los saludos dibujan otros gestos;
    en los percheros hay largos esqueletos
    de dinosaurios.

    Entre los hombres que juegan al billar
    o charlan o dormitan,
    tal vez alguno salió de los espejos
    y en un instante volverá a disolverse.
    Por estas tierras abundan los fantasmas.

    Me he corrido de casa tantas leguas,
    estoy a tantos meridianos,
    que no comprendo ni el coro de las sombras
    con que la noche baja a oscurecerme,
    pero el ciervo de rostro disecado,
    fijo en un muro con ojos de botella,
    me grita que el mal es uno en todas partes,
    usa el mismo cuchillo
    y amenaza
    por todos los caminos de la tierra.






    LOS ÁRBOLES


    Hablan poco los árboles, se sabe.
    Pasan la vida entera meditando
    y moviendo sus ramas.
    Basta mirarlos en otoño
    cuando se juntan en los parques:
    sólo conversan los más viejos,
    los que reparten las nubes y los pájaros,
    pero su voz se pierde entre las hojas
    y muy poco nos llega, casi nada.

    Es difícil llenar un breve libro
    con pensamientos de árboles.
    Todo en ellos es vago, fragmentario.
    Hoy, por ejemplo, al escuchar el grito
    de un tordo negro, ya en camino a casa,
    grito final de quien no aguarda otro verano,
    comprendí que en su voz hablaba un árbol,
    uno de tantos,
    pero no sé qué hacer con ese grito,
    no sé cómo anotarlo.






    TERREDAD


    Estar aquí por años en la tierra,
    con las nubes que lleguen, con los pájaros,
    suspensos de horas frágiles.
    A bordo, casi a la deriva,
    más cerca de Saturno, más lejanos,
    mientras el sol da vuelta y nos arrastra
    y la sangre recorre su profundo universo
    más sagrado que todos los astros.

    Estar aquí en la tierra: no más lejos
    que un árbol, no más inexplicables;
    livianos con otoño, henchidos en verano,
    con lo que somos o no somos, con la sombra,
    la memoria, el deseo, hasta el fin
    (si hay un fin) voz a voz,
    casa por casa,
    sea quien lleve la tierra, si la llevan,
    o quien la espere, si la aguardan,
    partiendo juntos cada vez el pan
    en dos, en tres, en cuatro,
    sin olvidar las sobras de la hormiga
    que siempre viaja de remotas estrellas
    para estar a la hora en nuestra cena
    aunque las migas sean amargas.






    TIEMPO TRANSFIGURADO


    A Antonio Ramos Rosa

    La casa donde mi padre va a nacer
    no está concluida,
    le falta una pared que no han hecho mis manos.

    Sus pasos que ahora me buscan por la tierra
    vienen hacia esta calle.
    No logro oírlos, todavía no me alcanzan.

    Detrás de aquella puerta se oyen ecos
    y voces que a leguas reconozco,
    pero son dichas por los retratos.

    El rostro que no se ve en ningún espejo
    porque tarda en nacer o ya no existe,
    puede ser de cualquiera de nosotros,
    —a todos se parece.

    En esa tumba no están mis huesos
    sino los del bisnieto Zacarías,
    que usaba bastón y seudónimo.
    Mis restos ya se perdieron.

    Este poema fue escrito en otro siglo,
    por mí, por otro, no recuerdo,
    alguna noche junto a un cabo de vela.
    El tiempo dio cuenta de la llama
    y entre mis manos quedó a oscuras
    sin haberlo leído.
    Cuando vuelva a alumbrar ya estaré ausente.






    LA TIERRA GIRÓPARA ACERCARNOS


    La tierra giró para acercarnos,
    giró sobre sí misma y en nosotros,
    hasta juntarnos por fin en este sueño,
    como fue escrito en el Simposio.
    Pasaron noches, nieves y solsticios;
    pasó el tiempo en minutos y milenios.
    Una carreta que iba para Nínive
    llegó a Nebraska.
    Un gallo cantó lejos del mundo,
    en la previda a menos mil de nuestros padres.
    La tierra giró musicalmente
    llevándonos a bordo;
    no cesó de girar un solo instante,
    como si tanto amor, tanto milagro
    sólo fuera un adagio hace mucho ya escrito
    entre las partituras del Simposio.





    PARA MI 80º ANIVERSARIO


    El año ochenta de mi vida está tan lejos
    como la hora en que nací.
    A la distancia se borran sus relojes,
    pero esta noche abro la casa a mis amigos,
    quiero que vengan todos
    para que a mi lado lo celebren.

    Sólo mis biógrafos pueden ser exactos
    con lupas tenebrosas.
    Y aunque su astucia mañana me corrija,
    doblo mi edad sobre su horóscopo
    y me anticipo al sol futuro.
    Es lo mejor: los dioses son avaros,
    no sé cuánto me quede.

    En esta noche de pronto me envejezco,
    tal vez sobre mis sienes no ha nevado,
    soy de un país sin nieve.
    La vida entre mis huesos rodó tanto
    que no pesa,
    la edad me hizo liviano,
    me fui poblando de vacío
    sin llegar a ser sabio,
    —son pocos años mis ochenta.

    Sólo las lupas de mis biógrafos
    restituirán las cifras de los días
    hasta fijar la cantidad de sombra
    en sus cuadrantes de ceniza.

    El año ochenta ya es un límite impreciso
    en que me veo y no me veo,
    se halla tan lejos de esta hora,
    es tan incierto,
    que aunque ningún amigo falte
    tal vez yo entonces sea el ausente.
    Pero alguien (puedo jurar que estoy mirándolo)
    me hará memoria alzando alguna copa
    a pesar del silencio, la soledad, la muerte.
    Y en ese instante seré él,
    y su creencia acerca de la vida
    es mi creencia;
    aunque no haya nacido todavía
    y lo separen de mi casa
    leguas de mar y polvaredas de camino,
    sé que no faltará a mi aniversario,
    lo he invitado a mi fiesta.


    _________________



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    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





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    Mensaje por Maria Lua Vie 10 Mayo 2024, 15:27


    José Gregorio Vásquez (Venezuela)


    (Venezuela, 1973). Poeta y editor. Profesor del Departamento de Literatura Hispanoamericana y Venezolana de la Escuela de Letras, Integrante de la Red Internacional de Investigadores de la Literatura Comparada (RIILC) de la Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela. Ha publicado: Palabras del alba (1998), Lugares del silencio (1999), Ciudad de instantes (2002), Bogotá siempre palabra (2002), El vago cofre de los astros perdidos. Antología del poeta ecuatoriano César Dávila Andrade (2003, 2011), El fuego de los secretos (2004), La tarde de los candelabros (2006), Ingapirca (2011), Cantos de la aldea (2012), La noche del sol (2013) antología que reúne una selección de su poesía, Solamente el olvido (2014), Mínimo esplendor (2016), Decir un día (2018).

    Ha sido compilador de la obra ensayística de J. M. Briceño Guerrero, uno de los pensadores más singulares sobre la realidad de América, bajo los títulos: Mi casa de los dioses y El alma común de las Américas. Su trabajo de investigación se dedica al estudio de la literatura venezolana y al estudio y comprensión de la poesía, temas que ha abordado en sus libros y artículos publicados. Actualmente se desempeña como director de la Escuela de Letras de esta casa de estudios.

    Bajo su sello editorial La Castalia, lleva hoy día la colección de poesía Alfabeto del mundo junto a la editorial Ediciones de la Línea Imaginaria, Quito, Ecuador. Una colección con más de 22 libros con voces muy singulares de la poesía iberoamericana. Una apuesta editorial muy vital para estos tiempos… Esta colección se encuentra totalmente gratuita en la página web lacastalia.com.ve




    *******************


    De Los deshabitados (Inédito)



    1

    ABANICO mi último día
    lento
    dejando pasar toda huella borrosa
    impura

    Ya nada me es ajeno
    en este lado de la derrota

    Todo lo ofrecido es condena

    La fatiga inmerecida de lo súbito
    a fuerza de fracasos
    de falsas maniobras
    de palabras vacías
    que aún me acompañan
    corroe mi ya cansado destino

    No he abandonado el límite
    ni he cruzado una calle antigua
    para desmerecerlo

    Desvelado e inseguro
    ato mi cintura la doblego negándome
    y emprendo el largo camino de regreso a casa

    Despojado
    olvidado de mí inmerecido
    persisto ante la tormentosa furia de esta noche aciaga

    Busco en ella un lugar donde para el reposo
    Me despojo de mí descalzo solitario

    Esquivo así
    en el camino de mi último instante
    la mirada temible de la vieja Erinia
    la sombra infausta de sus promesas
    la palabra desdibujada que siempre me condena

    Cansado llego al lugar
    mi otra estancia insondable última
    mitigando algunas de esas palabras heredadas
    algunos viejos sonidos:
    los abalorios salvajes que me acompañan y me niegan

    Entre tanto ruido regreso solitario a la mudez
    aún sabiéndome en ella
    bajo la misma intemperie
    esperando mitigar
    la antigua furia de este día



    De Heredad, (Inédito)



    1

    Se desprende de las hojas de un árbol
    olvidado

    y cae
    a pedazos en la tierra

    Desperdigado
    no tiene otro destino
    sino el regreso

    Atado por el olvido
    busca a tientas la otra casa

    Anda a ciegas
    lejos ya de los mayores

    va naciendo reseco roto con el viento
    emprendiendo un lento ir y venir de rama ciega
    aturdida

    solo así se guarda en lo más callado
    en lo más solitario de este mediodía

    Sus noches vienen de lejos
    no sabe cómo

    Se arranca por dentro
    y trae a pedazos lo heredado
    hasta esta tierra árida
    que también lo condena

    El viejo abalorio salvaje
    y duro
    del silencio entra en su corteza

    La raíz intacta
    de los nombres
    inmerecidos
    aún sigue tatuada en su frente
    en sus raíces en sus delicados musgos

    La luz
    esa luciérnaga inmóvil
    que vigila las entrañas
    y enciende las palabras
    escondidas
    también es la luz que lo guía

    La heredad del antiguo sonido
    del canto sigiloso
    de los dioses
    viene a darle un último aliento

    El viejo acorde
    en las entrañas de los otros árboles

    Un misterio
    arrastrado de noche en noche
    con sus antiguas ceremonias

    Sus manos ahora raíces
    se acomodan para escribir
    los signos más sublimes
    de esta intemperie

    Todo
    en un papel lleno de tiempo

    impregnado ya
    por otros atardeceres



    2

    Es un temblor de la tierra
    el que enreda las palabras a su negado origen

    llevándolas hondo

    dejándolas ahí

    sembrándolas de nuevo
    sin lamentos
    sin otro sonido lejano

    Todos aguardan la calma
    la fatiga del adiós

    Algunos esperan que vuelva a decir lo efímero
    la inútil queja del abandono

    y regrese calladamente al olvido
    esa casa inmóvil que lo arrastra
    To en él es un temblor de sombras

    La tarde se enreda en las horas más oscuras
    y todo vuelve a comenzar

    Es la triste e insegura vuelta del regreso

    3

    Qué espero de tu memoria
    de las marcas que han tatuado
    los dolores en tu corteza

    de las grietas que duermen
    en tu frente
    en la piel mortuoria de tu recuerdo

    No sé esperar la agonía

    No sé hacia dónde me lleva este aire enfurecido

    Me abandono en él
    mientras se quiebra levemente el dolor en mí
    y se hace de nuevo palabra



    4

    Padece la palabra
    cuando desciendes profundo
    hacia el olvido

    Te va golpeando la piel
    te va hiriendo

    Despoja tu aliento
    mientras agonizas

    Quiebra desde lo más oscuro
    desde adentro
    desde la extrañeza
    todo a su paso

    Busca consolarte
    anda lenta
    bajo otro acomodo
    otro sonido
    uno que aún no sabes

    pero solo es el silencio
    la embriagante nada
    la dura piel que se rasga
    sin tu presencia

    Sabe a qué horas viene la muerte

    Sabe que nadie
    puede irse ileso de una noche antigua
    lejana e inclemente

    Los más distantes
    se acercan con ofrendas

    Vienen a traerte
    sonidos recuerdos aromas
    penas
    penas
    penas

    Todos saben que no hay regreso

    Lo inmóvil
    se hace inmaculado

    La noche aciaga
    es la única compañía

    Nada pueden… solo regresan
    con el luto a cuestas

    vacíos
    marchitos
    temerosos
    devastados

    Reclaman otras ceremonias

    Solo pueden darte el sepelio del último día
    antes del inmerecido olvido

    Se van
    cómplices de otro abandono
    aún con este sofocante aroma a muerte en la piel

    con aire de noche adormecida
    heridos queriendo encontrar otro destino

    Se van…

    Todos saben que andan muriendo lentamente

    lejanos y advenedizos



    5

    Todo aquí ya es noche. Solo me queda el trazo borroso, la tinta reseca, el temblor doloroso y nefasto de mis manos dilapidando lo poco que puedo decir. Las palabras ya no traen silencio. Es oscuro todo en este papel. Yo ando a ciegas. Lejano. Enmudecido…

    Me llevo a cuestas por la casa. Me arrastro. Me detengo a contemplar las otras palabras que me habitan, las más lejanas, las que no volverán. Ando a ciegas. Camino ya sin tiempo. Lo poco que quiero me abisma. El secreto aciago de estos años me devora.

    Ando lejano, ausente de mí, forastero en mis propias manos, agonizando en este papel desprendido de mis años.

    El alma sufre ante el olvido. La palabra queda atrapada en un rastro de tinta que corroe el papel.

    No soy si me faltan los recuerdos. No soy sin las palabras: los sonidos de las palabras aún me permiten respirar.



    6

    Cuando escribo todo se aquieta. Secreteo la casa donde habito. La casa que me sostiene. He dibujado una casa a la orilla del tiempo. Entro en ella. Salgo en ella. Me dejo en ella. El agua, el amanecer, el silencio, los nombres de los otros, los recuerdos, la memoria de la infancia… Todos llegan temprano a acompañarme. El sol por dentro. La noche por dentro. Todos me esperan. Me despiden.

    Frente a mis ojos arden los recuerdos.

    Todos los días voy buscando regresar a esa casa. La casa con mis años. La casa que sostiene estas palabras.

    Persisto, aunque sé que todo ya es definitivamente noche…



    7

    No hablo

    No puedo herir el sonido
    para decirme sin aliento

    Solo dejo que pase el día
    que salga el quejido animal
    el bostezo:
    esa lejana palabra
    de abajo
    de adentro
    de todas partes
    que no llega plenamente

    Y sigo en lo apagado
    en lo oscuro
    de un lenguaje
    que no se hunde

    Así comulgo
    ciego en la noche
    mientras voy despidiéndome
    lejano de mí

    Testigo inútil
    de mi ausencia

    De qué me sirve todo
    si no tengo la palabra

    La tormenta consume
    los restos de mi aliento

    No puedo continuar

    Mis labios imprimen
    un secreto que me atraganta

    Nada arriesgo
    porque se vuelve peligroso cada instante

    Sigo mi andar
    detenido

    Una vieja canción de otros dioses
    me acompaña…



    8

    El alma enferma con los días
    no hay otro destino
    que la proteja

    Nada consuela mis los quejidos
    más secretos horrendos inmerecidos

    Salta al vacío
    e implora a los dioses estas penas
    no otras
    no unas menos dolorosas e inclementes

    Pide que se lleven la cólera que se hunde en la piel
    en los huesos
    en los cansados días del final

    Es la mezquindad de los días por venir
    ya envilecidos

    No puede No tiene fuerza Se ha vencido

    Sale bajo el aire de la derrota
    humillando su secreto

    ese que grita en la piel
    en la sangre
    en la oscura sombra de su nombre

    Ahora
    los otros lo devoran
    le hacen daño

    Nadie puede seguirlo

    Lo poco que le queda es ya tormenta
    una que socava lentamente
    todo su silencio

    Quiero irme lejos junto al cuerpo -dice
    huir
    olvidándome de mí -grita en lo más profundo

    comenzar de nuevo

    con menos culpas

    Su silencio se desvanece



    https://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/Festival/31/JoseGregorioVasquez/


    _________________



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    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





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    Mensaje por Maria Lua Vie 10 Mayo 2024, 15:31

    María Antonieta Flores (Venezuela)




    María Antonieta Flores Caracas, 22 de junio de 1960. Ha publicado los poemarios El señor de la muralla (Caracas, 1991), Canto de Cacería (Maracay, 1995. Premio de Poesía de la I Bienal de Literatura Municipal «Augusto Padrón» 1994), Presente que no en ausencias (Caracas,1995), Agar (Valencia, 1996), Criba de abril (1998), Los trabajos interminables (1998, Mención Premio Municipal de Literatura, 1999), La desalojada luz de la tarde (poema largo, plaquette, 1999). Obtuvo el Premio Municipal de Literatura «Rafael Angel Insausti» mención Ensayo 1996 (Barinas) con Sophia y Mythos de la pasión amorosa editado en 1997. Aparece incluida en Antología de la poesía latinoamericana del siglo XXI. El turno y la transición de Julio Ortega (México: SigloVeintiuno Editores, 1997. pp. 343-344) y Antología de la poesía venezolana II de Rafael Arráiz Lucca. (Caracas: Edit. Panapo, 1997. pp.1019-1022).



    *****************



    De El señor de la muralla

    J) De cómo una dama consciente
    entrega sus riquezas y joyas a quien
    recorre los campos de guerra
    empuñando la aniquilación.
    Señor de la Muralla
    portadora
    alta sobre toda cabeza
    imploro un poco de tu fértil riego
    Mira este rostro de ágata
    promesa de sabias noches
    la tolerancia de mis suaves pies
    Recíbeme
    dame la fuerza
    la metamorfosis y la destrucción
    Alójame
    Hazme engendro de toda noche
    Cuervo o ciervo de laderas
    Soy cántico de antepasados
    un nuevo hechizo
    fragmento del cuarzo de los relojes
    la de los signos y vientos favorables
    el astrolabio
    Fela fela
    es tu orden
    simple promesa del tiempo



    O) Se cuenta cómo después de bodas
    y celebraciones, la cumplida esposa,
    nunca olvidada por el Señor, da el
    paso de rigor.
    Aguardo
    lúcida
    el amanecer
    Si uno cree en cada palabra
    Si se ansió y gozó la tenue caricia de un tirano
    Si se debe dejar que el aire escape
    vuelta ceniza hasta que la hoguera se detenga
    hasta la purificación
    si así y sólo de ese modo
    uno mira al espejo
    agota un traje de lino puro
    brazaletes y cadenas en los tobillos
    todo suspendido
    quieto
    rico en sombras
    las miradas de mis muertos
    aplico una última gota de nardo
    sueltos los cabellos
    Al fin
    dislumbro la claridad
    frasco mínimo de veneno
    Me ve sucumbir
    mi frialdad convulsa
    las palabras no dichas ni pensadas
    el desorden
    mi mano arrastrando las sedas
    Su pronta furia
    Su desnudez brillante no logra detenerme
    Sólo diviso el terror de sus manos

    De Canto de Cacería



    Cazador


    este reposo que tanto necesitas
    este rigor
    la carne almibarada
    el olor del deseo descansa sobre este aire florecido
    Cazador
    este encuentro no habla ni da cuenta de la pasión que conmina
    da cuenta de tantas debilidades y desazones
    este sentarse cimbreando los deseos
    las rodillas que se juntan y se frotan por tu nombre
    Cazador
    entiendo el desespero
    entiendo la sorpresa
    los nuevos linderos
    la amenaza

    a cuántos metros del bosque
    de las aceras y formas de estrella
    el sueño ha llevado su arco
    la tapia y sus colores
    la red del transcurrir
    el diminuto acero del recuerdo

    De Presente que no en ausencias (1995)



    un instante en la palma de mi mano


    cada punta de mis dedos ungida por tu deseo
    el collar de esclava cae
    tiembla esa nube roja
    el desierto se detiene

    De Agar (1996)



    Amanecía

    la vigilia me atestiguaba
    los cuerpos se devastaban con toda seguridad
    bajo las garras
    bajo los cielos
    cuántas cuencas vaciadas
    cómo el olor enardecía
    a esto lo llaman trinchera
    mala sobrevivencia



    QUE NO LAS tierras donde el hielo se quiebra
    que no una mano abriendo el tiempo
    tumba que no vacío
    dispar es el encuentro
    las voces que nos ocultamos
    las estrategias
    calibre
    presente que no en ausencias

    del libro Agar (1996)



    una mujer no entierra las uñas en el cuello amado
    apenas lo surca
    deja el recuerdo
    asusta que sabe
    y muerde con delicia los ejes del cuerpo
    y santigua los extremos más acontecidos
    y su uña ara lento
    para ser pródiga en el amor
    con el cuerpo abre ventanas al tiempo
    ése que nunca la visitará
    y traza leve una dirección
    nada dejan los surcos del desierto

    ha sido hábil
    seca el sudor de su cuerpo
    y llora

    intenso ha sido el mordisco que me has dejado en la piel



    un color no se define sobre las órdenes del conocimiento
    sólo se le espera porque es de tonos infinitos
    un relato se urde con las más puras fibras
    y sólo se le llama y se le habita
    (si se deja)
    sólo se le llama y se le observa
    (si se deja)
    sólo se le llama y se le ama
    (si se deja)



    del libro Los trabajos interminables (1998).

    Hierro negro

    Y es el humo
    los desalojados no regresan
    en el crujido de los huesos astillados
    la pasión
    y ¿cuál lugar me oculta?
    hierro negro
    y el poema
    ¿sobre cuál cama fue leído?
    ¿qué turgencias me hincaron?
    afuera y ajena
    la espalda se me pierde
    la boca en los ahogos
    me adentro en el instante
    las curvas se distienden
    hierro negro
    los pies se apoyan
    van en contra, la pared
    el frío del granito, la piedra
    los cementerios
    y próximos
    se encuentran

    afilado hierro
    lejos del nombre


    _________________



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    y en ese vuelo y en ese sueño
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    Mensaje por Maria Lua Dom 12 Mayo 2024, 20:07

    Elbio Chitaro (Uruguay)



    Elbio Chitaro nació en Uruguay en 1961. Ha publicado los libros de poemas: La tristeza de la madre del caballo, 2002; Versión de Medea, 2008 (Premio Anual de Literatura); Palabras rotas, 2010 (Primer Premio en el Concurso de Poesía de los Fondos Concursables) y La impureza, 2013. Es fundador de la Casa de los Escritores de Uruguay.

    En su modo de ver: “La poesía no cree en certidumbres, vive de la incertidumbre, de lo que no sé. La poesía se alimenta de la sospecha de que, lo que dice, no es lo que dice, es otra cosa. Quizá se persigue la certidumbre como se persigue lo puro, sabiendo de antemano que se va a fracasar. El asunto está en la intensidad que se pone en la búsqueda. Intensidad, rigurosidad, necesidad de ir hacia eso que nos abruma, desafía, casi se ríe de nuestro intento de llegar.”



    *******************


    Mudo cuando ascendió a la vida, mudo.
    Desocupa y vuelve a llenar los cántaros.
    Paul Celan


    (pares, nones)

    ¿Qué sabe tu padre, tu madre, tu hermano, del poder de la Historia?
    ¿Saben que es aproximación por acierto y error?
    ¿Qué sabe tu hijo de tus versiones del ayer?

    ¿Qué parte de lo oscuro contemplas en el punto de quiebre?
    ¿Por qué te alejas?
    ¿Ves el derrumbe que suma ruina sobre ruina?

    ¿Por qué crees que puedes despertar los muertos y recomponer la huella?
    Desastre es sinónimo de no estar bajo el sol.
    Menos aún, las estrellas del firmamento sobre la azotea.

    ¿Qué saben de los sentimientos del que tiene ojos en la espalda?
    ¿Qué saben de la verdad?
    ¿Qué de las mentiras verdaderas? ¿Qué de las mentiras solamente?

    ¿Saben que estuviste a los pies de las patas del caballo?
    ¿a los pies de la cama, a los pies de Jasón,
    a los pies de Medea con las manos ardiendo?

    ¿Qué sabe tu vecino del eco, tu llanto en la cocina?
    ¿Sabe que estuviste un día frente al viento,
    a la lluvia temblando?

    ¿Qué sabe de ti el artesano? ¿Qué sabe de ti bajo el velo rasgado?
    ¿Qué de las alas que no vuelan bajo el sol?
    ¿Qué de tus manos?
    ¿Qué de tus manos?


    ***


    Hoy fue la lámina, ningún lápiz.
    Eduardo Espina


    (aspereza)

    Esa flor
    hace hablar, no hay otra.
    Los pétalos rojos de ese geranio abatido,
    quebrado,
    retrotraen los ojos de mi madre cuando niña.
    Por encima de esos ojos hay otros
    que observan cada gesto,
    cada movimiento que hacemos,
    cada sensación de muerte.
    La poesía no abarca todo,
    no llega ni siquiera a cubrir la superficie.
    Aspereza es su nombre de rigor. Aspereza es el quid
    de su cuestión.

    Esa flor
    hace hablar a los estigmas, es como un rayo de sol
    en mar furioso.
    No hay poesía sino hay ambición.
    De alguna manera el poeta
    es la misma representación de la avaricia.
    Lo quiere todo.
    Deseo no es necesidad, y viceversa. Lo sabes.
    Hoy la poesía se ha convertido
    en un acto de stand up sin gracia.
    Es patético comunicárselo a los que empiezan
    a jugar al acto de expulsión de los demonios.
    Ya nadie quiere ser
    el que recibe las bofetadas.
    Nadie quiere pagar derecho de piso.
    Ya nadie hace el juramento
    porque todos creen estar a salvo del infundio.
    La poesía no tiene segundos actos,
    es pura caída.

    Esa flor
    hace hablar. A mí, negro león
    de suburbio, me tocó el cardo corredor.
    Pudiera ser peor, la manufactura legionaria
    de una corona de espinas;
    la flagelación: 300 azotes al mar.
    La poesía se limita a buscar silencios
    entre el sufrimiento.
    A veces sólo encuentra ludismo.
    Sin embargo, el show debe continuar.
    Nadie es imprescindible,
    ni siquiera el dueño del freak show.
    En si, la poesía es el arte trashumante
    de la ventriloquía.



    ***



    (sobre lo real como una baba)

    Y finalmente llegamos a la Realidad.
    ¿Y desde dónde?
    (grillo - grillo / cristo - cristo / cri - cri)
    En eso estamos los poetas,
    ¿En eso estamos los poetas, Laurus?
    (grillo - grillo / cristo - cristo / cri - cri)
    A la búsqueda de ese Donde.
    Del No-Donde,
    Del No-Lugar.
    Por no nombrar otros lugares comunes,
    Quizá no tenga.

    No podemos ver lo real como una rata de caño.
    Como si fuera un rastro fecal
    Del paso de la rata por la viga,
    (Por la vida,
    Por la viga).
    Del paso por el pilar
    Bramante.

    Lo real no tiene buena prensa.
    Se lo ve como una baba,
    Como un moco,
    Que permite a los moluscos desplazarse.
    En poesía, la realidad
    Es una mera distracción.

    a Paola Gallo



    aguantaraz
    Has llegado a alzar la mano. Contratista. Ay, perdón, debí decir: poeta feligrés.
    Metalia de la lengua, poeta orondo. Poeta del Partido, lengüita, lenguaraz: gusano.

    -Veo ratas subiendo las paredes. Veo espinas de rosal en todas paredes de la casa.
    -¿Ves sangre en las paredes, Dylan?
    -Horror vero, lo demás son detalles.

    Has llegado a alzar la mano: abierta, en comba, con sus dedos en dentición durante.
    Mano tumbada, sin embargo, despeñada. Con el cordón umbilical en bandolera.

    La mano que zozobra, tala hueca; como aureola pardogris.
    La mano-ojo: glándula lacrimal de la conciencia.
    La que duele un tanto más que la mejilla.
    La mano-mirada sin pudor.

    Mano muerta no hace trampa.
    Mano es mitad de cara.
    Mano es vergüenza ajena.

    Mano calavera, finada, la que desaprisiona vientos boca arriba.
    A rajatabla, vientos búhos.
    Lejos, dentro; dentro de la piedra mora, por la quebradura.
    Lejos, dentro; lejos de los muros de la piedra mora, por la quebrada del yerbal.

    -Anatolii Golóvnia, fílmelo de tal forma que el agua pueda ser oída, así
    indicole Vsévolod Iliarionovich Pudovkin a su operador de cámara
    -¿Qué agua, camarada Director?. Respondiole Él.
    -La del aire, camada, la del aire, dándole la espalda.

    Sin tapujos. Al pan, pan: hostia, cáliz, luz, después de consagrados
    por la mano.
    Extremidad hundida en el smog (humo, cerrazón y juro).
    Piel de piedra, inmemorial, soda cáustica en escamas.
    Como encumbre de hiedra viperina.
    Como espina dorsal en el alud, arrase del que alude, del que versa al
    Hueso del asunto.

    Adeudas todos los deberes de patria potestad.

    No alcanza aire a impedir el pozo. Ni pozo a entullecer el aire raro.
    Arenas movedizas desde abajo. Como caballo loco, como caballo
    cimarrón detrás de la marea.
    Ni aire, ni pozo hueco.

    -Todo es inútil y hay que tener el valor de no tener pretextos. Me hubiera gustado clavar
    la noche en el papel como a una gran mariposa nocturna.
    -Dejá dormir, murmuró Cordes, déjate de pavadas.
    -Como esa mariposa, volvió a decir Linacero.

    Gesto pírrico: diseccionar un antes y un después, vivificado en dos.
    Renacido como Hidra de Lerna despechada.
    Antes, hacer el ademán.
    Luego deshacerlo en polvo ceniciento junto al río.

    Así raíz, izar el gesto eólico de esta mano con melena de león. Así
    la prisa ninivita en desasirnos de raíz.
    ¿sacer? ¿sacernos Hanna?
    Testigo, mártir, la memoria en varias lenguas.

    Tremendo el gesto de la ola expansiva.
    La mano sierpe, enjaulado el candor, muerde el talón de tu enemigo.
    Tremendo el ademán de palma embarazada sobre el rostro.

    Gilgamesh llora sin consuelo por el llano: -Cuando muera, ¿no seré
    como Enkidu? El espanto ha entrado en mi vientre.
    -El espanto ha entrado en tu vientre, una hiena ha entrado en tu
    bosque de cedros deodar, dice su corazón partido.
    Gilgamesh deja de llorar. Emprende el camino hasta llegar la noche.
    -Cuando muera, mis ojos dejarán de ver el resplandor del sol.

    Dolor fuera de la humillación. Fuerza del golpe en la cisura del hueso.
    Dolor fuera de voz.
    Dolor del interior de las arrugas.
    Dolor en la noche que se hunde en el mejunje. Sume en la mirada.
    El encare del hijo que culmina. Autoridad que emana.
    Dolor que alega. Pretexta el fundamento.




    Nudo en la garganta


    Debía haber bolsas rotas de pórtland. Ladrillos de campo chupando
    la aguachenta. Hierro tratado, clavos enderezados a martillo, alambre
    dulce. Fretachos y cucharas de albañil.
    Debía haber tablas de encofrado con nudo en la garganta. Tablón de
    pino. Planchada, columna y viga.
    Debía haber dolor en los riñones. Manos callosas, olor a pata y
    sudores congelados en la faja.

    Debía haber ternura.
    Pero no había eso. Había sospecha de desmayo, pedregullo,
    camaradas en silencio con pucho entre los labios.
    Nada de hermosura. Sólo camión.

    -Me cago en Dios, dijo el albañil al catequista. Mientras partía a
    macetazos la viga malograda.
    El catequista era el hijo que llevaba su apellido. El silencio era la tarde
    Desmedida. Las distancias, huecos de esperanza.
    -Me cago en tu madre, sintió.

    Sudor frío bajo el manifiesto corazón.
    La muerte tigre comería trigo si pudiese. Grava en los huecos del corazón, donde lastima.
    Granulometría del maíz en las rodillas. Grava la histeria del pupitre.
    La de la tiza horrísona en el betún.

    Detrás rechazo, olor a mierda, pozo negro bajo el duraznero.
    Ese árbol dio los frutos más ricos. Puro almíbar. Puro azahar.
    Pura sombra.

    Vieja pared del arrabal
    Tu sombra fue mi compañera
    De mi niñez sin esplendor
    La amiga fue tu madreselva.

    El canto de una calandria se alza sobre la pileta de lavar
    Mientras en la cocina se escucha Madreselva en la voz de
    Libertad Lamarque
    - Bien pegado el revés a esa chirusa
    - Le tocó el destierro, pero le hizo un favor.
    - La muy mosquita muerta.

    Esa espesura que dejaron los muertos, los malos entendidos, las
    compresas de alcohol.
    La sal, el fuego por la boca. Fuego que se mete por la boca y se
    pierde adentro.

    El poeta no supo dar un rasgueo de luz con su guitarra. Ni un puto
    croquis de arte bella.
    Fracaso para embellecer la mierda.
    Nada queda de la apuesta. Se lo llevaron todo.

    No.
    Quedan las palabras huecas.
    Las muecas.
    Las muecas en la oreja. Las moscas del fogón.
    No.
    Queda la vanidad. La presunción del poema. La hinchazón de la
    lengua. Los humos, el aire, el viento. Los fueros del poeta, la vanagloria.

    Ahora tienes el brazo dormido. No vuela tu cresta sobre los
    cadáveres . Nada queda del furor. Nada del cuchillo. Nada del miedo.
    Tienes el brazo sin cabeza.

    Teatro en el teatro de operaciones.
    Poema en el poema.
    Sol en el sol de la planchada.
    Agua turbia en la sed. Lo mismo apaga.
    Esa paz en los andamios.
    Ese ladrido.

    Hablas de ti. No de mí.
    De mí no te han dejado.
    Ellos se lo llevaron.

    Escribir a tientas. Pegarle un golpe de katana a un quebracho
    colorado. Abrir en dos a un yacaré.
    Escribir sin pies ni cabeza. Sin orden, como nido de carancho.
    Escribir sobre la carroña, literalmente.

    No importa el buey, bien se lame.
    No importa el carnero merino.
    Escribir con la sudoración del corazón o cualquier otra víscera.
    Sobre la piedra.
    Con la carne amoratada. Con la podredumbre.
    Con el tufo a podrido del olvido.
    Al sol.


    Con la mano temblando todavía. A escasos metros del muñón.


    _________________



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